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Wilsilor (06: El culo de mi hermana)

en Bisexuales

WILSILOR VI

El culo de mi hermana

Por Lor

Hola, soy Lor otra vez. Definitivamente mi hermana y yo, estamos hechas la una para la otra. Por un juego descubrí que me gustan las otras carajitas, o por lo menos, me gusta mi propia hermana. No sé como nunca me fijé en ese cuerpo tan bien formado y en esa amante que me hace tan feliz. Coño, como me desesperé esa tarde esperando a que mis padres se fueran al diablo para acostarme con Wilsi.

Fue difícil aguantar las ganas de subirle esa camiseta y mamarle las tetas o de bajarle el calzón y mamarle la cuca como tanto deseaba que me la mamaran a mí. Esa noche fue intensa, pues entre ella y yo sucedió que nos entendíamos muy bien. Nos gustan los hombres, pero como mujeres, sabemos como y donde nos gusta que nos laman, que nos toquen, lo que sea…

Esa noche de juerga, me encantó lamerle el culo a Wilsi. Recuerdo que ambas estábamos ya desnudas y en medio de los besuqueos, me decidí a besarle por enésima vez las nalgas, solo que esta vez fui más allá. Se las mordí y besé como loca, luego se las abrí, le metí un dedo allí… y, terminé pasándole la lengua por el ano…

A ella le gusto y a mi me dio curiosidad. Comencé a lamérselo y a lamérselo hasta que no se como, mi lengua penetró y sentí el sabor extraño. Era dulce o algo así, delicioso en todo caso.

-¡Uy, eso me gusta!- gimió Wilsi y yo me atreví a meterla más.

-¿Este culito de quien es?- le pregunté por joda.

-Pa’ ti, hermanita. Pa’ ti- susurró- ¡M-métela más!

-¿Pa’l fondo?

-¡Sí, bien pa’ dentro!

Yo estaba súper excitada, así que me pajeé mientras seguía metiendo y sacando la lengua de su culo palpitante. Era como si me la estuviese cogiendo y eso me estaba volviendo loca. Pero además, gocé al sentir que ese culito parecía mamarse mi lengua o succionarla…, y me excitó sentir sus nalgas apretar mi cara… ¡Uy, que cerda me volví aquella noche!

Cuando legaron mis papás, me cortaron la inspiración, pero cuando mamá salió del cuarto, decidí seguir en mi juego hasta bien entrada la mañana. Me gustó tanto hacérselo y que a ella le gustara. Todo ustedes saben ya, que a ella, le gusta tener cualquier cosa allí, en ese lugar que no es solo para cagar.

Al día siguiente la pasamos bien. Era domingo y mis padres, como estaban desvelados, durmieron como hasta las diez y nosotras, supuestamente también, pero la verdad es que nos estábamos haciendo lo que más nos gustaba bajo las sábanas, sabiendo que ya se nos acababa la fiesta.

¿Se nos acababa la fiesta? No, que va. Ahora era que comenzaba todo. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Esperar siempre a que salieran nuestros papás a algún sitio? ¿Esperar a llegar del colegio y aprovechar? ¿Meternos a nuestros cuartos por las noches? Todo eso era válido y se podía hacer.

El día lunes, después del colegio, yo tuve que ir a buscar algo en Internet, pero regresé como a las tres. Wilsi estaba allí, siempre con sus calzones anchos (esta vez un mono blanco), pies descalzos y una franela corta de color azul. Yo llevaba puesto un jean pescador a la cadera, sandalias y una franela blanca con un nudo en la espalda.

Wilsi estaba agachada arreglando unas cosas en la cocina y cuando la vi me excitó ver como se le veían las pantaletas (antes yo veía como a una chica se le salían las pantaletas y no le daba importancia, aunque me parecía sexy, sin embargo, desde hacían días, me la pasaba cazando cualquier momento para fisgonear).

A mi hermana se le veían divinas porque además, eso me hizo recordar lo que había debajo: un culo bien turgente, escondido por esos trapos que siempre trataban de ocultar su belleza.

-¿Qué estás mirando? ¿Te gusto?-dijo Wilsi por joda al voltear y verme.

-Me gustan tus pantaletas rojas- le dije yo sonriente.

Ella se levantó y me dio un beso en los labios. Yo la correspondí y luego le acaricie las tetas y la volteé para acariciarle las nalgas sobre el calzón. Me gustaba su culo y más, esa pantaletica que se le escapaba seductora.

Metí mis dedos entre el pantalón y se lo bajé hasta los muslos, le apreté las nalgas sobre la roja tela y me dio ganas de besarla. Me agaché y comencé a darle besitos tiernos y suaves en la tela, en su piel… y me excité aún más.

El culo de mi hermana era grande y esponjado, olía muy bien y me gustaba sentirlo contra mi cara. Le hice a un lado la pantaleta y le metí un dedo. Wilsi se estremeció como si le doliera, pero no se opuso.

Le bajé la pantaleta y le abrí las nalgas, lamí y lamí hasta llegar otra vez a su ano y allí, sentí otra vez su sabor. En un segundo, ya mi lengua entraba y salía de su culo y Wilsi gemía tiernamente. Me gustaba hacerla feliz; a veces hasta no me importaba si ella no me tocaba a mí, porque con solo tocarla yo a ella, tenía mis propios éxtasis. De hecho, me imaginaba también mi propia lengua entrando y saliendo de mi culo.

Yo no sabía como le decían a eso que hacía. Más tarde me enteré que era el famoso "beso negro" y del que ya yo era adicta. Dicen que es antihigiénico y tal vez produzca infecciones. A mí, por lo menos, no me produjo sino satisfacciones y además, mi hermana es muy limpia y huele muy bien.

Desabotoné mi pantalón, bajé un poco el cierre y me metí una mano para hacerme feliz. Por supuesto, así no podía abrirle las nalgas a mi hermana, por eso, ella misma se las abría para que yo siguiera hurgando con mi lengua en su trasero.

Ella se intentaba sostener de vez en cuando contra una pared porque se mareaba, otras veces echaba una mano hacia atrás y me tocaba los cabellos, pero siempre, chocaba su culo contra mi cara y yo, lejos de sentir dolor, me gustaba.

No sé por qué, pero sentí deseos de apretarle las nalgas, de aruñarlas y, y terminé dándole palmaditas suaves… Wilsi, sintió cierto dolor, pero no me impidió seguir.

La golpeé con más fuerza y me pareció que le excitaba. Le pegué más y más fuerte hasta ponerla roja como un tomate. La mordía y le dejaba los dientes marcados; wilsi, gritaba y yo llegué a pensar que le estaba haciendo daño, lo supuse al ver sus lágrimas.

-¿Me detengo?- le dije.

-¡No! ¡Sígueme pegando, mensa! ¡Castígame por ser tan puta!

Me gustó oír eso, así que me puse de pie y la nalgueé de forma tan violenta que le arranqué chillidos y lágrimas a rabiar. Yo había escuchado de mujeres a las que le gustaba el maltrato y mi hermana parecía ser una de ella- también escuché de aquellos que gozaban maltratando, pues yo, estaba gozando un mundo al pegarle mi hermana.

Su culo estaba rojo y yo seguía dándole palmadas mientras le volvía a meter un dedo. Wilsi recibió los castigos sumisa y yo, sentía envidia de verla tan ¿feliz?

Ella estaba feliz de ser masoquista (perversión sexual de quien goza con verse humillado o maltratado por otra persona) y yo de ser sádica (que provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona). Aquí en mi país, Venezuela, se le llama sádico, por tradiciòn, exclusivamente a los violadores, especialmente de niños; pero se trataba de eso, del que siente placer golpeando o humillando.

Ahora que lo pienso, todas esas veces que ella y yo nos coñaseamos en el pasado, todas esas veces que la humillé y me burlé de ella, me estaba satisfaciendo a mí misma de verla así. En ese tiempo era verdad, pero horita era un juego para sentirme bien, porque ya, no soy capaz de burlarme ni de maltratarla para mal.

Comencé a pellizcarle las tetas y a estrujárselas ardorosamente. Wilsi chilló tan fuerte que creí que esta vez si que nos iban a escuchar. Pensé en encender la televisión, pero estaba muy lejos, preferí encender el reproductos que estaba cerca, porque por nada dejaría de tripear (gozar) el nalguear y estrujarle las tetas a mi hermana.

Me puse de frente, le levanté la franela y le mordí con salvajismo los pezones; ahora sí que Wilsi rezongó y rugió como loca desesperada, mordiéndose salvajemente los labios. Después le di fuertes palmadas en sus tetas a tal punto de dejárselas bien rojas; gocé un mundo de pegarle por ahí ver que le gustaba.

Yo también quería lo mío, así que arrastré a Wilsi hasta la mesa del comedor, la acosté allí, encendí la radio y le seguí estrujando las tetas.

-¡Bájame el calzón, puta!- le grité mientras le pellizcaba sus pezones rojos.

Ella me obedeció y con dificultad me empezó a halar el calzón, ya desabrochado hasta llevarlo hasta mis rodillas, me bajó también la tanga azul que llevaba puesta y yo me dispuse a ponerla a mamar. Halé la cabeza de mi hermana y la puse en mi cuca. Ella comenzó a subir con su boquita deseosa de probar mis jugos.

-¿Quieres mamarme?, pregunté sonriendo y ella pudo asentir con la cabeza- ¡Esta bien, creo que me merezco esto y mas, puedes comenzar, perra!-gemí de gusto.

Con manos ansiosas, Wilsi abrazo mis caderas y estirando
su cuello comenzó a chupar las flores afelpadas que crecían en el jardín de mi entrepierna. Mientras ella me mamaba y gemía ahogadamente con su boca pegada a mí, me dediqué a ver su vientre y sus piernas desnudas, con el pantalón remangado en sus rodillas. Mi hermana era tan provocativa.

Yo sentía su lengua fogosa jorungar mi cueva húmeda y sorbía con fuerza todo el jugo que ahí se había concentrado.

-¡Chúpamela toda, puta cabrona!- le grité mientras la maltrataba golpeando mi vulva contra su cara empapada de mí.

No podía dejar de ver la forma perfecta de mi hermana, de su vientre plano, sus morrocotudos senos amoratados e hinchados, sus piernas bien torneadas, y maniatada por la camiseta remangada y los calzones enrollados. Era toda una visión de una prisionera sudada.

Golpeé varias veces sus pechos, los retorcí, le pasé las uñas por el estómago, por el vientre, le rasque sus pocos vellos ensortijados y me vine en su cara. En medio del orgasmo, la arañé por los muslos y le di un fuerte golpe en su cuca.

Como un trueno, con el sonido propio de una afanosa nalgada se oyó por toda
la casa el grito de Wilsi, ahogado porque tenía su boca metida entre mis carnes. Pensé que se iba a quitar, pero en lugar de encogerse y juntar las piernas, o taparse con una mano, la muy zángana, intentó abrir un poco más los muslo. Se lo impedía el pantalón, pero esto no fue la limitante, porque ante una segunda palmada, cuando ya acaba mi orgasmo, la vi doblar sus rodillas, extender una mano, y remangarse los calzones hasta los tobillos.

-¡De pinga!- exclamé mientras la veía abrirse de piernas. Le di otra palmada y noté que se hinchaban sus labios y parecían abrirse más. Le descargué otras palmadas y Wilsi, gimió de dolor sin dejarme de mamar. Allá, adentro, se le veía cada parte de sí, sus labios rojos y chorreantes, hasta se le sobresalía el clítoris.

De pana, a mi hermana le gustaba el maltrato (y pensar que era una niña boba). Mis manotazos, chocoteaban en su vientre mojado y ella chillaba cuando más duro le pagaba o cuando le pellizcaba los pezones. Wilsi llegó a un nuevo orgasmo y la sentí, comerme la cuca con desesperación y meter su lengua hasta lo más profundo de mí. Ella temblaba y se contorsionaba sobre la mesa que amenazaba caerse.

En la radio estaban tocando la canción "Lo siento" de Belinda, la cantante mexicana y coño, el escuchar ese continuo ¡Oh, oh…! Me hacía sentir un gustazo en mi cuca. Pensé en Belinda y me la imaginé allí abajo, mamándome… conforme avanzaba la canción, pensé que esa era su cuca y llegué a fantasear con su cabecita rubia entre mis piernas, chocando su trencita en mis nalgas.

Me vine yo también, sintiendo escalofríos y la piel de gallina y calmándome, dejé que mi hermana se bebiera hasta el último trago de mi licor vaginal, y la canción ya se estaba acabando. ¡Oh, oh, lo siento!, cantaba la mejicanita y yo, también lo sentía: que me orinaba de gusto en la boca de mi hermana.

A mi hermana le gustaba que le lamiera el culo, ¿será que a mi me gustaría también?, pensé. Me volteé y puse mis nalgas en su cara. Ella entendió rapidito, tomó mis nalgas, las abrió y me lamió dulcemente. Ahora era ella quien me practicaba un beso negro a mí y ambas lo disfrutamos a rabiar.

Creo que estaban pasando un especial de Belinda porque ahora estaban tocando "Boba, niña nice" y de pana, me excité tremendamente con su voz y mi hermana tomándome por las caderas y su larga lengua enterrándose en mi culo. Yo escuchaba: "Esa boba niña nice… muchas como ella siempre hay…" y gozaba al sentir como mi hermana me embobaba a mí, lamiéndome como en forma exploratoria y luego con mayor tesón.

Que delicia fue sentirme jorungada por detrás. Sentí que me estaba cagando pero de placer mientras en la radio seguía Belinda con su "…piensa que es un error que caigas en su red". Ambas, Wilsi y yo, estábamos cada una en la red de la otra.

En ese momento, escuché un ruido en la puerta. Alguien estaba llegando. Vi el reloj de la pared y ¡coño: ya eran las seis de la tarde!

Nos levantamos presurosas y nos subimos los calzones torpemente, nos medio acomodamos los cabellos, justo cuando mamá entraba.

-¿Por qué la música tan alta?- preguntó.

-E- es que nos gusta Belinda, ma’- dije bajándole el volumen a la radio.

-¿Y por qué tan sudadas?

--¡Es que… estábamos bailando!- contestó mi hermana.

A mamá le pareció lógico y bueno, ¡lástima que llegó tan pronto! Sin embargo, lo pasamos de pinga. En la radio Belinda cantaba "Ángel" y yo, pensaba: Mi hermana, es mi ángel…, mi sol…y con ella siempre quiero estar.

Lor

 

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