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Mi rival

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Mi rival.

No es posible, voy a enloquecer, cinco años de novio con Valeria, todo listo para casarnos y de repente una tonta tormenta se convierte en trajédia y por no dar nuestro brazo a torcer, terminamos nuestro noviazgo de forma inconcebible.

Pasan tres meses y cada día siento más deseos de volver, me decido, este lunes me voy a su trabajo, justo a la hora en que ella termina, pienso en acercarme, dar disculpas, confesar mi amor, pero de pronto mi cuerpo se congela, a la salida de su trabajo la esperaba otro.

Me quedo perplejo, los celos se apoderan de mi y como un tonto me acerco a los dos enamorados y doy la más ridícula de las escenas. Allí me entero que quien ocupa mi lugar se llama Carlos, un tío varonil, de barba cerrada, velludo. Y como lógico, discutimos y nos quedamos de enemigos.

Ahora estoy sumido en una tremenda depresión, no dejo de tomar alcohol todos los días y pienso que mi vida se ha destruido. Estoy sentado en el balcón de mi casa y no son ideas mías. Veo pasar a Carlos y entrar en el portal de uno de los edificios del frente de mía. Esto si es el colmo, ahora resulta que este tío, que me ha quitado el amor de mi vida es vecino mío.

Y comienzo a encontrármelo hasta en la sopa. Lo veo en el mercado, en la carnicería, en la parada del metro y hasta en mi misma barbería. Nuestras miradas son muy secas, no nos cruzamos un saludo. Yo lo odio como quien odia a alguien que le ha robado lo más valioso de su vida y el siente celos de que Valeria pueda volver a ser mía.

Hoy es viernes, son las once de la noche, estoy en un bar del barrio tomándome una caña y de pronto veo que tengo a mi rival sentado en la misma barra. Y de él parte conversar conmigo. Hablamos y nos damos disculpas, Carlos no tiene culpa de haber aparecido en el momento de nuestra crisis y que yo haya reaccionado cuando era tarde. Resulta de este encuentro una conversación amistosa y al poco rato, parte de él la invitación de visitar otro bar cercano. Así de bar en bar, increíblemente nos pasamos la noche de marcha. Nos fuimos al centro, visitamos muchos sitios. Las horas fueron pasando y nos pasamos algo de copas.

Cerca de las 4 de la madrugada, decidimos regresar al barrio, tomamos un taxi, ahora somos un par de amiguetes, que se han pasado una noche de marcha. El taxi llega pronto, nos bajamos, Carlos lo paga y me invita a tomarnos una botella de vino que tiene en su casa. Lo dude unos instantes, ya era tarde y estaba cansado, pero ya era sábado y en definitiva no se trabajaba y al final acepté.

Hacía un tremendo calor, subimos las cuatro plantas por las escaleras y llegamos a su piso. Me senté en el sofá del salón y Carlos conectó la tele y puso un video porno. Me dijo, ponte cómodo y se fue a la cocina a preparar unos tragos. A su regreso un tío le estaba dando la tremenda follada a una chica y de verdad que la estaba gozando.

Yo me había quitado la camisa y sudaba copiosamente. Carlos estaba sin camisa y con solo el pantalón del pijama. Me brindó un trago, se sentó en el mismo sofá que yo y se puso a ver la peli. Carlos jaraneaba sobre lo que pasaba en la pequeña pantalla y de verdad que nos estábamos poniendo cachondos.

De pronto sus manos se acercaron a mi pantalón y en tono de medio jarana me acarició la polla que ya tenía medio empalmada y el muy jodedor inmediatamente me comenta: te estás empalmado, Raulito. Me temo que te hace falta que te pajeen.

Yo me quedé cortado, no esperaba esta situación y no estaba claro si se trataba de una broma. Ahora se creó un silencio, ninguno sabíamos que decir. Y Carlos rompió el hielo y me dijo: A ver, cuan empalmado estás y volvió de nuevo a acariciarme la polla, esta vez más detenidamente.

Mi polla estaba que se quería explotar. Carlos terminó por bajar la cremallera de mi bragueta y mi polla como un cañón, se quería salir del pantalón, el boxer se lo impedía, pero mis líquidos lo estaban mojando. Raúl continuó sus caricias y pronto con su lengua trataba de saborear mis jugos. Bajó un poco el boxer y salió la cabeza de mi polla, estaba jugosa y comenzó a acariciarla con su lengua. Sentí un placer nunca antes experimentado. Pensé en ese momento: mira que estaba celoso con este tío y me salió marica. Pero pronto esas ideas salieron de mi mente, porque la forma que me la estaba mamando me dejaba sin fuerzas y casi con la mente en blanco.

Carlos me quitó el pantalón, me recostó el el sofá boca arriba y comenzó a darme una mamada de polla y huevos, que me hacía retorcer de placer. Me chupaba los huevos, los succionaba uno a uno y sentía como entraban en su boca, mientras mi polla desesperada se babeaba y luego, subía por el tronco de la polla chupándola hasta llegar a la cabeza, introducirla en su boca, le daba dos o tres chupones, me enloquecía y de nuevo se volvía a entretener con mis huevos. Estaba al borde de correrme, Carlos se dio cuenta por la forma en que me retorcía de placer, por los rugidos de la leche de mi polla que se quería salir y en ese momento, sentí como me apretaba los huevos con su boca, aquello me dolió con cojones y prácticamente mi polla perdió todo su enardecimiento.

De verdad que no me gustó para nada aquello, pero Carlos me dijo, que solo me iba a correr cuando a él le saliera de sus santos cojones. Y ahora estaba sobre mi de nuevo, pero ahora me estaba mamando mis tetillas. Ahora me daba cuenta que era un hombre mucho más fuerte que yo, por lo que me tenía antrabancado de una forma que no podía impedir que me siguiera mamando las tetillas y lo hacía de una forma que me estaba enloqueciendo. Yo trataba de escaparme cuando él me advirtió que no hiciera fuerza para escaparme, porque me podía lastimar y marcarme. Aquello me aterró y comencé a dejar que me las siguiera mamando. Luego con su lengua me fue saboreando el cuello. Aquello me retorcía de sensaciones y comencé acariciarle su espalda.

Su lengua saboreó todo los vellos de mi pecho y de nuevo volvió a mamarme la polla y los huevos, sentía tanto placer que abrí mis piernas y me abandoné a disfrutar de nuevo.

Volvió a llevarme al borde de correrme y de nuevo me repitió el castigo, apretó mis huevos y me dijo, putica todavía tu macho no va a dejar que te corras. Aquellas palabras de Carlos, de verdad que me jodieron, hasta ahora yo estaba dejando que me mamara, porque al fin de cuenta el tío me había salido marica.

Me tomó por las piernas y me puso boca abajo en la cama, yo traté de oponerme, pero Carlos más fuerte controló la situación y estaba encima de mi y con su boca muy cerca de mis nalgas. Con sus fuertes brazos abrió mis piernas y con su lengua empezó a acariciarme el ojete. Aquello me estaba haciendo saltar, su barba del día me arañaba las nalgas y hacía que mi cuerpo saltara. No podía impedirlo y comenzó a darme una mamada de culo que estremecía todo mi cuerpo. Mi oposición fue cediendo ante mi impotencia de impedir que me mamara el culo. Me mamaba con tal abundancia de saliva que yo sentía como rodaba la saliva por mis huevos. Y su lengua poco a poco fue dilatando mi efinter.

Y pronto empecé a sentir placer por la mamada de culo que me daba Carlos, deje de ofrecer resistencia, mientras Carlos me exigía que moviera el culo para que mi macho viera lo desesperada que estaba su puta porque se la follaran. Y yo no pude contenerme y empecé a obedecerlo, mientras que su mamada se intensificaba.

Estaba sin fuerzas, cuando Carlos comenzó a saborear mi espalda con su lengua y pronto sentí que su pechoo velludo y sudado estaba pegado a mi espalda, increíblemente me estaba gustando las caricias que me daba, pero cuando sentí que una de sus piernas quería penetrar entre las mías, reaccioné con las pocas fuerzas que me quedaban, traté de oponerme por todos los medios, pero sus manos fuertes me tenían controlado y sus dos piernas ya estaban dentro de las mías y me obligaban a que mea abriera al máximo.

Yo le suplicaba a Carlos que no me penetrara, pero él hacía caso omiso de lo que le pedía y su polla babeante de jugos, acariciaba mi culo dilatado e inundado de saliva. Estaba perdido, yo no era maricón, pero Carlos estaba a punto de gozar mi culo virgen.

La punta de su polla presionaba a mi efinter, de forma rítmica, imperceptiblemente cada vez con más fuerza y yo sentía como mi culo me traicionaba, poco a poco se iba tragando la polla de Carlos. Yo estaba enloquecido, sentía como me entrada aquella polla que no era nada pequeña, me dolía, me quejaba, pero Carlos seguía. Cada retroceso terminaba con un mayor avance y así sentí como sus huevos se pegaban a mis nalgas y el victorioso me la empujaba hasta lo más profundo de mis entrañas.

A mis súplicas de que me sacar aquel aparato, sentí sus palabras fuertes pero cariñosas, estate tranquilito para que te acostumbres porque lo que voy a hacer dentro de unos minutos es follarme ese culito virgen que me tiene loco.

Y así fue, pronto empezó a sacar y menter la polla, al principio me dolía, pero por otro lado yo sentía que mi polla estaba tan empalmada que se quería explotar. Carlos fue aumentando la intensidad con que me follaba y cuando empezó a subir su cadera, su polla empezó a masajearme la próstata y empecé a retorcerme de placer, movía mi culo con tal deseo que le provocaba a embestirme más duro y empecé a decirle que gozara mi culo, que era suyo, que era su maricón, con mi lengua saboreaba sus manos. Mi cuerpo se estremecía me estaba sacando la leche, me retorcía de placer. Cuando Carlos vio que me estaba corriendo aumento la intensidad de sus embestidas al máximo. Cuando me corrí, estaba desesperado por que me la sacara, ya se me estaba enfriando la cabeza y ahora sentía que su polla me ardía, pero no podía escaparme, hasta que pronto Carlos empezó a hacer exclamaciones de placer y yo sentía como todo su cuerpo se estremecía y sus huevos llenaban mi culo de su leche.

Después de la tempestad llegó la calma. Sentí como su cuerpo se relajaba y cuando me la sacó lo único que se me ocurrió fue besar su boca con una pasión y ternura jamás experimentada. Y así sin limpiarnos la leche que bañaba nuestros cuerpos nos quedamos dormidos y abrazados hasta el medio día de aquel sábado.