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Mi vecino Ramón (continuación)

en Gays

Tres días más tarde, me encontré con Ramón en el camino, me saludó y me dijo que tenía deseos de volver a follarme, pero que esta vez lo haríamos en la casa vieja, que actualmente tenían como establo para los animales donde él tenía una habitación acondicionada. También me dijo que quería cambiar la hora para no tener apuros, que esa noche hiciera como que me iba a acostar temprano y que a las once de la noche saliera para nuestro nuevo lugar de encuentro, pues esa noche después de que me follara quería dormir conmigo.

Ramón estaba llevando las cosas de una forma muy precipitada, sentí temor porque mi familia notara mi falta a dormir en casa esa noche y se lo comenté. Ramón me respondió: no te preocupes, ya eres un hombrecito y tus padres pensarán que tienes alguna aventura con alguna chica, si ellos se dan cuenta de tu falta, tu les dices que es eso y ellos lo van a ver muy bien.

Mi primera noche con Ramón fue inolvidable. Como ya sabía lo que me esperaba, antes de salir para la casa vieja me unté un poco de lubricante en el culo, para amortiguar el golpe de su impetuosa polla. Cuando llegué al lugar, él me estaba esperando desnudo en la entrada de la casa a oscuras. Me condujo por su interior a tientas, ni conocía la casa ni había luces encendidas. Finalmente me fue subiendo por unas escaleras y llegamos a una habitación con una tenue luz de una lámpara de mesa de noche encendida. En la habitación había una cama amplia y nada más entramos me quitó toda la ropa y desnudos nos fuimos a la cama de inmediato.

Nos besábamos con pasión, nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos y nuestras pollas se restregaban la una con la otra. Luego él se acostó sobre mi y comenzó a besarme mientras yo fui el que fui abriendo mis piernas para que las suyas entraran a colocar su polla en mi culo. El se dio cuenta cuando puso su polla en la punta de mi culo como este cedió con facilidad y me dijo: te has preparado cabrón y de un golpe entró su polla hasta lo más profundo lo que me hizo abrazarme a él con desespero. No me dio tregua a que me acostumbrara y comenzó de inmediato sus embestidas rítmicamente. El ritmo de los acontecimiento me puso muy nervioso pues el lubricarme le hizo ser a él menos condescendiente. Elevó el ritmo de sus embestidas desde un principio y yo volví a sentirme poseído por aquel macho impetuoso. Luego me la sacó, me haló por las piernas hasta el borde de la cama y ahí mismo me la volvió a clavar sin clemencia. Ahora él estaba de pie y con mis piernas en sus manos le permitía elevar el ritmo de la embestida de forma más enérgica. Yo veía su pecho velludo y como estaba gozando mi culo pero no podía ni tocar a mi macho para acariciarlo, luego pude acariciar sus piernas mientras continuaba con su ritmo brutal.

Volvió a sacarme la polla y ponerme en otra posición. Me puso un pie sobre el borde de la cama y el otro en el piso, con su mano en mi espalda me inclinó hacia delante y de inmediato instaló su polla en mi culo en esa nueva posición. Su mano se apoyaba en mi cadera y su polla entraba de punta a punta en mi culo con la menor de las contemplaciones. Luego, sin sacármela me fue haciendo caminar por toda la habitación dándome continuas embestidas que me enloquecían. Después se sentó en una silla y me dijo que me sentara encima de su polla y en esa posición me dijo: vamos, ahora fóllate tu mismo. Luego me hizo que me parara y que me la sacara, pero que de nuevo me sentara sobre él, pero esta vez de frente a su pecho y que pusiera mis piernas sobre las de él, de nuevo su polla entró en mi culo, mientras nuestros pechos se restregaban y nuestras bocas se besaban con pasión.

Finalmente me hizo pararme de nuevo y sacármela, me puso de espaldas a él y de nuevo me penetró, esta vez de pie, me fue sacando de la habitación mientras me continuaba follando y me hizo subir por una escalera en cuatro patas, mientras con su polla continuaba follándome inclementemente. Yo estaba como aturdido por la cantidad de posiciones en las que me estaba enculando. Cuando me acostumbraba a una la cambiaba por otra nueva que me hacía volver a sentir la enculada de forma más penetrante. Cuando se terminó la escalera estábamos en una terraza descubierta donde podíamos sentir el agradable fresco de la noche y la luz de la luna que iluminaba nuestros cuerpos lujuriosos. En aquella terraza Ramón tenía una colchoneta. Me sacó la polla y se acostó boca arriba y me dijo: vamos, ahora tu solito te la vas a meter hasta los cojones. Me senté encima de él, puse mi culo en frente de su polla lujuriosa, empecé a intentar bajar para metermela, no me atrevía, pero de pronto Ramón me haló las piernas hacia él de forma que caí sentado sobre su vientre y con su polla entrándome hasta el tope.

Ramón se retorcía de placer, mientras yo nunca me había sentido su polla tan adentro, me dijo que pusiera mis manos en mi cintura, lo obedecí y de inmediato subió su cadera de una forma que sentí que mi culo se abría a más no poder, pensé que no podía soportar esa penetración tan profunda e intenté buscar una posición más cómoda. Una fuerte nalgada me paralizó cuando él me dijo: jamás se te ocurra tratar de defender tu culo del castigo de mi polla. Yo soy tu macho y tu eres mi maricón, así que aguanta como un macho. Y de nuevo continuó elevándome y llevándome casi al desmayo.

Nunca había sentido mi culo abrirse tanto, allí me estuvo empalando por un buen rato y de nuevo me hizo sacármela y acostarme boca abajo y de nuevo volvió a penetrarme, pero esta vez lo hacía de una forma nueva, cuando me entraba la polla en el culo, levantaba su cadera y hacía que su polla me frotara hacia delante de mi culo y eso me empezó a enloquecer de placer, me estaba masajeando la próstata y eso me estaba llevando a la locura. Comencé a pedirle que me diera más fuerte por el culo, me retorcía de placer mientras él comenzó a elevar al máximo el ritmo de sus embestidas. Mi polla empezó a escupir leche y mi culo empezó a estremecerse y a darles unos apretones a su polla que pronto comenzó a soltar sus chorros de leche caliente mientras Ramón comenzaba a resoplar de placer acostado sobre mi espalda. Finalmente sobrevino la calma y se quedó dormido un rato sobre mi. Nos despertó la frialdad de la noche. Bajamos a la habitación y nos aseamos un poco en el baño. Luego nos fuimos a la cama de nuevo. Y me abracé a su pecho con una lujuria enorme.

Nos quedamos dormidos por un par de horas y cuando despertamos comenzamos a acariciarnos y a juguetear con nuestros cuerpos y ahí fue cuando él me dijo que se la mamara un poco. Aquella fue una noche de sexo interminable, cuando amanecía y la claridad del sol empezaba a alumbrar nuestra cama, Ramón me tenía penetrado y me estaba follando con una ferocidad inusitada.

Durante varios meses se sucedieron noches como aquella. Éramos como dos animales salvajes sedientos de un sexo constante. Ahora su mujer había parido de nuevo y ya estaba disponible, pero él me comentó: No se como van a ser las cosas ahora, ya puedo follar con mi mujer de nuevo, pero cojerte el culo para mi tuvo dos alicientes: el placer sexual y la tranquilidad de no dejarte preñado. Mi mujer no me quiere dar el culo y cada vez que la follo me quedo con la cabrona preocupación de que se ha quedado preñada de nuevo. Claro ella los pare, pero yo tengo que salir a trabajar para buscarles de comer, ya son 5 y si las cosas siguen así me va a llenar de hijos. Nada, estoy decidido o mi mujer entra por razones y me da el culo o no follo más con ella.

De esta forma la relación con Ramón se estabilizó, cada semana me citaba un par de veces para la casa vieja y cada vez sus folladas tenían alguna sorpresa. Cada vez resultaba más vicioso y aquello me asustaba pero me daba mucho morbo. Un día me dijo que quería taparme los ojos para que mis sensaciones fueran más sorpresivas. Como siempre, a pesar del miedo que sentía al pensar que habría detrás de eso accedía a complacerlo sin rechistar una palabra. Con una cinta negra tapó mis ojos y me abrazó con fuerza mientras me daba un beso en que su lengua entraba en mi boca casi hasta la garganta. Luego me fue despojando de mi ropa y finalmente me fue conduciendo hacia el lugar en que quería follarme.

Cuando me tuvo totalmente desnudo comenzó a darme besos por todo el cuerpo, sentía las cosquillas de su barba de macho que me arañaba, aquellas sensaciones sorpresivas me pusieron como un tren cuando me percaté que había sujetado mis manos por unas esposas a mi espalda. Aquello me dio espanto, ahora estaba totalmente indefenso ante sus deseos y sabía que me iba a usar como le saliera de sus santos cojones. Me puse muy nervioso y esta vez en lugar de subir escaleras hacia la habitación fuimos bajando.

No podía ver donde estaba, me dejó entonces solo y de pie en aquel lugar por unos minutos que se me hicieron interminables. Finalmente llegó y me acarició la espalda, sus manos bajaron por mis nalgas y suavemente acarició mi esfínter, lo hizo de una forma en que poco a poco se me fue aflojando, sin decirme una palabra con uno de sus pies me alejó un pie del otro de forma que mi culo quedaba más al descubierto. Luego continuó con sus caricias a mi esfínter lo que me fue poniendo como un tren. De pronto sentí que en uno de sus dedos lo había embadurnado con un líquido viscoso, pensé que era un lubricante pues facilitó que su grueso dedo índice entrara en mi culo con facilidad. Comenzó a penetrarme suavemente y cada cierto tiempo notaba que volvía a untarse en el dedo más de aquel líquido viscoso que facilitaba que cada vez más mi culo se dilatara más. Luego intercambiaba los dedos, cuando uno salía otro entraba de forma que las penetraciones eran constantes y cada vez aumentaba la cantidad de líquido viscoso que tenía en mi culo, tanto que sentía como aquel líquido se me salía del culo y me corría por entre las piernas. El líquido viscoso no solo me lo untaba en el culo, sentía que mis nalgas también estaban embadurnadas con él.

De pronto, para que no cerrara las piernas me puso una especie de banco entre ellas y luego sentí que me recostaba en ese banco. De esa forma me quedé lubricado y sobre aquel banco y con mis piernas abiertas. Así me dejó solo de nuevo por un tiempo. No sabía si me estaba mirando o si se había marchado a buscar algo. Yo estaba esperando que su tremenda polla entrara en mi culo lubricado. Cuando sentí que había vuelto, algo frío se acercó a mis nalgas, yo estaba totalmente indefenso y una cosa larga y dura empezó a acariciarme el culo, pero aquello no eran caricias eran algo distinto era como una lengua grande que me estaba lamiendo el culo, que me lamía las nalgas y los huevos. Aquella lengua era un poco rasposa, no era humana, me empecé a desesperar. Sobresaltado preguntaba: ¿Qué me estás haciendo? Cuando en ese momento me percaté que además de Ramón había alguien más en el lugar. Lo delató su risa, mientras Ramón me decía: Es que a esta ternera le encanta saborear la miel que tienes en el culo. La ternera metía su lengua en mi culo buscando la miel que Ramón me había introducido y que yo pensaba que era un lubricante.

Luego Ramón retiró al animal y volvió a embadurnarme de miel y de nuevo aquel animal comenzó a lamerme el culo de forma que me estaba estremeciendo. Mis piernas temblaban mientras a ellos les daba mucha risa la sorpresa que me estaban dando. En ese momento escuché que Ramón le decía a Juan (que así se llamaba el otro): Ponlo a mamar un poco tu polla para que se entere del pedazo de rabo que le vas a pasar. Cuando sentí que Juan empezó a restregar la cabeza de su polla en mi boca me acojoné a tope. Tenía una cabeza que me era difícil dejar que entrara en mi boca, no obstante Juan me sujetó la cabeza y me puso a mamar un poco mientras sentía que Ramón me acariciaba con su mano la espalda. Cuando pude decir algo estaba aterrado, aquella polla era descomunal y comencé a suplicarle a Ramón que no dejara que me follara ese tío. Pero mis súplicas eran inútiles. Para tranquilizarme Juan dijo: no te preocupes que estás bien lubricado y si de verdad te molesta yo solo te meto un pedazo.

Juan colocó la cabeza de su polla en mi culo ensalivado por la lengua de la ternera y pronto comenzó a penetrarme. Sentía como que me iba a reventar y ahí le suplique que no siguiera que me estaba haciendo daño. En ese momento Juan dijo: está bien con este pedazo dentro de ti me puedo correr. Pero en ese momento sentí que las manos de Ramón me sujetaban con fuerza mientras con su cadera Juan me embestía hasta los mismos cojones. Solté un grito de terror mientras Juan exclamaba de placer. Solo pude escuchar como le decía a Ramón: de verdad que tu chico tiene un culo delicioso y ahí comenzó sus embestidas furiosas que pronto comenzaron a enloquecerme. En ese momento Ramón me quitó la cinta de los ojos, las luces de la habitación estaban encendidas y Ramón acercó su polla a mi boca y me puso a mamar.

Comencé a mamar a Ramón con glotonería, a veces me introducía la polla hasta tocar mi campanilla y aquello me daba arqueadas, se me saltaban las lágrimas pero le seguía mamando con pasión. Luego comencé a sentir como la polla de Ramón empezaba a rugir, sabía que estaba a punto de correrse y que lo iba a hacer en mi boca. Sus huevos soltaron una cantidad de leche descomunal que me fui tragando como me tenía acostumbrado. Pero cuando Ramón se corrió Juan estaba a medio camino, continuaba sus embestidas a un ritmo brutal. Yo besaba las manos de Ramón, pues otra cosa no podía hacer hasta que el ritmo de Juan aumentó tanto que me di cuenta que estaba al borde de correrse y llenarme el culo de leche. Cuando empezó a correrse sentí los chorros de leche caliente que entraban en mis entrañas mientras las manos de Juan sujetaban con fuerza mi cintura y él exclamaba por el placer que estaba sintiendo.

Cuando Juan se corrió y me sacó la polla se recostó en un banco y se le veía cansado. Ramón en ese momento me soltó las esposas y me dijo: Ve a donde está Juan, bésalo y acarícialo como agradecimiento a ese macho que te ha follado. Cuando me levanté de aquel banco mi polla estaba dura como un palo, yo no me había corrido y cuando empecé a caminar hacia Juan me costaba trabajo dar un paso, sentía que mi culo había sido usado como nunca y me acerqué a Juan y lo bese como me había indicado Ramón.

Juan vio que tenía mi polla dura y me dijo: cojones, después de la caña que te he dado parece que quieres más, pues no te preocupes que te vamos a volver a follar de nuevo. Y aquello me llenó de lujuria. En ese momento pude observar a aquel macho que Ramón había traído para que me usara y era un hombre precioso, velludo y fuerte, tanto como Ramón.

En ese momento Ramón no dijo que nos fuéramos a descansar al colchón de la azotea y allí nos acostamos los tres, como es natural yo en medio de aquellos dos machos. Poco a poco me fui relajando mientras ellos pronto se quedaron dormidos, le di la espalda a Ramón y puse mis nalgas en su polla dormida como para indicarle que ese culo era de él, el me abrazó y me quedé frente al pecho de Juan en el que puse mi cabeza y de esa forma sentía su delicioso olor a macho. Así estuvimos dormidos mucho tiempo hasta que empecé a sentir como la polla de Ramón comenzaba a empalmarse y comenzaba a dar golpes de deseo en mi culo, cada vez que su polla se elevaba yo sabía que se acercaba el momento de que me penetrara, cuando su polla endurecida me rozaba las nalgas yo con lujuria me restregaba a ella para decirle que la estaba esperando. Con una mano untó un poco de saliva en mi culo y de inmediato la cabeza de su polla entró en mi culo mientras sus brazos me sujetaban con fuerza como para que no me escapara, aunque sabía que yo nunca lo intentaba. Entró con fuerza hasta lo más profundo, allí se detuvo unos instantes y comenzaron sus embestidas a un ritmo delicioso, de inmediato yo estaba disparado como un cañon y comenzó a gozarme mientras me mordía la nuca. Con el movimiento Juan se había despertado y yo le acariciaba su pecho mientras Ramón me continuaba follando inclementemente.

En un momento Ramón me la sacó e invitó a Juan que entrara lo que hizo de inmediato pues ya estaba como un cañón. No tuvo problemas para empujármela a tope pero de todas forma Ramón me sujetó con fuerza. Las embestidas de Juan fueron bestiales desde un inicio. Pero ninguno se corrió, me la sacó y me dijo: Vamos, camina en cuatro patas por delante de tus machos que te vamos a follar como un toro se folla a una vaca. Yo obedecí y empecé a caminar por entre aquellos dos machos ibéricos y entonces Juan se me acercó por la espalda se subió sobre mi mientras su polla buscaba mi culo y entraba enloquecida en mi culo. Cuando estaba clavado me dijo: Vamos camina como una vaca cuando el toro la está follando. Traté de dar varios pasos y él me la sacó por un momento cuando Ramón se acercó a mi y me repitió la operación. Me la clavó hasta los cojones y me puso a caminar con él arriba. Ellos se reían mientras estuvieron repitiendo la operación todo el tiempo que le salió de los cojones. Finalmente Ramón no me la sacó y continuó follandome de forma que me di cuenta que se iba a correr dentro de mi. En ese momento yo sentí que estaba al borde de correrme y como Ramón estaba a punto no hice nada por evitar mi orgasmo que tanto deseaba. Me corrí como una perra, en mi corrida le apretaba con el culo la polla a mi macho que le saqué la leche. Juan se quedó mirando el espectáculo mientras continuó pajeándose y finalmente descargó su leche caliente sobre mi pecho y me puso la polla en la boca para que se la limpiara y finalmente ya estaba amaneciendo, bajamos al baño de la casa nos aseamos un poco y Juan se fue y luego nos fuimos nosotros.

A partir de ese momento las visitas de Juan se hicieron muy frecuentes y porque no confesarlo me enamoré de aquellos dos machos y no podía decir quien me gustaba más que me follara.

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