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Estas cosas pasan.

en Gays

Estas cosas pasan, ya me lo habían comentado, pero hasta que no te pasan no las asumes. Les comento, soy un tío hetero, estoy casado con una chica de la que vivo enamorado y que me ha dado un hijo. Por esas cosas que ocurren en mi país, en que todo el mundo está pensando en la forma de escapar, pues no importa para donde, lo importante es salir y luego cuando ya se ha escapado, pues entonces lo importante es ver como llegamos a Miami. Pero ese camino no es tan sencillo. Yo, aproveché la oportunidad de irme por Ecuador y ya allí me casé con una ecuatoriana y así tuve la nacionalidad de ese país, claro que eso no me salió gratis, tuve que pagar por ello y ahora como llego a la frontera de los EEUU. Pues tomé un avión para República Dominicana, bueno ahora estoy más cerca, pero no por eso me es más fácil pasar.

Aquí conocí a un cubano que inmediatamente me brindó su solidaridad y me llevó a vivir a su casa. Bueno, buscar algún curro y esperar la oportunidad. Pero en este trajín ya llevo varios meses y no soy adicto a pajearme, siento que estoy lleno de leche hasta el cuello, cualquier idea que me pasa por la mente me pone a millón. Estoy enamorado de mi chica, no quiero serle infiel pero ya son varias las noches en que me he corrido dormido, pero solo me sale de los cojones la leche que se reboza, siguen llenos y la situación continúa.

De repente al piso de enfrente se han mudado nuevos vecinos, son gente maja pero no hay duda de que son gay. No tienen plumas, pero resulta que son amigos de un tío vecino del edificio que es un gay reconocido y a mi no me cabe la menor duda que tanta amistad es porque hay una identificación.

Los vecinos son gente muy agradables, hemos trabado amistad con ellos y son muy serviciales, pero joder, uno de ellos me mira como si quisiera comerme y de verdad que a mi nunca me han ido los tíos. Pero sin embargo me han empezado a rondar malas ideas por la cabeza. Si uno de estos tíos me hace una paja o en el mejor de los casos me da una buena mamada, eso no sería una infidelidad con mi chica, ella está lejos, no se va a enterar nunca y en mi no me va a dejar ninguna huella. Pero luego, reflexiono y trato de que esas ideas se me vayan de la cabeza, pero vuelven.

El fin de año nos reunimos las dos familias para esperar el año nuevo. Y después de cenar nos pusimos a hacer chistes, a hablar de muchas cosas, escuchamos música por internet y me puse a conversar con uno de mis vecinos, le dije que a mi me gustaba no se que cantante y él me invitó a ir a su casa y con las puertas abiertas por youtube me estuvo buscando a ese cantante. Estábamos sentados junto al ordenador, yo tenía un pantalón corto y me daba cuenta como miraba mis piernas velludas, sentía que me estaba comiendo con los ojos y esa sensación me empalmó, bueno ya saben que como estoy me empalmo por cualquier cosa varias veces al día. Me puse tan caliente que con el nerviosismo rocé con una de mis piernas la suya en varias ocasiones. El tío se percató, no dijo nada, pero al final me dejó frío diciéndome: Ahora no es el momento, pero mañana cuando todo esté más tranquilo ven para acá que te voy a dar una sorpresa.

Esas palabras me sobresaltaron y luego estuve toda la noche pensando que me había lanzado demasiado. Pensé que mejor era dejar las cosas ahí pero luego me surgía la inquietud de por que no ver de que sorpresa se trataba.

A la mañana siguiente me levanté como a las 10 de la mañana y la puerta del vecino estaba abierta y él estaba sentado frente al ordenador. Lo saludé y él me invitó a pasar a su casa, me senté a su lado en el ordenador, no me acuerdo de que tema conversamos y por sorpresa sentí como su mano acariciaba una de mis piernas. Yo me ericé completamente, mi polla de puso a cien, mi respiración se entrecortó de una forma que él se dio cuenta de que me iba a dejar. Tuve intenciones de pararlo, pero al final dejé que las cosas pasaran.

Continuó acariciando mi pierna y deslizó su mano por la parte interior del muslo y aquello me puso como un tren, mi polla estaba disparada y yo estaba sin ninguna posibilidad de contenerme. Su mano continuó palpándome por debajo de la tela del pantalón hasta que por fin uno de sus dedos rozó mi músculo primo. Con mucha habilidad ese dedo fue en busca del rabo y lo trajo hacia el muslo que yo tenía más cerca de él y finalmente mi polla estaba al alcance de su mano.

En ese momento, él se levantó y cerró la puerta de la casa y de nuevo volvió a sentarse a mi lado, no nos dijimos ni una sola palabra, continuó acariciando mi pierna y esta vez logró con su mano tomar mi polla que ya estaba húmeda. Me le dio varios achuchones y luego me desabotonó el pantalón y finalmente mi polla salió como un resorte en busca de más.

Comenzó a pajearme de lo lindo y de verdad que estaba disfrutando, lo necesitaba y de verdad que en ese momento me sentí tan bien que no pasaban por mi mente otras ideas que disfrutar el placer que estaba sintiendo. Llevó su mano a su boca, se untó un poco de saliva y fue directo a mojar el glande de mi pene, sentí un placer exquisito. Finalmente detuvo la paja, se quedó mirando mi polla deseosa de más y le fue acercando la boca y le dio varias chupadas lujuriosas que me hicieron sentirme en el cielo, casi empezaba y casi estaba al borde de correrme pues estaba lleno de leche hasta el tope. Detuvo la mamada y me dijo, vamos ponte cómodo y me acabó de quitar el pantalón y me invitó a sentarme en el sofá del salón, me recostó en el sofá y yo dejé mi polla y mis huevos a su disposición.

Lo primero que hizo fue darme un beso en el medio de los huevos y a partir de ese momento su boca ni su lengua se apartaron de mi piel. Me daba lengua por los huevos, subía por el tronco saboreándolo con su lengua, no llegó a saborear la cabeza de mi polla, de nuevo bajó a los huevos y continuó dándole lengua hasta que succionó uno de mis huevos primero y luego el otro. Yo cerraba mis ojos y hacía exclamaciones de placer. Cuando abandonó mis huevos volvió a ir saboreando mi polla desde la base hasta llegar a la cabeza, comenzó a darme lengua en el frenillo de una forma que me estaba enloqueciendo, su lengua acarició todo el borde del glande y finalmente me daba un chupón en la cabeza que me estremecía. A veces me daba dos o tres chupones a la cabeza ante de volver a darle lengua al rabo y eso me desesperaba cada vez más, yo estaba aguantando la leche con todas mis fuerzas, no quería que este momento acabara pero en un momento no permití que me siguiera desesperando y con mis manos aguanté su cabeza para que su boca no pudiera abandonar  mi polla.

Entonces comenzó a mamar con la máxima intensidad, mi polla rugía como un volcán al borde de la erupción, con un movimiento de mis caderas y sujetando fuertemente su cabeza empecé a follarme su boca hasta que comencé a soltar los chorros de leche que tenía acumulados, fueron varios y seguidos, él los tragaba para continuar mamando pues no tenía otra opción ya que yo continuaba aguantando su cabeza. Solté toda la leche que tenía acumulada en mis huevos y cuando traté de abandonar su boca, ahora era él quien me sujetaba con fuerza de la cintura y continuaba mamando de forma que a cada chupada se estremecía todo mi cuerpo. Yo llegué a asustarme porque nunca me habían mamado así, nunca se había estremecido todo mi cuerpo de esa forma al correrme y mezclarse mi leche con su saliva mi polla se puso muy sensible y a cada lengüetazo todo de mi cuerpo se estremecían y él continuaba dándome lengua y haciéndome vibrar.  Cuando ya no me quedaba ni una sola gota de leche en los huevos y dejó de mamar mi polla estaba descojonado, me sentía muy cansado y me recosté en el sofá y allí me quedé dormido recuperando fuerzas.

Cuando me desperté él estaba en la cocina preparando un café, había cubierto mi cintura con una sábana mientras dormía y me trajo una taza. Ahí fue cuando me preguntó:  ¿Cómo lo has pasado? Yo se que tu eres heterosexual, pero esto no te va a cambiar en nada, si no te apetece repetir, no te preocupes, esto será como si no hubiera ocurrido, pero si te apetece no dudes en volver a entrar en mi casa.

Me tomé el café, me vestí y me marché. Por un lado estaba satisfecho, la tensión que tenía de tanta leche acumulada había cesado, me encontraba hasta más alegre, cosa que la gente se percataba que me había pasado algo bueno. Pero cuando reflexionaba que ese placer, que esa alegría me la había dado un hombre, mi homofobia se despertaba y decía: Nunca más. Luego al pasar un rato y cuando me recordaba el placer sentido mi polla se ponía tiesa como un palo, eso era una señal de que en el fondo me la había pasado bien y quería repetir.

En ese quiero y no quiero me pasé un par de días y al tercero ya estaba de nuevo llenó de leche y los recuerdos de mi vecino me venían a la mente cada vez con más frecuencia, no tenía que pedirlo, solo tenía que ir. No quería que en mi casa se percataran de que yo estaba haciendo visitas a ellos, los dos viviendas tenían las puertas frente por frente. Temía que me vieran entra, busqué un momento en que estaba seguro de que nadie me vería y entré a saludar a mis vecinos. Me recibió con mucho agrado, me invitó a tomar café y nos sentamos en la terraza esta vez. Era a pleno día, pero la terraza tenía la ventaja de que no tenía vecinos cercanos que pudieran vernos y pronto comenzó a acariciar mis piernas, era un maestro, sus manos pasaban muy cerca de mi piel pero solo tocaban mis vellos y se entretenían en acariciar la parte interior de mis muslos lo que me excitaba enormemente, me puso la polla a millón, pensé que me iba a mamar allí, pero luego me dijo: Mejor nos vamos a una habitación. Me acoté en la cama y él comenzó a acariciar de nuevo mis piernas y mi pecho. Me quitó la camisa y luego el pantalón corto, intencionalmente no tenía puesto calzoncillo y me quedé desnudo en la cama, esperando el placer. Me acosté boca arriba, abrí mis piernas, puse mis brazos como calzando mi cabeza y adopté la posición de mamado.

Yo esperaba que sus manos entraran en acción, pero lo que sentí fue su lengua que comenzó a saborear cada pedazo de piel de mi pecho, fue bajando por el vientre, parecía que se iba a comer mi ombligo y pronto empezó a darme lengua en los vellos de la base de mi pene, mis huevos fueron lamidos, sentí que su saliva mojaba todo mis huevos, aquella mamada me tenía en la gloria, pero mi polla no era tocada por su lengua, cada vez estaba más deseoso de que la empezara a mamar, la tenía toda babeada por los líquidos preseminales. En ese momento sentí como su boca lamía la cabeza de mi polla y como su lengua volvía a dejar limpia la cabeza de mi polla y de nuevo volvió a dedicarse a mis huevos. Estaba desesperándome, repitió esa historia varias veces hasta que en una de esas chupadas esporádicas mi polla se quedó dentro de su boca y comenzó a mamarmela con intensidad. Me daban escalofríos de placer, sentía en todas mis piernas esa cosquilla exquisita que es el preámbulo de las grandes corridas. Luego abandonó mi pene y se fue a darme lengua a los vellos de mi pecho y me dio un par de chupadas a mis tetillas que estaban duras como un palo para de nuevo volver a mamarme con intensidad la polla, trataba de metersela completa, yo con una mano la empujaba para que le entrara toda, sentía sus arqueadas pero él continuaba mamando de lo lindo.

De repente sentí como una locura, no estaba en mis planes, pero me incorporé como un loco le quité la ropa, lo puse de rodillas sobre el borde de la cama, unté un poco de saliva en su culo, presenté mi polla a su esfínter, sujeté con fuerza su cintura y se la empecé a meter. No lo tenía planeado, pero algo mucho más fuerte que yo me empujaba a no dejarle más protagonismo, quería tomar las riendas de las acciones y penetré mi polla hasta lo más profundo de sus entrañas. De verdad que fui un burro pues entré mi tremenda polla sin ningún tipo de delicadeza, se la metí con fuerza hasta el fondo, soltó un fuerte quejido pero no tuve contemplación, debo confesar que sus gemidos de dolor me dieron un morbo especial y pronto comencé a elevar el ritmo de mis embestidas. Se la metía y sacaba de punta a punta, le estaba dejando el culo como un colador y pero estaba disfrutando el máximo. En un momento el ritmo de mi enculada era tan fuerte que trató de incorporarse un poco, pero con una de mis manos en su espalda le hizo bajar de nuevo la cabeza y subir más las nalgas. En ese momento elevé el ritmo de mi enculada al máximo para que no volviera a intentar de nuevo escapar de mi castigo. Estaba gozando enormemente con esta follada y empecé a desear ver la cara que ponía cuando mi polla entraba hasta lo más profundo de su ser.

Se la saqué, lo puse acostado boca arriba al borde de la cama, puse una almohada debajo de sus caderas para poner su culo más al alcance de mi polla, sujeté sus piernas con mis brazos y le presenté la cabeza de mi polla. Miré su rostro que expresaba la entrega al macho y comencé a penetrarlo de nuevo, sentí el placer de estar follandome a ese tío y ver como su rostro expresaba el placer cada vez que entraba en él. Mientras lo embestía a buen ritmo él podía ver mi pecho como sudaba, fui acercando mi boca a la suya, le saqué la polla casi completa y le dije: ¡Besame!

Entonces el fue en busca de mi boca, comenzamos a darnos un beso lujurioso y cuando mi lengua empezó a entrar en la suya de un fuerte golpe de caderas se la metí hasta lo más profundo. Y comencé a follarmelo con un ritmo infernal. Lo tenía en una posición en lo que lo único que podía hacer con sus brazos era abrazarse con fuerza a mi, restregar su pecho contra el mío, mezclar nuestros sudores y continuar recibiendo la enculada bestial que le estaba propinando. Ese ritmo no lo detuve hasta que todos los músculos de mi cuerpo empezaron a estremecerse, estaba al borde de correrme como un caballo, mis manos apretaban con fuerza su cintura, le di un par de cachetes en las nalgas y apreté con fuerzas su cuerpo contra el mío mientras descargaba toda mi leche dentro de él. Finalmente sentí un cansancio placentero, mantuve unos instantes más mi polla dentro de él y finalmente la saqué de un golpe. Pero me quedé abrazado junto a él y finalmente le di un tierno beso.

Luego, nos fuimos al baño, nos aseamos un poco, me vestí y me fui de la casa. Me había follado a un tío y tengo que reconocer que lo había hecho con placer, no quería hacer comparaciones, me encantaba follarme a mi mujer, pero en esta ocasión había disfrutado enormemente. Este tío me había mamado de una forma en que mi mujer nunca lo había hecho. Mi mujer era muy renuente a dejar que le diera por el culo y de verdad que por primera vez en mi vida había follado un culo y me había quedado encandilado. Era estrecho, apretaba a mi polla con fuerza lo que hacía que se me endureciera de forma inusual. Había descubierto algo nuevo y luego cuando me marché de la casa comencé a reflexionar.

Esta vez, cuando me lo follé no lo había pensado, pero ahora estaba planeando volver a follarme a ese tío y lo estaba haciendo con descaro, no sentía repulsa a que un hombre me diera placer y quería que la próxima vez en que estuviéramos no se me quedara ninguna de las cosas que la lujuria y la pasión no me dejó hacer. Ahora lo iba a planificar todo y de seguro que este tío iba a saber lo que era un macho de verdad.

Así pasaron un par de días más, tengo que  confesar que sentía una sensación extraña, no tenía ningún remordimiento de las cosas que había hecho, ni tampoco ya sentía aquella agonía interna de nunca más, simplemente el placer era el que condicionaba mi conducta. Esta vez aproveché que la familia de mi casa había salido a pasear y yo me había quedado en la casa, me di una ducha y a las diez de la noche me fui a casa de mi vecino, toqué el timbre de la casa y él me abrió, estaba sin camisa y en short, noté su cara de sorpresa y alegría. Entré y cerré la puerta de la casa y en ese mismo instante le acaricié una de las tetillas y finalmente fui acercando mi boca a la suya y comenzamos un beso en medio de un fuerte apretón de la tetilla que le estaba acariciando.

Con toda intención ese día no me había afeitado y la barba de mi cara arañaba como una lija, tenía intención de dejarle los labios ardiendo. El beso fue profundo y lujurioso, mi lengua entraba en su boca y él la succionaba, luego iba a buscar su lengua y se la chupaba y mientras lo fui conduciendo hacia la habitación. Por el camino le quité el pantalón corto, lo solté en una silla del salón y lo dejé totalmente desnudo, el beso continuaba pero me di el gusto de apretar con mis manos sus dos nalgas a la vez, mi polla estaba dura como un cañón.

Entramos a la habitación, encendí la luz y como un animal lujurioso me desnudé totalmente y así desnudos nos volvimos a abrazar, nuestros pechos velludos se restregaban y ahora comencé a saborear la piel de su cuello, sentía como se retorcía de placer, su polla también estaba dura como un palo. Lo recosté en la cama y mi cuerpo cayó sobre el suyo. Ahora volví a besarlo con lujuria, luego una de sus orejas fue objeto de mi lengua y de nuevo su cuello se puso al disfrute de mi lengua. Mi boca fue bajando por su pecho y comencé a darle una fuerte mamada de tetillas, las trabajé profundamente a las dos, primero a una y luego a otra. Las mamaba de una forma que lo estaba enloqueciendo, lo tenía totalmente dominado, podía hacer con él lo que me saliera de los cojones y esta noche él iba a saber lo que era un macho.

Fui dándole lengua por su vientre y su ombligo, él pensó que le iba a mamar la polla, le presenté la cabeza de mi polla babeante en su boca, él estaba boca arriba, su cabeza quedaba entre mis piernas, lo puse a mamar. Mi boca estaba cerca de su polla, pero yo me fui a sus huevos, se los mamé y finalmente llegué a su culo y comencé a mamarselo al mismo tiempo que mi polla se follaba a su boca. Ahora le podía meter mi polla totalmente en su boca y eso era lo que quería hacer. Cuando sintió que toda mi polla se introducía en su boca sentí como le daban arqueadas, pero esas arqueadas me daban un inmenso morbo, le saltaban las lágrimas, cada cierto tiempo le daba una breve tregua y de nuevo lo ponía a mamar y a probar mi polla completa. Mientras mi lengua se deleitaba con su culo, se lo tenía lleno de saliva y mi barba lo arañaba y lo hacía enloquecerse. La mamada que me estaba dando me estaba llevando al borde del orgasmo y no quería que esto se acabara tan pronto.

Por eso interrumpí su mamada y puse una almohada bajo su cadera y me puse frente a él para ver su rostro cuando lo penetrara. No me preocupé por lubricar su ano ni mi polla, bastaba las salivas de nuestras mamadas. Por varias ocasiones hice que mi polla se restregara con su culo, buscando la entrada y finalmente dejé la punta de la cabeza allí, fui acercando su boca a la mía y cuando comencé a besarlo fue cuando entré en sus entrañas hasta lo más profundo. No podía quejarse pues el beso que nos estábamos dando se lo impedía. Mientras duró el beso me mantuve dentro de él sin el menor movimiento para que su culo se acostumbrara a mi polla dentro de él.

Luego terminó aquel beso y comencé a darle caña bestialmente, el ritmo de mis embestidas fue fuerte desde el principio, le iba a dejar el culo ardiendo. En un momento estuve al borde de correrme e introduje mi pene hasta lo más profundo y haciendo un esfuerzo sobre humano aguanté la inminente corrida. Al darse cuenta de que yo estaba tratando de alargar esta enculada, sentí como se abrazaba a mi y me suplicaba de que me corriera, me decía que tenía el curlo ardiendo. Yo ya había controlado mi corrida y estaba listo para seguir dándole caña y comencé de nuevo a embestirlo. De nuevo me suplicaba que me corriera, que ya no podía aguantar más y en ese momento solo le dije: ¿No querías macho? Pues aguanta, porque esto solo acaba de empezar. Y continué dándole caña sin la menor clemencia.

Yo había guardado la leche en lo más profundo de mis cojones y estaba listo para hacer este polvo interminable y para alargarlo más hice un cambio de posición. Me lo llevé al suelo de la habitación, lo puse en cuatro patas y de esa forma lo volví a encular, cuando lo enganché y estaba clavado y sobre él le dije que caminara así y mientras lo seguía embistiendo.

Luego lo llevé al borde de la cama y le hice subir un pie a la cama y dejar el otro en el piso, con una de mis manos hice que su espalda bajara y comencé a encularlo de nuevo. Mientras mi polla entraba y salía con violencia de su maltrecho culo, mis manos arañaban su espalda y yo veía como se retorcía de placer. Finalmente mi cuerpo estaba bañado de sudor y pensé que había llegado el momento de descargar mi leche en su culo y comencé a embestirlo a un ritmo fuerte hasta que comenzó a salir toda la leche de mis cojones mientras mis fuertes manos apretaban su cintura hasta que terminé de eyacular totalmente. Dejé por uno instantes mi polla satisfecha dentro de él y finalmente la saqué de un golpe que lo hizo estremecerse y me tiré agotado sobre la cama a descansar.

Pero lo más extraño que estaba sintiendo era que no sentía ningún remordimiento por estar follándome a un hombre, pero además empezó a salir dentro de mi esos celos que produce el enamorarse y le dije que quería que ese culo no fuera visitado por nadie más, que quería que él solo tuviera un macho y que toda la leche de mis huevos me la sacara él.

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