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El tío de Miguel

en Gays

Conocí a Miguel una tarde en que paseaba a mi perra por el parque. Mi perrita nunca había parido y a él le gusto mucho. Estuvo jugando con ella un rato y a partir de ahí trabamos amistad. A los pocos días él me dijo que él tenía un perro de la misma raza y que era bueno que cuando mi perra se descompusiera preñarla con uno de sus perros y luego cuando nacieran los cachorros nos lo repartíamos. A mi me pareció bien la idea, aunque no tenía mucho interés en que ella pariera.

Mi amistad con Miguel se fue profundizando, me resultaba un chaval agradable, sus conversaciones eran inteligentes y nos fuimos contando cosas de nuestras vidas. Supe en esas conversaciones que Miguel estaba en el cuarto año de la carrera de Ingeniería Mecánica y a mi, que estaba terminando el bachillerato en ese momento me resultó muy interesante, pues estaba pensando en estudiar ingeniería y aunque no había tomado una decisión definitiva, había pensado en estudiar esa misma carrera. Creo que eso motivó a que me fuera interesando más por esos estudios.

A las pocas semanas mi perra cayó en celo y llegamos al acuerdo de que nuestros perros se aparearan. Para ello Miguel me dijo que el mejor lugar para eso era la casa de su tío, pues tenía un patio muy bonito donde podíamos dejar a los dos animales juntos mientras nosotros nos bañábamos en la piscina y que lo mejor era hacerlo este sábado por la tarde, pues mi tío no volvería de su trabajo hasta el anochecer.

Así hicimos. A las dos de la tarde yo llegué a casa de su tío con mi perra y ya Miguel estaba esperándome en el portal del chalet. Era una casa muy bonita con un amplio aparcamiento en el frente y detrás tenía un terreno muy bien cuidado con un cesped cuidado, árboles frondosos y una piscina. Yo no fui preparado para bañarme en ella y Miguel que estaba en bañador me invitó e incluso me prestó uno de sus bañadores. En una habitación de la planta superior que Miguel tenía para él me cambié de ropa y después nos fuimos para el patio. Nos tomamos una cerveza sentados bajo la sombra de una hermosa ceiba, pero no tocábamos el tema del apareamiento.

Al fin fue él quien trajo el tema a colación y me dijo: Vamos a presenciar el primer apareamiento. Hasta ese momento él no había permitido que su perro viera a mi perra, lo tenía amarrado detrás de la piscina. Y fue a buscarlo. Cuando se vieron los dos animales las reacciones fueron muy diferentes. Mientras el perro de Miguel parecía como loco por acercarse a mi perra, a mi perra no le agradaba para nada y le enseñaba los dientes. Finalmente la escena la preparó Miguel, le puso un bozal a mi perra para que no pudiera morder al suyo y la dejó amarrada al tronco de un arbusto del jardín. Nos sentamos en unos metros de ella a continuar tomándonos unas cervezas y finalmente Miguel soltó a su perro que fue directamente a la mía. Mi perra gruñía pero amarrada y con el bozal puesto tenía muy pocas posibilidades de evitar ser follada. A mi aquella escena me puso. Y pronto vi como el perro de Miguel se encaramaba sobre ella y la iba dominando hasta que un gran chillido de mi perra anunció que mi perra estaba conociendo como la polla de aquel perro acababa con su virginidad. A mi el corazón me latía agitadamente y prácticamente no atinaba a conversar sobre ningún tema. Fue Miguel el que me dijo: te invito a darnos un baño el la piscina porque si sigo viendo esto voy a tener que hacerme una paja y a mi no me gusta pajearme y voy a tener que pedirte que me hagas tu mismo. Soltó una carcajada tirando a broma lo que había dicho, pero cuando se incorporó pude ver como se marcaba debajo de su bañador un tremendo paquete. Nos fuimos a la piscina a bañarnos y al llegar Miguel hizo algo que me desconcertó. Yo pensaba que nos bañaríamos en bañador, pero él cuando se acercó al borde de la piscina se lo quitó y de inmediato se lanzó al agua. Yo me quedé perplejo, por un lado no sabía que hacer y por otro lado fue cuando no se porque razón me dediqué a detallar a Miguel. 

Miguel era un tío muy varonil. Su pelo era trigueño, de un negro oscuro que hacía un contraste muy interesante con su piel dorada por el sol. Su pecho era velludo pero no tenía ni un solo vello en los hombros ni la espalda y aquella polla empalmada era de miedo. Yo me quedé en el borde de la piscina indeciso y Miguel de inmediato me estimuló: vamos hombre quítate el bañador y metete en el agua que lo mejor que tiene esta piscina es que no se ve desde casa de ninguno de los vecinos.

Como dudoso me quité mi bañador y me lancé al agua. Sentía vergüenza por estar tan empalmado como Miguel. Miguel se percató de ello y de inmediato me dijo: es mejor quitarnos este calor con un baño, porque si sigo así de caliente de seguro que termino violándote porque mirándote bien tienes un culito delicioso y en juego con unas de sus manos me tocó una nalga. Yo se la quité de inmediato para cortar la broma pero él la continuó lanzándose sobre mi y me advirtió que estaba a punto de darme un beso y diciéndolo me trajo hacia él con sus fuertes brazos y me besó en la boca. Mi primera intención fue cerrar la boca mientras sus labios y su lengua jugueteaban con mi boca. Me resistía a aquel beso pero la insistencia de Miguel fue venciendo mi voluntad y su lengua entró en mi boca mientras nuestros cuerpos se restregaban. Aquel beso duró un par de minutos a mi me faltaba el aire y cuando terminó yo le dije a Miguel que por favor no siguiera con ese juego, pero Miguel sin soltarme de sus brazos y sujetándome de forma que los vellos de su pecho se restregaban con mi pecho muy serio me dijo: Yo no estoy jugando Jorgito, te voy a follar y comenzó a lamerme el cuello de una forma que me paralizaba. Yo luchaba contra aquello por prejuicios pero estaba sintiendo un placer que me excitaba enormemente. Cada vez trataba de pararlo de forma menos firme y pronto dejé que Miguel continuara sus caricias. Los dos estábamos al explotar y cuando Miguel intentó penetrarme ahí si que me reviré con todas mis fuerzas. Y finalmente Miguel desistió en el intento pero continuó haciéndome vibrar con su lengua todos los músculos de mi cuerpo y así fue cuando ambos nos corrimos en el agua.

Luego Miguel salió de la piscina y fue en busca de un par de toallas, regresó secándose con una y cuando yo salí del agua él al darme la toalla comenzó a secarme los vellos de mi pecho con la suya y finalmente recorrió con su lengua todos los vellos de mi pecho, desde el ombligo hasta las dos tetillas.

Finalmente me dijo, para que tu perra quede preñada con seguridad mi perro tiene que follarsela varias veces. Así que déjamela aquí unos días y ven mañana domingo para que estés presente en la segunda sesión de sexo de tu perra y con una sonrisa muy pícara me dio un pellisco en una tetilla que me hizo sobresaltarme de nuevo.

Así fue que el domingo de nuevo a las dos de la tarde estaba en casa de Miguel y de nuevo vimos como el perro de Miguel se follaba a mi maltrecha perra. Como en esa ocasión estaba el tío de Miguel en la casa pues aunque nos bañamos en la piscina lo hicimos con bañador. Aunque dentro del agua Miguel se lo bajó y me pidió que le acariciara la polla. Estuve un rato pajeándolo mientras él acariciaba mis nalgas y con sus dedos rozaba mi culo de una forma que mi cuerpo se estremecía y cuando lo hacía yo sentía como mi polla se ponía dura como un palo. Salimos del agua, nos secamos y finalmente nos fuimos a la habitación de Miguel para cambiarnos pero al entrar en ella Miguel cerró la puerta con pestillo y se desnudó. Yo estaba muy nervioso pues el tío estaba en casa y se lo comenté diciéndole: Miguel tu estás loco, tu tío puede darse cuenta de que estamos encerrado en la habitación. Y Miguel me contestó con una sonrisa: No te preocupes, mi tío y yo no tenemos secretos y diciendo eso cerró la ventana y quedamos a oscuras y desnudos en la habitación.

Miguel fue apasionante, me abrazó y comenzamos a besarnos intensamente, los dos estábamos empalmados y luego cuando aquel largo beso terminó, su lengua se apoderó de mi cuello, mis tetillas fueron el disfrute de su boca, no dejó de estremecerme con sus caricias y cuando casi no tenía sentido de lo que ocurría, su polla estaba penetrándome de una forma muy violenta. No tuvo ninguna delicadeza, aquel trozo de carne entró en mis entrañas. Traté por todos los medios de librarme de aquello que me producía tanto dolor, pero me era imposible. Pronto comenzaron sus embestidas con más violencia, no tenía otro remedio que dejarme y al final cuando el ritmo se elevó al máximo sentí como su cuerpo se estremecía y su leche caliente inundaba mis entrañas. Luego volvió a ser tierno.

A partir de ese momento comenzamos a tener sexo periódicamente. Casi todas las semanas nos citábamos para casa de su tío y no importaba si él estaba presente o no. Al poco rato Miguel me llevaba a su habitación y volvíamos a tener sexo. Cuando aquello terminaba yo salía con la decisión de no volver a repetir aquello, pero a los pocos día volvía a tener deseos. Estaba enamorado de Miguel, pero no acababa de disfrutar el sexo con él.

Un buen día cuando llegué a casa de su tío, Miguel no había llegado y estuve conversando con él un rato. El tío de Miguel era un hombre maduro y muy agradable en su conversación. Así que muy pronto tocó el tema de nuestra relación y yo le expliqué que la pasaba mal, aunque sentía una extraña atracción que me volvía a empujar de nuevo al encuentro. Ramón se sonrió, me puso una mano en el hombro y me dijo: tienes que aprender a relajarte. Miguel es muy joven y no está teniendo en cuenta que tu empiezas y que debe tener paciencia y enseñarte a disfrutar. Luego llegó Miguel y al poco rato ya estábamos de nuevo en su habitación.

Antes de marcharnos, mientras Miguel estaba en su habitación, su tío se me acercó y me dijo: ven mañana domingo por la mañana que yo te voy a enseñar la forma en que te puedes relajar y disfrutar del sexo con un hombre. Yo no dije ni que si ni que no. Pero al día siguiente alrededor de las 9 de la mañana me personé en casa de Ramón.

Cuando llegué Ramón estaba en bañador y sin camisa regando con una manguera el jardín de la casa. Me recibió con una sonrisa, me estrechó la mano y me invitó a entrar a la casa, mientras continuaba con su trabajo. Esta fue la primera ocasión en que me puse a detallar a Ramón. Era un hombre maduro de unos 40 años. Muy masculino y de constitución física fuerte, trabajaba como albañil. Era un hombre velludo, los vellos le cubrían su pecho y su vientre, sus piernas eran muy bien formadas, era un tío de esos que si lo miras parece que no se acaban. Luego cuando terminó de atender a su jardín me invitó a pasar al interior de la casa, con una toalla se secó el agua que tenía salpicada y me invitó a pasar a la cocina para prepararnos un café.

Luego me sirvió una taza de café bien caliente, nos sentamos en una pequeña mesa de la cocina y nos fumamos un tabaco, mientras conversábamos sobre el trabajo que le daba mantener el jardín en buenas condiciones. Se levantó de la mesa y se me acercó poniendo una de sus manos en mi hombro. Sentí un calor delicioso, su mano estuvo en mi hombro un par de minutos y luego desabrochó un botón de mi camisa y me acarició el pecho, muy suavemente aquella ruda mano se acercó a una de mis tetillas y la acarició, de inmediato sentí que mi tetilla se endurecía y mi polla se empalmaba. Luego Ramón retiró su mano y continuó conversando mientras yo sentía que mi excitación continuaba. Me invitó a pasar a su habitación y yo accedí con gusto.

Cuando entramos en la habitación las ventanas estaban cerradas y por eso estaba a oscuras. El se acercó a una de las mesas de noche y encendió una pequeña lámpara de mesa que tenía una bombilla roja que le daba a la habitación un aspecto muy romántico. Luego cerró la puerta y me abrazó con firmeza. Comenzó a besarme en la boca mientras con sus manos iba desabrochándome la camisa que finalmente me quitó y la puso en el respaldo de una silla. Continuó despojándome de toda mi ropa incluso de mis calcetines. Me dejó totalmente desnudo delante de él. Por unos instantes solo sentía el leve roce de los vellos de su pecho con los míos y luego sentí que me abrazaba, sus manos primero acariciaron mi espalda, su boca tomó la mía y pronto su lengua entraba en mi boca explorando todo su interior. Aquel beso me dejó casi sin sentido, mi corazón palpitaba con una intensidad enorme, mi polla estaba disparada y yo sentía como la suya levantaba su bañador y se acercaba a mi cuerpo. No le había visto su polla pero por lo que estaba sintiendo pude percatarme de que tenía un aparato para aterrar. Sin embargo no sentí temor, estaba dominado por aquel macho. Luego me dijo: Acuéstate en la cama boca abajo. Le obedecí en el acto, estuvo varios segundos observándome. Yo lo esperaba con impaciencia cuando comenzó a acariciarme las piernas con sus manos. Sentí un calor delicioso y pronto sentí que su cuerpo estaba sobre el mío, sus piernas estaban sobre mi cabeza y cuando soltó su cuerpo sobre el mío su boca estaba cerca de mis nalgas, sus brazos fuertes abrieron mis piernas y comenzó a besarme las nalgas y a mordisquearlas, me empecé a retorcer de placer. Su lengua me lamía las piernas, sentía sensaciones que nunca había experimentado, en ocasiones me excitaba tanto que trataba de huir pero me era imposible, en la posición que me tenía no podía hacer nada por impedir sus caricias y pronto me fui entregando. Cuando de pronto sentí que mi cuerpo explotaba, su boca primero comenzó a soplar en mi culo y luego lo besó. Su barba me hincaba de una forma deliciosa y su lengua comenzó a jugar con mi esfínter que poco a poco fue cediendo y comenzó a permitir que su lengua lo penetrara.

Comenzó entonces un juego delicioso. Mi culo se contraía y apretaba su lengua, él me la sacaba y luego mi culo perdía fuerzas y de nuevo su boca chupaba mi culo y su lengua entraba. De nuevo me contraía y le apretaba la lengua y todo se repetía. Con mis manos lo único que podía era aferrarme a sus piernas, aquello me estaba dando un placer enorme. Me mamó el culo por un largo tiempo, yo sentía que su saliva me cubría los huevos, por primera vez un hombre me estaba haciendo gozar tanto. Luego su boca abandonó mi culo y sus manos comenzaron a acariciarlo. Yo no pude ver cuando se untó un lubricante en sus dedos, pero sus dedos comenzaron a acariciarme el culo, lo hacían en círculo, presionaba un poco y se retiraba, volvía de nuevo y sin darme cuenta pronto sus gruesos dedos comenzaron a dilatarme el culo de una forma que entraban y me daban un placer enorme. Cuando su dedo estaba dentro él me decía: aprieta duro el culo y lo sacaba lentamente y luego cuando mis fuerzas se acababan y mi culo se relajaba, de nuevo él lo penetraba una y otra vez, primero con un dedo y luego con dos y finalmente con tres. Cuando uno de sus dedos entraba yo sentía como me salían gotas de líquido por mi polla. Ramón me estaba haciendo disfrutar.

De pronto se incorporó y se acostó de nuevo sobre mí, esta vez sus manos estaban sobre las mías, sentí que su polla estaba entre mis piernas, yo instintivamente cerraba mis piernas, pero cuando él quiso una de sus piernas entró entre las mías, luego entró la otra y sentí como sus piernas abrían las mías y mi culo quedaba a su disposición. La cabeza de su polla rozaba mi esfínter dilatado y comenzó a juguetear con él. Sabía que estaba a punto de ser penetrado, pero lo estaba deseando. Mis dedos quedaron dentro de los dedos de sus manos y sentí como su tremenda polla entraba por mi culo dilatado hasta lo más profundo de mis entrañas. Me la metió completa y allí la dejó sin moverse por unos instantes. No sentí dolor, si me sentía penetrado y dominado. Estaba empalmado como nunca cuando comenzó a sacármela con mucha lentitud casi no me di cuenta y cuando casi estaba afuera volvió de nuevo hacia adentro. Cuando la tenía completa dentro de mi con sus caderas me daba un fuerte empujón que me hacía sentir que su voluntad era poseerme. El ritmo de sus penetraciones fue aumentando hasta que alcanzó un paso vertiginoso. Yo no sabía si sentía más placer cuando entraba o cuando salía. Sus manos apretaban mi cuerpo con fuerza, su boca me mordía el cuello. Aquello duró mucho tiempo, Ramón me follaba a profundidad, podía darme caña por mucho tiempo porque podía aguatar la lecho todo lo que quería. En dos ocasiones estuvo al borde de correrse, pero me la metió hasta los cojones y me dijo: no te muevas cojones que me corro. Me quedé tranquilo, pasaron unos segundos, sus manos apretaban con fuerza mi cuerpo y de nuevo cuando aguantaba la leche volvía a la carga. Aquello me parecía interminable, estaba desesperado porque soltara la leche de sus huevos, pero cuando lo veía aguantando la leche a pesar de mi desespero no me atrevía a moverme para no impedir que la aguantara. Luego volvía a gozarme el culo hasta que al fin sentí como su cuerpo se estremecía, sus manos me apretaban con toda su fuerza y soltaba una expresión de placer mientras llenaba mi culo de leche. Luego se quedó tranquilo pero con su polla en mi culo, sentí como sus músculos se relajaban y finalmente su polla abandonó mi culo exhausta.

Abrazados, nos quedamos dormidos por un par de horas y luego al despertar me volvió a follar de la misma forma. Cuando terminamos aquella sesión de sexo Ramón me dijo: vistes como te puedes relajar y disfrutar. Bueno para la primera lección creo que ha estado bien. Eso quería decir que había nuevas clases y yo estuve muy de acuerdo.

Durante varias semanas estuve haciendo el sexo con Miguel y su tío. Pero cada día disfrutaba más con Ramón que con su sobrino. Incluso Ramón comenzó a follarme todos los días. Hasta que un día el me exigió que solo fuera para él.

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