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La tormenta

en Gays

La tormenta.

Son cerca de las 4 de la tarde, la oscuridad del cielo anuncia que pronto estará aquí la tormenta y mi jodido coche se ha puesto de acuerdo para hacerme una mala pasada. De verdad que hasta hoy no me puedo quejar porque nunca me ha dejado botado, pero desde que salí a buscar a mi novia tuve la impresión de que algo no andaba bien, pero en los últimos 30 minutos la cosa ha empeorado, no se por que jodida razón el coche no puede pasar de los 30 km/hr. En cualquier momento esto se para y no puedo seguir y estoy en una desolada carretera, no se ve un ser viviente por ningún lado a la redonda y el cielo se ha puesto tan negro que parece que me va a caer encima el diluvio universal.

En mala hora se le ocurrió a mi novia pasar estos días en casa de sus tíos y yo quedé en recogerla y pasar con ella este fin de semana en un hotel campestre y al paso que veo venir las cosas se me va aguar la fiesta. Por fin Dios pone su mano, mis ojos no lo pueden creer y veo edificaciones cerca, son un par de casas solitarias y para mi mayor sorpresa se trata de un taller de mecánica y una casa a su lado. Nada más, pero ahora me vuelve el alma al cuerpo, quizás lo que tenga el coche sea una tontería y en unos pocos minutos todo esté resuelto.

Al fin llegó al pequeño taller, aparco mi coche y me dirijo al hombre que sin camisa y embarrado de grasa por todo los lados, está claro que si no es mecánico, sabe bastante de coches. Efectivamente el tío es un mecánico, pero pronto mi alegría se viene abajo. El tío me explica que lo lamenta, pero que hoy es viernes y a estas horas de la tarde tiene compromisos familiares y que de verdad necesita irse. Mi rostro refleja mi tristeza, le explico, le suplico que aunque sea me dedique unos minutos, que tal vez sea una cosa sencilla. El tío con cara de no muy buenos amigos al fin accede y se dirige a mi coche. Levanta el capó y comienza a andar en el motor. Pasan unos minutos y no da con el problema que tiene mi coche. Y comienza a llover torrencialmente. Los relámpagos retumban constantemente y al fin encuentra el problema. Pero ahora las cosas van a peor pues ocurre que la pieza que necesita para poner en marcha mi coche no la tiene disponible.

Me dice que tengo que dejarle el coche hasta mañana sábado, que es posible que el pueda conseguir la pieza. Y me propone que el me puede llevar hasta el pueblo más cercano y que allí pueda tomar un autobús o alquilar un coche. Yo no tengo otra opción que agradecer su amabilidad. El tío entonces me dice que antes de llevarme al pueblo que está a unos 10 kilómetros el va a ir a su casa, que es la que está contigua al taller a bañarse y quitarse la grasa de encima y luego me acerca al pueblo y él se va a lo suyo. Con un paraguas nos vamos hasta su casa. Y al estar tan cerca siento su olor, a pesar de estar trabajando y embarrado en grasa, tiene un olor a hombre que no resulta desagradable.

Cuando llegamos a su casa nos presentamos: se llama Juan y vive con un hermano que se llama José, que ahora no está en la casa, pero que no tardará en llegar, pero que lo más probable es que no tenga el gusto en conocerlo. Pero que sin embargo no va a ser necesario, pues es igual a él.

Juan me pasó al salón de la casa, me senté en el sofá, encendió la tele, me invitó a un vino y se marchó a ducharse para luego llevarme hasta el pueblo más cercano, donde yo pudiera dar algún remedio a mi situación. Me recosté en el sofá resignándome a mi suerte. Me quité la camisa para estar cómodo y me puse a esperar a que Juan terminará y estuviera listo. Y así esperando a que Juan regresara me quedé dormido profundamente, tal vez la tensión y la incertidumbre me había producido un cansancio y un poco de sueño me permitiría recuperarme.

No tengo idea del tiempo que estuve durmiendo y cuando desperté estaba sumido en la más absoluta oscuridad y sentía que unas manos acariciaban mi pecho velludo. No veía nada ni a nadie, pero las manos acariciaban mi pecho, suavemente casi sin tocar mi piel, solo rozaban mis vellos, era una sensación agradable, pero extraña. Acariciaban mis tetillas sin llegar a tocarme los pezones, primero acariciaba una tetilla y luego la otra. Estas caricias comenzaron a empalmarme. Luego una mano bajo por mi vientre y acariciaba los vellos que rodeaban mi ombligo. Al principio pensé que estaba teniendo un sueño erótico, pero poco a poco me fui percatando que no era un sueño, que las caricias eran realidad y fue entonces cuando recordé donde estaba y entonces pude darme cuenta que las manos que me acariciaban eran las de un hombre. Esto me provocó un sobresalto y cuando traté de incorporarme fue cuando me percaté de la verdadera realidad que estaba afrontando. Mis manos estaban retenidas con fuerza, estaba inmovilizado por un par de esposas que ataban cada una de mis manos a los brazos del sofá en que me había quedado dormido. Estaba totalmente indefenso y en ese momento fue cuando sentí la voz de Juan que me decía: No tengas miedo, vas a ver como la vamos a pasar en grande.

Mi reacción fue de total rechazo, nunca había sentido atracción a hacer el sexo con un hombre y ahora este tío estaba abusando de mi sexo y en contra de mi voluntad. De nada me valieron mis insultos. No podía usar mis manos para impedir sus caricias y mis gritos de que parara de nada valían, pues la casa estaba totalmente solitaria, no tenía ningún vecino que pudiera venir en mi ayuda. Traté de persuadirlo, pero eso tampoco mejoró para nada mi situación. Y fue entonces cuando sentí terror. Estaba indefenso y a disposición de este hombre.

Juan esperó a que yo comprendiera en la situación de indefensión en que estaba. Y en ese momento encendió una lámpara con una tenue luz roja. Ahora podía observar a Juan, sentado a mi lado en el sofá totalmente desnudo. Ahora podía ver de cerca su cuerpo. Era un hombre fuerte, mucho más fuerte que yo, tenía un pecho velludo y muy masculino. Y aunque no podía ver su polla con claridad si me podía dar cuenta que se trataba de un tipo bastante bien dotado. Si a este tío se le ocurría violarme la iba a pasar bastante mal.

Juan volvió a hablarme: Relájate, vas a ver que la vas a pasar bien.

Juan comenzó de nuevo a acariciar los vellos de mi pecho, pero ahora no sentía agrado de ningún tipo, pues sabía que eran las de un hombre, pero las caricias continuaron y pronto sus manos estaban acariciando mis huevos y mi polla que para nada respondía a sus estímulos. Pero entonces Juan cambió de técnica y comenzó a acariciarme con su lengua. Su lengua comenzó a acariciarme los pechos y su saliva iba mojando todos los vellos de mi pecho que se mezclaba con el sudor de mi cuerpo. Su lengua bordeaba mis pezones, no los tocaba y ellos se iban poniendo duro. Yo trataba de resistirme a sentir placer pero mi polla comenzó a traicionarme y se empezó a endurecer mientras su lengua se iba deslizando por mi vientre. La lengua de Juan comenzó a chuparme el ombligo y yo empecé a sentir que mis fuerzas me abandonaban, que mi mente se iba poniendo en blanco. Por eso cuando su boca chupó la cabeza de mi polla no pude retener mi exclamación de placer. Juan lo estaba esperando y comentó: vez que al fin te está gustando, no te lo niegues, voy a hacer que te conviertas en mi puta. Y acto seguido comenzó a mamarme los huevos de una forma que me estaba enloqueciendo.

Su lengua acariciaba mis huevos y se metía entre mis piernas, sentía como su barba me hincaba y cuando se deslizó y acarició mi ano sentí que mi cuerpo se estremecía y la polla se me quería reventar. Eso hizo que Juan me machacara y me hiciera conocer que se había dado cuenta de mis sensaciones y me dijo: ahora vas a saber lo que se siente cuando un macho te mama el culo. Y cerré los ojos, los latidos de mi corazón se aceleraban mientras su boca se deleitaba con mi culo que iba cediendo poco a poco a su mamada. Su abundante saliva invadía todo mi culo y su dedo haciendo círculos comenzó a ir penetrando suavemente. Mis nervios explotaban, su dedo entraba en mi culo mientras su boca chupaba mi polla. Mis piernas me temblaban, estaba al borde de correrme y Juan se percató y cesó de mamarme la polla que se estremecía pidiendo más. Me dijo no te vas a correr todavía y continuó penetrándome el culo con un par de dedos.

Ahora volví a reaccionar coherentemente a mis instintos de hombre y comencé a suplicarle a Juan que no continuara, pero de nada valían mis súplicas y su dedo continuaba masajeándome la próstata y provocándome una sensación de placer que nunca ante había imaginado y a ese placer mi polla respondía endureciéndose y soltando continuas gotas de presemen que Juan no dejaba con su boca de saborear, lo que hacía que me enloqueciera.

Además de saliva Juan me estaba dilatando con un lubricante y eso le permitía cada vez embestirme con un par de dedos como si me estuviera follando. En ese momento me di cuenta de que había alguien más en la habitación, no me había percatado de cuando había llegado pero ahí estaba su hermano José. Eran dos personas iguales. Juan comentó en ese momento: este culo está pidiendo caña y ambos rieron, mientras yo me aterré.

Con la cabeza de su polla, Juan comezó a acariciar mi culo, mientras José comenzó a besar mi boca. Su boca chupaba mis labios mientras la polla de Juan jugaba con mi culo dilatado y lubricado y lo más cabrón de todo era que mi polla se estaba reventando de dura y yo respondía a los besos de José de forma que me estaba entregando. El juego de Juan con mi culo me estaba desesperando, sabía que en cualquier momento su tremenda polla entraría en mis entrañas, pero ese momento no llegaba y fue cuando le dije a Juan: ¿qué esperas? Y el me respondió: que me pidas que quieres que te goce. Y continuó jugando con la cabeza de su polla y mi culo que iba cediendo a sus caricias. Juan me dijo: que esperas, no tengas vergüenza de ser mi maricón, pídemelo. Y no se de donde saqué fuerzas y le dije: enculame coño. Y sentí como un rayo entraba en mi culo y sus huevos se restregaban con mis nalgas mientras gotas de leche comenzaban a asomar por el orificio de mi polla.

Las embestidas de Juan eran al un ritmo brutal, me retorcía de dolor pero aquello me estaba dando placer. Su hermano puso su polla en mi boca y yo inmediatamente comencé a chupársela. José se dio cuenta que nunca había mamado una polla y comenzó a indicarme como le daba más placer y yo obedientemente seguía sus indicaciones. Me estaba entregando a los dos hermanos y eso hizo que José soltara una de mis esposas y mi mano libre fue a acariciar el pecho velludo y sudado de José, mientras él seguía follándome por la boca y su hermano por el culo. Mi entrega le motivó a soltarme ambas manos. José sacó su polla de mi boca y Juan con su cuerpo sobre mí continuó follándome mientras yo lo besaba el cuello y le acariciaba la espalda con mis manos.

Las embestidas de Juan elevaron su ritmo, su boca devoraba la mía, sus brazos apretaban mi cuerpo con fuerza y yo sentía como su leche caliente entraba por mi culo y me lo inundaba. Luego sus músculos se relajaron y sus brazos comenzaron a acariciarme mientras besaba mi boca con ternura. Su polla salió de mi culo con fuerza y yo quedé extenuado de tanto ejercicio pero en ese momento sentí como la polla dura de José ocupaba el lugar que había abandonado la de su hermano y comenzó a follarme. José estaba a punto de correrse y pronto su leche inundó mi culo y se quedó sobre mí abrazándome y con su polla dentro de mi culo por un buen rato, mientras Juan con sus manos ensalivadas terminó de pajearme y sacarme toda la leche de mis huevos.

Nos quedamos los tres abrazados por mucho tiempo, nos acariciábamos y nos dormimos por un buen rato. Cuando nos despertamos nos duchamos y fue José quien me llevó en su coche, pero no me dejó en el pueblo para que yo me buscara la vida en llegar al lugar donde estaba mi novia, sino que tuvo la amabilidad de llevarme hasta el pueblo donde ella estaba.

Pasé el fin de semana con mi novia y el domingo la dejé en el autobús rumbo a Madrid y fui solo a buscar mi coche a casa de Juan y José. ¿Por qué fui solo? Porque quería de nuevo follar con los dos hermanos.