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Hipnotizando secretarias (3)

en Control Mental

Hipnotizando secretarias (3)

- ¡Jimmy, te necesitan en Contabilidad, terminal 108, Srta. Jiménez! – La voz era la del jefe del programador.

Edith Jiménez, era una guapísima secretaria del área de contabilidad. Jimmy se relamió de gusto al verla sentada frente a su computadora con cara de mártir. Tenía un problema con un virus informático.

- ¿Ves cómo lo hice, Edith?. No es difícil. La próxima vez no es necesario que llames a soporte informático.

- Es que me olvido de actualizar el antivirus - dijo Edith en un tono pícaro.

- Es cuestión de tomarlo como costumbre - dijo Jimmy – antes de irte pasa por la oficina de soporte y te enseñaré los pasos para que se actualice automáticamente a diario sin necesidad de hacerlo manualmente.

A Edith le agradaba Jimmy, era muy servicial y no refunfuñaba para ayudarla con cualquier problema con su computadora. Aunque en verdad pocos varones de la empresa desdeñaban la menor oportunidad de ayudarla desde que ingresó a trabajar  y se convirtió en una de las secretarias más codiciadas por los galanes de la empresa de exportaciones Sekami. Ella tenía un físico apabullante que le ayudó mucho a la hora de conseguir el empleo.

Horas más tarde, Edith aprovechó que el baño del octavo piso estaba desierto para darse una ducha y ponerse algo más cómodo que el uniforme de trabajo. Se puso un polo blanco y unos pantalones ceñidos, su negra melena lisa le caía por los hombros, estaba preciosa.

Poco después, tocó la puerta de la oficina de soporte informático.

- Pasa, Edith, pasa. El jefe acaba de irse - dijo Jimmy.

Le enseñó los pasos para actualizar el antivirus, no le tomó más de quince minutos.

- Eso es todo – dijo él, hizo una pequeña pausa antes de agregar -. Antes que te vayas quiero decirte que tengo un regalito para una linda secretaria -. Busco en el cajón de su escritorio y sacó algo. - Esto es para ti -, le mostró un collar con el logotipo de la empresa.

- ¡Oh, Jimmy!, no tenías por qué, te habrá costado un ojo de la cara - exclamó Edith.

- No te preocupes. En cuanto lo vi me dije: Esto es para Edith, para que realce su belleza.

Colocó el collar a la altura de los ojos de Edith y le dio un pequeño golpecito, iniciando una oscilación.

- Es precioso, mira cómo brilla, como manda destellos al moverse de lado a lado, de lado a lado. Mira el collar moviéndose de lado a lado. Sólo mira la manera en que captura la luz y la envía a tus ojos, destello tras destello -, dijo Jimmy.

Los oscuros ojos de Edith estaban pegados al cristal, siguiendo todos sus movimientos de lado a lado.

- Mira sus movimientos, izquierda, destello, derecha, destello, izquierda, destello. Es muy relajante mirar el cristal, muy, muy relajante. Mirar y escuchar mi voz es muy relajante. Cuanto más escuchas mi voz, cuanto más brilla el cristal, más relajada te sientes. Te sientes tan relajada y tan bien que quieres cerrar los ojos. Confía en mí, cierra los ojos. Los párpados comienzan a pesarte, cuanto más miras el cristal, más te pesan los ojos -. Edith pestañeó, sus músculos estaban totalmente relajados.

- Ya casi no puedes mantenerlos abiertos, tienes mucho sueño Edith, mucho sueño. Duerme Edith, duerme profundamente.

Después de parpadear dos veces los ojos de Edith se cerraron y ella cayó rendida sobre el sillón en que se encontraba, la barbilla apoyada sobre su pecho y los brazos caídos a ambos lados del asiento.

Había funcionado, llevaba varios días planeando esto. La había deseado desde que la conoció, era sin duda una de las secretarias más guapas de la empresa.

- Edith, ¿puedes oírme?- Preguntó Jimmy.

- Sí - contestó ella en un tono apenas audible.

- ¿Cómo te encuentras?

- Bien, relajada.

- Escúchame, cada palabra que digo te relaja más y más, te hacer sentir mejor. Debes confiar en mí. ¿Harás todo lo que yo te diga?

- Sí

- Bien Edith, escucha atentamente, cuando de una palmada, vas a escuchar música y vas hacer un strip-tease, un strip-tease muy erótico para mí. Con cada pieza de ropa que te quites comenzaras a sentirte muy caliente, cuanta más ropa te quites más caliente y arrecha te sentirás. Querrás sexo, mucho sexo cuando estés completamente desnuda.

Puso música en una de las computadoras y poniéndose cómodo en otro sillón, Jimmy dio una palmada.

Edith se levantó lentamente, y comenzó a bailar, primero de forma vacilante y después con más resolución, primero se quitó el polo, dejando al descubierto un sujetador negro muy insinuante, después los zapatos, dándose la vuelta comenzó a quitarse los pantalones vaqueros, y al inclinarse le dio a Jimmy una vista inigualable de su culo, desabrochó el sujetador y se lo quitó poco a poco, ocultando deliberadamente sus grandes tetas durante unos segundos para terminar el strip-tease quitándose las bragas muy lentamente. Después de terminarlo, permaneció de pie. Jimmy contemplo a la hipnotizada morena, su piel bronceada, su larga melena, sus tetas de considerable tamaño y su conchita.

- Ven aquí Edith -. Jimmy se levantó y la besó apasionadamente, beso que fue correspondido por la hipnotizada joven con una pasión todavía mayor que la que puso Jimmy. Parecía que el estado hipnótico había derribado todas sus inhibiciones. Las manos de Jimmy recorrieron toda su espalda, desde su nuca hasta su culo. Comenzó a besarle los pechos, la pinga comenzaba a apretarle en los pantalones.

- Arrodíllate y chúpame el pene – ordenó Jimmy. Edith se arrodilló, y comenzó a desabrocharle el cinturón mientras Jimmy se quitaba la camiseta. Cogió la verga y se la metió en la boca. Se lanzó a lamerla para después utilizar la lengua, arriba y abajo, arriba y abajo. Jimmy emitía gruñidos de placer al sentir el roce de los labios de la secretaria en su miembro viril, estuvo a punto de correrse pero se contuvo en el momento justo.

- Levántate Edith ¿Por dónde lo quieres, por delante o por detrás? -, preguntó Jimmy.

- Dáme por el culo -, dijo Edith dándole la espalda. Jimmy le agarró por detrás las tetas, estrujándoselas y manoseándoselas, enviando ondas de placer por todo su cuerpo, besándola. Inició el ataque por detrás moviendo su falo dentro y fuera de su ano mientras metía sus dedos índice en el coño de la sensual muchacha. La hipnotizada Edith gemía de placer. Jimmy la apoyó en la mesa y eyaculó, mezclando su esperma con el fluido de Edith, que llegó al orgasmo en ese mismo momento emitiendo un gran gemido. Ella se desplomó encima de la mesa, gimiendo y suspirando. Jimmy empezó a acariciar su espalda y su culo. Había sido fantástico, un polvo estupendo.

Cuando ambos estuvieron de nuevo vestidos Jimmy le dio las últimas instrucciones a su esclava:

- Edith, dentro de un momento voy a chasquear los dedos, cuando lo haga, despertarás sin recordar nada de lo que ha sucedido, olvidarás el collar que te regalé, sólo recordarás que te enseñé a programar el antivirus. No obstante, cuando oigas la frase "Duerme zorrita" volverás a caer en trance hipnótico. Recuerda esto y nada más -. Dicho esto chasqueó los dedos y los ojos de Edith se abrieron.

- Me alegro mucho Jimmy, ahora ya no tendré necesidad de actualizar el antivirus todos los días. Es maravilloso - miró su reloj y exclamó -. ¡Vaya, qué tarde es!

- ¿Te acompaño a casa? -. Preguntó Jimmy.

- Sí, muchas gracias.

- Entonces, vamos -, dijo Jimmy sonriendo maliciosamente mientras se frotaba las manos, completamente satisfecho con su nueva conquista.

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