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Malena me coge todas las noches

en Lésbicos

Malena me coge todas las noches (el testimonio de Cecilia)

(DEDICADO A "inta929": ESPERO QUE LO DISFRUTE)

Llevaba varios meses sin "comerme" una buena hembra. Estaba a punto de estallar. Estaba hastiada de pasar mis noches de placer con tipas aleonadas, empecinadas en dominarme a la fuerza, sin importarles ser delicadas. O las maduras en busca de afecto, y que se quedaban dormidas como piedra, tras el primer, y único orgasmo de la noche. Mucho menos quería volver a fungir de "maestra" de chiquillas atrevidas, delgadas, sexys y dispuestas a jugar por una noche "a ser lesbianas", y que te ocupaban toda la noche en los preliminares, para terminar luego la cosa en una escapada inesperada, cuando la niña de la historia se daba cuenta que no iba a atreverse a más, y dejándote a mil, ardiendo y maldiciendo tu suerte.

Aquel sábado en la noche, me revolvía desesperada bajo las sábanas de mi cama. Como último recurso, llamé a Adriana. La conocía desde el colegio, y había sido mi primer amor, mi iniciadora, la primera mujer que se me entregó –y a la que yo me le entregué-, sin limitaciones:

- … ¿Qué deseas, Cecilia? -, me respondió por el celular, dejándose escuchar con toda fuerza la música de fondo de la discoteca.

- Pensaba que podrías venir a mi departamento –le dije-, no sé,… por los viejos tiempos…

- Perdona corazón,…- me dijo mientras podía oír una risita; no estaba sola-, si me hubieses avisado temprano,… es que estoy ocupada; ¿otro día, ya?...

Tiré el teléfono contra las almohadas. Ella era mi última opción. Sería una noche muy larga. Todo mi cuerpo ardía. Me levanté de la cama y me dirigí al baño: necesitaba una ducha fría con visos de urgencia. Ya desnuda bajo el chorro gélido, irremediablemente comencé a acariciarme, repasando mentalmente mis cualidades físicas, mientras deslizaba el jabón húmedo por toda mi piel. No entendía cómo era posible que yo, no tuviese una pareja: no soy ni muy alta ni tampoco muy baja. Mi piel clara –sin llegar a ser "color leche"-, me permite que todo color de ropa se me vea espectacular. Mis piernas son delgadas, pero largas y bien torneadas; siempre que uso falda me sigue por la calle un concierto de silbidos de hombres y mujeres. Recordaba, mientras me las enjabonaba, que en la disco, mi truquito para "pescar" una compañera, era subirme a la barra en shorts y regalar a la concurrencia con un atrevido baile: me encanta que me miren las piernas desde abajo. Mi cintura pequeña hace resaltar aún más mis amplias caderas. Me río mientras dejo que el chorro de agua pegue en medio de mis nalgas que abro con ambas manos; mi culo es un bocado apetecido por casi todas en la ciudad. Mi coño es generoso, adornado con un pequeño y perfecto triangulito de vello encima. Ya no siento el agua fría; ahora está caliente mientras juguetero con mis dedos rozando mi clítoris, mientras que con la otra mano me aprieto alternadamente mis pechos. Son medianos, pero firmes y mis pezones, paraditos y del tamaño de un caramelito, son el bocado más apetecido de mis amigas: enloquecen por mordisquearlos.

Mi rajita ahora suelta su líquido tibio, que se calienta cada vez más entre mis dedos. Al rato me corto; no dejo de pensar con desazón que no es lo mismo si no tengo el cuerpo de una mujer para apretarlo contra mí. Corto de golpe el agua y salgo de la ducha. Desnuda, con mi cabello ondulado chorreando agua por todos lados, me veo en mi espejo de cuerpo entero. Pienso en que ya no quiero relaciones de una noche y ya: quiero una mujer para mí sola. Lo necesito.

- ¡Bah! –me reclamo a mi misma-, lo que pasa es que estoy gorda….

Ya de vuelta en la cama, reviso mi pequeña colección de DVD’s, buscando una película para ver, mientras me seco el cuerpo con una toalla. Encuentro una que veía de cuando en cuando: "Malena"; interpretada por Mónica Bellucci (¿cuándo la compré?, no lo sé), la verdad es que esa actriz me pone a cien: sus inmensas caderas y su culo de infarto me enloquecen. Sus pechos inmensos se me antojan como mi almohada soñada. Su cabellera oscura y lacia me recuerda a una profesora que en el colegio era mi obsesión. Su rostro -que me parece el más erótico del mundo-, me hipnotiza por completo, perdiéndome yo dentro de sus enormes ojos; definitivamente ella es el tipo de mujer (de supermujer), deseada y deseable, con la cual no tendría ningún inconveniente en encerrarnos las dos juntas en mi dormitorio de por vida. Toda una Diosa erótica, muy por encima de mis ocasionales parejas. No hace falta extenderse en contaros que, desnuda bajo las sábanas, me masturbé una y otra vez viendo la película, repitiendo una y otra vez las escenas en que la Bellucci sale desnuda. Rendida, dejé que la película acabase, mientras me quedaba profundamente dormida, envuelta en mis sábanas, mojadas de mí.

Pasada la medianoche, una oleada de placer comenzó a recorrer todo mi ser. Entre sueños, sentía cómo una tibia lengua húmeda lamía mis pie derecho; adormilada, disfrutaba como nunca, aquella sensación. Una lengua larga, fina y jugosa recorría los dedos de mi piecito. Al poco me estremecí al sentir una cálida boca de labios carnosos que chupaba mi pulgar con insistencia, lentamente, delicadamente. Sintiendo cómo mi rajita comenzaba a inundarse, abrí los ojos y alcé la vista, ¡no lo podía creer; ahí, lamiéndome, tomando con ambas manos mi pie, como una joya preciada, ESTABA ELLA!,… ¡MÓNICA BELLUCCI ESTABA A LOS PIES DE MI CAMA, LAMIÉNDOME, MIRÁNDOME COS ESOS PRECIOSOS OJOS, EBRIA DE PLACER!!...

Instintivamente retiré mi pie y me recogí, cubriéndome mi desnudez, pudorosa- algo raro en mí-, casi sin atinar a nada, le pregunté:

-¿Quién eres tú?, ¿qué haces aquí? -, le increpé nerviosa, y muy excitada.

Mónica sonrió, mostrando todos sus dientes, enmarcados por unos labios pintados rojo-fuego. Con una mirada enigmática hizo un puchero, para luego volver a tomar mi pie con sus manos, volviéndomelo a lamer, como si fuese un helado. Estaba totalmente concentrada en ello, mientras yo sentía una potente descarga eléctrica que recorría todo mi ser. Finalmente habló:

-… Yo soy Malena,…mmmmhhh….-dijo, sin dejar de chupar mi pulgar, en español y con un divino acento italiano-, ….y estoy acá per ti…mmmmhhh!!.....

-… Ahhhh,…mmm,….¿por mí?,… .-, le respondí, ya casi descontrolándome.

-… ¡SIII; POR TI, MALDITA!!! –me gritó de golpe, soltando mi pie y poniéndose de pie.

Semejante reacción me asustó; mostraba de golpe su tremenda y explosiva personalidad mediterránea. Comenzó a caminar frente al pie de la cama, conteniéndose. Pude verla de cuerpo completo; estaba desnuda, sin más prenda encima que unas medias negras a media pierna, que enfundaban sus piernas espectaculares; casi a punto de explotar las sedas por lo monumental de ellas. Sus senos saltaban conforme caminaba frente a mí, mascullando en italiano. Sus grandes y erectos pezones me cautivaron. Mi mirada se clavó en sus enormes caderas blancas, en su frondosa mata de vello, que me ocultaba su apetecible sexo. Estaba furiosa y eso me excitaba más: aparición o no, deseaba ser dominada por ella. Yo estaba abierta de piernas, cubierta por las sábanas, y sentía mi clítoris ya húmedo, vibrando a mil por hora.

-…¡SIII; POR TI, PORCA MISERIA!!! –volvió a dirigirse a mí, apoyando ambas manos en la cama-, te veo todas las noches, acostada, desnuda….¡no lo soporto más!...

Yo no entendía lo que me decía, y la dejé continuar. Conforme seguía hablando, su tono de voz se hizo más suave, dulzón, sensual. Yo estaba clavada a la cama, paralizada, mientras que ella comenzaba a subirse a la cama, lentamente, como un gata. Sus pezones erectos, apuntándome, me tenían hipnotizada.

- …No lo soporto máaaassss,… -prosiguió mientras se encaramaba encima de mí-, …te veo todas las noches, desde ahí (dijo señalando el televisor),….actúo lo mejor para ti cada noche y noche tras noche,… mmmmm…. Trato de hacerlo lo mejor posible y a ratos, trato de cruzar miradas contigo,… mmmm…. Y tú me ignoras,… no me miras,… te deseo: me haces hervir Cezilia,… mmm….

Podía ya sentir el calor de sus pechos frente a mi rostro. Mónica (o Malena, que era como prefería que le llame), no me iba a permitir gozar de ella tan fácilmente: me tomó firmemente por ambas muñecas y así, sentada encima mío, me permitía sentir el placer de mi piel contra su mata húmeda, el calor de sus pechos en mi rostro, pero a la distancia suficiente para que no pudiese tocarlos con la lengua, en fin, era una Diosa del sexo que no me daría el paraíso hasta que ella lo quisiese. Mirándome de arriba abajo, su tono de voz se volvió irascible de nuevo.

-.…¡Yo muero per ti!!,… ¿y tú qué haces? – exclamó, mientras me apretaba las muñecas hasta casi hacerme doler-, ¡TE ACUESTAS CON ESA ZZZORRA DE ADRIANA: ENFRENTE MÍO!!!!,... ¡Y LUEGO OTRA Y OTRA Y OTRA: TODAS TE AMAN ENFRENTE DE MÍ Y YO ME SIENTO MORIIIIR!!!...

Recordé de pronto aquella noche, hace casi tres meses, un domingo, Adri y yo dormimos juntas, viendo precisamente aquella película, frotándonos mutuamente las entrepiernas toda la noche. Yo temblaba al estar a merced de mi objeto del deseo, sentada sobre mí, dominándome por completo. Su larga cabellera casi me cubría el rostro totalmente, como una deliciosa prisión con olor a lavanda. Si me iba a amar o a matar, ya nada me importaba.

- … Por eso hoy no aguanté y vine a tu cama Cezilia,…mmm….- continuó otra vez, pausada, erótica, llamándome "Cezilia", algo que ahora me vuelve loca-, …. Te dezzzeo Cecilia, hummmm….¿qué puedo hacer para que entiendas que muero per ti?,…

Comenzó a contonearse sobre mí, frotando con insistencia su enorme y escultural cuerpo encima mío. Mis pezones se erectaron como nunca antes en mi vida. Jadeaba yo de puro deseo, cada vez más rápidamente, cada vez más fuerte. Deseaba con todas mis fuerzas, que me posea, ¡ya!...

- ….Mmmm,… ¡quiero ser tuya para siempre, Cezilia; aaaassssiií!!....¡mmmh!! – exclamó mientras acercaba su pechos a mi cara, abrazándome, permitiéndome lamerlos, sentir su textura como de piel durazno-, …¡siiií: tú serás mía y yo para tí, mi amooorr!!!,…¡mmmm!,…

No sabía si ella era una aparición, una alucinación (yo no tomo drogas), una realidad o una muestra de que finalmente me había vuelto loca, ¡y en realidad ni me importaba!; su piel era suave y cálida, sus carnes firmes y deseables,… sus jugos eran húmedos, y abundantes; casi me bañaban por completo, mezclándose con los incipientes jugos de mi raja, mientras ella me apretaba con fuerza el rostro contra sus pechos. Mi lengua y mis labios le recorrían los pechos por completo, mientras ella gozaba berreando sin parar. De pronto, sin decirme nada, me tomó por los cabellos, haciendo que salga de golpe su pezón erecto, que tenía yo aprisionado en mi boca. Me forzó a alzar el rostro; me miraba fijamente, sus ojos fijos en mí, su boca entreabierta, húmeda: me miraba como si no creyese que estaba en sus brazos, sólo recuerdo sus hermosos ojos, ebria de deseo. Sin decirme nada, me cogió con fuerza y tomó para siempre posesión de mi boca; ¡Dios mío, jamás me había corrido antes con un beso!; ¡casi me arranca la cabeza por la fuerza con que me cogió!; ¡su lengua se me introdujo como si quisiese sorberte toda, casi me dejó sin oxígeno!,… tras unos minutos que me parecieron eternos, Malena pasó de casi violarme con su lengua, a el más tierno y sentido de los besos, mientras una de sus manos descendía por mi cuerpo, para perderse dentro de mi concha inundada: ahora sé lo que es el beso de una mujer. Se los juro.

Todo mi cuerpo temblaba, casi convulsionando: sus largos y finos dedos me arrancaban oleada tras oleada de placer conforme Malena me exploraba en mi más profunda intimidad. Mi raja quemaba, ardía, mientras yo no salía de mi asombro, al ver su experticia en tocar mi clítoris de mil formas distintas, en cuestión de unos segundos, y todas ellas, una completa locura a los sentidos. Yo estaba completamente a su merced; sólo atinaba a quedarme ahí, cerrando los ojos, moviendo mi cabeza con fuerza, queriendo negar que estaba disfrutando del mejor polvo de mi vida. Cuando estaba a punto de correrme de nuevo, Malena paró. Yo estaba jadeante, totalmente agitada, intrigada acerca del porqué se había detenido. Un hilito de saliva colgaba de mi boca entreabierta y deseosa. Malena me miró, y sonriendo al verme así, arrancó con violencia la sábana que me cubría, para inmediatamente hundir su cara entre mis piernas.

-Aaaaaahhhhh!!!,… aaaaahhh!!! -, exclamé al sentirme penetrada tan deliciosamente.

Sus uñas largas se clavaron en mis nalgas, asegurándose que no escaparía su presa. Mis pulmones se vaciaron de aire de golpe, al sentir su afilada lengua escrutando la pepita de mi clítoris, inflamada, enorme como nunca antes la había sentido. Gimiendo sin cesar, comencé a bambolear mi pelvis de adelante para atrás, desesperándome, buscando que su lengua se introduzca totalmente hasta lo más recóndito de mí. Malena entonces comenzó a mordisquear suavemente mis labios vaginales, haciéndome gritar y pegar un brinco en la cama, terminando yo asiéndome instintivamente del barandal de la cama. Ella se dio cuenta y se me abalanzó encima: sin dejarme tiempo a reaccionar, me tomó de la cintura y me dio vuelta, dejándome boca abajo; cogió unas bufandas tiradas en el suelo, junto a mi cama (soy muy desordenada), y en segundos me amarró firmemente, para a continuación volverse a explayar a sus anchas conmigo.

Así estaba yo, amarrada contra mi voluntad, mostrándole el culo y mi raja mojadísima a esa belleza del cine, a ese monumento del sexo. Yo estaba a su merced,…y me encantaba. No me dejó mucho tiempo para meditar acerca de eso: casi de inmediato alzó con sus manos mis nalgas y prosiguió de nuevo a lamerme el sexo. ¡Grité como una posesa!,… la punta de su lengua se introdujo en mi hueco de placer y masajeó mi clítoris a una velocidad impresionante, a la vez que sentía su nariz larga tocando de rato en rato, mi agujero posterior.

-¡AH, AH ,AHHHH!!!,…..¡BASTA; BASTAAAA!!!!.....

Malena no se detuvo hasta que me hizo correrme una vez más. Pensé que todo había quedado ahí, pero no: tras desatarme una mano, me dio vuelta, para abierta de piernas, sentarse sobre mi rostro:

- …¡Cómetela toda! –me ordenó-, ¡es toda tuya mi amore!!...mmmm!…

Al fin podía tener su sexo a mi disposición. El sabor de sus jugos inundaba mi cara; era delicioso. Apenas podía escuchar sus gemidos, rodeada mi cabeza por sus monumentales piernas. Sus labios eran gruesos y firmes y los chupé con infinita lentitud. Cerré los ojos y no podía verla o escucharla, pero sentía los continuos temblores que la recorrían toda, a cada lamida, a cada mordisco, a cada caricia de mi lengua en su enorme y erecto clítoris. Sentía mi cabeza como en medio de una serie de terremotos. Sólo tardó unos minutos en venirse, bañándome completamente de su íntimo sabor.

Sin decir palabra, decidimos parar unos instantes. Ella estaba acostada a mi lado, hermosa, sudorosa, sin dejar de mirarme, mientras sus pechos se alzaban y bajaban rítmicamente. Yo la miraba sin aún creérmelo, casi totalmente bañada en sus jugos. Con mi mano temblorosa, comencé a acariciarle su enorme clítoris, erecto, desafiante. Ella me miró, y con la voz mar tierna del mundo, salida de sus labios perfectos, me dijo:

-Ti amo, Cezilia….

Giró su cuerpo lentamente; me tomó por la cintura –para ese momento, yo ya era una muñeca de trapo en sus manos-, introduciendo lentamente su pierna entre las mías. El roce de su enorme clítoris contra el mío, comenzó a encenderme, berreando yo de placer, mientras nuestros labios inferiores se sobaban más y más deprisa, a la vez que Malena me mordisqueaba el cuello y el lóbulo de la oreja, llevándome hasta la locura. A partir de ese momento, todo se volvió oscuro y difuso para mí, conforme arribaba a un inmenso y prolongado orgasmo que parecía no tener fin. Entre sueños recuerdo su cuerpo caliente y mojado, entrelazado con el mío en un fuerte abrazo, dormidas, besándonos de rato en rato.

No sé si dormí mucho o poco; sólo sé que cuando abrí los ojos, cegada por la luz del sol matutino, estaba sola en la cama. El televisor estaba encendido; me parecía que había estado soltando la señal de estática por horas. Malena había desparecido, pero a mi lado estaba la huella aún tibia de su cuerpo, moldeando las sábanas. Como una borracha, caminé por la habitación, sin saber adónde ir ni qué hacer. Quise buscarle alguna explicación a tan fantástico suceso, encontrarle un porqué,…pero no obtuve ninguna respuesta. Mi vida no cambió esa noche: cambió a la noche siguiente. Muerta de curiosidad, volví a poner la película: para mi sorpresa (más bien dicho, mi placer), a medianoche, Mónica Bellucci, alias "Malena" apareció de nuevo, frente mí, desnuda, ansiosa de hacerme suya. Por curiosidad, tiempo después, probé con otros DVD’s de sus películas, tratando de desentrañar el enigma: "Mediterráneo", "Franck Spadone", "¿Cuánto me amas?",todas… y ninguna tuvo el mismo efecto. Mi amada "Malena" no aparecía en mi dormitorio. No tardé mucho en descubrir que sólo se hacía presente cuando ponía MI DVD. Debo admitir que eso me llevó a extremos: una amiga que me visitó, tomó mi película, deseosa de que se la preste: casi le saqué sangre de la boca del bofetón que le dí. Tengo ahora, ya muy pocas amigas.

Ahora, todas mis madrugadas son una interminable sucesión de fantasías realizadas. "Malena", MI "Malena", me ha encendido el morbo hasta cotas antes jamás experimentadas por mi persona. Hace una semana tuvo un ataque de celos, la encontrarme una foto de una antigua pareja: me obligó a lamerle la vulva de rodillas, atada, mientras ella estaba erguida, abierta de piernas, cual centinela en guardia; fue una deliciosa reconciliación (por algo le dicen "la pose de la súplica"). Cuatro días atrás –se cumplieron tres meses justos de nuestro primer "encuentro"-, gasté casi la mitad de mis ahorros en un espléndido traje de boda (¡mi madre se hubiese muerto de verlo!), y la esperé pacientemente, acostaba boca arriba, así cubierta de seda, satén y encaje blanco, con la falda alzada, con las piernas abiertas, totalmente depilada y mojada ya, desde casi una hora antes: quería mostrarme así ante ella. Malena disfrutó como loca el revolcarnos sobre la blanca seda, ensartadas, entrepierna con entrepierna, humedeciendo la fina tela con nuestros jugos. Anteayer vino a mi cuarto enfundada en un espectacular traje entallado rojo intenso, con guantes largos. Mi diosa bailó para mí una lasciva danza erótica, mientras me tenía firmemente amarrada a la cama. Luego, nos dimos un festín entre las dos; Malena se escribió con fudge una y otra vez "ti amo, Cezilia" en ambos pechos, permitiéndome lamerlos a mi antojo. No contenta con eso, me embadurnó todo el cuerpo con crema pastelera, haciéndome gritar de gozo cuando lo chupaba de mis pechos, nalgas y piernas, para luego finalizar Malena destapando una botella de vino tinto que derramó en su concha abierta, rogándome que la bebiese como una gata, lamida a lamida. Ayer apareció frente a mí sin más encima que unas botas negras de cuero, una gorra de oficial nazi y armada de un arnés con un enorme pene artificial negro: me violó por el culo toda la noche, gozando como una poseída, y sin importarle mi agotamiento; yo lloraba a lágrima viva, mientras que MI MUJER, se excitaba cada vez más con mis gritos y súplicas:

-….¡NO ME DEJES NUNCA; NO ME DEJES NUNCAAAA!!!!!...

En fin, cada noche es, para mí, un delicioso martirio sin fin. Ella me llama "su zorrrra" (así, arrastrando las erres; me enloquece eso), yo le digo, "mi princesa" (suena cursi, pero es que soy así). Mientras les escribo esto, estoy sentada en un ciber-café, y dos amigas mías –es decir, dos ex parejas-, me miran con total desagrado, desde el otro extremo del local. Les molesta que ya no vaya con ellas (ni con nadie), a la disco o a los bares. En realidad ya no me soportan; no entienden el por qué, antes de la medianoche, sin importar donde esté, me retire rápidamente, rumbo a casa. Tampoco tiene explicación para, cuando de la nada, comienzo a sonreír, "sin motivo". No me importa: ella es mi secreto, y no la compartiré con NADIE (salvo ustedes, amigos lectores).

"¿Quién se cree esta furcia?!"-, las oigo decir-, "ya no conoce a nadie y siempre de arriba a abajo con esos paquetitos…". No les hago caso mientras tecleo a la vez que oigo sus comentarios maliciosos; "…. Seguro que está amarrada con alguna buscota", dice la otra. La noche avanza y casi es medianoche: debo irme. Hoy tengo algo especial para MI MALENA: el "paquetito" del cual hablan mis "amigas" es una peluca negra y larga. Me la probé y la compré de inmediato: "se le ve igualita a Mónica Bellucci", me dijo la chica que me atendió. Quiero que Malena esta noche tenga el privilegio –aunque sea de mentiritas-, de gozar una noche de placer con Mónica Bellucci: me parece justo.

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