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Demencia 5 (8)

en Grandes Series

- ¡…..Y aquí están los "Caballeros de Fortuna", comandados por Rey Patton, atacante central izquierdo, Capitán y camiseta número 7- anunció Steve Fine para la teleaudiencia mientras "Satán" Bocanegra aullaba como un energúmeno parado sobre la mesa-, lo siguen los extremos defensas Marcus "El Negro"John, número 30, Billy "Kid" Simunik, número 11, Tony Pappi, camiseta 10 y Erick "Animal" Voronin, con la 6. Defensas externos: Gennaro "La Sombra" Hugon, número 13; Michael "Zachkary-Micky" Zach, con el 27, Linus Smith, camiseta 88 e Iván Magnin, con el número 3. Centrales: Romeo "Rompehuesos" Bocanegra, con el número 69, Luis "Maligno" Gavilán, con la 5, Oscar "El Miembro" Vergara, camiseta 44, Ataque: Sebastián "Matador" Victor, camiseta 23, central derecho y los laterales Rocco Baruc camiseta 52 y Joao "Esqueleto" Caneira, con la 44. Esta es la alineación de esta noche de "Los Caballeros de la Fortuna"!!!

Las tribunas locales rabiaban mientras los "Caballeros", realizaban su "performance" de presentación, otro rito que cumplían en cada partido: en perfecta formación, hacían tronar los motores de sus máquinas mientras por los megáfonos del estadio se escuchaba un grito atronador: "¡WILD THING!", acompañado por una batería y mientras en las pantallas flotantes diseminadas por todo el estadio se mostraba un antiquísimo video-clip musical del siglo XX. El público local en las tribunas explotaba alzando el puño mientras repetían el grito de inicio de la canción, como si fuese un himno de batalla. El rostro del regordete cantante (ya hace varios siglos fallecido), llenaba las pantallas acompañado de unos casi desconocidos cantantes de rock, desconocidos para todos, a menos que uno fuese historiador. Abajo en la cancha, los "Caballeros", en una perfecta sincronía, giraban en sus aparatos, apoyados en una sola reda, alzando al aire sus guantes-garra, con las cuchillas completamente extendidas, brillando con las luces del estadio, y haciendo gritar de gozo al público, mientras que sus parciales –las mujeres principalmente-, se desnudaban, lanzando sus camisetas, exponiendo sus pechos a todos los presentes.

Al mismo tiempo, en el camerino del equipo visitante, el bramido del público retumbaba en los oídos de los "Diablos Rojos" como el fragor de los cañones. Tiesos, marciales, los militares esperaban el momento de la verdad. Caminando por el pasadizo, el Director de la Escuela Militar de Mega-York, el General Ulises Scorza observaba a su equipo con una mezcla de entre orgullo y disgusto. Frente a él, se hallaba una mezcolanza de cadetes de la Escuela y personal del ejército de diferentes rangos (pero que tenían en común, el ser los más despiadados, violentos y rudos hijos de puta con los que contaba el Ejército) Durante tres años lo habían ganado todo y no iba a permitir que unos civiles imberbes les arrebatasen el invicto. Mientras el militar revisaba a su pequeña tropa, no dejaba de enfurecerse al ver le rostro de Morgana Harrison que, desde el frente de la fila, sonreía burlona y descaradamente, desafiándolo, con su melena roja suelta y sus cicatrices cruzándole el rostro.

¡YA SABEN MALNACIDOS!,… –gritó con voz ronca el militar- , ¡CALABOZO A TODOS SI PIERDEN!!!.....

¡¡¡¡¡ACERO!!!!-, rugieron todos al unísono.

Estando seguro de que la orden había sido entendida, aceleró su paso hacia el final de la fila; ahí los más altos y fornidos policías militares disponibles, sostenían enmarrocada, y hombro con hombro a una joven mujer, de cabello corto, negro y revuelto, que ostentaba una sonrisa diabólica y unos ojos negros de mirada demente.

- ...¡SARGENTO: SUELTEN A "LA MUERTE" TORRES!- bramó el Director de la Escuela Militar-,.... ¡Y SI OTRA VEZ ASESINA A UNO DE SUS HOMBRES AL FINAL DEL PARTIDO POR TRATAR DE ESCAPAR: TIRE A MATAR!.....

¡Sí, Señor!- respondió el oficial militar encargado del pelotón que custodiaba al milímetro a Bárbara Torres, a la vez que la liberaban.

Bárbara Torres ni siquiera se inmutó ante la orden, sólo le miraba fijamente y reía mientras gozaba de infinito placer al poder colocarse de nuevo los guantes-garra, más que dispuesta a enterrárselos en el pecho a todos los presentes, si fuera posible. Mirando con un desprecio total a su Capitana, Morgana Harrison, Torres saltó como una fiera sobre su moto-drone y sin esperar a los demás, aceleró a fondo, saliendo disparada por el túnel, atropellando sin piedad a personal de seguridad del estadio, soltando su demencial carcajada.

….¿¡QUÉ ESTÁN ESPERANDO, IMBÉCILES!!? – rugió el General-, ¿UNA INVITACIÓN?,…. ¡SALGAN DE UNA VEZ Y ACÁBRENLOS!!!,…

- ¡SÍ, SEÑOR! -, respondieron los restantes jugadores, saliendo disparados y dispuestos a vencer.

- …¡Y AQUÍ SALEN LOS "DIABLOS ROJOS" DE LA ACADEMIA MILITAR DE MEGA-YORK!!!.....Los "Diablos Rojos" forman esta noche con: extremos defensas Defensas externos: Centrales: Ataque: Esta es la alineación de esta noche extremos defensas: Jack Rafe, camiseta número 11, Andreas Falkenn, con el número 87, Bárbara "La Muerte" Torres, con el número 25. Eel Alférez Brad Michael con el número 85 y el Cadete George Ombuttu, el número 27; centros: Morgana Harrison, "La Reyna del Asesinato", Capitana y número 10; delanteros, Iván "El Panzer" Kutussov, camiseta 5, Nakatoshi Ito, con el número 7, el temible "Kamikaze"!!!,…

El bramido de los parciales de los "Diablos Rojos" comenzó a competir con el rugir de los contrarios, convirtiendo el estadio en una inmensa caja de resonancia donde los gritos de victoria y muerte al contrario crecían en intensidad, dando la apariencia de que se encontraban en medio de un devastador huracán. Faltaba poco para la hora de la verdad, y la impaciencia de todos era casi incontenible. Los "Caballeros de Fortuna" terminaron su presentación y en silencio, vieron a sus rivales, en silencio: todos los presentes dentro del campo se estudiaban con la mirada.

Mientras todo ya estaba listo para iniciar el enfrentamiento, en la mansión Onassis, el Almirante Héctor Onassis comenzaba -cual si aún fuese capitán de un crucero interestelar-, la inspección de todos los detalles para la también inminente recepción de gala. Caminando de un lado a otro por la amplia escalinata que daba del segundo piso al gran salón de bailes de la casa, el Almirante, con las manos en la espalda y con su infaltable puro en la boca, (tal cual lo haría en un puente de mando), observó detenidamente cómo los androides-mozos -contratados para la ocasión-, acomodaban bebidas y comidas en las largas mesas repartidas por la sala. Dándose cuenta de que por ningún lado asomaba ninguno de sus sirvientes personales, comenzó a buscar con la mirada, molesto, quién le diese explicaciones. Del otro lado de la escalera apareció de repente Morgan, su androide-mayordomo y el cerebro de la casa. Onassis, con un rápido movimiento de mano, apagó su transmisor en la oreja para que el androide no descubriese que escuchaba el partido.

Almirante Onasis, justamente iba a vuestra habitación para avisarle que ya llegaron los mozos-, le dijo su fiel servidor, en un impecable lenguaje diplomático-, la recepción estará lista en 20 minutos.

¿Y dónde están los demás?- preguntó el militar tras dar un gruñido.

Son todos, Señor- respondió al acto Morgan, algo extrañado por la pregunta- 30 androides-mozos, como usted pidió Almirante.

...Me refiero al personal de la casa, Morgan- replicó Héctor Onassis, algo molesto- ¿en dónde están?

....La mucama está en la cocina. Al resto, no los he visto aún Señor.

Pues búscalos y que todo esté listo en 10 minutos. Es todo –, ordenó militarmente el Almirante, para luego descender molesto la escalera a grandes zancos, tomando una copa de whisky que portaba un mozo, a la vez que activaba de nuevo su audífono disimuladamente,... pero no lo suficiente como para que Morgan no lo notara.

Si, Señor.

Mientras Morgan observaba con sus ojos artificiales al viejo militar que caminaba frente a las inmensas puertas de cristal de la sala, mascullando maldiciones, trataba de analizar con su anticuado cerebro electrónico el motivo de la mortificación de su amo. Convencido instantes después de que tal vez jamás entendería bien el pensamiento humano, Morgan analizó la forma de resolver óptimamente la orden recibida. Descendiendo por la escalera y dirigiéndose a la cocina y las habitaciones interiores, se podría decir que el androide casi "intuyó" el motivo de la desaparición súbita del resto del personal de la casa.

Mientras tanto, en el estadio, ya colocados ambos lados del campo, los equipos hacían rugir los motores de sus máquinas esperando en sus posiciones de partida, el inicio de la gran final. Aunque todos mantenían la mirada al frente, observando con, mirada asesina a los contrincante, esperaban atentamente que RECH soltase de una vez la pelota de plasma desde allá arriba, para que de una vez todos comenzasen a romperse la crisma. Los 32 partícipes de esta lucha se impacientaban sentados en sus aparatos mientras la odiosa y enorme bola de metal flotante continuaba repitiendo las normas de rigor previas al inicio de todo partido.

El partido de hoy será dividido en cuatro tiempos de 30 minutos cada uno; de haber empate se continuará hasta romper el empate por muerte súbita- decía el aparato por medio de sus poderosos parlantes y a pesar de los incesantes gritos de la fananticada que comenzaba a desesperarse-, en el segundo en que suene la señal, entrarán en vigencia todas las normas del reglamento de la Federación de Lasserball Asociado......

El árbitro cibernético no pudo continuar; de pronto una figura veloz y desnuda comenzó a atravesar a toda velocidad el campo de juego. Flaco, casi desnutrido, portando apenas un viejo casco de Lasserball en la cabeza, corría por el campo gritando insultos y mostrándole el dedo a todo el "respetable" público presente. Los jugadores de ambos equipos se incorporaron de sus motos-drones para verlo pasar, fastidiados ante el espectáculo:

¡Maldición!, otro suicida-, exclamó Patton.

La expresión no era más que la realidad: los suicidas se habían convertido en la pesadilla del Lasserball. Era la nueva moda, y no había ningún partido en que no faltasen tres o más dementes que salten de las tribunas sólo para darse el gusto de acabar su paso por este mundo siendo televisados en vivo a todo el Sistema. Como en todos los casos, la "gracia" del impertinente no duró mucho: girando con inusitada velocidad, RECH dirigió su pantalla principal hacia el nudista y en un segundo, una potente descarga eléctrica atomizó al individuo, dejando solamente un chamuscado de mediano tamaño en el suelo donde se hallaba y en el aire del estadio un aroma a ozono y carne humana achicharrada. El público se cayó por un segundo, para luego aullar de placer aún con más fuerza.

¡Recuerdo a los presentes que no se tolerarán interrupciones ajenas al programa oficial!- se podría decir que gritó molesta, la máquina-,....que comience el juego.

Por un instante se hizo un silencio pétreo en el recinto. Todos los ojos se alzaron para ver aparecer, en la parte inferior de la negrura metálica de la esfera-árbitro una diminuta luz; que descendía en caída libre; era la pelota de plasma que comenzaba a iluminarse conforme aumentaba velocidad. Su superficie de vidrio ultra-resistente lleno de agujeros en toda su superficie, hacían que el aire entrase en contacto con el núcleo de plasma semi-sólido el cual empezaba a despedir una luz verde lechosa y una progresiva alta temperatura conforme aceleraba su velocidad. Los jugadores esperaban abajo que la pelota tocase el suelo, mientras sus motores rugían ante la inminente lucha por la posesión de la preciada presa. Los tres segundos de caída parecieron eternos hasta que la pelota golpeó el piso metálico, en el centro del campo, haciendo un sonido grave, para luego elevarse: ahí comenzó el infierno.

El griterío del público pareció en ese instante como una gigantesca explosión. El partido comenzaba y los 32 luchadores montados en sus veloces aparatos salieron disparados dispuestos a todo con tal de tener, en esos primeros segundos, la posesión de la pelota. Máquinas rápidas, veloces, mortales; las moto-drones cargaban unas sobre otras, mientras sus jinetes estiraban una de sus manos, desplegando las navajas de sus guantes-garra que, desplegadas formaban una sólida canastilla alargada para tomar la pelota para poderla coger y lanzarla. Este aditamento tenía otra terrible función: retraídas, se volvían sendas cuchillas capaces de ser unas formidables armas contra los adversarios: este no era un juego para temerosos. Rey Patton e Iván Kutussov avanzaban a la vanguardia de sus equipos, respectivamente y prácticamente en trayectoria de colisión, en el momento en que la pelota, que se había elevado una buena distancia, comenzaba a caer otra vez. Cuando casi estaban por chocar, ambos al unísono se asieron del manubrio central en el lomo de sus máquinas y saltaron.

…La pelota desciende del cielo yyyyyy,..... ¡Cooomennnzó el partido!!!- exclamó Steve a través del micrófono, tal como le indicaron que debía iniciar la transmisión-, ¡Patton y el "Pánzer" van por la pelota!,.... ¡yyyyy Kutussov la tiene!!!....

Casi apenas separados por unos cuantos centímetros, los jugadores se elevaron casi cinco metros, asidos a sus máquinas. Iván aprovechó que era más alto que Rey y estirando la mano tomó la pelota, para descender al suelo y salir disparado hacia delante con ella.

....¡Mierda!-, exclamó Rey al verse vencido en ese momento, cayendo al suelo y frenando de golpe su máquina.

Kutusov, acelerando al máximo, llegó en escasos segundos al frente de la defensa de los "Caballeros": al tener casi al frente la portería, Iván paró casi en seco, giró su moto-drone en un ángulo de 90 grados y con un fuerte y rápido movimiento del brazo, lanzó la pelota como un latigazo hacia el extremo derecho del campo, por donde venía a toda velocidad Morgana Harrison, la cual se incorporó, casi poniéndose en pie sobre su moto-drone en movimiento y, con las dos manos en alto atrapó la pelota para casi al instante siguiente lanzarla de un potente derechazo contra la portería desde 20 metros de distancia. La pelota incandescente pasó raudamente por en medio de la defensa, haciendo inútiles los esfuerzos de Rocco y "Animal" por interceptarla. La esfera verdosa e incandescente siguió su trayectoria limpiamente hacia la placa de vidrio súper-reforzado, justo al centro mismo del círculo rojo estampado en ella: un tiro perfecto. A la vez que la pelota atravesaba la portería derritiendo el vidrio y dejando a su paso un agujero con su forma, la portería vencida se iluminaba con luces cortadoras de alta velocidad, mientras la placa de vidrio se fracturaba en pedazos de todos los tamaños, siguiendo la trayectoria en el aire, que dejaba la pelota dirigiéndose a la pared de atrás. El ensordecedor grito proveniente de la tribuna hizo vibrar el ambiente y varias cuadras aledañas, cuando miles de gargantas gritaron al unísono:

......¡GOOOOOOLLL!....-dijo con diligencia y voz ensayada Steve Fine, el comentarista-, ¡GOL DE LOS "DIABLOS ROJOS"!, un excelente tiro de Harrison los pone en ventaja....

......¡MIERDA, CARAJO, ME CAGO EN TODOS SUS MUERTOS, MOCOSOS MALNACIDOS!!!!,… -explotó "Satán" Bocanegra, de cólera al ver al equipo de su hermano perdiendo y olvidándose de que estaba comentando el partido-, ¡SON UNOS TRISTES CAGONES!, ¡ME CAGO EN LA PUT....!!!

Casi instantáneamente que Albert comenzó a despotricar, una ágil señal con la mano de Fine hacia su personal de transmisión logró que cortaran de inmediato el audio de Bocanegra, antes de que tan "finas" palabras continuasen descargándose para su teleaudiencia. La final había comenzado y la alegría de los parciales de los "Diablos" se hacía sentir en el escenario, mientras los "Caballeros", allá abajo en la cancha, se recriminaban unos a otros por la anotación. Arriba de ellos, impasible, se escuchaba la voz de RECH relatando las incidencias:

....Anotación para los "Diablos Rojos" de Mega-York. Lo convirtió Morgana Harrison, camiseta número 23, a los 10.2 segundos de iniciado el juego. Velocidad de la pelota: 216 k.m.p. Resultado parcial "Diablos Rojos" 1, "Caballeros de la Fortuna" 0.

El gol tempranero cayó como un baldazo de agua fría a Patton, sus amigos y a todos sus parciales. En la mansión Onassis, el personal de servicio de la casa, soltó su rabia con exclamaciones de fastidio: Era el gol más rápido en una final y demostraba que los "Caballeros" no la tendrían fácil para salir airosos.

....¡PUTA MADRE, CARAJO. NO NOS PUEDEN HACER UN GOL ASÍ!! -, se escuchó la voz de Romeo Bocanegra.

...Tranquilo, jugador - respondió tratando de serenarle, Rey Patton-, no pasa nada, vas a ver,...

...¡VAS A VER, VAS A VER!!!.....-reclamó Hugon, mientras se colocaba en su posición, para reiniciar el juego-, ni siquiera tocamos la pelota y ya estamos perdiendo, ¡carajo!....

Tranquilos….- se escuchó la voz de Rey-, jueguen a lo que saben. Un gol no es nada.

….La primera anotación coloca a los "Caballeros de Fortuna" en temporal desventaja, lo cual parece no preocuparle al su entrenador, Tientsin,... -, comentó para la teleaudiencia Steve Fine, mientras observaba a través de su monitor, las imágenes que recibía de una cámara flotando frente a la banca de los "Caballeros": Tientsin, el entrenador de los "Caballeros", totalmente borracho, no se había enterado de nada: se hallaba sentado, con la cabeza tirada hacia atrás, la boca abierta y babeando a sus anchas,…

El gol tempranero de los "Diablos Rojos" cayó muy mal en la mansión Onassis; insultos y recriminaciones la por mayor entre los empleados, pero no a los "Caballeros de Fortuna", sino al rival. En la sala de descanso donde los empleados de la casa estaban reunidos (más bien, escondidos,…), se dejó escuchar una recatafila de atronadores insultos y obscenidades: ¡"Mamá Micaela" se despachaba a su gusto, con un lenguaje propio de un camionero interestelar!!! Cualquiera hubiese pensado que los guardaespaldas del Almirante –militares ellos-, se expresarían de esa manera, pero no,... la "brava" del grupo era la hacía pocos instantes, sonriente matrona. Lamentablemente la mala suerte también estaba presente entre ellos: el ruido llamó la atención de Morgan, el androide, el cual abrió la puerta del salón precisamente cuando la ama de llaves terminaba de vociferar:

¡CARAJO: PONGANLE "HUEVOS"!!!,… ¡PÓNGANLE HEVOOOSSS!!!! –gritó "Mamá,…" como si Patton y sus amigos le pudiesen escuchar a través del inmenso monitor.

¿Qué están haciendo aquí?... – exclamó Morgan y a no ser de que era un androide, se diría que estaba molesto- ¡la recepción está por comenzar!....

…¡Ay, siéntate y no molestes! –exclamó casi sin mirar Paris-, ¡los "Caballeros" están perdiendo y quiero ver que empaten!....

…. ¡Y que ganen! –, agregó "Mamá Micaela".

De ninguna manera – exclamó Morgan, a la vez que apagaba el monitor con su control-antena remota-, tenemos que cumplir las órdenes del Almirante: salgan todos en orden, por favor,…

Resignados, todo el grupo se incorporó rumbo a la puerta: como todo buen androide que se precie, no sabe mentir, ni se le puede suplicar,… ni sobornar. Todos los rostros de los presentes mostraban una notoria desazón,… salvo la regordeta "Mamá Micaela": lo suyo era rabia contenida. Siendo la última de la fila, se le acercó a Morgan con total confianza:

…¿Dónde estaba tu botón de "apagado",… papito?,…

Un movimiento reflejo lo vendió: Morgan se había tapado la axila derecha con su mano mecánica. Una amplia sonrisa apareció en la mandamás -por derecho propio-, de la casa. Mientras la veía enrumbar hacia la cocina de la mansión, Morgan tomó la decisión de mantenerse a unos tres metros de ella, durante toda la noche,… aunque ya había experimentado, a lo largo de sus años de servicio, las terribles habilidades que poseía "Mamá Micaela",… con un cuchillo en las manos,…

En el estadio, desde la cabina de transmisión, Steve Fine se esforzaba por continuar con el relato, tan poco acostumbrado que estaba al incesante bramido de las tribunas. Temblando como una hoja, trataba de disimularlo mientras observaba desde su cabina de transmisión las imágenes en su monitor enviadas por las cámaras robotizadas que volaban por todo el campo de juego, transmitiendo vistas desde todos los ángulos del tanto de los "Diablos Rojos", y siendo retransmitido a todo el planeta instantáneamente.

......¡Y así comienza el partido con un gol tempranero de los "Diablos Rojos! -comentó Fine, mientras observaba por su monitor cómo los contendores se aproximaban a toda velocidad al centro de la cancha, persiguiendo la pelota de plasma que rebotaba a toda velocidad de una lado a otro del campo, ya reiniciado de nuevo el juego-,… mal comienzo para los locales que ahora deberán ponerse rápidamente al día en sus acciones defensivas, ¿no es así, Señor "Satán"?...

......¡JUEGUEN BIEN MIERDAAAAS!!!- gritaba desde la cabina Bocanegra, en un vano intento por ser escuchado allá abajo-, ¡SI PIERDO MI APUESTA, ME VOY A COMER SUS……!!!

Casi instantáneamente que Albert comenzó otra vez a vociferar, una nueva señal de Steve a su equipo logró que se cortara el audio del furibundo Bocanegra. Abajo, en la cancha, los 32 contendores, asidos como podían a sus moto-drones, volaban sobre el campo de color negro-pizarra, persiguiéndose, acosándose, buscando retener la pelota o arrebatársela unos a otros, viajando a velocidades de miedo, y estirando temerariamente sus manos en pos de la pelota, haciendo en ese esfuerzo de que las cuchillas de sus guantes pasasen a escasos centímetros de ojos, cabezas, brazos, piernas y guantes del contrario. Un lúgubre silbido de muerte acompañaba el fugaz paso de las cuchillas rivales cerca del que llevaba la pelota de plasma en su poder, corriendo por la cancha, esquivando los zarpazos. Pasaba la pelota que describe un surco de luz en el aire, y al recibirla su compañero, vuelve a empezar el mismo juego de acoso y escape. Cuando se falla un pase, el público exclama, pero el jugador que ha robado el balón, comienza el mismo procedimiento que a todos en el estadio impacienta.

.....Como podemos observar, tras el primer gol de Morgana Harrison, ambos equipos se dedican ahora a estudiarse mutuamente, se miden y esperan que el contrario cometa un error para iniciar un contraataque –se dejó oír Steve-, ¿qué opina, Señor "Satán"?

......¡JUEGUEN MARICAAAS!!!- Les abucheaba Albert, identificado con lo que pensaba el público-, ¡PÉGUENSE CARAJOS!!!...

El mismo reclamo se escuchaba recorriendo como una marea por todas las tribunas del estadio; público se impacientaba por ver sangre en el campo. Tras casi medio siglo sin guerras, la sociedad de la Confederación aplacaba los naturales instintos destructivos del populacho con la violencia del Lasserball. Las exigencias de muerte y sangre descendían desde lo alto de las tribunas -igual que en otros tiempos-, casi hiriendo los oídos de esos modernos gladiadores. En medio de las tribunas, los policías armados hasta los dientes, no soltaban sus armas de reglamente, observando al gentío frente a ellos, atentos cada segundo ante un posible motín. En medio del fragor del partido, algo que no podía escuchar el público, ni nadie más que cada uno de los jugadores y su respectivo comando técnico, eran las conversaciones entre ellos mismos, gracias a los intercomunicadores en el interior de sus cascos: era la única forma posible de coordinar sus jugadas a la altísima velocidad en que se desarrollaba el partido. Se podría haber diferenciado al comparar las trasmisiones, cuán diferentes eran los dos equipos ahí enfrentados; las de los "Diablos Rojos" se regían prácticamente con códigos y lenguaje militar:

.....¡7, 25!,.... ¡RECTO A LAS 12: DOS "PILLOS" VAN A LAS 11-30!- chillaba la voz de Morgana Harrison, capitaneando a los "Diablos"-, ¡INTERCEPCIÓN, INTERCEPCIÓN!!.....

¡ROGER, ROGER! –respondía desde el otro extremo del campo Nakatoshi Ito, camiseta número 7 -, ¡ALA DERECHA!....¡ALA DERECHA: COLÓQUENSE EN POSICIÓN. SE DESVÍAN A LAS DOS EN PUNTO. CAMBIO!!!.....

¡AQUÍ 85 Y 27! –le responden -,.... ¡VAMOS POR ELLOS!!!.....

En cuestión de segundos, el Alférez Brad Michael con el número 85 y el Cadete George Ombuttu, el número 27, con un rapidísimo quiebre, aceleraron para poner sus máquinas frente a Romeo y Gennaro, que trataban de meterse al campo contrario, llevando Gennaro la pelota de plasma como una antorcha humeante en la mano. Los militares le cerraron el paso, tratando a la vez de empujarlo hacia el muro. Hugon y Bocanegra, con un brusco giro, lograron abrirse hacia el centro del campo, manteniendo la posesión de la pelota, pero teniendo que retroceder por lo andado. Por su parte, las trasmisiones de Patton y su equipo eran caóticas y sólo podrían ser entendidas por ellos mismos; parecían más bien un grupo de chiquillos de barrio gritándose en medio de una pelea de esquina:

.....¡¡CARAJO GENNARO, ERES UN MARICÓN!!- gritaba Romeo -, ¡TE DIJE QUE TE METAS RÁPIDO!!...

¡¡ME CERRARON EN PRIMERA, MIERDA!!!- replicó Hugon renegando-,.... ¡"ANIMAL" ÁBRETE, ÁBRETEEE!!!....

¡¡¡ ME TIENEN CUBIERTO, PÁSALA A OTRO LADO!!-, respondió Voronin.

.....¡¡¡YO ESTOY LIBRE!!, ¡¡AQUÍ, AQUÍ!!!-, intervino Caneira.

¡¡¡AYUDA, AYUDA, ME PERSIGUEN!!!- gritó de pronto Sebastián, mientras retrocedía a toda velocidad, seguido por tres "Diablos", y dejando la delantera abandonada.

¡¡¡¡ENANO MARICÓN DE MIERDA!!!- gritó Rey Patton-,....¡¡REGRESA AL FRENTE CARAJO!!!....

¡¡¡ROSQUETE DEL ORTO, SAL DE AQUÍ Y VETE AL FRENTE!!!- agregó Marcus al ver pasar a Victor por su sector.

¡¡¡¡QUIÉN DEFIENDE ATRÁS, QUIÉN DEFIENDE ATRÁS!!!!- bramó Patton.

...¡GAVILÁN ESTÁ A LA DERECHA!!!-, respondió Vergara.

...¡MENTIRA CARAJO, TÚ TE CAMBIASTE PARA NO CHOCAR CON LA PUTA ESA!!! –reclamó Luis Gavilán, refiriéndose a Morgana.

....¡DÉJENSE DE HUEVADAS Y JUEGUEN QUE NOS VAN A METER GOOL!-, gritó Patton.

(CONTINUARÁ,…)

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