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Demencia 5 (4)

en Grandes Series

El inmenso hangar abandonado ubicado en medio de una de las zonas más peligrosas de los muelles de Miami-Megacity se encontraba al atardecer, inmerso en un inmenso frenesí: la música dejaba sentir su estruendosa estridencia varias calles a la redonda. Dentro del ambiente en que la atmósfera llena de humo de cigarro, un humo asfixiante, picante y denso. Ese pequeño antro de perdición era el taller de reparaciones semi-clandestino de androides de Rey Patton y su pandilla. En medio de un infernal desorden de herramientas y partes de androides desperdigadas por el suelo, se hallaban la mayoría de los muchachos sentados frente a sendas mesas soldando, atornillando, probando y volviendo a probar androides de toda marca y modelo conocida, en un frenético y acelerado concierto de sonidos y chispas.

El negocio de reparar androides era excelente a pesar de lo que todos podrían pensar: era muy alta la demanda para reparar androides a espaldas de las empresas que fabrican los servidores mecánicos: sobre todo cuando se les había vencido la garantía, o cuando su mal uso ó – más frecuentemente-, algún uso ilegal por parte de sus dueños, los obligaría a responder preguntas incómodas a los técnicos de las empresas, y obviamente también, cuando hacía falta "retocar" androides robados, antes de poder ingresarlos cuanto antes, en el mercado negro.

Todas las mesas de trabajo del lugar rodeaban un inmenso armatoste semi-aerodinámico de color verde oscuro que ocupaba gran parte de un extremo del hangar, y que todos ellos denominaban la nave más rápida del Sistema Solar y su periferia: "El Pirata Loco". Era una suerte de híbrido construido por ellos mismos con el cuerpo de un antiguo Súper Bombardeo Pesado Ciclón 600-P sobreviviente de las Guerras Jovianas, modificado con ocho motores de última generación A-X10 (que procedían de la estrellada nave de un contrabandista caído en desgracia y comprados a precio de ganga); además de unos generadores de potencia de una Cañonera de la Armada, robados por Rey hace años de un almacén militar en Ceres (gracias a convenientes contactos en la Armada y de los que su padre aún no tenía la menor idea) Con tales modificaciones, y gracias a un adecuado mantenimiento, habían logrado que la fea nave fuese capaz de superar en velocidad a cualquier nave de las fuerzas militares o policíacas de la Confederación -salvo a los Acorazados más grandes, claro está-, lo cual había convertido a "El Pirata Loco" en la niña de los ojos de "Los Caballeros de la Fortuna", permitiéndoles ir y venir por el Sistema y salir bien librados de cualquiera de sus aventuras y correrías.

Los muchachos se hallaban entretenidos en el trabajo, a la vez que bebían despreocupadamente,, junto a una que otra muchacha alocada que había ido ahí en busca de diversión o simplemente, para conocer a los famosos "Caballeros de Fortuna", los campeones de Lasserball de la ciudad. Esa era pues la famosa "concentración" antes de los partidos,… y que generalmente terminaba en una soberana borrachera, en una descomunal orgía, ó en ambas.

Romeo Bocanegra perdía su tiempo mientras conversaba alegremente con dos gemelas pelirrojas, bajitas y de cuerpos realmente suculentos: sentadas sobre su mesa, luciendo unos diminutos shorts dorados, con unas tiras también doradas, cual tirantes, se sostenían de sus hombros, y a la vez que se ensartaban en sus pezones, los que asomaban atravesando unos diminutos orificios en las tiras, mostrándose así rojos y erectos: el último grito de la moda infantil. "…¡Esto es vida!, pensaba Romeo, lanzando una mirada matadora a las bebas, mientras ladeaba la cabeza, cual si le estuviesen tomado una foto (su insufrible pose de "galán"), mientras que las nenas esas le sonreían atrevidamente, cruzadas de piernas, suspirando mientras Bocanegra les metía la mano, sobándoles sus juveniles entrepiernas.

Joao Caneira, en la mesa de atrás suyo, miraba a su amigo haciéndo de las suyas, a la vez que se empeñaba en limar el número de serie de un androide obrero acabado de robar, y que se hallaba acostado sobre su mesa.

….."Galán", apúrate- le llamó la atención a Romeo de pronto-,… el "Cartel de las Bahamas" va a venir hoy y no les va a gustar que ese PD-40 no esté funcionando....

…¡Bah!, ahorita lo acabo –respondió Romeo mientras le pellizcaba los pezones a una de las gemelas-, además, ¿qué de importante puede tener un androide-mozo?,..

…Tiene un su memoria todos los libros del "Cartel". Así que si no lo entregas, aparecerás mañana en la portada de los periódicos....-, agregó seriamente Joao.

¡Siii, ya me lo imagino!-, agregó Rocco Baruc, que servía los tragos a todos, con una amplia sonrisa-, "…lo cortaron en pedacitos con una tijera a prueba de niños por flojonazo",...

Todos comenzaron a burlarse entonces de Romeo con fuertes carcajadas; Bocanegra simplemente se limitó a remedar a Rocco, tratando de no darles importancia.

….O si no: "…aparece después de 5 meses: estuvo esclavizado en un burdel gay de Río de Janeiro"-, agregó José Gavilán, el cuadrado defensa estrella de los "Caballeros", trepándose a su mesa y en medio de las sonoras carcajadas de los demás.

El ánimo era excelente entre todos: la broma alegró el ambiente, aunque no le hizo nadita de gracia a Romeo, quien se ponía colorado al ver que las gemelas también se reían sin parar.

…. ¡Ya, ya, ya!- dijo Bocanegra mientras cogía sus herramientas-, ¡ya entendí!!!, lo voy a reparar….

…Oye "Galán": ¿son mayores de edad? -, intervino de pronto Gennaro Hugon, apuntando a las gemelas con un desarmador.

Gennaro Hugon era el más alto y espigado del grupo; mulato, musculoso, con su mirada fiera y corte de pelo estilo militar –de hecho, el único de todos que no usaba el cabello largo-, podría parecer el mandamás, pero no lo era: Patton mandaba, pero Hugon era, por decirlo alguna manera, "la voz de la conciencia del grupo (si es que se creía que todos ellos tuviesen conciencia,…). Su palabra se respetaba, así que Romeo sabía que no podía mentir:

…¿Lo dices por lo de Ganímedes?,… -respondió Romeo, mientras las chicas afirmaban con la cabeza a la pregunta hecha-, yo no sabía nada, fue casualidad….

¿Oigan, y a qué hora llega Rey con las nenas?-, preguntó Marcus John, interrumpiendo, con su voz grave y aguardentosa -, ya quiero empezar la fiesta….

La abultada barriga del moreno Marcus John no para de subir y bajar conforme hablaba. Desde hace dos horas mezclaba sin parar licores sobre su mesa: era el único que no trabajaba y se lo había ganado por derecho propio. Si no fuese por que era el último hombre de la defensa del equipo (y prácticamente impasable), ya sería dueño del bar más concurrido de la ciudad: nadie como él para mezclar licores; nadie como él para combinar de manera asesina, cualquier bebida alcohólica ó alucinógena existente en el Sistema. Con habilidad mililítrica, combinaba bebidas sin mirar, esperando respuesta a su pregunta. Su habilidad para embriagar (y desmayar) con sus "cocteles", a quien sea, y como sea,… ¡e incluso con minutos de precisión!, lo volvían muy estimado en aquellas "concentraciones-borrachera-orgías" de los "Caballeros"

...Iban a pasar por más chicas primero y a comprar más trago de camino para acá. De seguro ya están viniendo –, le respondió Romeo.

...Bueno, bueno,… -exclamó Marcus, mientras daba por concluido su trabajo, tirando una botella vacía contra la pared, destrozándola-, ¡ya acabé: así que me desalojan esas mesas para la juerga, y el que no terminó su trabajo se jodió!!!,..

Todos comenzaron a protestar: nadie había concluido. En un segundo, el hangar se convirtió en una tremenda cacofonía de reclamos, bromas y groserías de todo nivel,… casi como si se hubiese convertido de pronto el lugar, en una mercado de italianos, y el grupo, en peninsulares plañideras. Mientras continuaban los demás pugnando con Marcus, para tener minutos más para acabar con el trabajo pendiente, todos voltearon a la puerta: los chirridos del viejo portón de metal, les ansiaban que alguien venía. La algarabía de todos llegó casi al instante: una vez que la pesada puerta de metal se abrió del todo para dejar pasar a Rey Patton, acompañado por Billy Simunic, Erick "Animal" Voronin, José "Miembro" Vergara y un muy bien nutrido y diverso grupo de chicas junto con ellos. El grupo que se hallaba adentro trabajando-divirtiéndose, saltaron de sus lugares, recibiéndoles con abrazos, jubilosos hurras y manos extras para cargar las cajas de bebidas que traían.

Marcus John se apuró también para levantarse de su asiento, y comenzó a alcanzarles un vaso de licor a todos los recién llegados. Rey Patton sonreía, y se sentía finalmente como en casa. Tras atisbar a "El Pirata Loco" estacionado ahí, sintió que finalmente podía pensar en que el trago amargo de la fuga de Ganímedes finalmente había acabado.

¡Heeeyyy, mi nave!,…- exclamó Patton alegre al ver el aparato en medio del hangar-, pensé que no la volvería a ver....

¡Ni loco, hombre!,… –respondió Marcus John mientras le palmeaba la espalda, sin dejar de sostener por la cintura a una recién llegada: una chica de ojos verdes-, lo primero que hice fue sacar la nave de Ganímedes.

¡Si, pero me dejaste tirado ahí, pendejo!- se quejó Rey, pero bromeando-, oye, ¿dónde está mi caja de herramientas?....

....Yo la ví en la nave....

Apenas recibió esa respuesta, Rey Patton enfiló hacia su nave, seguido por Marcus y Billy Simunik, de puro curiosos. Dejando al resto preparando la "concentración", avanzaron por el ambiente dirigiéndose hacia la escotilla abierta de la nave. La atmósfera dentro de la vetusta nave no era muy distinto al del hangar: humo hasta el techo y una variopinta colección de botellas de licor vacías esparcidas por el suelo, tiradas ahí desde la escapada de Ganímedes. Todo era igual, salvo la oscuridad y el silencio que reinaba en el navío.

¿La nave está en buen estado?,…- preguntó Rey a John, mientras avanzaba empujando con el pie docenas de botellas vacías, tiradas en el suelo de lo que una vez fue el depósito de bombas del aparato, y que ellos llamaban ahora "la sala de fiestas"..

.....Mmmm, sí,…- respondió Marcus mientras tomaba un trago de una botella abierta, que cogió de un estante-,… por lo menos aterrizó de una pieza.

Rey y sus amigos avanzaban por en medio de la sala de fiestas que habían creado dentro del aparato, mientras buscaban la dichosa caja de herramientas con la mirada. Patton, convencido de que no se hallaba a la vista (y a pesar de que en el desastre que se hallaba se podría perder de vista una persona fácilmente,…) No era extraño que con frecuencia las cosas se les perdiesen después de una francachela y apareciesen meses más tarde, pero como era importante, y decidió no cejar hasta encontrar la bendita caja. Convencido de que no estaba la caja por ahí –al menos a la vista-, Patton pulsó un botón de la pared, haciendo que una cama redonda extra-delgada de despegase del muro, hasta ocupar su lugar en el extremo de la sala. Los tres se sorprendieron mientras la cama descendía de la pared, dejándoles ver que alguien se hallaba en ella: era una joven desnuda y semi-inconsciente a penas cubierta por una pequeña sábana. Apenas la cama se colocó en su lugar, la joven se desperezó, rodando por la cama aún atontada por la ebriedad. La delgada película de plástico que se moldeaba a su cuerpo encogido a cada movimiento suyo, trasparentaba también su deliciosa y juvenil desnudez; tras un profundo bostezo, se dirigió a ellos, apenas pudiendo abrir los ojos.

.....¡Auuuummmm!....., ¿do...dónde estoy?......

En la Tierra,…-, respondió Marcus.

.....Despiértenme cuando empiece el partido,…-, dijo para luego caer rendida de nuevo.

....¡No me acordaba dónde la había dejado!-, expresó riendo el flacxo y pelirrojo Billy Simunik, refiriéndose a la muchacha.

…¿Cómo se llama? –, inquirió Rey, sonriendo.

¡Ni idea!-, respondió Billy, haciendo que los tres suelten la carcajada.

.....Después le pregunto-, agregó Patton-, ¿dónde está esa condenada caja de herramientas?...

¡Que importa!- se encogió en hombros John-, te presto la mía, ¿acaso es tan importante?...

Si,… - respondió serio Rey Patton -, ahí guardé todo nuestro dinero para apostarlo mañana,…

¡Apenas habló de dinero, los otros dos se pusieron frenéticamente a despejar el desbarajuste en la sala de la nave. En cuestión de segundos volaban por los aires botellas, vasos, platos con sobras, ropa femenina tirada en el suelo y ceniceros repletos de colillas!!. El desconcierto y la preocupación de los tres eran totales, mientras tiraban por los aires todo, buscando el pequeño tesoro perdido; afortunadamente, la desazón del grupo se desvaneció rápidamente, cuando Marcus se puso a hurgar bajo las sábanas de la cama, y que cubrían a la joven desnuda.

¡Aquí está!!,.. –exclamó mientras sacaba la pequeña caja de herramientas de debajo de las sábanas de la cama. La chica ni siquiera se movió-, ¡ya decía yo que no recordaba que tuviese tanto culo!, ¡jajajajaja!...

Sin importarles gran cosa que la joven siguiese dormida en la nave, los tres descendieron de ella, reuniéndose con el resto del grupo en el hangar. La algarabía y las risas ya inundaban la habitación-hangar, haciendo vibrar copas y botellas que, a medio vaciar, a medio llenar, se hallaban ya esparcidas por todos lados; mientras se esforzaban por tener listos los androides encargados para su reparación, antes de que se hiciera más tarde y comenzase la "concentración" oficialmente.

Rey, Marcus, Sebastián Victor y Joao Caneira eran los únicos que se apuraban a la vez, a poner a punto las reparaciones de los androides, y sus estómagos para la parranda que iniciarían (oficialmente), en algunos minutos más; Rocco Baruc y Romeo Bocanegra se esforzaban comunicándose por videófono con todas las chicas que conocían en la ciudad, con la esperanza de hacer la velada lo más amena e inolvidable posible. El resto del grupo, simplemente se habían esfumado, envueltos en la pequeña muchedumbre que ya bailaba en medio del hangar, al ritmo de la música que descargaban las inmensas bocinas adosadas a su nave estacionada.

Conforme pasaban los minutos la puerta del hangar se abría con cada vez más frecuencia, dejando entrar a grupos cada vez más numerosos de juergeros, haciéndose aún más bulliciosa la parranda: esas eran las famosas "concentraciones" de los "Caballeros de Fortuna", y sólo existían dos reglas a seguir: una, para entrar a la fiesta, o traías a alguien (mujer, gay, travesti, transexual o lesbiana, a según el gusto), para compartir en la orgía –con consentimiento o no,…-, o traías trago: así, nunca faltaba diversión en la fiesta. La otra regla era bastante antediluviana: "si no te gusta, te vistes y te vas". Como siempre en la vida, si hay fama y fortuna, amigos nunca faltan,… al menos para beber como vikingos,…

Una media hora después, casi todos se hallaban bebiendo en compañía de alguna alocada fémina en sus respectivas mesas de trabajo, o bailando. El hangar se había convertido casi en una inmensa discoteca en la que todos se divertían a lo grande, todos, excepto Rey Patton. Rey no las llevaba todas consigo, puesto que trataba a la vez de reactivar los servo-motores de la cabeza de un viejo androide modelo P-R26 que pasarían a recoger en cualquier momento, y a la vez que, también trataba de seguir la intragable lectura en el panel de su monitor.

…¡Salud hermanito!- le pasó la voz casi a gritos Marcus mientras le tendía un vaso de vodka lleno a tope-,… oye, ¿y eso qué es?,...

…Una lectura que mi viejo quiere que vea para una recepción que hace mañana –respondió Patton, alzando la voz mientras que, por error, ajustó dentro de la cabeza del androide donde no debía, ocasionando un corto circuito que hizo saltar sendas chispas por todos lados –,… ¡MIERDA!, ¡esta huevada no la entiendo: parece chino. Más tarde lo leo!......

El humo del cortocircuito se disipó lentamente mientras Rey cerraba de golpe el monitor de su computadora mostrando disgusto. Marcus lo observaba y se reía, mientras daba cuenta de un trago del licor de la botella que llevaba en la mano.

…Más vale que te apures con esa mierda – dijo refiriéndose a la cabeza mecánica chamuscada-, el dueño de esta chatarra es un matón con muy mal genio…

Si, ya sé, ya sé –respondió Patton, mientras se chupaba los dedos de la mano chamuscados por la pequeña explosión-, tráeme unos servo-motores del 5 y medio.

¿Del 5 y medio?, en el depósito hay….

Marcus comenzó a caminar hacia la puerta del depósito mientras los demás seguían en lo suyo; casi al mismo tiempo el timbre comenzó a sonar insistentemente, pero casi nadie le prestaba atención pese a su molesto ruido; sólo Marcus lo escuchó. Echó una mirada a ver quién podría abrir la puerta: Rocco Baruc y Romeo Bocanegra peleaban sobre un improvisado escenario, tratando de organizar un concurso de streaptease con las chicas, mientras que Joao Caneira pugnaba por guardar en el depósito a un androide robado, al cual le había borrado con una pulidora los números de serie. Finalmente la mirada de John se posó en Sebastian Víctor que, sentado en su mesa, jugaba a ordenar los tornillos por tamaño, algo aburrido y solitario. Sebastian era el que menos –de todo el grupo-, se parecía al prototipo de estrella del deporte: bajito, tímido, narizón y con un peinado algo pasado de moda –algunos siglos nada más,…-, siempre prefería esperar a que las chicas estuviesen bien borrachas para "entrar en acción".

…¡QUE ALGUIEN ABRA ESA PUERTA DE MIERDA!,.. –Se escuchó entonces la voz de Caneira, a pesar del estruendo que ocasionaban las bocinas, puestas a full. Sebastian alzó la vista y Marcus se lo ordenó con gestos.

¡YO VOY!- respondió Victor a gritos y, algo desganado se dirigió a la puerta.

Apenas la hoja de metal se entreabrió, Sebastian no pudo mostrar una cara más redonda de contento: frente a él se hallaba una alta y espigada muchacha de cabello negro ondulado y esponjoso, enmarcando un rostro angelical iluminado por dos grandes y profundos ojos negros y una enorme sonrisa pintada en rojo intenso. Victor se tomó su tiempo para casi acariciar con su lujuriosa mirada el espectacular cuerpo de la joven mujer y no era para menos: inmensos y puntiagudos senos, estrecha cintura y amplias y robustas caderas rematadas por un par de piernas de impacto, todo ello cubierto por un apretadísimo y ajustado traje rojo fuego.

Hoola preciosura…. –exclamó Victor engolando lo mejor posible su voz, a la vez que se apoyaba en la puerta entreabierta, tratando de mostrarse más varonil-, la fiesta está por empezar, llegaste a tiempo para bailar conmigo toda la noche,...

Buenas noches y agradezco la invitación, pero estoy buscando al Señor Gennaro Hugon-, respondió la joven con voz metálica.

El rostro de Sebastian pasó en cuestión de escasos segundos de su amplia sonrisa a una mueca de decepción al descubrir que "la preciosura" no era más que una androide, ¡para luego abrir los ojos inmensos y casi caerse de espaldas mientras observaba atónito de nuevo a la máquina!!: era realmente perfecta y por mucho distaba demasiado, de los más perfectos últimos modelos que había podido ver en toda su corta vida.

….¡Eres!.....¿eres?....-, se atragantaba mientras la miraba sorprendido.

Asi es. Y necesito mantenimiento –, respondió la fenomenal androide con una sonrisa perfecta-, mi nombre es Betty. ¿Se encuentra el Señor Hugon?, ¿puedo pasar?

…¡ENANO DEL ORTO, CIERRA ESA PUERTA!,… –se escuchó el alarido de Romeo Bocanegra desde el fondo del hangar-,… ¡LAS GEMELAS SE ESTÁN QUITANDO LA ROPA PARA BAILAR Y LES ESTÁ ENTRANDO FRÍO!!....

…..¡Si, claro!, pasa, pasa,… – reaccionó a decirle Victor mientras la introducía en el hangar, sin dejar de verla extasiado-, ¡HEY CHICOS, VENGAN A VER ESTO: NO SE LO VAN A CREER!!!.....

En el otro extremo del hangar, sobre el escenario, las gemelitas pelirrojas de Romeo hacían gritar a rabiar a todos los presentes: bañadas con champagne helado, y ya despojadas de sus pocas prendas, se hallaban desnudas, apenas frotando sus depiladas y apretadas rajitas una contra la otras, riéndose, ya completamente borrachas, apenas sosteniéndose de manos y pies, sobre el improvisado entarimado. Las mesas de trabajo podían acomodar a una decena de juergueros bien cómodos y sentados,… a no ser por que ya en cada mesa, más de uno disfrutaba sobre ellas: por acá dos lesbianas haciendo el "69", por allá una travesti de grandes nalgas, a cuatro manos, ofreciendo su culo a quien desee,… en otra mesa la orgía era entre una dómina, dos sumisas y un esclavo atado a la mesa; todas las mesas tenían su público, pero nadie más que las gemelas y su incestuosa frotada de coños, mientras se apretaban sus pechos redondos y de pezones parados en el escenario. Sebastian Victor podía muy bien no ser visible en medio de tal desnudez orgiástica, pero muy pronto llamó la atención de sus amigos y de todos los presentes: era imposible no notarlo, abriéndole el paso por entre la multitud, a semejante belleza.

(CONTINARÁ,..)

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