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Demencia 5 (3)

en Grandes Series

El viaje de "El Purgatorio" hacia La Tierra fue rápido y en total silencio. Para el Almirante Héctor Onassis, ya había sido suficiente y, tratando de evitar cometer una barbaridad, se dedicó todo el viaje de vuelta en trabajar frente a una consola portátil, en las obligaciones rutinarias de su cargo. Rey Patton, luego de una semana de dormir en el piso de aquella horrorosa celda, se limitó a acomodarse en un asiento del transporte y dormir a pierna suelta, muy quitado de la pena.

Si bien su padre parecía totalmente absorto en su trabajo, no dejaba de pensar en cómo enderezar a su muchacho. Una vez que el transporte militar se aproximaba al Espacio-puerto de Cabo Cañaveral -en las afueras de Miami Mega-City-, algunas discretas llamadas le confirmaron al militar que sus esfuerzos de toda la semana pasada habían logrado su objetivo: nadie en La Tierra había descubierto (ni confirmado, en el peor de los casos), que su hijo había estado en prisión: sus desesperadas maniobras, a muy alto nivel, para ocultar esa información a los medios de prensa habían sido casi perfectas. Lo que restaba era fácil: el descenso de la nave en el área de uso militar del Espacio-puerto (lo cual permitía no pasar ni por controles, ni aduanas), fue apenas cosa de un minuto.

La ciudad de Miami Mega-City era una de las grandes metrópolis del planeta, extendiéndose ya casi por toda la extensión de la península de Florida. La carretera de alta velocidad por la que se trasladaban rumbo a casa en un discreto auto-deslizador alquilado, se encontraba ya atestada por el tráfico del mediodía. Rey Patton se había encerrado en su propio silencio ante la inminente retada de su padre; el Almirante mientras tanto observaba atentamente la dirección que el auto-deslizador tomaba por la maraña de carreteras de los suburbios de la ciudad. El silencio sería casi insoportable si no fuese por la radio encendida, que sintonizaba en ese momento el noticiero de la cadena radial del Estado, haciendo aún más insufrible el momento, al oírse sólo la monocorde voz de relator:

….Esta mañana el Ministro de Planificación, Hans Montgomery, anunció que finalmente la terra-formación de la atmósfera de Marte ha sido concluida, por lo que se espera que en próximas semanas se inicie la licitación para la colonización masiva del planeta, con capitales privados. En otras noticias….

Héctor Onassis pensó que debía hablar como padre con el chico, y los minutos que tardarían en llegar a casa serían un momento excelente para eso. Rey, sentado junto a él, miraba por la ventanilla el panorama, aburrido e incómodo a muerte. "Dirían que si no está en líos, se aburre,…"-, pensó Onassis. Finalente, el militar decidió que era hora de poner punto final a sus trapacerías: ya se había pasado años tapando sus entuertos, y no sabía por cuanto tiempo más podría seguir haciéndolo.

….¿Hasta cuándo piensas seguir comportándote de esta manera?!!,… –le soltó de golpe, el molesto Almirante-, ya estoy cansado de estar arreglando tus líos: esta vez me costó mucho evitar que la prensa se entere.

No te he pedido que me cuides las espaldas, déjame hacer mi vida, yo sé cuidarme,… –, respondió Rey, iniciando por enésima vez la misma discusión con su padre.

Mira, hijo,… -trató de sonar paternal, Onassis-, sé que aún eres joven, que quieres divertirte,... pero no puedes andar por ahí quebrantando la Ley,… me complicas: pones en riesgo mi carrera,...

…¿Lo mismo le decías a mi madre cuando te exigía que pases más tiempo en casa? – soltó de golpe Rey, mostrando abiertamente su resentimiento-, a ti yo no te importo, ni te importó tampoco mamá: sólo te preocupa tu carrera,…

Héctor Onassis tragó saliva. Ese muchacho insolente, su hijo, sabía muy bien cómo golpear muy fuerte: miles de veces habían tenido la misma pelea; miles de veces su hijo le había respondido la misma frase con recriminación, blandiéndola como justificación a su rebeldía, y de paso reabriendo la herida en el corazón que tenía el viejo militar por la muerte de su esposa, hace ya casi ocho años. El Almirante se quedó silencioso, observando hacia el horizonte, sintiendo el peso de la culpa de los años perdidos, los años que no pasó al lado del amor de su vida y de ese mocoso imberbe que era su mayor orgullo,… y todo por el maldito trabajo. Onassis observaba la carretera por la que se desplazaban internándose en la ciudad, mientras buscaba una respuesta a las palabras de su hijo.

…Sabes bien que quise mucho a tu madre,... y que te quiero a ti,… -respondió el militar, tragando saliva y pena –, eres lo único que me queda, lo único que me importa,... lo único que deseo es que te conviertas en un hombre de bien: por mí y por Cassandra, ¿entiendes?,…

.....Comprendo padre – respondió muy quedamente Rey Patton, sintiendo que al memos debía intentarlo por su madre-, ¿padre?....

¿Si?,…

....Perdóname.

Ahá,… –respondió Onassis, tratando de retomar su dureza habitual, para luego de unos instantes apretar con su enorme mano, el hombro de su hijo con cariño.

¡Pero no creas que por eso te voy a complacer en postular a la Academia Naval! –, dijo Rey, tratando de cambiar el tono de la conversación.

¿Y por qué no? –refutó su padre–, es una buena profesión: a mí me convirtió en el hombre que soy.

¡Por eso mismo! –, se burló su hijo.

…¿O piensas dedicarte siempre con los vagos de tus amigos a eso de reparar androides? –, replicó con sorna Héctor.

...Soy bueno en eso,… –, dijo Rey encogiéndose en hombros.

…¿O crees que vas a vivir de romper cabezas montado en tu moto-drone? –, continuó Onassis atacándolo, pero sin dejar de hacerlo en tono de broma.

Se llama Lasserball, viejo,… – respondió Patton casi perdiendo la paciencia–, y si ganamos la final de mañana, iremos al Campeonato de Campeones en Caronte: quién sabe, puedo lograr un contrato ahí.

....Y que algún día te maten y que lo transmitan en vivo a todo el Sistema –, agregó su padre.

Gracias por el apoyo -replicó molesto Patton –, me sé cuidar, despreocúpate,...

Los "Diablos Rojos" de la Academia Militar son muy duros – dijo Héctor, mostrando un poco de preocupación –, sólo asegúrate de regresar en una pieza.

Uhú.

¿Rey?

¿Si, padre?,…

Necesito que me hagas un favor.

...Plata no tengo.

¡Que gracioso!- respondió el Almirante, para luego hacerle señas hacia la guantera del auto-deslizador-, abre la guantera, quiero que veas algo...

Rey Patton, extrañado ante lo insólito de que su padre le pidiera un favor, se inclinó y con una suave presión deslizó la tapa de la guantera del vehículo, extrayendo una holo-escultura que estaba ahí adentro. Había visto alguna vez una de ellas: en el cilindro de cristal transparente se observaba la espigada figura de una jovencita pelirroja, enfundada en un elegante vestido de cóctel dorado que parecía ser de los que usan las mujeres en otros sistemas solares.

¿Bonita, no? –, sonrió el Almirante, viendo a su hijo dándole vueltas al cristal.

...Tiene piernas,... -respondió con sorna Rey Patton, para luego poner de cabeza la imagen tridimensional de la muchacha, y desenroscar apresuradamente la tapa del piso de la imagen, tratando de auscultar por la parte inferior de la misma –, oye, ¿se le puede ver el calzón en estos hologramas?,...

¡Deja eso! – se abalanzó el padre de Rey a arrebatársela, molesto por su morbosidad-, Se llama Dana XXI, es una princesa de Epsilon Eridani.

Viejo,… ¿acaso andas buscándome mujer? –se extrañó Rey–, por que mis mujeres me las busco yo solito,...

No es eso,... lo que pasa es que vamos a dar una recepción a una misión de alto nivel de Epsilon Eridani, con el Rey a la cabeza y su hija, y va a ser en la casa. Es muy importante y yo pensé,... que siendo ambos casi de la misma edad, no sé,... tal vez podrías acompañarla,...

…O sea que quieres aplastarme a la mocosa en tu aburrida recepción.

Quién sabe, a lo mejor congenian,... además, es bueno que te relaciones,.... ¿me harías ese favor?

…¡Está bien! –respondió Rey, tras dar un largo suspiro –, te prometo acompañarla, ¡pero ni se te ocurra pensar en que te voy a dar nietecitos, ojo!!

Gracias.

¿Y cuándo es la dichosa recepción?

Mañana –, respondió el Almirante.

¡¿MAÑANA?! –exclamó Rey- ¿NO ME ESCUHASTE, VIEJO?, ¡mañana es la final de la Liga Mundial!, ¡mañana juego: es muy importante para mí, podemos clasificar al Campeonato de Campeones!, ¡es más importante que cualquier cochina misión de alto nivel!....

¿Acaso vas a pasarte todo el día en tu deporte? – respondió con absoluta serenidad el Almirante –, es fácil: juegas, y en la noche, estás en la recepción. Simple.

¿En la noche? –exclamaba más exaltado Rey Patton -, ¡en la noche tenemos planes: yo y los chicos tenemos una fiesta de final de campeonato!...

¡Está bien! –se ofuscó Onassis –, ¡vienes a la recepción, te quedas dos horas y luego puedes irte con los manganzones de tus amigos!

¡Media hora! –, replicó Rey.

Hora y media –, respondió su padre.

¿Una hora?-, suplicó Patton.

¡Eeeeestá bien!,… -se rindió finalmente el militar –, una hora, y después, si quieres te vas con esos vagos. Algo más....

¿Qué?

¡PÓRTATE BIEN CON ELLA, AH!!! –, exclamo preocupado Héctor.

Okey, okey –, respondió Rey.

El auto-deslizador en el que viajaban se detuvo automáticamente en ese momento, en una intersección; frente a ellos, colgando ingrávida sobre unos edificios, una inmensa pantalla mostraba la publicidad que era transmitida por todos los monitores televisivos, y en todo el planeta, hora tras hora:

…¡ESTE VIERNES, ESSSTEE VIERNES! – soltaba en alaridos la voz e off, acompañando las impactantes imágenes de partidos de Lasserball, y con por una estridente música de moda -, ¡Un encuentro de muerteee!, ¡se enfrentan: por la final del Campeonato Mundial de Lasserball, División Superior y por la clasificación al Campeonato de Campeones Caronte 2,345 : los tri-campeones vigentes,... ¡LOOOS "Diablos Rojos" de la Academia Militar de Mega-York, comandados por la inmisericorde "Reina del Asesinato"!!,... ¡Morgana Harrison!!!, ¡acompañada en el ataque por Iván "Pánzer" Kutussof y el "Kamikaze" Iro!...y el equipo retador: ¡la maravilla del campeonato,....¡LOOOS "Caballeros de Fortuna" de Miami-Megacity, comandados por la revelación del torneo!!!....¡Reeeyyy Patton!!!; ¡la fuerza de Romeo "Rompehuesos" Bocanegra!, ¡la rapidez de Gennaro "La Sombra" Hugon y la sangre fría de Sebastian "Matador" Víctor!,...¡UN CHOQUE DE TITANEES!, ¡En vivo y en directo para todo el planeta y la Luna, desde el Domo Poli-Deportivo de Miami-Megacity a las 7 de la noche!, ¡NO SE LO PIERDAA!,...y sólo por Terra-Channel, el canal de los deportes.

Me parece mentira que seas el único ser en este Sistema que no sepa que la final del campeonato es mañana,… –, exclamó Rey Patton, tras haber sacado la cabeza por la ventanilla para ver el despliegue de la noticia en la pantalla gigante.

…Prefiero enterarme por las noticias al día siguiente,… –dijo Héctor Onassis, disimulando no saber sobre el asunto-, no te lo creas demasiado: la fama es corta; una profesión, eso sí es para toda la vida.

¡Sii, Señooor!,… -, le respondió Rey, en tono de burla.

Mientras Héctor Onassis trataba hallar la forma de explicarle a su hijo que realmente le interesaba su incipiente carrera deportiva, un golpe seco remeció el auto-deslizador: era como si algo hubiese aterrizado sobre el techo del vehículo; casi al instante ambos observaron sorprendidos: por el parabrisas de su vehículo, una moto-drone deportiva descendía del techo, para luego estacionarse con estruendo frente a ellos, siendo seguida por media docena más de ruidosas moto-drones montadas por un grupo de alegres y desenfadados jóvenes acompañados por un grupo de chicas que, sentadas tras ellos en los aparatos, reían ante su desparpajo y temeridad: eran los amigos de Rey, que con Romeo Bocanegra a la cabeza, aparecían de pronto para "secuestrar" al compañero extraviado.

¡Rey, hey viejo! – exclamó Romeo desde su aparato estacionado frente al vehículo, qui´tandose el casco -,… ¡¿dónde te metiste?!, ¡te hemos buscado por todas partes!, ¡ven, vámonos!

¡¿Qué dónde estuve?! – respondió Rey sacando medio cuerpo por la ventanilla-, ¿no se les ocurrió buscarme en la cárcel?, ¡sarta de babosos!,…

Riendo a carcajada batiente, Rey Patton abrió la puerta del vehículo para reunirse con sus amigos, saltando a la moto más próxima. En ese instante, su padre alcanzó a asirlo de la manga de su chaqueta:

¡ADÓNDE CREES QUE VAS! –rugió su padre -, ¿es que acaso no entendiste nada de lo que te dije?

.....Sólo voy con los chicos: tenemos que hacer la "concentración" antes del partido,… –explicó Rey tratando de tranquilizar a su padre –, vamos a estar en el taller toda la noche, no vamos a hacer nada, palabra. Mañana estaré en casa para la recepción, te lo juro.

...Además tienes que leer algo sobre las costumbres de Epson Eridani – agregó el militar, mientras le estiraba un disco de información –, no quiero que vayas a meternos en un lío diplomático,...

Te prometo que leeré algo en la concentración – respondió Rey, zafándose, pero tomando el disco de la mano de su padre –, prometo que no me voy a olvidar,...

No se preocupe por él, Señor Onassis – intervino Rocco Baruc, que había estacionado su máquina junto a la puerta de aerodeslizador, mientras Rey se acomodaba en ella –, lo cuidaré como si fuera mi hijo.

Apenas habían transcurrido unos segundos y el tráfico se había vuelto un pandemónium ante la presencia de esos muchachos; ¡de todos los otros vehículos detenidos en la intersección, surgían de las ventanillas brazos con el puño en alto de hombres y mujeres, gritos de júbilo y hurras!!; Los "Caballeros de Fortuna" –con Rey a la cabeza-, eran los héroes de la ciudad: todo el mundo los conocía y todos anhelaban que le diesen el primer título de Lasserball de la historia a la ciudad. El padre de Rey Patton quedó alelado por un momento: formado para una vida de trabajo espartano, no sabía cómo lidiar con el baño de multitudes que su joven hijo disfrutaba. Pensando en cómo ordenarle que regrese a el auto-deslizador, le observaba, desafiante, siempre alegre y mucho más seguro de sí mismo de lo que hubiese deseado su padre. Onassis trató de gritar como gritaba a sus subalternos, pero no pudo: la moto-drone de Baruc, con Rey montado tras él, aceleró a fondo, alzándose en su rueda trasera, para júbilo de los presentes, y tras una pirueta, enfilar hacia la carretera que llevaba al puerto, esquivando temerariamente cuanto vehículo se le cruzaba.

Las demás moto-drones del alegre grupo rugieron de pronto, para luego alejarse raudamente atravesando temerariamente el tráfico matutino. El Almirante Héctor W. Onassis, todo un Comandante General de las Fuerzas Armadas de la República Confederada del Sistema Solar, se quedó pasmado e impotente observando al grupo que se alejaba, llevándose a su hijo al que, por más galones y entorchados que llevaba, le era imposible de controlar.

....Lo cuidará, lo cuidará... – mascullaba de rabia Onassis aferrado al volante, pensando en las palabras de Rocco Baruc, para luego sacar el cuerpo por la ventanilla para gritar -, ¡HACE DOS AÑOS NI SIQUIERA SABÍAS LIMPIARTE EL CULO, BABOSO!!!!,…

En medio del estruendo de las bocinas de los vehículos atascados que lo volvían de golpe a la realidad de la ciudad y su ajetreo, Héctor Onassis no dejaba de preocuparse por la seguridad y bienestar de su hijo que, en mucha medida, era una auténtica copia al carbón de sí mismo.

(CONTINUARÁ,…)

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