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Demencia 5 (2)

en Grandes Series

En el aplastante silencio y la lóbrega oscuridad del Bloque Q, en la Zona de Seguridad Máxima, se destacaba la tenue iluminación que se proyectaba desde la puerta de cristal ultra-reforzado –y a prueba de fugas-, de la celda 202320, de la cual surgían continuas voces y risotadas que rompían el silencio y la oscuridad perenne del bloque. Las voces, en todos los dialectos conocidos, advertían a los que los oyesen, que un grupo de prisioneros, si bien podían estar presos, se negaban a pasar el resto de sus existencias sin un momento de esparcimiento, dándoles así a sus cibernéticos carceleros con ese gesto de rebeldía, una simbólica cachetada a la opresión carcelaria y al desánimo.

Sentados en el suelo, bajo la luz de una titilante lámpara de gas freón que colgaba del techo, seis presos se divertían matando las horas jugando a las cartas, y apostando frenéticamente sus pocas posesiones presidiarias: comida, magras raciones militares, desgastados créditos republicanos en tarjetas, drogas, cigarrillos, latas de cerveza, monedas de cuarenta mundos diferentes y pequeñas joyas de oro, platino y zirconio. El pequeño botín amontonado en el centro del círculo de presos, saltaba a cada embestida de las cartas circulares que caían una tras otra, partida tras partida. Alrededor de los apostadores, una docena más de presos, en pie, les rodeaban expectantes al resultado de la partida; todo el grupo estaba envuelto por bocanadas de humo azulado y picante de los cigarros de pésima calidad de la prisión, que pican y raspan gargantas, tractos respiratorios, ojos y pulmones, ronqueando las estruendosas carcajadas que, de tanto en tanto, casi amenazaban con traer abajo la estructura de la celda.

Ocultándose unos a otros los naipes circulares, tres mutantes, un alienígena del sistema Vega y dos humanos que eran los que conformaban el grupo de apostadores que se aprestaban para despojarse unos a otros, entre trago y trago de licor clandestino, y aderezados de altas dosis de buen humor: algo realmente impropio de su -tal vez-, permanente encierro.

.... Y dime, Rey, ¿por qué te encerraron?- preguntó Milo Shane, un rubio melenudo y raquítico presidiario, que exhibía el torso desnudo y cruzado por amplias cicatrices, cual galones ganados en su amplia carrera criminal.

.....Bueno, si quieren saber, ahí les va – le respondió un risueño jovenzuelo de piel clara, cabello negro largo y que caía, como una pequeña cola, sobre su espalda. Algo barbado y mostrando una amplia y sincera sonrisa, era más fácil imaginárselo en una playa caribeña, seduciendo jovencitas, que ahí, rodeado por la escoria del Sistema -,… ¡pero, pásame un trago, por que esta cochinada que fuman me está atorando!,…- , dijo, riéndose y tosiendo a medias.

Sin dejar de prestar atención a la partida de póker que se desarrollaba, todos en la celda se acomodaron para escuchar el relato del chiquillo.

….Salí con unos amigos a una parranda de fin de semana. Nos contaron que había una fiesta de tres días, en la Universidad de Ganímedes: ya saben, una orgía con muchas chiquillas tontas dispuestas a perder tooodas sus virginidades,.....doblo tu apuesta y dos más...-, dijo Rey sin dejar de atender el juego.

Los rostros en la penumbra mostraban los dientes, en señal de aprobación por el relato, a la vez que dejaban los apostadores caer en el pozo sus respectivas apuestas, aceptando también el reto.

….La cosa es que, en medio de la orgía más asquerosa de todas las asquerosas en que he estado.... ¡JUAAA!; cayó la policía,... parece que había ido a la fiesta la hija del jefe de policía: sólo tenía trece años,... ¡pero juro que de no los aparentaba: parecía de quince, mínimo, palabra!...¡JAJAJAJA!!,… –las risotadas de los criminales que le secundaron hicieron retumbar el estrecho cuarto-,... tengo trío de reinas: gané, ¡igual que esa noche: JAJAJAJA!!,...

La diversión estaba en su apogeo en la celda 202320, y mientras unos aplaudían, los demás jugadores, tiraban al centro las cartas fastidiados, admitiendo la derrota ante el mocoso ese, y que ya les empezaba a caer simpático.

....¿Y por eso te arrestaron? –dijo sonriente Shane, que esperaba ya hacía varios años, la pena capital –, abro con tres créditos y tú repartes.

No fue por eso que me arrestaron. Al llegar la policía no nos íbamos a dejar atrapar así por así; así que ¡ZAS!, ¡PIM!, ¡TRASH!- explicó Rey, haciendo alharaca con las manos-,… armamos una pelea. Creo que nos "bajamos" 8 o 9 polis,... pago tu apuesta, cinco más y dame un cigarro.

Continuaba Rey Patton el juego sin parar de reír, mientras los "capos" de la celda miraban el juego desde su lugar, en la pared opuesta, y aplaudían el número de policías muertos.

¿Y por eso te arrestaron?,… – se dejó escuchar la voz gutural, fría y asesina de Kurtt, el mutante de ojos brillantes, condenado en 12 mundos-, pago por ver.

......¡No fue por eso que me arrestaron!- se exasperó un poco Rey, por tantas interrupciones –,… con tanto bolondrón, para huir necesitábamos una distracción, así que ¡BUUUUMM!: hicimos explotar una de sus patrullas. Mira y sufre Kurtt. Gané: póker de doces.

Los aplausos y aclamaciones sonaron con fuerza en el ambiente. Kurtt tiró sus cartas para luego lanzar una mirada asesina al pillo ese que lo estaba "limpiando". Patton le miraba fijamente, demostrando no tenerle miedo,… y sin parar de sonreír.

....Creo que está haciéndonos trampa -, le dijo al oído de Kurtt, en el dialecto gutural de los mutantes, su amigo, el mutante Rattririnesis, el asesino antropófago.

Yo lo estoy haciendo y aún así pierdo -, le respondió Kurtt, molesto.

....Los estoy escuchando ah, jejeje –, dijo de pronto Rey Patton, sorprendiendo a los mutantes al replicarles en su propia lengua.

¡JAJAJAJA, ASÍ SE HACE HERMANO!- celebró Milo palmeándole a Patton fuertemente la espalda –ahora reparte, ¡salud!- dijo, alcanzándole la botella del asesino licor de 80 grados de la prisión, rebajado con sólo el Único sabe que rayos –, y sígueme contando; entonces, ahí fue que te arrestaron,...

....Gringuito lindo, eres muy buen amigo, pero muy jodido, ¡salud!,… – le espetó Rey a la vez que apuraba un trago y repartía las cartas-,… no fue por eso que me arrestaron. En medio de semejante lío, había que salir del planeta y el Cosmódromo estaba muy lejos: me metí en una base militar y me robé un bombardero viejo, uno de esos Ceres-B de cuatro motores. Abran sus apuestas "hijitas": comienza con 5.

No voy –, dijo Kurtt.

Yo tampoco –, agregó Rattririnesis.

Estoy limpio, viejo –, se sinceró Milo Shane mientras el tercer mutante lo secundaba.

Sólo quedaban en la partida Rey Patton y el Vegano, un horrendo ser verde oscuro, de ojos fluorescentes, con una apariencia similar a la de los calamares, llamado Uhmm.

Juego todo –, exclamó la voz muerta de Uhmm, a la vez que con su tentáculo empujó al centro todo lo que le quedaba en su montón.

...Todo en una jugada. Bien: acepto,.. –dijo Rey a la vez que agregaba su montón a la apuesta final –,… mira, gané: escalera.

¡NNNJJIEEG!

¡WWIIHJJ! –gritó casi de inmediato Rey al alienígena, conocedor él de qué se le debe responder a un Vegano cuando te menta la madre, y borrándosele de golpe su eterna sonrisa.

Uhmm se quedó callado, mientras su piel cambiaba violentamente de su color habitual (de tonos rojizos), a blancos y a negro, alternadamente. Esta vez la ovación y las carcajadas fueron absolutamente atronadoras; así Rey Patton, el prisionero 501,974 recibía la aprobación de los asesinos y los "capos" de la celda. Vencedor en todo: en el póker, en encarar al Vegano y en la aprobación de esos criminales como uno de ellos.

…¡BIEENN HECHO, VIEJO! –volvió a palmear Milo con fuerza en la espalda a un alegre Patton que se llenaba las manos con el botín ganado-, y así fue como te arrestaron, ¿no?,..

¡Nooo! –respondió Rey –, en resumen: salí disparado de Ganímedes, pero me seguían dos Cazas tirándome de todo; y uno solo, manejando un bombardero de seis tripulantes,… pues no se puede defender, así que salté al hiperespacio,... con tal mala suerte que al vejestorio ese se le fundieron los cuatro motores y al salir del hiperespacio me vine en picada hacia La Tierra. Ni modo; me eyecté, y para remate, ¡la cápsula de escape del cuerno falló y no pude controlar la caída!!,...

...Y por todo eso es que te arrestaron,...

Realmente,.. no solo por eso,… – respondió Rey comenzando a desternillarse de risa-, ¡al caer me estrellé en la piscina del Ministro de Economía, con tan mala suerte que aplasté a su amante ¡JAJAJAJAJA!; ¡el lío que se armó cuando la esposa se enteró: casi me traigo abajo al gobierno, JAJAJAJAJAJA!...........

La risa contagiosa del muchacho se hizo contagiosa entre los prisioneros de la celda, escuchándose de pronto en todo el bloque de seguridad una atronadora carcajada. Definitivamente Rey Patton se había metido a los criminales convictos de esa habitación carcelaria en el bolsillo, por medio de su simpatía, asegurándose así -al menos-, la mínima tranquilidad de mantenerse siquiera medianamente protegido en aquella prisión, en la cual vivir un día más, era ya un logro. Patton continuaba recogiendo su pequeño botín del suelo sin parar de reír, continuando con su intento de alejar de su cabeza los lúgubres pensamientos acerca de cuánto tiempo duraría ese encierro.

...¡JAJAJAJAJAJA!!, ¡EH, OIGAN!!,… -dijo Patton de repente, continuando la diversión, alzando una moneda de un Crédito-, ¡ESTA ES FALSA: NO SABÍA QUE APOSTABA CON PURO DELINCUENTE, JAJAJAJAJAJA!!!!,...

Lentamente el Aerodeslizador comenzó a detenerse y descender en medio de la sala de la Zona Seguridad Máxima, Bloque Q. Mientras el aparato que los había transportado se posaba sobre el piso metálico, el Almirante Onassis echó una ojeada al recinto donde se encontraba: un gran patio o sala de forma hexagonal, donde convergían seis largos pasadizos que conectaban con cada bloque de celdas, cada uno de tres pisos. La sala contaba por único mueble, con una mesa de metal plateado bruñido en la cual, frente a una pantalla, se hallaba sentado un solitario androide que vigilaba las 800 celdas que componían este bloque en particular; por una lógica medida de seguridad para una zona de seguridad máxima de una prisión, algunos pasos atrás de la mesa se observaban, firmes, tiesos y brutales, seis fornidos guardias humanos conveniente armados, y luciendo uniformes blindados. Mientras el Almirante Onassis descendía lentamente por la escalinata del vehículo, se dio cuenta de una particularidad: el piso y paredes de la Zona de Seguridad de "El Purgatorio" estaban limpios e inmaculados, en comparación de las otras apestosas áreas de la prisión, que ya había podido observar. Dado que Trostky de un rápido salto ya se hallaba en esos instantes en la mesa junto al androide, Héctor Onassis no tuvo más remedio que preguntarle a un androide para saciar su curiosidad, mientras se acercaba a la mesa:

...Mmmm,... -exclamó el militar mientras parecía olisquear el ambiente-, este bloque lo tienen muy bien aseado....

Nos vimos obligados a ello, Señor –respondió el androide, mientras caminaba junto a la visita hacia la mesa-, hubo una revuelta hace tres días y fue necesario limpiar la sangre y los restos del piso y las paredes.

La cara de Onassis se volvió de repente dura, echando una mirada fulminante a Gaspar Trostky. El Alcaide reía nerviosamente tras observar al militar y al haber escuchado también la infidencia del androide, un defecto lamentable (según Trostky), que tenía esas dichosas máquinas: no podían mentir.

...Je je jeje,... -exclamó nerviosamente Gaspar-, que cosas, ¿no?,... le aseguro que el chico está bien y,... yyyy,… fue una revuelta pequeñita, nada más,... je je jeje,...

Tras escuchar un gruñido de fastidio del militar, ambos miraron juntos hacia el frente, donde se hallaba el pasadizo del bloque Q. Gaspar aprovechó ese instante para extraer rápidamente de su bolsillo un paralizador -adecuadamente adaptado por él mismo-, y con el que, con un rápido y certero movimiento, le soltó una descarga al androide insolente ese, y que se hallaba aún tras ellos. Un chasquido eléctrico y el pesado sonido del golpe del cuerpo cayendo de espaldas fueron casi instantáneos. El Almirante Onassis apenas ni se inmutó cuando volteó a ver, a la desdichada máquina que se retorcía en el suelo, soltando humo y olor a plástico quemado. Giró de nuevo la vista y sólo encontró como respuesta una burlona y sarcástica sonrisa dibujada en el rostro de Trostky. Al Comandante General de las Fuerzas Armadas de la República Confederada del Sistema Solar, no le quedó más que mirar de nuevo al frente y soltando un profundo suspiro, esperar a que pudiese acabar con este molesto asunto de una vez por todas.

¡ABRE LA CELDA 202320! -, ordenó chillando Trostky a su carcelero mecánico.

Entendido, Señor.

Mientras el androide apretaba unos botones de su panel, los guardias armados se posicionaron frente a la puerta de cristal de una las celdas, apuntando hacia ella con sus armas, y esperando que se abriese; pero de pronto, la puerta de cristal de la celda de al lado fue la que se abrió, saliendo a la carrera un escuálido y melenudo preso que, detenido en medio del pasadizo, mostraba su sorpresa:

....¡Soy libre!,......¡SOY LIBREE!!!, ¡JAJAJAJAJA!!!! -vociferó de pronto el medio enloquecido prisionero, dirigiéndose a sus compañeros de celda-, ¡JÓDÁNSE SARTA DE BASURAS !!,…. ¡PÚDRANSE EN ESTE HUECO INMUNDO!!!...¡ SOY LIBREE !!!, …. ¡JAJAJAJA!,... ¿eeeeh?.....

Al observar la cara de fastidio de los guardias, el prisionero se dio cuenta de que había cometido un grave error: el androide había abierto la celda equivocada, y las miradas asesinas de los otros reclusos, le anunciaban no sólo que seguía siendo un presidiario,… sino que, a partir de ahora su estancia iba a ser ahora, aún más insoportable. El guardia más cercano a él lo sacó de golpe de esos pensamientos:

¡Métase a su celda, carajo!.

......Eh.....sí.....disculpen,… –, dijo el preso mientras caminaba lentamente hacia su celda-,.... ya me meto......

El guardia volteó hacia la mesa donde estaban pasmados y en silencio Trostky y el Almirante. Dada la distancia, el guardia se llevó la mano a la boca para gritar y explicar la situación.

¡Se equivocaron de celda, Alcaide!,…

Casi de inmediato Trostky volteó colorado, casi morado su rostro, hacia el androide.

¡Imbécil!, dije la 202320, no la 202321!!

Disculpe, Señor.

Nuevamente el androide pulsó botones. Tanto el Almirante como los guardias se impacientaban mientras Trostky maldecía entre dientes. Casi inmediatamente se abrió otra celda, pero no era la de Patton: se abrió de golpe la puerta que estaba junto al guardia que había avisado sobre el error, y que se hallaba algunos pasos delante de sus compañeros. Sin ningún aviso, de la celda abierta salió raudamente una monstruosa criatura protozoaria llegada de un mundo desconocido y que había sido apodada "El terror de Miranda": ¡la horrenda masa informe se abalanzó sobre el guardia, que soltó un grito de pavor, antes de que con su viscoso cuerpo se lo tragase por completo!!! El Alcaide y su visitante se quedaron de una pieza, mientras los demás guardias disparaban sus armas desesperadamente, en un intento vano por reducir a la agresiva criatura. Casi al mismo tiempo, otros dos guardias restantes -que se habían quedado tras la mesa-, echaron a correr hacia el ser que atacaba a sus compañeros, cargando ambos con ambos brazos, sendos cañones sónicos portátiles: una potente arma anti-disturbios, y capaz de sacar volando por los aires a decenas de presos amotinados, soltando potentes descargas sónicas.

El griterío de los guardias que se defendían de ser tragados por la criatura, fue aunado por los gritos de los guardias que llegaban a apoyarles, que le gritaban al ser ese, mientras soltaban una tras otra descarga con toda la potencia de sus armas, y que empujaban cada vez más al ser amorfo de vuelta hacia su celda, chamuscando de paso parte de su cuerpo protozoario:

....¡¡ADENTRO, ADENTROOO, MALDITO!!,… -, gritaban ambos tras cada descarga.

Una vez ya adentro, el androide cerró la puerta y milagrosamente los guardias pudieron respirar y constatar que ninguno más de ellos había sido comido por el monstruo antropófago. Gaspar Trostky descargó con tremenda fuerza un sonoro manazo sobre la cara sintética del androide, casi arrancándole la cabeza.

¡Maldito pedazo de porquería: mira lo que hiciste!- bramó el Alcaide-, ¡abre la condenada celda o juro que te vaporizo!...

Si Señor –respondió algo atontada la máquina-, no volverá a suceder.

El carcelero mecanizado se apresuró a pulsar de nuevo los controles, pero fue en vano: lo único que logró fue abrir nuevamente la celda del andrajoso que, extrañado, sacó la cabeza tímidamente por ella, observando a los que se hallaban en la mesa de controles. El Alcaide en ese momento ya había sacado una pistola de su bolsillo y apuntaba a la cabeza del androide: ver la cara del prisionero que le veía, mientras le sonreía mostrando sus dientes marrones y carcomidos terminó por desquiciar a Trostky:

¡Maldición, tu no!,.. – gritó mientras un rayo pegaba en el borde de la pared junto a la celda abierta, haciendo de que el preso se esfumara hacia adentro. Casi de inmediato, el Alcaide apuntó la pistola humeante de nuevo a la cabeza del androide-,…¡despídete de este mundo, chatarra inmunda!!....

La destrucción del androide fue interrumpida de pronto desde el extremo del pasadizo: por la puerta entreabierta de la celda 202320, apareció de pronto el rostro sonriente y burlón de Rey Patton, quien reía pícaramente mientras les mostraba a todos una tarjeta-llave, robada a un guardia sólo sabe el Único cómo, ni cuando:

…¡Oigan!, ¿por qué tanto alboroto?- se burlaba Patton del Alcaide-,... si querían abrir la puerta, me hubiesen avisado: la hemos estado abriendo desde anoche,...

¡¡¡¡QUEEEE!!!!- se escandalizó Trostky-, ¡¿como diablos, maldito engendro, abriste tu celda?!!,...

...Es que estábamos jugando póker,… –dio Rey por toda explicación-, y como había mucho humo de cigarro, la tuvimos abierta de rato en rato para que se ventile la celda,...

A Trostky y sus guardias humanos se les caía la cara de vergüenza, pero no eran los únicos: el Almirante se tapaba la cara mientras maldecía al ver qué tipo de delincuente se había vuelto su hijo. Tanto él como el Alcaide trataban de no mirarse las caras, evitando darse mutuas explicaciones, mientras los guardias engrilletaban a Patton de pies y manos y, a paso lento, lo escoltaban hacia donde estaban ellos, apuntando permanentemente sus sendos fusiles a la cabeza del muchacho ese, que disfrutaba haciéndolos pasar el ridículo, y sin dejar de lucir una sonrisa en la cara. Una vez frente a ellos, padre e hijo se miraron fijamente a los ojos. El Almirante detestaba que su único hijo fuese así como era: insolente, atrevido, rebelde. Onassis hubiese preferido que sea como otros chicos normales que, tras una trastada, bajaban la mirada de pena, pero no; Rey era de los que miraban de frente y que no se arrepentía de nada. Un silencio molesto se apoderó de la escena, por lo que Trostky decidió intervenir:

Ahí lo tiene Almirante: sano y salvo.

...Rey –, exclamó gravemente el militar.

....Almirante-, respondió Patton al parco saludo, y como de costumbre: nunca le llamaba "padre" frente a los demás.

¿Estás bien?

...La comida es asquerosa,… -respondió Rey mientras le liberaban las manos y comenzaban a caminar hacia el aerodeslizador-, ya era hora que llegaras: me estaba aburriendo.

…Supe que te arrestaron desde el primer día -dijo el Almirante-, pensé que tal vez te serviría estar tranquilo unos días,… ¿y ese tatuaje?,… -preguntó Onassis al percatarse del diseño en su hombro.

Hice nuevos amigos,… -, respondió Rey mientras encendía un cigarrillo.

….No debes fumar,… -, le increpó ligeramente el militar a su hijo, mientras todos se subían al aerodeslizador.

....Si ya sé. Estas cosas matan – respondió con fastidio Rey, para luego soltar una sonrisa burlona-, ¿sabes qué?, te voy a hacer caso: me voy a deshacer de él.

Con un ágil movimiento de dedos, Patton disparó el pitillo encendido, el cual voló por el aire, para terminar cayendo en el panel de controles de la mesa, justo frente al androide-carcelero. El guardián mecánico observó con detenimiento el pitillo humeante, estirando su mano mecánica para deshacerse de él, cuando se percató de un extraño brillo rojizo en el filtro del cigarro: se veía como una pequeña luz palpitante. Fue lo último que sus ojos artificiales vieron; una potente explosión dio cuenta del androide y de toda la mesa, envolviendo los pocos restos que quedaron, en una nube de llamas y humo negro. ¡La detonación desactivó de golpe los seguros las puertas de todas las celdas, y por las cuales salieron los presos que, soltando fuertes gritos de júbilo, golpeaban sus cacharros de metal contra las paredes, lanzando vivas a su nuevo héroe, mientras de los pisos superiores caían pedazos de papel incendiados!!

El Almirante miraba a su hijo sin saber qué decirle; Trostky, el Alcaide, miraba con desesperación el tremendo desastre y la anarquía desatada en su amada prisión. Sabiendo que cualquier acción descontrolada haría que pierda el jugoso soborno del militar, no le quedó otra que apretar los puños a ambos lados del cuerpo, tratando de controlarse, y casi morado de la ira sólo pudo decir, apretando los dientes:

.....¡Saque a su mocoso de mi prisión ahora!!!...

(CONTINUARÁ,…)

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