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De niña a mujer: ¿Infidelidad? ¡Por supuesto!

en Hetero: Infidelidad

 

 

 

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NOTA PREVIA:

Este es el “DECIMO” relato de una serie de diez. Los publico con uno o dos días de diferencia cada uno (según el tiempo de que disponga). De esta forma, los lectores que sigan la serie, pueden mantener fresco en la memoria el recuerdo de los anteriores y así evitan releerlos.

La serie está basada en mí misma, narrando las experiencias que más me han marcado, desde que probé el sexo por primera vez hasta el día de hoy, pasando por varias categorías distintas. Aunque los diez relatos forman una historia más amplía, cada uno, de forma independiente, narra una historia con principio y fin. De esta forma, aquellos lectores que solo lean uno o tengan preferencia por una categoría concreta, no quedaran insatisfechos esperando un desenlace futuro.

Cada relato plantea una situación erótica (mediante el título), el desarrollo y resolución de dicha situación (el relato) y al final una especie de conclusión o reflexión. Al principio de cada relato indicaré cual es el anterior y la categoría. Del mismo modo, al final del relato, indicaré cual será el siguiente y en que categoría se publicará.

Para lo que queráis me tenéis a vuestra disposición en los comentarios, por correo o en mi espacio WEB. Eso sí, me gustaría que fuera de forma cortes y elegante. ¡Gracias y que los disfrutéis!

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De niña a mujer: "¿Infidelidad? ¡Por supuesto!"

 

Junio-Agosto 2009

Hace casi tres meses que salgo con Raúl; el chico que conocí en el pub y que prácticamente pesqué como si fuera un bacalao. “Aquella noche me di un buen empacho de bacalao al pil pil”.  No somos novios pero tenemos una buena relación. De momento es poco tiempo y prefiero ir con calma, el tiempo dirá lo que tenga que ser. Eso sí: Cada uno en su casa y Dios en la de todos (Aunque algunas veces tenga que ponerle una venda en los ojos para que no me mande de cabeza al infierno).

Las cosas en la agencia inmobiliaria donde trabajo no van muy bien que digamos. A pesar de que me esfuerzo y saco algunas operaciones adelante, la crisis está haciendo mella cada vez más. Apenas salimos adelante con alquileres y ventas de pisos muy rebajados por la extrema necesidad de los propietarios. Pero no me quejo en lo que a mí respecta.

Pero un buen día todo se tuerce, por idiotez o porque el calor comienza a secar cerebros. Resulta que tengo una buena racha con unos clientes alemanes. Son chicos jóvenes de entre 25-29 años, mecánicos altamente cualificados y que trabajan para una empresa alemana contratada por una de mi ciudad. Como van a pasar una larga temporada necesitan alojamiento y la empresa quiere ahorrar metiéndolos en pisos compartidos, de cuatro en cuatro trabajadores. El primero se lo he alquilado por un pecio concreto. Antes de escoger el de su gusto, les mostré otros tantos que desecharon. Previamente yo les di un listado con los precios de cada uno y que apenas tenían diferencia de precio: Intenté adaptarme al presupuesto que tenían.

A la semana vuelven de nuevo a la oficina y preguntan por mí. Como buenamente nos entendemos, en inglés, me explican que precisan de tres pisos más, porque vienen más compañeros y los necesitan. Me dicen que les interesan tres de los que ya les había enseñado cuando alquilaron el primero. La sonrisa que se dibuja en mi rostro es claro síntoma de satisfacción: Tengo la operación en el bote sin levantar el culo de la silla. Pienso que sin duda es una buena cantidad de dinero llovido del cielo.

Una vez que me he puesto de acuerdo con ellos, les emplazo para el día siguiente, para firmar los contratos y entregarles las llaves. Les acompaño a la puerta, nos despedimos adecuadamente y se van. Tengo tantas ganas de mear que no me aguanto: Después de un buen rato con ellos veía que explotaba. Me voy corriendo al baño cuando escucho…

¡LUZZZZZZ! ¡Ven en seguida! –es la voz de mi jefe que me llama desde su despacho y que en todo el rato pasado con los alemanes, no ha dejado de poner ojos de lobo pensando en el negocio y que ¡Por fin! podrá llevar a la bruja de su mujer a la playa y no al pueblo.

-¡AHORA VOY JEFE QUE ME MEOOOooooooooooo! –Respondo a voces mientras me alejo por el pasillo. Como casi siempre el servicio está “al final a la derecha”.

-¿Qué pasa jefe? –Pregunto al entrar en su despacho después de descargar líquidos.

-¿Cuántos alquileres has cerrado? –me pregunta con los ojos de lobo de antes.

-Tres; dos de tres dormitorios y uno de cuatro. –respondo toda gozosa y sacando pecho.

-Y… ¿Qué precio les has dado? –parece que tiene prisa por saber hasta qué lugar de la costa podrá llegar con la bruja.

-Pues el precio que tenemos estipulado en las tarifas –me justifico con los datos de que he dispuesto.

-¡Perfecto! Pues mañana, antes de que vengan a firmar, les llamas por teléfono y les dices que ha habido un error y que los precios son 100 euros más. –estoy a punto de cagarme en su madre y alguien más.

-Y ¿Eso por qué? Los propietarios no me han informado de que incrementaran el precio. En todo caso lo bajarían para darles salida. –respondo después de que me haya robado la sonrisa que con tanto entusiasmo lucía.

-¡Porque lo digo yo! esta gente maneja dinero y tenemos que aprovechar, que la cosa no pinta bien en el negocio. –se muestra autoritario y avaricioso.

-Pues conmigo no cuentes, yo no tengo cara para decirles que no tengo palabra o mentirles. –respondo con firmeza y decisión.

-Puedes hacer lo que quieras; hacerlo o irte a tu casa y no volver. –ahora deja de ser autoritario y pasa a parecer un dictador de poca monta.

-Está bien, lo haré e intentaré que no se echen atrás. –respondo malhumorada y me voy a mi escritorio.

A los quince minutos le digo a mi compañera Pilar que tengo una cita con unos clientes y que después me voy a casa. Es solo una excusa para salir de allí y pensar en lo que haré. Desde luego no estoy dispuesta a pasar por el aro. Llamo a Raúl y quedo con él para tomar algo y dar cuatro voces a alguien de confianza; El sabe escucharme y que me siento mucho mejor después de gritar.

La mañana siguiente no dejo de darle vueltas al asunto mientras estoy en clase. Al final tengo una idea drástica pero que me dejará muy satisfecha. Al llegar a casa llamo al muchacho alemán que lleva la voz cantante. Le cito para las siete de la tarde argumentando que antes tengo cosas que hacer. Le digo que, por no ir a la oficina y después a los pisos, que nos vemos en el primero de la lista que le di. Que llevo los contratos y que el lleve el talón.

A la hora “H” llego al lugar pactado y ya me están esperando. Entramos en el piso, y tras leer las condiciones de los contratos, los firman. Le digo que ponga el talón a mi nombre y tras firmarlo me lo entrega. El talón cubre el importe de las primeras mensualidades, otras tres en concepto de fianza y otras tres en concepto de comisión por las gestiones. Todas cubren los tres alquileres. De la cantidad total pagaré la mensualidad y la fianza a los propietarios y las comisiones me las quedo. Les entrego las llaves puesto que las firmas de los propietarios ya las había conseguido. Nos damos la mano y me marcho.

Al día siguiente acudo al trabajo sobre las seis, una hora después de que Pilar abra la oficina. El jefe suele llegar sobre las cinco también. Cuando entro…

-¡LUZZZZZZZZ! –puedo escuchar los ladridos de mi jefe.

-¡Dime! – respondo a su llamada sin dar las buenas tardes, manteniéndome a la altura de su educación.

-¿Qué ha pasado con los alemanes? ¿Han pasado por el aro? –pregunta con cara de cabronazo avaro.

-No, no han pasado. Veras, tengo que decirte algo al respecto. –respondo intentando mantener la calma.

-¡PERO MIRA QUE ERES INUTIL! –me insulta levantando la voz y consiguiendo que le diga lo que tengo guardado de mala manera.

-Mira tonto del culo. Esta tarde he ido a visitar a los propietarios de los inmuebles y les he explicado todo con pelos y señales. Les he dicho que la única manera de retener a los clientes era mantener lo pactado. Les he informado de que si estaban de acuerdo yo me encargaba de todo. Que teniendo en cuenta que yo había captado los inmuebles a través de mi madre, me sentía con derecho pleno a apuñalar al cabrón de mi jefe. Los tres han aceptado dándome la razón y han firmado. He cerrado la operación y cobrado el talón…

-¡PERO TU ERES TONTA! ¿QUIEN COÑO TE HAS CREIDO? –me interrumpe volviendo a rebuznar.

-¡Cómo ves no tengo un pelo de tonta! ¡Tan poco lo tengo de persona que se deje explotar! ¡Y menos avasallar! Y para que te quede claro me largo, no aguanto la cara de tonto que tienes y esos aires de señor feudal. –sentencio y salgo de su despacho, recojo el bolso y me marcho después de dar las buenas tardes a mis compañeros. Mientras, no dejo de escuchar como chilla más fuerte que Tarzán y me amenaza con denunciarme.

Por la calle voy pensando que me he quedado sin trabajo pero con un buen pellizco. Al día siguiente cobro el talón y pago su parte a los propietarios. Uno de ellos, un señor mayor que tiene aspecto de buena persona, me dice que me quede con el dinero, que seguramente me hará falta. Apenas puedo contener las lágrimas de alegría y le doy un beso en la mejilla. Me pide que salude a mi madre de su parte y me marcho.

Estoy más feliz aun, pero no dejo de pensar en que necesito trabajo lo antes posible. Inmobiliarias… paso de molestarme, en casi todas se reproduce el virus de la crisis y por tanto no quiero pasar por algo parecido.

Después de los exámenes, y antes de fin de curso en la universidad, me voy un día con las compañeras a tomar algo y celebrarlo. Mientras estamos juntas, me centro en charlar con Laura que, además de ser compañera, es buena amiga. Le cuento que estoy sin trabajo y que espero conseguir algo en verano.

-Luz, ahora que lo comentas, en el tablón de anuncios hay uno que te puede interesar. Buscan una modelo artística para no sé que de una academia de arte. Anota el teléfono y llamas, no tienes nada que perder. -Me levanto y voy corriendo, “a toda pastilla”, sin dar las gracias ni despedirme. Cuando llego al tablón puedo ver el papel escondido debajo de los demás. Eso es buena señal; posiblemente nadie lo haya leído. Comienzo a leerlo y pone lo siguiente:

 

┌- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ┐

ACADEMIA DE DIBUJO Y PINTURA PRECISA MODELO FEMENINO, CON BUENA PRESENCIA, RAZA BLANCA Y CABELLO LARGO.

HORARIO DE TARDE, DOS HORAS DIARIAS, LUNES, MIÉRCOLES Y VIENES.

SUELDO A CONVENIR. INTERESADAS PONERSE EN CONTACTO CON LA SRTA. AZUCENA.

TELF.  DE CONTACTO     69 69 69 69     DURANTE HORARIO COMERCIAL.

└- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -┘

 

Arranco el papel de un tirón, así no tengo que anotar el número de teléfono y evito la competencia. Por la tarde estoy pegada al teléfono, esperando que den las cinco para llamar. Con la última campanada comienzo a marcar. [6][9] [6][9] [6][9] [6][9] [6][9]... ¡Ringggg! ¡Ringggg! No comunica, espero unos segundos…

-¡Digame! Academia de arte “La Hoja de Parra” ¡Buenas tardes! –me contesta una voz. Debe de ser la tal señorita Azucena.

-Sí, ¡Hola buenas tardes! Llamaba por el anuncio de que necesitan una modelo artística y estoy interesada. –contesto sin más preámbulos.

-¡Gracias por llamar! Pero la directora no está por las tardes. Puede pasarse mañana por la mañana. –me responde y me facilita la dirección.

-De acuerdo, mañana a primera hora me paso por allí. –cuelgo sin despedirme. ¡Qué cabrona, podrían haberlo puesto en el cartelito!

Al día siguiente estoy en la puerta de la academia, a las diez de la mañana. Espero diez minutos y nadie viene a abrirla. Pienso que vaya forma de llevar un negocio abriendo tarde. Pero espero hasta que, cerca de la media, llegan dos mujeres de mediana edad, muy arregladas y con pintas de venir de la peluquería. Ahora me explico por qué llegan a estas horas. Nos damos los buenos días y entro detrás de ellas. Una vez dentro me sitúo en una especie de mostrador y espero otro rato… tic, tac, tic, tac…

-¡Buenos días! ¡Que deseas rubia? –me pregunta una de las dos mujeres, la rubia de bote.

-Venia por este anuncio. –le muestro el papelito.

-A sí, por el puesto de modelo artístico. Llama a aquella puerta y la señora Suarez te atiende. –me responde mientras señala con el dedo una puerta de cristal traslúcido. Al llegar llamo: ¡Toc! ¡Toc! Desde el otro lado de la puerta me llega una voz que me indica que pase. Paso y me indica con la mano que espere, está hablando por teléfono. No me siento por si las moscas. A los cinco minutos cuelga y me pide que me siente, ¡A buenas horas! Me siento y le digo cual es el objeto de mi presencia allí.

-Pues veras guapa, necesitamos una chica para posar desnuda en el aula de dibujo y pintura. –Comienza a explicarme- No es nada guarro, no pienses mal, es meramente artístico. En todo momento tendrás cubierto el sexo con una tela. –sigue informándome y respiro tranquila. Si fuera integral lo iba a hacer su abuela.

-Bien, me interesa. ¿Cuáles son las condiciones económicas y los horarios? –pregunto yendo al grano, a lo que me interesa. Tampoco es para tanto, en la playa me ven gratis y aquí me pagan.

Tras explicarme las condiciones, las veo muy interesantes y acepto pues, al menos, será para todo el verano. Pero lo malo es que termino a las diez de la noche, me parte por la mitad. Pero bueno: “La pasta es la pasta”

-De altura estás muy bien, parece que superas el metro setenta y cinco ¿No? –me mira con ojo de modistilla.

-Sí, un centímetro más. –Respondo.

-De cuerpo estas muy bien, delgadita pero no huesuda. ¿Podrías quitarte la blusa para ver los pechos? –Me pregunta mientras me sigue analizando. Como quiera tema va de culo, no es mi tipo. Me la quito y dejo la blusa en la silla. Me mira bien, me indica que me ponga de perfil y asiente con la cabeza. Parece que le gusta lo que ve.

-¿Te importaría levantarte la falda? Tengo que ver las proporciones de las caderas y los muslos. –Esta vez me sugiere y la levanto hasta quedar vuelta del todo sobre mi torso. En esta pose parezco una niña que se ha meado las braguitas y teme mancharse la falda. Me siento tan ridícula que casi me da la risa.

Me pide que gire 360º y obedezco. -Si no fuera porque me hace falta el dinero me oye, pienso.

-¡Está todo muy bien! El lunes puedes empezar. Eso sí, deberías teñirte el pelo de moreno, tenemos otra chica rubia que posa antes que tú y un chico los viernes, también antes que tú. El tuyo no me vale. –al final de explicarme me parte en dos. Pienso unos segundos y acepto, total: lo mismo me da mientras me de dinero. Además, así, lo mismo dejan todos de llamarme rubia, ¡Lo odio! Con lo corto y sonoro que es Luz.

Salgo a la calle y me voy más contenta que unas castañuelas. Estamos a jueves y tengo que teñirme lo antes posible. Por la tarde llamo a María y nos vamos al centro comercial a comprar un tinte de los buenos: No quiero uno de supermercado y que me deje el pelo hecho una mierda.

Volvemos a casa y encontramos a Raúl aburrido por el portero en el portal, esperándome. Subimos los tres y nos preparamos unas cervezas y unos sándwiches.

-¿Y qué tal todo chicas? ¿Dónde estabais? –Pregunta Raúl intrigado por las bolsas que hemos traído. Antes me ha llamado por teléfono pero no le he dicho nada. Desde que salimos juntos la cosa ha ido bien y no hemos tenido incidentes dignos de mención. No sé cómo se tomará la noticia, aun no sabe nada.

-Pues veras… He conseguido un trabajo en una academia de arte para el verano y puede que más tiempo. Es para posar y me piden que tengo que tener el pelo moreno. María me va a ayudar a teñirme. –le cuento esperando que salga por cualquier sitio.

-¡Pues vaya un trabajo! –Comienza la marejada a soplar- posar desnuda para que los viejos verdes te miren disimulando que pintan –prosigue con cara de pocos amigos- y para colmo te tienes que pintar el pelo de negro. –termina por irritarme.

-¡Mira guapo! Siempre será mejor trabajo que el que tú me has conseguido, es decir ¡CERO PATATERO! –respondo mirando a María y pidiendo a gritos que me sujete la lengua.

-¿Y qué tiene de malo Raúl? Es un trabajo tan digno como cualquiera, incluso más que el tuyo que vives de papá y mamá –mi amiga llega al rescate.

-Sí, pero si yo trabajara no lo haría desnudo –responde y eso hace que me levante, pida a María que me acompañe y nos vamos al cuarto de baño, por no soltar la lengua más de la cuenta, como se merece.

Después de varias horas, María y yo hemos hecho un buen trabajo: El resultado me deja muy satisfecha. Me veo muy distinta pero es cuestión de acostumbrarme. Me paso todo el fin de semana mirándome a los espejos cada “dos por tres”. Intentando buscar mi otro yo.

El fin de semana salimos todos de fiesta y apenas me reconoce la gente. –Si lo sé antes me lo hubiera hecho hace mucho, el cambio me sienta muy bien anímicamente. Baste decir que el domingo comí con mi madre y me preguntó: “¿Que quién era?, ¿Qué donde estaba su hija?”, claro está que lo decía en broma.

Estos días Raúl se ha tranquilizado un poco y parece que lo acepta. Si no es así ¡que se joda!, es mi pelo y mi trabajo. Si no le gusta que se busque una mojigata. ¡Por fin llega el lunes por la tarde! Tengo que estar allí a las siete y media pues empiezo a las ocho.

Al llegar me indican donde me puedo desnudar y ponerme un albornoz, después, cuando salga y me ponga en posición me colocaré la sabana o tela, aun no sé lo que es. Comienzo a desnudarme y en esto entra la señora de recepción, con una tela blanca que será la que cubra mis vergüenzas. Cinco minutos antes de las ocho comienzan a escucharse murmullos y muebles, o algo parecido, restregándose en el suelo. Seguramente ha terminado la clase y están recogiendo los trastos.

-¡Hola, soy Clara! ¡Eres la nueva chica! –me dice un pedazo de pivón que tira de espaldas y que acaba de entrar. Tiene una melena rubia que le llega a la cintura, un tipo perfecto, ligeramente más alta que yo, carita de ángel y un par de melones que asustan: Completamente redondos, levantados y con los pezones que parecen las yemas de dos huevos fritos-. ¿Cómo te llamas? –pregunta al tiempo que me da dos besos y planta esas tetas de silicona, que me van a tener una semana soñando, sobre las mías, indefensas y frágiles.

-¡Hola, yo soy Luz! ¡Encantada! –Respondo sin saber que más decir pero me lanzo- pues no eres ni Clara, ni transparente, ni ná por el estilo, eres lo más opaco que he visto en mi vida –se me escapa de la boca que no consigo cerrar.

 Se ríe y rápidamente me dice lo que tengo que hacer cuando salga. Me explica que no vienen mirones, ni pervertidos, ni bichos raros. Que todos vienen a aprender, y que cuando detectan que alguien tiene otras intenciones que no sean artísticas, lo largan. Que con la tela me tape la entrepierna, dejando a la vista todo lo que pueda de de las caderas y los muslos. Que el profesor me indicará.

Se quita la tela que le cubre de cintura para abajo y comienza a vestirse. En estos momento dudo entre salir a trabajar o quedarme y la ayudo a vestirse ¡Dios que culito tiene! Finalmente decido que es mejor trabajar, pero no sin hacer un gran esfuerzo.

Cuando salgo al aula el profesor está esperándome.

-¡Hola, soy Damián, el profesor! –se presenta de forma muy educada.

-¡Hola, yo soy Luz! Encantada –respondo totalmente tranquila.

-Veras, esto consiste en lo siguiente: Tú te sientas en esa silla, te cobres tu zona íntima con la tela y yo acomodo ésta para que se vean bien los muslos y las caderas. Te colocas en la posición que te indique y permaneces ahí durante 55 minutos, intentando no moverte. Después de ese tiempo, te tomas diez minutos de descanso, mientras repaso los progresos de los alumnos. Después te colocas de nuevo en la misma posición hasta terminar la clase. ¿Todo claro? –termina preguntando después de la charla que me ha dedicado.

-¡Cristalino! –respondo y dejo que me ayude a colocarme en posición.

La posición que adopto me recuerda a las antiguas poses de las estatuas griegas. Imagino que será una clase sobre dibujo clásico. En el grupo debe de haber unas 20 personas, de varias edades, aspectos y ambos sexos. Como no tengo nada que hacer me entretengo contándolos: 14 hombres y 8 mujeres. La primera hora la paso pensando en mis cosas, intentando relajarme del todo.

Después del descanso me siento totalmente relajada y presto más atención a lo que tengo ante mis ojos. Lo primero que me llama la atención es el tamaño del papel que usan para dibujar. Tienen aproximadamente unos 40x60 cm y me da por pensar que no es posible que, en esos papeles, quepa nada más que las tetas de Clara, la anterior modelo. No se me van de la cabeza. Parece que tengo obsesión por las tetas grandes. -¡Cuando tenga dinero suficiente me las opero! –pienso corroída por la envidia.

Por fin termina la clase y entro a cambiarme al “camerino” que más bien parece el cuarto de las escobas. Una vez vestida veo que el profesor está revisando que nadie se haya dejado nada y recogiendo sus cosas. Entro.

-Damián, ¿Puedo ver los dibujos? Me produce curiosidad como me ven los alumnos –pregunto llena de curiosidad.

-Por supuesto, ahora cuando termine te acompaño y te explico las dudas que tengas. –responde sin mirarme pues está centrado en algo que no alcanzo a ver.

A medida que voy viendo los dibujos paso de confundida a sorprendida. No soy capaz de creer que tantas personas me vean de formas diferentes. Lo que si noto es que la mayoría me ha hecho una cirugía pectoral sin soltar un euro. ¡Menudos melones me han puesto algunos! Esto me acompleja un poco más si cabe. Cuando Damián termina sus cosas viene a mí y me va explicando.

-¿Por qué me han dibujado los pechos tan grandes? –pregunto para ver si da una luz a mi curiosidad.

-En arte cada uno puede jugar con lo que ve como quiere. El arte no tiene por qué ser preciso del todo. En la clase también jugamos con las proporciones y eso ayuda a saber emplearlas. Ellos no te ven así, pero juegan a imaginarte como les gustaría verte. –responde sin pelos en la lengua… me ha terminado de matar.

-¡Gracias por hundirme del todo! Si ya tenía complejos acabas de aumentarlos –respondo un tanto triste.

-¡Jajajajaja! No amiga, no tienes que tomarlo así. Ellos plasman sus deseos o preferencias personales en general, no sobre ti. Obvio que tu eres el modelo en el que se inspiran, pero a partir de ti plasman sus fantasías. ¡Tus pechos son preciosos! ¿Conoces a la actriz Milla Jovovich? –me deja algo más tranquila pero me sorprende con la pregunta.

-Sí, claro, la actriz que protagonizó las películas “Juana de Arco” “El quinto elemento” o la saga “Resident Evil”: Entre otras. –respondo presumiendo de experta cinéfila.

-¡Exacto! Pues hace unos años hice una serie de dibujos basados en ella. La escogí por que tiene unos pechos perfectos: tirando a pequeños y bien proporcionados con su cuerpo, ni abiertos, ni cerrados y sobre todo firmes y con una forma muy erótica. Bajo estas premisas, los tuyos son muy parecidos. –menuda forma de subirme el ánimo y verlos desde un punto de vista idealizado.

-¡Muchas gracias! nunca los hubiese visto así. Sin duda tienes una sensibilidad diferente. ¡Gracias! ahora tengo que marcharme, nos vemos el miércoles. –me despido y me marcho más que contenta.

Al salir a la calle me encuentro a Raúl que está esperándome.

-Te dije que no vengas a buscarme como si fueras un marido celoso y protector. No me gusta, quiero tener algo de intimidad e independencia. –le digo nada contenta por verlo allí.

-No, no es eso, es solo que tenía ganas de verte para que fuéramos a tomar algo antes de ir a casa. –responde pero no le creo.

-¡Jajajaja! ¿A casa? ¡Querrás decir a mi casa! ¿Ves como te comportas como si fuera algo tuyo? –le dejo claras las cosas por si se hace ilusiones.

Finalmente nos vamos y no dejamos de discutir todo el rato. Durante tres semanas sigo acudiendo a mi trabajo cada vez más contenta, con más confianza: Las palabras del profesor sin duda me han dado más seguridad. Durante las dos horas que permanezco sentada, las paso hablando, sin moverme, con los alumnos y eso me distrae. Pero hay uno de ellos que me llama mucho la atención; es un muchacho de unos 27 años, bien parecido sin llegar a estar muy bueno, alto, bien de tipo y muy simpático. Pero lo que más me llama la atención es que tiene los ojos muy parecidos a los míos, de un verde muy intenso.

Al terminar la clase suelo dar una vuelta por el aula, con el albornoz puesto, no espero a vestirme y que se hayan marchado, me interesa hablar con ellos y cambiar impresiones sobre cómo me ven. Un día profundizo al hablar con el que me gusta. Realmente sabe dibujar bien y me cuenta que él no necesita aprender en una academia, pero que es una forma barata y práctica de dibujar a un modelo vivo, nada de fotos.

-Pues si no quieres gastar en pagar a una modelo, puedes practicar con tu mujer o tu novia, lo que tengas. –le respondo de forma práctica y sensata.

-¡Jajajaja! -Se ríe y esto me mosquea- no, no tengo ni lo uno ni lo otro, al menos desde hace más de medio año –prosigue y en cierto modo me siento violenta por la situación. Pero me deja alucinada con la última frase. No entiendo que no sepa cuanto tiempo lleva sin pareja.

El lunes siguiente, cuando llego al trabajo me encuentro al profesor en recepción hablando con la directora de la academia. Al verme, ella me pide que les acompañe a su despacho. Me da por pensar que me van a despedir o algo por el estilo. Entro y me invitan a sentarme y el toma la palabra.

-Luz, hemos estado hablando sobre algo que debemos consultar contigo –me dice muy tranquilo y relajado. Esto me reconforta un poco.

-Dime lo que sea con total confianza –respondo con la mente llena de dudas.

-¡Pues verás! El tema es que hemos dado por finalizado el ciclo de arte clásico y queremos comenzar con uno diferente, uno dedicado al desnudo basado en temas más populares. Ahora los alumnos están preparados para jugar con el estilo que cada uno prefiera. Para ello, has de posar sin la tela que te tapa la zona íntima, es decir, desnuda por completo… ¿Tienes problema con esto? tu compañera Clara ha aceptado. Además se os pagará un suplemento.  –me da todo tipo de detalles de forma natural y profesional.

-No hay problema –respondo después de pensar unos segundos. El caso es que los alumnos y alumnas me miran de una forma muy natural y respetuosa. Esto me da confianza, además de que al escuchar la palabra suplemento, se ha puesto a funcionar la pequeña calculadora que tengo en el cerebro. Si tengo que mostrar la “hucha” para llenarla de dinero no tengo problema.

El lunes llego una hora antes al trabajo. Quiero ver a Clara posando para ver que hace o deducir como se siente. Sin duda esto me hará sentir más segura de mis misma. Cuando entro en el aula me situó al fondo y no pierdo detalle. La clase de hoy está dedicada a la pintura al oleo. No dejo de alucinar con lo hermosa que la están pintando. Esto desata en mis deseos desconocidos. Quince minutos antes de las ocho me voy hacia el “cuarto de las escobas” para simplemente desnudarme. En el pasillo me encuentro con el muchacho que tanto me llama la atención. Sin querer me entero de que se llama Luis. Después de tantos días que hemos hablado nunca se nos ocurrió presentarnos.

-¡Hola Luz! –Me dice Clara y me da los dos besos de costumbre- Relájate y no pienses cosas raras, no es nada del otro mundo. –continúa, dándome unos ánimos que puede que necesite.

-¡Hola Clara! No te preocupes, estoy como un mar en calma –respondo y salgo al aula.

Después de colocarme en la postura indicada, puedo darme cuenta de que es de lo más inocente: En pie, con uno ligeramente adelantado, los brazos caídos y pegados al cuerpo, con una rosa en la mano derecha, y con la cabeza ligeramente ladeada e inclinada hacia el suelo, con el pelo entre la mejilla y el hombro y la mirada perdida, como si estuviera pensando en mi amor. Al menos esta es la idea que me ha transmitido el profesor. Como fondo, han cambiado la acostumbrada cortina granate oscuro por una gran foto de un prado con un arrollo. Una escena de lo más campestre y bucólica.

Después de un rato sin apenas poder ver a los alumnos, me siento deseada y algo excitada. No puedo ver a Luis y eso me incomoda: me gusta ver cómo me mira, como coloca el pincel entre sus ojos y mi cuerpo, calculando las proporciones. Aunque el aula tiene aire acondicionado no puedo evitar sudar por culpa de los pensamientos que acuden a mi mente.

En el descanso tengo tantas ganas de fumar que entro en el camerino y enciendo un cigarrillo, saltándome la prohibición de fumar allí. No suelo fumar apenas, pero siempre llevo una cajetilla de Camel para momentos de ansiedad: Fumar me relaja muchísimo.

Al término del descanso me coloco en la misma posición. A los pocos minutos comienzo a fantasear. Poco a poco voy imaginando como Luis se acerca a mí, yo permanezco inmóvil, aguantando la respiración. Comienza a acariciarme la espalda, juega con mi cabello y me besa la nuca. Se coloca con el pecho apoyado en mi espalda, posa sus manos en las caderas, como dos grandes mariposas. Después me abraza juntando sus manos en el vientre. -¡Uffff! Comienzo a sentirme muy caliente-. Sigo imaginando que me gira y me besa dulcemente, en los labios que ya están preparados para recibir a los suyos. Desliza la mano izquierda por la espalda, a la altura de la cintura y con la otra presiona mi nuca contra su cara, para proporcionar más vigor al beso.

-Tengo que dejar de fantasear –me digo a mi misma.

Lejos de hacerme caso sigo imaginando que lo miro, está desnudo del todo otra vez a mi espalda, con el miembro relajado pero grandioso pues la escena no es nada sexual, más bien sensual y tierna. Deslizo la mano por detrás y la tomo, simplemente la abrazo, sin más movimientos. Puedo observar como el resto de la clase mira la escena y se van acercando hasta rodearnos. De esta forma nos ven mejor y comienzan a posar sus manos sobre mi cuerpo. Mil sensaciones recorren mi anatomía al sentirlas deslizarse, como si fueran plumas que me arrancan pequeños gemidos de goce.

Un ligero golpe distrae mi atención, es solo un pincel que se le ha debido caer a alguien al suelo. Regreso a mi fantasía y ya todos están desnudos a mí alrededor. Luis desliza su miembro entre mis piernas cerradas, desde atrás, rozando la hendidura vulvar al abrirse paso entre la parte interna de los muslos. ¡Uffff! ¡Como me gusta imaginar ese roce!

Pasados unos instantes me gira para ponerme frente a él, me separa un poco y dos de los alumnos me sujetan por la cintura y los brazos. No puedo imaginar lo que pretenden. Salgo de dudas cuando Luis me levanta la pierna izquierda, la sujeta en alto y busca la entrada de la vagina. Separa los labios al abrirse camino con el glande y termina introduciéndola del todo con mucha calma.

-Luz, ni se te ocurra correrte –me digo a mi misma sin saber muy bien lo que me pasa.

Cuando regreso a mi fantasía me está follando con lentitud y sin prisa. En mi interior puedo sentir los gemidos que me arranca con cada penetración, casi puedo percibirlas. Docenas de manos recorren mi cuerpo y eso me excita más aun. Los sentidos me abandonan y me entrego resignada a lo que sea. Deseo que no termine nunca, deseo ser follada, como si fuera la única mujer en el mundo.

Las manos que recorren mi espalda dejan de hacerlo y se apartan. Acto seguido notar algo duro y grande que se apoya en la hendidura que separa los glúteos. No quiero pensar y me abandono resignada a lo que venga. Luis me coge con sus vigorosos brazos y me levanta en volandas, sin sacar el miembro que me mata de placer. Rodeo su cintura con las piernas y comienzo a cabalgar la polla, suspendida en el aire.

Se detiene, y esa polla que acariciaba la hendidura traerá, se abre camino poco a poco por el agujerito estrecho y oscuro. Al sentir las dos vergas dentro de mí cierro los ojos y dejo que hagan lo que quieran. Comienzan a entrar y salir en direcciones opuestas, impidiendo que mi cuerpo sufra el más mínimo balanceo. Las manos del resto no dejan de acariciarme la poca carne que queda al descubierto, por los costados y las caderas. Imagino cómo me corro, sin poder evitarlo y gozando como nunca, abrazando cada descarga de energía en el interior. Cuando estoy terminando de correrme, dos torrentes cálidos y lechosos me inundan y eso arranca de mi boca gritos de locura y desesperación. Terminan de eyacular y apuran las últimas gotas con embestidas cortas y pausadas. Las fuerzas me abandonan y terminan saliendo de mí y tumbándome sobre el suelo, como inerte. Puedo sentir como se alejan de mi lado y me dejan sola, satisfecha y complacida.

Las palmadas de Damián, el profesor, me devuelven a la realidad, es la señal de que la clase ha terminado. Me despido de todos y me voy con prisa al camerino. Sin perder tiempo me pongo el albornoz y voy corriendo al servicio. Por suerte no me he corrido pero necesito hacerlo, me muero por masturbarme antes de que el calentón se pase. Durante más o menos cinco minutos no dejo de darme placer hasta obtener el premio del orgasmo. Por fin he apagado el fuego que ardía en las entrañas.

Al salir de la academia llamo a Raúl y le cito en mi casa. Me dice que está estudiando pero accede. Al llegar lo espero completamente desnuda, necesito ser follada más que nunca. Le ordeno que se desnude y le ayudo para tardar lo menos posible. No tengo tiempo ni de llegar a la cama y por lo tanto me acerco a la mesa del salón, abro las piernas, apoyo los antebrazos en el tablero inclinando el cuerpo hacia delante y le pido que me folle sin precalentamiento, el calentón lo traigo esta noche incorporado.

-¡Fóllame Raúl! Quiero que me destroces los dos agujeros. Métela pronto que tengo el coño inundado. –le digo fuera de mí y él me complace sin pensarlo. Sin duda se pregunta que me ha pasado para estar así, pero tiene tantas ganas de aprovechar la ocasión que guarda las preguntas para cuando terminemos.

Durante más de una hora ininterrumpida nos entregamos a todo tipo de perversiones sexuales. Finalmente quedo satisfecha y respondo al interrogatorio. Le hago creer que al llegar al portal había una pareja follando en el escalón y que al verlos me he puesto a cien. Está tan sorprendido y satisfecho que lo cree con los ojos cerrados y le invito a quedarse a dormir. Apenas tardo cinco minutos en caer en los brazos del sueño, con la imagen en mi cabeza de la orgía imaginaria que he vivido.

Ningún otro día vuelvo a pasar por algo parecido. Pero después de terminar las clases vuelvo a mirar los cuadros que tanto me gusta observar y que me reflejan de tantas maneras diferentes. Lo hago desnuda pues nada tengo que mostrar que no estén artos de ver. Uno de tantos días me centro más en la pintura que está por terminar Luis, la tiene muy avanzada. Mientras comentamos el cuadro y hablamos de erotismo llega Raúl. Ha venido a buscarme sin esperarlo. Ya podéis imaginar la escena: ¡Qué si eres una puta! ¡Qué si he guardado bien el secreto! Y ese tipo de comentarios machistas y posesivos, sin siquiera detenerse a preguntar o saber. No he querido decírselo por miedo a su reacción. Efectivamente mis razones tenían fundamento.

Luis me defiende y trata de explicarle y calmarlo. Raúl no atiende a razones y es finalmente el profesor quien le ordena salir del aula y lo acompaña a la calle. Me siento tan violentada, triste y avergonzada ante quienes han presenciado la escena que me marcho corriendo a vestirme.

Al salir Raúl está esperándome, apoyado en su coche. Me pide que suba y me niego.

-No quiero hablar contigo. Eres un cabrón y no tienes derecho a tratarme como a una cualquiera. –le digo y comienzo a caminar alejándome de él.

Me sigue, diciéndome infinidad de palabras y frases que no quiero reproducir, se pueden imaginar. Me alcanza y estrella contra la pared de la fachada de un banco. Durante varios minutos no para de decirme barbaridades y finalmente, llorando de impotencia, me marcho corriendo calle arriba.

El se dirige hacia el coche para seguirme. No consigue alcanzarme ni verme pues me escondo en un portal que tiene la puerta abierta. Durante diez minutos lo veo subir y bajar con el coche hasta que por fin se marcha para buscarme más adelante. Jamás pude imaginar que fuera de esa forma. No después de comportarse durante cuatro meses de la forma más natural y cariñosa. Decido ir calle abajo y buscar un taxi: no vivo muy lejos para necesitarlo pero lo prefiero a ir por la calle.

Al pasar frente a la academia puedo ver que Damián y Luis están hablando. Me acerco a ellos y me percato de que están alterados, hablando de mí. Al verme se dirigen a mi encuentro.

-¿Estás bien Luz? –me preguntan los dos muy preocupados.

-No, no estoy bien. ¿Podéis llevarme alguno a casa? ¡Por favor! –respondo sin dejar de sollozar y sorber la nariz.

No dejan de preguntarme por qué se ha portado así. Les explico un poco lo sucedido y Luis se ofrece a llevarme en su coche. Nos despedimos de Damián quien me propone no ir el próximo día si no me encuentro bien.

Al llegar a casa estoy más calmada y puedo ver que Raúl está haciendo guardia en el exterior del portal. Pido a Luis que siga sin detenerse y nos alejemos con la esperanza de que pasado un rato se canse y se marche.

-¡Quieres tomar algo para calmarte? -Me pregunta Luis con voz tranquila y visiblemente afectado por la situación.

-No Luis, me apetece respirar aire fresco y pasear. –respondo pues: Aunque es verano, la noche es algo fresca y la temperatura es ideal.

-Conozco el sitio ideal –dice mientras detiene el coche, da media vuelta y acelera. No sé dónde me lleva pero me da igual, solo quiero alejarme y él me inspira confianza. Durante los quince minutos que tardamos en llegar al sitio que ha pensado, Raúl no ha dejado de castigar mi teléfono con llamadas que he colgado sin contestar.

Finalmente llegamos a una especie de mirador que hay junto a la carretera y desde donde se ve toda la ciudad. Bajo del coche y puedo admirar la ciudad donde he vivido tantos años de forma diferente. Realmente está preciosa. Esto consigue que me relaje y respire con ganas, mitigando por completo las lágrimas. Durante un buen rato no dejo de contarle lo sucedido y por qué mi chico se comporta de esta manera. Estamos entados en un banco de piedra y cuando termino de explicar me toma las manos y me dedica palabras de consuelo.

-Tranquila, todo ha pasado. Verás como todo se arregla y se olvida –intenta darme ánimos y termina por besarme la frente, de forma fraternal.

-No quiero volver a saber de él. No quiero pasar una segunda vez por lo mismo. –Replico despertando su curiosidad.- no me preguntes, todo aquello quedó superado, pero me ha servido de experiencia –termino por decir y él rehúsa preguntar.

Durante un rato seguimos hablando de otros temas y me cuenta cosas de su vida. Finalmente me habla de su ex, de cómo terminaron, simplemente porque el amor se convirtió en monotonía, pero de forma amistosa. Incluso me confiesa que siendo amigos se llevaban mejor que cuando eran pareja. Esto me da que pensar y, finalmente, termino reconociendo que como los amigos de verdad, no hay nada.

Totalmente relaja, le pido que mire al cielo pues, en ese lugar apenas hay luz y se ven muchas más estrellas de lo normal. Le señalo gran parte de las que conozco y la historia de sus nombres. Señalo las constelaciones y el pobre apenas puede distinguir la forma que componen las estrellas que las conforman. Pero pasamos un rato divertido.

-¿Enserio no quieres contarme lo que te paso esa vez anterior a la que has hecho alusión antes? –pregunta al verme sonreír totalmente calmada.

-No Luis, prefiero no hacerlo, fue doloroso y lo tengo superado. Pero te lo resumiré, si quieres, con la visón que tengo del amor. –respondo intentando atenuar su curiosidad.

-Como quieras Luz, te atiendo –Responde y se dispone a escucharme.

-Te lo explicaré con un ejemplo –comienzo con mi teoría- verás, las estrellas son cuerpos del universo cargados de cantidades increíbles de energía, que se podrecen con el choque de las moléculas de los elementos químicos que las componen. Estos elementos están en constante movimiento, y durante millones de años, las estrellas van aumentando su tamaño, hasta que finalmente explotan en una supernova. Pero, hay una forma de que una estrella muera prematuramente: que comience a producir hierro. Es decir, que sus elementos generen moléculas de este elemento. Para una estrella, el hierro es como el cáncer para un órgano del cuerpo humano. La va consumiendo a medida que lo genera. Cuando la cantidad de hierro producido es muy grande termina por consumir a la estrella y esta muere. Tarda también miles de años, pero menos. Finalmente lo que queda es como el hueso interno de una fruta, es decir, la semilla. Al morir la estrella queda un núcleo formado por carbono, que como sabrás es el componente que forma los diamantes. Pues al final lo que queda es un diamante de trillones de quilates, más o menos del tamaño de un planeta pequeño como la tierra.- termino de explicar y tomo aire.

-¡Qué interesante!, pero no entiendo la relación –replica bastante perdido.

-Pues para mí, el amor se va alimentado y creciendo como hace la estrella. Se alimenta de las pequeñas cosas de la vida, de los sueños, esperanzas, etc. Pero pueden llegar los celos, la desconfianza, los malos modos y otras cosas que, al igual que el hierro en las estrellas, lo va consumiendo a medida que se generan todas estas cosas negativas. Finalmente termina muriendo pero queda el diamante, es decir, la amistad o el fondo bueno que todos tenemos. En mi caso el amor murió, pero quedó el recuerdo de lo bueno que tenía aquella persona. En cierto modo es lo que me ayudó a superarlo con menos dolor, pensando que en el fondo no fue malo mientras duró. Prefiero quedarme con los buenos momentos y aprender de los malos.

-¡Joder chica, me has dejado de piedra! Lo tuyo es la filosofía –Me responde y arranca una sonrisa de mis labios. Realmente da gusto hablar con él.

Me inspira tanta ternura que me giro hacía él y torpemente le beso la boca. El se retira sorprendido, sin entender que me impulsa a hacerlo.

-Perdona, fue un arrebato. Me ha enternecido tu forma de escucharme. ¡Lo siento! –le digo con voz triste y avergonzada.

-No pienses que no lo deseo, es simplemente que no lo esperaba y no he sabido reaccionar.-responde excusándose y mostrando interés por mí.

Para que me entienda mejor le cuento la fantasía que tuve días atrás, el primer día que pose como mi madre me trajo al mundo. El pobre no sabe donde esconder la cabeza, ni dónde mirar, ni qué hacer o decir. Simplemente deja que termine de contar.

-¡Joder Luz! No había intuido que sintieras así. Esto te muestra como una chica dulce y sensible. A mí también me atraes pues eres preciosa y sensual. Pero nunca me lo he planteado pues eres bastante más joven que yo. –intenta explicarse de forma torpe y muy cortado.

- y… ¿Cuántos años tienes? Yo 21 recién cumplidos. –pregunto lo que hace semanas debería haber hecho.

-¡Jajajaja! Yo 29, te saco un puñado de años. Pero no aparentas esa edad a juzgar por cómo hablas y por la mentalidad que demuestras tener. –me llama cría y lo suaviza con halagos. Eso me irrita y hace saltar.

Me levanto ante su asombro, me coloco frente a él, me acerco lo que puedo y paso una pierna por uno de sus costados y después la otra por el costado contrario, quedando sentada cara a cara sobre sus muslos, sin llegar al paquete y rodeando su cintura.

-¿No será que tienes miedo de una “niña” como yo? pues que sepas que de niña no tengo nada. He vivido mucho y sé lo que quiero y lo que hago. –le digo con cierta chulería.

-¡Te creo, te creo! Ya lo estoy viendo. Pero… le interrumpo.

-Pero no pienses que te quiero como novio ni nada por el estilo, simplemente me gustas y he fantaseado contigo. –le aclaro por si había pensado cosas raras. Sin dejar que piense demasiado le beso de nuevo, con más ganas al tener mejor posición.

-¡Ufff chiquilla! ¡Qué fogosidad! No te imaginaba así –dice después de terminar el beso que, esta vez sí, me ha correspondido.

Nos volvemos a besar de nuevo, con más intensidad, esta vez acercándonos por igual. En este momento suena el tono de mensaje de entrada en el teléfono. Había apagado el tono de llamada pero no el de los mensajes. Miro la pantalla y veo que tengo más de 40 llamadas de Raúl y un mensaje, además de una llamada de María. Paso de las llamadas y leo el mensaje que dice esto:

 

                                                                                                    

ERS UNA PUTA Y UNA GUARA A SABER CONQUIEN STARS

FOLLANDO SI NO ME COTESTAS HEMOS TERMINADO

PERDONAME NO QUERÍA PORTARME ASI SOY UN INVECIL

LLAMAMEEEEE PORFA SAVES Q T QUIERO

                                                                                                    

 

-¿Qué soy una puta? Te vas a enterar ahora si soy una puta o no –me digo a mi misma con los ojos inyectados de sangre y rabia.

-¿Es de él? –pregunta Luis.

-Sí, es el subnormal de Raúl.- Contesto- Ahora va a saber cómo esta estrella se convierte en supernova y no en diamante. Estoy hasta los ovarios de aguantar pelmazos y machitos –me digo en voz alta para que lo escuche Luis.

Dicho esto, lo beso de nuevo. Mas que besarlo le como la boca y él me corresponde olvidando la diferencia de edad. Ahora lo que tiene encima no es la niña que él pensaba, es una mujer que sabe lo que quiere y por qué lo quiere. Durante un buen rato nos damos el lote como no recordaba. Finalmente deslizo la mano a su entrepierna y puedo notar que la tiene dura como una barra de hierro. Me deslizo y me siento encima de ella, notándola a través de la tela del pantalón vaquero, en el coño y en el culo.

-Vamos al coche, estaremos más cómodos ¿Quieres? –le sugiero mientras me levanto y aparto ligeramente de él. Le tiendo la mano y la coge.

-¿Está segura? Mira que no quiero aprovecharme de la situación. –me responde algo intimidado.

-No puedo estar más segura. –afirmo con confianza y nos encaminamos hacia el coche.

El coche es bastante grande por fuera, y cómodo y espacioso por dentro. Recuerdo que era un Volkswagen por el anagrama, un todo terreno, pero del modelo ni idea. Le dirijo hacía la puerta del acompañante pues, sin duda, ese asiento será más cómodo que el del conductor por razones obvias. Sube y se sienta, le sigo y me siento sobre él con las piernas abiertas. Sin mediar palabra nos comemos de nuevo la boca con frenesí. Nos acariciamos por todas partes, nos magreamos lo que encontramos a mano. Finalmente me saco la blusa, sin desabrochar los botones y mis tetitas quedan a su alcance para que las bese, lama y mordisquee. Durante un rato me deleita con la maestría de sus labios, lengua y dientes. Noto cierto malestar en el coño pues la tela basta del pantalón lo oprime. Sus manos acompañan a la boca en su peregrinaje por mis tetas. Me siento en la gloria y siento que necesito más para calmar la ansiedad que tengo por entregarme del todo.

Reculo para dejar accesible su bragueta, y cuando está a mi alcance, la bajo y meto la mano dentro. Noto que se excita por la intensidad de los mordiscos que me propina en los pezones. Echo la cabeza hacia atrás y me dejo hacer, sin soltar su miembro.

-Va por ti, Raúl –pienso mientras me muerdo los labios y cabalgo ligeramente sobre Luis, como si estuviera follando.

Al rato me detengo y sin sacar la mano le digo…

-Si me deseas esta es tu oportunidad. Si quieres follar estoy dispuesta a ser tuya por esta noche. –le digo fuera de mí y deseosa de que me acepte.- Por los condones no te preocupes, llevo en el bolso al menos dos o tres.- añado pensando que él no tenga: no obstante lleva solito una buena temporada.

-Sí Luz, te deseo y ahora estoy seguro de que sabes lo que quieres –responde convencido.

Como puedo me levanto y me voy quitando el pantalón, la postura no es cómoda y él me sujeta para no caer. Cuando he terminado tiro el pantalón, con rabia, al asiento trasero y me quito el tanga que sigue el mismo destino. Abro el bolso y saco la cajita de condones, extraigo uno y se lo doy para que se lo ponga. Una vez lo tiene puesto me incorporo un poco y me sitúo sobre al verga. No puedo calcular el tamaño pero parece grande. Se desabrocha el pantalón y lo desliza por los muslos, arrastrando el calzoncillo con él y ayudado por los movimientos de sus caderas.

En esta posición agarro el falo, con la mano derecha, con firmeza, y deslizo el glande por toda la raja, de norte a sur. De esta forma quiero estimularme un poco más y que el coño lubrique lo suficiente para acoger con garantías la enorme polla. Sin duda es la más grande que habré tenido dentro cuando me penetre. Durante un ratito la paseo por toda la hendidura vaginal y esto me gusta mucho, da un gustito diferente a estimularlo con los dedos. La suelto y le pido que lo haga él, de esta forma puedo agarrarme a lo que pueda con ambas manos y dejar de estar en posición cansina. Llegado el momento le pido que se detenga.

-¡Métela ahora, apunta bien! –obedece y la detiene, me pongo en posición y desciendo lentamente, empalándome del todo en ella. Sin duda es larga y gruesa pues la siento rozando el útero y me ha abierto el coño más de lo que recuerdo. Comienzo a cabalgar, aumentando el ritmo hasta adquirir uno constante.

-Me gusta tu polla Luis, me expande el coño más de lo que recuerdo… ¡si, si, si! –le digo mientras me siento cera del cielo.

Pasados unos minutos alcanzo el orgasmo y me dejo caer sobre su pecho, bañada en sudor y jadeante. He detenido mis movimientos por completo y me encanta sentir eso dentro de mí. Me recreo con los últimos coletazos del orgasmo y no dejo de decir palabras y expresiones impropias de una señorita. Permanecemos parados un par de minutos.

Me siento muy animada y quiero sentirla dentro del ano, sin duda será un reto tragar semejante instrumento. Me levanto un poco, lo justo para que salga de mí, la palpo con la mano y noto que está impregnada por la miel que ha producido mi panal.

-Creo que será suficiente lubricante –quiero decirme a mi misma y lo en voz alta.

Luis no parece entender que me propongo y espera curioso los acontecimientos. Me levanto lo que puedo y me giro dándole la espalda. Planto el culo encima del mástil y desciendo, hasta notar el glande en la entrada. Con la mano lo cojo y sujeto para que no se desvíe de la posición. Lentamente voy dejando que la gravedad tire de mí y va entrando. Cada poco me detengo para que se asiente y me habitué al tamaño.

-¿Qué haces Luz? –pregunta Luis sorprendido después de reaccionar.

-Quiero que me taladres el culito… ¿No te gusta? –contesto dulcemente y ansiosa por tenerla del todo dentro.

-No lo sé, nunca lo he probado así. –responde casi con sonrojo.

-Tu relájate que veras como te gusta –respondo tratando de imaginar en qué monasterio ha estado metido toda la vida.

Animada por la idea de desvirgarlo de esta forma sigo sentándome hasta conseguir tragarla del todo. Me quedo un instante sentada sobre él para que sepa lo que se siente. Cuando creo que es el momento, comienzo a subir y bajar muy despacio, pues sin duda la presión es extrema en el ano. Al rato ya me he habituado y aumento la velocidad de ascenso y descenso. Me agarro fuertemente al salpicadero y noto que el colabora chocando en su ascenso con mi descenso, produciendo un sonido parecido a una palmada.

El calor en el interior del coche es insoportable y el sudor me escuece al entrar levemente en los ojos. Abro la puerta buscando aire pero no es suficiente. O aguanta mucho o le cuesta concentrarse, pero el caso es que no suelta la leche. Termino por detenerme pues no doy para más.

-Luis… ¿Qué llevas en el maletero? -Pregunto buscando una solución.

-Nada, si acaso un par de raquetas de tenis y algo de ropa de deporte. –contesta y veo una oportunidad.

-¡Sígueme! –le pido y bajo del coche con las vergüenzas al aire.

Me sigue y abrimos el maletero. Recojo un par de sudaderas y le pido que se quite los pantalones del todo. Tras hacerlo le tomo de la mano y vuelvo a rogarle que me siga. Volvemos de nuevo al banco de piedra que no tiene respaldo. Extiendo las sudaderas sobre la piedra, me siento a caballito, con las piernas a ambos lados y me tumbo, dejando el culo más que accesible. Le pido que se coloque detrás de mí y lo hace.

-Ahora métela por donde ya sabes, pero con calma, no quiero que me partas en dos. –le ordeno poniendo la punta de la verga en el ano.

Despacio la va introduciendo hasta que choca el vientre con mi culo. Sin duda la postura abre bien el agujerito. Comenzamos a movernos para que salga y entre, acelerando los movimientos y produciendo el mismo sonido de antes al chocar vientre y nalgas. Caigo en la cuenta de que estamos de perfil a la carretera y que cualquier coche que se acerque por ella puede vernos. Me da igual, eso me provoca más morbo. Solo rezo porque no sea la Guardia Civil.

Durante más de cinco minutos no deja de castigarme el ano y el recto, embravecido por la novedad de estrenarse en el mundo de la sodomía. Estoy tan cachonda que me llega un segundo orgasmo, más intenso que el anterior, mucho más.

-Síiiii Luis, dame bien fuerte que me encanta. Por detrás es como más me gustaaaaaa… -apenas puedo hablar sin ser interrumpida por los jadeos y pequeños gritos de placer.

Cuando termino de orgasmar noto el chochito se inunda. Sin duda me he corrido bastante. Aun sigue sin aparecer la leche y eso me desespera, nunca me han aguatado tanto. Pienso que puede ser por la novedad.

-Para Luis, déjalo, sácala y te sientas –le pido buscando soluciones.

Lo hace y sin perder tiempo retiro el preservativo y lo tiro al suelo. Me agacho sobre la verga y por fin puedo ver el tamaño con la escasa luz que llega de la cuidad. Es sin duda la más grande que he visto nunca. La meto en la boca y apenas puedo tragar la mitad. No importa, lo importante es estimular el glande con los labios y el tronco con la mano.

Durante un ratito me entrego con dedicación; succionando, lamiendo con la lengua al tenerla dentro y rozando levemente con los dientes.  Sin dar muestras de lo que viene termina lanzando un buen chorro dentro de la boca. Continúo y a este le sigue un segundo menos abundante pero más lechoso. Finalmente suelta un tercer chorro apenas significativo. Tengo la boca llena y me resisto a tragarla, mientras termino de exprimirlo como a un limón, succionando y sin dejar de pajear.

Cuando no queda más, me retiro y escupo el semen en el suelo. Le miro, le veo tumbado en el banco, exhausto y jadeante. Sin duda está más que satisfecho, le ha costado pero está feliz, tanto como yo. La tomo de nuevo con las manos y saboreo los restos que impregnan la polla, arrancándole un par de gemidos más. Me encanta sentir que me llena la boca y que los labios no dan más de sí.

Finalmente voy al coche y cojo del bolso un paquete de pañuelitos de papel y sus pantalones. Regreso y le limpio a conciencia. Después me limpio los bajos que aun gotean un poco.

-Vamos, ponte los pantalones no sea que nos vea alguien. –le pido y regreso de nuevo al coche para recoger mi ropa y vestirme. Si alguien estuviera mirando a escondidas necesitaría una U.V.I con urgencia.

Regreso con él y lo encuentro sentado. Me siento y enciendo un cigarrillo, me muero por fumar. Al rato me dice…

-Luz, eres ¡Increíble!  Me fascina la dedicación con que te entregas. No entiendo como tu chico no está feliz por tenerte.

-¡Gracias Luis! Mi forma de practicar sexo es muy cerebral: Intento darlo todo para que la persona con quien follo se entregue a tope y de esa forma gozo lo que quiero. –Respondo mostrando mis cartas- respecto al hijo de su madre de Raúl, esta noche hemos terminado, mañana le doy el pasaporte. –añado con voz firme y convencida. No pienso aguantar nunca más que me traten así. –Quien quiera estar conmigo tendrá que aceptarme como soy y acatar mis decisiones personales-, termino sentenciando.

-Es lo más sabio que he oído en una chica jamás. Por lo que veo tienes las ideas muy claras y eres contundente. –sin duda me gusta cómo piensa… si no lo dice por complacerme.

Llegadas las tres de la madrugada y después de mucho hablar, me lleva a casa. Raúl ya no está, se ha debido de cansar de perder el tiempo. De todas formas pido a Luis que me acompañe, no sea que llegara alguien y Raúl entrara al abrir este vecino la puerta. Subimos en el ascensor bromeando sobre el idiota. Al llegar a mi planta vemos que no está y nos despedimos con un beso.

-¡Gracias por todo Luis! Esta noche me has hecho sentir bien anímicamente y satisfecha sexualmente –le agradezco y lo beso de nuevo.- cuando quieras… ya sabes donde vivo –añado como una clara invitación para que venga.

-Entendido, ¡Gracias princesa! –se muestra agradecido y galante.

-Pero ten presente esta noche y todo lo sucedido. Como amigos lo que quieras: salir de paseo, cenar, ir al cine... lo que sea… follar... Pero por favor, nada de amor ni historias raras. Me gusta tu compañía y tenerte dentro de mí. Siempre que nos apetezca lo haremos pero cada cual con su vida. ¿Conforme? –le dejo claras mis intenciones y deseos.

-¡Jajajaja! OK linda, lo tengo claro desde hace varias horas. –responde conforme y se marcha.

Durante un buen rato me quedé tumbada en el sofá, pensando en el bien que me había hecho Luis y en el giro que debía experimentar respecto a los chicos y a mi relación con ellos. Me planteé no tener novio ni pareja durante bastante tiempo y a día de hoy me he mantenido fieme en el compromiso conmigo misma. Rollitos los que pueda y quiera, pero nada más. Me queda vida por delante para pensar en matrimonio, hijos y de más. Pero antes necesito mi libertad y vivir a tope cada día como si fuera el último.

Soy como soy y como las circunstancias me han ido guiando, por caminos más o menos amargos pero al final soy feliz y eso es lo que cuenta. Amigos no me faltan y sexo tampoco, no puedo pedir más.

Al día siguiente acepté una de tantas llamadas de Raúl.

-¿Qué quieres? –Pregunto nada más descolgar y con voz seria.

-¿Dónde te metiste que te esperé horas? –me pregunta con tono malicioso y bruto.

-Pues te cuento: Tenías razón en tu mensaje, estuve con un amigo que me consoló y terminé follando con él, eso me hizo ver claro al 100% que no quiero nada más contigo. Por tanto no insistas más. –le explico con firmeza y con tono vengativo.

-Ves como eres una guarr… -en este momento corto la llamada, no quiero escuchar más. ¡Que se mate a pajas! O si no que se folle a su hermana que tiene un buen polvo.

Durante días insistió por teléfono o viniendo a casa. Pedí a María que se viniera unos días conmigo y ella le atendió una de las veces que vino a casa. Fue en la puerta, sin dejar que metiera un solo pie. Le dejó claro lo que pensaba y para que no insistiera le amenazó con llamar al portero si volvía. Se fue de mala leche y no volvió.

De vez en cuando lo veo por la calle pero ni hola ni adiós. Gracias a él me di cuenta de lo poco que necesito tener a un chico a mi lado, salvo de forma esporádica.

Con Luis me seguí viendo en el aula de dibujo y me excitaba demasiado que me mirara. Por lo tanto: Terminábamos follando en su casa, en la mía o en el coche al menos tres días a la semana. El trabajo se terminó y con él también verme a menudo con Luis, pero de vez en cuando nos hemos visto. Suelo ofrecerme en las escuelas de arte como modelo pues me gusta y me siento femenina y liberada. Además, ¡Qué caramba! Es dinero fácil y ganado honradamente. Pero la espinita que me quedó fue no seguir viendo a Clara, mi compañera de desnudos. De buena gana me hubiera liado con ella cuando hubiese querido, aunque sospechaba que el tema de la bisexualidad no le iba.

 

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RELATOS FAVORITOS

Quiero incluir en mis relatos esta pequeña sección para recomendar algunos de los que más me gustan y que ceo que a más de uno pueden gustar de igual modo. Podéis encontrar el enlace en mi lista de relatos favoritos. Pido perdón a sus autores si se sienten molestos por ello. ¡Deseo que no sea así!

“Trampas (2): 200.000 Euros”   Autor: lgbcn.

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Amigo lector, si has llegado hasta aquí es que te ha gustado mi relato. O no ha sido así y has aguantado hasta el final. En cualquiera de los casos ¡GRACIAS!

Escribir un relato supone mucho tiempo y trabajo para que quede lo mejor posible. Por ello me gustaría contar con un comentario o voto tuyo y de esa forma saber cómo puedo mejorar para los próximos o dedicarme a otra cosa… jajaja, ¡Es broma! Si no te apetece escribir me conformo con un simple “Me ha gustado” o “No me ha gustado”. ¡SÓLO SON DOS PASOS!

 

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Gracias por tu atención y disfruta del >>>

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Siguiente relato (Extra) >>> De niña a mujer: "¿Orgía o Gang Bang?">>> Categoría: Orgías.

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AGRADECIMIENTOS: akiresu, Amandasexo, Amorplatónico, andrecristi, ANTONIOBMBSX, aphanius, buhodelsur, chicobarcelones, cycle, dantralo, David, elmenda94, erostres, Flakito25, Gatacolorada,  gervar, HombreFX, HombreFX, Huesito, iguazo, IncestLover, Kike85, Khyra, ladysexopata, Leonor, lgbcn, lily, Luis, Mar y fuego, MaxPower, mi yo perverso, moisés, nachosifredi, nebur, pepemanolillo, Raymundo, Rod, Sofía, solitario, solnegro, Sir, teto 2000 y zack, zarrio01.

¡GRACIAS! por vuestros inestimables comentarios. Besos.

También quiero dar las gracias a la infinidad de lectores (ya sois más de 491) que no han dejado comentario, pero que me han obsequiado con unas palabras a través del Em@il: Algunos correos han sido realmente ¡Emotivos! Sois tantos que me resulta imposible mencionaros y sólo me he limitado a contestaros, más teniendo en cuenta que lo hacéis de forma confidencial.

TAMBIÉN para vosotros ¡GRACIAS! me habéis animado a intentar superarme. Besos.