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Dando el espectáculo

en Hetero: General

En realidad no iba de putas, no tenia mas dinero que el de una copa, solo quería ver el espectáculo erótico que había allí a las cuatro de la madrugada. Así que en cuanto dejé a mis amigos en su casa me dirigí solo sobre mi moto al club Astarté donde sabía que se hacían strep-teases. Me había puesto una camisa blanca unos vaqueros y mi bañador de licra rojo ajustado usandolo como pequeño slip. Hacia mucho calor en la ya casi madrugada veraniega.

Nervioso y emocionado, siempre me emociona entrar en un puticlub, bajé las escaleras hasta la caliente penumbra. No había nadie en la pista, todavía, solo algunas chicas con ropas insinuantes y apretadas sentadas en los sofás repartidos por la sala o junto al enorme mostrador. Algunas de ellas acompañadas de potenciales clientes. Me acerqué a la barra procurando evitar llamar la atención y pedí mi consumición, girándome, me dediqué a contemplar el lugar.

Poco tiempo había pasado cuando se me acercó una de las prostitutas, una chica rubia grande, tipo valkiria, con unos inmensos ojos azules y unos enormes pechos que apuntaban derechitos a mi cara como queriendo escapar de la ajustada camiseta de tirantes que solo haciendo un gran esfuerzo de imaginación podía sospechar como la dejaba respirar. Tras un par de besos en las mejillas y la presentación típica del lugar, la chica se hacía llamar Silvia, en cuanto le dejé claro mi falta de liquidez y que no iba a pagarle ninguna copa se retiró en busca de bolsillos mejor dotados.

Pero en su camino se detuvo a hablarle al oído a una apetecible morenita, de cabello por los hombros, ojos marrones hombros bronceados que mostraba un ligero vestido negro de tirantes. Ambas miraban en mi dirección como evaluándome y luego la rubia siguió adelante. Ahora debería describirme pero nunca me he considerado guapo, aunque supongo que aventajaba a los clientes habituales del club. Joven, mucho, moreno, como 1'75 de alto delgado ojos claros y un cuerpo moderadamente musculado procedente del trabajo mas que del gimnasio o del deporte. Me senté en uno de los sofás cerca del escenario a la espera del comienzo de la función.

Y al poco rato se me acercó la morena. Se sentó a mi lado, y tras el tradicional ritual de la presentación y los dos castos besos en las mejillas me explicó que era una de las participantes en los stripteases y quería sacarme a la pista y jugar conmigo delante del público. Quería que yo participara en el espectáculo. Asombrado  miraba sus labios rojos, nervioso veía los pezones marcados en la liviana tela y los muslos asomando por el corto vuelo de la falda. Sería con ella, primero habría un numero de striptease normal a cargo de una monumental mulata y luego saldría ella y me sacaría a mí a la pista donde jugaría conmigo, me arrancó el consentimiento prometiéndome que no me desnudaría... del todo.

Al cabo de un rato cambió la iluminación, la música se hizo mas fuerte y sacaron a la pista una especie de diván redondo y bajo. De inmediato quedó iluminada solo la pista y salió la mulata vestida con un traje de hombre. Ni siquiera la americana era capaz de disimular aquellos enormes melones y de todas formas tampoco le duró mucho puesta. A través de la leve tela de su camisa blanca casi podía verse la piel negra como si no llevara nada, además de sus amplias caderas marcadas por los masculinos pantalones. Su hermoso culo se dibujó perfectamente cuando subió una pierna y arqueó la espalda para quitarse las sandalias de enormes tacones de aguja.

Una vez libres los pies no tardó en quitarse los pantalones y sus hermosas piernas que dejaron al descubierto de los finos tobillos a los muslos delicadamente torneados hasta el arranque de las nalgas que apenas podíamos adivinar por la longitud de los faldones de la camisa. Siguiendo el ritmo de la música se levantó estos dejándonos ver por fin el leve tanguita negro que cubría su pubis y cuando se giró el enorme y firme culo. Lentamente se desabrochó los botones y se descubrió los hombros alternativamente, todos deseábamos que se volviera de nuevo para atisbar las inmensas tetas. Cuando por fin lo hizo la realidad superaba nuestras expectativas.

Grandes algo colgantes redondos y con unos gigantescos pezones duros y tan negros que se tocaba y amasaba. Cuando de repente se dio la vuelta de nuevo y agachándose mostrándonos las nalgas y entre ellas apenas cubriendo el redondo ano una gomita negra. Se las abría con las manos y apartaba el cordón metiéndose un dedo mojado en su saliva en el culo, tapaba su coñito o bajaba su mano para separar los labios de la vagina con dos dedos. Se tumbó boca arriba en la cama redonda se deshizo del tanga y nos dejó ver el esplendor de su pubis afeitado, el interior de su vulva profundamente roja cuando separaba todo lo que daban de sí sus labios y cómo se masturbaba metiéndose uno o dos dedos en su interior cada vez mas deprisa, la boca abierta en inaudibles gemidos.

Hasta una sísmica corrida delatada por el bamboleo de sus pechos. Dos minutos a oscuras mientras uno de los camareros recogía la ropa de la rubia esparcida por todo el escenario. Un nuevo cambio en la música y apareció Sonia mi morena iluminada por la dura luz de un solo foco. Ahora vestía una blusa blanca que dejaba sus bellos hombros al aire y una faldita de vuelo por encima de las rodillas sujeta por un ancho cinturón y unas botas altas y de fino tacón.

Estuvo bailando un rato sin quitarse nada, solo provocando con la belleza de sus movimientos y formas. Siempre seguida por la luz del cañón se metió entre el público expectante en mi busca, me cogió de la mano y entre las mesas me condujo al escenario. Allí comenzamos a bailar, muy juntos ante la estupefacta mirada de la gente. Ella se me pegaba, se frotaba con mi cuerpo y yo aprovechaba para agarrarla y apretarla a mí, una mano en su cintura o culo y la otra bajo su pecho o cogiéndola una teta directamente. Uno de mis muslos entre sus piernas. Con la mano del culo subí su falda dejando al aire sus preciosas nalgas pues bajo la falda solo llevaba el imprescindible tanga, y aproveche para sobárselas a conciencia.

Nos besábamos iluminados por los focos y lentamente ella se separó un poco de mí seguía bailando a mí alrededor y comenzó a desabrocharme la camisa se inclinó sobre mi pecho y me besó en las tetillas mordisqueando mis pezones, intentaba excitar al público que enardecido nos miraba, pero al que más excitado tenia era evidentemente a mí, me sacó la camisa de los pantalones y me acarició el vientre con sus manos. Y le tocó el turno a ella, su ligera blusa sujeta apenas a los brazos con elásticos, me cogió las manos las puso en sus caderas y me hizo coger la tela y levantarla primero hasta sus pechos donde me detuve para prolongar el misterio y por fin salvando el obstáculo que me ofrecía su cabeza por sus brazos estirados hasta conseguir sacársela.

Llevaba un sujetador tipo palabra de honor que no le hacía falta para nada, sin tirantes que no tardó en seguir el camino de la blusa hacia el fondo del escenario. Sus pechos perfectos conos erguidos, puntiagudos terminados en las dos ricas guindas granate de sus pezones. Ahora fui yo quien se inclinó emocionado y se los metió en la boca saboreándolos como caramelos durante un rato. Ella se volvió y dándome la espalda arrimó su culo a mi pubis, bailaba, movía el trasero bajando y subiendo las caderas bien arrimadas a mi polla al ritmo de salsa que nos acompañaba desde el principio del numero.

Entonces me tumbó en el sofá, se puso detrás de mi se inclinó y me besó en la boca estábamos al revés y ella siguió a mi cuello y pecho. Besando y lamiendo pasó al vientre metiéndome la lengua en el ombligo y al llegar as los pantalones me lo desabrochó y bajó pidiéndome que levantara un poco el culo, me mordió suavemente el duro pene por encima del brevisimo slip rojo y siguió por los muslos. Yo tampoco me quedaba quieto y según pasaban sus tetas por encima de mí aproveché para comérselas, lamer sus pezones, las marcadas costillas y hasta el ombligo. Hasta que su falda cubrió mi cabeza cada uno de sus muslos a los lados de mi testa.

Y su tanga a cinco centímetros de mi nariz imposible resistir mis dientes entraron en acción casi ellos solos. Aparté el elástico con la lengua hasta ver el deseado coñito, y poder lamerlo con cierta comodidad. Cuando apreté los labios abiertos solos con la punta de la lengua y encontré el clítoris, ella se estremeció y estuvo a punto de arrancarme la polla de un mordisco pues en ese momento la tenía cogida por encima del bañador. Desde allí se bajó de encima, se arrodilló entre mis piernas y siguiendo el ritmo de la música hacía como qué me comía el rabo.

Sus senos apretados a mis muslos desnudos se movían frotándolos, pues tenía los pantalones enrollados en torno a los tobillos, postura airosa donde las haya. Yo estaba excitadísimo y no me importaba que me estuvieran mirando casi un centenar de personas o quizás por una vena exhibicionista que surgió en ese momento me excitaba aun más los dos centenares de ojos que seguían desde la oscuridad todos nuestros movimientos. Yo creo que fue por los mirones por lo que me incliné sobre ella y le susurré al oído: sigue desnudándome del todo y fóllame o deja que te folle.

Ella abrió los ojos con sorpresa mientras miraba a los míos y me dijo: ¿seguro? Yo loco de deseo, excitación y exhibicionismo le dije: si quiero follarte, quiero tu coño, te deseo. Arrodillada entre mis piernas me sacó las playeras y los pantalones dejándome solo con el slip de licra y la abierta camisa en mis hombros. Esta tampoco tardó en seguir el camino del resto de la ropa. Ahora le llegaba el turno de su falda aprovechando el momento en que estaba ante mí de pie sacándome la camisa se la saqué por sus torneados y morenos muslos, dejándola solo el tanga, el cinturón y las botas.

Me volvió a coger de la mano para levantarme y ambos casi desnudos solo con lo mínimo cubriendo nuestros genitales volvimos a bailar juntos esta vez un tango  que acababan de pincharnos. El tango pieza sensual nos permitió desplegar todo un repertorio de pura lascivia, de roces de caricias, me permitía sujetarla poniendo mis manos por todo su cuerpecito. Ella notaba mi rabo duro presionando su vientre y yo mi muslo entre los suyos  y la calidez de su coñito apoyada en mi piel. En cuanto terminó la pieza me agaché y cogí su breve cuerpo en mis brazos y lo deposité encima del diván. Estaba lanzado, había pasado a tomar la iniciativa y fui yo el se arrodilló entres sus piernas que sobresalían del borde del mueble, allí levanté sus piernas, le quité el tanga y ella arqueó la espalda y me agaché para comerle el coño y el ano pues con las piernas abiertas me permitía el acceso a las partes más deliciosas de su anatomía.

Ella era consciente de que teníamos que dar espectáculo y cada vez las abría mas a todo lo que podían darse si sus flexibles ingles, lo que permitía una vista bastante buena de mi lengua entre sus labios vaginales, o en su clítoris acariciándolo, mi  nariz enterrada en su monte de venus apenas cubierto por una fina raya de vello púbico que se había dejado en su última depilación. Creo que aún pendiente del público se corrió en mi boca o eso me pareció cuando recibí en la lengua su sabor, entonces con un golpe de pelvis se giró y se subió a cuatro patas sobre la camita dejando ante mi asombrada cara toda su grupa, enseguida la metí entre sus nalgas lamiendo su ano y coñito totalmente abiertos a mi exploración bucal.

Seguí comiéndola durante un rato mas mientras ella apoyada en un brazo dejaba ver al público como se acariciaba los pechos con la otra mano. Yo estaba concentrado lamiendo  y mordisqueándole el culito. Volvió a moverse esta vez para sentarse de forma normal, su carita viciosa se aproximó a la mía  y sus labios besaron los míos que conservaban el sabor de su vagina. De ahí recorrió mi cuello pasó a mis hombros y luego al pecho donde lamió y mordisqueó mis pezones. Yo me iba incorporando poco a poco para que me comiera el vientre y el ombligo hasta que cogió el elástico de mi bañador y me lo quitó.

Mi polla saltó fuera casi derecha entre sus dientes que se abrieron para recibirla y apretarla contra el paladar. Masticando el trozo de carne como si no hubiera comido y cogiendo el escroto con una mano estirándolo acariciándolo apretándolo y con la otra agarrando el tronco de la polla en una lenta masturbación. La mano del escroto, juguetona, pasó entre mis piernas hacia mi culo deslizándose entre las nalgas hasta encerrar un dedito en mi culo, detalle que todo el público podía apreciar. La cogí de los hombros y la empujé hacia atrás por que si seguía así me iba a hacer correr sin mayores esfuerzos. Ella captó la indirecta y volvió a colocarse a cuatro patas para que pudiera penetrarla y nadie de la sala se perdiera detalle.

De pie se la metí en el anhelante coñito y comencé a moverme con suavidad la tenía cogida por las hermosas caderas y ella me seguía el juego me incliné sobre ella y le pedí permiso para follarla el culito y así pude sacar el rabo para introducirlo en el otro agujero lo que provocó una ola de admiración entre el público. Pero ni siquiera ahí pude correrme ella volvió a moverse, se tumbó boca arriba me hizo arrodillar junto al diván y penetrarla cuando ella tenia una pierna apoyada en el suelo y la otra en mi pecho al lado de mi cuello las piernas totalmente abiertas y ella encarada al resto de la sala.

Tras un rato follando así y a punto del orgasmo se la volvió a sacar para colocársela entre los pechos, la apretaba entre ellos con las manos. Hasta conseguir hacerme eyacular en una fantástica cubana apuntando hacia su boca abierta, que recibió casi todo el semen, parte lo tragó,  y el resto en la cara. Nadie perdía detalle de algo que desde luego por mi parte no era una actuación, incluso habian subido un poco las luces de la sala. Deslizando un poco el muslo y poniendo una mano en mi nuca consiguió que acercaramos las cabezas para deslizar un beso tierno en mi boca y poder decirme: cuando apaguen casi toda la luz recoges la ropa y me sigues. Me deslicé tras ella por una puerta disimulada en un lateral con el bulto de la ropa de ambos en brazos hasta un cuarto que parecia hacer las veces de vestidor. Volviendose me cogió la ropa y la tiró a un sofá para arrojarse en mis brazos y volver a besarme. -Ha sido genial, me dijo, has estado fantastico.