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El vestido de mamá

en Amor filial

 

Cuando me saque el carnet de conducir mi padre me había prometido un mini de segunda mano a condición de que ordenara y dejara sito en el garaje. Bastante ocupado por trastos ya que el solo usa su Harley.

 

Desde su divorcio yo soy su niña mimada . Después de dos fines de semana sudando la gota gorda encontre una vieja maleta. Aunque la curiosidad mato al gato eso no me detuvo. Evidentemente  me puse a ver lo que había, ropa vieja de mi madre. La subí a mi habitación y seguí con lo que estaba.

 Al dia siguiente mi padre salió un rato y aproveche para examinar mi botín. La ropa mas sensual que yo le hubiera visto alguna vez a mi progenitora. Vestidos de noche. lencería y un par de mínimos Bikinis.

Al fondo del todo unas polaroids con mi madre posando de vestida a completamente desnuda.  Enseñando el peludo conejo y posando con la sensual lencería que yo tenía extendida sobre mi cama. Evidentemente cuando se fue se había olvidado todo eso arrinconado en el garaje.

 

 Me desnudé del todo arrojando el pantalón cortito y la camiseta de tirantes a un rincon. Empecé a ponerme aquellas prendas demasiado grandes si las comparaba con las que tenia en mi propio cajón, llenas de encajes y trasparencias. Ante el espejo del ropero me deleite en mi propia imagen acariciando mi cuerpo con la ropa de mi madre.

Comencé por un sensual conjunto que se ajustaba a mis formas como si lo hubieran hecho para mi. Mis pezones duros se marcaban en el sujetador de gasa y estaba mojando la braguita traslúcida. La cinturilla rodeada de encaje y los depilados labios de mi vulva húmedos se trasparentaban en el tejido. No pude evitarlo y me corrí casi sin tocarme viendo la foto de la polla suponía que de mi padre dejado su lefa en la boca de ella.

 

Me fui probando algunas cosas mas sexis. Había un liguero que solo había visto en películas y fotos, para el que no tenía medias, habría que comprarlas, un body trasparente con un escote entre los pechos hasta el ombligo y con toda la espalda al aire solo un cordon subiendo por entre las nalgas a modo de tanga unido con otros dos que unían la poca tela, quizá pudiera usarlo con algo de mi ropa quedaria muy sexi.

 

Para el final dejé un vestido de raso rojo tan fino y sensual que mis duros pezones se trasparentaban en la tela, con un escote suelto por delante y el de la espalda me llegaba al culo. Cualquier cosa que me hubiera puesto debajo se hubiera notado perfectamente. Ni el mas pequeño de mis tangas hubiera pasado desapercibido con ese vestido.

 

Según me estaba recreando ante el espejo oí la puerta del chalet. Mi padre volvía y yo quería hacer una gran presentación. Me puse mis tacones mas altos y bajé la escalera del chalet despacio sacando pecho y meneando la cadera. Como una autentica diva.

 

 Lo vi atragantarse en cuanto sus ojos se posaron en mi. Terminé de bajar clavando una mirada seductora en sus ojos . Posando una mano acariciadora sobre su pecho sobre la fina tela de su camiseta con el indice justo sobre el pezón. Se había quedado sin palabras. Note que había reconocido el vestido y que recordaba las veces que se lo habría arrancado a mi madre para follarla puede que sobre esa misma alfombra que estábamos pisando.

 

 Por fin recupero la voz para preguntarme:

-¿De donde has sacado eso?

 - De una maleta en el garaje.

-¿Que tal me queda?

 -Como un guante, provocativo y sexi.

 

Rodeó mi estrecha cintura con sus grandes manos. Mirándome a los ojos. Me limite a colgarme de su cuello  apoyando la cabeza en su pecho y clavando mis tetas en su piel. Note sus labios en mi cabello besando mi testa con suavidad. Queríamos hacer sentir al otro el cariño que sentíamos.

 Notaba las cálidas palmas bajando despacio hacia mis duras nalgas. Al arrimar la cadera a su polla note como se había puesto bien dura. Casi sin proponérmelo lo excité aun mas con una lenta rotación de mi pelvis.

 

 Al levantar la cabeza para mirar sus azules pupilas me beso. Miles de veces nos habíamos besado antes, la mayoría de ellas en los labios de una forma fraternal. Pero esta vez el beso llevaba una carga erotica que solo había sentido de forma mucho mas leve cuando lo veia en bañador, haciendo ejercicio o saliendo de la ducha.

 Y me abandoné a mi propio deseo, abrí los labios para recibir entre ellos su lengua. Esta vez era pura lascivia lo que nos unia, la suya por fin desatada al verme con el vestido. La mía creo que siempre había estado ahí, supongo que por cierto complejo de Electra.

 

Sus dedos acariciaban mi espalda que el vestido dejaba al descubierto recorriendo mi columna de abajo arriba hasta la nuca y otra vez abajo hacia la raja del culo donde llegaba justo  el escote de la espalda. Un leve movimiento de hombros hizo que los tirantes se abrieron dejado caer el peto hasta la cadera, lo que permitió que viera mis cónicos pechos apuntando hacia él.

 

 Mi cadera retenia el raso cubriendo todavía mis muslos. Solo con dos dedos terminó de liberarlo y se deslizó hasta mis sandalias de tacón. Con un paso que avance hacia él termine de liberarme de la ligera tela completamente desnuda. Y volví a pegarme a su cuerpo musculoso y duro. Ahora sus manos recorran mi piel, erizándola, excitándome aun mas y haciéndome sentir toda su ternura.

 

 Despacio comence a liberarlo de la poca ropa de lo cubría. Levantó los brazos para que le sacara la camiseta y aproveché para agacharme y pasar mi lasciva lengua por su pecho suave y depilado, lamer sus axilas y mordisquear los pezones hasta arrancarle los primeros jadeos de placer. Pensaba ser la mujer más guarra y lasciva con la que hubiera follado.

 

 Bloqueando sus muñecas con la camiseta subí lamiendo su cuello áspero por la sombra de barba. Hasta volver a darle la saliva de mi lengua juguetona que le hundí hasta la garganta. Hurtando mi cadera hice sitio para abrir sus vaqueros con una sola mano. La hebilla el botón y la cremallera se rindieron enseguida. Pero la prenda se quedo enganchada en las duras nalgas de mi progenitor. Como el había hecho con el vestido tuve que ayudarla a bajar por los muslos con dos dedos.

 Juguetona me quede con su camiseta y me la puse para taparle mi cuerpo unos segundos más mientras terminaba de quitarse las sandalias y el vaquero. Como una novia o como su hija me cogió en brazos para llevarme a la cama que desde aquel dia compartimos.

 

 Rodeé el fuerte cuello con los brazos. Subiendo  por las escaleras lamía su cara, el rasposo borde de la mandíbula, la nariz, la oreja el cuello o los labios cruzando la lengua con la suya que el sacaba para besarme. Me arrojó sobre su colcha.

 La camiseta enorme que estando de pie me llegaba a medio muslo, tirada en su cama se había subido hasta mostrar mi depilada vulva. Sus ojos fueron derechos hacia allí cuando separe los muslos y me lamí un dedo para bajarlo y hundirlo entre los labios. Masturbándome suavemente para ofrecerle ese provocativo y depravado espectáculo. Terminó de quitarse lo poco que le cubría, un tanga de hombre que ya no tapaba del todo su durísima polla y afeitados huevos.

 

 Se inclino sobre mí pero en vez de dirigirse directo a mi chorreante coño, como yo pensaba y ansiaba, sujetó con ternura uno de mis tobillos y se llevo uno de mis pies a la boca. Empezó a lamerlo por la planta provocándome unas excitantes cosquillas aumentando aun mas el nivel de mi lívido. Chupo ms dedos como pequeños caramelos. Subió al empeine dejándolo húmedo para seguir con una interminable ascension, pantorrilla y muslo arriba con la correspondiente parada en la parte de atrás de la rodilla.

Por fin abrió mis piernas lo mas que pudo para depositar la lengua en mi conejito. Sin ayudarse de los dedos separar los labios y buscar el clítoris hinchado y superexcitado a esas alturas. No podía abrir mas los muslos pero si podia apoyar los pies en su espalda acariciando los dorsales con las plantas y calcando su boca contra mi coño. Sujeto mis nalgas rodeando con mis piernas su cabeza y levantando mi espalda lo suficiente para abrir mi culo y alcanzar el ano con la lengua. Una sacudida eléctrica recorrió mi cuerpo en cuanto tocó ese rincon y un gemido escapo de mi garganta.

 

 Ya había perdido la cuenta de mis orgasmos para entonces y necesitaba su polla en mi interior.

 -Follame papa.

 Alcanzó uno de los condones de la mesilla, asi que sabía donde los guardaba. Sonriendo lasciva se lo quite de la mano

 -¿Te lo pongo yo?

Asintió de rodillas sobre la cama. Yo a cuatro patas ante él aproveché para recorrer con la lengua los depilados huevos  y el tronco del pene antes de deslizar la goma por él. Apoyó su duro culo en los talones dejando que yo me acercara, me colgara de su cuello y fuera sentándome en sus muslos, clavándome sola en su rabo.

 Apretando mis tetas contra su pecho, pero como la postura era incomoda para el, me fui dejando caer despacio sobre las sabanas arrastrándole conmigo, sobre mi. Sin dejar escapar ni su polla en mi coño ni su lengua de mi boca. Rodeé sus muslos con mis pantorrillas sin dejarle ni una posibilidad de escape.

 

Removía su cabello con mis manos guiando su cabeza para que lamiera mi cuello, metiera la lengua en mi oreja, besara mi hombro o arqueando su espalda me comiera las tetas, mordisqueando mis sensibles pezones. Su polla se clavaba fuerte en mi a cada embestida y sentia sus caricias en mi piel.

 

Conseguí bajar una mano hasta su culo amasando una nalga y deslizando mis dedos por su raja hasta tocar su ano con insistencia. Debía gustarle la caricia. Yo estaba a punto de caramelo y aunque con el condón no notaría el semen en mi vulva. Su orgasmo y el mio llegaron casi al unísono. Haciendo que clavara mis uñas en la espalda.

 No le dejé bajarse de mi hasta que, ya flácido, su pene salió solo. Y solo para tumbarlo de espaldas, subirme sobre él en un sesenta y nueve y comerle la polla liberada del condón dándole mi coño chorreante. Lamí sus huevos húmedos de mis jugos, estiré la polla limpiando el semen con la lengua mientras sentía como la suya me recorría del monte de venus al culo.

 

 Yo seguía jugueteando con un dedo en el suyo hasta lograr una nueva erección en el orgulloso aparato. Me esmeré en la mamada, lo hice largo sensual. Recorriendo cada rincón con la lengua y los labios. Dejando caer mi saliva y verla resbalar por el tronco, chupando los huevos como caramelos. Apretando el glande contra el paladar.

 Después de conseguir que se volviera a correr en mi boca y tragarme el semen apoyé mi cuerpo en el suyo. Mi cabeza en el hueco de su hombro y nos besábamos intercambiando los fluidos y hablando como siempre habíamos hecho.