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Cruissing

en Gays

Soy un despistado, mi abuelo decía que no podría encontrar agua en el mar. No podía dormir por culpa del calor agobiante. Tenía que salir a tomar el aire.

Me estaba dando un paseo. Era un noche calurosa, de canícula, en pleno verano. Llevaba solo mis pantalones cortos, muy recortados, una camiseta de tirantes y unas sandalias.

La ciudad estaba muy tranquila. A esas horas de madrugada, era el único que andaba por la calle. Pocos coches iluminaban la avenida y aún menos peatones. Casi sin darme cuenta mis pasos me llevaron al enorme aparcamiento de un centro comercial no lejos de mi casa. Podía cruzar la explanada o rodearla, pero me di cuenta, extrañado, que había varios coches repartidos por allí, a esas horas. Junto al mas cercano, un vetusto vehículo con la chapa muy abollada, un chico como de mi edad, menos de veinte, fumaba apoyado en el cofre del motor.

Me vio cuando me acercaba y me dirigió una sonrisa deslumbrante.

Dentro o alrededor de los demás vehículos se observaba movimiento. El bamboleo de amortiguadores arriba y abajo, y cristales empañados, ni sabia que ese aparcamiento se usara de picadero. Aprovechando lo abierto de su expresión me acerqué y le pregunté:

-¿Que pasa aquí?

Me contestó con otra pregunta:

-¿No has oído hablar del cruising?

-No, ¿Que es?.

-es cuando desconocidos acuden a un lugar concreto para encontrarse y practicar sexo. Hay varios en cada ciudad y este aparcamiento es uno de ellos.

-¿así que tu has venido aquí para buscar alguien desconocido con quien follar?.

Sin mas rodeos me contestó que sí.

-¿Chicos o chicas?

-soy bisexual, me da igual con tal que sean tan atractivos como tu.

-gracias, tu tampoco estás nada mal.

Le decía mientras me acercaba un poco mas a su cuerpo.

-entonces ¿Que te parece lo que hacemos aquí? ¿Querrías participar?.

-me gusta la idea si encontrara siempre alguien tan interesante como tú. Lo alagué.

Por fin se decidió a besarme, sus labios se posaron suaves sobre los míos y nos dimos el primer beso, al principio uno suave, tierno.

Mis manos buscaron su cintura y lo apreté contra mi pecho. El morreo se fue haciendo mas apasionado, los labios jugaron y las lenguas comenzaron a cruzarse en la boca en la que no estaban habitualmente. Su mano dulce se deslizó bajo la tela de mi camiseta sobre mi piel ardiente recorriéndola despacio con sus dedos dejando senderos de sudor evaporado en ella. Su lengua empezó a recorrer mi brazo, lascivo hasta pasar por la cara interna de mi bíceps y lamer mi depilada axila lo que no impedía mi camiseta de tirantes.

Las mías también acariciaban su suave piel bajo la camiseta. Sus muslos lisos y sin vello salían de un pantalón de deporte aun mas corto y ajustado que mi short vaquero. Así que mi pierna se metió entre sus muslos desnudos notando el calor de su piel.

Buscó mis pezones excitándolos y poniéndolos duros como piedras con sus dedos. Metí la lengua lo mas que podia hasta su garganta recorriendo toda su boca. y rodeé su cintura con mis brazos. Las manos se me fueron solas por dentro de su vaquero buscando la piel desnuda de su firme culo caliente no llevaba nada debajo de esa prenda. Mientras él trataba de subir mi camiseta y librarme de ella. Subí los brazos para ayudarle y el aprovechó para lamer el limpio sudor de mis axilas depiladas. La piel de nuestros torsos se frotaba mientras buscábamos la saliva en la boca del otro.

 

 Tocándose las pieles. Por fin tiré de la camiseta y se la saqué por la cabeza. Lo besé en el cuello lamiendo el sudor de su dermis. Me agaché un poco mas mordisqueando sus pezones, estaban duros, excitados. Lamiendo todo su pecho.

Suspiraba y gemía, lo tenia a mi merced cuando metí una mano por dentro de su pantalón buscando su polla que se había puesto dura como el hierro. La acaricié suave mientras volvía a meterle la lengua en la boca hasta la garganta.

Sus manos no habían dejado mi cuerpo ni mi piel. Y él también me quitó la camiseta. Con el calor que hacía y nuestra propia calentura no me hacia ninguna falta.

Ni nos planteamos entrar en el coche. No nos importaba que a nuestro alrededor hubiera gente follando en los automóviles. Allí, fuera del suyo, al aire libre, estábamos en nuestro mundo. Que de vez en cuando las luces de otros que llegaban buscando lo que nosotros ya habíamos encontrado o que se marchaban satisfechos nos iluminaba. Desnudos, bueno casi, apoyados en su coche.

Empujando hambriento conseguí que se recostara sobre el capot, besando su cuello, mordiendo sus pezones, lamiendo su vientre liso y tirando del pantalón. Dejando por fin su preciosa polla depilada al alcance de mi boca, largas lamidas desde los huevos al glande. Que metía en la boca y lo acariciaba con la lengua. Lamí sus huevos duros, su escroto apretado levantando sus piernas, pasando la lengua entre sus muslos y por fin clavándola en su ano. Poco a poco lo fui recostando sobre la chapa caliente hasta tenerlo tumbado con el culo en el borde.

 Quería tenerlo bien excitado. Bien abierto. Él venia preparado y me tendió un bote de lubricante. Lo extendí generosamente tanto por su ano que dilaté con dos dedos como por mi rabo.

Solo con sus gemidos y suspiros me decía:

-¡ya!, vamos clávamela, follame.

Despacio fui penetrándole, fue entrando mi polla forzando el placentero aro musculoso. Apoyé sus piernas en mi pecho sujetando bien su cadera mientras aceleraba el ritmo. Mis muslos golpean tanto en la chapa del coche como en sus duras nalgas.

Cerca de nosotros desde el interior de otro coche nos miraban, una pareja de maduros un tío y una tía de tetas enormes. Salió mi vena exhibicionista y me propuse lucirme dando un buen espectáculo.

 Le lamía las pantorrillas y llegaba hasta los dedos de los pies. Retorcía los pezones con mis dedos poniéndolos aun mas duros. A la vez que acariciaba su polla para mantenerla bien dura. Mis huevos seguían golpeando su culo cada vez que entraba y él me recompensa a cada vez con un sonoro gemido.

Me dijo:

-déjame apoyarme en el suelo.

Se la saqué despacio y con su agilidad se dio media vuelta. Apoyándose en el metal caliente doblando su cintura me ofreció su culo bien abierto. Con las piernas separadas. Volví a metérsela despacio y esta vez nuestros huevos se juntaban cada vez que yo empujaba. Le abrí las nalgas con las manos acariciándolas y amansándolas. Recorriendo su espalda con suaves roces me corrí, descargué todo en su interior bramando como un toro mientras él movía la cadera.

 
Me derrumbé sobre él, sobre su espalda, él giró la cabeza y buscó mi boca con la suya. Le tendí la lengua sin mas problemas. Jamás me había sentido así desnudo del todo en medio de un parking publico y satisfecho después de haberme follado a aquel chico guapo del que no sabia ni su nombre.

Su polla no había perdido la dureza en ningún momento y le deseaba en mi culo. Él no se había corrido. Nos besamos como salvajes frotando nuestros cuerpos desnudos. Entre suspiros le dije:

-¿Me follas a mí?.

Sus manos se habían apoderado de mi culo y como él había hecho antes apoyé los antebrazos en el coche, sobre ellos la cabeza y para llamarlo moví el culo de lado a lado.

Como yo antes se agachó para excitarme y abrírmelo con la lengua. Rescatando el lubricante de entre nuestras ropas revueltas terminó el pequeño frasco entre mi culo y su polla.

Me dijo que no iba a durar mucho y le dije que daba igual, que quería sentirlo dentro. La primera estocada me dolió aunque no era virgen precisamente. Gastaba un buen aparato. Lo noté entrar en mi ano como una barra al rojo pero sus manos no dejaron de acariciarme sujetando mi culo o inclinándose sobre mí para besarme en la nuca. Acariciar y pellizcarme los pezones suavemente.

Se quedó quieto dentro de mí para que me acostumbrada a su rabo. Cuando me hice a su tamaño dentro dije:

- Adelante, follame.

Y como yo antes para que lo disfrutáramos ambos empezó un lento movimiento dulce. Acelerando poco a poco. Ya no pudo parar hasta correrse, hasta que lo noté dentro, su semen. En otra ocasión me hubiera gustado tenerlo en mi boca, pero ahí era genial, caliente y haciéndome disfrutar.

Para relajarnos, después de lo que habíamos hecho, sudorosos y desnudos nos limitamos a tumbarnos sobre el capot y besarnos y acariciarnos mientras notaba como el semen rezumaba de nuestros anos sobre la venerable chapa. Allí no nos importaba que nos vieran así, puede que ayudáramos a alguien mas a excitarse.
 
De reojo veía como la madura meneaba sus tetas enormes mientras la follaban o ella misma se follaba, sentada en los muslos de su acompañante y casi daba con la cabeza en el techo del coche.

Acariciándonos suavemente ahora ya sin las prisas, ni las urgencias de querer follar. Sonriendo pícaro me dijo:

-¿te acerco a algún sitio?