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La diosa reencarnada

en Fantasías Eróticas

 

Toca la piedra, suavemente, siente la textura, sigue las curvas, las formas, su mano recorre con sensualidad los contornos de la estatua. La belleza de la obra de arte recién sacada de las profundidades del mar.

 Buceando en un banco de arena descubrieron las cuadernas podridas de una galera. De entre el desordenado montón de ánforas algunas de ellas todavía con el sello de brea intacto resalta la dureza del mármol.

 ¿A que diosa de la antigüedad representaba? Las sensuales Venus o Afrodita son la mejor opción vista la estética de obra de arte. Pero podía ser Diana Cazadora o Afrodita o cualquier otra representación del panteón grecorromano.

¿De que hermosa mujer del pasado había copiado el artista las deseadas formas? La modelo había de ser bellísima y atemporal su hermosura.

¿La habrán adorado en templos de Grecia e Italia sabiendo que una deidad como ella estaba fuera del alcance de simples mortales?.

Había  costado mucho trabajo y cuidado sacarla de entre el lodo que no la merecí­a y subirla a la cubierta sin daño. Ambos recurrieron a toda su experiencia de arqueólogos y buceadores. Ahora la luz del sol del Mediterráneo bañaba sus formas celestiales descubriendo aún mas detalles de su hermosura. Decidieron explorar y documentar un poco mas el pecio antes de estudiar ese preciado tesoro, al fin y al cabo la exposición al aire y al sol no va a dañar la dura roca pulida.

 El calor del astro rey comienza a descongelar la estatua, solo un leve parpadeo de los bellos ojos al principio. Una pieza completa que luciría orgullosa en cualquiera de los mejores museos de Europa o América yace allí en la vetusta cubierta de su embarcación. Aún no se creen su descubrimiento, va a lanzar sus carreras a la cima de su profesión. Han de acariciar la escultura y los demás tesoros hallados con sus propias manos como Santo Tomás.

Ninguno de los dos en el pequeño barco mientras preparaban la siguiente inmersión, se dio cuenta del suave movimiento en la piedra. El desagradable ruido del compresor de aire trunca la paz del mar. No se fijan en como las incrustaciones minerales y vegetales se cayeron solas cuando el sol estaba mas alto en el cielo. Un movimiento de los dedos, un temblor de los senos un incremento en la sonrisa. Todo pasa desapercibido. Poco a poco el aumento del color, del blanco brillante del mármol pulido a un bello tono todo cálido mas humano. Aunque el cabello cada vez mas suelto y ondulado siguió siendo blanco con veras azuladas como la nieve, como el mármol. Leves signos pero ni él, ni ella ocupados en otras tareas en el barco se habían dado cuenta de los cambios que ocurren en su invitada, situada en un lugar de honor en la cubierta junto al puente.

A la salida de la luna la diosa se había encarnado del todo. Había vuelto a la vida desnuda y gloriosa, sensual, acariciando su propia carne por primera vez en siglos. Los había visto moverse durante el día por el barco y hacer otras inmersiones. Bellos y sensuales, delgados sus cuerpos la atraían. Al atardecer ella fue la primera que subía. Solo llevaba un bikini tan pequeño que apenas cubría­ sus pezones y su coñito, además de las botellas de aire comprimido a la espalda. La diosa apreciaba la belleza de su descubridora, su cuerpo sensual y fibrado y sus músculos fuertes de buceadora. El aura de la diosa impidió que se asustara cuando ella se acercó a su lugar y la viera, al ver el frio mármol convertido carne caliente. Era pura magia con la Luna llena asomando por encima del horizonte.

 Ella se aproximó a la diosa despacio, con una mirada de deseo y lascivia y se dejó soltar los lazos que sostenían el bikini. Permitía que las manos de finos dedos de la diosa acariciaran sus pechos pequeños y duros, su vulva depilada y le dieran el placer que merecía por haberla despertado. Buscaba los labios y la lengua y su humedad en ellos, y las manos recorrían la piel de la otra hasta que se dejaron caer sobre las viejas tablas de la cubierta.

 Fue entonces cuando él subía a bordo y las vio a las dos excitadas y ante el delicioso espectáculo se enardeció. Dejó las bombonas a un lado. Caliente se sacó el reducido bañador para unirse a ellas con la verga bien dura. Le acogieron con una amplia sonrisa agarrando la polla cada una con una mano. Se la repartieron como buenas amigas. Mientras una lamía el tronco la otra posaba la lengua por los huevos. Y se alternaban en la placentera tarea.

 

 

  Tener una diosa arrodillada a sus pies junto a la mujer que amaba y compartía su vida, ambas dándole placer era algo maravilloso. No se paró a pensarlo mucho. Compartiendo sus cuerpos sobre la vetusta tablazón de la cubierta y bajo el embrujo de la luna llena. La diosa tras siglos encerrada en la oscuridad de la profundidades tenía ganas de polla dura y caliente en su interior. A cuatro patas le ofrecía el coño húmedo y jugoso al hombre mientras saboreaba la vulva de la mujer. Esta a su vez se deslizó bajo el sensual cuerpo de la estatua en un sesenta y nueve para lamer­ los huevos de él y el clítoris de la diosa a la vez que esta era follada. A la vez que la dura polla del arqueólogo entraba y salía poderosa de la vagina de la deidad hasta correrse dentro de ella. Hasta que todos ellos tuvieron su primer orgasmo a la vez por obra de la magia.

Ninguno pensó en bajar al estrecho e incomodo camarote. Amarse durante toda la cálida noche mediterránea teniendo como única testigo del placer a la Luna. Ofrecerle sus cuerpos llenos de vida para que los disfrute en una ofenda, como si estuvieran en una antigua bacanal.

 Moviendo la cadera sinuosa, meneando lasciva todo el cuerpo. Y amando a los humanos que le devolvieron la vida sacándola de la oscuridad de las profundidades y adorándola en forma carnal desde el lejano pasado.

No es necesario describir las posturas que probaron esa noche. Los detalles de como sus manos y lenguas acariciaban los cuerpos de los demás son irrelevantes. Que agujeros penetró la polla del hombre, bueno es evidente que lo fueron todos los que se le ofrecían. Baste decir que nunca la entregaron a ningún museo, hubiera sido imposible encerrar en una vitrina blindada a una mujer real ¿verdad?. Se quedó con ellos amándolos y disfrutándolos al menos una temporada. Hasta aprender como funciona este nuevo mundo descocido para ella.

Todo el mundo sabe que de la unión de una diosa y un mortal o de un dios y una mujer nacen los héroes. Aquiles o Hércules son los ejemplos mas claros, incluso el preciado Eneas. Esa noche ambas quedaron preñadas con la simiente del arqueólogo y esa raza de superhombres volvió al planeta. El héroe nacido de la diosa amaba a su hermana nacida de su mortal madrastra de todas las formas posibles. Y ella lo adoraba como mujer, hermana, amante, sacerdotisa y madre de sus hijos.

 De de sus uniones con los hombres nacieron nuevos héroes que guiaron a la humanidad en el camino abierto a las estrellas.