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Vecinos

en Gays

 
 

BREVE PERO INTENSO.

 

   Me gustan los chicos y cuando lo vi fuerte como un toro, marcando sus bíceps y pectorales en la camiseta de tirantes y pantalón corto me hipnotizó. Estaba cuidando del jardín al lado del chalet nuevo de mis padres, me encoñé como un tonto. Meneaba la manguera de maravilla regando el césped, pero a mí me interesaba otro tipo de manguera. La que el escaso pantaloncito marcaba entre sus piernas.

 El primer paso fue trabar conversación, por encima de la verja y el seto, entre vecinos cosa fácil. Me enteré de que vivía con sus padres como yo, pero que estaban de viaje. Somos de la misma edad mas o menos y cuando alguien me interesa no suelo andar con paños tibios. Me lancé de cabeza. Él estaba solo esos días y podíamos ser buenos amigos. Me invitó a tomar un refresco y acepté.

 

No se me suele dar mal ligar en un pub. Los chicos caían en mis brazos sin problemas. Estaba seguro de conseguir follar con él y no iba a parar hasta conseguirlo.

 Cómodamente instalados en su sofá comencé con los piropos, que si que casa más bonita, que si qué guapo eres, lo más típico. No pensaba cortarme. Luego seguimos con las mujeres, que si tetas, que si coños, pero ese tema no era lo mío. Lo usaba para excitarlo.

 Para entonces ya éramos como viejos amigos, metí de refilón un chiste de homosexuales y le pregunté cómo se tomaba él el tema. Respondió que nunca había tenido nada con un chico, pero que no rechazaba nada en el tema del sexo.

-¿Nada?¿Seguro?.

-creo que me gustaría probarlo todo, mientras sea sexo. No lo que se sale de eso.

-¿Como qué? Me asusté un poco con esa frase. Pensé que se me cortaba el rollo. ¿Que consideras que no es sexo?.

-la dominación por ejemplo, creo que ese tipo de relación es tóxica para los participantes y que desde luego no es una práctica sexual en si misma.

Eso me tranquilizó de golpe. A mí ese tipo de actos no me excitaba en absoluto. Cuando alguien había intentado dominarme o se me había ofrecido para que lo hiciera yo me había limitado a vestirme y largarme sin siquiera despedirme.

-a mi tampoco me gusta todo eso. ¿Entonces no rechazas follar con un chico?. Yo lo he hecho.

 La conversación iba de maravilla además el vecino era virgen, con otros chicos. Lo que me ponía mucho mas caliente de lo que ya estaba. Procuré seguir con el tema y le relaté algunas de mis aventuras, con pelos y señales Sólo para picarle, para excitarle. Las mas morbosas, pretendía calentarlo.

Le dejé claro que era bisexual y que había estado con chicas, pero que me encantaban los chicos. Que mentiroso puedo llegar a ser cuando quero ligarme a un chico. Él me miraba asombrado y excitado. Podía detectarlo a la legua. Había visto esa expresión en unos cuantos chicos que habían caído en mis brazos.

-¿Pero cómo pudiste hacerlo?

-Es muy fácil, solo tienes que dejarte llevar y gozar. ¿Quieres probar?

 Aunque al principio se horrorizó ante la posibilidad, sus ojos brillaban con un matiz evidente de deseo cuando me miraban. ¡De perdidos al rio!. Me levanté, me puse enfrente de él, me quité la camiseta exhibiéndome y le dije:

 -Mírame, ¿te parezco guapo? ¿No crees que un cuerpo como el mio o el tuyo no puede ser deseado por un hombre?, ¿Y no solo por una mujer?.

 -¿Que pretendes?

 -Hacerte el amor, me gustas mucho.

 Quiso huir, sin darse mucha prisa, pero al pasar por mi lado, le cogí de la cintura, lo atraje hacia mí y le besé dulcemente en unos labios que ya ardían de deseo. No tardó mucho en responder a mis besos. Su boca se abrió y mi lengua penetró en ella y acarició la suya y sus dientes. Rodeé su talle con los brazos y mis manos le acariciaron la espalda, de la nuca a las nalgas y los muslos desnudos por el pantalón corto.

Él también me abrazó. Nuestros falos a la misma altura estaban excitados y solo querían quedar libres. Susurré a su oído mientras le mordisqueaba suavemente la oreja:

 -¿Donde está tu habitación?

 Nos fuimos hacia allí agarrados de la cintura y morreándonos ansiosamente. La saliva cambiaba de boca o resbalaba hasta nuestros pechos. Descalzos cómo estábamos nos tumbamos en la cama mirándonos. Volví a besarle y mis manos desabrocharon su short, para descubrir que debajo no llevaba nada. Acaricié su erecta polla hasta que poniéndose boca arriba se sacó toda la ropa sin bajarse de la cama. Después de que guiando sus temblorosas manos él me hubiera desabrochado el pantalón este desapareció arrojado al suelo.

 Fue él quien me agarró la polla y se puso a masturbarme mientras me besaba en el hombro, el cuello, la mejilla o los labios. Lo poco que lo contenía se había roto y se había soltado. Yo me daba cuenta de que él ahora quería probarlo todo. Movía mi pene rápidamente hasta que le dije, más suave no tenemos prisa. Escupió sobre mi glande para lubricarlo. Vista su actitud me planteé lanzarme a fondo. Deseaba sus prietas nalgas y el agujerito que escondían.

 

 -¿Quieres probar mi polla en el culito?

 -Estoy deseándolo. Quiero que me folles.

 Le fui poniendo a cuatro patas lamiendo su espalda, sus axilas, siguiendo la linea de su columna, hacia abajo, hasta llegar a sus nalgas que fui besando y pasando la lengua por su ano. Lo humedecí bien con mi saliva, metí un dedo para que se fuera acostumbrando y gimió de gusto.

Le daba más y más saliva jugando con la lengua y los dedos en su ano.

 -Métela, me dijo ansioso.

 Me incorporé y acerqué mi pelvis a la suya. Comencé a forzar su esfínter con el glande, empezó a dilatarse y esta vez de un empujón metí mi polla hasta los testículos. Eso debió dolerle un tanto, pues soltó un grito. Para evitar sufrimiento empecé a sacarla despacio y volverla a meter con cuidado. Sacarla despacio y volverla a meter con cuidado, una y otra vez. A las dos o tres metidas el dolor se le había pasado, pues comenzó a gemir de placer. Seguía escupiendo en el tronco de mi polla para mantenerla lubricada. Aceleré el ritmo notaba que me iba a llegar el orgasmo y paré unos segundos. Entre jadeos me dijo:

 -Sigue.

 Continué y no volví a parar hasta que no dejé toda mi leche dentro de su cuerpo. Acababa de conocerlo y ya me lo había follado, y ni siquiera nos habíamos comido las pollas, lo que tenia fácil solución.

 Entonces él dándose la vuelta se hizo con mi rabo y empezó a chuparla con furia obligándome a mí a hacer acrobacias para alcanzar la suya con mi boca. No mentía cuando me dijo que quería probarlo todo en el sexo. Se restregaba contra mi cuerpo como una serpiente en celo. Mi lengua acariciaba la punta de su capullo, mis dientes mordían suavemente el arranque del glande y los labios se apoyaban en el tronco de su falo. Conseguía alcanzar sus huevos peludos con la lengua. Tendría que depilarlo. Me gustan suaves.

 

Con una mano jugaba con sus testículos acariciando su escroto y tirando de los pelos de la base de su nabo y metía los dedos de la otra donde había entrado mi polla un rato antes. Así pronto mi boca se llenó de su leche caliente, fue rápido por su excitación. Me dispensaba idénticas atenciones pero mi polla todavía no se recuperaba. Continué con mis juegos simulando de mi boca una vagina o un culito metiendo y sacando su polla de mi boca con rápido ritmo apretando labios y evitando que mis dientes rozaran contra la suave piel y jugueteaba con la lengua en su capullo. La suya fue mucho mas rápida en ponerse dura.

 Inmediatamente después se deslizó por debajo de mí pasando por entre mis piernas para, dejándome tumbado boca abajo en la cama penetrarme con su polla ya recuperada. Lamía mi cuello y nuca. Era lascivo. Poniéndome a cuatro patas le facilité el trabajo buscando mis propias nalgas la bella verga que iba a penetrarme. Las acarició con las manos abriéndolas y acariciándome la raja con los pulgares. Seguidamente sentí en el ano como empezaba a entrar. Luego cedió el leve dolor que mi culo acostumbrado sintió una vez dentro la polla de mi nuevo amante.

Una de sus manos agarrando la mía. No sé si para darme ánimos a mí o para obtenerlos él. Inclinándose sobre mi espalda comenzó a follarme y a besarme en los hombros y a seguir masturbándome suave. Al fin nos corrimos juntos y girándome volví a besarlo en la boca de rodillas de frente sobre la cama nuestras pollas agotadas volvieron a unirse, húmedas de nuestros fluidos, mientras nos acariciábamos.

 Seguimos durante toda la tarde desnudos, acariciándonos y hablando de sexo y de las nuevas experiencias que podríamos disfrutar juntos. Siendo a partir de ese día vecinos, amantes y amigos.