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Realizando ¿fantasías? ¿fetiches?

en Lésbicos

 
 
Teníamos que estar muy pedo, muy muy borrachas para plantearnos algo así.
 
Las copas que nos habíamos tomado en los bares y pubs nos habían conducido a esa situación y probablemente la botella de licor de manzana que habíamos abierto en su casa también colaboraba. Aunque no se le puede echar toda la culpa al alcohol, seguro que ya íbamos calientes antes de empezar a beber.
 
Me sería imposible recordar como surgió el tema del sexo aunque me jugara algo con ello. Si tengo que apostar supongo que vimos algún  maromo que no estaba mal del todo, o una parejita haciéndose arrumacos y el espectáculo terminó de entonarnos. Pero aún con todo eso mi de las dos consiguió compañía para esa noche. Así que como final de fiesta nos fuimos a su casa.

Estábamos a solas calientes y aburridas. No habíamos ligado y terminamos en su casa en un estado bastante lamentable. Pero lo suficientemente lúcidas como para seguir charlando a pesar de andar cerca la madrugada.

Con nuestras mejores galas de andar pidiendo guerra mucho más descolocadas que cuando habíamos salido y derrengadas en su sofá. Yo con mi vestido palabra de honor muy ajustado y que tenía una falda que me tapaba apenas el culo y ella con un short que no se lo tapaba mas que a medias y un top que me enseñaba la mitad de sus preciosos y generosos pechos. Ambas con los tacones mas altos que podíamos aguantar y que a esas alturas descansaban a un lado de su sofá.

Tras un par de chupitos más la conversación empezaba a desvariar. No debía estar tan perjudicada pues eso lo recuerdo bastante bien. Nos estábamos contando algunas de nuestras últimas aventuras. Yo le relataba mi historia de como me había follado al hermano de un antiguo novio dos sábados antes sin sacarme el vestido que ahora llevaba puesto, ni a él los vaqueros, cuando ella me preguntó a bocajarro:

-oye, ¿Alguna vez te han comido el culo?.

Sus bellos ojos azules me miraban con intensidad en ese momento esperando mi respuesta. Esa era una de mis fantasías no realizadas y no confesadas, y su interrogación me dejó bloqueada por un  segundo y puede que se me pasara algo de la borrachera. Ningún tío me lo había propuesto nunca y aunque no soy nada cortada yo no me había atrevido a sugerirlo.

-¡joder!¡Tía! Que pregunta. Pero no, nunca me ha surgido algo así. ¿Por qué?.

 El alcohol sí que me había soltado la lengua por eso le contesté con toda sinceridad en vez de rechazar la pregunta con una broma.

-es una de mis fantasías y ningún tío ha querido hacérmelo aún cuando yo le proponía que después me lo dejaría follar.

-¿así que tu si se lo has propuesto a alguien?. Le contesté.

-sí, a mas de uno pero ¡Nada!.

-pero en serio ¿tienes tantas ganas de que te lo coman?

 

-¡Que sí joder! Siempre he querido notar una lengua ahí, en el ano, desde que le pillé un video porno a mi padre en el que salía eso.

Yo estaba alucinada, siempre nos lo contábamos todo con los más escabrosos detalles pero nunca había sospechado que compartiéramos esa fantasía concreta, ni que ella hubiera intentado llevarla a la práctica.

Para entonces yo estaba mas que mojada, siempre he sido heterosexual convencida y ella también pero tras toda una noche de frustración sexual estábamos en ese punto sin retorno.

Mi tanga chorreaba y el de ella por que no llevaba, tanto la conocía que estaba segura de ello aunque no nos hubiéramos vestido juntas.

Fui yo la que solté la bomba:

-¿por que no lo hacemos nosotras?.

-¿Cooomo?

-si tía, ya que no hay ningún voluntario tu a mí y yo a ti.

Ella me había torpedeado bajo la linea de flotación literalmente por la retaguardia y yo la estaba bombardeando en picado con mi respuesta. Creía que nunca se atrevería. ¿O era yo la que iba a cortarse antes de empezar?.

-¡Tía, que guarra!

-¡Mira quién fue a hablar! Y era una sugerencia. Si no quieres... Lo dejamos.

-A ver... Gírate y enseñame el culito.

-ya lo has visto un montón de veces y no me dirás que no es sexi y comestible. Jeje.

Mi risa nerviosa delataba mi estado de ánimo: Excitada pero también con miedo de que una tontería así estropeara nuestra amistad.

Pero me puse en pie dando una vuelta despacio sobre mi misma y levantando la escasa falda del vestido hasta la cintura. Doblé la espalda lo suficiente para resaltar el pompis (ups, ¿de veras he dicho eso?) y que se viera el cordoncillo rojo del tanga entre mis nalgas. Y un poco mas abajo solo un retal de encaje rojo tapando apenas mi vulva depilada. Lo moví de lado a lado, meneando la cadera, para provocarla un poco más. Pero ni eso hacía falta, notaba sus ojos clavados allí donde mi espalda pierde su casto nombre. Y la oía tragar saliva ruidosamente.

 
-¡A la mierda! Luego coges uno mío.

No pudo contenerse más. De un tirón rompió la leve prenda, lo que no le costó mucho considerando que la había comprado en una tienda de todo a cien precisamente con ese propósito.

Su repentina brusquedad me hizo dar un respingo y un gemido, pero me agradó que por fin tomara la iniciativa ahorrándome a mí tener que dar ese paso. El tirón hizo además que sacara el culo acercándolo más a su dulce carita.

Lo primero que noté fueron sus blancos dientes clavándose firmes pero dulces en la carne de mi nalga derecha. No intentaba hacerme daño. Solo probarme, probar mi piel, detrás de sus dientes fue su lengua humedeciendo mi culo con su saliva. Continuó por ese camino separó mis nalgas con las manos y dejó caer un gran escupitajo en la raja. Notar como esa humedad bajaba por el valle hasta detenerse en el ano superaba todas mis expectativas haciéndome desear aún mas lo que venía a continuación.

No se hizo esperar mucho, en vez de ir directa a por mi agujerito pasó toda la lengua de abajo arriba por ese canal desde los labios de mi vulva hasta la rabadilla. Recogiendo por el camino su propia saliva. Pensaba que no se acercaría a mi coño pero notar su lengua a punto de abrirlo y probando mis jugos que a esas alturas escurrían muslos abajo, no se si en un gesto de confianza o de deseo siguió subiendo los niveles de mi libido.

 
-¡Joder! ¡Tía que bien sabes!.
 
No me creía lo que estaba oyendo y aún así ella lo había dicho.

Tenía que averiguar a que sabía mi culo, me había duchado justo antes de salir así que probablemente solo a sudor, y si a ella no le importaba probar mi coño a mi no me importaría besar sus labios y saborear su lengua.

Me giré hurtando un momento mis posaderas a su ávida boca y la busqué con la mía para comprobar si había conseguido capturar algún sabor. Durante un segundo se mostró indecisa a devolverme el beso pero si ya había pasado la lengua por mi agujero negro un beso no le debía parecer muy grave.

 
Chupé su lengua como si fuera un pequeño pene metiéndolo entre mis labios succionando su saliva. Pronto se rindió al morbo y empezó a jugar con la sin hueso moviéndola dentro de mi boca como si buscara un tesoro en ella. A esas alturas mi flujo chorreaba por el interior de mis muslos y con sus dedos rozando apenas mi piel ella lo comprobaba. Arrodilladas en su sofá, frente a frente y cruzando las lenguas como si fuera un combate de esgrima. Mi saliva se deslizaba por su barbilla y de vez en cuando bajaba con mi lengua a recogerla lamiendo su suave piel, y ella hacia lo propio llegando muchas veces a mi cuello o mi oreja. Favor que yo le devolvía cada vez mas caliente.

Mis manos en su cintura empezaron a subir su top hasta desnudar sus voluptuosas tetas y poder pellizcar sus pezones de un color rosa clarito con suavidad. En ese momento ella le dio un tirón a mi vestido hacia abajo dejándolo enrollado en torno a mi cintura y desnudando mis pechos mas pequeños y duros que los suyos.

Me derrumbé sobre los cojines para intentar reflexionar un poco en la locura en la que estábamos a punto de embarcarnos. Pero sin separar mucho las manos de sus esponjosas tetas, que había descubierto me encantaba acariciar, no fuera a ser que se enfriara.

-¡Tía! Esto se esta saliendo de madre.

Ella me había rodeado con uno de sus brazos y acariciaba mi nuca con una ternura que nadie había tenido conmigo y que me impedía pensar con claridad.

 
-¡Si! Pero ¿Te arrepientes?.
 
-En absoluto, me está encantando.

Juguetona acarició con la otra mano el filo de mi barbilla y tiró de mi cabeza hasta volver a acercarme a su cara. Abrí la boca y en vez de besarme dejo caer saliva sobre mi lengua para recogerla a continuación con la suya.

 
-¡no sospechaba que pudieras ser tan guarra!

-ni siquiera yo lo sospechaba pero contigo me estoy soltando.

 

Aproveché ese momento para abrir el botón de su short y deslizar mis dedos dentro de la tela vaquera en busca de su depilada vulva. Como suponía no se había puesto bragas y chorreaba humedeciendo la escasa tela. Ella misma se arrancó el top tirándolo a un lado. Al ver sus axilas depiladas a unos escasos veinte centímetros de mi cara no me contuve y pasé la lengua por su suave piel devorando la humedad de su sudor. Oyendo como recompensa un sonido mezcla de gemido y risa medio ahogada provocada por las cosquillas.

Me levanté y dejé caer al suelo la prenda que ya no tapaba nada de mi delgado cuerpo, quedó hecha un gurruño al lado de nuestros zapatos. Tirando de su mano le dije:

-ya que vamos a hacerlo, estamos haciéndolo, hagámoslo bien. ¡Vamos al baño!.

Sentada en el inodoro terminé de bajar su short, descubriendo despacio su precioso coñito. Tirando la prenda a un lado la empujé al plato de la ducha. Me quedé un momento contemplando su voluptuosa belleza pensando que nunca había deseado a nadie como la deseaba a ella en ese momento. La rotundidad de sus nalgas meneándose gloriosas al caminar esos pocos pasos dados sobre sus elegantes pies, me recordaron el propósito inicial de todo ese ejercicio.

Cogí el tubo de la ducha para remojar sus carnes mientras ella sostenía su larguísima melena rubia por encima de su cabeza. Me recreé en el hermoso espectáculo mientras giraba sobre sí misma para mojar todo su cuerpo. Yo misma usé con generosidad el gel de baño manoseando toda su piel y sobre todo en la zona que pensaba saborear con mas gusto. Deslizaba toda la mano plana por la raja de su culo y metía, al principio un solo dedo, aunque llegaron a ser tres bien enjabonados por el ano. Hasta que no estuve bien satisfecha con la limpieza no pasé a otras zonas que también me interesaban pero ella reconocía todas esas atenciones con gemidos y suspiros de placer.

-¡Me corro!

Me gritó casi al oído cuando tenía dos dedos metidos en su ano y el índice de la otra acariciando su clítoris y mis tetas frotando su espalda. Yo ya no pensaba en nada mas que en darle placer a mi amiga así que con el agua corriendo sobre nuestras pieles me arrodillé a su retaguardia. Captó enseguida mis intenciones, se inclinó apoyando en los lisos azulejos la cara y las tetas y ella misma separó sus nalgas con las manos dejándome todo el acceso que necesitaba al agujero que con la cantidad de jabón que llevaba encima ya no era negro.

Lamí su culo, lo hice con ansia, con ganas, clavando la lengua lo más que podía en el ano sus sustituyendo sus manos con las mías para dejar que se amasara los pechos y yo poder sobar sus nalgas a placer. Besaba y lamía su suave piel o volvía a deslizar la lengua por todo el canal para volver a su agujerito.

 Aún dudaba si bajar un poco más pero ella separó los pies y se inclinó un poco mas dándome una pista de por donde seguir. Lamí el perineo y por fin clavé la lengua en su coñito. Con el agua de la ducha resbalando por su espalda y diluyendo sus flujos no me di cuenta al principio de sus sabores, hasta que no metí la lengua entre los labios buscando lo mas que podía de la  vagina.

 
En alguna parte por encima de mi cabeza sus gemidos que a veces acababan con el volumen de gritos me alagaban el oído indicando por donde le gustaba más. No dejaba de volver de vez en cuando al ano devorando ya sin mas complejos todas las partes en las que le daba placer. Se corría y lo hacia en mi boca y yo estaba tan excitada que de vez en cuando acariciaba mi propio clítoris para acompañarla en sus orgasmos y estaba tan caliente y excitada que no me costaba nada correrme. No me atreví a penetrarla con los dedos aún no se por qué.

Antes de salir de la ducha tenía que probar sus pies, pequeñitos y bien formados deseaba lamerlos, meterme sus deditos en la boca y chuparlos. Conseguí hacerme con uno de ellos y casi consigo que de desnuque al resbalar el otro. Por suerte consiguió agarrarse a mis hombros y terminamos las dos revueltas riéndonos en el suelo de la ducha. Pero siempre he sido cabezona, volví a sujetar su pie, acariciame con su planta mis pechos provocándole cosquillas con mi duro pezón y llevarlo mas arriba. Mirándola a los ojos con vicio pasé la lengua por toda la planta hasta chupar el dedo gordo y meterlo en mi boca. Durante un buen rato dediqué mis atenciones a los dos pies lamiéndolos y chupándolos.

Palmeó mi muslo para indicarme que deseaba devolverme los favores prestados, ya no hablábamos solo gemíamos. Pero aunque follar en la ducha era muy sensual quería notar mi piel seca contra la suya y poder acariciarla sin agua por medio. Ella pasó una toalla por mi cuerpo suave, mimosa, solo para quitarme de encima las gotas de agua y yo hice lo mismo por ella.

 
Así, casi sin secarnos me llevó hasta su cama donde me hizo tumbar boca arriba. Se acomodó entre mis muslos y me hizo levantar la cadera del colchón, cuando quise darme cuenta tenía las rodillas apoyadas en las tetas. La cara de pura lascivia con la que me miraba antes de enredarse en mi pubis debía hacer juego con la mía por todo lo que estaba sintiendo esa noche, a esas horas ya madrugada.
Con una carcajada me soltó:
 
-mmmm, ¡el desayuno!

Le correspondí a su risa con la mía y me abandoné al placer que iba a darme. Deduciendo que ya no había barreras empezó lamiendo el clítoris, suave jugando con la lengua de ahí pasó a penetrarme con ella. Lo mío debían ser alaridos a esas alturas notando la mejor comida de coño de mi vida. Bien saben todos los dioses del placer que me hubiera conformado con eso pero continuó sin darme tregua, por el perineo y mi ano. Con sus manos sujetándome por el culo para que no me derrumbara sobre ella y los dos índices abriendo más mi agujero habría jurado que era una polla lo que tenía en el culo y no su lengua juguetona. Las corridas se sucedían una detrás de otra y nunca hasta esa noche me había tenido por multiorgásmica. Al final fui yo la que pedí tregua agotada por todo el sexo, la montaña rusa de emociones y también, por qué no, por el alcohol ingerido.

-¡ha sido genial! No se como nos hemos soltado tanto, pero contigo he hecho cosas que deseaba y nunca había podido hacer.

Aunque esa frase podría haberla dicho yo, fue ella la que me lo decía mientras acariciaba con mimo mi corto cabello castaño y mi cara. Yo seguía amasando suavemente sus tetas un poco envidiosa de su tamaño. De vez en cuando rozaba mis labios con los suyos o con su lengua mimosa. Así íbamos quedándonos relajadas y adormiladas.

Las dos cabezas apoyadas en la almohada mirándonos a los ojos descubrí en los suyos ternura y cariño y ni una pizca de arrepentimiento. Esto tranquilizaba mi ánimo sabía que no perderíamos nuestra amistad por esta placentera locura. La única duda era si íbamos a repetir en un futuro próximo.

Lo que yo si tenía claro era que cada vez que saliera con ella en el bolso iba a ir un paquete de toallitas húmedas por si en el próximo calentón no teníamos un sitio con ducha o bidé.