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Novios - Pura y virgen, aunque...

Pura y virgen, ¡bueno no tanto! No vayamos a exagerar. Aunque desde luego no me han faltado las tentaciones. Soy morena con el cabello largo y rizado. Me llaman guapa aunque para mi gusto tengo la nariz y los labios demasiado finos. Me gustaría tenerlos mas llenos mas gruesos, mas voluptuosos. Tengo los ojos profundos y negros como la noche, mi cuerpo tiende a delgado, el cuello fino sobre unos hombros quizá un poco huesudos. Mis pechos son firmes, duros prietos de talla pequeña pero que se excitan solos cuando me los acaricio en mil masturbaciones solitarias. El vientre es plano con los músculos marcados, soy de caderas mas bien estrechas y nalgas firmes redondeadas y sobresalientes, los muslos largos y delgados, blancos como el mármol. El pubis está cubierto por un frondoso vello moreno y rizado se excita solo con pensar en un bello cuerpo masculino y chorrea mojándome las braguitas.

 

 Para cuando tuve mi primera experiencia sexual o mas bien la perdida de mi virginidad que es lo que voy a contar aquí había procurado informarme, leer sobre el tema, ver algunas, bueno mas bien muchas, películas y revistas.

Me estaba reservando. Pretendía que mi primera vez fuera con alguien especial y que fuera algo fantástico con lo que disfrutaríamos ambos. Para conseguir eso me estaba documentando mucho y disfrutando del proceso.

Pero eso no quiere decir que la calentura que sentía no hiciera que me masturbara con mucha, mucha frecuencia. Como preparación me depilé entera incluido el pubis, sin dejar un solo vello, me excitaba ver mis labios así de expuestos. La piel bien hidratada, bien limpia por fuera y sobre todo por dentro por ambos orificios que pensaba estrenar. Me veía bella y deseable y sabía que lo estaba.

 

 Así que una hermosa y calurosa tarde de un domingo de primavera decidí que ya era hora de rasgar el himen, de probar el placer del sexo con otra persona que no fueran mis propios dedos. Tenía al candidato ideal.

 Aprovechando para ello un paseo en coche con mi novio, un chico muy guapo con un cuerpo delgado no muy musculoso pero bien definido. Hasta ese día lo único que le había permitido eran los morreos habituales y que me metiera mano, me había dejado acariciar lo pechos, que al ser tan sensibles me habían ya provocado algún orgasmo con él. Los magreos se habían ido haciendo cada vez mas intensos y calientes y cada vez me costaba mas mantener el tipo cuando sus cada vez mas hábiles manos me ponían a punto de caramelo. Cuando su lengua lasciva recorría mi cuello, mi mandíbula y mi nuca solo pensaba en tenerla haciendo eso mismo entre mis muslos.

 

 En agradecimiento yo le había masturbado bastantes veces conteniendo mis propias deseos para no arrancarme la ropa del todo y sentarme en su polla de una vez.  Me encantaba sentir su rabo endurecerse en mi mano, al mas leve roce o ver saltar el esperma de su punta, lo tiene circuncidado y sensible. Y aunque todavía no lo había tocado con mis labios me moría de ganas de probar su sabor.

 Me había puesto una falda especialmente corta con liguero y medias. La parte de mis muslos entre la escasa de tela la falda y las ligas que quedaba al descubierto sobre el asiento de cuero estaban diciendo: -¡acariciame!-. Él solía poner su mano en mi rodilla cuando conducía pero ese día yo la aprisionaba entre mis muslos calientes cuando él no la necesitaba para cambiar de marcha.

 Yo era la que la que tenía todo previsto. Aunque él no tardó en darse cuenta de que algo especial pasaba, pero es muy tímido y se dejaba llevar.

Sabiendo que lo que yo tuviera planeado iba a gustarle.

  Logramos encontrar una bella pradera de fina hierba. Escondida a la vista en un paraje idílico. Allí me cogió por la cintura que el top ajustado, anudado en la nuca, dejaba al descubierto y me dio un primer beso. Cómo todos los suyos al principio tímido y sensual, un roce leve de sus labios sobre los míos. Yo en cambio estaba lanzada, una vez decidida lo deseaba con todo el calor de mi coño depilado.

 

 Puse una mano en su duro culo y sin aproximarlo a mi con la otra le desabroché el cinturón y los pantalones, acaricié su pene por encima del slip, lo tenia bien erecto. Me encanta su reacción ante cuerpo, ante mis caricias. A mi orden se quitó los pantalones y la camisa y se arrodilló en el suelo ante mí.

Metió la cabeza debajo de falda y acariciándome la parte posterior de los muslos hasta las nalgas. El pobre que iba de sorpresa en sorpresa se las encontró desnudas, ese día me había puesto un microscópico tanga cosa que nunca hago con falda. Me encanta que me acaricie el culo. Sus manos fuertes me amasan las nalgas de una forma maravillosa. Me bajó el tanga despacio deslizándolo por mis piernas hasta sacármelo y comenzó a besarme el coñito que se encontró sin un solo pelo, solo roces suaves, su lengua daba toques rápidos en mis labios expuestos que se abrieron de una forma natural para permitirle besar el clítoris.

 

 La sin hueso cada vez mas atrevida intentó penetrar la vagina lo mas posible aunque en esa postura era difícil. Pronto noté mi primer orgasmo sentía mis jugos resbalar por su barbilla aunque él tenia la lengua muy ocupada y no paraba recorrer con ella mi vulva.

 Lo puse de pie izándolo de los brazos y mientras lo besaba en la boca sintiendo mi sabor en mi lengua, me sacó la camiseta que llevaba sin sujetador, para poder acariciarme los pechos. Me daba suaves masajes como a mi me gustan acariciando los pezones alrededor arañándolos suavemente.

 Ahí me incliné para quitarle el slip blanco y le hice tumbarse en la hierba, al completo, me quedé contemplando su belleza unos instantes y me hubiera gustado fotografiarle asi. Ya habría ocasión en ese momento no estaba para perder mucho el tiempo.

 

 Me coloqué entre sus piernas para hacerle la primera mamada de mi vida Luego él me confeso que ya le habían hecho alguna mas, pero era tan tierno que podía perdonárselo. Aunque me mortis de ganas por conocer esas experiencias.

 Lamía su tronco o le daba besos con los labios cerrados, acariciaba sus testículos con la punta de la lengua y luego me los metida en la boca como caramelos. Por fin tras hacérselo desear me metia el glande en la boca apretándolo contra el paladar.

Iba de arriba abajo apretando los labios alrededor del tronco, no en vano me había informado bien. Incluso en el colmo de mi calentura le hice separar bien los muslos y levantarlos para poder bajar por su perineo hasta el ano donde perversa clave la lengua jugando con el estrecho orificio y luego pasándola por toda la raja. Estaba disparada. Él tenía que pasárselo tan bien como yo. Quería hacerle gozar a base de bien y a juzgar por los gemidos que escapaban de su boca lo estaba consiguiendo. No paré hasta sentir el semen saltándome a la garganta y saboreándolo con la lengua, bebí de aquel jugo dionisiaco. Parece que había logrado uno de mis primeros objetivos.

 

 Me puse en pie con una pierna a cada lado de su cuerpo, de su cabeza, y dejándole ver bien el coñito completamente depilado me saqué la falda que me quemaba sobre las caderas, quedándome únicamente con las medias y el liguero. Meneándolas en un sugestivo baile sensual para conseguir de nuevo esa dureza que buscaba. Sin tocárselo veia como se enderezaba como una pequeña serpiente reptando sobre su vientre mientras yo le mostraba mi lado mas sensual, acariciándome los pechos o masturbándome cerca de sus ojos. Recorriendo toda mi piel con mis propias manos. Doblando las rodillas hasta dejar mis labios al alcance de su lengua y luego hurtándolos en segundos provocándolo con el juego.

 

 Cuando por fin se puso duro saqué un condón de mi bolso y yo misma se lo coloqué sintiendo como terminaba de endurecerse en mis manos. Incluso le puse un poco de gel lubricante para hacer mi desfloración lo mas indolora posible, sujetando el tronco con una mano me senté encima de su polla con cierta violencia. Quería terminar con ello lo más pronto posible. El dolor fue leve y pasajero, el desgarro del virgo rápido y solo un poco de sangré marcó el asunto, debía tenerlo bien ejercitado por mis masturbaciones.

 

 Aún así me quedé quieta sentada unos instantes sobre sus caderas para sentir por fin el ansiado rabo en mi interior, duro palpitando bajo mis propias contracciones. Casi conseguí un orgasmo así, simplemente sintiendo su polla. Pero me puse a moverme rápido, fuerte, mis caderas subían y bajaban sin descanso sujeta de las nalgas por sus fueren manos. Pronto sentí ese delicioso orgasmo antes presentido. Seguí moviéndome consiguiendo correrme varias veces antes de notar como se llenaba el preservativo de su semen.

 

 Reclinada sobre su pecho descansamos sin sacármela del coño quería sentir como se ponía blanda dentro de mi. Ella sola se deslizó fuera al perder su consistencia. y al separarme la contemplé cubierta con mis jugos y mi sangre, el condón lleno de su esperma. Todavía conservo ese preservativo como una extraña prueba de la pérdida de la o mas bien de un trozo de pellejo que me impedía disfrutar plenamente.

 

 Sabía que mi chico podía con más. Si solo con mis manos podía levantársela hasta tres veces seguidas, que no podría hacer con todo mi cuerpo desnudo. Volví a lamérsela volví a sentir cómo se ponía dura esta vez encerrada entre mis labios, acariciada con la lengua y con los dientes que de una forma muy suave también participaban. La notaba crecer y recuperarse hasta que no me cupo en la boca. Hasta que volví a lamer sus testículos o la punta del circuncidado glande e incluso de nuevo su ano donde estas vez me atreví a deslizar un dedo por si interior.

 

 Quería perder todas mis virginidades y esa tarde soleada ya había caído la de mi boca y la de mi coñito, solo me quedaba una y también quería perderla con él. Volví a coger el tubo de lubricante y le puse una generosa porción sobre el pene, el no sabía lo que le esperaba, me miraba hacer con los ojos saliéndole de las órbitas mientras mis manos lo extendían por el tronco de la punta a los huevos.

Luego volviéndome de espaldas para que pudiera contemplarlo a gusto con otra generosa porción en mis dedos me lo extendí por la raja del culo bien abierta, bien expuesta, hasta introducírmelo en el ano, con dos dedos, profundamente como ya lo había practicado a solas en la ducha. El podía contemplar a gusto mi expuesto ano entre las duras y bien abiertas nalgas y un poco mas abajo el coñito abierto que había desflorado y mis manos recorriéndolo todo, acariciándolo. Conocía mis límites y esa tarde estaba dispuesta romperlos todos, lo deseaba dentro de todos mis agujeros. Arrodillada en el suelo y con la cara apoyada en la hierba, sin sacarme los dedos del ano le pedí:

 -¡vamos!, ¡follámelo!-

No se hizo mucho de rogar, se coloco tras de mí y lentamente me penetró con su rabo duro. El lubricante colaboraba pero aún así me dolió, Aunque el placer que estaba sintiendo lo compensaba de sobra. Tierno y despacio se movía dentro de mí acostumbrándome despacito a la nueva sensación de tener su rabo duro, caliente y vivo en el ano. Esta vez sin condón quería su esperma en mis tripas. Girando la cabeza lo veia con la cara desencajada mientras yo apretaba las nalgas para exprimirle la polla todo lo que podía. pretendía dejarlo seco, rendido a mis pies, mi culo, mi coño, mi boca. Casi me pilla de sorpresa la explosión de placer que estaba sintiendo a pesar de que yo misma me penetraba el ano con frecuencia en la ducha. Sus manos recorrían sin descanso mis nalgas y mi espalda.

Acariciándome sin pausa. Después de dos orgasmos tardaba en correrse pero no le dejé sacármela aunque se estuviera despellejando las rodillas siguió follándome el culo hasta que explotó en él. Se derrumbó encima de mi y yo recibí su peso en mi espalda agradecida del placer que me estaba dando. Rodamos sobre la hierba abrazados. Las rodillas verdes de clorofila y su rabo manchado de casi todos mis jugos. lo contemplaba admirada de su belleza con el cabello revuelto y desnudo y cansado. Desde luego quería probar con él todo lo que había leído o visto en los vídeos alquilados. Pero tendría que ser otro día pues no parecía que se le volviera a levantar esa tarde.

 Pero aún tenía reservado otro juego más. Quería travestirlo verle con mi ropa y yo ponerme la suya.

El accedía a todos mis deseos y consintió en ello. Nos costó acomodar sus genitales en el tanga de chica aunque la falda sobre sus caderas le sentaba bien gracias a su delgadez y las piernas largas y los muslos delgados, que las medias y el liguero moldeaban dándoles una forma mas femeninas. Al top le hacía falta un poco de relleno lo que solucioné en ese momento con unos pañuelos, para futuras ocasiones ya buscaría algo mas propicio. Incluso lo maquillé ligeramente con mi carmín, apenas se reconocía en el retrovisor. Le hice pasear ante mí para contemplarlo a gusto, incluso caminó de puntillas meneando las caderas pues desde luego fue imposible que se metiera en mis sandalias de tacón.

 

 Luego fui yo la que me puse su ropa. Mis pechos se marcaban a través de la fina tela de su camisa dándome un toque andrógino, pero con el cabello recogido podía haber pasado un chico guapo y confuso sobre su sexualidad. Haciéndome pasar por un ardiente amante y el una tímida señorita lo desnudé yo acariciando todo su cuerpo de nuevo, besando sus pechos y mordisqueando sus pezones cuando le saqué el top o lamiéndole el ombligo. y lo mismo hice con sus bellas y duras nalgas antes de quitarle mi tanga. Lo dejé con las medias puestas. A la vez yo me iba arrancando la ropa como el impaciente muchacho de mi papel. Cuando por fin lo tuve desnudo se tumbó boca abajo entre mis muslos y volviendo poner en acción sus dedos y lengua me acarició el coñito y el culo de nuevo y hasta que no me consiguió dos nuevos orgasmos no lo dejé descansar revolviendo su cabello apretando su cabeza contra mi pubis.

 

 Ahora estamos casados, Manolo conduce un enorme tráiler y hemos añadido a nuestros juegos múltiples variantes. Yo sigo siendo la calentorra que pretende estar informada de las novedades y aunque él ha perdido parte de su timidez sigue siendo encantador. Incluso hemos invitado a unirse a nosotros a algunos amigos y amigas.