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Sueños lésbicos

en Lésbicos

¡Estúpido sueño!, todas las noches lo mismo.

 No es una pesadilla en realidad es bastante sugerente, erótico, casi pornográfico. Sin prendas de ropa y la piel desnuda. Los sexos al descubierto. Así con eso me despertaba en un estado de gran excitación. Y al despertar lo primero que tenía que hacer era masturbarme con furia. Y si debido a mis obligaciones no podía hacerlo pasaba el resto del día en un estado de intranquilidad.

El sexo con otras personas no es imprescindible, si me masturbo, pero es importante y como he pasado una temporada en dique seco estoy cachonda de narices.

Esta claro que los sueños son una vía de escape, una válvula de presión, pero ya eso no me parecía suficiente. La noche que me ponía bragas, las menos, me levantaba con ellas empapadas. Y cuando no, la mayoría, mis jugos humedecen  las sabanas revueltas.

El olor a sexo inunda la habitación, incluso ventilando cierto aroma persiste en las sabanas, el aroma de mi excitación. Hasta ahora había hecho el amor con chicos. Tenía amplia experiencia con sus pollas, con sus cuerpos duros y su carácter egoísta atento solo a su propio placer.

Pero el sueño incluye algo nuevo, algo que nunca había probado, lo prohibido, lo desconocido por lo menos hasta entonces. En el sueño no había un rabo penetrándome sino el cuerpo dulce de una mujer de manos tiernas recorriendo mi piel febril.

Así el deseo tenia que hacerse realidad, tenía que hacerse carne, piel y manos femeninas.

 Nunca me había planteado entrar en uno de los bares de ambiente que hay en mi ciudad pero ahora si. Es el sitio lógico para buscar el objeto de mi oscuro deseo. Después de una temporadita de sueños húmedos me decido a buscar una salida a mi nueva inquietud.

Me preparé a conciencia, una hora de maquillaje y la ropa mas sexi que pude encontrar en mi armario. La lencería minúscula casi microscópica reducida a un tanga rojo de encaje tan trasparente que la piel depilada de mi pubis se veía perfectamente, el resto dos finos cordones.

Por encima de eso un mini short vaquero de cintura tan baja que si no me hubiera depilado se vería el vello de mi pubis por encima.

Llevaba unos stiletos de fino tacón que realizaban mis muslos y levantaban mi culo.

El top que me puse no admitía sujetador era un simple pañuelo de seda anudado al cuello y a la espalda por finos cordones. Mis duros pezones marcados en la tela como esculpidos en piedra.

Elegí un pub ruidoso y que sabia que se llenaba de gente chicos, chicas, gays y bisexuales buscando ligue. Me había informado de ello. La música disco, el calor, el sudor, el humo de cigarrillos y los vapores alcohólicos lo inundaba todo. Sentía las miradas de todos clavándose en mi cuerpo mientras me abría camino hacia la barra.

A la vez yo miraba alrededor buscando a la mujer de mi sueño, la piel con la que me rozaba en mis delirios oníricos o dejar que ella me encontrara a mí. Había varias jugosas posibilidades repartidas por la penumbra, incluso chicos en los que cualquier otro día me hubiera fijado.

Pero tenía muy claro mi objetivo. Mis ojos se deslizaban por los cuerpos femeninos presentes en la sala. La mayoría de ellas tan sexys y ligeros de ropa cono el mío. De vez en cuando la mirada se cruzaba con otros ojos y una sonrisa cruzaba por nuestros labios sabiendo lo que buscábamos todas. Un ajustado y pequeño vestido de lycra con escote palabra de honor llamó mi atención. Lo llevaba una pequeña morena muy bien formada, delgada y fibrosa con los senos pequeños y muy duros.

 
Pero no pude centrarme en ella, estaba acompañada por una rubia regordeta y voluptuosa. En cuanto se acercaron la una a la otra nada pudo detener sus manos y sus bocas. Parecían pegadas con cianocrilato.

Como mucha gente alrededor de ellas me las quedé contemplando sabiendo que ellas estaban dando adrede ese espectáculo incluso cuando casi todo el culo de la morena quedó al descubierto.  Su amiga levantó la pequeña falda, descubriendo sus nalgas prietas apenas separadas por un tanga tan ligero como el mío.

Me olvidé de ellas en cuanto se perdieron entre la gente y volví la vista a la atractiva camarera que me puso la copa.

 
Pero evidentemente ella tenía mucho trabajo aunque sus preferencias fueran las que yo buscaba. De todas formas era un bonito espectáculo con sus vaqueros tan ajustados que parecían pintados sobre sus caderas y la camiseta recortada que dejaba su vientre descubierto hasta casi el nacimiento de sus pechos y estos parecían botar libres de cualquier sujeción. Mas allá había un grupo de chicas bailando, parecían buenas amigas, algunas de ellas muy muy amigas.

Recogí mi copa y me deslicé por la pista de baile repartiendo sonrisas y miradas a mi paso. Por aquí la minifalda de un escueto vestido descubría unos increíblemente largos y ahusados muslos. Un poco mas allá un precioso escote casi desnudaba unos senos. Me lo estaba pasando bien aunque no consiguiera mi objetivo primario.

Por fin fue ella la que me descubrió a mi. Ni siquiera la había visto entre toda la gente. Cuando se acercó por mi espalda y deslizó en mi oído una pregunta que había esperado toda la noche:

-¿estas sola?

 Me giré por la sorpresa encantada al ver la cara preciosa que me estaba mirando enmarcada en una rojiza y larga melena.

Con esa luz no podía distinguir el color de sus ojos grandes y almendrados. La nariz respingona, los labios gruesos y sensuales la barbilla fina. Ni siquiera miré entonces lo que había por debajo de toda esa belleza concentrada solo en su cara. En ese momento supe que ella era la chica de mis sueños a la que había estado esperando. Le contesté que la había estado esperando a ella toda mi vida.

 
Su sonrisa iluminó todo el pub que hasta ese momento había estado a oscuras.
-mi nombre es Nuria.

- el mío Mónica, encantada.

Al aproximarnos para darnos un beso en la mejilla una leve confusión consiguió que el beso fuera muy cerca de los labios.

Sentí su mano en mi desnuda cintura y por fin me atreví a bajar la vista para contemplar el resto de su cuerpo. Como solo en mis mas locos sueños podía haber imaginado, era perfecta. Voluptuosa, sus pechos casi impedían ver el vientre plano pero no las anchas caderas ni sus torneados muslos. Mis pezones reaccionaron duros excitados marcados en la seda casi rozaban sus pechos deliciosos de los que podía ver mas de la mitad por el hermoso y profundo escote de un top que pasaba por detrás de su fino cuello.

 Deseaba la piel blanca y suave que espiaba entre la poca tela que los cubría. Por fin pude apoyar mi mano en su cintura desnuda. La prenda que cubría su pubis una cortísima minifalda, la llevaba baja sobre la cadera.

Un rápido vistazo a los largos y ahusados muslos. Y solo quería acariciar entre ellos cada vez mas arriba y descubrir la delicia pelirroja que había allí. Sin pensar comenzamos a bailar juntas, nuestros pezones se rozaban levemente. Uno de sus muslos se introdujo entre los míos rozándolos.

La suave piel caliente sudada quemaba sobre la mía.

Apoyaba su cabeza en mi hombro con ternura y yo hundí la nariz en la fragancia de su cabello. Sus manos ardían en mi cintura y notaba la tersura de su piel en las palmas de las mías. Animada por el ejemplo de la rubia y la morena que había visto antes juguetona moví una mano bajo la faldita de tablas que se rindió sin esfuerzo dejándome agarrar la firmeza una de sus nalgas desnudas. Un suspiro de placer llegó a mi oído ante el avance realizado y la punta del índice alcanzó en la raja del perfecto culo, la gomita de su tanga. Jugaba con esa parte de la prenda que tan poco cubría.

No necesitábamos hablar. Nos entendíamos sin palabras y casi cuando iba a pedírselo metió las dos manos por la cintura de mi short para agarrarme el culo y pegarme mas a ella. Apoyó el coño en mi muslo desnudo donde noté la humedad y en el cuello, el leve roce de sus labios besándome, además del frescor de su saliva extendida con su lengua. No podía contener mi deseo por ella y exploré un poco mas bajo su tanga.

 
El sudor que lo lubricaba me dejó tocar su ano sin dañarla explorarlo con suavidad e incluso introducir la yema de un dedo forzando el aro de músculo. Todo ello sin dejar de movernos al ritmo de la música frotándonos la una contra la otra pegadas con suavidad.

 El acolchado de nuestros pechos frotándose me excitaba mas. No podía separar mis manos de su suave piel pero deseaba amasar con ellas la turgencia de sus tetas. La mano que no tenía ocupada en el ano la deslicé bajo el top.

 
Como no llevaba suje conseguí agarrarle una teta y acariciar el pezón. En medio de la pista entre las demás parejas que también se estaban metiendo mano mi avance pasaba desapercibido. Tal y como me agarraba las nalgas sentía que tampoco quería perderme y su caricia me estaba llevando poco a poco al orgasmo aun sin tocarme el coño.

Su lengua recorría mi oreja llegando a humedecer mi oído. Y la mía absorbía el sudor de su cuello. Cuando me corrí ella tuvo que sostenerme de pie y ni siquiera me había tocado la vulva aún.

 Para entonces deseábamos mas la una de la otra. Yo quería experimentar todo lo que había soñado y quería hacerlo con ella.

En ese momento mirándonos a los ojos nos besamos. Luces música y nuestros labios acercándose despacio. Sujetó mi labio inferior entre los suyos y pasó la lengua por él. Conseguí deslizar la lengua entre sus dientes y la recibió la suya cruzándolas y jugando en un lascivo beso que pareció eterno y que hubiera querido que lo fuera.

Sellando el pacto con ese beso y visto que las dos necesitábamos más cogí su mano para no perderla entre la gente.

 
La arrastré hasta la salida con total cooperación por su parte. Ante la puerta del local ya en la calurosa noche un tirón en mi mano y una nueva parada para otro tórrido beso junto a dos chicos que estaban en los mismos menesteres. Habría jurado que durante un segundo vi la mano de uno de ellos cogiendo la dura polla del otro sobre el vaquero. Hasta que Mónica buscó mis labios con los suyos. Lo que terminó de descentrarme.

Sobre su hombro y pasando su adorable oreja la vista de uno de los chicos se clavaba en nosotras. Saqué mi lengua dispuesta a darles el espectáculo mas lascivo posible jugando con la lengua de mi amante fuera de las bocas chupándola o lamiendo su nariz respingona o besando sus dulces ojos. Noté por fin una de sus manos apoderándose de uno de mis pechos y excitando entre dos dedos aún mas uno de mis pezones. Mi muslo desnudo se deslizó entre los suyos y noté la humedad de su tanga en mi piel.

Volvía a levantar su faldita para agarrar con fuerza sus duras nalgas desnudas. Cada vez me costaba mas trabajo separarme de ella pero cuando lo hice los dos chicos seguían enzarzados y una polla durísima había salido a tomar el aire. Disfruté del breve espectáculo pro eso no era lo que necesitaba esa calurosa noche.

 Le di al taxista mi dirección mientras me subía a caballito sobre sus bellas piernas mirándola de frente. Echó la cabeza atrás sobre el respaldo del asiento del taxi y yo me incliné para besar de nuevo su fino cuello mientras ella ponía sus dos manos en mi culo deslizando un dedo por dentro de la tela alcanzando mi ano con relativa facilidad.

Gemí en su boca al notarlo. Mientras el taxista le echaba miradas lascivas a esas mismas nalgas que ella amasaba a través de su retrovisor.

Salió a la luz mi vena exhibicionista y me levanté el top de seda por encima de mis tetas para ponerle mis pezones al alcance de su golosa lengua. Mordisqueó mis pechos, lamió mi piel sin dejar de jugar con mi ano. Desde otros coches en los semáforos podían verme casi desnuda ademas de la privilegiada visión que le ofrecía al taxista pero el camino no era tan largo como para correr mucho riesgo.

Mónica me siguió ansiosa hasta mi piso apenas podía separar sus manos de mí. Yo lo conseguí a duras penas lo suficiente para abrir la puerta y dejarla pasar. Se abrió la faldita y la dejó caer en la misma entrada mientras recorría el corto pasillo.

 Quedé maravillada de nuevo ante sus larguísimas piernas y su perfecto culo. Le indiqué el camino a mi dormitorio, sin perder de vista el meneo de su cadera la seguí hasta allí. Mientras ella se recostaba sobre mi colcha yo dejé caer mi short y sin sacarnos los tacones nos buscamos sobre el colchón. Dejé que Mónica liberara mis tetas esta vez del todo. La seda salió sobre mi cabeza llevada por sus manos.

 
Enterró su cabeza entre mis pechos ansiosa por lamerlos mientras sus dedos recorrían mi piel bajando por mi espalda y mis costados para librarme también de mi tanga. De un tirón se limitó a romperlo. Las yemas de sus dedos quemaban mi piel con sus roces y mi vulva chorreaba manchando mi cama.

 Me fui recostando en ella atrayéndola sobre mi cuerpo. Ella seguía recorriéndolo con sus manos y labios en un sinfín de caricias. La notaba en mis axilas, su lengua lamiendo mi sudor, bajo mis pechos, los mordisquitos en mis pezones o como bajaba por mi vientre jugando en mi ombligo.

 
Pasó de largo mi coño que deseaba las caricias de su lengua para acariciar mis muslos y pantorrillas. Creí que se detendría ahí pero no fue así sonriendo picara cogió uno de mis pies y se lo llevó a la boca. El gemido que escapó de mis labios debió oírse dos pisos mas arriba cuando su lengua recorrió la planta y entre mis dedos. Se los metió en la boca chupándolos uno a uno golosa deslizando la lengua entre ellos.

Luego subir a los tobillos y otra vez hacia arriba este vez si se clavó en los depilados labios de mi vulva y todo ello sin dejar que yo la tocara. Me iba a tomar cumplida venganza en cuanto pudiera agarrarla. Pero ese no era el momento cuando mi vagina destilaba sus jugos en su lengua manchando su barbilla fina y deliciosa. Mirándome lujuriosa directamente a los ojos con sus manos aferradas a mis tetas.

Yo no podía abrir mas las piernas pero a ella parecía no bastarle cuando agarró mis muslos para subirlos hasta que mis rodillas tocaron mis pezones y ella siguió comiéndome el culo clavando la lengua en el ano como si quisiera follármelo con ella.

Y yo seguía corriéndome como una burra, no había parado de hacerlo desde que me desnudó. Y Mónica seguía vestida bueno apenas pues la ropa que tenía apenas podía llamarse atuendo. Cuando estaba entre mis piernas conseguí sacarle el top. La faldita estaba recogida en la cintura y el tanga a un lado dejando al aire su coñito permitiendo que de vez en cuando ella se llevara los dedos para acariciarse mientras me lamía a mi.

 Por fin me dejó bajar las piernas lo que aproveché para abrazarla y besarla notando mi sabor en sus labios.

Terminé de desnudarla admirando su cuerpo delgado y hermoso pálido pecoso. No iba depilada del todo se había dejado un triangulito de vello en el monte de Venus demostrando que es pelirroja natural. Sin separar los labios mis dedos fueron solos a por su vulva, sus húmedos labios y su hinchado clítoris. Gemía en mi boca al notar mis caricias. Su cuerpo sinuoso se frotaba contra el mío. Y ahora me tocaba jugar a mí. Pasé a lamer su barbilla y su cuello besar sus hombros.

 
Bajando por su piel despacio por debajo de sus brazos, las suaves axilas y suya duros pechos cónicos, las pecas de su escote y entre sus tetas. Mi lengua humedecía su vientre jugaba con el pircing de su ombligo. Le di la vuelta boca abajo en mi colchón para empezar con su nuca y bajar por su espalda hasta el durísimo culo. Deseaba lamer ese ano, le tenia tantas ganas, al abrir por fin sus nalgas y descubrirlo mis ganas aumentaron.
 
Clavé mi cara entre las nalgas y la lengua en el cerrado aro musculoso. Era el primer beso negro que hacia y además a otra chica pero parecía que no se me daba mal del todo a juzgar por sus gemidos. Creí que su sabor seria peor pero olía a sudor limpio y me encantó jugar con su ano haciéndola disfrutar. Tiré de su cadera hasta ponerla a cuatro patas y por fin tuve a mi alcance el primer coño que iba a lamer en mi vida. No quería que se diera cuenta de que era primeriza, ya se lo contaria después, puse en la tarea el mayor empeño que pude.

Solo hice lo que me gusta me hagan a mí clavé mi legua entre sus labios follándola con la lengua y chupando su clítoris como un caramelito delicioso. Su sabor me embriagaba aunque no era desconocido del todo, infinidad de veces me había lamido mis dedos cuando me masturbaba. No me cansaba de saborearla, su vulva era una fuente que manaba directamente a mi boca y me estaba encantado, era aun mejor que en esos sueños húmedos.

Follándose Sus suspiros ahogados en mi almohada y sus tetas clavadas en mi colchón. Me estaba gustando provocar esos orgasmos en una mujer y no me cansaba de lamerla. Fue ella la que me pidió una treguad desplomándose sobre las revueltas sábanas. Cogió mi cara entre sus manos para besarme con ternura. Seguro que notaba su propio sabor en mi lengua y tumbadas lado a lado nos acariciamos contándonos por fin algo mas que nuestros nombres.

Pude contarle al fin que ella era mi primera chica y ella me tranquilizó diciendo que lo había hecho muy bien. Ella por supuesto no era nueva en esas lides aunque como yo estaba sin pareja en ese momento. No es que pensara en liarme con ella pero desde luego estaba dispuesta a repetir si ella quería incluido lo de los pies que me había encantado.