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Ligue en L.A. la actriz secundaria

en Lésbicos

 
 
Me fui de turismo, un viaje por Los Ángeles. La meca del cine donde viven los "mejores" actores. Había ido sola, no me desagrada la aventura, una buena guia, en libro, y mi ingles chapurreado.

Al bajar del avión lo primero que se nota es el calor, calor californiano, húmedo y pegajoso. Tenia preparados algunos recorridos de Hollywood boulevard a las playas de Venice Malibu y similares. Y admirar los cuerpos trabajados por el ejercicio y esculpidos por los cirujanos plásticos era otro de los alicientes del viaje.

Algunas compras y algunos clubs, pasar las noches bailando y quizá ligando. Me había llevado mi ropa mas sexy claro, de sport por el día y mas elegante por la noche pero siempre enseñando la mayor cantidad de piel posible.

Y es curioso pero eso no desentonaba en absoluto con casi todo el resto de los habitantes de la ciudad. Quitando algún pijo trajeado el resto de los angelinos, bueno los pocos que andan, anda casi desnudo por la calle y desde luego en sus coches que utilizan hasta para ir a comprar el periódico.

El tercer día andaba por el paseo marítimo de alguna de esas afamadas playas, después de haberle echado un vistazo a los vigilantes de la playa, a los culturistas, a las chicas en bikini y tanga.

 Yo iba solo con un mínimo bikini que había comprado en Ibiza y que no desentonaba, paseando relajada. Un ajustado pantalón vaquero muy muy corto cubría algo mas de mi cuerpo.

 Me dirigí a la tienda de bañadores mas cercana a la playa. Se trataba de un simple chiringuito con un montón de perchas de las que colgaban escandalosos bañadores y bikinis. Los probadores unos trozos de tela sujetos por pinzas a bastidores de madera.

Entre los percheros había una rubia que me llamó la atención, me sonaba su cara,  bueno y sus tetas, pronto recordé donde la había visto. Era una actriz secundaria. Había salido en un montón de capítulos de series y películas emitidas en mi país. Nunca he sido muy mitómana pero la chica es bonita, su cuerpo voluptuoso y me había fijado en ella, claro.

Debía estar acostumbrada a que la miraran e incluso a que le pidieran autógrafos aunque supongo que pocas extranjeras y turistas como yo. Mientras tanto me había estado estado mirando ella a mí y yo no sabia que ella fuera lesbiana o que le atrajeran las chicas en algunas medida. Tampoco es que yo fuera muy aficionada a los programas de cotilleo.

 

 Nuestras miradas se cruzaron unas cuantas veces antes de que me decidiera a acercarme a ella. Podría perderme en sus ojos azules o en sus tremendas tetas operadas que el sujetador microscópico de su bikini era imposible que contuviera.

Al fin me atreví a acercarme a ella y pedirle que pusiera su autógrafo sobre el envoltorio del bañador que pensaba comprarme, una prenda con muy poca tela. La frase que puso sobre su firma era tan cariñosa que me animó a seguir conversando con ella.

Estuvimos hablando de las pelis y series en las que la había visto. Me preguntó por mi país y que me parecía su ciudad. Y ¡oh! milagro parecía que me entendía sin demasiados esfuerzos, incluso en mi pobre inglés. Sin darnos cuenta estábamos cogiendo confianza, sonriéndonos la una a la otra, y me fijé en como sus ojos recorrían mi piel bronceada de vez en cuando.

Me quedé a su lado mientras se probaba algún modelito más y considerando la calidad de la construcción no me resultó nada difícil echarle un vistazo al resto de su exuberante anatomía. Un culo francamente bonito duro respingón, sobre su rabadilla un tatuaje tribal bastante bonito. Y las rosadas areolas de sus llamativos pezones enmarcados en la piel mas pálida, en esas tetas tres tallas mas grandes que las mías. En esas playas no se puede hacer top less y las tapaba con los sujetadores de sus bañadores.

Desde luego tímida no era y cuando yo me probé un escandaloso bañador que apenas eran un par de cintas que cubrían lo mínimo, Karen se fijó en que no tenía marcas de sol en mi piel. Me había estado mirando descarada, lo que a mí me gusto. Mientras que ella sí por que en la mayoría de sus playas no se permite el nudismo. Así le expliqué que aquí hay unas cuantas zonas nudistas.

Nos fuimos juntas a tomar algo en la terraza de un café cercano y juntas contemplamos los bellos cuerpos que volvían de la playa y la bonita puesta de sol del Pacífico.

Me invitó a darme una ducha en su casa, un bungaló cercano y acepté encantada. Con la agradable compañía no me apetecía irme al hotel. Todo esto lo hablamos y ella me comprendía en mi torpe ingles de instituto que ella tomaba con una sonrisa y que incluso de vez en cuando corregía.

Una vez en su casa, una construcción de madera súper moderna, en primera línea de playa me indicó donde estaban las toallas y me condujo directa a su dormitorio. Resultó que la ducha estaba allí mismo solo separada del resto de la habitación por una mampara de cristal.

Así que como cada vez que había tenido oportunidad el resto de la tarde me saqué el mini short, despacio exhibiéndome ante ella, para ella. Luego el nudo del sujetador a mi espalda que cayó al suelo liberando mis pechos. Por fin los dos nudos de la braguita en los costados de mi cadera y ella pudo verme completamente desnuda con tranquilidad al fin.

 Y aunque sabía que ella ya me había echado un buen vistazo esta vez me exhibí al completo. Sinuosa como una gata en celo me movía despacio luciéndome ante sus ojos. Ella me miraba con descaro tumbada boca abajo en la cama, dejé correr el agua por mi cuerpo con el gel de ducha y le dije:

-¿No vas a ayudarme?

Se levantó despacio lasciva, soltando el nudo de su pareo. No se molestó en quitarse el microscópico bikini esperando que lo hiciera yo y se metió conmigo bajo el agua. Echando sus brazos a mi cuello me abrazó y acercó a ella. Por fin besé aquellos labios también operados pero que había deseado más de una vez en la pantalla de mi televisor.

Me besó despacio saboreando mi lengua con ternura haciéndolo largo y sensual. Pronto su lengua se abrió paso entre mis labios y yo respondí al beso con pasión dándole a probar de mi saliva. Mis manos en su cadera la liberaron del reducido tanga dejándolo caer al plato de la ducha y se apoderaron de las poderosas nalgas.

 Busqué su cuello con mi boca, pasando la lengua por su suave piel y ella mordisqueó el mío. Sentí dos dedos abriendo con suavidad los labios de mi depilada vulva. Arrancándome un gemido cuando alcanzó el clítoris moviéndolo suavemente con la yema de su dedo. El agua caía sobre muestras epidermis ardientes dejando que las manos las recorrieran al completo.

 

Todavía le quedaba el sujetador que solo alcanzaba a tapar el triangulito de piel mas clara alrededor de los pezones de sus tremendos pechos operados. Me limité a apartar la tela con los dientes y mordisquear los duros pezones. Los acariciaba con la lengua haciéndola sentir mi deseo. Ella gemía al recibir mis caricias.Lo que alagaba mis oídos.Pasando la lengua por sus tetas una y otra vez mientras el agua caía sobre nuestros cuerpos.

 

Mis manos eran curiosas ayudadas por el agua y el jabón se deslizaban por su piel indagando por todos sus rincones. Levanté sus brazos para acariciar y lamer sus suaves axilas. Juguetona deseaba probar el sabor de toda su piel. Bajé un poco mas por el plano vientre hasta clavar la lengua en su ombligo jugueteando y haciéndole cosquillas allí. Me situé a su espalda para bajar por ella hacia sus asentaderas firmes y separarlas buscando el ano.

 Gemía y susurraba guarradas en ingles y suspiraba inclinada hacia adelante para dejarme mejor acceso, cuando mis dedos jugaban con el prieto agujerito o clavaba mi lengua abriendo el rugoso aro de músculo.

Volví a levantarme buscando mas contacto entre nuestros cuerpos. Pegando mis tetas a sus omóplatos podía amasar las suyas a placer a la vez que notaba en mi vulva la suave piel de sus nalgas. Bajé una de mis manos por el suave vientre, clavando los dientes en su cuello, apartando la melena.

 Con suavidad me hice por fin con su clítoris buscándolo entre los finos labios de su coñito. Ahí escuché un grito lascivo de placer uno más de los que ambas estábamos soltando.

No me apetecía salir de debajo del agua estaba disfrutando de esa ducha lujuriosa y de su húmedo cuerpo.

  Empujé sus hombros para que doblara la cintura para que su perfecto culo asomara aún mas y fui bajando de nuevo, por su espalda haciendo círculos con mi lenguas en su piel.

Ansiaba morder aquellas nalgas prietas y duras y no me contuve clavé mis dientes en su culo dejando una efímera marca. Luego volviendo a saborear el ano.

 

 Terminamos de ducharnos y con los cuerpos húmedos, sin molestamos en secarnos nos fuimos a la enorme y cercana cama. En la calurosa noche de Los Ángeles se puso a cuatro patas entre mis muslos y pasó la lengua donde antes había puesto los dedos arrancando de mi garganta nuevos gemidos y suspiros. Primero por el pubis justo encima de la vulva por donde faltaba el vello. Las piel suave de esa zona acariciada por la humedad de su lengua me provocó un escalofrío de placer.

Me tenía muy excitada la muy... calentorra. Pasaba una y otra vez la lengua por mi coñito abriendo los labios, clavándose en el fondo de mi vulva y jugando con mi clítoris.

 

Su mano estirada retorcía mis pezones arrancando orgasmo tras orgasmo de mi cuerpo. Levantó mis muslos haciéndome arquear la espalda y quedando aún mas expuesta a su lengua juguetona que pasó por mi culo y coño. Con gula absorbía mis jugos mirándome a los ojos con lascivia entre mis muslos cada vez mas abiertos.

  Menos mal que soy bastante flexible o su ardor me habría lesionado. Mientras yo amasaba mis tetas pellizcando mis pezones. A veces agarrando su mano con fuertes apretones cuando me llegaba un clímax. No recuerdo los orgasmos que me provocó pero se que fueron muchos hasta que dejó descansar mi cuerpo sobre el colchón.

Se tumbó a mi lado buscado mis labios con mi sabor en los suyos acariciando mi cuerpo con ternura. Rozando mi piel con las yemas de sus dedos. Caricias que yo le devolvía. No me cansaba de amasar sus enormes tetas rodeando los duros pezones con mi dedo índice.

  Descansábamos sin dejar de acariciarnos ni de besarnos. Era dulce y fogosa a la vez y no dejaba que me enfriara tocando los puntos de mi cuerpo que mas me excitaban cono lo habría hecho yo misma. Lo hacia con tanta suavidad y ternura que me mantenía excitada pero sin que me apeteciera volver tan pronto a por nuevos orgasmos.

Hasta que ese punto de calentura empezó a subir de nuevo. Ahora me apetecía a mí saborear su vulva, deslizar mi lengua por su coñito, darle placer y sentir sus jugos en mi boca.

-sit in mi face! Please!

 

No es que fuese una gran frase pero sirvió a mis fines. Volvió a moverse tan felina como durante toda la tarde o como lo hacia delante de las cámaras en las series de la tele. Arrodillada junto al cabecero de la cama, mi cabeza entre sus largos muslos y mis manos en su culo separando las durísimas nalgas.

Ya antes había pasado la legua por los húmedos labios pero ahora lo hacia con toda la comodidad que me brindaba esa postura. De inmediato de ellos empezaron a destilar sus jugos recompensando mis esfuerzos. Los recogía con la sin hueso que pasaba por todo lo que alcanzaba. No me olvidaba de su ano recorriendo el perineo y clavándome en la raja de su culito. O volvía a su coño que intentaba absorber con mis labios mientras buscaba el clítoris con la lengua. Cada orgasmo me lo enmarcaba con gritos y gemidos guturales que era incapaz de entender pero cuyo significado era evidente. Deslizando la vista por su vientre plano y entre sus enormes melones podía ver sus ojos azules y su expresión desencajada por el placer.

 

Concentrada en esa vista y en darle todo el hice que podía era imposible que me fijase en el tiempo que pasaba. Centradas la una en la otra estaba llegando el amanecer, el sol salía sobre Beverly Hills y no nos dábamos cuenta.

 Supongo que entre caricias dormiríamos algunos ratos pero no podría jurarlo. Sólo se que el sol nos encontró en un sesenta y nueve, sudadas y con restos de saliva y de nuestros flujos por toda la piel. Nos habíamos acariciado, lamido, besado y frotado durante horas.

Lógicamente solo había sido sexo lujurioso y placentero pero solo eso. Puede que por mi parte algo de mitomanía y el trofeo de haber hecho disfrutar a esa actriz. Probablemente yo también había sido un trofeo para ella, haberse llevando a la cama a una turista nada mas conocerla. No quería incordiar mucho así que después de un café me pidió un taxi y nos despedimos con un ardiente y lascivo ultimo beso.

Conservo como un bonito recuerdo algunos selfies que nos hicimos juntas, en la terraza mientras veíamos anochecer, el cartón donde me escribió esa frase cariñosa y el bañador que ese cartón envolvía.