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Sexy Cow II (2/3)

en Sadomaso

Abdul tenía a la futura madre de su hijo de rodillas y atada a aquel artefacto de hierro en el centro del lúgubre sótano de su casa de campo. Había estado divirtiéndose de lo lindo con sus tetones cargados de leche, la había obligado a mamar y tragar la rica leche de su sucia y apestosa polla.

El moro se guardó la polla dentro de los pantalones y sacó el cadáver de Nasser de allí. Ya había conseguido traumatizar a su amada vaquita suficiente con aquel cadáver. No quería que empezase a apestar y a llenarse todo de insectos. Como ya tenía planeado asesinar a su compañero de trabajo, había cavado su tumba unos días antes. Metió al muerto dentro del agujero, y lo cubrió con paladas de tierra encima, hasta que desapareció de su vista.

Cuando tiró la pala a un lado, golpeó otra herramienta que había allí tirada. Era una horca de labranza, formada por un mango largo de madera astillada y podrida, que en uno de sus extremos tenía encajada una pieza de metal oxidado, formada por cuatro afilados y largos pinchos. Se le ocurrió otra idea macabra. Cogió la herramienta, y entró con ella en la casa. Bajó al sótano.

Tyra, al ver aquella horrible herramienta de tortura se inquietó “DÉJAME EN PAZ DE UNA VEZ ¡¡HE HECHO TODO LO QUE ME HAS PEDIDO!!” le suplicó.

Él se rio en su cara “JAJAJAJA ¿ESTAS LOCA? ¡¡TE DIJE QUE SERÍAS MÍA PARA SIEMPRE!! ¡TU NUEVA VIDA SOLO ACABA DE EMPEZAR! PERO TRANQUILA, QUE PRONTO TE ACOSTUMBRARÁS, Y SERÁS MUY FELIZ VIVIENDO CONMIGO Y CRIANDO A NUESTROS NUMEROSOS HIJOS.”

Abduld dejó la horca a un lado de momento. Se situó detrás de su amada y deseada Tyra, y le levantó el vestido. Ante él quedó a la vista el hermoso culo de la muchacha embaraza, tapado por unas lindas braguitas de encaje rosa, que iban a conjunto con su sujetador. Amasó sus nalgas con ambas manos, sintiendo como una poderosa erección empezaba a abrirse paso en su entrepierna. Había llegado el momento de seguir adelante con aquella violación a la Diosa de sus sueños y madre de su hijo.

Pasando un brazo hacia delante, el moro golpeó fuerte con su mano el coño de la adolescente americana, por encima de las bragas.

“¡¡AAAUU!! ¡¡NO PUEDO SEGUIR CON ESTO!! ¡¡BASTA YAAA!!” se quejó ella, pero como siempre, sus quejas y súplicas cayeron en saco roto.

El violador dejó su manaza plana sobre la vagina de su víctima y se la frotó con energía hacia arriba y hacia abajo “QUE COÑITO MÁS RICO TIENES NIÑA” le dijo él.

Acto seguido el moro le pellizcó el clítoris con toda su mala leche, provocándole un gran dolor a Tyra, que gritó sin poderlo evitar.

“¡¡AAAAAAAAAAHHHH YA VALEEEEEE!!” exclamó ella.

A modo de respuesta, Abdul alzó ambas manos y las bajó de golpe, soltándole sendos azotes a la vez en ambas nalgas. La chica dio un respingo.

“¿¿PERO QUE TE HE HECHO YO PARA QUE ME HAGAS ESTOOO??” preguntó ella.

“ESO ES FACIL DE RESPONDER. TIENES LA CULPA POR ESTAR DEMASIADO BUENA, ESA CARITA DE ANGEL Y ESE CUERPO DE ZORRA” le respondió el violador de manera sincera.

Abdul agarró las delicadas bragas de Tyra y las destripó, rajándolas por la mitad. Los restos de la tela cayeron cada uno por una de las piernas de ella. La muchacha estaba inmovilizada en el artefacto de fabricación casera del moro, arrodillada y con las manos alzadas por encima de su cabeza. Su torso había quedado inclinado hacia delante cuando ese tipo asqueroso le obligó a hacerle una cubana y a chuparle su pestilente polla, hasta tragarse su leche vomitiva. Su prominente barriga de embarazada quedaba sujeta por unas tiras de hierro con púas que había en el centro del mismo aparato. No podía hacer nada para liberarse de lo que se le venía encima.

Entonces su captor se fijó en el cinturón, que había dejado en su cuello cuando amenazó con estrangularla. Se lo quitó, no porque sintiera pena por ella, sino porque se le había ocurrido una nueva maldad. Se enrolló la parte de la hebilla en la mano y empezó a golpear las nalgas y las piernas de la chica rubia con una gran fuerza, dejándole gordas líneas rojas allá donde el cuero chocaba con su fina piel.

“¡¡¡¡PLASSS PLASSSSS PLAAASSSSS!!!!” el sonido de los chasquidos llenó el sótano.

“¡¡AUUU!! ¡¡AAAAHH!! ¡¡BASTAAAAAAAHH!!” se quejó ella, sintiendo su piel arder.

Pero él no se detuvo, todo lo contrario. Cuanto más se quejaba la niña, más dura le ponía la polla. El moro se situó delante de ella y le dio la vuelta al cinturón, dejando la hebilla metálica en el extremo libre, y sujetándolo por el otro lado. Ella, al verlo, empezó a temblar de miedo.

“¡¡NOOO…!! ¿QUÉ VAS A HACERME? DETENTE, POR FAVOOOR” le preguntó.

Abdul Sonrió con sadismo a Tyra, y le respondió “VOY A EMPEZAR A DOMESTICARTE MI VAQUITA. LA MADRE DE MIS HIJOS NO PUEDE TENER ESTE CARÁCTER. POR CADA GOLPE QUE RECIBAS, VAS A DECIR EN VOZ BIEN ALTA “GRACIAS MI SEMENTAL” SI NO QUIERES QUE TE LO ESTAMPE EN TU CARA DE PUTA. ¡¡ESPERO QUE TE HAYA QUEDADO CLARO!!”

Y sin esperar a que ella respondiera, Abdul golpeó sus dos tetas, clavándole la hebilla con saña “¡¡¡PLAAASS!!!”

“¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH!!!!” se quejó ella. Al ver que el moro alzaba la mano para dejar caer el cinturón en su cara, Tyra, llorando de manera desconsolada, dijo gritando “¡¡¡GRACIAS MI SEMENTAAAAAAL!!!”

A ese primer golpe le siguieron otros diez más, dados en el mismo lugar y con la misma mala hostia “¡¡¡¡PLASSS PLASSSSS PLAAASSSSS!!!!”

 

Y la pobre rubia respondía como podía a cada golpe, aunque a veces el dolor, o la velocidad a la que recibía los golpes, le impedía poder terminar la dichosa frase.

“¡¡GRACIAS… MI… AAAAAHHH… SEMENTAAAAAAAAAL AAAAAUUUU!!” Tyra tenía todo el derecho del mundo a quejarse. Las tetas le estaban quedando moradas por la paliza, y le saltaban chorretones de leche pre-mamá a cada golpe. Era una situación del todo insoportable.

Cuando Abdul hubo satisfecho aquellas ansias sádicas que se habían apoderado de él, volvió a ponerse en la retaguardia de la muchacha. No dijo nada, ni avisó a la chica. Sencillamente se sacó a polla de dentro de los pantalones, la agarró de las caderas y se la metió hasta las pelotas dentro de su coño adolescente. Fue tal la violencia que el moro ejerció en aquella vagina nada preparada para follar, que la chica soltó un berrido atronador.

“¡¡¡¡¡¡¡¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!!”

“¡¡JODER PUTA TU COÑO ES INCREÍBLE!! ¡¡AAAAAAHMM QUE GUSTOOO!!” le dijo él.

Acto seguido, el moro empezó a bombear de manera enérgica y muy fuerte, metiendo y sacando bestialmente su gorda polla dura de la raja violentada de la cría. Tyra sentía su coño ardiendo, como si una gordota barra de hierro al rojo vivo la estuviese empalando. La polla del moro entraba y salía de manera brutal de su vagina, destrozándosela a cada embestida que le daba.

“¡¡¡NOOOOOOOOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHBASTAAAAAAAAAA!!!” seguía suplicando la muchacha.

Pero Abdul solo se excitaba más y más con sus ruegos y lloriqueos. La agarró con una mano por su coleta rubia y le tiró tan fuerte del pelo que a ella le pareció que se lo arrancaría. Tyra sentía todo su cuerpo completamente dolorido. Tenía que hacer una gran fuerza con sus músculos, para que con cada poderosa embestida de su violador no se viese impulsada hacia delante, clavándose las esposas en pantorrillas y muñecas, y haciéndose daño también en sus rodillas, barriga de preñada, y su coleta. La pobre adolescente soportaba como podía aquella agresión a su persona, rezándole a los Dioses, implorando por que aquella insoportable tortura terminase de una vez, y ese malvado la liberara.

El gordo, sucio y apestoso rabo del moro atravesaba sin descanso la raja maltrecha de la chica americana. Las carnes prietas de ese coño juvenil arropaban al rabo intruso con su calidez y humedad. Abdul cada minuto que pasaba se follaba a la chica con más fuerza y velocidad, clavándole las uñas en las caderas, y sin dejar de tirarle de la melena rubia en ningún momento.

“¡¿ECHABAS DE MENOS MI POLLA, EH PUERCA?!” exclamó de repente el chico.

“ME DAS ASCOOOOOO!! OJALA TE MUERAAAAS HIJO DE PUTAAAAAAA!!” respondió ella como pudo.

“¡¡LO SIENTO PRECIOSA VAQUITA, ESO NO VA A PASAR JAJAJAJA!!” se mofó él.

Al moro le ponía cachondo que su futura mujer y madre de sus hijos se mostrara tan reacia a ser violada por él, era normal que la chica respondiese así a aquel ataque tan salvaje a su persona. Pero Abdul quería empezar a mellar la autoestima de la rubia, destruir su fortaleza interior como estaba destruyendo en ese momento su coño a pollazos. Así que dio paso a lo que había pensado cuando salió a enterrar a Nasser fuera de la casa.

Sacó su polla de golpe del coño de Tyra, que suspiró aliviada. Pero en seguida cogió la horca de donde la había dejado tirada y miró el mango de la misma. Era de madera vieja y astillada, y más gorda que su grueso rabo. Ideal para lo que tenía planeado hacer con ella.

Cuando Tyra miró de reojo a su violador y vio aquel horrible objeto en su mano, sus lágrimas y su terror se incrementaron “NO POR FAVOR ¿¿QUÉ VAS A HACERME?? NO ME MATEEES” le imploró.

“CALLA CERDA QUE NO TE VOY A MATAR. PERO ESTO TE VA A DOLER… MUCHO. LA CULPA ES TUYA POR NEGARTE A ACEPTAR LA REALIDAD. ¡¡DI QUE SERAS MI FIEL ESPOSA Y AMANTE MADRE DE MIS HIJOS Y TE AHORRARÁS ESTE TORMENTO!!” le dijo Abdul.

Pero ella, que era cabezona como pocas, y que no pensaba dejarse humillar ni vencer fácilmente, le dijo a su violador “QUE TE JODAN IMBÉCIL. HAZ LO QUE QUIERAS CONMIGO. YA NO ME IMPORTA…”

La inocente muchacha creía que pocas cosas más quedaban por hacerle. Que el moro la volvería a follar, se correría, y tal vez se dormiría por el cansancio. Quizás cometería algún error y ella tendría la oportunidad de escapar de aquella casa de los horrores. Pero no fue así. Tyra aprendió a las malas que hay cosas mucho peores que un moro pestilente te viole por el coño.

Abdul agarró aquel tridente y se situó detrás de su amada vaquita lechera. Apoyó el extremo romo del mango contra su vagina, dejando el hierro con pinchos contra el suelo. Comparó el diámetro de aquel bastón con la raja abierta a pollazos de la cría rubia. Al menos era el triple de grande.

“ESTO TE VA A DOLER GUAPA” amenazó, sintiendo palpitaciones de lujuria recorriéndole la entrepierna.

“¡¡NOOO NOOOOOOOO!! ¡¡¡¡WAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!” gritó ella, al sentir la punta de ese bastón enorme intentando meterse por su vagina estrecha.

“NO SEAS IDIOTA. LO HAGO POR TI. VAS A TENER QUE SACAR ALGO DEL TAMAÑO DE UN MELÓN POR AQUÍ ABAJO. CUANTO ANTES TE ACOSTUMBRES A TENER COSAS GRANDES Y DURAS METIDAS EN TU COÑO MUCHO MEJOR PARA TI. YA VERÁS QUE RICO QUE SE SIENTE, PUTA” le respondió su violador.

Casi parecía imposible que esa cosa tan enorme pudiese penetrar el angosto canal de la muchacha, pero una vez que el moro consiguió encajar la punta dentro, el resto se deslizaba lentamente dentro del coño.

“¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHAAAHHH BASTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA NOOOOOOOO!!!” se quejaba la pobre rubia, al notar como aquel gigantesco palo la rajaba por dentro.

El violador tenía que aplicar una gran fuerza para que el mango de madera avanzara por su camino dentro de la vagina de la adolescente. La piel alrededor del orificio estaba estiradísima. Ahí dentro no habría cabido ni un dedo meñique, el palo ocupara absolutamente todo el espacio disponible. Por mucho que Tyra gritara, pataleara, suplicara, llorara y le insultara, el moro no se detuvo hasta que notó que había llegado a golpear la pared del útero con el mango de la horca. La chica americana parecía haberse quedado sin respiración. O tal vez había llegado a un límite de dolor tan insoportable que se había desmayado, y por eso ya no gritaba. Pronto lo averiguaría.

Abdul alzó la herramienta del suelo a pulso y la sujetó de manera firme con ambas manos “LA PROXIMA VEZ QUE QUIERA FOLLARTE NO TE QUEJES TANTO Y NO SERÁS CASTIGADA” le dijo.

Acto seguido empezó a meter y sacar el durísimo y enorme palo de madera astillada de dentro del coño de la guarra. Abdul vio como pequeños hilos de sangre comenzaban a manar de su raja herida, cayendo al suelo, como el día que la desvirgó, solo que ahora estaba completamente despierta.

“¡¡AAAAAANNNGGG PORQUEEEEE PORQUEEEEE PORQUEEEEEEE!!” gritó la cría.

Si la gorda polla de su violador ya la había destrozado por dentro, Tyra no sabría cómo definir lo que le estaba haciendo sentir ese loco sádico y pervertido en ese momento.

“¡¡¡ME VAS A DESTRIPAAAAR SACAME ESOOOOOOO AAAAAAAAAAAAAH!!!!” le pidió al moro.

“NO, NO VAS A TENER ESA SUERTE PRECIOSA JAJAJA” respondió el contrario.

Abdul veía como ese gran palo desaparecía una y otra vez en el profundo coño de la rubia y se excitaba de manera descontrolada. Era increíble lo que le cabía ahí dentro. Seguro que pronto podía meterle el puño entero hasta el puto codo y la cerda gemiría de gusto al sentirle así dentro de ella. Menuda guarra se había agenciado.

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