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Lhdaf. 3

en Grandes Series

La Historia De Alicia Fernández. Relato 3

 

Para comer había paella – comida típica de la cocina española – y pescado como segundo plato. Comimos y, al no tener mucho que hacer en casa, mi prima Julia me llevó a conocer el barrio.

Julia tenía mi edad y gozaba de un buen atractivo: piel clara, pelirroja con el pelo liso, ojos verdes y un cuerpo bastante sexy, con unas tetas firmes y un trasero respingón, aunque un tanto pequeño.

Caminando por calles y callejones, me fue enseñando todo: panaderías, tiendas de ropa, estancos, peluquerías... Era un barrio bastante tranquilo, pues, por lo que vi, no había demasiada chusma cani.

- ¿Vas a explicarme cómo me has conseguido una plaza sin hacer preinscripción? - quise saber.

- Bueno, no fue muy dificil jaja. Una firma falsa por aquí, un chantaje por allá... Ya me conoces – me explicaba divertida.

Lo de "Ya me conoces" me lo dijo refiriéndose a sus "ventajas" por ser una excelente alumna. Al ser tan exitosa en los estudios, muchas veces ayudaba a sus profesores a documentarse antes de una clase, y algunos de esos profesores le devolvían el favor más tarde aceptando algunos de sus "pedidos" – nada sexual -. Julia no quiso entrar en detalles, pero supuse que mi plaza había sido facilitada por alguno de sus docentes.

- Oh, bien jajaja todo muy legítimo – comenté, divertida.

- Sí, sí... - apuntó con ironía.

Paseando un rato más por las calles, empecé:

- Bueno, háblame de Carlos.

- Vale. Carlos es un chico simpático y amigable, te caerá bien. Vive con su familia a las afueras de la ciudad, pero cada día coge el autobús para ir a clase. Hemos tenido una suerte increíble de que fuera él, te lo pone todo mucho más fácil.

- ¿Por?

- Verás, hace años tuvimos el típico rollete de críos de "novios", así que le conozco muy bien.

- Pero tu hermano no lo conocia cuando le he enseñado la foto... - me extrañé.

- Se habrá olvidado de él, básicamente porque, como te he dicho, fue hace años, y Alex tiene muy mala memoria jajaja.

Ambas reímos.

- ¿Y aún te hablas con Carlos? Lo digo porque como deduzco que cortásteis...

- Me hablo con él, sí. Éramos pequeños cuando pasó y al "cortar" apenas le dimos importancia. De hecho, le he hablado de ti.

- ¿Ah, sí? - dije con tono gracioso - ¿Y qué le has contado?

- Bueno jeje, cuando conseguí tu plaza le dije que una prima mía se iba a mudar al barrio e iba a hacer su mismo ciclo. Le hablé muy bien de ti – sonreí – y le di tu dirección de Facebook... Solo te diré que esa noche se quedó conectado hasta bastante más tarde de lo habitual – añadió con cara picarona.

- ¿Crees que...? - pregunté riendo.

- Oh, sí, ya lo creo – contestó haciendo el gesto con la mano y afirmando con la cabeza.

Seguimos hablando el resto de la tarde sobre temas irrelevantes.

 

Mientras todo esto ocurría, en casa de Carlos el panorama era un tanto distinto. Sus padres estaban echando la siesta, y él se masturbaba en la silla del ordenador con una foto de Alicia delante. Le parecía una de los chicas más sexys y atractivas que había visto en su vida: esa melena rubia, esos ojazos verdes, esa sonrisa encantadora, esas curvas... Todo en ella le excitaba, y no sabía cómo iba arreglárselas durante el curso para ignorar a aquella belleza, a aquella diosa Afrodita que parecía la encarnación perfecta de la más érotica de sus fantasías sexuales.

Carlos pertenecía a ese grupo friki, esa "tribu urbana" tan criticada hacía años y ahora tan socialmente aceptada, llegando al punto de mirarte raro al decir que no jugabas a videojuegos o de ser usada como marketing para la venta de equipos informáticos.

 

Ya de noche, volvimos a casa. Quedaba una semana para el comienzo de las clases y debíamos dejarlo todo en orden para entonces. Estaba ordenando mi cuarto cuando llamaron a la puerta. Fui a abrir y me encontré a Alex, con su moto aparcada en la puerta de casa.

- Hola – le dije, ilusionada y sonriente.

- Hola. ¿Quieres venir a darte una vuelta con la moto? Lo digo por si te aburres...

- Sí, claro, ahora voy. - Me giré hacia el salón - ¡Mamá, me voy con Alex a dar una vuelta, vuelvo en un rato!

- ¡Vale, tened cuidado!

- ¡Adiós!

Cerré la puerta y nos subimos en la moto.

- ¿De qué te ríes? - pregunté divertida, viendo que se aguantaba la risa.

- Que también eres escandalosa hablando, no solo en la cama jajajaja

- ¡Oye! - me quejé golpeándole el brazo.

Nos pusimos los cascos, me abracé a él por detrás y arrancó.

- ¿Dónde quieres ir? - me preguntó.

- Ah, pensaba que íbamos con tus amigos o con tu hermana...

- Mi hermana está en casa, no suele salir de noche y se queda viendo películas y series. Y quiero tener esta noche para nosotros, y con mis amigos de botellón no va a ser posible.

- ¿Con que quieres estar a solas conmigo esta noche, eh, pillín?

- Sí jaja. Quiero aprovechar esta última semana que nos queda, porque cuado empiecen las clases yo estaré muy ocupado con bachiller y tú con tu ciclo y con Carlos.

- Entiendo jiji

A los pocos minutos, llegamos a nuestro destino.

- Hemos llegado – concluyó.

- ¿Cómo?

Alex me había llevado a un lugar de lo más tranquilo. Se trataba de un descampado bañado por la luz de la luna, con cesped natural y el comienzo de un pequeño bosque al lado. Bajamos de la moto y nos tumbamos en la hierba, mirando las estrellas. Mi primo me cogió de la mano y me pegué a él, que me acariciaba el pelo y hablaba de cuál era cada estrella, cada punto en aquel cielo despejado, pues el tema de los planetas y del espacio le encantaba y sabía muchísimo.

Mientras me iba hablando de las maravillas del espacio, empezamos a besarnos los labios con suavidad. Él me manoseaba las tetas a placer mientras nos besábamos y yo le iba estimulando el pene por encima del pantalón.

- Ali, bájame los pantalones que tengo la polla a reventar – me ordenó.

Obediente, le bajé y quité los pantalones y, al ver ese pedazo de mástil palpitante y rojo, le empecé una mamada. Egullía su polla hasta la garganta, la saboreaba con la lengua y los labios y la expulsaba de nuevo. Mientras hacia esto, acariciaba sus testículos con las manos y les hacía unas suaves caricias muy estimulantes, llevando mis dedos de atrás hacia adelante.

- Joder, Ali, no pares... - me pedía entre gemidos – Cómo la mamas, prima, qué puto gusto, joder.

No tardo mucho en correrse. Una vez más, me tragué toda su lefa calentita y me limpié la boca con un pañuelo.

- Primito – dije al acabar -, ahora me toca a mí.Voy a follarte como si no hubiera un mañana.

- ¿No prefieres una mamada antes?

- Más mojada y caliente no puedo estar, así que ni de puta broma, guapo jijiji

- Vale, como quieras.

Nos desnudamos completamente, me coloqué sobre él y me metí esa pedazo de barra en la vagina, para ponerme a cabalgarlo con fuerza.

- Joder, síii, qué bueno, primo aahh... - gemía sin preocupación.

- Dame más, guarra aahhhh... Te voy a partir en dos – gemía Alex mientras veía a mis tetas bamboleándose en su cara.

- Ayyy, sí, qué buenoooo

Viendo que tenía la mirada en mis pechos, le cogí las manos y las coloqué una en cada teta, para que hiciera presión y me diera más gusto a la vez que satisfacía su necesidad.

Cuando quise darme cuenta, mi primo se había puesto sobre mí y me follaba con fuerza mientras hundía su cabeza entre mis senos disfrutando de su bamboleo.

- Cómo te gustan mis melones, cabrón mmm...

- Son cojonudas, pocas tías he visto con estas tetazas...

Aún siendo verano, el aire y el viento eran fríos, así que teníamos a follar rápido para evitar enfriarnos. En unas pocas embestidas su polla se puso aún muy dura y noté como se iba a correr.

- Ali, me salgo que no quiero darte problemas... - anunció Alex.

- ¡Ni de coña, ahí quieto! – y rodeé su cintura con mis piernas para evitar que se saliera.

Un buen chorro de leche invadió mi vagina y caímos rendidos el uno sobre el otro.

- Qué buen polvo – concluyó.

- Síii – ronroneé.

Pasamos un rato más abrazados, hasta que su miembro quedó flácido y me lo sacó.

- ¿Cómo consigues no quedarte preñada si dejas que me corra siempre dentro? - me preguntó.

- Es un poco largo de explicar, pero para que me entiendas, te diré que tienen que pasar unas horas antes de que el esperma entre en el sistema reproductor. Si en ese tiempo me limpio, lo saco todo.

- Entiendo jajaj "Alicia la Bióloga" – bromeó.

Ambos reímos.

 

Nos despertó la lluvia. Estaba tronando y llovía fuerte.

- ¡Alex, despierta, que nos hemos quedado dormidos! - le avisé.

- ¡Oh, mierda!

Nos vestimos tan rápido como pudimos y marchamos en moto. Habían pasado varias horas desde el polvo, así que tenía que llegar a casa para limpiarme. Mi primo me llevó hasta mi puerta y nos despedimos con un beso.

Debido a la hora que era, me quité los zapatos para no hacer ruido, me sequé en el baño con una toalla y me fui a la cama.