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LHDAF. 2 (Revisado)

en Amor filial

La Historia De Alicia Fernández. Relato 2

 

A la mañana siguiente, mi madre me despertó a base de caricias. Aún medio dormida, entreabrí los ojos y lo primero que vi fue su rostro sonriente. Yo era, a grandes rasgos, una copia de mi madre físicamente hablando.

- Buenos días, hija – me dijo, dándome un beso de buenos días.

- Buenos días, mam... aahhh – respondí entre bostezando.

- Va, Ali, vístete que vamos a hacer una visita a los tíos.

- ¿Sí? - quise confirmar, ilusionada.

- Sí – me confirmó, aún siendo obvio -, les ha llamado tu padre esta mañana y seguramente nos quedaremos a comer. - Me besó en la frente y se levantó de la cama, donde había estado sentada – Venga, vístete que en un rato nos vamos.

Dicho esto, salió de mi habitación y me levanté de la cama. Lo primero fue ponerme la ropa interior – sujetadores, braguitas y calcetines -. Después, me vestí con una camiseta de tirantes blanca, unos 'shorts' tejanos y unas zapatillas de calle azules. Hecho esto, salí de mi dormitorio y me peiné – me lo alisé -, desayuné macedonia y me lavé – higiene personal -. Cuando estuve lista, los siete - mascotas incluidas - subimos al coche y marchamos al centro de la ciudad, donde residían mis tíos.

Mis tíos, Alfonso y Clara - aunque prefería Lara en honor a 'Tomb Raider' -, a diferencia de mis padres, habían tenido dos hijos, Alex y Julia. Hacía meses que no les veíamos, así que cuando aparcamos delante de su casa y Alex nos abrió la puerta, le vi muy cambiado.

Mi primo medía casi 1,90m, estaba en forma - jugaba al fútbol e iba al gimnasio - y era moreno, con unos grandes ojos azules y una sonrisa de lo más amigable. Habíamos pasado gran parte de nuestra infancia juntos y nos llevábamos estupendamente bien, así que cuando me vio, me levantó del suelo con fuerza y nos abrazamos. Nos dimos el típico beso de bienvenida y pasamos al salón, donde estaba el resto de la familia.

- ¡Hola, prima, cuánto tiempo!

- ¡Bienvenidos a la ciudad!

- ¡Hola! ¿Se os hizo largo el camino o qué?

Estuvimos un rato charlando todos en el sofá, hasta que mi tío Alfonso, después de hablar con mi padre, se levantó y se dirigió al pasillo. Todos entendíamos lo que aquello significaba, así que mis padres y yo le seguimos. Nos condujo a su despacho, una pequeña habitación con su ordenador y montones de archivadores y carpetas.

- ¿Y bien, Alfonso? - empezó mi padre.

- Sí, sí, aquí está: he estado investigando algún tiempo para estar seguro de no cometer ningún error, y este es el sujeto.

Acto seguido me dio una pequeña fotografía. En ella se veía un chico de mi edad, piel clara, pelo castaño oscuro y ojos verdes.

- Es guapo jijiji – comenté.

- Se llama Carlos, tiene 16 años. Tus primos lo han dejado todo preparado para que Carlos y tú vayáis a la misma clase.

- Osea, que sigue estudiando – deduje.

- Sí, un ciclo de informática. - Viendo que me quedé un poco parada, añadió - Ah, y no te preocupes por la plaza – esto lo dijo para mis padres, que le escuchaban atentamente -. Tienes una reservada. Como ya te he dicho, tus primos han movido muchos hilos.

- Lo que me preocupa no es la plaza – aclaré -, sino el tema del ciclo. No es que sea una cateta con los ordenadores, pero tampoco soy Bill Gates.

- Algo aprenderás – opinó mi madre -. Y con suerte, Carlos sabrá del tema y te podrá ayudar.

- Eso espero jiji.

- Pues nada más – finalizó mi tío -. Las clases empiezan el 15 de septiembre, Julia ya te explicará los detalles. En fin, a ver si hay suerte, sobrina.

- Gracias jijiji – le agradecí antes de darle un abrazo.

Iba a regresar al salón con el resto cuando Alex, por detrás, me cogió de la mano y con rapidez me llevó hasta las escaleras. Entendí lo que quería – y lo que yo también quería – y me apresuré a seguirle hasta su dormitorio. Una vez dentro, cerró la puerta con pestillo y, apoyándome en la puerta, se acercó a mí y nos besamos en los labios, primero con suavidad pero después con más intensidad y pasión.

- No sabes cuánto te he echado de menos, primita... - me decía mientras me besaba el cuello y masajeaba mis tetas -. Cómo extrañaba tus labios y tu cuerpo...

- Yo igual mmm... - decía entre suspiros de gusto producidos por sus besos y caricias -. Echaba en falta al pequeño Alex...

- Ay... mi Alicia – dijo entre dientes -, tan graciosilla como siempre...

- Calla que tengo a tu polla coladita por mí jijiji... - le susurré con voz dulce al oído -. Fóllame bien que estoy muy cachonda, primo.

Dicho esto, nos empezamos a desnudar de la forma más provocativa posible, sin dejar los morreos y manoseos constantes y haciendo un 'striptease' mutuo.

- Qué buena estás, Ali – me decía mirando mi cuerpo desnudo de arriba a abajo.

Nos habíamos alejado un poco al desnudarnos, así que me fui acercando a él de forma muy sugerente, hasta que colocó su mano izquierda en mi culo y me atrajo hasta él con fuerza. Apoyé mis manos en sus pechos, acariciándolos con las yemas de los dedos, mientras sus manos amasaban mi culo. Por como nos habíamos colocado, mis tetas habían quedado sujetadas por la parte superior de mis brazos y se hallaban a pocos centímetros de la cara de mi primo.

- Bueno, ¿me vas a enseñar al afortunado o no?

- ¿Aún no lo has visto? - me extrañé. Pensaba que su padre ya le habría enseñado la fotografía.

- No, mi padre me dijo que veía más correcto que fueras tú, después de él, la primera en verle.

"Mi tío y sus rarezas...", pensé. Me agaché un momento para coger la foto de mis 'shorts' y, para hacerlo aún más provocativo, la coloqué entre mis tetas.

- Ah, muy guapo, sí – opinó en un tono que me hizo gracia, mientras miraba la imagen y besaba mis tetas a la vez -. A ver cuánto tarda en caer.

- Sí jiji a ver, a ver. En fin... – volviendo al tema-, ¿volvemos a lo nuestro?

- Sí, claro – fue rápido en contestar.

Me levantó por el culo y nos tiramos sobre su cama. Se puso sobre mí y me abrí de piernas. Pensaba que me la iba a meter directamente – como acostumbraba a hacer -, pero, para mi sorpresa, observé cómo abría mis labios vaginales y empezaba un lento cunnilingus, pasando la lengua y los labios por mis labios mayores, menores y poniendo especial atención en el clítoris.

- Aaaahh... Aaaahhhh... – Gemía, mordiéndome el labio inferior para evitar no gritar demasiado, pues tenía fama de escandalosa - ¿Dónde has aprendido a hacer el cunnilingus t... aahhhn bien...? Qué bueno...

- Digamos que he tenido meses para practicar jeje... - no dejé que acabara de hablar y agarré su cabeza con la mano para que volviera a meterse en mi Monte de Venus.

De vez en cuando paraba y me besaba los labios, el cuello y las tetas, dejando que sus dedos siguieran masturbándome. Entonces yo rodeaba su cuello con uno de mis brazos, y con el otro acariciaba su espalda musculosa, pues me ponía muy cachonda la dureza de esta.

Estuvimos un ratito más así, hasta que empecé a tener espasmos y finalmente me corrí. Alex tenía constancia de mi agrado por los fluídos orgásmicos, así que cogió un poco con los dedos, lo llevó a mi boca, y después directamente succionó mi vulva para a continuación besarme con pasión. Qué ricos estaban...

Cansado, mi primo se tumbó boca arriba. Entonces aproveché para devolverle el favor. Aprovechando que su miembro estaba erecto, besé su glande con dulzura, y acto seguido lo engullí. Alex soltó un buen suspiro, seguramente fruto de la represión de un gemido. Engullía su pene hasta la garganta, besaba con suavidad todo el cuerpo, el cuello y la corona y acariciaba sus testículos – que, al igual que mi vulva, estaban depilados gracias a mi consejo – con las manos. Mientras hacía esto, le miraba fijamente a los ojos, que me devolvían la mirada con una mezcla de placer y gusto que debía ser muy agradable.

- Has mejorado mucho desde la última vez ehh... - me felicitó entre suspiros.

- Al igual que tú, he tenido meses para practicar jijiji

Estuve un rato así, engullendo y sacando su pene, hasta que se endureció todavía más y supe que pronto se correría. Sabiendo esto, hice el mete-saca bastante más rápido, provocando que en pocos segundos tuviera mi boca a reventar de su leche. Mi primo, a diferencia de mí, detescaba el sabor de sus fluídos, así que sencillamente me lo tragué todo y dejé bien limpia su polla. Acto seguido, me tumbé a su lado.

- Por lo que veo, ambos hemos mejorado mucho, ¿no? - me comentaba mientras acariciaba mi melena.

- Al parecer sí jijiji

Una mirada de complicidad bastó para transmitir lo que venía a continuación. Yo ya estaba lista, pero el pequeño Alex se había quedado dormido después del orgasmo, aunque con mis tetas no me iba a costar mucho despertarlo a base de cubanas. Colocándolo entre mis pechos y haciendo presión mientras las movía de arriba a abajo, en un par de minutos su pene ya sobresalía por la parte superior, rozando mi cuello.

- Hazlo ahora, Ali, antes de que se vuelva a dormir...

Obediente, me tumbé sobre la cama, me abrí de piernas y, estando ya lubricada de antes, me penetró la vagina. Fue como un sablazo de placer que invadió mi cuerpo en cuestión de segundos. Al no ser la primera que follábamos – ni tampoco la última -, se acomodó fácilmente en mi interior y empezó el proceso. Su cuerpo se movía con fuerza y agilidad sobre el mío, mientras que yo rodeaba su cintura con mis piernas, su cuello con mis brazos y dejaba que me besara el cuello y la boca con pasión.

- Ohhh, síii, dame bien durooo... - le animaba a aumentar el ritmo, aunque lo cierto es que ya me estaba taladrando la vagina - Quéee bueeeeno...

Cuando notamos que nos íbamos a correr, decidimos pasar a otra cosa. Me puse a cuatro patas, y su polla me penetró con tanta fuerza que me dolió un poco y todo.

- ¿Te he hecho daño? - me preguntó, preocupado - No pretendía...

- No pasa nada – le tranquilicé -, ve despacito y ya está...

- Bien, perdona...

Siguió dándome bien, pero más despacio. Me di cuenta de que no tenía demasiada práctica en el sexo anal, pero tampoco lo hacía mal del todo. Lo hacía bien pero demasiado rápido, lo que provocaba algún respingo de dolor por mi parte, aunque sin llegar a ser exagerado.

No tardó mucho en correrse ni en sacármela, cosa que agradecí porque no me acababa de convencer. "Supongo que tendré que enseñarle", pensé.

Mientras pensaba esto, me volví a poner boca arriba y me la metió en la vagina de nuevo. Este era su fuerte, sin duda. Debido a que antes ambos lo habíamos dejado al borde del orgasmo, esta vez no tardamos mucho en corrernos, tres o cuatro embestidas y ya.

Entre convulsiones y espasmos de placer, decíamos:

- ¡Alii, me coorro...!

- Córrete dentro de mí, primito... Quiero sentir tu leche en mis entraaañas.... Aaaahh...

Finalmente, eyaculamos juntos. Alex me la sacó y se dejó caer a mi izquierda. Entre suspiros y sudor, logró decir:

- No debería haberme corrido dentro... Como te quedes embarazada, la podemos liar mucho.

- Tranquilo, primito – dije besándole los labios con ternura -. Una tiene sus truquitos jijiji.

Estuvimos un rato abrazados, acariciándonos y besándonos.

- Te parecerá raro – empezó él -, ¿pero sabes una de las cosas que me pone de nosotros?

- El qué – me interesé, mirándole con picardía.

- Nuestras diferencia de tono de piel.

- Jijiji ¿cómo?

- Sí, no te rías – se quejó entre risas -. Yo soy muy moreno y tengo la piel bronceada; tú, en cambio, rubia y de piel más clara imposible... Hubieras sido la perfecta nórdica jajaja.

- No parece ni que seamos familia – comenté sonriente mientras acariciaba su pecho con un dedo.

- Pues lo somos, primita – y me dio un morreo en los labios.

- Síii – ronroneé, acurrucándome en su pecho.

 

Nos quedamos dormidos en su cama, abrazados y sudorosos, hasta que oímos a mi padre al otro lado de la puerta:

- ¡Alicia, Alex, a comer!

Eso nos despertó al momento.

- ¡Sí, papá, ya vamos! - me apresuré a decir.

Mi padre se marchó y desperté a Alex.

- Mmm... ¿Qué pasa, Ali?

- Nos hemos quedado dormidos jijii es hora de comer.

- Ostias, sí jajaja el polvo nos ha dejado hechos polvo...

- Nunca mejor dicho jajaja – añadí.

- Pues no sé qué vas a comer tú, si te acabas de hinchar a lefa jajaja – bromeó.

- ¡Serás capullo! - le insulté sonriente, dando un puñetazo cariñoso en el brazo.

Mientras mi primo se vestía, salí de la habitación desnuda – y con semen resbalando por los muslos - y fui al baño a limpiarme la entrepierna, pues no quería correr riesgos. Nos vestimos, refrescamos un poco en el lavabo y bajamos a comer.