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LHDAF. 8 (Parte 1/2)

en Amor filial

La Historia de Alicia Fernández. Relato 8

 

Le hice una señal a Alex para que empezara a mover el rabo dentro. Aquello parecía seguir doliéndole, pero por lo menos ya no ponía tan mala cara.

Sin yo decirle nada, mi primo empezó a meter y sacar la polla, y eso pareció empezar a gustar a mi prima, que comenzó a suspirar.

- Creo que vamos por buen camino – sonreí.

- ¿Te duele, Julia? - se preocupó su hermano.

- Calla y sigue… - ordenó con un hilo de voz.

Mi primo me miró con una sonrisa maliciosa, y con la misma cara, le guiñé el ojo. Parecíamos estar consiguiendo el goce de Julia. Mientras mi prima seguía a cuatro patas a merced de su hermano, me puse a sobarle los pechos, no quería privarla de ningún tipo de placer. Alex cada vez le daba más duro, y ella no se quejaba, precisamente. Deduje, así, que no le desagradaba lo más mínimo, aunque en un principio hubiera sido doloroso.

- ¿Qué tal vas, primito?

- Bien, ahora bien… - le costaba hablar y dar por culo a la vez – Al principio costaba meter la polla porque nunca la habían follado por ahí y tenía el agujero súper estrecho, pero ahora ya se va ensanchando. Para la próxima hay que lubricárselo un poco, para que entre mejor.

- Bien pensado jiji – se me encendió la bombilla – No os corráis aún, que cojo el móvil. Esto merece un recuerdo.

- Mi primera enculada jiji uf-uf…

Saqué la foto sin flash y volví con ellos. Ya no se percibía nada en el rostro de Julia que indicase que aquello le estaba doliendo. No sería tan fácil que se acostumbrase a que la encularan, pero poco a poco su trasero se iría acostumbrando a la polla de su hermano. Excitada por la situación, volví a la acción. Me puse el arnés y le dije a mi prima que se levantara un poco. Y así, sin decirle nada más, le metí el consolador por el coño. No sé si es que no vio que lo llevaba puesto o qué, pero el caso es que le vino totalmente por sorpresa, desprevenida.

- ¡Aaahh…! - gimió.

- ¿Estás bien, primita? - me preocupé mientras rodeaba su cuello con mis brazos y la besaba con ternura.

- Sí, sí… Es que es la primera vez que me follan por los dos lados.

- Es verdad. Bueno, si ves que no puedes me lo dices y te lo saco…

- ¡Ni se te ocurra, zorra! - su comentario me dejó flipando, Julia se estaba soltando cada vez más - ¡Hasta el fondo! Uf, uf…

- Como guste jiji

Y así pasamos un buen rato, follándonosla por dos agujeros. Al final no pudo más y se corrió como una perra, llenándome toda la cama de jugos. Suerte que siempre pongo toallas…

Cayó agotada sobre la cama y su hermano igual. Iba a dejarlos dormir un ratito antes de seguir, pero recordé que Alex se había corrido dentro de su hermana y no llevaba condón, así que tuve que despertarla y fuimos al baño a limpiarnos.

Aún tenía las piernas temblando por la follada, así que tuvo que agarrarse a una barra que había en la pared, de esas para poner las toallas. Me agaché, le abrí los labios vaginales y me puse a extraerle todo el néctar de Alex. Aún estaba fresco, de modo que no dudé en tragármelo yo.

- ¿Qué tal lo he hecho? - me preguntó.

- Lo has hecho de maravilla, Julia – le dije mientras los jugos caían en mi boca -. Al ser tu primera vez, no has aguantado demasiado, pero ya te acostumbrarás.

- Gracias, Ali... Por todo. Sin tu ayuda nunca me habría soltado. Y pensar en todo lo que me he estado perdiendo… Tengo suerte de tenerte como prima.

- Gracias, pero la suerte es mía, que tengo una prima que está como un tren jijiji – le guiñé el ojo y acabé de dejarle la almeja limpia – Esto ya está.

- Espera.

Se me echó a los brazos y nos abrazamos. Primero permanecimos inmóviles, pero después su boca buscó mis labios. Y es que por mucho que Julia disfrutara del sexo opuesto, no podía negar que sentía mayor atracción por las mujeres que por los hombres. Yo, en cambio, prefería un buen rabo a un buen coño. Y así estábamos, abrazadas y besándonos en el baño. Me besaba con mucho amor, con pasión, pero sin ir demasiado rápido. En eso no se parecía a mi primo, desde luego, quien cada vez que me besaba parecía querer meterme la lengua hasta la campanilla.

Pasamos así un par de minutos y Julia se fue animando. Había empezado a sobarme las tetas y me empotró contra la pica.

- Súbete – me susurró.

Obedecí, suponiendo cuáles eran sus intenciones, y acerté. Me abrió de piernas y me metió toda la cabeza en el chocho.

- ¡Aaaammm…! - suspiré, mordiéndome el labio.

Debido a su preferencia lésbica y a que últimamente habíamos practicado, me hizo una señora comida. Me abría y separaba los labios vaginales con las manos y con los labios y la lengua me lamía el clítoris, haciéndome retorcer de placer.

- ¡Síiii…! ¡Quée riiicooo…!

- No grites tanto, que despertarás a Alex jijiji – me advirtió.

- Calla y come, primita… - me costaba hablar y todo – Lo haces de maravilla… ¡Mmmm…! No parees…

Motivada por mis comentarios, le puso aún más empeño y consiguió que me corriera en su cara en un maravilloso orgasmo. Me quedé ahí quieta, aún suspirando, con la espalda y la cabeza apoyadas en el espejo de la pared. Bajé de la pica y le di un beso cargado de amor.

- Gracias, Julia. Ahora volvamos con Alex, que lleva un rato durmiendo y aún queda noche jiji

Salimos del baño y, como suponíamos, su hermano seguía exactamente como lo habíamos dejado, en la misma postura.

- ¡Madre mía! No se ha despertado ni por tus gemidos – se sorprendió su hermana.

- Tampoco grito tanto, no exageres

- Que no grita, dice. Un día de estos te voy a grabar y vas a flipar.

- Correcto, viendo cómo te pone verme desnuda jijiji

- Sí, también jajaja

Alex seguía sobando.

- Bueno, ¿qué hacemos? ¿Le despertamos o dejamos que siga a su rollo?

- ¿Qué te parece si le hago una cubana mientras yo te encargas de su boca? Así practicas besando a hombres.

- Perfecto.

Dicho esto, Julia se sentó en su pecho y se puso a comerle la boca con lengua, mientras yo colocaba aquella pequeña polla flácida entre mis pechos y empezaba a sobársela. No tardó en despertarse.

- Joder, vaya cuidados recibo – puso las manos en el culo de su hermana para a continuación masajeárselo.

- Calla y disfruta, hermanito, somos tus hembras y nuestro deber es complacer a nuestro macho.

- No, no, si me parece cojonudo jaja seguid.

Estuvimos así un buen rato, hasta que ese pollón entró en erupción y me llenó las tetas de dulce leche, líquido que esparcí por mis senos y que a continuación dejé que Julia lamiera mientras su hermano le hacía un beso negro. Alex se había aficionado a los annilingus, parecía.

Cuando le dejó el culo bien lubricado, pasamos al siguiente asalto. Me puse el arnés y se lo metí por el trasero, mientras mi primo se la follaba por delante.

- ¡Ummm…! ¡Síii…! ¡Joder! ¡Me vais a partir, cabrones!

- Y decías que yo gritaba, ¿eh?

- ¡Calla y dame duro, Aliii!

- Jajaja vaya par de gritonas – se reía Alex -. Ali, un día de estos los vecinos se van a quejar del escándalo que se monta en esta casa.

- Va, no se enteran… Y aunque lo hicieran, pensarían que solo son mis padres.

- Esto… ¿Podéis volver a darme, parlanchines? - se quejó Julia.

Era verdad, así hablando habíamos reducido el ritmo.

- Perdona jiji – le di un sonora beso en la mejilla y volví a la faena.

Mi prima tampoco estaba nada acostumbrada a que se la follaran por los dos agujeros, así que no tardó mucho en empezar a retorcerse más y terminar en un señor orgasmo, entre gritos y gemidos. Cayó rendida y sudorosa y en un momento se quedó frita. Decidí dejarla tranquila, no pasaría nada si dejaba la leche de su hermano toda la noche en su coñito.

Mientras tanto, había dejado a Alex con ganas de marcha, así que me quité el arnés y se abalanzó sobre mí. Me la metió con fuerza por el chocho y empezó a embestirme de forma salvaje. Se iba turnando entre comerme la boca y las tetas, hinchadas a más no poder.

- ¡Mmm…! ¡Síii…! ¡Joder! ¡Dame duro, cabrón!

- ¡Te voy a reventar el coño, puta!

- ¡Síii, cabróon! ¡Párteme en dos…!

Con estas embestidas, no tardé mucho en notar que su nabo se hacía aún más grande, lo que quería decir que estaba al borde del orgasmo. Me saqué la polla y me giré, ofreciéndole mi culito respingón.

- Ahora reviéntame el trasero, no quiero que te corras aún.

Obediente, empezó una deliciosa enculada, haciéndonos gemir de lo lindo.

Al rato volví a notar que se corría, así que volví a girarme para que se corriera en mis entrañas. Ahora ya follaba con evidente impaciencia, le había impedir llegar a dos orgasmos y me iba a reventar el coño.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Síii…! ¡Quée guustoo…!

Ahora sí llegó al clímax. Y vaya si llegó. Me rellenó de tal forma de que mi chocho comenzó a salir leche casi a chorros. Yo tuvo un gran orgasmo casi al momento y ambas caímos rendidos en la cama. Ahora sí que ambos habíamos acabado. Me sacó la polla de dentro y me la dio para que se la limpiara. Me tragué todo y cerré mis labios vaginales, para que nada se escapara hasta la mañana siguiente. Me ofreció sus brazos, me acurruqué a su lado y empezó a besarme suavemente los pechos y los labios.

No tardamos mucho en caer en los brazos de Morfeo.

 

Desperté casi a mediodía, y estaba sola en el cuarto. Recordé la fiesta de esa noche y no pude evitar sonreír mientras me acariciaba el coñito, aún cerrado. Me duché para quitarme todos los fluidos del cuerpo y me puse un simple pijama. Abajo me esperaba la familia.

- Buenos días, hija.

- Por fin despiertas. Vaya dormilona.

- Eh, hacedle sitio.

Me puse entre mi madre y Alex y me trajeron el desayuno.

- ¿Qué tal anoche? - se interesó mi padre.

- Bien, bien, no nos aburrimos, precisamente… - dije lanzándole una mirada de complicidad a mi primo, que me cogió de la mano por debajo de la mesa.

Después de desayunar estuvimos jugando con la consola, echando unas partidas al FIFA. Por la tarde Carlos me pasó los apuntes y deberes por correo, pero me dijo que esa tarde tenía cosas que hacer y no podía quedar.

El resto del día pasó ni pena ni gloria. Fue llegando más familia para pasar ahí la semana.

- ¡Alii! - oí una aguda vocecita que me resultó familiar.

Era uno de mis primos pequeños, Lucas, un encanto. Pegó un brinco y me abrazó.

- Ya tenía ganas de verte, enano – dije dándole un beso.

- Lleva desde que supo que veníamos con ganas de verte, Ali – me explicó su madre, mi tía María.

- Hola, tita – nos dimos dos besos y lo mismo con su marido, Alberto.

Me llevé a Lucas en brazos y junto con Ivan y Carol le estuve haciendo cosquillas en el sofá. Una monada de niño, de verdad.

Por la noche mi pequeño primito insistió en dormir conmigo, así que no pudimos hacer mucho… Bueno, sí, eché un polvo rápido con Alex en el baño, pero nada más.

 

Así llegamos al viernes, 30 de diciembre. Esa tarde me di cuenta de que el libro que días atrás alquilé en la biblioteca había llegado a su fecha de devolución, de modo que fui a devolverlo. Me gustaba leer buenas historias y durante la secundaria leía bastante, sumando los de clase con los que leía por mi cuenta. En un ciclo de informática pocas historias iban a ponérseme delante, de modo que últimamente alquilaba una novela, y cuando la terminaba iba a por otra.

Total, me bajé al salón a preguntar si podía salir.

- ¿Puedo ir un momento a devolver este libro? - pregunté a mis padres, que estaban charlando con el resto de la familia.

- No, hija, es peligroso.

- Vamos, será un momento, ir y volver, lo prometo – puse cara de niña buena.

Mi padre se lo pensó un poco pero acabó aceptando.

- Vale, pero que Alex vaya contigo, que está en forma.

- Hecho, tito – apareció mi primo por la escalera.

- No tardéis.

- No, mamá.

Salimos de casa y nos encaminamos hasta el centro cívico. El edificio quedaba a cinco minutos andando, de modo que no tardaríamos nada.

En el mostrador estaba Juanma, un viejo verde que no apartaba nunca la mirada de mis tetas, razón por la que prefería a su compañera Isabel, un encanto de persona. Devolví el libro, saqué la segunda partes de este (era una saga) y volvimos a casa.

Y entonces la vimos. Una furgoneta negra con los cristales tintados, aparcada a un lado de la carretera.

- Alex… - le avisé, asustada.

- Sí, la acabo de ver. Debían rondar por el barrio y nos han seguido. No te pongas nerviosa, vamos por otro camino y ya.

Claramente asustados, fuimos rápido por otra parte. Esta daba mucha más vuelta, pero no tendríamos que pasar por el lado del vehículo.

- Nos está siguiendo – me susurró Alex.

Cada vez más asustada, cogí el móvil para ver por el reflejo de la pantalla si teníamos a alguien detrás, y evidentemente, la furgoneta nos seguía lentamente, a unos cuantos metros de distancia. Mi primo conocía un atajo, así que nos metimos por un callejón y aparecimos casi al lado de mi casa. Estábamos llegando cuando la furgoneta giró la esquina a toda pastilla y vino claramente a por nosotros. Corrimos hasta llegar a la puerta y picamos no sé cuántas veces.

- ¿Qué pasa, tanto picar? - nos abrió mi tía, la madre de Alex.

Entramos rápido en casa.

- ¡Una furgoneta nos estaba siguiendo! - dijimos al unísono.

Esto bastó para que todos se pusieran en alerta. Mi padre salió por la puerta y vimos como el vehículo se alejaba rápidamente.

- ¡Mierda! - gritó - ¿Estáis bien?

- Sí, sí.

- ¿Qué ha pasado?

- Hemos salido de la biblioteca después de devolver el libro y estaba aparcada a un lado de la carretera. Hemos ido por otro camino pensando que así la despistaríamos, pero nos ha seguido igual.

- ¿Creéis que os han visto entrar?

- Sí, venía a por nosotros a toda ostia, por eso picábamos tanto.

- Osea, que saben donde vivimos… - oí decir a mi padre – Mierda…

- Tenemos que extremar las precauciones. Esta noche dormiremos por turnos. Como se les ocurra volver…

- Papá – intervino Ivan, de la mano de Carol -, mañana podemos ir a comprar cámaras de vigilancia y un buen sistema de alarmas.

- ¿Y por qué no ahora, hijo?

- No, cariño, tiene razón, mejor mañana – le apoyó mamá -. Piensa que ahora probablemente seguirán por aquí cerca. Si salís ahora, quién te dice que no intentarán algo…

- Es cierto, cari – reconsideró mi padre -. Pero eso no quita que esta noche hagamos guardia, no quiero sorpresas.

Así pues, esa noche no dormimos ninguno. El recuerdo de la furgoneta que mató a mi hermano volvió a mi mente, razón por la que, aún sin dormir con Lucas, no quise hacer nada con mis otros primos. Después de cenar pusimos una película en mi ordenador y la estuvimos bien, abrazados en la cama.

 

Y finalmente, llegamos a tan odiada fecha, 31 de octubre: Halloween. Me desperté temprano, sobre las nueve. A mi lado estaban mis primos, abrazados, con claros signos de haber follado. No podía culparlos, la verdad. Por la noche había dejado que el recuerdo de Raúl se amargara y los había dejado a dos velas a ambos… Ahora quería compensarles.

Empecé por Alex. Su pene estaba flácido, pequeño y débil. Me lo metí en la boca y empecé una dulce y suave mamada. Mientras saboreaba todo el tronco y el glande y acariciaba sus testículos con ambas manos, fui notando como aquella polla se despertaba. En un momento, ya estaba bien gorda e hinchada. Mi primo no tardó mucho en abrir los ojos.

- Vaya forma de empezar el día jeje – me acarició la cabeza.

Le miré a los ojos de forma pícara y me puse el dedo índice en vertical en la punta de la nariz, indicándole que guardara silencio. Dicho esto, seguí con la mamada. Alex suspiraba y gemía en silencio, haciendo lo posible por no despertar a su hermana, quien aún dormía plácidamente. Noté como su nabo se endurecía aún más y empezaba a palpitar y a tener pequeñas contracciones, cosa que atribuí a su cercano orgasmo. Descargó todo su néctar en mi garganta y me lo tragué sin derramar ni una gota.

- Esto ha sido para compensarte por mi pasividad anoche – dije gateando hasta ponerme sobre él.

Nos dimos un delicioso beso de complicidad y, mientras él besaba su cuello y sobaba mis pechos, desvié la mirada hacia Julia.

- Escucha – le susurré al oído -, ahora voy a despertar a tu hermana. Si quieres follarme mientras le doy cariño, adelante.

- Hecho – dijo dándome una cariñosa palmada en el trasero.

Alex se puso a sobarme el culo y a follarme con suavidad y yo me acerqué al coño de mi prima. Como suponía, al separar sus labios vaginales vi que estaba a reventar de leche de su hermano, así que antes de comerle toda la almeja, tuve que tragarme toda la corrida de mi primo, que ya me follaba con más fuerza. Cuando tuvo todo el coñito limpio, metí la cabeza y me puse a lamer, besar y chupar todo. Julia no tardó en empezar a gemir.

- ¡Mmm…! ¡Síii…! ¡Quée riiicoo…! ¡Aaalex!

Creía que quien le estaba comiendo el chocho era su hermano y no yo. Cuando abrió los ojos, lo vio.

- ¡Oh, Alii, buenos días…! Qué gran forma de despertarme…

- Es para compensaros por anoche. Disfruta, primita.

- Gracias… ¡Aahh…! Qué gozadaa…

Pasé un buen rato comiéndole la almeja hasta que, después de varios orgasmos, acabó de correrse del todo. Para entonces, su hermano ya me había vuelto a rellenar como a un pavo y me estaba dando por culo. Cuando Julia hubo descansado un poco, se puso el arnés y me folló con el consolador. Qué gozada…

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

- ¿Te gusta, guarra?

- ¡Síii!

- ¿Te gusta que tu primo te dé por culo=

- ¡Síii!

- ¿Y a ti, hermanita?

- ¡Síii!

Mi prima me había metido la lengua hasta la campanilla y me comía la boca con ansia.

 

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Debido a que no voy a disponer de mucho más tiempo para escribir hasta enero, cuelgo la primera parte del octavo relato de la historia de Alicia ya, de ahí que su duración sea un poco menor. Que lo disfrutéis ;) ¡Feliz Navidad!