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Alicia Fernández. 15

en Amor filial

Alicia Fernández. 15

 

Y así, con mi primo Alex "enfadado" conmigo, llegamos al 14 de noviembre, el día antes de que este cumpliera la mayoría de edad. A pesar de que Julia había seguido con los preparativos como si nada, yo me había desentendido bastante en un intento de dejar aparcada nuestra actual situación.

No fue hasta la tarde de ese mismo sábado cuando mi prima me sacó las castañas del fuego. Me llamó para preguntar:

- Oye, Ali, ¿entiendo que vienes a la fiesta de esta noche, no?

- Um, lo siento, Julia, pero no creo que vaya. Sería bastante incómodo para ambos vernos ahora.

- ¡Venga ya, prima! ¿De verdad vas a dejar que esta tontería te impida ir a la fiesta de cumpleaños de tu querido primo? Apuesto a que en realidad quieres ir.

- Sí, Julia, quiero ir. Pero es lo que te digo: no con esta tensión.

- Pues no yendo no vas a solucionar nada.

- Sí, dejaré que las cosas se calmen un poco...

- Dime una cosa, sinceramente: ¿tú quieres arreglar las cosas con mi hermano o no?

- ¡Claro que quiero!

- ¡Pues ya está! Mira, hoy te vienes, me ayudas a acabar de preparar las cosas y, cuando llegue Alex, nos lo llevamos a un rincón si hace falta y arregláis esta mierda, ¿vale?

- Um... Está bien...

- ¡Guay! Alex llegará del cine con sus amigos sobre las once. Ven a casa un par de horas antes y lo acabamos de hablar, ¿de acuerdo?

- Okey. Oye, ¿Iván y Carol pueden venir? Es que me han dicho que les apetece conocer gente nueva.

- ¡Claro que pueden! Sí, tráetelos.

- Muy bien. Ahí estaremos.

- Hasta luego.

No le había dicho nada de si podía venir Carlos porque, ya que iba a ir, quería tener a Alex "para mí". Les comenté lo del cumpleaños a mis hermanos y, naturalmente, accedieron.

 

A eso de las nueve me vestí y salimos de casa. Me había alisado el pelo y vestía unos tejanos, una camiseta de manga larga blanca, una camisa negra y uno de esos abrigos con plumas en la capucha. Me había puesto mediamente guapa para la ocasión.

Al llegar, vimos enseguida a nuestra prima, que nos dio la bienvenida:

- ¡Hola! Por fin llegáis. Ayudadme con esto.

- ¿Julia, dónde está el cumpleañero? - quiso saber mi hermana.

- Aún no ha llegado.

Nos pusimos a colocar las platos y vasos y demás cosas tranquilamente, pues aún nos quedaba dos horas antes de que el susodicho apareciera. Entretanto, me quité el abrigo y desabroché mi camisa y noté como unas cuantas miradas se fijaban en mí. Y no era para menos: aunque iba bastante tapada por el frío, mi vestimenta no dejaba nada a la imaginación. Sonreí, pues me gustaba gustar, y seguí a lo mío.

En esas estaba cuando me llamaron:

- ¡Ey, Ali!

Me giré y quien me llamaba era un chaval de más o menos mi edad al que no conocía de nada.

- Hola... Perdona, ¿te conozco?

- ¡Sí, coño! Vamos a la misma clase. Me siento al fondo, quizás por eso no me recuerdas. Me llamo Miguel.

- ¡Ay, sí, perdona! Lo siento, doy asco con las caras – no iba a decirle que había pasado de su cara desde el primer día tanto como la de las del resto de la clase.

- No pasa nada jeje. Oye, ¿de qué conoces a Alex?

- Es mi primo.

- ¡No jodas! Pues yo soy un colega suyo de toda la vida. Íbamos juntos a entreno hasta que me desapunté hace unos meses.

- Nunca me había hablado de ti...

- Pues a mi sí de ti. Bueno, me había comentado pero tenía una prima llamada Alicia bastante guapa... y ahora ya puedo dar fe de ello jeje.

- Gracias jiji.

- Lo que no sabía es que estabas aquí. Tenía entendido que vivías lejos.

- Sí, bueno, nos hemos mudado hace relativamente poco.

- Um, entiendo.

Estuvimos hablando un rato más hasta que salió el tema de las clases. Le conté lo de que iba a dejarlas.

- Vaya. Ahora que iba a poder hablar un poco más contigo...

- Ya... Bueno, aún no voy a abandonar, eh. Seguiré asistiendo hasta las vacaciones de Navidad.

- ¿Por Carlos, no?

Esto me dejó un poco descolocada. ¿Tanto si notaba que estábamos juntos?

- Oye, ¿cómo sabes lo nuestro?

- Bueno, a ver jeje, tampoco hay que ser muy avispado para saber que tenéis algo. Puedo asegurarte que en clase lo saben más de la mitad.

No es que esto me molestara pero hubiera preferido que no se diesen cuenta.

- Entiendo... Pues sí, estamos juntos. Y sí, si me quedo es, en buena parte, por él.

- Lo imaginaba.

- ¿Y tú estás con alguien?

- Ahora mismo, no.

Seguí ayudando a Julia hasta que le enviaron un mensaje diciendo que ya estaban de camino, que en cinco minutos llegaban. Apagamos las luces, nos escondimos e hicimos silencio.

- En cuanto Alex se quede solo – me explicó mi prima -, nos lo llevamos a una esquina y hablamos, ¿vale?

Asentí. Tal y cual habían avisado, no tardamos en oír un coche aparcando en la puerta. Entraron en el garaje, encendieron la luz y saltamos gritando "¡SORPRESA". La cara de Alex era digna de un cuadro. No debía de esperarse este recibimiento en absoluto.

Entre besos y abrazos, procuré no dejarme ver mucho, más que nada para no cortarle el rollo. Cuando por fin me dejé ver, su cara cambió de alegre a serie. Llegó, entonces, el momento de solucionar nuestro problema.

Julia le cogió de la mano y se lo llevó al piso de arriba, haciéndome previamente un gesto para que les siguiera. Fuimos al salón y nos sentamos a hablar.

- A ver, vosotros tenéis un problema y vais a arreglarlo, ¿estamos? - su hermana parecía que iba a ser la moderadora – Por lo que cada uno me ha contado, entiendo que la forma de decir lo que Alicia dijo no fue la mejor, ni tampoco fue la mejor tu reacción, Alex. ¿Los dos de acuerdo?

- Pues no, la verdad – me defendí -. Cuando se lo dije traté de ser lo más justa posible, ya que cuando creí que tu hermano se estaba enamorando de mí, lo dije que lo nuestro no podía ser.

- Ya, pero me trataste con una frialdad que creo que nunca había visto en ti, Alicia.

- Vale, te reconozco que quizás no lo dije perfecto, pero tú podrías haberlo entendido.

- Oye, que yo lo entendí, eh. Otra cosa es que cuál fuera mi reacción al oírlo...

- O sea, que reconoces que no reaccionaste bien.

- Sí, pero reaccioné mal por tu frialdad conmigo.

- Vale, ahí fui yo la que la cagó. Me disculpo, pero en ese momento creí hacerlo bien.

- Guay, tenemos algo: Alex, Alicia está reconociendo que podría habértelo dicho de mejor forma. ¿Algo que decir?

- Sí, que no tenía que haberme puesto como me puse. Pero entiéndeme, en el momento me dio rabia...

- Vale, y tú reconoces que no reaccionaste bien. ¿Los dos satisfechos?

Ambos asentimos.

- Vale, y ahora vamos al problema central: está claro que entre vosotros dos está surgiendo un amor que no debería existir, ¿cierto?

- Cierto – dijimos al unísono.

- Muy bien. ¿Tenéis alguna propuesta para solucionarlo? Porque yo sí.

- Adelante, hermanita, ilumínanos.

- Es muy sencillo: esta noche la pasáis juntos, y si veis la oportunidad de echar un polvo, lo echáis. Ahora bien, a partir de mañana os trataréis como se tratan el resto de primos. Podréis besaros, abrazaros y todo eso, pero nada de sexo. ¿Qué os parece?

- Me joderá un poco, pero vale – aceptó Alex.

- ¿Ali?

- Me parece bien.

- Guay. Solucionado. Ahora volvamos a la fiesta.

Nos levantamos y mi primo me sonrió y me cogió de la mano.

- Ven aquí, prima.

Nos abrazamos y besamos suavemente.

- Eh, chicos, ¿qué hacéis? - nos sobresaltó Miguel, que estaba en la puerta.

Nos separamos a tiempo, pero no teníamos claro qué había visto.

- Ahora vamos, Miguel – contestó Alex.

- Va, que nos vamos ya.

- ¿Irnos adónde? - pregunté, confusa.

- Coño, Ali, ¿no te lo han dicho? Vamos a hacer parquineo.

Dicho esto, Miguel volvió al garaje.

- Mierda... ¿Creéis que nos habrá visto? - me preocupé.

- No tengo ni idea. A saber el rato que llevaba ahí... - dijo mi primo.

- Ahora ya no podemos hacer nada – sentenció Julia -. Hagamos esto: volvemos a la fiesta y nos comportamos normal. Si algo nos dice que Miguel ha visto u oído más de lo que debería, vamos a hablar las tres con él y ya pensaremos qué decirle.

- Está bien.

Así pues, volvimos a la fiesta. Al poco rato salimos a la calle a montarnos en los coches, ya que íbamos a ir a no sé dónde a hacer 'parquineo', una forma cani de llamar a poner música a todo volumen y emborracharse en la calle.

Lo bueno del asunto era que Alex era uno de los que conducía, aún teniendo 17 años. Había aprendido a conducir a los 14 o 15 años y desde los 16 iba por ahí tan tranquilo con su coche. Y no, aunque suene increíble, nunca jamás le habían parado.

- A ver, hora de repartir a la gente – informó este.

Como era de suponer, mis hermanos, Julia, Alex y yo fuimos en un mismo coche. Durante el camino, estuvimos charlando:

- Pues nos hemos apuntado a la autoescuela – nos comentó Iván.

- Ya era hora – opinó mi primo -. ¿Casi 19 años y aún sin carné? No puede ser.

- Bueno, tú es que eres un completo adelantado en eso. Vas por ahí sin licencia.

- Es increíble que nunca te hayan parado – se sumó mi hermana.

- Lo mismo digo yo, prima... - reconoció Alex.

- Oye, y... Ali: ¿cómo llevas el tema Carlos? Podrías haberle dicho que viniera hoy.

- Sí, podría, pero hubiese estado más pendiente de él que de cualquier otra cosa. Y hoy el anfitrión es Alex.

- Sí, en eso llevas razón.

- ¿Y cómo vamos del tema "intrusos"? - preguntó Julia, seriamente.

- Desde Halloween no han vuelto a actuar... - recordé.

- Siento recordarlo, pero ya sabéis cómo va esto: atacan cuando menos nos lo esperamos.

- No te preocupes, prima – la tranquilizó Iván.

Llegamos al lugar y aparcamos. Me di cuenta, entonces, del montón de gente que éramos: cinco coches además del nuestro. Enseguida empezaron a pasar vasos y botellas y empezó la fiesta. En un momento dado, mi primo me hizo un gesto, indicándome así que le siguiera. Nos ocultamos tras unos arbustos y me metió mano:

- Qué ganas tenía de estar contigo, primita – me dijo mientras me sobaba el busto por encima de la ropa.

- Y yo – me besé con lengua y nos abrazamos.

Nos quitamos los abrigos y los dejamos en una rama, por el calentón. Me cogió por la cintura y me fue dando besos y mordisquitos por el cuello, pasando por la oreja hasta llegar a los labios. Decidida, le bajé el pantalón y me dije que se relajase. Salió una polla morcillona, miembro que engullí con gusto mientras miraba a los ojos a mi querido primo.

- Umm... Ahh...

- ¿Te gusta?

- Me encanta... Sigue, por favor... Uff... Joder, qué bien...

Me metía su preciosa tranca hasta la campanilla, la saboreaba y volvía a sacarla. Mientras se la chupada, acariciaba sus testículos, que estaban bien hinchados y muy, muy calientes. No tardó en correrse y me llenó la boca de semen caliente, líquido que escupí en buena parte. Me tragué lo que pude y me limpié la boca con un pañuelo.

- Me ha encantado, Ali.

- Gracias. ¿Volvemos a tu fiesta?

- No, todavía no – volvió a cogerme por la cintura -. Quiero follarte.

- Mmm, está bien jiji.

Me apoyé en un árbol, me bajé el pantalón y me hundió la polla hasta el fondo de mi chochazo. Le miré con mis ojazos verdes, rodeé su cuello con mis brazos y volvimos a besarnos.

- Ahh... Ahhh...

- Umm... Ahh... Uff...

Me follaba cada vez más rápido, hundiéndome bien adentro el nabo y haciendo chocar sus huevos contra la entrada en mi coño. Estuvimos así un rato hasta que corrió dentro de mí.

- Gracias, primito. Me ha encantado.

- Volvamos ya, anda, que estarán preguntándose dónde nos hemos metido.

Por precaución, salió él antes y, minutos después, yo. Fuimos listos y salimos cada uno por un sitio distinto, aunque, dada la borrachera que llevaban ya la mayoría, dudo mucho que hubieran sospechado algo de habernos visto aparecer juntos.

En otro orden de cosas, me lo pasé bastante bien. Estuve bebiendo Vodka con Fanta de limón y la verdad es que algo sí que me subió. Aún así me controlaba, pues no pretendía ser, ni mucho menos, el centro de atención. No puedo decir lo mismo de Julia, que, sin venir a cuento, vino y me dio un señor morreo. Tuvimos suerte de que no hubiera nadie cerca nuestro en ese momento.

- Prima, contrólate un poco, por favor – intentaba ponerme seria, aunque la borrachera más bien me hacía el efecto contrario.

- Estás to' buena, Ali jejeje.

- Julia, por favor, que hay gente cerca...

- Vale, vale, ya paro... ¿Puedo comerte el coño?

Mi parte madura la habría hecho entrar un razón, pero en aquel momento no es que estuviese yo mucho en mis cabales. Así que la cogí de la mano y nos metimos en el coche de Alex. Mi hermana nos intercentó.

- Chicas, ¿qué hacéis? - aunque no tanto, su voz era algo pastosa, con lo que nos hacíamos una idea de su grado de ebriedad.

- Esta – contesté, señalando a mi prima pelirroja -, que quiere comerme el coño, la muy tara'.

- ¿Ahora? Julia, vamos a ver, ¿pero tú te estás oyendo?

- No va a parar hasta conseguirlo, me la conozco bien. Carol, ¿puedes vigilar que no venga nadie, por favor?

- Umm... Está bien. Pero sed rápidas. Rápidas y discretas.

- Sí, sí.

Nos metimos en el coche y me bajé el pantalón para facilitarle el trabajo. No se hizo mucho de rogar, pues enseguida se adentró con la boca entre mis piernas y me lamió toda la raja, a lo que yo gemí. Tuve el morderme el labio para evitar armar demasiado escándalo.

- Mmm... Ahhh...

- Jijiji ¿lo hago bien, primita?

- Sí, sí... Sigue, por favor... Ahhh... Julia, aunque ahora esté ebria, te diré algo... Mmm... Y quiero que te lo tomes muy enserio... Ufff...

- Dime...

- Está claro que sientes mayor atracción... Oohh... Por las chicas que por los chicos... Oumm... Por lo tanto, veo lógica que intentes ligarte a alguna chica...

- ¿Que salga con una tía, dices? ¿Pero para qué? Jijiji ¡Si ya te tengo a ti!

- Ya jijiji mmm... Pero yo estoy con Carlos...

- ¿Cuánto ha sido eso importante a la hora de follar con nosotros?

- Sí, vale, no ha sido importante... Mmm... Pero deberías buscarte a alguien...

- Sí, quizás... ¡Pero hoy no!

No tardé mucho más en llegar al orgasmo. Me limpié con unas toallitas y salimos del vehículo. Mis hermanos nos esperaban fuera.

- ¿De verdad os estábais liando, guarrillas? - nos preguntó Iván.

- Más bien Julia, que se ha emperrado en comerme la almeja un rato... Oye, ¿has bebido?

- Un poco, sí. Ah, y Alex se está ligando a una.

- ¿Enserio? - no oculté mi sorpresa.

- Sí, sí, mira, están ahí. Parece que ahora vuestros trios se van a converter en cuartetos jeje.

En efecto, mi primo se estaba ligando a una morena.

- ¿Quién es, Julia? ¿La conoces?

- Sí, es una amiga del barrio. Nunca he hablado mucho con ella pero se la ve maja.

 

Alex

Llevaba ya un rato charlando con mi amiga Aurora, a la que pretendía hacerme durante el transcurso de la noche. Se trabajaba de una morena de ojos marrones, bastante mona. Tenía 17 años, uno menos que yo. Era una chica del barrio a la que conocía de toda la vida y con la que, bueno, digamos que empezaba a tener más confianza.

- ¿Así que Segundo de Bachiller, eh? - me preguntó.

- Sí, ¿tú qué haces?

- Yo trabajo. Bueno, ayudo a mi madre en la tienda.

- Bueno, mira, no está mal, al menos ganas dinero...

- Sí jeje um, y hablando de no estar mal... Tú no lo estás...

No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de que, muy sobria, no iba. Estaba claro que aquella situación iba a desembocar en sexo, así que decidí dejarme llevar. No pensaba aprovecharme de ella, pues sabía por fuentes fiables que Aurora hacía tiempo qus buscaba tener algo conmigo.

- Ven conmigo – le pedí, cogiéndola de la mano.

Fuimos hasta mi coche y, al entrar, lo primero que olí fue... ¿Sexo? Me extrañaba un poco, pero no le dí demasiada importancia. Me metí con Aurora en los asientos traseros y la besé con ganas. No tardó en quitarse la camiseta, por la que comencé a comerle las tetas que, sin ser ni de lejos tan buenas como las de Alicia, lo cierto es que no estaban nada mal.

- Joer, no veas cómo te gustan mis perolas.

- Es que están muy de puta madre, Auro.

- No, si ya jeje. Mmm... me lo dicen mucho.

Nos seguimos besando y yo metiendo mano: el culo, las piernas, los pechos, la espalda... Estaba muy buena. Y ella, mientras tanto, se dejaba hacer, no sé si porque, al ir taja, le daba igual porque no se estaba enterando de nada, o si, por el contrario, era mínimamente consciente de que yo le estaba haciendo y estaba, sencillamente, disfrutando de mis caricias y manoseos.

Cuando te harté de sus senos, le pregunté:

- ¿Puedo comerte el coño?

- Umm, claro, mi amor, no hace falta ni que me lo preguntas... Uff...

Lo cierto era que sí hacía falta porque así tenía claro cuál era su grado de serenidad. En otra ocasión ni habría preguntado, cierto, pero, al no conocerla de nada apenas, me interesaba saber qué estaba dispuesta y qué no a hacer. Hacía todo esto porque quería evitarme que luego dijera que me había aprovechado de ella y tener problemas legales, básicamente.

Dejando todo esto de lado, le bajé los pantalones y me adentré en sus piernas. Primero separé sus labios vaginales y después procedí a lamer su raja, razón por la que comenzó a gemir.

- Mm... Ahhh.... Siiigue... Oouumm... Mmm...

Llegué hasta su clítoris y lo lamí bien, mientras Aurora no dejaba quietas sus piernas, fruto de la excitación.

- Mmm... Qué bien comes coños... Debes de tener mucha experiencia...

- Sí, la verdad es que sí. Me gusta el sabor de los jugos que salen.

- ¿Nos lo comes a todas la primera vez?

- Sí, normalmente sí. Es mi forma de agradecerles una mamada o de pedirles que me hagan una después...

Aún yendo bebida, no le costó pillar mi indirecta.

- ¿Quieres... quieres que te la chupe?

- Por favor.

- Okey.

Me separé de sus piernas antes de hacerla llegar al orgasmo y me bajé los pantalones. Tenía el rabo bien duro y morcillón, perfecto para ser comido. Ahora fue ella quien se puso entre mis piernas y me miró con sus bonitos ojos marrones.

- ¿Seguro que quieres que te la mame?

- Yo te he comido la almeja y te ha encantado. No estaría de más que me devolvieras el favor...

- Está bien, está bien. Pero te advierto que no lo hago perfecto.

- No pasa nada. Tú inténtalo, vamos.

Abrió la boca y se metió la puntita. La besó, hizo círculos en ella con la lengua y, poco a poco, se fue metiendo el resto. No la hacía del todo bien pero daba gusto igual.

- Umm... Me gusta... Sigue...

- ¿Lo hago bien?

- Ajá...

Se la metía hasta más o menos la campanilla, la saboreaba bien y la sacaba. Así, sin parar. La verdad es que me estaba dando un buen gustazo. No tardé en sentir que me iba a correr.

- Aurora, me voy a correr... - la avisé.

Rápidamente, se sacó mi palo de entre sus labios y recogió la corrida con sus mano, que fue bastante. Echó mi semen fuera del coche y se limpió con unas toallitas.

- ¿Te ha gustado? ¿Lo he hecho bien?

- Me ha encantado.

Después de esto, pasando un rato más abrazados y besándonos con tranquilidad hasta que nos volvió a apetecer salir. Ella se fue por un lado y yo por otro. Me di cuenta, entonces, de que Alicia, Julia y Carol me estaban mirando.

 

Alicia

- ¿Quién era esa, Alex? - le pregunté cuando vino hacia nosotras.

- Una tal Aurora a la que se ve que le gusto.

- Um, es bastante mona. ¿Qué has estado haciendo con ella, pillín?

- Primero le he metido el coño y luego ella me ha hecho una mamada. No ha estado mal.

- ¿Y no habéis follado? - intervino su hermana.

- Qué va, iba demasiado pedo... Oye, ¿habéis visto a Iván? Quiero echarme unos tragos con él.

- Sí, ya está echando unos tragos con tus amigos – contestó mi hermana, señalándole.

En efecto. Nuestro hermano llevaba un buen rato charlando con un colega de Alex, sentados en el capó del coche de este. Se los veía bastante contentos.

- Voy a pillar algo de beber y luego me pondré al día con él, que hacía mucho que no le veía...

- Ya, tiene cojones que, llevando aquí dos meses, apenas os hayáis visto en un par de ocasiones – opinó Carol.

- Bueno, es que si se pasa el día follando contigo ante las cámaras, normal que no le vea – trató de chincharla Alex, bromeando -. Carol, es que le tienes secuestrado entre tus piernas.

- ¡Serás capullo! - fingió enfadarse mi hermana, siguiendo la broma – Anda, tira y ve a emborracharte, primito. Ah, y felicidades – dijo dándole un morreo en toda la boca.

- ¿Y esto? - Alex no ocultó su sorpresa.

- Alejandrito mío – bromeó rodeando su cuello con sus brazos -, que, de nuestra familia, solo te folles a nuestras hermanas, no significa que no le gustes a otras – Carol me guiñó el ojo y le soltó -. Venga, y ahora vete, que la gente va a sospechar que nos ve tan juntos.

- Okey... Hasta luego, chicas.

- Adiós – le despedimos las tres, al unísono.

- Carol, no sabía que te gustaba Alex... - le dije a mi hermana.

- No me gusta, pero reconozco que está bueno y que no me importaría follármelo.

- Jijiji qué golfilla.

- Habló – y reímos las tres porque era verdad.

Pasamos el resto de la noche charlando de nuestras cosas, bebiendo y jugando a cartas con unos que estaban por allí. No volvimos a hablar con Miguel en toda la noche, y este tampoco parecía habernos pillado. Un par de chicos quisieron enrollarse conmigo, pero les despaché amablemente diciéndoles que ya tenía pareja.

- Jo, qué raro en ti, hermanita. Creía que te liarías con alguno.

- No, ya no. Tiempo atrás lo hubiera hecho, pero ahora tengo novio y le quiero conservar. Además, quizás alguno de los que han venido le conoce y no quiero arriesgarme a que le diga nada.

- Qué madura jiji.

- Pero con la familia bien que follas, eh – dijo Carol.

- Ya, bueno jiji con vosotras es diferente...

- Cierto.

- Aunque la que tal vez debería buscar pareja eres tú, primita – le propuse.

- ¿Yo? ¿Por qué?

- ¿Pues porque estás buenísima y a los tíos se les van los ojos contigo, quizás? - respondió sárcasticamente.

- Ya, pero, no sé... Estoy bien sola. ¿Y tú, Carol?

- Yo ya tengo a Iván, que me tiene bien servida.

Y ahí quedó la cosa. Un par de horas después, ya siendo 15 de noviembre, felicitamos a Alex y volvimos a casa. Había sido una muy buena noche: amigos, cartas, alcohol, sexo y diversión. Una buena mezcla. Me quedé dormida en el coche y soñé con Carlos.

 

Estábamos en mitad de la calle, cogidos de la mano, y de repente me empezaba a meter mano. Nos sentábamos en un banco y me besaba mientras nos íbamos desnudando. Una vez en cueros, yo agarraba su enorme tranca y se la chupaba. Estaba deliciosa y la saboreaba bien, metiéndomela hasta la campanilla y masajeando sus testículos, que eran gigantescos. Entonces se corría y me llenaba las tetas de semen, leche que me esparcía por todo mi cuerpo como si de crema se tratara y que chupaba de mis dedos.

- ¿Te gusta, putita mía?

- Me encanta, Carlos. Sigue, mi amor.

- Claro que voy a seguir, guarrilla.

Me abría de piernas para él y me penetraba con su descomunal pollón.

- ¡Aaahhhh... ¡Oooummm...! ¡Siii...!

Iba rapídisimo follándome, me talatraba el chocho con cada embestida. Y yo gemía como una posesa, retorciéndome por el placer. Besaba mi cuello con y mordisqueaba suavemente mis pezones, que estaban de punta y tan duros como mis senos.

- ¡Ahh! ¡Ah! ¡Ooohh! ¡Ufff...! ¡Siiiguee...!

Acababa por correrse dentro de mí, inundado mi vagina con su cálida semilla. Me sacaba el rabo y automáticamente me daba por el culo mientras me metía los dedos en la vagina, de la que dejaba de salir su semen. Me estaba matando de gusto. Del mismo modo, se corría en mi trasero y, efectivamente, también salía su semen caliente. Entonces nos levántabamos y seguíamos andando, aunque yo desnuda y con leche saliéndome de las entrañas. La gente nos miraba y criticaba, pero yo era feliz cubierta de la semilla de mi amor.

 

Me desperté, aún en el coche, con un calentón descomunal, tanto que tuve que meterme los dedos para calmarme.

- ¿Qué estabas soñando, primita? - me preguntó Alex, viendo lo que hacía.

- He tenido un sueño érotico con Carlos... Ummm... - suspiré de placer.

- Entiendo jeje. No me manches el asiento, ¿vale?

- Hecho... Ufff...

Llegué al orgasmo y que me quedé mucho más relajada, tanto que volví a dormirme. Cuando desperté, estábamos delante de casa. Nos despedimos de nuestros primos y estos se fueron. Sin embargo, cuando nos dirigíamos a la puerta vimos algo en el jardín que nos alertó.

- ¿Es sangre? - pregunté, alarmada.

- Eso parece, sí – contestó Iván, que estaba más cerca que yo de la mancha que había en una de las paredes.

Haciendo luz con las linternas de nuestros teléfonos móviles, seguimos el rastro y nos encontramos con lo que más temíamos. ¡El cádaver de Uve, nuestro perro! Rápidamente, entramos en casa y despertamos a nuestros padres. Les explicamos lo sucedido y fueron a verlo. Ya teníamos sospechas de quién había sido el desgraciado que había matado a Uve, pero cuando movimos su cuerpo inerte y descubrimos una nota, salimos de dudas.

La nota decía "NO NOS HEMOS OLVIDADO DE VOSOTROS. LO DEL PERRO HA SIDO SOLO PARA CALENTAR. ANTES DE QUE ACABE ESTE AÑO, MÁS SANGRE SE DERRAMARÁ, Y ESTA VEZ NO SERÁ ANIMAL."

- Putos desgraciados... - gruñó Iván, quien en teoría era el dueño de Uve.

- Eric, tenemos que hacer algo – dijo mamá.

- Desde luego, cielo – sentenció papá -. Saben dónde vivimos. Nos mudaremos, si es necesario.

 

Tormex (Twitter: @McTormex): Mil disculpas por tardar tanto en publicar un nuevo relato. No dispongo de tanto tiempo como me gustaría, entre otras aficiones que tengo además de escribir y cosas que debo hacer. Me gustaría prometer que seré más constante, pero es que, como digo, no siempre es posible. Si has llegado hasta aquí, te agradecería que valoraras este escrito y dejases un comentario, ya que estas cosas me animan bastante. ¡Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo!