miprimita.com

Lhdaf. 9

en Amor filial

La Historia de Alicia Fernández. Relato 9

 

El lunes volví a clase y la mayoría de mis compañeros me preguntaron por qué había estado una semana sin venir, a lo que sencillamente contesté que estaba enferma. En mi ausencia habían avanzado bastante temario, de modo que de no ser por Carlos, hubiera estado muy perdida. Durante la clase nos hicieron resumir la teoría explicada previamente, y en esas me encontraba cuando mi amigo empezó a chatear conmigo.

- Alicia, no sé si te lo he comentado, pero me voy a apuntar a fútbol.

Aquello me sorprendió mucho, ya que no le veía como a alguien interesado en los deportes.

- No, no me lo habías dicho :)

- Pues sí, esta tarde voy a apuntarme y empezaré mañana.

- Bien hecho, siempre va bien hacer algo de ejercicio, y más en un ciclo como este jaja pero no sabía que te interesaba el fútbol…

- El fútbol me gusta desde que era pequeño, pero nunca se me ha dado bien. Sin embargo, el otro día mis padres me dijeron que me apuntase a algo para moverme y eso fue lo primero que me vino a la cabeza.

- Me alegro por ti :D ya iré a verte a los partidos.

- Me encantaría jaja

En el descanso me explicó que su padre también jugaba de joven y ganó varios premios a nivel local. Últimamente nos habíamos acostumbrado a meternos en la cafetería del instituto a la hora del patio, pedir algo para almorzar y pasar la media hora que nos daban charlando de todo tipo de cosas: cine, música, libros… Carlos decía que me parecía a Éowyn, un personaje de 'El Señor de los Anillos'. Había visto esa trilogía muchas veces y sabía a quien se refería, de modo que agradecí su cumplido.

Por la tarde saqué a Uve a pasear y me encontré casualmente con mi primo Alex. Nos dimos un abrazo y un pico rápido para que nadie nos viera y se lo dije:

- ¿Sabes quién se ha apuntado a fútbol?

- ¿Quién?

- Carlos.

Se quedó tan sorprendido como yo.

- ¿Carlos? ¿Desde cuándo le gusta a este el deporte? Le tenía por un friki, no te ofendas.

- Jiji no, tranquilo, yo me he quedado igual cuando me lo ha dicho. No le pega nada.

- La verdad es que no. Pensaba que él era más de ordenadores.

- Las dos cosas son compatibles.

- Yaa lo séee, pero es que es la última persona a la que imagino dando patadas a la pelota.

- Yo igual jiji pero así al menos se pondrá en forma… como tú – dije con voz seductora acariciando su pecho.

- Ali, en medio de la calle no, que nos pueden ver – dijo separándose de mí y cogiéndome por las muñecas, sin apretar -. Mira, había quedado pero puedo retrasarme un poco. ¿Te parece que vayamos a tu casa?

- Perfecto – le cogí de la mano y volvimos a casa.

Estábamos llegando cuando nos topamos con mi vecino, un cincuentón calvo y gordo, al más puro estilo Torrente. Nos examinó de arriba a abajo a ambos y siguió andando con una notable expresión de disgusto.

- Qué mal rollo ¿no? ¿Lo conoces?

- Sí, es mi vecino, un viejo verde.

- Por como nos ha mirado parecía saber lo que haremos en tu casa… y parecía celoso jaja.

- Sabe de sobras lo que hacemos. - Mi primo me miró con un gran interrogante en la cara – Al igual que yo paso la noche oyendo desde mi cama el canal porno que pone de madrugada, él nos oye perfectamente cuando follamos. Así que sí, te viene envidia.

- Vaya… ¿Y alguna vez te ha dicho algo? Es que por lo que me cuentas…

- Nah, es un fantasma. Mira pero no toca. Es más, seguro que si te giras me está mirando el culo.

- ¿Tú crees?

- Compruébalo.

Se giró, y efectivamente, me estaba mirando el culo con descaro.

- Tenías razón. Vaya pervertido…

- Tócame el culo, que se muera de envidia jijiji

Me acarició todo el trasero y el vecino se nos quedó mirando aún más embobado.

- Vamos, anda, tampoco le des esperanzas.

- Jijiji.

En mi cama nos desnudamos y se puso sobre mí. Nos comimos la boca y luego besó mis pechos hinchados y dio suaves mordisquitos a mis pezones, duros como piedras.

- Aaahh… Aaalex…

- Disfruta, primita. Te lo mereces.

Fue bajando por mi vientre hasta llegar a mi coño, del que empezaban a salir fluidos, producto de mi excitación. Se los tragó lamiéndolos, separó mis labios con los dedos y me comió toda la almeja.

- ¡Aahh…! ¡Ahh! ¡Síi!

La labor de mi querido primo era doble, pues a la vez que lamía mi clítoris, dándome olas de placer que me hacían retorcer de gusto, no dejaba que ninguno de mis fluidos saliera de mi chocho y se los tragaba para conseguir esto.

Una vibración en mi cuerpo me confirmó que iba a llegar al orgasmo en breve, de modo que agarré a Alex por la nuca y metí su cabeza aún más adentro.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Síi!

Al final no pudo con todo y acabaron saliendo algunos de mis jugos fuera, jugos que él prácticamente bebió como si de agua se tratase. Pensé que ya había terminado su comida, pero esta vez quiso ir un poco más allá. Empezó a besar la parte interior de mis piernas, poniéndome los pelos de punta y dándome un curioso placer, mezcla de cosquillas y besos.

Estando así, le cogí con los dedos por mi barbilla y le hice acercarse a mi rostro, dándome entonces un cálido beso de amor. Me puse sobre él y bajé hasta su erecta polla, que requería de mis cuidados especiales.

Empecé haciendo pequeños círculos con la lengua en la puntita, y luego me la fui metiendo lentamente en la boca. Me gustaba el sabor de su polla, daba ganas de chuparla hasta la saciedad. Acariciando sus huevos con mis manos, me la fui metiendo y sacando de la boca, escuchando con atención los suspiros de placer y gemidos reprimidos de Alex.

- Ali… Síi… Siigue… Lo haces de lujo…

Esta vez el cabrón aguantó. Chupaba y lamía todo el cuerpo y el capullo con suma delicadeza para que disfrutara lo máximo, y su rabo se iba haciendo cada vez más grande, más largo y ancho. Por una parte, era una delicia que yo fuera capaz de darle tanto amor y placer, pero por otra, su nabo se hacía tan grande que pronto no tendría suficiente espacio entre mis labios.

Finalmente, se hinchó al máximo y se corrió en mi boca, sacando tanta leche que no pude tragármela toda y acabé escupiendo una parte de esta, que cayó por mi boca ante la mirada de excitación de mi primo.

- ¿Estás bien, Ali? Estás muy roja…

- Sí, estoy bien – tosí un poco -, es solo que no he sido capaz de tragar tan rápido. No te preocupes.

- Aún así, te la has tragado casi toda. ¿Quieres limpiar al pequeño Alex o lo hago yo?

- No, tranquilo, ya puedo. Solo necesito descansar un momento.

- Entiendo, tómate tu tiempo.

Ya mejor, volví a meterme su ahora flácido miembro en la boca y se lo acabé de limpiar. Hubiéramos follado, pero él tenía que irse y yo que hacer cosas. Nos despedimos en la puerta y se fue.

 

Esa noche estaba leyendo en la cama cuando Leticia me llamó por Skype, pidiendo videollamada.

- ¡Hola, Ali! ¿Qué tal?

- Bien, aquí estaba leyendo. ¿Y tú?

- Bien, bien, me he echado novio, ya te lo presentaré.

- Me alegro por ti jiji ¿pero cómo vas a presentármelo?

- Por eso te llamaba, este fin de semana son las fiestas de aquí, y esperaba que vinieras.

- Leti, si yo iría encantada, pero no quiero toparme con quien ya sabes.

- Tranquila, este finde Sergio se va con sus amigos por ahí, no estará en las fiestas.

- ¿Estás segura? Lo último que quiero es encontrarme a un exnovio cabreado.

- No te preocupes, no lo verás.

- Entonces iré.

- ¡Genial! Ya te llamaré para concretar la hora y todo eso. Ahora me voy a dormir, que mañana tengo clase.

- Buenas noches, Letí.

Colgué la videollamada. No es que me hiciese especial ilusión volver a mi antiguo barrio, pero si mi exnovio Sergio no iba a estar e iba a poder pasar la noche con mi mejor amiga, iría encantada.

Se lo comenté a mis padres por la mañana.

- No, rotundamente no – dijo papá -. Tú no vuelves a ese barrio si no es con nosotros.

- Vamos, papá, será solo una noche. Además, Leticia me ha asegurado que Sergio no estará. No habrá ningún problema, de verdad.

- Te digo que no vuelves a ese barrio. Fin de la conversación.

- Papá, por favor…

- Alicia, te he dicho que no – fue tajante.

- ¿Ni aunque Alex venga conmigo?

- ¿Tu primo vendría si se lo dijeras?

- Por Leti y por mí, seguro.

- ¿Es que quiere follársela a ella también? - preguntó divertido.

- Eso creo jijiji

- Mira, si convences a Alex de que te acompañe y esté a tu lado toda la noche, me lo pienso. ¿Tú qué dices, cariño?

- Hombre – empezó mamá -, no me parece buena idea que vuelva a nuestro antiguo barrio, pero si va acompañada de su action-man personal, no creo que haya ningún problema. ¿Crees que aceptará, hija?

- No hará falta convencerle jiji está deseando ver a Leticia.

- Entonces decidido. Tu primo os acompañará toda la noche.

- ¡Gracias!

Les di un beso a los dos y me fui a clase dando saltos de alegría.

- ¿Crees que ha sido buena idea, Eric? - le preguntó mi madre sentándose en sus piernas y pasando el brazo izquierdo por su cuello.

- Espero que sí. De todas formas, le compraré uno de esos sprays para los ojos por si alguien se pone tonto con ella.

- No será necesario, tendrá un guardaespaldas a su lado.

- No me fío mucho de él cuando va a fiestas. En alguna comida le he visto beber, y no le desagrada, precisamente.

- Son jóvenes, cariño – le dio un tierno beso mi madre -. ¿Te recuerdo las borracheras que pillábamos hace años? Jijiji.

- No hace falta, las recuerdo bien jeje – le devolvió el beso.

 

Esa misma tarde Carlos fue a su primer entrenamiento. Alex me llevó en moto a verlo y esperé a que se cambiaran en los vestuarios. Llevaba días pensándolo, y había decidido que ya iba siendo hora de que Carlos y yo fuéramos algo más que amigos. El problema era que él, al ser tímido aún estando solo conmigo, no intentaba nada, así que iba a tener que ser yo la que diese el primer paso. Así pues, aquella tarde, aún estando en noviembre, me puse una camiseta sin mangas negra y un pantalón de chándal blanco y apretado, para que mi querido amigo se fijase en mí.

- Hola, Carlos – entré al vestuario con una dulce vocecita. Allí solo estaban mi primo y él, poniéndose la ropa de entrenamiento.

- Hola, Alicia – se quedó un poco parado de verme así vestida - ¿qué haces aquí?

- He venido a verte, como te prometí – me fui acercando de forma sutil a él, dejándole entrever mis intenciones.

- Estás muy guapa así vestida, Ali. Muy… fresquita.

- Gracias, Carlos. A ti tampoco te queda mal el uniforme.

Pude ver de reojo a mi primo, detrás de Carlos, sonriéndome, como diciendo “Bien hecho, te deseo suerte”.

- No sabes cuánto me alegro de que hayas decidido hacer algo de deporte, Carlos – no me lo pensé dos veces y le abracé, abrazo que fue correspondido -. Aunque estés delgado, tienes cuerpo de deportista. Sácale provecho – me susurré al oído.

Iba a seguir calentándole, pero entonces su entrenador abrió la puerta y los sacó al campo a los dos.

- Un poco forzado ¿no? - opinó Alex mientras nos dirigíamos a la puerta.

- Es lo que me ha salido en ese momento jiji.

Antes de que salieran a jugar, le pedí una cosa a mi primito:

- Oye, si Carlos te dice algo de lo del vestuario o te comenta algo de mí o lo que sea, háblale bien ¿vale?

- Hecho, primita.

Le di un beso en la mejilla (había gente mirándonos) y se fue a jugar. Las gradas estaban casi vacías, de modo que no me costó encontrar un buen sitio donde sentarme. Y justamente su entrenador se sentó a mi lado, supongo que con la misma idea que yo de verles bien.

- No quiero ser grosera, pero creía que los entrenadores debían estar abajo, a nivel del campo.

- Sí, debería.

Ese silencio confirmó mis sospechas. Una de dos, o era un vago o quería verme más de cerca. En cualquier caso, intenté ser amable.

- Nunca te había visto por aquí, ¿a quién has venido a ver?

- A Alex y a Carlos, el nuevo.

- ¿Uno es tu novio o algo?

Era bastante directo.

- Alex es mi primo, y Carlos… un buen amigo.

- Entiendo.

Mientras yo charlaba con su entrenador sin apartar la mirada del campo, Alex y Carlos también hablaban.

- Oye, no te ofendas, ¿pero Ali no se ha puesto muy cariñosa conmigo en el vestuario?

- ¿Por qué debería ofenderme? Y sí, se ha puesto cariñosa.

- Nunca se había portado así conmigo, ha sido muy… tierna.

- Mira, te diré algo, pero no le digas que te lo he dicho: Alicia estaba con un chico hasta hace unos meses, pero la cosa no acabó bien, y aunque ella lo niega, sé que en el fondo sigue sintiendo algo por él. - Carlos le miraba sorprendido, ya que yo nunca se lo había contado – La cosa está en que desde que llegó al barrio, ha buscado un punto de apoyo, alguien cerca de quien estar para olvidar a su expareja… y lo ha encontrado.

- Yo, supongo.

- Exacto. Y mira, no sé exactamente qué siente por ti, pero está claro que quiere ser algo más que tu amiga. Y ahora yo te pregunto: ¿te gusta mi prima?

- Joder, vaya pregunta…

- Es bien sencilla: sí o no. Solo te digo que si es “no”, te sugiero que te alejes de ella. Me caes de puta madre, Carlos, pero es mi prima y me la quiero un montón, sé que le han roto el corazón y no quiero que le hagan daño otra vez. Te vuelvo a preguntar, ¿te gusta?

Y entonces mi amigo se sinceró:

- A ver, es la primera chica con la que he podido entablar conversación y relacionarme sin problemas, sin contar a tu hermana, y sí, puede que me guste un poco. Es preciosa, encantadora, súper simpática, lista y divertida, me lo paso muy bien a su lado.

- Genial, eso es lo que quería oír – me dio las palmaditas en la espalda -. Bien, te diré lo que haremos: lo de los vestuarios ha sido una buena prueba del afecto que te tiene, y créeme que se repetirá. No te digo que empieces a salir con ella ya, pero deja que te vaya conquistando. Cuando te des cuenta, seréis pareja.

- Gracias por el consejo, lo haré.

- Bien, y ahora demostremos a estos palurdos quién sabe meter más goles.

Tanto su entrenador como yo nos dimos cuenta de la diferencia abismal de nivel que los separaba. Sin embargo, debido a la poca gente apuntada, no había posibilidad de separarlos por categorías. Esto explicaba porque estaban jugando contra un chaval de no más de 13 años y otro que rozaba los 20.

Después del partido Carlos tuvo que irse rápido, pues sus padres lo esperaban fuera. Sin embargo, mi primo y yo nos quedamos un rato por ahí.

Nos encerramos en una de las cabinas del baño y me dio por culo.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! - gemía con cada embestida.

- ¿Te gusta como te follo, perra?

- ¡Síii! ¡No pares, cabrón!

- ¡Te voy a partir en dos, primita! ¡Te romperé el culo!

- ¡Sí, dame duro! ¡Rómpeme!

Me había empotrado contra la puerta de la cabina mientras me sobaba las tetas a placer y besaba mi nuca. Su polla no tardó en reventar dentro de mí y me dejó el culo hecho un poema, con leche caliente saliendo como si fuera una cascada. Entonces me giré, me agaché y se la chupé, para limpiársela. Me tragué todo el néctar que quedaba y yo misma me la metí en el chocho.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Dame duro, Alex!

Había rodeado su cuello con mis brazos y él me levantaba por el culo, haciendo que rodeara también mis piernas en su cintura.

- ¿Sabes que antes me has calentado?

- ¿Cuándo? Mmm… ¡Síii!

- Cuando te has puesto tierna con Carlos… ¡Ah! ¡Ah!

- Ohh… Me alegro jiji Mmm… ¿Te has puesto celoso?

- Un poco… Ufff… Quiero que me lo compenses…

- ¿Cómo…? ¡Síii!

- Quiere meterte mano en público…

- Podría ser peligroso… Mmm… ¡Aah…!

- Me va el riesgo…

- Está bien jiji

Derramó todo su néctar en mis entrañas y me cerré los labios para que no saliera ni una gota. Nos vestimos y salimos del servicio. Durante todo el camino hasta salir del edificio, mi primo me estuvo tocando el culo y los muslos por detrás, descaradamente, mientras yo me iba girando y lanzándole miraditas sonrientes y cómplices.

Fuera nos esperaban mis padres en el coche.

- ¿Y bien? - se interesó papá - ¿Cómo ha ido?

- Poco a poco va cediendo – dije mirando a Alex con una sonrisa pícara, gesto que él me devolvió.

 

Disculpas por hacer este relato más corto. Quería subirlo hace semanas, pero por cosas de la vida apenas he tenido tiempo y he perdido varias páginas, de modo que he tenido que reescribirlo. El próximo ya será más largo. Un saludo :)