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Lhdaf. 5

en Grandes Series

Hola, lectores y lectoras. Quería disculparme por estos meses de descanso, pero he estado ocupado. He estado revisando todos los relatos publicados para mejorarlos, al final de “Refuerzos” lo explico bien. No me quiero enrollar mucho, así que a disfrutar ;)

...

 

La Historia de Alicia Fernández. Relato 5

 

Mis hermanos me miraban con cara de pánico desde la cama, con la misma expresión que yo a ellos. Y Carlos, no hace falta decirlo, la tenía hecha un poema, digna de un cuadro. Los gritos habían alertado a nuestros padres, me subieron corriendo a ver qué ocurría. Pero la escena hablaba por si sola. Carlos había pillado a mis hermanos follando.

- Creo... Creo que debería irme ya – fue lo único que consiguió decir mi compañero -. A-Adiós, Alicia, hasta mañana.

- Sí, sí, adiós – le respondí, igual o más nerviosa que él.

Le faltó tiempo para bajar las escaleras de un par de saltos y salir por la puerta como una bala.

- A ver – empezó mi padre -, ¿alguien puede decirme qué coño acaba de pasar?

- Es culpa mía – admití -. Carlos estaba resfriado y le he dicho que el baño estaba en la primera puerta... a la izquierda. Llevamos tan poco tiempo en esta casa que me he confundido de lado.

- Entiendo. - Se giró hacia Ivan y Carol – Y vosotros: ¡¿no os dije que pusiérais pestillo en vuestra habitación, precisamente para evitar este tipo de cosas?! - mi padre se estaba calentando, y con razón.

- Cálmate, cari – le relajó mi madre, cogiéndole del brazo derecho -. Ha sido un error de los tres. Un error que no puede volver a ocurrir – esto último lo dijo mirándonos seriamente a los tres, primero a mis hermanos y luego a mí.

- Ali, hija – mi padre se dirigió a mí, más tranquilo -, tienes que pensar algo para decirle a Carlos. Como se lo cuente a alguien...

- No lo hará – respondí rápida y segura -. Hoy mismo o mañana hablaré con él, puedes estar tranquilo.

- Eso espero.

Le envié un par de mensajes, tanto por WhatsApp como por Facebook, diciéndole que necesitaba hablar con él de lo ocurrido, pero como suponía, no se conectó. Todos estábamos muy nerviosos, de modo que esa noche apenas cenamos y nos acostamos pronto, aunque ninguno conseguíamos dormir.

Llevaba cerca de una hora dando vueltas en la cama sin poder pegar ojo, así que llamé a Alex para ver si podía venir a hacerme compañía. Pero no contestaba. Recordé entonces que esa tarde había tenido entrenamiento, y sabía bien que cuando hacía ejercicio ponía el móvil en silencio y se acostaba pronto. Decidí, pues, llamar a su hermana pequeña, mi prima Julia, que como ya he dicho tenía mi edad.

No es que hablara mucho con Julia, pero nos llevábamos estupendamente bien. Le pregunté si le apetecía salir un rato conmigo a dar una vuelta, y aceptó. A esas horas hacía fresco en la calle, así que me puse una sudadera, pantalones de chándal y bambas y me llevé a Uve para que le diera un poco el aire, pues lo necesitaba tanto como yo.

Julia iba más formal, con chaqueta y vaqueros. Dejé libre al perro para que hiciera algo de ejercicio y nos sentamos en unos bancos que había.

- Bueno, dime qué pasa. No me dices de quedar si no necesitas consejo o ayuda.

Sus palabras me dejaron un poco descolocada, y también me hicieron sentir culpable. La verdad es que mi prima tenía razón, pocas veces había quedado con ella a solas.

- Verás, tengo un problema... - empecé - Bueno, más bien tenemos un problema – remarqué esto último - . Es sobre Carlos.

Noté perfectamente como se tensaba un poco. Sin duda, él aún le importaba.

- Esta tarde ha venido a mi casa a hacer un trabajo, y por culpa mía ha pillado a Ivan y Carol follando.

Ahora sí que sus ojos se abrieron como platos. Estoy segura de que eso era lo último que esperaba oír.

- ¿Y qué ha hecho?

- Nada, se ha ido de mi casa casi corriendo. Le he mandado unos cuantos mensajes pero no contesta.

- Joder... Tienes que evitar que se lo cuente a alguien. ¿Sabes la que se podría liar en el barrio si se corre la voz? Ya sabes lo que opina la sociedad sobre el incesto...

- Sí, sí, lo sé, mañana mismo voy a hablar con él... Pero necesitaba a alguien con quien hablar, alguien a quien contárselo, y tu hermano no me cogía el teléfono...

- Está durmiendo, se ha acostado pronto.

Entonces me sinceré con ella.

- Julia, siento que solo te llame para hablar cuando tengo algún problema o necesito consejo, pero es que eres la única en la familia que creo que me entiende bien...

- Va, prima, ahora no te deprimas – me abrazó -. Te follas a mi hermano cuando necesitas sexo y hablas conmigo cuando necesitas consejo. Tampoco es tan terrible jajaja

- Ya lo sé, pero me sabe mal... - me separé de ella lo suficiente para levantar la mirada y fijarla en sus ojos – A veces tendría que llamarte a ti en vez de a Alex... Que por algo soy bi.

- Eh – me cogió por la barbilla antes de que bajara la vista -. No pasa nada.

Posó sus labios sobre los míos para darme un suave beso, y el dulce sabor de su boca volvió a inundar la mía. Si bien nos dábamos picos al saludarnos, era la primera vez que nos besábamos de esa forma desde hacía meses.

- ¿Mejor? - me preguntó al separarnos.

- Sí... Tus besos siempre me reconfortan. - No hizo falta decir más, empezamos a sobarnos los pechos mutuamente y a acariciarnos.

A esa hora aún pasaban bastantes coches por la carretera, y aunque por la oscuridad y la distancia a la que estábamos de esta era imposible que alguien nos reconociera, la situación daba bastante morbo. Aunque hacía frío, estábamos tan calientes que no tardamos en desnudarnos. Julia se sentó en mis piernas, quedando cara a cara, y empezó la fiesta.

- Tenía que haberme traído el consolador... – pensé en voz alta mientras le chupaba las aureolas.

La situación era de lo más porno. Mi prima metiéndome la lengua hasta la garganta mientras me masturbaba con una mano y me sobaba las tetas con la otra, y yo masturbándola con una mano mientras sobaba su trasero bamboleante con la otra, alternando la boca entre sus labios y sus aureolas. Finalmente nos tumbamos en el banco y acabamos con un 69. Su coño tenía un sabor de lo más rico, dulce y mojado a la vez, con el clítoris bien hinchado.

Cuando nos fuimos relajando, ambas nos estiramos en la madera, como si de una cama se tratase. Mientras nos masajeábamos los senos y dábamos picos, empezamos a hablar.

- Hacía tiempo desde la última vez, ¿eh?

- Pues sí, meses. ¿Has estado con alguna otra chica durante este tiempo?

- Tuve un par de rolletes de playa, pero tampoco demasiado. Lo más destacado fue una morena culona de 19 años en uno de esos baños móviles. La muy guarra llevaba metido un consolador enorme en el chochito y pasamos el rato metiéndonoslo y chupando los líquidos jijiji

- Yo, sin contar los polvos con Alex, conocí a una pareja de lesbianas y pasaron la mañana follándome con el consolador.

- Joder, y parecía tonta... - bromeé con ironía – Pensaba que tú eras la formal de la familia jajaja

- Mira quien habla, la zorrita rubia que hipnotiza con las tetas y la mirada porno jajaja

- Pues sí jijiji: uno de mis ligues de verano se corrió solo con mirarme a la cara jajaja

Pasamos el rato hablando de consoladores, pollas y comidas de coño.

- Primita, ¿echamos otro? - le pregunté - Me estoy volviendo a poner a tono con la conversación.

- Venga.

Esta vez fui yo que la que se puso encima, y mientras le metía la lengua en el coño y lo recorría, le iba palpando el trasero. Por como le tocaba el clítoris con la lengua, no tardó mucho en correrse.

- Gracias por la comida, Ali. Déjame compensártelo.

Nos cambiamos de posición y empezó a besarme los labios vaginales – cosa que agradecí, pues me encantaba esa sensación y no mucha gente lo hacía – ayudándose con las manos mientras me lamía todo el coño, de punta a punta.

- ¡Aaaammm...! - se me escapó un gemido, que reprimí mordiéndome el labio. Lo último que necesitábamos era que alguien nos pillara así.

- Vaya forma de gemir, primita jajaja

- Calla y sigue, que lo haces de maravilla – dije volviendo a meter su cabeza en mi chocho -. Uuuumm...

Yo tampoco tardé mucho en llenarle la cara de líquidos. Cuando acabó, me estiró sobre mí y le limpié el rostro a base de lengüetazos, mientras ella intentaba atrapar a mí lengua con la boca.

Aunque no habíamos quedado del todo saciadas, nos fuimos vistiendo, pues ya era y al final siguiente ambas teníamos clase. Le puse la correa a Uve, que llevaba todo el rato corriendo de un lado para otro, y nos fuimos a casa.

Por el camino de vuelta, yendo cogidas de la mano, volvimos a hablar del tema:

- ¿Qué le vas a decir a Carlos mañana?

- Aún no lo sé exactamente – esa preocupación, que se había borrado de mi cabeza durante nuestra sesión lésbica, volvió a despertar -. Desde luego, ha pillado a mis hermanos dándose el lote, no puedo decirle que se lo ha imaginado él... Le diré que no sabía de su relación.

- Realmente no has hecho nada malo, así que no puede enfadarse contigo.

- Eso ya lo sé, pero me preocupa que se lo cuente a alguien y que ese alguien no sepa guardar el secreto.

- Carlos nunca ha sido un chivato – me comentó para tranquilizarme y a la vez para defenderle -, pero es que lo que ha descubierto es demasiado para él. Y ya sabes lo que dicen: si compartes con alguien un secreto, este deja de ser tan pesado.

- Supongo que tienes razón... Ojalá no se haya ido de la lengua.

- Esperemos que no...

Nos despedimos con un pico en la puerta de su casa y fui con el perro hasta la mía.

 

Al día siguiente, Carlos no vino a clase. Para la mayoría de la clase esto pasó inadvertido, pues quitando a sus dos compañeros de mesa y a mí, no había entablado conversación con nadie del aula. En el descanso le mandé un par de mensajes, pero nada. Alex y Julia me dijeron que no me preocupara, que tarde o temprano volvería.

Esa misma tarde estaba en mi cuarto cuando mi hermana Carol entró. Ahora que lo pienso, creo que nunca la he descrito. Tenía 18 años y era de estatura media, piel clara, pelo negro, ojos azules y nariz respingona, y en cuanto al resto era igual a mamá y a mí. Ese día llevaba el pelo recogido en una coleta y vestía un chandal para estar por casa.

- Hola, Ali – dijo picando a la puerta, antes de entrar -. ¿Puedo pasar?

- Sí, pasa.

Nos sentamos en mi cama y empezamos a hablar.

- ¿Qué le has dicho a Carlos sobre lo de ayer? - se notaba que el tema la tenía preocupada, y con razón.

- Nada, no ha venido a clase.

- Dale tiempo. La gente normal no ve todos los días cosas como esa.

- ¿Nosotros no somos normales? Jijiji

- Jiji ya me entiendes – dijo riendo, y me dio un beso en la mejilla -. Bueno, ¿pero qué vas a decirle?

- Aún no lo sé exactamente, pero supongo que me haré la sorprendida. Ayer Julia me preguntó lo mismo y me dije eso.

- ¿Ayer quedaste con Julia?

- Sí, por la noche. No podía dormir y saqué a Uve de paseo, y de paso la llamé. Se podría decir que fue una "noche de chicas" jijiji

- Entiendo jaja qué guarrillas.

- ¿E Ivan qué piensa de todo esto?

- Lo mismo que yo, se quedó muy acojonado. Ha puesto dos pestillos y cadena en la puerta.

Ambas reímos.

- Fíjate cómo debe estar que llevamos sin follar desde ayer. Con lo ninfómano (ninfómano en masculino no existe, es sátiro, pero lo pongo mal para que se entienda) que es él siempre...

- Esto... ¿Te apetece hacer algo? Ayer hablando con Julia de esto acabamos como dos gatitas en celo jijiji

- Ya ves, necesito quitarme el estrés.

Eché las cortinas y nos desnudamos. Carol se estiró en la cama y me puse a comerle todo el coño. Ayudándome con las manos, iba lamiéndole los labios vaginales de punta a puta, y después me ponía con el clítoris un buen rato.

- Aaahhmmm... - gemía mi hermana – Uuuuummm... Quéee bueeenoo...

Iba alternando sobre las tetas y el chocho, metiéndole los dedos hasta el fondo cuando le chupaba estas. Gracias a Ivan, Carol aguantaba mucho sin correrse, así que me costó un buen rato que me llenara la cara de líquidos vaginales.

- Joder, hermanita, ¿dónde has aprendido a comer coños así? - me dijo entre suspiros después de correrse.

- Mucha práctica este verano, supongo.

- Déjame devolverte el favor.

Se puso sobre mí y me metió la lengua hasta el fondo.

- ¡Aaaahh...! - se me escapó lo que más que un gemido parecía un grito. Aunque mi hermana mantenía relaciones casi exclusivamente con mi hermano, lo cierto es que tampoco se quedaba corta en el sexo lésbico. Alguna vez me había contado que tenía una amiguita, pero nunca me había dicho su nombre.

- Ali, no grites tanto que te van a oír los vecinos.

- ¡Pues que me oigan! ¡Síii!

Antes de que me corriera, Carol se levantó de la cama y me dijo que esperara un momento. Minutos después volvía con dos consoladores

- Esto es para cuando Ivan está fuera. Una tiene sus necesidades jijiji

- ¿Dos consoladores?

Me indicó que me diera la vuelta y me metió uno por el culo.

- Mmmmm... Qué rico – suspiré.

El segundo, algo más grande, estaba puesto en una especie de cinturón. Se lo puso en la cintura y me empezó a follar. ¡Qué sensación! Era como estar follando con un tío, y con el otro en el culo, pues daba aún más gusto.

Mientras me penetraba, Carol me sobaba los pechos y nos besábamos con lengua. Desde luego, mi hermana sabía cómo ponerme a cien.

Cuando me corrí, me quedé hecha polvo. Lo bueno de los consoladores es que siempre estaban erectos, así que cuando vio mi estado de cansancio, me abrochó el cinturón y simplemente se lo ensartó. Y mientras me cabalgaba, nos íbamos besando con lengua mientras me acariciaba en vientre y yo le sobaba el trasero.

Cuando se corrió quedó hecha polvo. Me quité el consolador que aún tenía en el culo, me desabroché el de la cintura y los dejé en el suelo.

- ¿Mejor, no? - me preguntó mientras me besaba el cuello con ternura y acariciaba mi vientre.

- Sí, mucho mejor jiji

- ¡Sonreíd a la cámara, guarras!

Nos giramos e Ivan estaba en la puerta, sacándonos fotos con el móvil.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

- Casi todo el rato jaja sois unas viciosas de cuidado, he hecho un vídeo y todo.

- Pásamelo – le pedí.

- Y a mí, cari.

- Hecho.

 

El segundo día después del incidente tampoco se presentó, así que decidí ir a verle al salir de clase. Podría haber salido del centro a la hora del patio, porque el curso me importaba más bien poco, pero quería tener el detalle de llevarle los apuntes de esos días que había faltado, un poco como excusa de la visita.

A la salida cogí el bus y fui a su casa. Me abrió el que más tarde supe era su padre, un hombre calvo y delgado.

- Hola, me llamo Alicia, soy una compañera de Carlos – me presenté.

- Carlos lleva un par de días enfermo, por eso no va a clase. Pasa, está arriba.

- Gracias.

Carlos estaba metido en la cama, en pijama. Cuando me vio, su cara volvió a ser un poema.

- Alicia, ¿q-qué haces aquí?

- Llevas dos días sin ir a clase, y como no contestas al teléfono, pues he venido a ver qué te pasa...

- Me encuentro mal, eso es todo.

- Eso no te lo crees ni tú.

Dejé la mochila en el suelo y me senté en la cama, a su lado. Parecía estar pensando en alguna otra excusa que ponerme, pero al final desistió en su intento de engañarme. Me miró fija y seriamente a los ojos y me dijo:

- Sabes de sobras por qué estoy así.

- Sí, lo sé, pero quiero que me lo digas tú, que me digas la verdad.

- ¿Qué pasó el otro día en tu casa?

- Lo sabes de sobras. Pillaste a mis hermanos en la cama – esto último lo dije más bajo, no quería que su padre me oyera.

- No parecías muy sorprendida.

No me gustaba mentir, y menos a él, pero esta vez tuve que hacerlo.

- Pues lo estaba. Y lo sigo estando, te aseguro que no sabía que se acostaban. - Entonces le hice una de esas preguntas que me iban a ayudar mucho a conocerle mejor - ¿Te molesta o algo?

- Cómo quieres que no me moleste. No te ofendas, pero es asqueroso. Solo un enfermo se acuesta con su familia – Esa respuesta me dolió, pero a la vez le entendí perfectamente. La sociedad siempre nos había tratado como enfermos mentales, y la falta de información al respecto solo reforzaba ese rechazo.

- La verdad es que no es muy normal, sí – respondí para disimular.

- Parece que los defiendas.

- ¿Y qué quieres ? Al fin y al cabo son mis hermanos... - el camino que llevaba esa conversación no me gustaba en absoluto, así que decidí reconducirla a mi terreno – Oye, y... Supongo que esto queda entre nosotros, ¿no?

- Sí, tranquila, no soy tan capullo – por primera vez en todo este rato, conseguí que sonriera.

- Gracias. Lo último que necesito es que se corra por la voz por el barrio jiji

- No soy ningún chivato.

- Lo sé.

 

Aunque antes de hablar con él imaginaba cuáles iban a ser sus respuestas, lo cierto es que la charla con Carlos me dejó algo triste. Le pasé los apuntes de clase y me marché.

Al llegar a casa les comuniqué a todos que Carlos no iba a decir ni mu, y la alegría invadió de nuevo nuestro hogar. Mientras cenábamos, Ivan me dijo:

- Ali, esta noche Carol y yo vamos a hacer una de nuestras sesiones. ¿Te apuntas?

Por culpa del incidente, habían estado casi dos días sin echar un polvo, así que para celebrar que todo había quedado más o menos arreglado, ahora me ofrecían hacer un trío.

- Sí, gracias jiji

- No hagáis mucho ruido que es de noche – los advirtió mamá.

- Tranquila, he comprado una de esas placas para la pared que insonorizan habitaciones. No hay peligro jaja

Dicho esto, cuando terminamos los tres desfilamos hasta su cuarto.

Nunca lo he dicho, pero mis hermanos se dedicaban al porno. Con la ayuda de papá, habían montado en su dormitorio un ordenador con cámaras y una pantalla de televisión, y pasaban el día retransmitiendo sus sesiones sexuales en directo a una página web. Ganaban mucho dinero.

Carol cerró la puerta y puso los pestillos. Mientras nos desnudamos, me fueron explicando las reglas:

- Ali, las reglas son las de siempre, ¿vale? La máscara siempre puesta, Carol es Carmen, tú eres Cristina y yo Rubén, ¿entendido?

- Sí.

- Pues vamos a ello.

Las máscara eran bastante cutres, pero tapaban bien. Mientras Ivan iba encendiendo todo, mi hermana y yo nos pusimos en la cama a sobarnos el cuerpo, para calentarnos. Habían estado un par de días sin retransmitir, así que como "compensación" a sus espectadores – que no eran pocos, precisamente -, hoy harían un trío conmigo. No iba a ser la primera vez que salía ante las cámaras, de vez en cuando participaba, y no lo hacía más por dos razones: primera, porque al ser aún menor podían tener problemas legales, y segundo, porque aunque daba mucho morbo hacerlo ante la mirada de cientos de pajeros, prefería disfrutar del sexo con privacidad.

Una vez retransmitiendo, "Rubén" se abalanzó sobre nosotras. Empezó comiendo el chocho a "Carmen" mientras yo le metía uno de los consoladores por el culo. La muy perra gemía como una posesa.

- ¡Ah, ah, dame más...! - gritaba entre gemidos.

Cuando se corrió, llegó mi turno. De igual forma, mi hermano me hizo una comida de coño monumental. Dando fuertes lamidas a mis labios vaginales, los recorría de punta a punta, para acabar concentrándose única y exclusivamente en un clítoris hinchado que pedía a gritos ser follado. Mientras "Rubén" me comía todo, "Carmen" se puso el consolador del cinturón y me dio fuerte por el culo, mientras me morreaba el cuello y pellizcaba los pezones. Cuando me corrí, mi hermano me la ensartó de un golpe, y mientras me comía los tetas y sobaba el culo, que a la vez seguía penetrando mi hermana con el consolador. Me estaba follando por dos agujeros a la vez y el gusto era tremendo.

- ¡Síii! ¡Más fuerte! ¡Dame más! ¡Ooohhhh....!

A aquel ritmo, no tardé mucho en correrme. "Rubén" me dio cuenta, porque me la sacó antes de correrse y me puse a chupársela. En pocos minutos mi boca se vio desbordada de leche caliente, que me tragué sin más. Le dejé la polla bien limpia y dejé que follara ahora a "Carmen", que no había parado de follarme el ano en todo el rato. Se pusieron a follar como dos posesos, así que me puse el cinturón y se la ensarté a mi hermana por el ojete, mientras me iba sobando los muslos y besando el cuello. Mis hermanos tenían mucho más aguante que yo, y perdí la noción del tiempo del rato que pasaron fornicando. Al final mi hermana soltó un sonoro gemido, se abrazó fuerte a "Rubén" y se corrió como una cerda. Entonces se puso a limpiarle el rabo, y yo estuve ese tiempo manoseando a mi hermano por detrás, con el cinturón quitado. Cuando se la dejó limpia, se giraron hacia mí y empezaron a besarme todo el cuerpo: la cara, las piernas, el cuello, me chocho... "Rubén" me empezó a follar el culo mientras "Carmen"me follara con el cinturón y nos metíamos la lengua hasta el fondo. Tenía a mi hermano sobándome los muslos mientras me follaba mientras mi hermana me abrazaba y acariciaba mi espalda con suavidad. Aquello era el paraíso.

- Cris, ¡que culazo tienes capulla...! - gemía mi hermano - ¡Entra cualquier cosa!

- ¡Calla y dame duro, rómpeme el culo a embestidas!

Cuando "Rubén" y yo nos íbamos a correr, este me la sacó de golpe y se corrió en mis tetas, girándome antes hacia él. "Carmen" me la sacó y entre los dos me esparcieron todos los líquidos y fluidos por el cuerpo. Y mi hermano aún le quedaban fuerzas, así que me tumbé en la cama y se la estuve chupando suavemente, saboreando todo. Ese punto entre erecta pero blandita que conseguían los nabos después de correrse me encantaba, me parecía sumamente delicioso.

Mientras mi hermana le masajeaba los pectorales y el cuello, se la iba mamando tranquilamente. Se volvió a correr en mi boca y me lo tragué todo otra vez. Esta vez era poco, así que no se me escapó de una gota de aquel néctar.

Los tres estábamos cansados, así que nos despedimos de la audiencia. Antes de detener la emisión, miramos cuánta gente nos veía. ¡El doble que de costumbre!

- Desde luego, la gente adora los tríos – sentenció mi hermano.

Apagada la emisión, nos quitamos las máscaras e Ivan se puso a copiar el archivo de vídeo que habíamos hecho. Después de toda emisión, la metía en un CD, y cuando este se llenaba, hacía copias y las vendía en ciertas tiendas. Repito, ganaban mucho dinero con este negocio.

- Gracias por la colaboración, hermanita – me agradeció mi hermano.

Dándoles un abrazo a ambos, fuimos al baño y limpiarnos y nos dormimos.