miprimita.com

Lhdaf. 7

en Amor filial

La Historia de Alicia Fernández. Relato 7

 

Saqué el arnés de un cajón y se lo até a la cintura. Mi prima se estiró en la cama y yo me senté encima suya, metiéndome el consolador por el culo, de espaldas a ella. Así pues, Alex me la metió y empezó la fiesta.

Mi primo me taladraba con fuerza el coño mientras yo iba subiendo y bajando el culo para disfrutar del consolador. Julia me sobaba el culo y los muslos, así que por su parte estaba servida. Alex empezó a besarme el cuello y los labios, que reclamaban su boca con ganas. Era increíble cuánto aguantaba él, acababa de correrse en mi trasero y de recibir una mamada doble no hacía ni un minuto y ya estaba otra vez listo.

Entonces Julia hizo algo que no me esperaba. Me agarró de la cintura y me atrajo hacia ella, cayéndole encima. Una vez en esta postura, le fue muy fácil seguir dándome por culo con el consolador mientras me sobaba los pechos y me besaba el cuello. Y qué manera de sobar los pechos… Con esto, Alex había caído sobre mí y me follaba incluso con más facilidad.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Joder! ¡Sigue!

- ¡Qué bueno, prima! ¡Vaya trio nos hemos montado jaja!

- ¡Calla y dame duro, cabrón!

- ¡Síiii! ¡Joder! ¡Qué gusto!

Con tantos gritos y embestidas, no tardé mucho en correrme. Mis jugos empezaron a salirme del coño, cosa que hizo que Alex me la metiera con aún más facilidad si cabe. Entre mi primo y Julia, estaba pasando una noche increíble. Me corrí una y otra y otra vez así, hasta que al final la polla se le hinchó y me rellenó de leche caliente como a un pavo. Entonces la sacó y el coño empezó a chorrearme jugos de todo tipo.

- Julia, ¿te apetece comerme el chocho? - le pregunté a mi prima, que seguía a su rollo dándome por el culo.

- Vale.

Metió la cara en mi chocho y empezó a comérmelo mientras tragaba todos mis jugos. Supongo que los míos quitaban el mal sabor a la lefa de su hermano, que por lo visto no le gustaba demasiado. Mientras hacía esto, cogí el nabo de mi primo y me lo metí en la boca con gusto, para limpiárselo. No me gustaba ir dejando pollas sucias. Alex me agarraba del pelo para que se la comiera mejor, mientras Julia lamía mis labios vaginales hinchados. Mi primo acababa de correrse por segunda o tercera vez ya, así que en esta última no tardó demasiado. Le dejé el rabo limpio y me tragué todo, haciendo que algunas gotas de su néctar resbalaran por mis labios. Entonces me agarró por los muslos y empezó a hacerme un beso negro, pasándome la lengua por toda la zona.

El beso negro o annilingus era sin duda la práctica sexual que menos había y me habían hecho, principalmente por tratarse posiblemente de la zona del cuerpo con mayor acumulación de bacterias. Sin embargo, ahí estaba Alex. Mientras me hacía esto y yo gemía del gusto, mi prima se deleitaba tragando los líquidos que aún salían de mi coño. Había tenido que tragárselos para llegar hasta el clítoris, y ahora se dedicaba a lamer este y los labios vaginales.

- ¡Joder! ¡Quéee guuuustooo…! ¡No paréeeeiss…!

No tardé demasiado en volver a correrme. Llené una vez más a Julia de jugos por toda la cara y caí rendida sobre la cama, dejando que mi primo acabara de darme los últimos lametones en el trasero.

- Dejadme descansar un rato – les pedí -, follad vosotros.

Me levanté con las piernas temblorosas y fui al baño a limpiarme, dejando a mis primos follando, abrazados. Julia parecía haberse abierto al sexo, y esperaba que así fuera. Si todo salía como esperaba, tal vez a partir de ahora nuestros polvos se convirtieran en trios. En el baño me quité la leche de Alex del chocho, me sequé un poco todo el cuerpo y volví a la cama a descansar un rato mientras veía a los tortolitos dándose duro.

Mi primo le estaba haciendo un cunnilingus, y ella gemía como una posesa mientras agarraba la cabeza de su hermano y se la metía aún más adentro. No quería follar en un rato pero tampoco quería dejarles, así que me puse al lado de mi prima y me dediqué a sobar y dar mordisquitos a sus tetas, cuyos pezones estaban durísimos.

- Aaaaaayy… Qué gustoooo… - eran algunas de las cosas que conseguía decir Julia.

Yo le besaba los pechos con cariño, que no eran demasiado grandes pero sí estaban bien desarrollados y atraían miradas. Mientras con los labios morreaba los pezones, con las manos los estrujaba por los lados. Debía de hacerlo bien porque mi querida prima no dejaba de gemir.

- ¡Ahhh…! ¡Síiii…! ¡Quée bieeeen...!

Aunque también puede que fuera porque su hermano le estaba haciendo una señora comida. Alex lamía el clítoris de su dulce hermana con ganas mientras frotaba los labios vaginales de esta con las manos, haciendo que esta se retorciera del gusto. Mi prima estaba como fuera de sí, le habíamos quitado todas sus tonterías respecto al sexo y ahora estaba disfrutando plenamente.

Con tantos besos, caricias y lamidas, Julia no tardó demasiado en correrse y llenar la cara de su hermano de jugos vaginales, jugos que este no desaprovechó y lamió hasta dejar su chocho bien limpio.

- Métemela, Alex… Por favor…

A ambos nos sorprendió la disposición de su hermana, pero nos alegramos. En esto mi prima no era como yo y prefería el sexo con protección, así que le di a Alex uno de los condones que me había dado mi madre pensando que iba a follar con Carlos cuando vino a casa a cenar y se lo puso.

Aunque ellos follaban de forma más o menos regular, no había ni punto de comparación con los polvos que echaba yo diariamente, así que mi primo tuvo que ir metiéndole la polla despacio, estando atento de que su hermana no se quejara de dolor. Mientras hacía esto, Julia me había puesto las manos en la nuca y nos besábamos en los labios con suavidad mientras con la otra mano ella me masajeaba uno de mis pechos.

- Mmm… Qué rico...

Cuando Alex se la metió por completo, su hermana empezó a gemir cada vez más. Hacía rato que estaba con mi prima y Alex reclamaba los labios de Julia, así que me aparté de ella, dejando que su hermano se le pusiera encima y empezaran un dulce polvo. Les dejé un ratito a su aire, me puse al lado y les observé, sin más.

- Mmmm… Aaaahhhh… Síiiiii… Aaaalexx…

- No digas nada, hermanita – su hermano la calló con un beso -. Solo disfruta…

Las manos de Julia estaban sobre su espalda, y acariciaba los músculos de mi primo. En eso era como yo, hacerlo con gente con buen cuerpo siempre era una motivación, un plus.

Estuvieron un buen rato así, hasta que Julia, que ya se había corrido unas cuantas veces y cuyos jugos vaginales habían llenado todo su chocho, hizo un largo gemido y acabó de llegar al clímax.

Sin embargo, su hermano aún no se había corrido, así que mi prima se sacó la polla de dentro el quitó el condón y se la tragó. Ahora sí que nos miramos con cara de verdadera sorpresa, pues no nos lo esperábamos en absoluto.

Julia se tragaba todo el nabo mientras acariciaba unos huevos bien hinchados y duros. Se metía la polla hasta el fondo y luego la sacaba casi completamente. Hizo esto varias veces hasta que Alex se acabó de correr y le llenó toda la boca de néctar. Aquello fue demasiado para mi prima, que, aunque se tragó buena parte de la sustancia, tosió y escupió otra buena parte.

Los tres estábamos bastante saciados de sexo por un rato. Julia fue al baño a limpiarse y yo agarré aquella hermosa polla que se deshinchaba por momentos y se la limpié de nuevo. Alex se estiró a mi lado y esperamos a que su hermana volviera.

No tardó demasiado. Su hermano la abrazó y se quedó profundamente dormida. Con este panorama, mi primo me ofreció sus brazos y me acurruqué en su pecho caliente.

- Al final hemos sacado la guarra que Julia lleva dentro, ¿eh? - hablábamos bajo para no despertarla.

- Y que lo digas, no esperaba que se activara tanto.

- Jiji a partir de ahora haremos más trios, así que cuando quieras venir a mi casa, te la traes.

- Eso está hecho, primita – me besó en el pelo.

- Al final no le has dado por el culo, ¿no?

- No, la verdad es que ni siquiera lo he pensado…

- La próxima vez la reventamos jijiji

- O ahora…

- No, acaba de follar hasta la saciedad, déjala descansar.

- Tienes razón – empezó a acariciarme la espalda.

- ¿Te apetece echar un polvo suavecito?

- ¿Ahora? ¿Pero no estás cansado?

- Es que estar en está posición contigo me está calentando…

- Ya veo jiji

Acercó sus labios a los míos y pasamos un ratito besándonos con dulzura.

- Te quiero, prima.

- Y yo a ti, primo.

Un cosquilleo recorrió mi chocho, así que le dije que estaba preparada. Se puso sobre mí y me la metió despacio. Fue un polvo lento, puro amor. Los dos estábamos cansados de antes, así que no duramos mucho. Me volvió a llenar de leche caliente y le limpié el miembro cuando me lo sacó. Pero esta vez, en lugar de ir al baño a quitármelo, me cerré cuidadosamente los labios vaginales, para que no se escapara ni una sola gota.

- Vigila con eso, ¿eh? - me advirtió mi primo – Pues quedarte embarazada.

- Tranquilo jiji ya vigilo… Ah, y gracias por preocuparte.

- De nada, es que no quiero verte con barriga tan pronto.

- A mí me gustaría, sería morboso hacerlo con una embarazada jiji

Y así, nos quedamos dormidos.

 

A la mañana siguiente Alex me despertó con un beso.

- Mmmm… ¿Qué pasa? - quise saber medio dormida.

- Son las 10 de la mañana, nos vamos.

- Vale, os acompaño hasta la puerta.

Mi primo ya estaba vestido, y entre los dos vestimos a Julia, que seguía profundamente dormida y no queríamos despertarla. Me puse una bata para no ir en cueros por la casa y bajamos las escaleras. Alex llevaba a su hermana en brazos.

- Buenos días, no sabía que estabais aquí, ¿qué tal la noche? - nos preguntó mi padre.

- Bien, bien papá jiji

- No te pases con tu hermana y tu prima ¿eh? Que son buenas chicas – le dijo papá de broma.

- Jaja no, tranquilo, tito, ya vigilo.

Me despedí de Alex con un beso en la puerta y se fueron en moto.

- ¿Qué hicisteis anoche? - quiso saber mi progenitor, que me había abrazado por la espalda y me besaba suavemente el cuello.

- Ya sabes jijiji cosas de gente joven…

- Bien, bien… - y se fue.

Aún tenía la leche de Alex en el coño, así que tenía que quitármela cuanto antes. Por otra parte, me daba morbo llevarla encima, así que como aún estaba ligeramente calentita, decidí sacármela por la noche. Siempre había pensado que no me importaría tener un hijo con mi querido primo. Pero claro, no podía ser… Por la noche me duché y me limpié el chocho. Más tranquila, me metí en la cama.

 

El lunes en clase hablé con Carlos sobre la cena.

- ¿Qué te pareció la cena?

- Muy bien, estaba buenísima.

- Yo te vi nervioso…

- Lo estaba, pero entre tu padre y tú me ayudasteis. - Hizo una pausa – Si te digo la verdad, estuve a punto de no ir.

- ¿Por qué?

- Por como quedaron las cosas con tus hermanos, me daba vergüenza mirarlos a la cara – agachó la cabeza.

- Eh – le puse la mano en el hombro e hice que levantara la cabeza para mirarle fijamente a los ojos -. No tienes que avergonzarte de lo que viste. En todo caso, los que deberían estar así tendrían que ser mis hermanos, y ellos estaban perfectamente jiji

- Ya lo sé, pero entiéndeme…

- Te entiendo perfectamente, tranquilo – le callé y sonreí para que estuviese relajado.

Llegó la profesora para abrir la clase y entramos.

 

Y así, los días fueron pasando, hasta que llegamos a finales de octubre. Se acercaba la noche de Halloween, y con esta, las preocupaciones en la familia. Como era costumbre, desde el día 26 mis padres me dijeron que no fuera a clase, que me quedara en casa. Esa semana, mamá no recibió a ningún paciente.

La tarde del lunes, Carlos me llamó.

- Hola, Ali.

- Hola, Carlos, ¿qué tal?

- Bien, bien, gracias. ¿Estás bien? No has ido a clase hoy…

- Estoy bien, tranquilo. Es solo que se acerca Halloween y mi familia es bastante supersticiosa, así que prefieren que permanezca en casa.

- Católica, querrás decir.

- No, no, no somos cristianos ni nada por el estilo. No creen en Dios, pero sí en fantasmas y cosas así.

- ¿Y tú crees en eso? Perdona si me meto donde no me llaman…

- No, no, tranquilo jiji no pasa nada. No, haber, yo no creo en fantasmas ni espíritus, pero si quedándome en casa se quedan más tranquilos, pues me quedo.

- Te entiendo… ¿Cuándo volverás a clase?

- Después de Halloween, pasaré toda la semana aquí.

- ¿Les digo algo a los profesores?

- Diles que estoy enferma, si quieres… Tampoco es que me importe lo que piensen jiji

- Jaja vale, vale, pues nada. Si un día de estos quieres quedar…

- Tendrá que ser en mi casa.

- No hay problema.

- Gracias, me vendrá bien ver a alguien… Pues nada, ya hablaremos, que tengo cosas que hacer.

- Adiós, Ali.

Lo que tenía que hacer era un cunnilingus a Carol, cuyo chocho tenía a cinco centímetros de mi boca.

- Cómo se preocupa por ti, ¿no? - había puesto la llamada en “manos libres” y por eso lo había escuchado todo.

- Sí jiji es muy atento.

- Has tenido mucha suerte con él, hermanita. Podría haber sido perfectamente un cani…

- Lo sé… Bueno, ¿por dónde íbamos?

- Ibas a comerme el coño jiji

Metí la boca en su chocho y me puse a lamer su clítoris mientras acariciaba los labios vaginales con las manos.

- Aaaahhh… Síiii… Quéee bieeenn…

A pesar de que mi hermana aguantaba bastante, también se corría bastante, de modo que en un momento tuve gran parte de la cara llena de sus jugos vaginales.

- Síiii… Aliii… Siguee… Quée riiiicoo…

Justo entonces entró Ivan por la puerta.

- ¡Eh! ¡Os dije que esperárais a que volviera!

- Mi coño pedía atención, lo siento, cari.

- Ahora veréis – dijo mi hermano mientras se desnudaba.

Dio un morreo a nuestra hermana y me la metió por el culo.

- ¡Ah! ¡Cabrón! ¡Pero avisa! - le recriminé.

- Lo siento, mi polla reclama atención – Carol rió ante el comentario de su hermano.

Ivan me cogió por los muslos y me dio duro, mientras yo seguía comiéndole el coño a mi hermana y tragándome todos sus jugos.

- ¡Más despacio, Ivan! ¡Que haces daño!

- Lo siento.

Su polla había empezado fuerte y me estaba rompiendo el culo. Cuanto le dije esto, redujo la velocidad y se puso a masajear mis muslos con las manos.

- Aaahhh… Ahora síii… Quéee gusto…

- ¿Mejor, hermanita?

- Síii… No parees… Por favor…

Carol no tardó mucho en acabar de correrse. Con mi cara y mi boca llena de sus jugos, me cogió de la nuca y nos besamos. Bueno, más que besarnos fue lamerme la cara como una perra en celo.

- Pásame el arnés, Ivan.

Le coloqué el arnés a mi hermana en la cintura y me empezó a follar el coño mientras nuestro hermano me seguía reventando el trasero por detrás. Carol me empezó a comer las tetas mientras yo gemía todo una posesa.

- ¡Síiii…! ¡Ooohh, jooodeeer…! ¡Quéee riiicoo…!

Ivan no tardó mucho más en llenarme el culo de leche. Aún después de correrse, seguía con fuerzas, de modo que me dijo que me girase hacia él para que Carol me diera por el culo con el arnés mientras él me follaba a pelo. Me agarró por la cintura y me metió su nabo hasta el fondo.

- ¡Ohhh, síii…! ¡Joder! ¡No pares, hermanito!

Me besó con pasión mientras yo acariciaba sus músculos por la espalda. Nuestras lenguas se encontraron y danzaron entre nuestras bocas. Ivan pasó no cogerme por la espalda con las manos a sobarme los senos con fuerza.

- ¡Quéee riiicoo…!

- ¡Calla y disfruta, guarra!

Mi hermana no aguantó más y me sacó el consolador del trasero. Se lo quitó y quedó rendida en la cama, masajeándome las nalgas.

Después de un buen rato follando y de haberme corrido innumerables veces, noté como aquel mástil que me follaba se hinchaba y me rellenaba como a un pavo. Me sacó la polla de dentro y la engullí con la mano, lista para dejarla bien limpia. Cuanto terminé, caímos rendidos sobre la cama. Me acurruqué sobre su pecho y nos quedamos dormidos.

 

Nos despertó mi madre horas más tarde.

- Venga, despertaos, que en un rato vienen los abuelos a cenar.

- Un ratito más, mamá…

- Nada, a la ducha, dormilones.

Nuestra casa tenía dos duchas, así que mis hermanos se fueron a una y yo a otra. Me quité los restos del coño y del culo y me acabé de duchar.

Esa noche solo venían a cenar los abuelos, pero durante los siguientes días más familiares empezarían a llegar a nuestra casa para pasar ir toda la semana.

Me puse unos tejanos azules, camiseta blanca de manga corta, unas simples zapatillas y me hice una coleta, dejándome dos mechones en medio de la cara.

- Sencilla pero atractiva – me dijo papá cuando me vio hacerme la coleta frente al espejo.

- Sí jiji

Para cenar había pescado y ensalada.

- ¡Hola! - exclamé al verlos entrar por la puerta.

Ivan los había ido a buscar con el coche. Después de los típicos besos y abrazos, nos sentamos a cenar.

- Estás muy guapa, Alicia – comentó mi abuela, sentada mi lado -. Seguro que no te va mal con los chicos.

- Gracias jiji con los chicos me da bien. Normal, supongo.

- Alicia solo tiene ojos para Carlos, ¿verdad, hija?

- Por supuesto.

- Ya nos pasó tu padre una foto del afortunado. Es muy guapo.

- Y un poco tímido también. Al principio le costaba hablar conmigo, pero poco a poco se ha ido soltando.

- Eso está bien.

- Estos días no salgáis de casa – intervino mi abuelo, que hasta ese momento se había limitado a comer y callar -. Es peligroso.

- Tranquilo, papá – intervino mi madre -, ya le hemos dicho a Alicia que estos días se quede en casa.

- Bien hecho. Es lo que digo siempre: en la tele no lo dicen, pero en estas fechas es cuando más desapariciones hay…

- Y asesinatos – añadí yo, agachando la cabeza.

La abuela me puso la mano en el hombro.

- El 1 de noviembre iremos a verle, tranquila.

Esa noche mis abuelos se quedaron a dormir. Por la noche Morfeo no me visitó, y como oía ruido en el cuarto de mis hermanos, fui a ver qué hacían. Me los encontré viendo una película de terror.

- Hola, Ali, ¿tú tampoco puedes dormir? - me preguntó Carol.

- No, y vosotros estáis igual, por lo que veo.

- Ya. Ponte aquí con nosotros, Ivan ha descargado “Howl”, acaba de empezar.

Cuando la terminamos ya era bastante tarde, así que me fui a mi cuarto a intentar pegar ojo. Pero una vez más, fui incapaz. Cogí la foto de mi hermano Raúl de la mesita de noche y la estuve mirando un buen rato. No sé cuánto tiempo pasó, pero al final me quedé dormida.

 

La tarde del miércoles Carlos me hizo una visita. Mi abuela había colocado una foto de Raúl en la entrada, de modo que la vio al pasar.

- ¿Quién es? ¿Algún primo tuyo?

No me gustaba demasiado hablar del tema, pero Carlos se iba a enterar tarde o temprano, así que se lo conté.

- Se llamaba Raúl. Era mi hermano.

- Pensaba que solo erais tres hermanos.

- Vamos a mi cuarto, te lo contaré.

Cerré la puerta de mi habitación y empecé.

- Al principio éramos cuatro hermanos, y Raúl era el más pequeño, un año menor que yo… Murió.

- Vaya, l-lo siento, no quería meterme…

- No te preocupes – me senté a su lado en mi cama.

- ¿Puedo preguntarte cómo murió?

- Sí, lo… Lo atropellaron. Una furgoneta. Jamás cogieron al culpable. - me quedé en silencio unos segundos, pero continué - Y hay algo más: fue el 31 de octubre por la tarde. Mi familia no lo ha acabado de superar y por eso nos dicen que no salgamos a la calle en Halloween.

- Entiendo… Estabas muy unida a él, supongo.

- Éramos uña y carne.

Hacía años que lo había superado, pero no pude evitar soltar una lágrima. Carlos se dio cuenta.

- Eh, ven aquí – me acurruqué en su pecho y me dio un fuerte abrazo, lo necesitaba.

- Estoy bien, es solo que ahora me he acordado…

- Tranquila… - me acarició la espalda.

Me besó en el pelo para tranquilizarme. En otro momento me hubiera sorprendido, pero en esta situación solo pude agradecérselo, aunque sin palabras.

Estuvimos un poco más así, hasta que me separé de él.

- Gracias, Carlos. Es que me he acordado y…

- Tranquila, no pasa nada – me dio un pañuelo para que me secara los ojos.

Después de esto, mi amigo y compañero me puso al día de las cosas de clase: me pasó los apuntes, me ayudó a hacer resúmenes, algunas prácticas… Para cuando terminamos, ya era de noche. Quise invitarlo a cenar, pero se negó. Justo cuando salía del cuarto, entraban Alex y Julia con algunas maletas y bolsas.

- ¿Qué hacía aquí? - se interesó Alex.

- Ha pasado la tarde aquí, pasando apuntes y cosas de clase… ¿Dormiréis aquí?

- Sí, hasta el domingo.

- Bien. Esperad, que os hago sitio.

Sobra decir lo que hicimos esa noche. Después de cenar Julia fue al baño a cambiarse cuando su hermano y yo empezamos a divertirnos en la cama. Un detalle: mi cama era de matrimonio, y apretadas cabían tres personas.

Estaba quitándome la camiseta cuando Alex me abrazó por detrás.

- Me apetecen tus tetas, primita.

- Espera a que venga tu hermana. Empezaremos entonc…

No pude acabar la frase, pues mi primo ya había empezando a masajearme los senos mientras me besaba en el cuello.

- Aaalex… ¿No puedes esperaaar…?

- Contigo no, me puedes.

Me estaba aguantando para hacerle sufrir por impaciente, pero al final me pudo la excitación. Tan pronto acabé de desnudarme, me abalancé sobre él y caímos sobre la cama. Para cuando Julia volvió al cuarto, ya habíamos empezado la fiesta.

- ¡Eh! ¡Os he dicho que me esperaseis!

- Lo siento, Julia – me excusé -. He intentado aguantar, pero tu hermano me estaba poniendo a mil y una no es de piedra.

- Venga aquí, hermanita – le ofreció su hermano abriendo los brazos.

Pegó un brinco y cayó sobre nosotros. Julia y yo nos turnábamos para comerle la boca al macho, mientras él intercalaba besos con ambas con chuparnos las tetas a las dos. Aparte de esto, con cada mano nos metía los dedos en el chocho, masturbándonos a la vez.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡No pares!

- ¡Quée bueeenoo…!

- ¡Seguid así, guarras! ¡Sois mis putas!

- ¡Somos tus putas! ¡Mmmm….! ¡Síiii…!

Cuando nos cansamos de esta posición, decidimos hacer un triángulo. Alex se la metió a su hermana por el coño mientras me comía el chocho a mí, sentada en su cabeza. Mientras echaba su polvo y comía un coño simultáneamente, su hermana y yo nos sobábamos las tetas mutuamente y nos besábamos con lengua. Todo muy porno.

- Mmmm… ¡Quée riiicoo…!

- ¡Sigue! ¡Quéee guustoo…!

- ¡Calla y come, cabrón!

- ¡Síiii…!

Mi prima aún no tenía tanto aguante como nosotros, así que en un rato ya se había corrido varias veces. Aprovechando que yo también había llenado a Alex de jugos, me levanté de su cara y, viendo que Julia estaba cansada, le dijo que se saliera. Entonces me metí aquel nabo hasta el fondo de mi chocho y me puse a comerle la almeja a ella. Julia había olvidado decirle a su hermano que se pusiera condón, así que ahora tenía el coño a reventar del néctar de Alex. Néctar que me comí con gusto mientras le limpiaba el chocho a mi querida prima.

Pasamos un buen rato así, hasta que noté que el mástil que tenía dentro se endurecía aún más y me rellenaba del todo. Mientras acababa de limpiar el coñito de Julia, su hermano me estuvo sobando las nalgas. Cuando me salí de él, Julia se ofreció para limpiarme el chochito de jugos, a lo que acepté encantada mientras engullía el nabo de mi primo para limpiarle la polla de leche y de mis jugos vaginales.

Estando los tres medianamente limpios, Alex comentó:

- Hermanita, ¿te apetece que me enculemos?

Julia ya había probado la penetración normal y el sexo oral, hasta quedaba el sexo anal.

- No sé, chicos… No quiero que me duela.

- Prima, la sensación no es muy distinta a la de un polvo normal.

- ¿Seguro?

- Te lo prometo.

Se lo pensó unos segundos, y finalmente dijo:

- Está bien, pero cuando diga “Para”, paras, ¿eh? - esto se lo dijo a su hermano.

- Entendido.

- Vale, Alex, tú ten el rabo a punto. Yo voy a dilatar el culo a tu hermana.

Y así lo hicimos. Julia puso el culo en pompa y yo le hice un beso negro, lubricando su trasero para que así el pollón de mi primo le entrara con más facilidad. Así pues, cuando ambas estuvieron listos, me puse delante de mi prima, como para darle ánimos.

- Sobre todo ve despacio, ¿eh, Alex?

- Sí, sí, tranquila.

Fiel a su palabra, le cogió por los muslos y se la empezó a meter. Las primeras veces siempre duelen, hasta que el culo se acostumbra y ya entra con facilidad, como era mi caso. Como suponía, aquello no fue fácil para Julia, en cuya cara se marcaban claros signos de dolor y de estar pasándolo mal.

- Más despacio, por favor.

- Vale.

Finalmente, la metió hasta el fondo. A su hermana aquello le dolía claramente, así que le dije a su hermano que se quedara quieto un rato, para que su trasero se acostumbrara a aquella polla.

- ¿Estás bien, prima?

- Sí, me duele pero me voy acostumbrando al dolor.

- Las primeras veces son las peores. Cuando tu culo se acostumbre, vas a gozar como una perra.

- Jijiji eso espero, sí.

Le hice una señal a Alex para que empezara a mover el rabo dentro. Aquello parecía seguir doliéndole, pero por lo menos ya no ponía tan mala cara.

Sin yo decirle nada, mi primo empezó a meter y sacar la polla, y eso pareció gustar a mi prima, que comenzó a suspirar.

- Creo que vamos por buen camino – sonreí.