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Lhdaf. 6

en Grandes Series

La Historia de Alicia Fernández. Relato 6

 

Al día siguiente, Carlos volvió a clase. Nadie le preguntó el por qué de su ausencia (tampoco es que nadie se lo preguntara a nadie). Me alegré de verle en el pasillo cuando llegué por la mañana, esperando a que abrieran la puerta de la clase. Mis primos le miraban seriamente, unos metros alejados de él. Estaba claro que Julia se lo había contado todo a su hermano.

- ¿Y bien? - me preguntaron al acercarme a ellos.

- Tranquilos, ayer fui a su casa para hablar con él. No dirá nada.

- Más le vale – Alex fue tajante, y se alejó de nosotras mirándole seriamente.

- ¿A qué ha venido esa mirada? - quiso saber mi compañero cuando Julia se fue a su clase y yo me acerqué a él.

- Déjale, tonterías de mi primo – negué con la cabeza, quitándole importancia al asunto -. Ah, y… me alegro de que hayas vuelto.

 

Pasados unos días, todo volvió a la normalidad. El tema de mis hermanos parecía habérsele olvidado completamente, pues ni me lo mencionó. Sin embargo, un par de veces que le propuse ir a mi casa a estudiar (no iba demasiado bien en clase, del 5.5 no subía) se negó poniéndome excusas. Sabía bien que no quería ir a mi casa para no ver a mis hermanos, y en parte lo entendía. Por como era él, no podría mirar a Ivan ni Carol a la cara en un tiempo.

Esto no quitaba que pasáramos tiempo juntos. Varios días a la semana, después de clase, me invitaba a comer (sus padres no estaban) y pasábamos la tarde en su habitación, estudiando, hablando y viendo vídeos en YouTube. Me sabía mal no devolverle el favor, así que continuamente le invitaba a mi casa. Claro está, siempre se negaba. Pero un viernes me puse pesada y acabó aceptando.

- A las 8 en mi casa, no te olvides – me despedí de él con un beso en la mejilla al salir de clase.

Estaba más contenta que unas pascuas. Mi hermana me ayudó a elegir la ropa para esa noche y después salí con Julia y sus amigas. Volví a casa a las 6, para tener tiempo de sobras de arreglarme. Estaba quitándome la ropa para ducharme cuando me mandaron un mensaje por WhatsApp: “Abre Skype, zorra”, decía. No tenía agregado ese número, pero solo podía ser una persona. Me conecté a Skype desde mi ordenador portátil y enseguida me saltaron docenas de mensajes, todos de la misma persona. Inicié una videollamada y enseguida contestó.

- ¡Hola, Ali! ¿Qué tal todo por la ciudad? - se interesó.

Se trataba de Leticia, mi gran amiga, a la que había tenido que dejar al mudarme.

- Bien, bien jaja. Se está mejor de lo que esperaba, no vivimos en el centro y estamos más tranquilos.

- ¿Y qué tal los tíos? ¿A cuántos te has follado ya? Jajaja

- Jajaja no, loca, a ninguno… todavía – puse cara porno para hacerla reír -. Jajaja no, pero no son unos modelos, precisamente. Solo hay uno que está bien, se llama Carlos – agaché la cabeza sonriendo.

- ¡Oh, esa cara ya me la conozco! ¿Te lo vas a follar, verdad? - Leticia era tan ninfómana como extrovertida y cotilla.

- Es un buen amigo, nada más…

- Eso mismo dijiste de Sergio y… - se calló de golpe porque la había cagado – Joder, lo siento, Ali, no quería recordártelo. Perdona.

- No, tranquila, no pasa nada – su recuerdo volvió una vez más a mi mente -. Dime, ¿sabes algo de él?

- Nada, la verdad – se le daba fatal mentir, y a mí genial detectar mentiras.

- Leti…

- Ali, yo… - la tenía acorralada y no sabía por donde escapar.

- Por favor.

- Joder, está bien… - se rindió – Cuando te fuiste se puso como una moto, te buscó por todas partes. Cuando me preguntó si sabía algo le mentí, le dije que no me habías dado tu número nuevo. Ahora se pone hasta el culo de lo que sea y se tira a la primera que pilla. Me propuso echar un polvo, pero aún estando borracha me negué, por respeto hacia ti.

- Gracias. Y… ¿sabe algo de lo de los otros?

- Por suerte, no. Algunos me preguntaron por ti, pero no insistieron.

- Mejor así, la verdad. Si se llega a enterar…

- No lo harán, no dirán nada, tranquila. No son tan imbéciles. Saben que si Sergio se entera, les parte la cara.

- Vale… En fin, me voy a duchar. Hablamos mañana, ¿vale?

- Vale. Adiós.

El recuerdo de Sergio había vuelto. Todo lo que dejé atrás: infidelidades, drogas, engaños, mentiras… No habría aguantado mucho más allí.

Ya estaba desnuda cuando picaron a mi ventana. Me tapé con la toalla y me asomé. Una vez más, Alex me reclamaba.

- Existen las puertas, ¿lo sabías? - pregunté retóricamente mientras abría la ventana.

- Tu madre me ha dicho que estabas duchándote, pero te he visto por la ventana.

El tío era buen escalador, así que en un momento llegó hasta mi alféizar.

- Hola, prima – me dio un morreo mientras entraba -, ¿qué haces desnuda?

- Iba a ducharme, pero no me dejáis jiji Acabo de hablar con Leticia por Skype y ahora llegas tú…

- ¿Leticia? ¿La de tu antiguo barrio?

- Sí, esa – me había quitado la toalla, ya me daba igual.

- Coño, dile que se pase un día por aquí o voy yo, que folla de maravilla.

- ¿Más que yo? - fingí ponerme celosa.

- No, tú eres la que mejor lo hace, tonta – me tiró en la cama y se puso a chuparme las tetas.

- ¿Y Julia qué tal?

- Mira, no me hables de mi hermana, por favor. No he visto una cosa más sosa en la cama en mi vida.

Ambos reímos.

- ¿Tan mal lo hace?

- No, no es que lo haga mal, es decir, se nota que disfruta follando, pero solo quiere la posición tradicional, ni oral ni anal ni pollas. ¿Por qué te crees que casi siempre follo contigo?

- ¿Porque estoy buena? - bromeé.

- Aparte de eso jaja – me dio otro morreo -. Ella es demasiado estirada, no quiere probar cosas nuevas. Lo máximo que he conseguido aparte de follar es que me la chupe, ¡y con condón! - la entonación exagerada con la que lo dijo me hizo gracia.

- Dale tiempo. No hace ni dos años que os acostáis, poco a poco se irá activando… Mientras tanto, soy toda tuya jijiji

- Sí jeje ¿echamos un polvo rápido, ya que estamos así? ¿A qué hora llega tu cita?

- Primero, no es una cita, es solo para devolverle el favor. Y en cuanto a la hora... – miré al reloj de mi mesita de noche - tenemos tiempo, pero hay que ir rápido.

- Vale, ¿echamos un polvo o solo anal?

- Un polvo, que cuesta menos limpiar luego.

- Siempre podemos hacerlo con condón…

- Déjate de condones y metémela ya, que es mejor hacerlo a pelo.

Le ayudé a desnudarse, se puso sobre mí y me la metió hasta el fondo. Mientras me follaba, me levanté, abrazándome a él, y me metió un señor morreo con toda la lengua.

- ¡Más rápido, Alex! - le pedía entre gemidos, moviendo la cintura para acelerar el proceso.

- ¡Te voy a partir, Ali! ¡Joder, qué bien! - mi boca deseaba su lengua, que la saciaba mientras me chupaba los pechos, duros como piedras.

Me cogió del culo con las manos y entonces sí que me dio fuerte. Gemíamos que daba gusto mientras me reventaba el coño a una velocidad descomunal.

A ese ritmo no tardamos mucho en acabar. Después de tres o cuatro orgasmos por mi parte, se le hinchó el nabo que daba gusto y me llenó las extrañas de leche caliente. Caímos desplomados sobre la cama, abrazados y sudorosos.

- Qué buen polvo, Ali – me decía aún suspirando.

- Síi – ronroneé -, rápido y fuerte.

Estuvimos un ratito besándonos suavemente hasta que, más relajados, me dijo que se iba. Se vistió, me dio un último beso de despedida y salió por la ventana.

Sudorosa y suspirando, miré la hora. Con la tontería, quedaba poco más de una hora para que llegara mi invitado. Me duché y quité los restos del chocho, que aún chorreaba fluidos y néctar de mi primo. Dejé la ventana abierto para ventilar (olía a sexo que alimentaba) y me puse la ropa que había elegido con Carol. Aunque no me gustaban las faldas, por una vez le hice caso a mi hermana: camiseta de tirantes blanca y una falda por debajo de las rodillas. Me lo probé frente al espejo y, aunque no me quedaba del todo mal, no me acababa de convencer.

En estas estaba cuando entró mi madre.

- ¡Estás guapísima, hija! - exclamó al verme.

- ¿Tú crees? - me miré al espejo de arriba a abajo, indecisa.

- Claro. A Carlos le gustarás, te lo garantizó – me dio un beso en la frente.

- Eso espero…

- He dejado un paquete de condones en un cajón de la mesita, por si os apetece... – me guiñó el ojo.

- Gracias, pero no vamos a follar. Aún no estamos tan unidos.

- Pronto, hija, pronto – me besó en el pelo y se fue.

 

Carlos llegó puntual y elegante: tejanos azules y camisa blanca. Nos dio dos besos a mamá, Carol y a mí y estrechó la mano a Ivan y a mi padre, quien desde un primero momento tuvo una actitud muy afectiva y simpática con él. Papá no era nada tonto y sabía que venía muerto de los nervios, así que adoptó ese amigable comportamiento para que este se fuera relajando.

Nos sentamos a cenar y me puse a su lado. Les había dicho a Ivan y Carol que se sentaran separados, para que el invitado no pensara nada raro. Al principio Carlos estuvo callado, pero gracias al humor de papá empezó a hablar y a divertirse.

- Y dime, ¿qué tal vas en clase? - le preguntó mamá.

- Bien, la verdad…

- Me ayuda mucho – intervení -, si apruebo es gracias a él.

- Bueno, a ti tampoco se te da mal, ¿eh?

- Ya, pero tú sabes mucho – le cogí de la mano por debajo de la mesa, y la aceptó.

Una cosa llevó a la otra y al final mi padre y Carlos terminaron hablando de informática. Yo fingía interesarme por la conversación, pero lo cierto es que no entendí ni la mitad. No es que me gustara mucho que papá monopolizara a mi compañero, pero así por lo menos se iba soltando.

Después de cenar cogí mi cazadora tejana azul y salí con Carlos a dar una vuelta. De primeras iba a acompañarle hasta la parada del bus para que cogiera la última línea del día y así volviera a su casa, pero como aún quedaba un rato antes de que llegara, nos sentamos en los bancos de un parque que estaba al lado.

- Esto… Alicia, gracias por cogerme de la mano en la mesa – agradecí que fuera él quien sacase el tema -. Ahora puedo decirte que he llegado bastante nervioso, pero entre tu padre y tú me habéis calmado.

- No hay nada que agradecer. Es solo que estaba a gusto teniéndote a mi lado y he pensado que cogiéndote la mano te ayudaría.

Esta vez fue él quien me la cogió.

- Ali, estás helada – se sorprendió.

- Tengo un poco de frío, sí jiji

Otro de los motivos por los que no me gustaban las faltas es porque son un perfecto método para enfriarse.

- Ven aquí, anda.

Me pasó el brazo derecho por la cintura y me atrajo hacia él. Aún llevando solo la camisa y una chaqueta fina, estaba caliente, así que me abracé a él.

- ¿Mejor?

- Sí, gracias.

Puse la cabeza en su hombro derecho y empecé a acariciarle el brazo.

- Ahora sí que estoy cómoda…

- Y yo…

Era el momento perfecto. Iba a besarle en el cuello para calentarle aún más cuando…

- El bus.

¡Mierda! La última línea de la noche ya se veía. Nos levantamos rápidamente y fuimos a la parada. Nos despedimos con un cálido abrazo y dos besos en las mejillas y se fue.

Maldecí al conductor mientras veía alejarse al vehículo por la carretera. Tenía frío y era tarde, así que me fui a casa, recordando los mejores momentos de aquella noche.

Estar así con Carlos me había calentado muchísimo, y ahora me notaba el coño ardiendo y palpitante. Tenía que calmarme esa excitación como fuera o no podría dormir. Pensé en masturbarme en la cama con el consolador, pero luego se me ocurrió una idea mucho mejor.

En casa mis hermanos ya estaban follando en su cuarto (no paraban en todo el día, era increíble) y mis padres en el suyo. Justo entré en su dormitorio cuando ya habían acabado.

- Hola, hija, ¿cómo ha ido? - me preguntaron aún rojos y suspirando.

- Muy bien: hemos estado en unos bancos abrazados y hablando. Iba a besarle el cuello para calentarle, pero ha llegado su autobús y nos ha cortado el rollo por completo. El caso es que me ha dejado bien caliente… ¿Puedes ayudarme, papá? - me bajé la falda y las bragas, enseñando como me goteaba el chocho por los muslos.

- Madre mía, hija. Ese chico te gusta mucho, ¿eh? Cariño, ayúdala tú que yo estoy cansada.

- Ven aquí, cielo.

Mi padre se destapó. Estaba desnudo y su descomunal tranca palpitaba que daba gusto. Mordiéndome los labios, me desnudé completamente y me puse sobre él.

- Joder, Ali, cómo estás – dijo tocándome las tetas, duras como piedras, y notando como mis jugos le mojaban como el paquete -. Ya te tiene que gustar ese chico, ¿eh?

- Mucho, papá. Por favor, fóllame.

Él estaba un poco cansado después de follar a mi madre hasta la saciedad, así que dejó que yo llevara el ritmo. Cogí su enorme verga con ambas manos y me fui introduciendo poco a poco, disfrutando del contacto con aquella barra de placer caliente como un horno. No me cabía toda porque, como he dicho, era enorme, el nabo más grande que había visto en mi vida. No sabía como mamá podía metérsela entera siempre. Con aquel mástil perforándome las entrañas, fui cabalgando sin prisas, disfrutando del momento. Mi coño pedía más acción, pero aquella polla me llenaba como ninguna otra y no quería que acabara tan pronto. Él no hacía nada, solo me observaba disfrutar con los ojos cerrados y aún mordiéndome los labios para evitar unos gemidos tremendos que querían salir. Los pezones estaban de punta y los pechos, que se iban deshinchando y volvían a su estado normal, bamboleaban de arriba a abajo y chocaban entre ellos.

- ¡Mmm… papáaa… qué riico! ¡Qué buena polla tienes!

- Disfruta, hija, se nota que venías cargadita.

Después de dos o tres orgasmos, ya un poco más cansada y saciada por igual, decidí terminar. Aceleré el ritmo de la cabalgada y noté como su verga se hinchaba más todavía. Acabamos a la cama, yo corriéndome por cuarta vez y él llenándome el chocho de sustancia. Agotada, me dejé caer sobre él, que me acarició la espalda mientras me besaba en el cuello y el pelo.

- Gracias, papá…

- De nada, hija. Ya verás como en nada lo tienes comiendo de la palma de la mano.

Con el coño reventado y dolorido, me levanté despacio y engullí una vez su polla para limpiarla. Hecho esto, me fui a dormir, cerrándome los labios vaginales para que no se escapara ni una gota de semen.

 

Por la mañana me duché y llamé a Carlos para quedar esa misma tarde. No me sorprendió en absoluto que no me lo cogiera. Ya le vería el lunes en clase. A la hora de comer mis padres anunciaron que esa noche tenían una cena en la empresa de papá, y que volverían tarde. Eso me dio una idea.

Alex me había dicho que no conseguía que Julia hiciera casi nada en la cama, así que decidí que esa noche, entre los dos, la íbamos a ayudar haciendo un trío. Llamé a mi primo para contarle mi plan y aceptó encantado. Supongo que hacer un trío con su hermana y su prima le ponía muy palote. Lo difícil iba a ser convencer a mi prima, aunque supongo que podría engañarla fácilmente para que viniese a mi casa.

Después de comer mi primo vino a casa y nos encerramos en mi cuarto.

- ¿Qué tal fue tu cita? - me preguntó mientras nos íbamos desnudando.

- Y dale con la cita – me reí -. Bien, cenamos con mis padres, Ivan y Carol y luego nos fuimos a dar una vuelta.

- ¿Os liasteis?

- Por desgracia no. Como hacía frío, nos abrazamos en unos bancos, pero cuando iba a dar el siguiente paso llegó un autobús.

- Lástima.

Mientras hablábamos fui preparando mi cama, poniendo una toalla encima.

- Me dejó tan caliente que me follé a mi padre al volver a casa jijiji

- Jajaja joder. ¿Tiene buena tranca?

Se puso sobre mí en la cama y nos fuimos besando.

- ¿Te interesa la polla de mi padre? - bromeé mientras me iba chupando los pezones.

- Jajaja no, no me va que me den por el culo, ya lo sabes.

- Ya lo sé, es bromaaahh...

- ¿Entonces qué, cómo es?

- Tiene el nabo más grande que he visto nunca, literalmente jiji

- ¿Más que este? - se lo agarró con la mano mientras se masturbaba.

- Sí, más que el tuyo.

- Vaya hombre, pues tendré que cortárselo – bromeó y me dio un morreo-. Hay que eliminar a la competencia, primita.

- Jijiji sí, seguro. No, a ver, pero es normal, os lleváis 17 aaaaños…

- Ya lo sé.

- Déjame hacerte una cubana, que hace tiempo que no hago y no quiero perder la práctica.

- Como quieras.

Se puso de rodillas y me puso su tranca en medio de las tetas. Agarré cada pecho con una mano y le hice una cubana, estrujando su polla entre mis senos. La verdad es que daba bastante gusto, el tacto de los pechos es más sensible y da más morbo. Cuando su rabo salía por arriba, lo chupaba con cariño para que se pusiera aún más duro.

- Joder, Ali, no has perdido nada de práctica, ¿eh? Qué sensación, coño, qué bueno…

- Disfruta, primito, disfruta, que en cuanto te corras quiero una buena comida – le miraba picarona.

Alex debía venir recién follado, porque no duró mucho. Bueno, eso o que se lo había hecho de maravilla. En corrió en mis tetas y me dejó el cuello y la barbilla también pringados. Antes de que pudiera coger aquel dulce néctar en los dedos para tragármelo, bajó hasta mi chocho caliente y me metió la lengua directamente.

- ¡Aaaahh…! - gemí, me había pillado desprevenida.

Mientras me tragaba toda su lefa para limpiarme las tetas, me lamía los labios vaginales y frotaba su lengua en el clítoris, por lo que estaba gimiendo como una posesa.

- ¿Te gusta, eh, guarra?

- Síii, no pareees.

- ¿Te gusta que te lo coma mientras te tragas toda mi leche, pedazo de puta? - me ponía mucho que me hablaran así mientras follaba.

- ¡Síii, me gusta, soy muy guarriiillaahh…!

- ¡Pues venga, córrete, pedazo de zorra!

No hizo faltar decir más. Mi primo me lamía el clítoris con tanto entusiasmo que a los pocos minutos le llené la cara de jugos vaginales. Me besó con pasión, dejando que me tragara y lamiera todo de su cara. Sin previo aviso, noté un sable caliente que me atravesaba y me cabalgaba con fuerza. Me abracé a su cuello y se puso a amasar mi culo con las manos, estrujándomelo tanto que casi me dolía.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! - eran los únicos sonidos que conseguía emitir - ¡Más fuerte…! ¡Joder, qué bueno!

- ¡Disfruta, Ali, disfruta! ¡Te voy a dejar el coño reventado y luego iré a por tu culo!

- ¡Reviéntame toda! ¡Síii! ¡Rómpeme el coño y el culo!

Me hubiera gustado tener un consolador que me enculara en ese momento, sería perfecto, pero no quería interrumpir el coito.

Su polla se endurecía cada vez más y me reventaba con más fuerza, de modo que en escasos minutos me corrí varias veces. Al final, se le acabó de hinchar y me llenó las entrañas de néctar caliente. Qué sensación, era una delicia…

Caímos agotados sobre la cama y me sacó la polla, quedando boca arriba. Aprovechando que no estaba muy cansada y que su verga aún podía aguantar más acción, decidí dejársela bien limpia. Aún medio hinchada y llena de semen, me la metí en la boca y jugueteé con ella con la lengua.

- Ummm… Aliii…

- Calla y disfruta, que tu polla aún tiene que darme una alegría más antes de dormirse.

Se la dejé bien limpia, sin rastro de leche y la masturbé con las manos. Mi mamada ya la había medio despertado de nuevo, pero la masturbación no tardó en ponerlo a todo.

- Encúlame, primito, reviéntame por dentro – le pedí.

Aún estando cansado, no hizo falta pedírselo dos veces. Me puse a cuatro patas y preparó el terreno amasándome el culo, dejándomelo colorado y flexible para su polla. Me lo metió despacio, sin prisas, cogiéndome de los muslos mientras yo me metía los dedos en el chocho. Con cada embestida mis tetas se bamboleaban y chocaban entre sí. Esto volvía a loco a Alex, que me daba cada vez más fuerte para que ese sensual movimiento de mis pechos hinchados se incrementara.

Él se corrió primero. Me llenó el ojete y cuando me la sacó este parecía un volcán, expulsando a leche a borbotones. Yo aún me estaba masturbando, así que me la volvió a meter para corrernos los dos definitivamente. Nos quedamos un rato abrazados, besando y acariciando nuestros cuerpos, rojos y sudorosos. Me sacó la polla y ya no borbotones, sino directamente chorros de néctar era lo que salía de mi coño y mi culo.

Nos despedimos acordando que esa noche le diría a su hermana de venir a mi casa a ver una película, y que una vez aquí nos la follaríamos. Nos dimos un último morreo y salió de mi cuarto.

Tenía literalmente todo el cuerpo manchado de semen, así que fui a darme una ducha. Ya limpia, me puse un chándal blanco, ventilé un poco mi habitación y me quedé dormida. Estaba reventada de follar, y esa noche iba a tener dos amantes.

 

Mi padre me despertó horas más tarde, ya era de noche. Ellos ya se iban a la cena esa. Me despedí de ellos y me dijeron que habían encargado pizzas, que llegarían en un rato.

Aún medio dormida, llamé a Alex.

- Alex, perdona, que me quedado dormida – me disculpé.

- No pasa nada, yo también he dormido un rato. ¿Ha estado bien, eh?

- Mucho jiji ¿Ya has hablado con Julia?

- Sí, le he dicho que nos has invitado esta noche a tu casa a cenar y a ver una película.

- Perfecto, ¿a qué hora llegaréis?

- Danos una media hora, ¿vale?

- Okey, hasta luego.

Al rato llegaron las pizzas. Dejé todo el salón preparado y fui a cambiarme de ropa. Me puse algo de lencería que tenía en el armario y una bata blanca encima para disimular, para que mi prima no sospechara nada.

Como aún quedaba un rato para que llegasen, me puse a chatear para hacer tiempo. Al rato llamaron a la puerta. Mi primo iba normal, con su chándal Adidas. Pero Julia, cómo no, vestía formal, con camisa y todo. “Poco va a durar con eso puesto”, pensé riendo para mis adentros mientras les daba un morreo a ambos en la entrada.

- Me ha dicho mi hermano que vamos a ver “La Guerra de Charlie Wilson”, ¿no?

Miré sorprendida a mi primo, que me miraba aguantándose la risa con cara de “No se me ha ocurrido nada mejor”. Suspiré, asentí y descargué la película. No tenía ni idea de qué iba, pero conociendo a Julia sería sobre algo histórico.

Cenamos pizza mientras la veíamos. Bueno, mejor dicho, mientras Julia la veía. Alex estaba ocupado metiéndome los dedos en el coño y yo ocupada intentando no gemir. Cuando terminamos de cenar, me guiñé un ojo a mi primo y pusimos una excusa absurda para ir al piso de arriba.

Ya en la cama, me deshice de la bata.

- Joder, primita, nunca te había visto con lencería.

- Sí, bueno jiji esto es una ocasión especial.

- Y bien que te queda. Deberías vestir así más a menudo…

- ¿Te gusto? - le miré sensualmente mientras me acariciaba los senos, hinchados.

- Calla jaja no me hagas follarte antes de tiempo. Te explico mi idea: tú te quedas en la cama y yo voy a por Julia, le pondré cualquier excusa para que suba y entonces empezamos, ¿vale?

- Sí, pero date prisa, que quiero follar.

Alex se marchó y yo me acomodé. Le dijo algo desde la escalera que no entendí y vino corriendo momentos después. Se escondió detrás de la puerta y Julia subió para ver qué ocurría.

- Ali, ¿qué haces? - estaba sorprendidísima y entró en la habitación.

- Ven aquí, primita – puse mi más sensual voz.

Estando ya dentro, mi primo cerró la puerta tras de sí.

- Hola, hermanita.

- ¿Qué es esto? - sería muy lista para los estudios, pero era tan inocente que aún no lo había entendido.

- Creo que es obvio, ¿no? Jiji Julia, tu hermano me ha dicho que aún no te has soltado en la cama, así que he pensado… Que entre los dos te vamos a ayudar. Ven aquí, anda.

- Mirad, chicos, sabéis que os quiero mucho a los dos, pero no quiero hacer el amor. Mejor sigo viendo la película y vosotros hacéis lo que tengáis que hacer – se encaminó hacia la puerta.

- He cerrado la puerta con llave – mintió Alex -, y no te la daré hasta que hayamos hecho de todo esta noche – mi primo se iba desnudando mientras hablaba -. ¿Verdad, prima?

- Sí, Julia – le miraba con mi más pícara expresión -. Así que te recomiendo que te vayas desnudando y nos dejes darte placer.

Aún sin estar muy convencida, se quitó la ropa y salió a escena un cuerpo que, aún no siendo de modelo, estaba bien. Mientras de desnudaba, Alex se había abalanzado sobre mí y nos besábamos con pasión. La escena debió calentar a mi prima, pues se mordió los labios y empezó a tocarse el coño.

- Primo, mejor empiezo yo con tu hermana y así se va relajando, ¿vale? - propuse – Cuando me lié con ella la última vez iba con más confianza.

- Como quieras.

La cogí de la mano y se estiró en la cama, entre nosotros. Me puse sobre ella y la besé con suavidad, acariciando todo su cuerpo y metiéndole los dedos en el chocho, que empezaba a estar algo mojado.

- Aaaahhh… Aaahhh. Aaaalii – era lo único que salía de sus labios.

- Shhh – la callé con un beso -, relájate, primita. Relájate y déjame hacer – le guiñé el ojo.

Cuando se fue calmando, pasé de sus labios a su cuello, después a sus pechos, su vientre y acabé lamiendo sus labios vaginales y su clítoris. En estas estaba cuando Alex me la metió de golpe, sin previo aviso.

- ¡Alex! - gemí – Avisa por lo menos, ¿no?

- Perdona, prima – me dio un sonoro beso en la mejilla -. Es que he visto como le comías el chocho a mi hermana y me he puesto palote.

- No me des muy fuerte que quiero que ella disfrute lo máximo, ¿vale?

Así pues, mientras mi primo me taladraba el culo, agarrándome con fuerza por los muslos, yo me dedicaba a hacer un cunnilingus a Julia, que gemía de placer.

Llegó un punto en el que gemíamos las tres.

- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ali, no paaares! ¡Qué bieeen…!

La verdad es que mi comida estaba condicionado a las embestidas de Alex, pues cada vez que este embestía, el impulso me hacía chocar contra los labios de Julia y chupar su clítoris, así que indirectamente nos daba placer a ambas.

Mi prima no tardó mucho en correrse. Empezó a hacer unos soniditos de lo más graciosos y me llenó la cara de jugos. Nos besamos con ternura mientras ella me amasaba los senos y su hermano me daba las última embestidas mientras me amasaba el trasero. Derramó toda la leche en mi interior y me sacó la polla de dentro.

- Julia, límpiale la polla a tu hermano.

- No, lo siento, no me gusta el sabor del semen... – se excusó.

- Vamos, primita, que el sabor de los coños te encanta y no es muy diferente… Mira, hacemos una cosa, nos vamos turnando. Yo se la chupo un rato y tú otro, ¿vale?

- Por favor, daos prisa, antes de que se me baje del todo.

- Está bien…

Me metí aquel nabo con gusto en la boca y empecé una suave mamada. Alex gemía y me cogía del pelo, metiéndome la polla aún más adentro. Su hermana nos miraba con una expresión entre sorprendida y excitada.

- Cambio – me la saqué -. Vamos, Julia.

Dudó un momento, pero se la acabo metiendo y empezó una lenta mamada. No debía de hacerlo mal, porque su hermano suspiraba casi tanto como conmigo.

- Sigue, hermanita, sigue. Lo haces de puta madre…

- ¿La chupa bien o qué?

- Sí, le falta práctica pero no está nada mal – Julia sonrió al oír esto, y empezó a comer con más ganas.

- Así sí, Julia… Así sí…

Me daba cierta envidia, la verdad, me hubiera gustado que me comiera la polla a mí también. Se la dejó limpia y, para nuestra sorpresa, se tragó toda la lefa.

- ¡Muy bien, Julia! - la felicité - ¡Sabía que podías hacerlo!

- No ha estado mal, la verdad, aunque el sabor sigue sin gustarme demasiado…

- Ya te acostumbrarás – le di un morreo -, no te preocupes por eso.

- Eh, hermanita – Alex se puso sobre ella -. Lo has hecho genial. Gracias – la abrazó y se besaron con ternura -. ¿Te apetece follar conmigo o más tarde?

- Mejor folla con Alicia, yo aún estoy cansada de la comida de antes.

- Está bien.

- Tengo una idea – se me encendió la bombilla -. ¿Julia, qué te parece que si te pongo un arnés con consolador y me das por el culo mientras follo con tu hermano?

- Bien pensado.

Saqué el arnés de un cajón y se lo até a la cintura. Mi prima se estiró en la cama y yo me senté sobre ella, metiéndome el consolador por el culo, de espaldas a ella. Así pues, Alex me la metió y empezó la fiesta.