miprimita.com

Lhdaf. 4

en Grandes Series

La Historia De Alicia Fernández. Relato 4

 

La última semana de vacaciones de verano pasó sin pena ni gloria. Acabamos de instalarnos en nuestra nueva casa, de conocer el barrio, los vecinos... Yo, por mi parte, estuve mirando el perfil de Facebook de Carlos, aunque tampoco quise investigar todo sobre él. "Ya nos conoceremos mejor cuando hablemos cara a cara", pensé. Julia me pasó su número de teléfono para que le agregara a WhatsApp, pero aunque le envié un par de mensajes, salía que no se conectaba desde hacía dos o tres días. Mi prima ya me había avisado que solo entraba a la aplicación de vez en cuando, así que no me preocupé. Preferí, sencillamente, esperar a conocerle en persona el primer día de clase, así que pasé los días restantes ayudando a mis padres por las mañanas, saliendo con Julia y sus amigas a la calle por las tardes y follando con Alex por las noches.

 

Y llegó el primer día de clase. A las 8:15 de la mañana estábamos todos en la puerta del centro, con unas caras que delataban una noche en vela. Me había puesto unos shorts tejanos, unas zapatillas azules de calle y una camiseta blanca de tirantes. Julia iba algo más formal, con uns tejanos largos y camisa a cuadros roja. En la entrada no vi a Carlos, así que supuse llegaba tarde.

En mi clase yo era la única chica. "Todo penes", como diría mi primo. Era un aula más bien pequeña, con el espacio justo para veintiocho mesas para alumnos, unas mini-taquillas, dos armarios y la mesa del maestro. A mí me colocaron en segunda fila, enmedio de dos ejemplares del estándard de friki de hacía dos décadas - obeso, acne por todo el cuerpo visible y gafas -. Tuve suerte y pusieron a Carlos justo delante de mi, lo que me facilitaría mucho el poder entablar conversación con él.

Cuando la maestra terminó de hablar y repartir agendas escolares – para que anotáramos el horario escolar que proyectaba en la pizarra, básicamente -, nos dijo que íbamos a ir al teatro, pues iban a darnos una charla sobre la naturaleza, el ecosistema y el calentamiento global. Aproveché ese momento para acercarme a él y hablarle, no sin antes ser víctima de las miradas de, menos Carlos, literalmente toda mi clase.

- Hola, soy Alicia – me presenté sonriente.

- Ho-Hola, yo Carlos – me respondió algo nervioso.

Nos dimos dos besos en la mejilla.

- Soy la prima de Julia, creo que te ha hablado de mí – yo sabía que sabía perfectamente quién era, pero lo dije para romper el hielo entre nosotros.

- ¡Oh, sí, por supuesto! - se hizo el sorprendido, cosa que me hizo gracia - ¡Ya te recuerdo!

- Sí, sí jijiji

- Oye, ¿tú conoces a alguien de por aquí?

- Qué va, si acabo de mudarme a este barrio, ¿no te lo dijo Julia?

- Sí, es verdad, me lo dijo – se le notaba nervioso, no sabía si porque era tímido de por sí con recien conocidos o por ser una chica-. Bueno, ¿te parece bien que nos sentemos juntos en el teatro? Yo es que no conozco a nadie...

- Sí, claro, tranquilo – desde luego, yo estaba mucho más tranquila que él.

El teatro quedaba relativamente cerca, así que no tuvimos ocasión de conversar demasiado, pues nada más llegar al edificio, entrar y sentarnos en los asientos, una profesora se sentó justo a nuestro lado y estuvo pidiéndonos silencio las dos horas que duró. Cuando salimos del teatro, quedaban pocos minutos para que su autobús pasara, así que tuvo que irse rápido.

- ¿Algo nuevo? - me preguntó una voz familiar por detrás.

Me giré y ahí estaban mis primos subidos en la moto, mirándome con curiosidad.

- No mucho. Me ha caído bien y demás, pero es bastante tímido y callado.

- Dale tiempo – me animó Julia -. Verás como en una semana estáis hablando como si os conociérais de toda la vida.

- Eso espero, sí – concluí.

Esa tarde mi prima y yo la pasamos en su habitación, viendo una serie llamada 'Dead Like Me', o 'Tan Muertos Como Yo', por su – sí, lo sé, incorrecta - traducción debida al doblaje que recibió para llegar a España.

De noche, durante la cena, les comenté a mis padres y hermanos mi primera experiencia con Carlos.

- Te habrá visto las tetas y se ha puesto nervioso – bromeó Ivan.

- ¡Oye! - me quejé, medio en broma.

- Tiene parte de razón, hermanita – le defendió Carol -. Si quieres seducir a un chico con rapidez, hay que enseñar cacho. Será machista, pero funciona. - Miró a mi madre, que nos miraba sonriente, complacida por nuestra conversación – Aprendimos de la mejor.

- Sin duda – la apoyé.

 

Durante los siguientes días fui conociendo más y más a Carlos. Tal y como me lo había descrito Julia, resultó ser un chico de lo más agradable, compresivo y amigable, aunque también muy tímido. Debido a que, menos a mis primos, no conocíamos a nadie – Carlos había hecho toda la ESO ahí, pero los pocos amigos que había conseguido se habían ido a estudiar a otros centros -, pasábamos la mayor parte del tiempo hablando solos o con ellos.

Uno de esos días, fui al baño en mitad de la clase. Estaba lavándome las manos en la pica cuando oí que la puerta se cerraba. Extrañada, eché un vistazo y me sorprendió ver a Alex. Se acercó a mí y nos dimos un beso corto y suave. Siempre me había gustado el sabor de sus labios, por eso disfrutaba besándole.

- ¿No habrá cámaras? - le pregunté, viendo que empezaba a meterme mano.

- No, tranquila, no son tan capullos – me respondió mientras nos dábamos fuertes picos a la vez que me hacía retroceder hasta la pared.

- Bien, bien jijiji – y volvía a besarle.

- ¿Te apetece echar un polvo rápido? - me preguntó mientras me acariciaba el pelo, con su cara a escasos centímetros de la mía y mi algo larga nariz casi rozándole la mejilla.

- Uno rápido, que la clase me interesa – aprobé con ironía.

- Como quieras jajaja.

Nos desabrochamos los pantalones, me abracé a él y, con mis piernas rodeándole la cintura, me penetró. Debíamos ser silenciosos, así que opté por colocar mi boca cerrada haciendo presión sobre su hombro izquierdo y mis brazos abrazándole, pasándolos por debajo de sus sobacos hacia arriba y agarrando mis manos a sus hombros, por detrás. Él, sencillamente, mantenía la boca cerrada presionándola sobre mi cabellera dorada y mi cuello para evitar unos gemidos que seguro nos delatarían.

- Uummm... Mmm... - solo alcanzábamos a ronronear.

Aunque debíamos ser silenciosos, me daba unas fuertes embestidas. Supuse que le ponía hacerlo en lugares indebidos y con altas probabilidades de ser pillados in fraganti.

Llegamos al clímax y, una vez, se corrió en mí. Ya ni nos preocupábamos, solo me dio algo de papel higiénico bañado en agua del grifo para que me limpiara los fluídos que recorrían mis cansados muslos cuesta abajo. Nos refrescamos un poco – no soliamos hacerlo vestidos, pero en aquella situación no nos habíamos podido arriesgar -, nos despedimos con un beso apasionado en la puerta del baño y volvimos a nuestras respectivas clases.

 

Días más tarde, nos encargaron un pequeño trabajo en grupo. Al poder hacer nosotros mismos las parejas y yo ser la única chica, no tuve que esperar mucho para que una manada de pajeros – sí, pajeros, pues más de una los habia pillado en el pasillo hablando entre ellos en voz sobre sus fantasías sexuales conmigo - viniera a pedírmelo. Intenté ser agradable y los rechazé, diciéndoles que ya tenía pareja. Entonces empezaron los rumores de que Carlos y yo éramos pareja... Y me hubiera gustado que acertaran.

Ofrecí mi cuarto como estudio. Nuestro trabajo era el siguiente: debíamos buscar información sobre algún personaje relevante de la historia de la informática, explicar quién fue y qué hizo. Elegimos a Mitnick – según muchos, el hacker más importante de la historia -.

El trabajo iba a durar varias sesiones, y cuando terminamos la primera, decidimos relajarnos un rato. Se puso a mirar mis discos de música, y encontró un par de Iron Maiden.

- ¿Te gusta Iron Maiden? - me pregutó, ilusionado.

"No, tengo todos los discos pero no me gusta, no", pensé con sarcasmo para mis adentros.

- Sí, me gusta el género.

Sin más, encendió mi equipo de música, puso el disco y pulsó 'Start'. Automáticamente, empezó a sonar. Con cachondeo, empezamos a "bailar", aunque si en aquel momento hubiera entrado un cura al cuarto, hubiese pensado que invocábamos a Satanás o algún demonio. Creo que ambos nos sentimos de lo más ridículos, pues a los pocos minutos nos relajamos. Nos sentamos en mi cama y estuvimos un rato hablando de temas irrelevantes.

- ¡Aaa... Chís! - estornudó.

Llevaba todo el día estornudando y sonándose los mocos, así que me preguntó:

- ¿Tienes papel?

- Sí, primera puerta a la izquierda.

- Gracias.

Y entonces lo pensé. "Primera puerta a la izquierda... A la izquierda... ¡No, a la derecha, a la izquierda está...!". Pegué un grito y salté de la cama, dispuesta a pararle. Pero era demasiado tarde. Se oyó un grito y al salir al pasillo vi a Carlos con la cara hecha un poema, mirando por la puerta abierta. Corrí hacia él, pero ya no había nada que hacer. Tampoco sabía si hacerme la sorprendida o explicárselo todo.

Ahí estaban Ivan y Carol, en su cama de matrimonio, desnudos y follando. Los tres nos miramos con cara de pánico. Les había descubierto.