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DE VUELTA A CASA 3ª parte La Mansion

en Dominación

DE VUELTA A CASA

3ª Parte

La Mansión

                Nada más llegar a casa, él salió del coche, agarró la correa y tiró de ella; Lucia se despertó de repente por ello, se puso a cuatro patas y comenzó a gatear tras él. Le dolían las palmas de las manos y las rodillas pues el suelo era de gravilla, pero no protestó lomásmínimo.En la entrada estaban todas las personas que trabajaban en la casa, pues le había dado orden a Desiré para que convocara a todo el personal para una reunión, incluso los que tenían el día libre o estaban de vacaciones. En total eran 20 personas; 15 mujeres y 5 hombres, las mujeres realizaban los trabajos en el interior y los hombres los del exterior. De esos 20, dos eran matrimonios, y en general iban de todas las edades desde los 18 de la más joven, hasta los 60 de la mayor.

                — Buenos días, ¿estáis todos?

                — Buenos días, señor; sí, estamos todos. - Contesto Manuela, el ama de llaves.

                — ¿Dónde están María y Elisa?               

                — En la biblioteca, como el señor ordenó.

     Con un gesto le indicó a Lucia que también fuera a la biblioteca. Le soltó la correa y, a cuatro patas, la mujer se dirigió a ella, entró y cerró la puerta.Nadie decía nada de Lucia y su actitud, pero muchas caras eran de asco, otras de incredulidad, otras más de sorpresa y algunas de curiosidad.

                — Bien, ahora tengo noticias para ustedes. A partir de este instante van a cambiar muchas cosas aquí: en primer lugar algunos de ustedes dejaran su trabajo; serán debidamente recompensados y no les faltara de nada el resto de sus vidas pero, lamentándolo mucho, no entran dentro de mis planes. De todos modos hoy seguirán con su trabajo normal, todos se quedaran en casa, en las habitaciones que tienen asignadas y mañana hablaré en mi despacho con cada uno de ustedes.Ahora, por favor, continúen con sus tareas, gracias. -  Antes de entrar en la biblioteca le pidió al jardinero que le consiguiera unos bambúes verdes y que los cortara a la mitad, necesitaba dos.Le ordenó asimismo que los llevara a la biblioteca tan pronto los tuviera, y desapareció tras la puerta de la habitación.

En una esquina, tumbada en el suelo hecha un ovillo, estaba Lucia; apenas sintió la puerta se puso a cuatro patas.María y Elisa, que estaban sentadas, se arrodillaron mirando al suelo.

                — Buenas noches, mis esclavas. - Las tres  devolvieron el saludo con el respeto que se merecía el amo. - Esta noche deseo disfrutar de las tres, tengo necesidad de descargar adrenalina.

De repente se oyeron unos golpes en la puerta, era el jardinero que traía los bambúes. El amo los recogió, dio las gracias y cerró la puerta.

                — Bueno, empecemos. Lucia,acércate.

    A cuatro patas, la mujer se acercó y se acurrucó en las rodillas del amo.

                —María,acércame una silla. – la citada obedeció, y él ordenó de nuevo – Bien. Elisa, ahora desnuda a María, y tu Lucia, bájame la bragueta,sácame la polla y comienza a lamerla.

Mientras Elisa desnudaba a María, Lucia hizo lo que le ordenaban; le bajó la cremallera al amo,le sacó la polla y empezó a lamerle desde el glande hasta los huevos. Ella se moría de gusto sintiendo esa polla entre sus labios; notó cómo se le mojaba el coño y sus pezones se hinchaban. miró al amo, suplicante, y  éste con un gesto le dio permiso para masturbarse. Desde que tenía los aros había descubierto una nueva forma de tocarse: primero cogía un aro y tiraba de él estirando sus labios.Estiraba poco a poco, aumentando el ritmo a cada tirón y cuando ese labio estaba lo suficientemente hinchado, pasaba al otro para repetir la operación; cuando tenía los dos hinchados, agarraba el aro del clítoris, y comenzaba a girarlo de derecha a izquierda.Esa manera de retorcerlo le provocaba un intenso placer, pero ella en ese momento no buscaba su placer, sino dárselo al amo, quería proporcionarle el mayor goceposible.

Elisa termino de desnudar a María y ambas se pusieron de rodillas.

                — Amo,¿desea que María me desnude a mí? - dijo Elisa.

                — No, tú ven aquí a mi lado.

María se acerco de rodillas y se puso junto a Lucia con cara era de envidia.Ella también sufría por saborear esa polla que tanto deseaba, se moría por comérsela, por beberse su semen.

                — Bien María. Ponte debajo del coño de Lucia, quiero que empieces a comerle el culo.

MientrasMaría se ponía debajo, él cogió una de las cañas de bambú y le realizó una pequeña incisión en el medio. Ordenó a Elisa que se acercara y cuando estuvo a su alcance, le agarró un pezón, abrió la caña y se lo insertó. Elisa emitió un pequeño grito, pero al instante de su coño emanó un poco de flujo. Cogió otra caña y empezó a azotarle el culo con delicadeza. A cada azote ella,respondía con un gritito.             

                —¡Ay… Ah! ¡Gracias amo, por darme tanto placer con la caña! - gritaba Elisa. María y Lucia seguían cumpliendo las ordenes de su amo, las dos estaban a punto de correrse y él lo notó.

                — Parad las dos, id junto a Elisa, ¡de rodillas!

Ambas obedecieron. El amo agarró otras dos tiras de bambú, repitió la operación e insertó las cañas en los pezones de las tres.Tenía ante sí a sus esclavas gritando y gozando, y  comenzó a tirar de las cañas y a moverlas de un lado a otro sin piedad.Ellas gemían, lloraban, pero no paraban de gozar, suplicando cada vez más, que les infligiera más dolor. El suelo estaba mojado de su efluvios vaginales, el líquido les resbalaba por las piernas,temblorosas por el esfuerzo de mantenerse en pie.Él se levantó, cogió la tira de bambú más grande y, de espaldas a ellas, comenzó a azotarlas desde el cuello hasta los pies. Ellas no se movían, soportaban el castigo con entereza sabiendo que su amo y señor disponía de ellas como deseara, y  gozando con ese dolor.El amo las castigaba con fuerza creciente, cuando se escucharon golpes en la puerta.

                —¡Ahora no! - dijo él.

     Se escuchó una voz femenina.

                — Por favor,permítame entrar, jefe. Creo que le satisfará lo que deseo decirle.

                — Vosotras tres, quietas. – cedió - Sólo agarrad el trozo de bambú y auto castigaos.

Las tres obedecieron al instante, pero en lugar de coger cada una la suya, Elisa tomó la de María y Lucia y estas las de Elisa, y comenzaron a castigarse con fuerza, para ver quien aguantaba más. Los gritos sin duda se oirían por toda la casa, pero a él le daba igual; era su mansión y en ella se haría lo que él deseara.

       Tras la puerta estaba Maribel, la cocinera.

                — Dime, Maribel, ¿qué deseas?

                —Desearía hablar con usted en privado.

                — Ahora estoy disfrutando de mis esclavas.

                — Sobre eso quería hablarle, señor.

                — Bien, pasa. – sonrió, malicioso - Pero no te asustes por lo que vas a ver.

     Maribel entró y se quedó sorprendida al ver a las tres mujeres tirándose de las cañas con ferocidad, pero lo que más le impactó fue ver a María rendida de esa manera, sabía que María era la madre del señor y le chocaba esa situación.

                —¿Bien, Maribel?¿Qué querías decirme?

                — Vera, señor, usted sabe que llevo aquí pocos años, que estoy casada y tenemos un hija pequeña…

                — Sí, eso ya lo sé, pero por favor ve al grano.

                — Hace tiempo que mi marido y yo llevamos dándole vueltas a una cosa. – la mujer tomó valor - Ambos deseamos pertenecerles igual que le pertenecen ellas, ¡deseamos ser sus esclavos!

                — Vosotros dos entendéis lo que eso implica.

                — Sí, lo entendemos perfectamente, y estamos dispuestos a servirle sin poner ninguna pega.

                — Bien. Ve a buscar a tu marido y volved los dos.

El marido de Maribel era Jardinero jefe, un buen profesional, su padre lo fue antes que él, y conocía el terreno.En cuanto salió Maribel a buscar a su marido, él se dirigió a sus tres putas, y les dio un sonoro bofetón a cada una.

                —Está claro que no se os puede dar ninguna confianza, ¡parecéis tres perras peleándose por un hueso!¿No os dais cuenta que estáis sangrando por los pezones, so putas?¡Parad ya, poneos de rodillas y mirar al suelo!

Ellas obedecieron al instante, sabían que habían enfadado al amo y eso tendría consecuencias.Sólo en aquél momento notaron que estaban sangrando.El amo cogió su teléfono móvil y llamó a Daniel:

                —Dígame, jefe.

                — Veras, Daniel; necesito que Julio y túvengáis por la mansión. Tengo aquí a tres estúpidas que casi acaban arrancándose los pezones, necesito que las curéis y ver cuál es el alcance de los daños.

                — No se preocupe, jefe. En veinte minutos estamos ahí, tengo a Julio a mi lado.

                — Bien, gracias.

                — Ahora, gilipollas, id a la esquina, pero antes coger del botiquín unas gasas, esparadrapo y suero fisiológico. Limpiaos las heridas y poneos las gasas, hasta que llegue el médico os quiero cara a la pared como unas niñas desobedientes, pues no conocéis vuestros límites. ¡Vamos, obedeced!

Las tres fueron de rodillas hasta el botiquín, cogieron lo necesario para curarse las heridas, se hicieron las curas y se pusieron cara a la pared. En ello estaban, cuando se escuchó de nuevo golpear la puerta.

                — Pasen.

     Entraron Jesús y Maribel y cerraron la puerta rápidamente.

                — Bueno…¿Estáis seguros de lo  que deseáis?

                —¡Sí, amo! - dijo Maribel -¡Mi esposo y yo, nos ponemos en tus manos, deseamos pertenecerte, igual que te pertenecen esas esclavas!

                — Bien,¿os dais cuenta de que  a partir de ahora vuestra vida cambiará totalmente, que vuestra vida anterior dejará de existir, que vuestra relación matrimonial cambiará, que vuestros cuerpos son míos, que vuestra mente me pertenece, que dejaréis de tener derechos?

Esta vez contesto Jesús.

                — Sí, mi amo y señor, estos dos siervos comprenden que sus vidas os pertenecen y lo aceptamos libremente. Si lo deseáis, a partir de este momento somos de vuestra propiedad.

                — Bien. Si ese es vuestro deseo, os acepto como siervos. De todas maneras mañana ibais a ser míos, sólo es adelantar 24 horas lo ineludible.Desnudaos, ese será vuestro uniforme a partir de ahora.

     Ambos se desnudaron rápidamente, y se arrodillaron con mansedumbre.

                —¡Me gusta vuestra disposición! Zorra,acércate a tu amo. - De rodillas, Maribel se acercó al amo y, sin levantar la cabeza, le besó los pies.              — Se nota que teníais la lección aprendida; eso me gusta, me ahorráis trabajo.Tú también acércate a tu amo. – Jesús imitó a su mujer, y con ambos a sus pies, el amo increpó a sus esclavas - ¿Veis, zorras de mierda?¡Ésta es la manera de tratar a un amo, obediencia ciega, sumisión total! Vamos Maribel, sácame la polla y chúpamela y tu Julio, mastúrbate.

     Ella le saco el cinturón, bajó pantalones y bóxers, agarro con mimo su polla y comenzó a chuparla.  Mientras tanto su esposo, viendo cómo su mujer mamaba la polla del amo empezó a masturbarse.Su semblante no podía ocultar el placer que sentía viendo a su mujer hacer aquello, y se masturbaba cada vez con mayor intensidad; ella le miraba de reojo, también estaba muy excitada y deseosa de tocarse.

                — Bien… me gusta vuestra actitud, se nota que deseabais ser mis esclavos,  por ello os doy permiso para que tengáis un orgasmo.

En cuanto escuchó el permiso, Jesús no lo pensó, se dejó ir y  tuvo un orgasmo, pero ella se limitó a tocarse y aguantó, quería esperara que su señor se corriera en su boca.

                —¿Y tú, por qué no te corres?  Noto por tus gestos que lo estas deseandooo…

                —Oh, amo…, esta zorra está esperando que usted se vacíe en mi boca, hasta ese momento, salvo que el amo me lo ordene, me aguantaré.

                — Bien esclava, cada vez me agrada mas tu obediencia, ¡te mereces una recompensa!María, ven aquí - ella obedeció -Ponte debajo de Maribel y cómele el coño.Y hazlo bien, quiero que ella me cuente sus sensaciones al final.

María se metió entre las piernas de la mujer, le abrió los labios y comenzó a lamerle el clítoris.Maribel se puso tensa, pero no sacó de su boca la polla del amo, antes al contrario, cuanto más se mojaba su coño, con mayor pasión chupaba.

                —¡Sigue puta, que me voy a correeeer….!¡Quiero que cuando sientas mi semen en tu boca, te corras en la lengua de Maríaaaaa….!¡Ytúbébetetodo su líquido! – Apenas terminó la frase, notó cómo se tensaba su espalda y se corrió, Maribel también se corrió sobre la boca de María, y Jesús tuvo un nuevo orgasmo. Maribel, entre gemidos, lamio la polla de su amo hasta dejarla limpia de semen mientras María lamia su coño. Estaban en esa posición, cuando llamaron a la puerta una vez más. Se trataba de Julio y Daniel, y el amo les permitió entrar.

                — A ver,¿dónde están esas heridas?

                —Dos las tienes en la esquina, y la otraestá terminando de limpiarle el coño a mi nueva sumisa.

     Julio se encaminó a las dos que estaban en la esquina y Daniel esperó a que María terminara. Una vez lo hizo, Daniel la examinó, se acercó a Julio y los dos estuvieron hablando un rato, después se acercaron al jefe.

                — Verá, jefe, como médico me las llevaría a la clínica y las internaría y haría pruebas, las heridas tienen mala pinta. ¿Se puede saber cómo se las hicieron?

El jefe le hizo un breve resumen y ellos asintieron.

                —¿Veis, zorras, lo que conseguís con vuestros juegos infantiles? – les reprochó - Os hacéis daño, ahora os iréis con ellos y os quedareis en la clínica hasta que ellos  decidan, y luego ya veré lo que hago con vosotras. Ellas se levantaron, contritas, y salieron de la habitación detrás de Daniel y Julio.

                — Una cosa, Daniel. Cuando estén curadas, permanecerán en el hospital hasta que yo lo decida.Podéis usarlas como lo deseéis, solo me hablaréis de ellas cuando estén curadas. Y a vosotras os prohíbo comunicaros conmigo, ahora idos.

Los cinco salieron y el amo se dirigió a su nueva pareja de esclavos:

                — Con respecto a vosotros dos, subiréis conmigo a la habitación; tú, Maribel,dormirás conmigo en la cama, te meterás mi polla en la boca y te pasaras toda la noche con ella dentro. Y tú Jesús,dormirás en el suelo con un dilatador anal puesto. Mañana tengo un día muy ajetreado.

Ambos asintieron y de rodillas siguieron al amo.Nada más llegar a la habitación, se desnudó, y se encaminó al baño, haciendo un gesto para que le siguieran.

                —Tumbaos en el suelo.Boca arriba.

     Los dos se acostaron en el frío suelo, y el amo empezó a orinar; el líquido dorado rebotaba en el cuerpo de la pareja quienes buscaban con ansiedad las gotas que caían en sus labios. Una vez terminó de orinar, tocó la cabeza de ella. Maribel se arrodilló y limpió la polla del amo.

                — Ahora, puta, limpia el cuerpo de tu marido, y cuando esté limpio que él te limpie a ti. después duchaos, os quiero limpios y aseados. Yo me voy a acostar, cuando terminéis, ya sabéis lo que tenéis que hacer.

                Maribel se inclinó sobre su marido y empezó a lamerle los restos de meada. Cuando terminó, él la limpió a su vez. Se ducharon a conciencia, se secaron y  se encaminaron a la habitación. Tal como el amo había ordenado, ella se metió en la cama y acogió el pene del amo entre sus labiosy se quedo quieta, Jesús se metió el dilatador en el  culo y se acostó a los pies de la cama, y todos se quedaron dormidos.

     Horas después, el amo se despertó notando calor en su pene. Sus ojos observaron a Maribel, adormecida con la polla dentro de su boca, y se movió ligeramente.Ella notó que el amo estaba despierto y empezó a chupar con cuidado, pero con pasión.El pene del amo no tardo en ponerse erecto, le toco con la mano la cabeza, se levantó y fue hasta el baño, ella le siguió y al adivinar las intenciones del  amo, se metió el pene en la boca y esperó a que el amo meara. Notó el líquido caliente en la boca, y tragó toda la orina sin dejar escapar nada, y le limpió el glande después. El amo se duchó mientras ella permanecía de rodillas en la puerta. Mientras el amo se lavaba pensaba en el día tan duro que le esperaba, en el que tendría que tomar decisiones con respecto a su personal, necesarias para sus planes para la mansión. Se puso ropa cómoda y habló a la pareja:

                — Bien, par de esclavos, bajemos a poner un poco de orden en esta casa, caminad de pie y detrás de mí.

                Los tres bajaron las escaleras, en la entrada le esperaba el resto del personal de la casa, pero él tomó la dirección de su despacho seguido por los dos nuevos esclavos, entraron y cerraron la puerta.

                —Tú, Maribel, permanecerás de rodillas a mi lado. Jesús, tú los iras llamando según te lo ordene, ¿habéis entendido?

             —Sí, amo y señor – contestaron al unísono.

Delante tenía una carpeta con los nombres de todos los empleados, antigüedad, relación matrimonial si existía, edad, y cualquier otro dato que necesitara. Como siempre se notaba la calidad y el saber hacer de Desiré.  Consultó los nombres y decidió ir de mayor a menor edad.

                — Jesús, haz pasar a Manuela. – ordenó.

      Éste obedeció. Manuela entró y al ver a el matrimonio totalmente desnudo y de rodillas, se quedo de pie con cara de asombro y asco.

                — Bien, Manuela, por tu cara veo que la situación no te agrada, lo que me facilita mi trabajo. Veras; ahora el dueño de la casa soy yo, mis abuelos me otorgaron  poder para dirigir todas sus propiedades incluida la casa, y quiero ponerla a mi gusto. Necesito personal que esté cómodo con ciertas situaciones. Que sean míos, en el sentido literal de la palabra, igual que lo son Maribel y Jesus. Manuela, te tengo mucho cariño, pero no entras en mis planes, por ello te ofrezco volver al servicio de los abuelos en su isla. Sé que nada te ata aquí, y también sé que con mis abuelos serás más feliz. Tómatelo como una jubilación, en la isla tenemos personal de servicio de sobra,  tendrías el control absoluto del personal y los abuelos están de acuerdo, ¿qué te parece?

                — Jefe - empezó a hablar Manuela - le agradezco que me dé la opción de irme con sus abuelos. La acepto, y esta  misma mañana partiré hacia la isla. También quiero comentarle que hemos charlado entre nosotros, y a los que llevan más años aquí también les encantaría volver a servir a sus abuelos, total seriamos unos nueve: Damián, Eliseo, Borja, Samuel, Gertrudis, Rosamari, Encarnación, Reyes y yo. Como ve los que llevamos mas años en la casa, le tenemos cariño, pero no nos agradan sus gustos. Todos estamos dispuesto a irnos hoy mismo. Si nos proporciona algún medio de transporte nos iremos todos, si sus abuelos nos aceptan.

                — Manuela, - sonrió el amo -  todos seréis bienvenidos por mis abuelos, estarán encantados de que todos vosotros paséis el resto  de vuestras vidas juntos. Pongo mi avión a vuestra disposición, ahora mismo están los pilotos y las azafatas preparados para salir a la isla; preparad lo necesario, el resto os lo mandare esta misma tarde en otro avión. Os deseo a todos lo mejor y gracias por el servicio me habéis prestado durante estos años.

                Manuela salió del despacho, miro hacia Juan y le entro un escalofrío.

                — Bueno, quedan cuatro mujeres;háblame de ellas, Maribel.

                —Quedan Gisela, Nuria, Sonia y Melisa. Todas, amo, creo que estarían dispuestas a serviros como esclavas, pero como vuestra sumisa, no deseo anticipar las cosas, solo  os diré  que son jóvenes, trabajadoras, están a gusto en la casa…  Creo, amo, que con tus cualidades se  rendirán a ti como nos rendimos hace tiempo mi marido y yo.

                — Es verdad, ayer no os lo pregunte, ¿cuándo decidisteis entregaros a mí?.

                — Amo, el día que llegó para las reuniones de la empresa, cuando usted tomó el control, me prendé de su carácter, de su decisión, de su poder para mandar y ordenar. – contestó con una sonrisa soñadora. -  Nunca había sentido lo que sentí. Cuando se sentó a la mesa en el comedor, al ver la pasión con la que le miraba su madre, la adoración que sentían por usted sus abuelos…en ese instante me enamore de usted.Cuando se reunió con su madre en su despacho, sin querer escuche parte de la conversación, cómo su madre se convirtió en su esclava y las palabras que le decía… todo eso me excitó de tal manera que esa noche folle con mi marido como nunca en la vida, pero quien me poseía no era él, era usted, amo. Mi mente sólo pensaba en usted, Jesús se dio cuenta, me preguntó y le conté mis sentimientos, le dije que deseaba ser su esclava, que dejaría todo por usted, que mi vida ya le pertenecía aunque usted no lo supiera…  Él me comentó que también tenía sentimientos ambiguos sobre usted, que le atraía pero que no sabía exactamente de qué manera. Además no quería que le abandonara. En el fondo, ni yo a él.

       Marido y mujer se dedicaron una mirada de cariñosa complicidad, y ella siguió hablando:

                —Hasta su nueva llegada, nos documentamos, miramos artículos, revistas, videos, y practicamos intercambiando los roles, ambos descubrimos que nos volvía locos ser sumisos; los azotes, las palabras soeces, los insultos, el sentirnos rebajados, el no tener voluntad… dejamos de hacer el amor, nos reservamos para usted, no teníamos ningún contacto físico, deseábamos llegar a ser sus sumisos con la lección bien aprendida. Por las noches dormíamos en el suelo, pero antes nos dábamos azotes, nos masturbábamos sin llegar al clímax, y por fin llegó usted, amo. Le veíamos en casa y cada vez que le hacia la comida, mi coño se mojaba, cada vez que lo miraba suspiraba porque me azotara. Así estuvimos los dos hasta anoche, cuando me atreví a contarle nuestros sentimientos, y usted amo, nos aceptó, nos tomó como sus más serviciales esclavos.– La mujer se excitaba sólo con hablar de ello - ¡Oh, amo, mi cuerpo se volvió loco cuando sentí su polla en mi boca!¡Me enloquecióver a Jesús masturbarse y la cara de placer que ponía viéndome chupársela a usted!Me encantó cuando me mando tocarme, pero cuando nos hizo realmente gozar, fue  cuando nos dio permiso para corrernos; Juan tuvo según sus palabras,“el mejor orgasmo de su vida”, y cuando usted se vació en mi boca… Amo, ¡tuve tal orgasmo que casi me desmayo!Señor, somos felices sirviéndole, mi marido se siente feliz de cornudo, de esclavo y haremos todo lo que desee sin pensarlo.

                — Me halagas puta, sois la pareja ideal para llevar esta casa, ambos os encargaréis de ella, pues aquí van a pasar muchas cosas y necesito un servicio fiel, sumiso, dispuesto, es por eso que aparte de las tres chicas que entrevistaremos ahora, necesito más personal, pues esta casa es muy grande y necesita ser atendida.

                —Amo, creo que tengo varias candidatas; mis compañeras del ANPA del colegio están en el paro y seguro que se adaptaran a sus condiciones.  Sus maridos son unos pichaflojas que solo piensan en ir de caza, ellas son jóvenes y atrevidas. Precisamente ayer tuvimos una cena y encontré cualidades nuevas que me hacen pensar que abandonarían todo por ser suyas, amo.

                — Bien, eso lo dejaremos para más tarde, ahora quiero terminar con las entrevistas, pues tengo mucho trabajo en la fábrica. Mejor vamos a hacer otra cosa, esta será para  vosotros una prueba de fuego: conseguid que las tres que quedan se pongan a mis pies y si alguna está casada, conseguid que abandone a su pareja o que él también me sirva, eso lo dejo en vuestras manos. Ahora me voy, tengo que pasar por la clínica para ver cómo están esas locas, lo único que quiero es que esta noche tenga todo el servicio y que todos estéis instalados en la mansión. tenéis toda la parte oeste para el servicio;necesito 20 personas más, todas mujeres jóvenes y si tienen hijos, vivirán aquí, en la zona oeste. En ella realizareis vida normal, vuestros hijos seguirán yendo al colegio… esa zona es para vosotros y vivir con vuestras reglas, pero una vez que entréis en el resto de la mansión, trabajaréis según mis condiciones. Eso no quiere decir que fuera de estas paredes no seáis míos, siempre estaréis a mi disposición. – hizo una pausa para que las palabras calaran y le satisfizo ver obediencia en los rostros de la pareja – Bien, me voy. Esta noche quiero todo listo y a todos instalados; como veis es un trabajo titánico, pero sé que lo podéis conseguir, dedicaos a eso y nada más.

                Cuando salió de su despacho los dos se miraron a los ojos y brillaban de satisfacción, sabían que era una misión difícil, pero no imposible, tenían las ideas muy claras y casi tenían elegidas las personas.

                El amo se despidió de Manuela y los demás que estaban ya listos para partir, salió de la casa, montó en uno de su deportivos y se fue a la clínica.