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COMO CONOCI A MI DUEÑA (Josefa y Concha)

en Lésbicos

COMO CONOCI A MI DUEÑA

                Hola, mi nombre es Josefa, tengo 25 años, tengo una tienda de prêt-a-porter en el centro de la ciudad y diseño la mayoría de las prendas que vendo. Aunque estoy casada, económicamente soy autosuficiente, soy miembro del AMPA del colegio de mi hija y las madres que la formamos tenemos un par de cenas al año. La ultima cena fue un poco diferente, distinto lugar y distintas situaciones, de entrada mucho más sensual y estimulante, y aquí tengo que haceros una pequeña confesión y es que soy muy activa sexualmente. Mi marido es joven y fogoso, pero no me llena. Soy bisexual, me encantan las mujeres, tanto es así que por mi tienda han pasado muchas de todas las edades, y de la mayoría de ellas he sido su amante Soy sumamente discreta, pero todas esas relaciones han sido casuales, sin amor, solo sexo.Pero ahora estoy enamorada, nunca en mi vida he sentido lo que siento ahora, cada vez que la veo me pongo nerviosa, mi cuerpo tiembla, mi coño se humedece… Me casé embarazada, a mi marido no le amo, pero me gusta, sexualmente es muy activo y eso es lo que nos hace seguir juntos, eso y nuestra hija.

                Como os decía, estoy enamorada de otra persona, nos conocimos hace dos años, cuando entró por la puerta de mi tienda, no me imaginaba que sería la causa de mis insomnios, de mis nervios, de mis lagrimas.

                Entró y se dirigió a mi ayudante Máximo, guapo, atlético, esbelto, en fin todo un Adonis, muchas de mis clientas han pasado por su cama. Máximo le saludó con esa sonrisa arrebatadora, que las derretía, pero ella no le prestó mucha atención, fue directa a lo que buscaba, Máximo se sintió cortado y con una seña me pidió que la atendiera yo.

                — Buenas días, señora…

                — Señora Concepción, pero llámame Concha.

                — Bien, Concha; yo soy Josefa, la propietaria de este local, si me cuentas lo que buscas podrás ver que lo tenemos y si no, te lo diseño yo.Con ese cuerpo, cualquier cosa que te pongas lucirá de maravilla, cuéntame qué estilo te gusta.

                —Josefa, quiero una prenda que destaque mi figura, que muestre mis pechos, realce mis piernas y tornee mi cuerpo, ¿me puedes ofrecer algo así?

                Conforme hablaba, yo me fijaba en su cuerpo; era bonito, sus ojos de color avellana, unos labios carnosos, unos pómulos perfectos y su cara irradiaba felicidad. Su cuerpo era esbelto, ligero y a la vez sexy. Sentía que algo estaba pasando por mi mente, en vez de verla como una clienta, la miraba como una mujer sumamente atractiva que me seducía. De todos modos intenté centrarme, le mostré unos vestidos que creía que eran los que mejor se adaptaban a ella; se probó uno tras otro y le quedaban magníficos, destacaba su sensualidad a kilómetros, se sentía mirada y le gustaba, los maridos de las otras clientas no sacaban sus ojos de Concha y a algunos hasta se les notaba un bulto en la entrepierna que procuraban disimular. En un momento se cruzaron nuestras miradas y nos echamos a reír, los clientes y el personal no entendían la causa de nuestras risas y me encantó esa complicidad.

      Después de probar todos los vestidos, me acordé de que en mi estudio, tenía un vestido de mi próxima colección, así que la invité a subir;subimos charlando de moda, y ella se quedó embelesada por la cantidad de prendas de calidad, pero se fijó especialmente en un vestido color carne, con un escote trasero que llegaba hasta el final de la espalda, insinuando lo que se adivina pero no se ve; una caída de pierna con una abertura en el medio que iba desde el final del pubis hasta los pies, y junto al vestido había una finísima prenda de ropa interior también de color carne, minúscula, que poco tapaba pero insinuaba, junto a unas medias con liguero, zapatos de tacón alto, sombrero corto y bufanda azul a juego. Ella se acercó a la prenda y comenzó a acariciarla, se notaba que sabía de moda de telas.Se giró hacia mí:

     — Es usted una excelente estilista, sus obras son magníficas, realzan mi cuerpo como ninguna otra prenda ha logrado, ¿me permite probarme ese hermoso vestido?

     — Desde luego, Concha - lo saque de la percha y se lo acerqué, pero ella, en lugar de dirigirse al vestidor, se empezó a desnudar a mi vista. Me encendí conforme se iba quitando prendas de ropa, desde luego era elegante también con la ropa interior, tenía un gusto exquisito.Al ver su cuerpo desnudo, durante un segundo mi coño se mojó. Se puso el vestido y le quedaba como un guante, tenía el cuerpo ideal para mí y eso me excitó aún más. Se miró al espejo de uno y otro lado, se notaba que le gustaba cómo le quedaba.

    — ¿Qué te parece cómo me queda? A mí me encanta, pero me gustaría conocer tu opinión.

     — Te queda como si lo hubiera hecho para ti. – susurré. - ¡Estás divina, volverás a los hombres locos! Si me permites, te sentaría mejor si te cambiaras la ropa interior por la que te mostré.

    — Sí, tienes razón, también me las llevo. Me cambio de nuevo, te pago y… ¿me lo podéis llevar a casa?

     — Desde luego, abajo me das la dirección y yo personalmente te lo llevo, así lo vemos cómo te queda con la ropa interior y si necesita algún retoque ya lo hacemos en el momento. - ella se volvió  a desnudar, y sin darme cuenta me mojé aún más; me mordí los labios para que no se escucharan mis gemidos, pero algo debió de notar ella, pues me dedicó una larga mirada.

     — ¿Te pasa algo, Josefa?Tienes una cara como, y perdona por la confianza, tuvieras ganas de quete echaran un polvo, y un polvo bueno de verdad.

     — ¿Pero qué dices, Concha? – me reí para disimular - Ya me gustaría a mí, pero últimamente poco de eso.

     — ¡No puede ser! Con lo atractiva y sensual que eres, si yo fuera un hombre no pararía hasta acostarme contigo y disfrutar de ese cuerpo.

    — Pena, pues te permitiría que me lo echaras aquí mismo. - Y me eché a reír.

     — Bueno, dejemos la conversación que me estoy poniendo cachonda. Bajemos y te doy la dirección de casa, ¿te  viene bien hoy, sobre las 5 de la tarde? Es cuando estoy sola, pues el vestido es una sorpresa para mi marido.

     — Bien, sin ningún problema; a esa hora estaré en tu casa.

                Ella bajó, cogimos la ropa interior de su talla y compró unas cuantas prendas de ropa interior más, pagó en efectivo y me anotó  la dirección en una hoja, me la dió en mano y me guiñó un ojo.

                Cuando salió de la tienda, subí a mi estudio y me encerré en él. Me desnudé totalmente, y me empecé a masturbar como una loca; me pellizcaba los pezones, gemía como una perra, me metí dos dedos en el coño y me corrí hasta soltar flujos. Me senté con la respiración agitada y me puse a pensar en lo que podía ocurrir por la tarde. Mi mente empezó a imaginarse la escena y mientras soñaba con un encuentro loco, me llevé de nuevo la mano a su coño y comencé a acariciarme lentamente, mientras fantaseaba con escenas de lo mas sexuales; aumenté el ritmo de las caricias y al cabo de unos minutos me volví a correr. Intenté reprimir mis gemidos, pero de mi boca salieron unos gritos de placer audibles en toda la tienda. Al cabo de un segundo se escucharon golpes en la puerta, era Máximo, preguntando si estaba bien.

                — Estoy bien, gracias. Sólo me di un golpe con la mesa, ahora bajo.

                Entré en el baño, me limpié y refresqué, me vestí de nuevo y bajé a atender los clientes, pero mi mente estaba más pendiente de Concha y lo que podía ocurrir a la tarde, de modo que decidí irme a casa. Le dije a Máximo que no me encontraba bien que me dolía un poco la pierna del golpe y que me iba a casa para descansar.

                Después de hacer las tareas de casa, a las 2 fui al colegio a buscar a mi hija, era el primer día de clase, estábamos todos los padres y madres deseosos de ver  a nuestros peques; mi niña es la alegría de mi vida.Estaba esperando que abrieran la puerta, cuando escuche una voz a mi espalda:

                — Josefa

                Me di la vuelta y me quede de piedra, delante de mí estaba Concha, casi se me caen las bragas, me moje en ese momento.

           — Concha, ¿Qué haces aquí? – pregunté.

           — Mi hijo estudia en este colegio, ¿y tú?

           — Pues mi niña también estudia aquí, ¡pero es la primera vez que te veo!

           — Ya, es que generalmente viene mi marido a recogerla, pero hoy no puede porque está de viaje, me llamo hace una hora, y aquí estoy.

                — Vaya casualidad, hace un rato en la  tienda y ahora aquí, ¿será el destino? – bromeé - Por cierto,¿te interesa entrar en el AMPA? Éste año se marcharon muchos porque terminaron los estudios sus hijos, somos todas madres, lo pasamos bien, y así te relacionas. Somos todas jóvenes, tenemos mucha marcha y dos veces al año tenemos una cena, ¿cómo lo ves?

                — Veras, ¿lleva muchas horas? Yo trabajo, y dispongo de poco tiempo.

                — No mujer, generalmente un día a la semana y después de las ocho de la tarde;para las cosas cotidianas del día a día, se encargan otras madres que tienen más tiempo libre, nosotras, a lo mejor algún fin de semana tendríamos que acompañar a algún grupo a algún evento, pero no muy a menudo. Anímate, te aseguro que lo pasaremos bien.

                — La verdad que se nota tu faceta vendedora, pues tal como me lo vendes, cómo me voy a negar.¡Cuenta conmigo! Dime cuándo paso y me apunto.

                — Perfecto, mañana a las ocho tenemos una reunión; si te viene bien, pásate y te presento al resto de las chicas.

                En ese instante salían los críos y tuvimos que dejar la conversación; cada una cogió a su hijo y nos fuimos, despidiéndonos hasta la tarde.Al llegar a casa le di de comer a la niña, mi marido como siempre no comía en casa, después de eso llame a Patricia, una chica que vivía cerca y se dedicaba a cuidar a niños y mayores, era una muchacha educada y tenía una buena mano para los niños.

                — Hola Patri, ¿estás liada? Esta tarde tengo que hacer una visita a una clienta, y no tengo con quien dejar a la niña.

                — No hay problema Josefa, hoy estoy libre, si quieres me paso ahora mismo. – me contestó.

                — Ahora me viene de perlas, no sé cuánto tiempo me llevara; si tardo mucho te aviso.

                — Tranquila, dentro de un minuto estoy en la puerta y hablamos.

                Patricia llegó a casa y  quedamos que si me retrasaba la llamaría. Enfilé a casa de Concha, le llame dos minutos antes de entrar.

                — Hola soy Josefa, creo que por aquí es complicado aparcar.

                — No te preocupes; ahora abro la puerta del garaje y entras en casa. – cuando vi a Concha ella me hizo una seña para entrar en el garaje y allí aparqué.

                — Hola, Josefa; pasa que estamos solas. Vinieron mis padres y se llevaron al crio, se queda a dormir  con ellos y mañana lo llevan al cole, así tenemos más intimidad.

                Las dos entramos a la casa; era amplia, decorada con buen gusto, muebles estilo moderno. Me invitó a subir a su habitación, pues según decía, en el espejo grande de su vestidor vería mejor cómo le quedaba.

                Entramos y yo me quede impresionada: era un habitación amplia, luminosa, una cama inmensa… en fin, divina. Ella sacó del armario el vestido que le vendí por la mañana, lo puso sobre la cama y también el conjunto de ropa interior junto con otras piezas que tenía ella. Las prendas eran exquisitas, elegantes y sexis; se desnudó y me preguntó:

                — ¿Qué te parece? Me cuido, hago ejercicio, cuido mi cuerpo,… dime,¿estoy guapa?

                Al verla desnuda, mi tanga se mojó tanto, que por mis piernas empezaron a resbalar gotas de flujo, mis piernas flojearon y me senté en una silla que tenía al lado. Mi cerebro creaba tantas endorfinas que mis pezones se pusieron erectos sin tocarlos.

                —Estás para comerte, tienes un cuerpo perfecto. Debes tener cola para atender a los hombres, seguro que ya provocaste algún accidente. - yo misma me sorprendí de mis palabras, parecía un camionero, pero notaba que a ella le gustaba que la piropearan, así que decidí continuar -  Si fuera hombre te tumbaba en la cama y te comía toda, te lamería esas tetas, te besaría ese coño,¡y no pararía hasta que tuvieras un orgasmo como en tu vida lo tuviste!

                — Hmmm, para, Josefa, que me estas poniendo cachonda y si me desboco no respondo de mí. ¿Sabes? Jamás me he acostado con una mujer, pero fíjate que escuchándote…casi me dan ganas de permitirte que me hagas todas esas cosas que me estás diciendo.

                — Concha lo que te estoy diciendo es en serio- me lancé -, perdona mi franqueza, pero nada más verte entrar por la puerta de la tienda me prende de ti, exhalas tanta sensualidad al andar, que me moje toda. De verdad que te tumbaría en la cama y te haría de todo.

                Ella se acerco a mí lentamente, moviendo su cuerpo de una forma incitante, me cogió de la mano y me llevo junto a su cama. Me dio la vuelta y me bajó la cremallera del vestido, éste cayó al suelo. Enseguida me soltó el sujetador y me tumbó en la cama, se puso de rodillas y con lentitud me quitó las medias y me bajó el tanga.Al sentir que estaba mojado, lo acercó a su nariz y aspirócon fuerza el aroma de mi coño; yo estaba petrificada, pues para ser su primera relación lésbica, parecía toda una maestra.

                — ¿Ves, Josefa? Lo has conseguido, ya te dije que si despertabas a la fiera, ésta no se reprimiría y se daría a sus instintos más básicos. Me has puesto tan burra que ahora quiero probar lo que es follarse a una mujer, y tú, con lo guapa que eres, serás la que me enseñe.

                Al oírle decir esas cosas me di cuenta que éramos almas gemelas, ambas sexualmente hiperactivas (vamos unas ninfómanas), que seguramente a ella tampoco le llenaba su marido, que también debía de tener varios amantes, pero lo que me sorprendió fue su forma de actuar, esa decisión, esa manera de querer llevar las riendas de la situación. Me tenía a su merced, era suya y ella lo sabía, pues en su mirada se notaba el triunfo. Me gustaba que alguien llevara las riendas por una vez, pues generalmente era yo la que marcaba las pautas; pensando en eso y viendo cómo actuaba Concha, me excité y empecé a gemir.

                — Vaya, la perra está cachonda sin que la tocara aun, eres una viciosilla. Pero me gusta, yo también soy una viciosilla, hace tiempo que quería tener un mujer en mis brazos pero nunca se presentó la ocasión, y eso que lo he intentado.Con mi suegra, viuda la pobre con 47 años, pero la mujer está un poco reprimida, pero sé que si le insisto cae. Con mi cuñada, soltera empedernida y una golfa de cuidado, pero con la excusa de que somos familia no quiso y eso que la puse a tono y se corrió dos veces la muy jodida. Con mi niñera, pero tenía novio…, en fin que desde que te vi en la tienda supe que hoy serías mía, ¿o crees que no me daba cuenta de tus miradas de perra en celo, de que te  pusiste cachondísima y te mojaste por lo menos una vez, de que me mirabas con lujuria? Por eso te invite a mi casa, desde luego no fue para que vieras como me queda el vestido, ya sabías que de maravilla.

                No salía de mi asombro, creí que iba a ser yo la que tuviera que dar el primer paso y era ella la que manejaba la situación. No aguantaba más, la deseaba, quería besarla, poseerla y que ella  me amara.

                — ¡Concha, por Dios, acuéstate conmigo de una vez! ¡Fóllame ya!

                — Tranquila, zorra; las cosas se hacen con calma, eres un poco lanzada y a mí me gusta la calma, los preliminares, ver cómo te excitas cada vez más, cómo me suplicas que te toque… en fin, que te entregues a mí en cuerpo y mente, ¿lo entiendes ahora, puta?

                ¡Dios! Sus palabras en lugar de ofenderme me ponían mas cachonda, ella era una ama y quería convertirme en su esclava, y por la reacción de mi cuerpo a míme gustaba. Decidí entrarle al juego porque me excitaba y estaba supercachonda.

                — Dime, ama,¿con qué me vas a castigar?

                — Tranquila, ya llegaremos a eso.Ahora solo te voy a poner tan cachonda sin tocarte, que no vas a parar de correrte, so perra.

                Joder que razón tenía, sin tocarme estaba a punto de correrme, estaba tan cachonda que sólo deseaba que me tocara, y supliqué:

                — Bésame por lo menos, ya ves cómo me tienes… Soy tuya si quieres, pero tócame.

                — Tranquila, so puta, ahora te tocare, pero antes tendrás que demostrarme que me deseas. Dime, ¿con quién dejaste a la niña?

                — Mi ama, la dejé con una canguro que contrato a veces.

                — ¿Puedes llamar a alguien para que la recoja y se quede con ella?

                — Sí, creo que puedo llamar a mis padres, están locos por tener a la niña.

                — Pero no será sólo para esta noche – me advirtió -, será por la menos hoy y mañana.

                — No tendré problema, ahora mismo llamo a mis padres, y después a Patricia para que prepare a la niña.

                — Bien, pero quiero algo más.

                — Dime, mi ama- me sorprendí llamándole ama y me gustaba, no sé por qué motivo pero quería ser su esclava.

                — Quiero que le digas a Patricia si después de que tus padres recojan a la niña, podría venir aquí a cuidar a mi hijo.

                —Pero si el niño está con tus padres... – objeté.

                — Sí, mujer, pero esa será la excusa para que venga. Tengo ganas de un trío. ¿Vas a obedecerme?

                Continuara