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HELENA Y ANA, Entrevistando a Miriam 2ª parte

en Dominación

HELENA Y ANA

Entrevistando a Miriam

2ª Parte

 

El viaje

 

Ana escuchaba desde la habitación a las dos sumisas correrse una y otra vez, llevaba diez minutos en el baño y se estaba poniendo cada vez más cachonda, deseaba bajar y acariciar a su amor, pero sabía que hoy debía tratarla como la esclava que era, debía ser dura con ella, pues estaba adiestrando a Miriam y de paso recordándole a Helena lo que era, la perra de su amo, terminó de secarse, se puso un camisón transparente y bajó las escaleras, llegó a la cocina y se encontró a lasdos mujeres  lamiéndose los coños.

                - Así que, ¿corriéndoos como dos perras en celo?, ¡deteneos ya!, quiero que paréis de  comeros los coños, a partir de este momento la que va a disfrutar soy yo, vosotras seréis mis perritas que me haréis gozar, quiero que os pongáis a cuatro patas mientras voy a buscar unas cosillas para disfrutar con vosotras.

Las dos dejaron de lamerse los coños y se pusieron a cuatro patas, mientras Ana fue caminando hasta un armario situado al fondo del salón, lo abrió y en su interior se encontraba todo tipo de accesorios para el disfrute sexual de cualquier amo, consoladores, vibradores, arneses, látigos, fustas, en fin todo el material que un buen amo necesitaba para educar y mantener adiestrada a su esclava, Ana cogió varias esposas, un arnés, un látigo y una fusta, se encaminó hacia el centro del salón.

                - Vamos, venid aquí mis perritas, que vuestra ama desea castigaros por vuestro mal comportamiento, enseñadme esos culitos que quiero azotarlos.

Ambas se dieron la vuelta mostrándole sus culos a Anay esta cogió una fusta y empezó a darle con la fusta lentamente, primero a una y luego a la otra, Helena lo soportaba con estoicismo, pero Miriam intentaba escapar del castigo, esto enfureció a Ana.

                - Vamos a ver zorra, si te ordeno que te estés quieta, no te muevas.

Agarró a Miriam por el pelo, la sujetó con fuerza y empezó a darle con la fusta en las nalgas, Miriam intentaba escapar, pero Ana se lo impedía, intentó levantarse.

                - Tú, Helena sujétala mientras le pongo las esposas, esta zorra se cree que todo es gozar y no es así, tiene que aprender a sufrir, pues mediante el sufrimiento llegará al placer, sé que ahora no te das cuenta, pero ya lo notarás dentro de un momento.

Ana le explicaba esto mientras le sujetaba las manos con unas esposas y las piernas con otras, Helena la sujetaba por el pelo y le decía.

                - Miriam,déjate llevar, sé que al principio duele, pero te aseguro que el dolor cambiaráa placer en cuanto comprendas que es para prepararte para el amo, a este no le gusta castigarnos, pero tenemos que estar preparadas por si le desobedecemos o él cree que nos merecemos un castigo, Ana lo hace por tu bien, tienes que llegar lo mejor preparada posible a la ciudad, el amo desea que sepas lo que te espera.

                - Soltadme, par de locas, esto no es lo que acordamos, me gusta que me peguéis, que me insultéis, que me tratéis como lo perra que soy, pero esto es demasiado, el dolor es insoportable, tengo las nalgas rojas por los golpes con la fusta, quiero que me soltéis.

Ana le dijo a Helena.

                - Suéltala Helena, si esta puta no soporta un poco de dolor es que no vale para el jefe, no tiene las cualidades que nosotros creíamos que tenía, la soltaremos y que se vaya a su casa con su marido de mierda y su hija.

Ana le soltó las esposas, Miriam se levantó con cara de dolor, pero también de enfado.

                - Estáis locas, esto es demasiado para mí, he soportado todos los castigos que me habéis infringido, pero este es muy doloroso, no lo soporto.

Helena la miraba con asco y  resignación, creían que tenían a la candidata perfecta, pero en cuanto le infringían un castigo un poco doloroso demostraba no tener cualidades para ser una perfecta sumisa.

                - Mi ama Ana, dejémosla que se vista y le llamamos un taxi para que se vaya a su casa y nos deje en paz, lo más triste será llamar al amo y decirle que la que nosotras creíamos que era la candidata ideal resultó ser una pusilánime que no soporta un poco de dolor, estoy decepcionada y a la vez molesta por el tiempo perdido, ya podíamos estar entrevistando a otra candidata y no perder el tiempo con esta puta de mierda, por mí ya puedes irte, zorra.

                - Tampoco es eso, no es que no quiera el trabajo y que no desee ser la esclava del amo, pero de verdad que era mucho dolor.

                - ¿Qué coño sabrás tú de dolor, zorra?, mi amo me tiene castigada con más fuerza e incluso Ana me castiga a veces con más fuerza, yo lo soporto porque es  deseo de mi amo y por él haría lo que fuera, soportaría todo el dolor que te puedas imaginar, cualquier castigo, me entregaría sin dudarlo a la persona o personas que él me indicara, amo a Ana, la amo con pasión y locura, pero sé que me debo a mi amo, él es la fuente de mi vida y si él me lo ordena, mañana mismo cogería un avión, abandonaría a Ana y me iría a donde el amo me ordenara, eso es sumisión y no los jueguecitos que hemos hecho hasta ahora, tienes que empezar a comprender que la sumisión es todo, te entregas por completo, no existe el esto me gusta y esto no, lo aceptas con todas las consecuencias, si Ana lo acepta te daremos la últimaoportunidad, pero si pones la más mínima excusa, te vas por donde has venido y olvídate de nosotras y del trabajo.

Ana miraba a Helena, se le notaba el enfado, sabía que lo de la obediencia era un tema sagrado para ella, sabía que era del jefe, pero hasta ese momento no comprendió que su relación era un regalo del jefe para con ella, se dio cuenta que cuando el jefe quisiera Helena la dejaría sin dudarlo un segundo y comprendió que debía aprovechar el tiempo al máximo, se acercó a Helena, la cogió por la cara, acercósus labios a los suyos y la besó con pasión, buscaba su lengua, mezclar su saliva con la de ella, la acariciaba, la besaba como si fuera la última vez, sabía  que eso podía suceder en cualquier momento y no lo podría evitar, solo ese pensamiento le produjo tal congoja que empezó a llorar, era un llanto de dolor, su corazón sufría con ese pensamiento, deseaba tenerla todos los días de su vida, pero sabía que esa decisión no les correspondía a ninguna de las dos, se separó de Helena con lágrimas en los ojos, la acarició y la abrazó, le susurró al oído.

                - Te amo Helena, sin ti no séquésería de mi vida, pero sé que no está en mis manos retenerte y es por eso que deseo poseerte todos los días que estemos juntas, ámame como si fuera la última, fóllame aquí mismo, olvídate de  esa perra, dejémosla marchar, dado que nos ha demostrado que no se merece el trabajo, ni servir al jefe,  que se vaya y ámame, no me interesa en este instante nada más, solo tú, mi amor.

Helena se le quedó mirando y la besó con pasión, la entendía, sabía que sus vidas estaban en manos de su amo y no le asustaba, también sabía que su amo era justo, que no permitiría que el amor que se sentían la una por la otra se rompiera si no era por una fuerza más importante, sabía que el amo tenía cosas más importantes en su cabeza que ellas dos, que ambas eran una pieza pequeña en su camino a conseguir sus deseos, pero aun así comprendía a Ana, ella aún tenía a su amo, pero Ana no tenía a nadie, salvo que el amo deseara convertirla en esclava, en ese instante Helena comprendió lo que le suplicaría al amo el día que la reclamara, le suplicaría que aceptara a Ana como esclava, no estarían juntas como pareja, pero tendrían un nexo en común, su amo.

                - Cariño no llores, que creo que ya tengo la solución para el día que el amo me reclame, y ahora dediquémonos a esta zorra.

Helena se giró y miró a Miriam a los ojos.

                - Puta de mierda, esta es tu última oportunidad, te volveré a realizar las preguntas de rigor y dependiendo de tus respuestas te irás a tu casa o permanecerás este fin de semana con nosotras aprendiendo, lo comprendes?

                - Sí.

La respuesta de Miriam le desagradó a Ana, si por ella fuera ya la hubiera despachado, pero confiaba en Helena, si insistía era que algo vio en Miriam que la forzaba a continuar.

                - ¿Estás dispuesta a obedecer ciegamente?

                - Sí mi ama.

Helena agarró la fusta y le dio un fustazo en los pechos, Miriam al principio intentó moverse, pero su instinto de sumisa le decía que se lo merecía y permaneció quieta, sabía que el golpe era suave, que Helena le pegaba con delicadeza y sabía donde pegar, notaba que le dolía, pero algo en su mente le decía que gozaría, que al final gozaría y se propuso aceptar el castigo.

                - ¿Estás dispuesta a soportar cualquier castigo que se te imponga?

                - Sí mi ama.

Helena le dio otro fustazo, esta vez en las piernas.

                -¿Comprendes que desde este momento tu vida pertenece a nuestro amo?

                - Sí mi ama.

Helena le dio otro fustazo en los pechos cada vez con más fuerza, sabía que no podía ser compasiva con Miriam, esta tenía que comprender que el castigo era parte de su educación, que se debía entregar por entera a su amo, mientras, Ana observaba como Helena castigaba a Miriam y se sentía excitada, le gustaba ver a su amor castigar a esa perra, no le gustó la forma de actuar de Miriam, se ponía en su lugar y sabía que ella lo soportaría sin dudarlo, amaba a Helena, pero en lo más profundo de su ser deseaba ser esclava del jefe, convertirse en una de sus sumisas, lo sabía desde el primer día que se dio cuenta de la orientación de su jefe, deseaba ser poseída por aquel hombre, pero de momento el jefe tenía otros planes para ella y su amante Helena, pero deseaba que cuando todo esto acabara su jefe se convirtiera en su amo, dejóde pensar en ello y se concentró en lo que estaba pasando en ese momento en el salón, se acercó a Miriam, la cogió por el cuello y le dijo.

                - A ver puta, no me acaba de convencer tu actitud, vas a tener que esmerarte más para que yo dé mi aprobación, pues sin la aprobación de las dos no te irás a la ciudad, es más, ahora mismo voy a llamar al aeropuerto para que detengan el viaje de tu marido y tu hija hasta que nosotros decidamos si merece la pena.

Ana descolgó el teléfono móvil, llamó al aeropuerto y ordenó que detuvieran el vuelo, a continuación llamó al jefe.

                - Buenas tardes, jefe.

                - Buenas tardes, Ana.

                - Verá jefe, tenemos un pequeño problema con la candidata, es por ello que he dado orden de detener el vuelo de su marido y su hija hasta que Helena y yo lo tengamos claro, le llamo para que lo sepa.

                - Bien,confío en vosotras, pero si esa chica os da el mínimo problema, olvidaros de ella, no tenemos mucho tiempo y no lo podemos perder, si no acepta las condiciones despachadla y por otra, ¿entendido?

                - Sí jefe, por eso no se preocupe que hoy lo dejamos solucionado, gracias por su confianza.

Ana colgó el teléfono.

                -  Ya habéis oído, sobre todo tú, Miriam al mínimo problema se acabó, no debemos perder tiempo.

Y  le dio una bofetada en la cara, ahora decídete, ¿aceptas todas las condiciones que te dijimos en las oficinas y las que te está poniendo aquí Helena?

Miriam no lo dudó un segundo.

                - Sí, las acepto, seré esclava del amo y hoy seré vuestra, por favor adiestradme, no quiero volver a ser esa perra que se mueve por la vida como un autómata, deseo ser instruida en el placer de la sumisión, del servicio al amo.

Ana y Helena se miraron y acercándose la una a la otra se besaron, estaban consiguiendo lo que  querían que Miriam se entregara totalmente, sabían que a partir de ese momento Miriam se jugaba su destino y ellas tenían la llave de él, fue Helena la que tomó la iniciativa, sabían que ahora tenían que actuar como una sola fuerza, se acabó el juego de las dos esclavas, ahora serían dos amas para  una sola esclava.

                - Bien zorra, tenemos que recuperar el tiempo perdido, o sea que ponte a cuatro patas y no te muevas.

Miriam se puso de nuevo a cuatro patas, pero esta vez convencida de lo que tenía que hacer, comprendía que su futuro estaba en juego y lo más importante que deseaba ser sometida, que el dolor le llevaría al máximo placer, estaba dispuesta a soportar cualquier castigo, podían pegarle, azotarla, sodomizarla, que lo resistiría.

Ana cogió una fusta, mientras Helena se colocaba un arnés, se colocó sobre la espalda de Miriam y de un solo golpe le  clavó el pene del arnés en el coño, Miriam notó como entró en ella de un solo tirón, y lo soportó, al principio le dolía, pero poco a poco el dolor se fue transformando en placer, comenzó a acompañar el ritmo de la follada, mientras Ana le castigaba la espalda con la fusta y bajaba hasta sus nalgas, al principio golpeaba con delicadeza pero conforme aumentaba el ritmo de las envestidas de Helena, Ana la golpeaba con más fuerza, era como si las dos se pusieran de acuerdo para ir incrementando el ritmo al unísono, Miriam gritaba de dolor y placer a la vez, para ella era una sensación extraña, pero le gustaba, notaba como su coño emanaba líquido, como se lubrificaba cada vez más, como los fustazos le gustaban como sus nalgas se tensaban con cada golpe, le encantaba la sensación, y disfrutaba, se daba cuenta que esa era su verdadera condición, era una puta del placer, del dolor, del servicio a sus amas en ese instante y de su amo, cuando estuviera delante de él.

                - Por favor, no paréis, seguid castigándome, deseo ser azotada, ahora me doy cuenta que mi comportamiento no ha sido el correcto y que me merezco el castigo al que me sometáis, soy  vuestra, soy una puta  que desea ser sometida, soy esa perra que era cuando llegué, quiero ser una buena sumisa, estar disponible para mi amo y señor cuando este lo desee, no paréis, folladme, reventadme todos mis agujeros, metedme lo que deseéis por donde deseéis, esta perra desea ser  castigada como se merece.

                - Así me gusta, que sepas cuales tu lugar, que aprendas que el castigo es merecido, tu comportamiento no nos da otra opción, te hemos elegido para que seas la primera directiva fuera de la ciudad elegida por nosotras, por lo que no puedes decepcionar al jefe, pues si lo decepcionas, seremos nosotras la que le decepcionamos y eso no nos lo podemos permitir, pues nombraría a otras personas para realizar este trabajo, ¿ahora entiendes por qué somos tan duras contigo, perra?

                - Sí mi ama Ana, ahora lo entiendo y estoy dispuesta a ser la mejor, a aprender a asistir a mi amo, a estar a la altura de vosotras.

Helena no paraba de penetrarla, su polla de goma entraba y salía del coño de Miriam con suma facilidad en un momento dado lo sacó del coño y se lo metió de un solo golpe en el culo, Miriam gritó, pero no hizo nada por impedirlo, lo aceptaba de buen grado, su ano se empezaba a dilatar y a soportar mejor las envestidas de la polla de goma, mientras Ana la fustigaba cada vez más, la ordenó ponerse de rodillas y comenzó a darle fustazos en las tetas, Miriam lo soportaba con amor, le gustaba lo que le estaban haciendo, comprendía que era parte de su aprendizaje, notaba como el dolor era mitigado por el intenso placer que sentía, su coño así lo demostraba, debido a que  no dejaba de emanar líquido, tenía un orgasmo tras otro, Ana fue hasta el armario y agarró unas pinzas, regresó junto a Miriam, le cogió los pezones y le puso una pinza en cada uno, luego se agachó y le colocó otra en el clítoris, Helena dejó de penetrarla y ambas se separaron para ver cómo le quedaban las pinzas, cuando quedaron satisfechas, cogieron varios pesos y los acoplaron a las pinzas, Miriam notaba el peso sobre sus pedículos, pero le gustaba, era una sensación nueva, le encantaba sentir los pesos sobre sus pezones y su clítoris, no paraba de sentir un orgasmo tras otro.

                - Por dios no paréis, ponedme más peso, mis tetas necesitan más castigo, mi clítoris desea ser estirado más, mi cerebro quiere sentir más placer.

Ana y Helena se empezaron a besar, aquella escena las excitaba de gran manera, Helena con el arnés puesto tumbó a Ana en el suelo y empezó a follársela, no paraba de penetrarla, mientras Ana le daba con la fusta en las nalgas, era una situación súper excitante, fue Ana la primera en hablar

                - No pares cariño, sigue follándome mientras yo te reviento el culo a fustazos, estoy súper guarra y más viendo a esta puta como se corre con las pesas, fóllame con ganas que yo también  quiero correrme, deseo sentirte lo más dentro de mí, no pares.

                - Sí amor, te voy a follar como hacía tiempo que no te follaban, te voy a reventar el coño mientras me pones el culo rojo, pero no pares de fustigarme, yo también deseo correrme, pues contemplar  a  esta perra como soporta el castigo me pone cachonda.

Miriam las miraba con pasión, notaba el magnetismo del ambiente, deseaba que también la follaran, que la azotaran, pero no se movía del sitio donde estaba, era una perra y no le dieron permiso para moverse.

                - Mis amas, esta perra solicita su permiso para besarlas todo el cuerpo y acariciarlas, mientras follan.

Las dos le contestaron a la vez.

                - Ven perra,lámenos, bésanos mientras follamos, pero también te castigaremos.

Miriam se acercó, juntó su boca con la de Helena y  comenzó a besarla, le metía la lengua hasta la campanilla, buscaba su saliva, también notaba como le pegaban con sendas fustas, como le tiraban de los pesos y se volvía loca, se movía como una serpiente, no aguantaba con tanto placer, se corría una y otra vez, entre las tres dejaban el suelo del salón totalmente empapado, se besaban, se acariciaban, se cambiaban de posición, ahora una se ponía el arnés y se follaba a las otras dos, ahora una se ponía las pinzas y las pesas y se movía como un balancín para sentir más placer, ahora se pegaban las tres a la vez, era una orgía de placer.

Así estuvieron como unas dos horas hasta acabar tan cansadas que se quedaron dormidas en el suelo del salón rodeadas de sus líquidos. A la mañana siguiente se levantaron, se ducharon, se vistieron, acompañaron a Miriam al aeropuerto, la dejaron en el avión y mientras este despegaba, Ana le dijo a Helena.

                - Cariño, creo que el jefe estará contento con nuestra primera directora, creo que está preparada de sobra.

                - Mi amor, creo que hemos hecho un buen trabajo, pero nos queda mucho por hacer.

Fin