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EL AMO, Helena y Ana, Entrevistando a Miriam

en Dominación

HELENA Y ANA

ENTREVISTANDO A MIRIAM

                Helena y Ana tienen un trabajo encomendado por el amo: deben seleccionar a un grupo de mujeres para dirigir sus empresas por todo el mundo, esta es la primera entrevista a una candidata.Ambas están un poco nerviosas, pues van a realizar la primera entrevista a una de las mujeres seleccionadas. Este es un encargo sumamente delicado, pues las candidatas, además de reunir condiciones académicas, tienen que tener otra serie de requisitos indispensables para que el jefe las tenga en cuenta. La secretaria abre la puerta de la sala de juntas donde están Helena y Ana, y hace pasar a Miriam.

                -Buenos días, Sra. Miriam; mi nombre es Ana y como ya sabrá usted,ha sido nuestra primera elección para la dirección del grupo de empresas del jefe en esta zona. Le rogaría que fuera usted misma la que nos hablara de su currículum y de sus cualidades para desempeñar dicho cargo.

                - Buenos días, Ana y Helena, me permito tutearlas, pues llevamos charlando desde hace mucho tiempo. Bien, tal como Ana me pide os voy a contar el por qué creo que soy la persona adecuada para el trabajo. – muy relajada, continuó - En primer lugar: de todas las candidatas, soy la que mejor expediente académico tiene de todas, y en segundo lugar soy la candidata más joven.  Aunque estoy casada y con una hija, estoy dispuesta a desplazarme a cualquier lugar del mundo durante el tiempo que sea necesario, además no le tengo miedo al trabajo, tengo don de mando y soy muy buena eligiendo las personas que me deben rodear para desempeñar mi trabajo. Como veis tengo todas las cualidades que solicitáis, pero creo que pedías algo mas y ese algo estoy segura que lo tendré, y esa última petición es la que me tiene aquí delante de vosotras.

                -Muy bien Miriam - dijo Helena - tal como sabíamos, eres la candidata ideal en el aspecto técnico y académico, dominas varios idiomas y, aunque joven,tienes experiencia. Pero no sé si serás capaz de entender lo que necesitamos además de todo lo dicho anteriormente.

                -Aquí entro yo - dijo Ana -, sabes que tendrás que ir a la ciudad durante una larga temporada, podrás llevarte a tu familia, aunque esto últimomás que un consejo es una imposición del jefe. Pero además tendrás que ofrecerte totalmente a la empresa y al jefe.

                -Veras,Miriam; lo que Ana intenta decirte que además de la entrega académica, el jefe te pide otro tipo de entrega – dejó la pausa con intención - Algo más serio, más intimo… Más cercano.

                - ¿Me pedís que entregue mi cuerpo al jefe? – el estupor de Miriam se hizo enfado en segundos - ¿Que me convierta en su puta?

                - Miriam -dijo Ana -, digamos que además de tu cuerpo el jefe te pide algo más, algo más profundo,más intenso y personal. Creo que Helena sabráexplicarte mejor lo que el jefe desea de sus mejores directivas.

                - Voy a empezar por confesarte una cosa – sonrió Helena - además de directiva y examinadora, soy amante de Ana y sumisa o esclava del jefe, que en mi caso es amo.

El semblante de Miriam cambio completamente, no entendía las últimas palabras de Helena, sumisa, esclava, amo, le parecían frases inconexas. Pero en una parte de su cerebro esas palabras empezaban a tener sentido: es necesario máxima implicación, el jefe espera mucho de ti, tendrás que desplazarte a la sede central con la familia, algo le decía que ese era el fin. Y se daba cuenta que no le ponía nerviosa, es más, le agradaba la idea de ser sometida, de depender de un verdadero hombre, de alguien superior a ella. Notaba que su cuerpo empezaba a reaccionar y que su cerebro empezaba a darle sentido a las palabras que escuchaba.

                - Helena…¿me quieres decir que tu eres esclava del jefe, que te has entregado a él completamente? He leído libros sobre ese tema, alguna vez he fantaseado con ser sometida, pero eso una fantasía.Esto es más serio, me estáis pidiendo que renuncie a todo, y me someta a una persona que sólo conozco de oídas.

                -No,Miriam, nadie te pide que renuncies a todo.Seguirás siendo tu misma y tu vida prácticamente será igual;seguirás con tu marido, tu hija irá a las mejores escuelas, tendrá más oportunidades, si tiene cualidades de ir a la mejor universidad y a lo mejor, algún día ocupará tu lugar, pero todo ello implica un esfuerzo por tu parte:tendrás que servir al amo. Sé que suena horrible, pero te aseguro que será lo mejor que te pase en la vida, en cuanto lo conozcas y lo escuches te enamoraras de él, tal como estamos las dos.  Ana secretamente y yo como su sumisa; claro está que la última decisión es tuya, pero te pido que abras tu mente. Me comentabas que leíste literatura sobre el tema de la sumisión, y es probable que todo lo que hayas leído sea falso. Circula mucho libro que no son más que burdas mentiras; verás, la sumisión es la mejor forma de placer, sentirte sumisa es ser feliz de servir a tu amo de la forma más completa. él te cuida, te mima, te da todo lo que necesitas para que tu vida sea plena y a cambio tu sólo le entregas una ínfima parte de lo que te ofrece. – hizo una pausa para que la información calara en ella – Sino deseas contestar ahora, no pasa nada, pero debo decirte que el puesto va asociado a la sumisión.

                - No séqué decir, me ponéis en una situación complicada. Tengo sentimientos enfrentados. Por un lado el trabajo me atrae, tengo afán de superación, me gusta la idea de dirigir una fábrica, desarrollar toda la infraestructura… Pero por otro lado lo de ser sumisa, no me acaba de convencer.Y por otro, también te veo, Helena, tan decidida, tan feliz, defendiendo tu condición con tanto fervor y pasión. Viendo lo felices que sois las dos, la verdad que si es cierto lo que decís, mi vida será plena. – pensó unos segundos - Creo que la decisión es que sí, que estoy dispuesta a ser la sumisa del amo.Es la primera vez que le llamo por ese nombre y no me desagrada, es más, creo que me excita. Ahora decidme cuándo tengo que desplazarme y cuándo firmamos los contratos.

                - Bien - dijo Ana - te aseguro que la decisión que has tomado es la correcta, ahora viene la segunda parte. Dentro de dos días terminan las clases y tanto el jefe como nosotras creemos que es el momento de marchar. No tendréis que llevaros nada más que lo imprescindible, la empresa os dará absolutamente todo, lo único que estarás durante unos días separada de tu familia, pero serán pocos días. Estamos tan convencidas de que tienes cualidades de sumisa, que creemos que en pocos días te entregarás al jefe. De todas maneras queda un pequeño tramite.

                - Tendrás que pasar unos días con nosotras – siguió Helena - Digamos que este fin de semana, tendremos que evaluarte en varios aspectos claves: tu sensualidad, tu capacidad de placer y si soportas ciertos tipos de castigos. Te sonará raro, pero estoy convencida que te gustará, es por ello que hoy mismo te vendrás con nosotras a nuestra casa, no es necesario que vayasa la tuya, en nuestra residencia tendrás de todo y tu marido ya está avisado de que estos días tendrás un cursillo de adaptación.

                - Como sabes es decisión tuya. – recalcó Ana.

                - Chicas, si he llegado hasta aquí, y me comprometí hace un momento, ya no quiero retroceder; estoy a vuestra disposición. Además, os confesare una cosa, estoy excitada, nunca he estado con una mujer, y este fin de semana estaré con dos, y las dos guapísimas.

                Helena se levantó de su asiento, se acercó a Miriam y la incorporó. Enseguida la sujetó por los hombros y la besó;Miriam se dejaba hacer, sentía una sensación rara, sus labios se entreabrieron permitiendo que la lengua de Helena entrara en contacto con la suya, sintió unas manos suaves que le acariciaban la espalda, abrió los ojos y vio a Ana detrás de ellaacariciándola con lentitud. Sus dedos buscaban el cuerpo de Helena, notaba el deseo sexual de ambas mujeres y se contagió de él.Notó cómo sus brazos buscaban un cuerpo que tocar; sus labios se separaban de los de Helena y buscaban los de Ana mientras una de sus manos acariciaba un pecho de Helena y la otra bajaba por la cintura de Ana buscando sus ingles. Notaba aquellas cuatro manos acariciando cada rincón de su cuerpo y cómo éste respondía con movimientos sensuales a dichas caricias.Miriam se derretía entre los brazos de las dos mujeres, se sentía libre, deseada, se dejaba hacer, notaba que era desnudada lentamente y que sus prendas caían al suelo. Cada vez era mayor su excitación, tanto que su respiración se entrecortaba, sus pezones le dolían, su coño no paraba de mojarse, sus labios buscaban algo que besar. Notó como la acostaban sobre la mesa, cómo una boca rodeaba uno de sus pechos, mordisqueando su pezón, y una mano acariciaba su coño húmedo.Su lengua se unía a otra en una explosión de pasión, flotaba y de repente se puso rígida, y estallo en un orgasmo sensacional, gritó, gimió, suplicó, pero tanto Ana como Helena no dejaban de besarla, acariciarla y lamerla.Miriam no podía mas, tenía un orgasmo tras de otro, le dolían los pechos de la dureza de sus pezones, sus flujos empapaban la mesa, sus manos se agarraban a los bordes de la misma y su cuerpo cimbreaba de placer.

                - ¡Seguid,seguiiiiiiiiiiiid! – suplicó -¡Aaaaaaah… no paréis!¡En mi vida he sentido tanto placeeer!¡Ooooh, folladme, besadme, lamedme, pero por favor no paréis, dadme todo el placer que podáis!¡Solo deseo ser poseída por esta pasión salvaje!¡POR DIOS, NO PARÉIS!

Helena y Ana no se detenían, estaban sedientas de un cuerpo nuevo, ansiaban desatar toda su lujuria y darle a esa mujer lo que pedía, querían que supiera en sus carnes lo que ellas sentían todos los días cuando juntaban sus sexos, sus labios… y querían que esa misma sensación la tuviera Miriam.

                - Miriam - dijo Helena - este placer que sientes, no es ni la mitad del placer que te proporcionará el amo, ya lo verás, servir al amo es sentir el placer en su máxima expresión, esta noche hablaras con él y escucharas su enérgica voz, y sentirás lo que sentimos Ana y yo al escucharlo.Ahora, mi dulce Miriam, vístete, llama a tu marido, charla un rato con tu hija, despídete hasta el lunes y prepárate para tener la experiencia sensual más importante de tu vida. Nosotras nos vamos al garaje y te esperamos. Tienes media hora.

                Helena le dió un beso en la boca que Miriam correspondió. Ana le dio la mano a Helena y las dos dejaron a Miriam sola, esta se vistió, y marcó el número de su casa, sonaron tres tonos y al otro lado de la línea escucho una voz conocida.

                - Hola, cariño, ¿qué tal estas? - era Manuel, su marido un hombre 20 años mayor que ella, que realizaba labores comerciales para la empresa.

              - Bien, gracias, ¿Cómo está la niña? – preguntó Miriam.

                - Bien, se acaba de quedar dormida viendo los dibujos, dentro de un rato la llevo a casa de tus padres.Como sé que tienes reuniones todo el fin de semana la dejaré allí, y así aprovecho para ponerme al día en el trabajo. Demasiadas visitas y con retraso en los pedidos, además tus padres están locos por tenerla el fin de semana.

                - Pena, quería hablar con ella, pero déjala dormir, bueno cariño hasta el lunes.

                - Adiós, nena.

Miriam colgó el teléfono, era consciente de que no tenía nada en común con la persona del otro lado de la línea, él era 20 años mayor que ella, tenían una hija que era lo único que les unía, pero como en este caso él prefería dejarla o con sus padres o con una niñera. Le absorbía el trabajo, no tenía otra cosa en la cabeza.Miriam decidió en ese instante que sí se entregaría alamo; si él era capaz de proporcionarle la mitad del placer que le proporcionaban esas dos mujeres, sería feliz. Cogió sus cosas y bajo al garaje.

                Apoyadas en el deportivo estaban Helena y Ana charlando entre ellas.

                - Es espectacular – decía Ana - al jefe le encantará; es lista, guapa, decidida y será una gran amante.

                - Sí, Ana, pero nosotras debemos cumplir las órdenes del amo. Debemos prepararla, enseñarle lo básico, probar su capacidad de resistencia al dolor y el castigo y pasar a la siguiente candidata. Sabes que es un trabajo arduo y complicado, no todas las mujeres que elijamos serán tan receptivas como Miriam, alguna se negará. Tendremos que conseguir que se olviden de nosotras y de nuestra propuesta.

                - Bueno chicas estoy lista. – sonrió Miriam -  Estoymás relajada, pero sigo caliente, el repaso que me disteis arriba me dejó baldada y sin embargo, con ganas de más.Además… después de hablar con mi marido me he dado cuenta de que aparte de mi hija, el resto de mi vida es monótona y aburrida. Estoy dispuesta a ser la esclava del amo. ¿Sabéis? Cada vez que digo “amo”, me atrae más esa palabra. – su resolución sonó con firmeza - ¡Llevadme con vosotras y gozad de mi!

Las tres entraron en el coche, Ana al volante, Helena a su lado y Miriam detrás. Durante el trayecto Helena le conto su historia de sumisión, cómo su amo la sedujo, cómo se entregó sin dudarlo y desde ese día su vida cambió totalmente, los castigos de su amo, el placer que sentía al recibirlos…Miriam la escuchaba y notaba que su coño se volvía a mojar, estaba excitada y sin darse cuenta se empezó a acariciar, las palabras de Helena surtían en ella un efecto afrodisiaco. Desabrochó los botones de la camisa, bajó las copas del sujetador dejando al aire sus pechos de modo que ambas pudieran verla por el retrovisor. Sus dedos buscaron sus pezones, los amasaron y pellizcaron con agrado, recorrió su torso, buscaba desesperadamente su sexo, necesitaba acariciarlo, sentir sus dedos sobre su clítoris. Entre jadeos salió de su boca una petición.

                -Helenaaa… por favor, ven aquí atrás y castígame, ¡deseo empezar a aprender ahora!

     Ana y Helena intercambiaron una mirada de sonriente complicidad; aquélla detuvo el coche, Helena bajó y se sentójunto aMiriam, abrió un pequeño compartimiento, y saco unas pinzas de presión, una mini fusta y unas esposas.

                - Miriam, esta será tu primera clase de dolor. Tienes que relajarte, sentir el dolor como parte del placer; al principio te dolerá, pero del dolor pasaras del dolor al placer en cuestión de segundos, será tan intenso el placer que seguramente experimentaras el mayor orgasmo de tu vida, eso fue lo que me sucedió a mí.

                Helena la cogió del cuello y la beso, fue un beso largo, profundo, sensual.Miriam no reaccionaba, estaba extasiada, su coño no paraba de mojarse, su lengua tenia vida propia, buscaba con desesperación la lengua de Helena y sus manos intentaban abarcar todo el cuerpo de la mujer que la besaba. Su cabeza solo pensaba en placer, en puro y salvaje placer, todos sus poros buscaban a Helena. De repente sintió una pequeña punzada de dolor,abrió los ojos y vio como uno de sus pezones era aprisionado por una pinza. Era cierto, de la sensación de dolor pasaba a una sensación nueva, cálida, agradable, su cuerpo ya solo se concentraba en ese punto, el resto de sensaciones eran secundarias. De ese dolor intenso, pasó a un placer indescriptible, cerró de nuevo los ojos y se dejó llevar.Sintió una nueva punzada de dolor en su otro pezón, pero esta vez el dolor fue mucho más breve, la sensación de placer más fuerte y más cálida.  Miriam rebosaba sensaciones, sudaba, gemía, pero necesitaba algo más, y ese algo más le llego en cuanto noto el primer fustazo en su pecho.

     - ¡Ay! - gritó de dolor. Abrió de nuevo los ojos y vio los de Helena que brillaban de placer y se dio cuenta de que ella también sentía la lujuria. Helena se colocó dos pinzas en cada pezón, y estaba desnuda, completamente desnuda.Se regocijó en contemplar ese cuerpo maduro, pero bello, bien cuidado, hecho para ser visto. No sabía muy bien quién conquistó a quién, si Ana Helena o al revés, pero ambas mujeres se les notaba felices, tan felices… gozaban de su amor, y Miriam comprendió que ella nunca había sentido esa complicidad con nadie, ¡y la quería!En su deseo de obtenerla, se dejó llevar. Notaba las azotainas y la sensación de placer la embriagaba, no podía parar de gritar, pero los gritos eran de placer, de intenso placer; el dolor le conducía a una sensación nueva, y cuando notó que las manos de Helena tocaban sus labios vaginales, estalló en un orgasmo delicioso, sus labios se abrieron y gritó su placer. Su grito se debióoír a muchos metros a la redonda, pero le daba igual, tenía ganas de bajarse del coche y semidesnuda como estaba, correr y gritarle a todo el mundo que el orgasmo que estaba teniendo era el más dulce y perfecto de su vida.

                - ¡Helena, te amo! – declaró -  soy tuya, me entrego a ti, mi vida te pertenece.

                - Me halagas Miriam, pero no eres mía, nunca lo serás. – le acarició el rostro con ambas manos - Eres del amo. Lo que te he hecho lo he aprendido de él, y esto es sólo una parte ínfima de lo que sentirás con él. Yo solo pertenezco al amo, ni siquiera mi relación con Ana es eterna; si el amo mañana me reclamara, la dejaría sin dudarlo y ella lo sabe. Soy de él y lo seré toda mi viday Ana, aunque no lo sepa aun, algún día será de él también. Lo que pasa es que los tiempos del amo son distintos a los nuestros; el es metódico, sabe lo que nos conviene a cada una de nosotras, tiene un proyecto a muy largo plazo y quiere llevarlo a cabo a toda costa. Es joven, tiene tiempo y ganas, y sobre todo tiene mucho poder y siervos que estamos dispuestos a obedecerle ciegamente. Tú tambiénserás una de ellas, de esas mujeres que estamos buscando para su plan. Él quiere que sus empresas sean las mejores, sus directivas las más fieles, quiere un mundo perfecto donde todos podamos acceder a una buena educación, a desarrollar nuestras cualidades, pero esa no es nuestra función. Como veras, cuando hablo de él me obnubilo, mi mente se vuelve loca… porque es mi señor y será el tuyo.Ahora, mi bella Miriam descansa hasta llegar a casa, nos pondremos cómodas y entre Ana y yo pasaras el mejor fin de semana de tu vida, hasta que llegues junto al amo.

                El deportivo llego a la casa y entró directamente al garaje. Bajaron las tres, subieron a la primera planta y Ana acompaño a Miriam a la habitación, mientras Helena llamaba por teléfono, esperó un par de tonos y escucho del otro lado de la línea una voz que le hizo estremecerse de placer.

                - Mi amo, tu sierva Helena solicita informarte.

                - Dime esclava, ¿cómo va la primera aspirante?

                - Oh, amo, ¡es perfecta! Ana tenía razón, tiene un ojo espectacular para notar su parte sumisa. Vais a quedar contento de ella, ahora Ana la esta acomodando.

                - Bien; su marido y su hija están ya de camino, ahora tengo unos problemas que resolver. Tu aprendiz Lucía y mis dos esclavas María y Elisa se lesionaron entre ellas en un despiste mío; está claro que a alguna de vosotras no se os puede dar libertad. Perotú has sido la primera y de momento la más fiel y sumisa. Sigue así, tengo grandes planes para vosotras dos.

                - Amo halagas a esta zorra – casi se emocionó al oír al amo demostrarle así su confianza - yo solo cumplo vuestros mandatos, jamás me atrevería a dañarme, ni permitiría que otra persona me dañara. Solo usted puede dañar a esta esclava.

                - No, Helena. – contestó él. Había una cálida simpatía en su voz, que fue desapareciendo conforme hablaba. -  sabes que tu amo os puede marcar, pero nunca os dañaría de tal manera que las marcas fueran perennes, ni os mutilaría.¡Sois mi mayor activo! Ahora tengo que dejarte, he de terminar el trabajo de fin de semana. Mandádmela el lunes y comenzaré mi trabajo con ella; tengo que variar mis planes con respecto a la dirección de la escuela, así que mañana deseo hablar con Ana, ahora despídete de tu amo y continua.

                - Mi amo y señor, ésta, su más fiel esclava se despide de usted, y pone su vida en sus manos y su cuerpo a sus pies.

                - ¿Qué desea el jefe? -  era Ana quien preguntaba.

                - El amo solo desea que preparemos bien a Miriam, y que mañana le llames; algo pasa en la ciudad, el amo no está contento, lo note en su voz. ¿Sabes que Lucia y sus otras dos sumisas se lesionaron entre ellas? El amo parece que tiene que cambiar ciertas cosas, ese es el motivo de que desee hablar mañana contigo.

                - Mala cosa que algunas de sus sumisas, no sigan sus órdenes – sentenció Ana -  yo, sin ser su esclava, le seguiría hasta el fin del mundo ciegamente y desde luego, jamás te mutilaría ni un solo pelo de tu piel, te amo y respeto demasiado. Y respeto por igual al jefe y sé que le perteneces.

    Ana se acercó a helena y la besó con pasión. Y pensó que en cualquier momento la podía perder por orden del amo, y se echó a llorar.

                -¿Qué te pasa Ana? - preguntó Helena de inmediato - ¿Por qué lloras, mi amor? ¿Qué te ocurre?

                - Cariño, sé que lo nuestro durara lo que el jefe quiera, pero sólo pensarlo me entran ganas de llorar.Sé que no debería, que desde un principio lo sabíamos, pero te amo tanto, que no sé qué pasará ese día.

                - Mi amor, sí, sabemos que lo nuestro durara lo que el amo diga, pero no creo que él nos separe sin un motivo de peso. Cumplamos nuestro cometido, gocemos del ahora y seremos más felices. ¡bésame de nuevo, yo también te amo!

Ambas se besaron con verdadera pasión, se abrazaron, sus lenguas jugueteaban, sus manos acariciaban con frenesí y no pensaban en otra cosa que en darse placer, cuando una voz las sacó de sus sueños.

                - Empezáis sin mí -  dijo Miriam - sólo veros me pone cachonda, ¿y ahora qué?

                - Miriam, a partir de ahora todo cambia. Desde que entraste ya no eres la aspirante a dirigir las fábricas de esta ciudad, a partir de ahora eres nuestra esclava y tu rol cambia, tendrás que obedecer ciegamente. No pondrás en duda ninguna orden, asumirás tu condición de puta, zorra…Serás sometida a todo tipo de castigo, el amo quiere que llegues a la ciudad bien adiestrada y solo tenemos este fin de semana para conseguirlo, así que seremos muy duras. Tenemos que educarte. En primer lugar, en casa andarás desnuda, a cuatro patas. Te pondrás este collar y, con esta correa, si no te estamos usando te atarás a las muchas argollas que existen por casa, ¿lo comprendes, puta?

La cara de Miriam era un poema, era un cambio muy brusco. Hace un rato la estaban besando y ahora estaba recibiendo órdenes directas, pero dentro de su ser, comprendía que esa sería en ciertos momentos su condición, de modo que lentamente se empezó a desnudar delante de esas dos mujeres. Dejó caer su ropa al suelo como si dejara caer su personalidad. Cuando terminó se puso de rodillas y Helena le colocó el collar como si atara así su fuerte carácter y Ana le puso la correa, como si con ella tomaran las riendas de su vida.A partir de ese momento,Miriam se convirtió en la esclava de esas dos mujeres.Sabía que lo que ocurriera ese fin de semana marcaria su vida para siempre.

                Ana tiro de la correa y Miriam comenzó a caminar a gatas detrás de las dos mujeres. La llevaron a la cocina, Ana sujeto la correa en una argolla, Helena abrió la nevera y de ella saco una pizza, la metió en el microondas, y ambas se sentaron a esperar. Mientras,Miriam se tumbó en el suelo como una perrita y al notar el contacto de su cuerpo con el frío del piso le entraron ganas de levantarse, pero se dio cuenta que debía hacerse a su condición. Se acostumbró pronto al frio del suelo y se acurruco sobre sí misma. Ana y Helena no le prestaban la menor atención, hablaban de los planes para el día siguiente, lo que les apetecía ver por la noche en la tele… de repente el sonido del micro les sacó de la conversación, Helena sirvió la pizza en los platos que trajo Ana, y entonces esta la miro de refilón.

                - Helena, creo que no le hemos dado de comer a la perrita – sonrió.

                - Tienes razón, cariño.

Ana extrajo de una alacena un par de boles, uno lo lleno de agua, y en el otro puso unas bolitas de queso y fiambre. Se acercó a Miriam, le acarició la cabeza y sin decir palabra coloco ambos tazones en el suelo.Miriam hizo ademán de coger uno de los boles con la mano ysintió una punzada en el culo. Era Helena, que le había pegado con la fusta.

       -Eh, perra, ¿desde cuándo usas las manos para comer? Come como lo que eres, la perrita de la casa.

Miriam se tumbó de nuevo en el suelo y quiso hablar, Helena se dio cuenta de que tenía intención de abrir la boca y le dio otro fustazo.

                - NO. – ordenó, como lo haría con un perro - Esclava, solo hablaras cuando te lo permitamos, comerás cuando te lo ordenemos, y así todas las cosas cotidianas, tales como orinar, dormir, etc.

Miriam comprendió que aquello no era un juego, que los fustazos eran reales, que el dolor era real, que las órdenes eran reales y lo más importante: que aquella situación la excitaba, que su vulva rezumaba de placer, que con cada golpe su cerebro pedía otro y que cada palabra sonaba en su cabeza a placer. Se puso de rodillas y gimió, como un perrito que desea que su ama le acaricie y le perdone.

                - Bien, buena chica, vas entendiendo la situación - sonrió Ana mientras le acariciaba el pelo - Así debe ser tu forma de actuar, hasta que una de las dos te diga otra cosa. Ahora, come.

Miriamacercó su boca al bol de agua y empapaba la lengua llevándosela a la boca para saciar su sed. Después, buscaba en el otro bol alimento. Se sentía feliz, hacía tiempo que no tenía esa sensación de encontrarse llena; siempre era ella la dominante y eso le cabreaba, quería que su pareja fuera más activa, más masculina, pero él era débil y pasivo, se dejaba dominar. Ella desde hacía tiempo  deseaba volver a aquella época de su vida en la que obedecer era una condición en su vida; su madre fue una mujer con carácter a la que le gustaba llevar su casa como  si fuera un internado, ella era la más joven de cinco hermanas y siempre recibía órdenes de todas las mujeres de casa. En cambio su padre era un pobre desgraciado, dominado por siete mujeres hasta el día de su muerte.

Miriam, a cuatro patas y comiendo como un animal, recordaba esa época en la que su única ocupación era servir a sus hermanas, en la que solo una palabra le indicaba lo que tenía que hacer. Entonces su vida había sido fácil y feliz. Terminó de comer y se sentó como una buena perrita esperando una orden de sus amas. Las miraba comer, ambas mirándose a los ojos con cara de enamoradas, se tocaban las manos como si fueran una pareja de quinceañeras, se daban algún beso, se lamian las manos… Ana le dio a chupar a Helena un dedo embadurnado en salsa de tomate y ella lo metió en su boca como si fuera una polla y comenzó a lamerlo y chuparlo con gula. Ana la tomó de la cintura, la desnudó lentamente y la subió a la mesa. Le abrió las piernas y lentamente fue bajando, besando cada pliegue de su cuerpo mientras Helena gemía de placer, pero no soltaba el dedo de su boca.

     Por fin Ana llego a las ingles, continuó bajando sin detenerse en el sexo de Helena, y siguió besando cada parte por la que pasaba su boca hasta llegar a los pies. Con la boca abierta introducía un dedo en la boca lo lamia lentamente, haciendo deliciosas cosquillas, mientras Helena intentaba retirar el pie de la boca de Ana pero esta se lo sujetaba con una mano. Cuando termino con los dedos de un pie cogió el otro y repitió la operación. Para cuando terminó, el coño de Helena estaba tan mojado, que por los cantos de la mesa comenzaban a caer gotas de líquido. Ana no se detuvo a pesar de las suplicas de Helena, quien le rogaba que parara, que le dolía el coño de tanto placer que sentía.Sus pezones estaban tan duros que cuando Ana los tocó con el dedo de su mano libre, Helena grito de dolor. No soportaba mas ese castigo, ¡divino castigo! Pero en lo más profundo de su ser, deseaba que Ana continuara. Su alma de sumisa salía a relucir, deseaba ser castigada de la forma que fuera, bien a través de los continuos orgasmos, bien a través del dolor que sentía cuando Ana tocaba sus pechos hinchados. Le dolía todo el cuerpo, no paraba de gritar de placer y de dolor.

 Ana la castigaba pellizcándole los labios vaginales, que parecían dos hermosos capullos de flor. A cada contacto de sus dedos con sus órganos genitales Helena emitía un grito de dolor y placer, pero Helena no se detenía y en un momento determinado le hizo un gesto a Miriam. Esta se acercó a cuatro patas, pero la cadena no le dejaba avanzar yMiriam deseaba participar de ese juego erótico. Ana abandonó durante un segundo el cuerpo de Helena y soltó la abrazadera que sujetaba la correa a la argolla y Miriamquedó libre. Avanzó a cuatro patas hasta ponerse a la altura de Ana y a un gesto suyo subió las manos sobre la mesa; Ana le indicó el coño de Helena, y Miriam se puso a besarla con la lengua como si fuera una perrita en celo. Helena gemía, gritaba, su cuerpo se curvaba, su placer era intenso, y Miriam se bebía ese liquido tan dulce que salía del coño de su ama sin detenerse. No se percataba de que actuaba como una verdadera perrita, pero ella se sentía así, como una perrita, deseaba con locura que sus amas le pusieran un nombre de perra, pero de momento se concentraba en el coño de Helena que no paraba de fluir. Ana se fue a por la boca de Helena para saborear sus labios, para excitarla más.

                - ¿Disfrutas, mi amor? Mira que perrita más buena te he regalado, nota como te lame tu lindo coño, cómo busca tu botoncito para excitarte más. La verdad, cariño, que ya sabíamos que esta puta perra seria buena sumisa para el amo, pero tal como está actuando supera todas mis expectativas. Sé, cariño, que en este momento no puedes hablar, el placer que te está proporcionando esta perrita no te deja pensar.¡Disfrútala cariño!Dirígela tú hacia donde desees que te dé placer, ella seguirá las ordenes de tus manos, es una perrita que aprende rápido; veras, te lo demostrare - Con un gesto, Ana le indicó a Miriamque subiera a la mesa y ella, de un salto subió a la mesa, quedando a cuatro patas y con su boca cerca de la de Helena.

                - ¡Bésala,Sissi! Ese será tu nombre a partir de ahora, si actúas como una perra tendrás nombre de perra. Lámele los labios, Sissi, sé buena perrita y lame a tu ama Helena. Que sienta tu aliento en su nariz, que tu lengua recorra cada centímetro de su cara, venga,¡lamela perrita, chúpale los pezones como si fueran unas ubres para alimentarte!

Ana estaba desbocada, tenía a dos esclavas a su disposición; en ese momento no miraba a Helena como su amante, sino como otra esclava mas a la que castigar.

              - Bajad las dos de la mesa, no quiero más perras encima de un mueble.- ordenó – Helena, hoy también serás mi perrita, ya sabes lo que tienes que hacer.

                - Sí, mi ama, esta perra subirá a la habitación, se pondrá el collar y bajará a cuatro patas para ponerse al servicio de su señora.

     Las dos bajaron de la mesa, Miriam volvió a su sitio y sujetó la correa a la argolla mientras Helena, a cuatro patas y con rapidez subió a la habitación, y al cabo bajó desnuda llevando como única prenda un collar y una correa sujeta en la boca. En cuanto llegó se acerco a Ana y sumisamente le ofreció la correa, Ana la cogió y la sujeto en la misma argolla que la de Sissi. Ana acarició a Helena y esta se tumbó en el suelo.

                - Cachorrita, tu ama desea que le comas el coño a la perrita Sissi de una forma despiadada, el ama desea oír los gritos de placer de la perrita Sissi desde su habitación donde se va a duchar, o sea que esfuérzate en que goce al máximo posible. Si no escucho desde la ducha los jadeos de esta perra, el ama se enfadará mucho y el castigo será proporcional a mi enfado. Y tú, intentarás no excitarte para que veamos quien es más perra de las dos, si Cachorrita poniéndote perraca, o Sissiresistiéndose a correrse – se rio, traviesa - calculo que tardaré unos veinte minutos en ducharme y vestirme, o sea que disponéis de ese tiempo para cumplir el reto.

Mientras Ana subía a la habitación, Cachorrita tumbo a Sissi en el suelo, le abrió las piernas y comenzó a lamerle el coño con pasión y entrega, Sissi se resistía, pero el deseo era superior a su capacidad de resistenciay decidió dejarse ir, ¡era tan bueno! La lengua de Cachorrita era una delicia, sabía dónde tocar, dónde lamer… Sissi no aguantaba más, su sexo estaba tan embriagado de gozo que, con cada lamida, sus neuronas emitían una señal de peligro, pero ella no se resistía, gozaba, chillaba, aullaba de placer. Y así quedaron las dos perritas, lamiéndose y comiéndose sus partes, mientras Ana dormía un rato.

El resto de los días del adiestramiento queda para otro relato.