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¿Primera vez de mi vecina casada?

en Hetero: Infidelidad

Tres meses llevaba ya trabajando. El comienzo fue duro y no por el esfuerzo físico, si no por entrar en un mundo desconocido. La media de edad del resto de compañeros estaba en la cuarentena. Al ser el más joven, al principio me trataron con más indulgencia por algunos errores. Mas tarde me toco hacer un curso que nadie quería hacer y por ser el último, premio. Que era todas las tardes, luego tendría que ir enseñando al resto.

Luego estaba donde vivía, salvo el portero, el presidente de la comunidad, D. Julio un hombre que pasaba los 75 años y que era divorciado, no conocía a nadie más. Los vecinos de pared con mi casa, era una familia, de ellos solo sabía que la mujer no paraba de bregar con los hijos, que no sabía cuántos eran y al marido solo se le oía por la noche. Pero físicamente no los conocía. Entre otras cosas porque me iba temprano y llegaba tarde, mi vida “social” era nula. Como digo D. Julio era con el que más hablaba. Al principio me resulto un abuelete “pesado” y luego resulto entretenido y muy interesante, porque estaba al tanto de todo el mundo. Sabia la vida de todos los que vivían allí.  

Esa información supongo que también la obtenía en gran parte del portero. Llegando a casa del trabajo, que ya tenía el horario normalizado, me encontré a D. Julio con su perrillo, estoy convencido que lo tenía para tener una excusa de estar siempre por la calle “vigilando” me recordaba la serie de tv “La que se avecina” porque el portero no me había contado cosas personales, pero de “peleas” y “discusiones” todas las que había. Que yo, al no ser propietario me las ahorraba. El caso que D, Julio me invito a tomar una cerveza en un bar cercano.

Estábamos junto a la cristalera, porque mientras bebíamos nuestras cañas, el aprovechaba para jugar a la tragaperras y no paraba de hacer comentarios de todas las mujeres que pasaban por la calle, todas le gustaban, no tenía filtros.

Y como no, empezó a contarme como eran las mujeres que teníamos por vecinas. Era la primera vez y aunque ya me había preparado una excusas para irme, me quede porque el tema parecía que iba a ser interesante.

+      Esto es una confidencia entre hombres y amigos.

+      Por supuesto D. Julio, ni lo dude.

+      Si a mí me pillara con tu edad y como son las mujeres ahora, no pararía de follar a todas horas. Aunque todavía puedo hacer mis pinitos, que aunque me queda poco para los 80, todavía estoy para más de una batalla, tú me entiendes.

+      Claro que le entiendo y que sepa que no aparenta su edad, se le ve muy bien. Pero qué es eso que me iba a contar.

+      ¿Qué opinas de nuestras vecinas?

+      Pues no le puedo decir nada, porque aunque parezca mentira no conozco a ninguna. Solo conozco al portero, a usted, a unos chavalines que he coincidido con ellos y nada más. Exceptuando a mis vecinos de pared, que solo los oigo.  

+      Pues todas unas “putas” seguro que les ponen la cornamenta a sus maridos.

+      Hombre D. Julio, no hay que generalizar.

+      Que si hombre, que yo las oigo lo que hablan entre ellas, que se creen que soy sordo, porque me lo hago.

+      Lo mismo lo que oye son bromas entre ellas.

+      Que no me equivoco y si no se los han puesto lo piensan. Seguro que si sus maridos no las pudiesen descubrir, se los pondrían.

Me conto con pelos y señales la vida de cada vecino. Bajo su opinión. Lo que más me intereso fue la descripciones de ellas. Lo que pasa que fueron tantos nombres y datos, que al final me hice un lio. Pero según su opinión debían de estar bastante buenas. Lo crucial vino cuando me dijo, “lo que tienes que hacer es ir a la terraza y ya verás cómo te pones las botas como me las pongo yo”mi perplejidad era grande porque no sabía de qué me hablaba y cuando le pregunte, el perplejo fue el. “Aquí en nuestra comunidad no tenemos piscina porque no había sitio. Pero mi primera y gran obra, fue acondicionar la terraza de arriba, la comunitaria para hacer un mini resort. Subimos a tomar el sol, charlar, tomar algo, pero eso sí, cada uno se sube su bebida. Tenemos tumbonas. Mira ves a tu casa a vestirte más cómodo y te la enseño”

Nos fuimos para casa y el casi se mete en la mía, porque llevaba el perro que si no. Me cambié rápido, me puse ropa más cómoda y subimos a la terraza. En el camino a la terraza, me iba explicando con todo detalle la obra de la terraza, que era diseño suyo, lo que le costó “pelear” con algún vecino. Parecía la obra de algún palacio. Al entrar en la terraza me quede a cuadros. Se había quedado corto. Era algo especial. Estaba perfecto. Desde tumbonas, césped artificial, otra parte de madera, balancines, dos grandes barbacoas de obra, asientos.

Pare de fijarme cuando oí unos saludos a D. Julio. Había varias mujeres y un par de niños pequeños. Había varias mujeres, pero enseguida me fije en tres en concreto. Las tres de las misma edad más o menos de 40 años.  A todas las que había allí y a petición mía me presento a estas tres las ultimas. Valle morena y con melena, Consuelo castaña y también con melenita, las dos de las que yo digo que son “gordibuenas” esas que están gorditas, pero apretadas, con buenas tetas y que tienen donde agarrase. Pero tampoco había que dejar a atrás a Angela, delgada, castaña y pelo corto, tetas medianas y un culo muy levantado.

Lo que tenían las tres en común y que me llamaba la atención, era como se le marcaban los pitones. El tiempo que estuve hablando con ellas, al principio y luego solo, porque reclamaron unas vecinas a D. Julio, tuve la impresión de que me estaban provocando, no sé si por hacerse las graciosas o porque les apetecía sin más. Cuando nos fuimos, D. Julio me dijo, “como te han echado el ojo, no has visto como se les han puesto los pitones, hay tienes una gran oportunidad si te van las maduras” me hice el desentendido, pero la verdad es que cualquiera de ellas, me vendrían muy bien para salir del “ayuno” de los últimos tiempos. A partir de hoy subiría más a la terraza.

Al salir del trabajo no me entretuve fui a toda prisa a mi casa, picoteé un poco en casa, me puse unos pantalones cortos, una camiseta, me vi bien en el espejo con mi elección y entonces de la nevera cogí un café frio ya preparado y me subí a la terraza, llevando un libro conmigo.

Debí de subir muy pronto porque no había nadie, me coloque a una distancia prudencial de donde vi el día anterior a las tres mujeres que me gustaron, la distancia era justa para verlas y si agudizaba bien mi oído oírlas, pero sin que pareciera que las espiaba. Me puse a leer el libro (ESTACION 11), aunque ya lo había leído, escogí ese para no tener necesidad de leerlo y poder estar atento a lo que quería.

Apareció una mujer de unos 40, con un niño pequeño, llevaba un triciclo, se sentó lejos de mí y antes me dio las buenas tardes, le dijo al niño que se quedara por donde estaba ella y que no molestase. No tuve que esperar nada, aparecieron las tres y no se esperaban el encontrarme se lo note, pero siguieron como si nada, me saludaron y se sentaron en el mismo sitio que las vi. Ni las miraba, tenía mi vista pegada en el libro. Al principio hablaban en susurros pero poco a poco, fueron subiendo la voz, lo justo para empezar a entenderlas algo.

Hablaban de mí, se reían, les llamaba la atención que no tuviera ningún pelo en las piernas, supe que les gustaba la barba de dos días que tenía, pero todo lo acaban con un lacónico, “es muy joven” algo que me hacía gracia oírlo. Luego vinieron los comentarios de mis pies que eran muy grandes y comparaciones jocosas, sin decir nada en concreto. Pare de leer cogí mi café y le di un sorbo, pille a las tres mirándome, mire fijamente y menos Valle, que siguio mirándome fijamente, quitaron su mirada. La mirada de Valle me dio un escalofrió de gusto. Angela volvió a mirar, pero lo hizo al libro y entonces dijo en voz alta, “anda si estas leyendo Estación 11, un poco tétrico ¿no?” le respondí que no y nos pusimos a hablar del libro, me invitaron a acercarme a donde estaban ellas. Me hicieron sitio quedando Angela, Valle y Consuelo, en ese orden, frente a mí.

A.-     Pues me costó leerlo porque me esperaba otra cosa, porque al ser del mismo que de Juego de Tronos.

V.-     Pero de que va el libro. Amor, crimen misterio, ¿de qué?

Y.-     Por lo que llevo leído es sobre un virus que acaba con la humanidad, acaba o cambia, por ejemplo desaparece internet, los trenes. Un cambio radical.

V.-     Pues no lo leeré yo, a mí me gustan o de misterio o más entretenidas.

C.-     Tu como yo 50 sombras de Grey o cualquiera que sea romanticona. Tengo una curiosidad, ¿qué harías en una situación de que el mundo fuera acabar o un cambio tan radical?

V.-     Me juntaría con todos mis seres queridos, amigos y no sé, haría una gran despedida, es que no se me ocurre otra idea.

C.-     Creo que haría lo mismo.

A.-     No sé ¿rezar?

C.-     ¿Y tú Pelayo?

Y.-     Jeje, me lo guardo que si lo digo lo mismo me dejáis hasta de saludar y nos conocemos de dos días.

V.-     No seas cagón, que no nos vamos a asustar, no seas como nuestros maridos, que mucho hablar, pero luego se acoquinan.

Y.-     No, si no tengo ninguna pega. Haría en parte como tu Valle haría una gran cena, un desfase y luego todos a follar. Así, no hay nada mejor.

V.-     Jeje, la idea no está mal pero eso de todos, no creo que a nuestros maridos ni en esas circunstancias les hiciera gracia.

A.-     Estos jóvenes, es que son la pera. Luego se cortarían más que nuestros maridos. (Esa era mi oportunidad)

Y.-     Los maridos dan igual, si quieren que miren y si no quieren que no miren.

C.-     Si, sí. Aquí muy valiente, pero luego saldrías corriendo (se ríen las tres)

Y.-     Todavía no he salido corriendo nunca y nadie se ha quejado.

A.-     ¿Estás diciendo que has tenido “relaciones” con parejas? (con voz de sorprendida)

Y.-     Si, ¿por?   

A.-     No por nada. Me has dejado muy sorprendida.

V.-     Venga Angela no te hagas la sorprendida, que eso ha pasado, pasa y pasara. Mira como proliferan los pub liberales, que supongo que es donde tu habrás ido.

Y.-     Nunca he ido a un sitio de esos, aunque sé que existen. Y como dices tu eso es de lo más normal.

C.-     Bueno tampoco tan normal. No vayamos de modernas.

Y.-     Que sí, que es más normal de lo que crees. Hay parejas swinger, gente que elige el poliamor, matrimonios o relaciones a tres y sobre todo el “cuckolding” (me empezaban a mirar como si fuera un alienígena, pero con cara de interés por saber)

A.-     Lo de swinger, poliamor, eso sé de qué va, pero de que va eso de ¿cuckolding?

V.-     Hija eso va de que una mujer tenga relaciones y luego se lo cuente a su marido. ¿Es así o me equivoco?

Y.-     Mas o menos, es que en un matrimonio o pareja, a el marido le excita lo que tú has dicho.

C.-     Si que estas enterada amiga. (con sorna)

V.-     No me creo que no hayáis oído ni sepáis de alguien que lo practique.

C.-     Si pero que sepas el nombre técnico.

V.-     Que lo he visto en la televisión y oído en la radio. Y precisamente tú, no me tires de la lengua.

Se echaron todas a reír, e imagine o que le ponía los cuernos a su marido o algo parecido. Al ver llegar a D. Julio se levantaron y se despidieron. Me pregunto que si ya estaba al “ataque” y le dije, “no, ningún ataque, que me preguntaron por el libro, les dije de que iba ya poco más”seguidamente le conté de que iba el libro y me dijo que cuando lo terminara que se lo dejara, que a él le gustaba leer, se lo di en ese mismo momento. Estuvimos hasta que oscureció y en ese tiempo me fue presentando a bastantes vecinos.

Después de ese día fui haciendo una buena amistad con mis tres buenas amigas y sabía que me follaría a Valle, sus miradas me lo anunciaban. En la comunidad había un grupo de vecinos que eran como una “mafia” o una “secta” junto a D. Julio manejaban los dos bloques, entre ellos estaban mis amigas. Me invitaron al cumpleaños del marido de una de ellas, que lo celebrarían en la terraza, que aunque lloviera que pinta de ellos no había, en la terraza había una gran pérgola y debajo se podía cenar perfectamente.

Una noche entresemana me desperté a las dos de la mañana. Había cenado algo que no me sentó bien. Me hice una manzanilla para ver si mi estomago se asentaba. Al estar muy caliente, la deje sobre la mesa y decidí esperar un poco. Salí al tendedero, que compartía con la vecina que solo conocía de oídas, me hizo gracia, siempre estaban las cuerdas vacías, pero en ese momento había muchas prendas íntimas tendidas y muy provocativas, ¿cómo sería mi vecina? Y estando haciéndome esa pregunta, me llamo la atención una luz que apareció en una ventana de la otra escalera, porque todo estaba a oscuras a excepción de mi tendedero, mi terraza y la ventana que digo.

Me fijé, viendo aparecer a una mujer espectacular, iba en pantalones vaqueros ajustados, botas, blusa blanca, me es difícil calcular su edad, pero un mínimo de 8 o 10 años más que yo. Estaba sonriendo, se quitó las botas muy rápido, se tumbó en la cama, se desabrocho los pantalones y se los saco, que dando con un tanga diminuto, se quitó la blusa y las tetas que eran grandes casi se le salían del sujetador. Desaparece de mi vista, pero la luz sigue encendida. Vuelve a aparecer, esta vez lleva un conjunto de lencería negro, muy sexy y provocativo. Se echa en la cama, coloca las almohadas y se queda recostada sobre ellas. La veo gesticular, como si llamara a alguien.

Aparece un tío con pelo canoso, cincuentón, se desnuda con rapidez y se ve que habla con ella, que se empieza a tocar, mirándole a él. Se acerca y ella como una gata se coloca y le empieza a comer el rabo, por cierto no muy destacable. Mientras lo mama, el da unas palmadas en su culo con fuerza, o eso es lo que aprecio desde donde estoy, nada de ser suavecito, menudos viajes que da al culo. Ella para, le mira, dice algo, el acaricia su cara diciéndole algo, no sé el que. Vuelve a mamar su rabo. Con que vicio lo hace, tiene suerte de tener una mujer así. Todo acaba abruptamente, ella se limpia los labios y es como si le estuviera montando la bronca. Solo quedan dos cosas o no le gusta que se corran en su boca o se ha corrido antes de tiempo.

Él quiere tranquilizarla, la tumba y se pone a comerle el coño, no se la nota muy contenta a ella. Ahora cambian de posición y ella vuelve a tocarle a él, intenta que se le levante y veo como se desespera. Él se levanta, desaparece de mi vista, ella con cara de cabreo, regresa, viene con dos cigarros encendidos y se tumba en la cama. Ella se levanta con rabia y abre la ventana, imagino que para que el humo no se quede concentrado. Me iba a quitar pero no me da tiempo, se me queda mirando, al tener las luces de la terraza encendida, me ve igual que la veo yo a ella. Mira con desagrado, se mete y echa una cortina, quitándome la visión de todo, me voy a la cama y casi hasta se me olvida la manzanilla. Se me ha quedado la visión de esa mujer y el cuerpo tan bonito que tiene.

Asistí al cumpleaños y como no sabía que regalarle al del cumpleaños, pero me dijeron que era un sibarita del coñac, compre una buena botella de coñac. Tampoco sabía cómo ir vestido, porque aunque ellas me dijeron que irían como cualquier otro día, no me fiaba mucho. Me vestí de una forma intermedia, bien pero sin exagerar. Llegue y ya estaba casi todo el mundo, mis amigas enseguida me vieron, me llamaron para presentarme a sus maridos y de ir “normales” ellas nada de nada, iban como normales, pero estaban espectaculares, buen maquillaje, buen peinado y ropa sugestiva, como el resto de las mujeres, los hombres más normales. El marido de Valle era Toño de unos 44 años, 1,75 con melena que no le pegaba y de físico normal, pero por su comportamiento se debía de creer el más guapo. El marido de Consuelo era Jacobo, de unos 48 años, regordete, bastante, 1.70 y calvo, llevaba una media luna de pelo por detrás. Y el ultimo el marido de Angela, Félix de la misma altura que Jacobo, un poco de barriga y de una edad intermedia entre los otros dos.

El primero en decir algo fue Toño, “así que tú eres el paño de lágrimas de estas tres locas, pues seguro que te tienen que tener hasta los cojones, porque no paran de hablar nunca, jeje” y los otros dos le daban la razón. Les dije, “que va, son tres mujeres simpáticas, inteligentes y de buena conversación” se rieron los maridos aún más. Mire a Valle menee mi cabeza y creo que nos entendimos perfectamente. Pregunto quién es el que cumplía años y Jacobo me dice, “aquí el que suscribe 48 añitos de nada” entonces le extiendo mi mano y le doy mi regalo, lo abre lo mira y con una gran sonrisa me dice, “chaval, tu y yo seremos buenos amigos, no como estos dos malasombras, que no son amigos ni son nada” nos reímos todos, porque lo decía con mucha gracia.

La cena no sería sentados, cada vecino había aportado algo para la cena y estaba todo puesto en varias mesas. Me dio corte no haber aportado nada. Olvidado ya eso, reconozco que estaba muy cachondo, ver los escotes de mis amigas y las faldas dejando ver esos muslos, era para morir de gusto. Estábamos conversando en un grupo grande y apareció un hombre, me lo presentaron Martin, menos de 50 y menos de 1.70, pero bastante canoso, casi blanco, fuerte, atlético. Me lo presentaron y era como yo, de los que aprietan fuerte cuando se dan la mano. Me gusta la gente así. Todos preguntaron por su mujer y dijo que ahora mismo llegaba, que había tenido que bajar de nuevo, que se le había olvidado una cosa.

Cuando le dijeron en que trabajaba (que lo obviare porque no es necesario dar tanto detalles) se pegó a mí, contándome un problema que tenía y para saber cómo podía solucionarlo. Hasta que mis amigas, cortaron ese tipo de conversaciones, diciéndonos que no estábamos para hablar de trabajo, sino ara pasar un rato agradable. Pregunte si no iban a poner música y me dijeron que imposible, que los vecinos de alrededor se quejarían.

Estoy de espaldas y oigo como empiezan a saludar a alguien, me doy la vuelta y me presentan a Ofelia, que era la que vi la famosa noche. Ella se queda la borde del infarto y yo la saludo con total normalidad. Ahora la veo un poco más bajita, la noche que la vi la sensación era de ser más alta, estaría por el 1.65. De unos 45 años o por ahí. Media melena y lo que si tenía un cuerpazo.

Ofelia fumaba compulsivamente, estaba nerviosa y me miraba como pidiéndome discreción, porque evidentemente Martin, no era el hombre de la otra noche. Se me pasaban por mi cabeza situaciones muy “edificantes” tanto mirando a Ofelia como a Valle. Ofelia cada vez que se giraba me daba un vuelco el corazón y lo que no era el corazón. Llevaba un corpiño con un generoso escote y un pantalón que parecía de piel, ceñido al máximo, realzando sus piernas y su culo.

El primer gran “roce” de la noche lo tuve con Valle. Su marido se empeñó en subir un equipo de música a la terraza y no había quien le llevara la contraria. Me pidió ayuda para subirlo y me ofrecí a subir el mío, que era uno pequeño pero suficiente. No hubo manera, fuimos a su casa su mujer, él y yo. Era un equipo con años. No tenía torres de sonido si no gigantescos bafles y una torre grande de sonido, tenía hasta tocadiscos, con eso lo digo todo. Valle iba por delante abriéndonos puertas y una vez que nos metimos en el ascensor estábamos más que ajustados.

Estaba en una situación que había leído en algún relato. ¿Me atrevería? El corazón me iba a 2000 por hora. No me corte, escuchaba lo que me iba diciendo Toño de su super equipo, desde que era único, mejor de lo que se fabricaba ahora, etc. Lleve mi mano al culo de Valle, se lo acaricie con suavidad y la veía de reojo, se puso colorada. Apretó sus labios, los mordió, le dio tos. Baje un poco más y toque sus muslos por detrás, sus piernas bien juntas. El ascensor se paró en otro piso, antes de llegar a la terraza. Era otra de las que estaban en la fiesta, que llevaba un bol gigantesco con hielo. Mientras Toño con su humor, le decía que íbamos como latas en sardina, aprovechaba para tocar descaradamente el culo de Valle y logre tocar su coño por encima de sus bragas, porque abrió un poco las piernas.   

Fue muy corto, sacamos todo del ascensor y luego Toño se dedicó a montarlo. El momento del ascensor fue mucho mejor de lo que siempre me pude imaginar, imposible describirlo. Desde ese momento la mirada de Valle era tremendamente sexual. Me disculpé y dije que ahora regresaba. Iba a mi casa al aseo, ya que el de la terraza había cola. Estaba en mi casa en el aseo y oigo que llaman a la puerta. Sonrió y sé que es Valle. Abro y es Ofelia. Me empuja entra en mi casa y sin darme tiempo a nada me dice, “por favor de lo de la otra noche, no se lo puedes contar a nadie, pero a nadie, que en este vecindario si se entera alguien, la noticia corre como la pólvora, lo que me pidas, pero no lo cuentes”, me dio hasta pena, todo lo que había pensado esa noche se me borro al momento.

No fui capaz de decir nada y mucho menos con esa cara de susto que tenía Ofelia. Me miraba tiernamente y le dije, “no te preocupes, que tu secreto no saldrá de mi” e inmediatamente, vi algo en su mirada que me llevo a besarla, ella decía, “no, no, no” pero me dejaba meterle la lengua hasta la garganta. Le dije, “lo que no te dio el imbécil ese la otra noche, te lo voy a dar yo, no te dejare a medias” siguio “protestando” y le di la vuelta, la pegue contra la pared y es cuando vi que el pantalón que llevaba era elástico y se bajó fácilmente, no llevaba bragas.

Me preguntaba que iba a hacer. Me saque el rabo y se lo coloque por detrás, no estaba muy mojada, pero tenía que ser un polvo rápido. Empecé a clavarle el rabo y se colocó ella sola mejor, ahora solo decía, “madre mía, lo que tienes, despacio, espera que nos acoplemos bien” se mojó rápidamente y mi rabo entro estupendamente. Ofelia se apoyó en la pared, estirando sus brazos hacia arriba y era como si la empotrara contra la pared. Como gemía la mujer, ya no decía no. Pase una mano por delante y masajee su clítoris, cuando lo empecé a hacer, se derretía literalmente, con la otra mano tenía uno de sus pezones y acordándome de la paliza que le dieron a su culo, lo empecé a apretar como me había enseñado Ada.

Respondía perfectamente y con mucha excitación, lo que me despisto, fue un momento que se quedó en silencio y luego exploto con una corrida que fue una burrada. Se quedo como petrificada en la pared, solo una respiración de excitación. Me dijo que ahora me tocaba a mí. Se dio la vuelta, se agacho y me dijo, “menuda tranca tienes, hijo mío, tienes para dar y regalar” lo iba diciendo mientras lamia todo mi rabo y luego paso a hacerme una espléndida mamada. Descanso un momento porque decía que era grande para su boca y me dijo que la avisara cuando me fuera a correr. Siguio con más saña y cuando me iba a correr la avise. No se quitó, lo que hizo, fue pajearme con más rabia y metérsela a tope, hasta que me corrí.  

Lo relamió todo bien, se levantó y con cara de “congestión” me dijo, “chiquillo, ha sido bárbaro, estas cosas no se pueden hacer con tanta velocidad, pero hacía ya MUUUUUCHO que no me corría así y ahora vámonos que no nos echen de menos” nos fuimos, ella se fue hacia su casa y yo me subí a la terraza. Si alguien se cree que me relaje, para nada, estaba con más ganas. La única que me echo de menos fue valle, que se creía que me había ido. Seguimos “jugando” con nuestras miradas y algunos gestos. Era el momento justo para follarla, lo mismo otro día no se daban las circunstancias. Toño además estaba fresco, no bebido como algunos. Sería casi imposible. Por lo menos esa noche.

La gente empezó a desaparecer y al final nos quedamos un grupo reducido, de los que quedamos había de todo, los que estábamos en un estado “normal” y los que se encontraban en un estado de “euforia” sin igual. Empezaron a contar chistes verdes, Antonio (58 y 1.70, regordete) el mayor de todos, que los contaba con mucha gracia y todos nos reíamos sin parar. El punto de “euforia” que tenía lo hacían muy gracioso. Algunos contaron anécdotas y yo escuchaba y me reía. A parte de no quitarle ojo a Valle y observar al resto, sobre todo a las mujeres.

No sé cómo se pasó de los chistes a hablar de sexo. Los que más comentarios hacían eran los hombres, soltando puyitas a las mujeres, que algunas se reían y les decían que eran unos fantasmas. Empezó un tira y afloja muy interesante, porque empezaron a soltar intimidades y cada vez se animaban más. Algunas de las mujeres se decían cosas al oído y se reían, pero el resto no nos enterábamos.

La mujer que se lanzó primero a responder fue Charo (+-50, 1.68, delgada, voluptuosa, labios carnosos, culo grande y hermoso, melena corta con mechas rubias), “vosotros mucho hablar, pero a todos os pasa lo mismo, al principio queréis todo el día, parecéis perros salidos, pero ahora sois como cuando se descorcha una botella de champan, una vez que sale el tapón, se os va toda la fuerza” y ellos no se quedaron callados, la silbaron y Jacobo le espeto, “vosotras que sois muy clásicas y no queréis innovar” eso pico mucho a las otras mujeres y las enardeció, hasta el punto que Angela dijo, “si sois todos iguales y si no es así, que me corrijan las mujeres que están aquí, vosotros sois los reprimidos, sois por decirlo muy finamente, mariquitas frustrados, hasta que no conseguís darnos por detrás no paráis os ponéis pesadísimos y os estas volviendo pitopausicos” las mujeres se rieron y ninguna dijo nada.

Toño, que era el que más predicamento tenía sobre todos, que se lo note desde el principio le dijo a su mujer, “Valle, ¿tú no dices nada?” y Valle que ahora se encontraba en apuros con voz melodiosa, como para aplacar los ánimos dijo, “sabéis que Angela tiene unos arranques, pero sin mala fe, no se ha sabido explicar. Creo que lo que ha querido decir, es que estáis un poco anticuados con lo de las relaciones, que tenéis que modernizaros un poco más y sobre todo poner algo más de pimienta en los momentos más íntimos, que no es llegar y ya está” a Toño no le gustó mucho por la cara que puso iba a contestar pero se le adelanto Ofelia que además estaba muy “alegre” y añadió, “es verdad lo que han dicho Angela y Valle, pero además que os creéis que sois la leche en la cama, que tenéis un cañón entre las piernas y chicos, tampoco es para tanto” ese fue el remate porque a todas les dio la risa y yo que había tratado de aguantarme no puede y me reí también.

Los hombres se sentían heridos en su falso orgullo y entonces preguntaron en que se habían quedado “atrasados” y alguno quisieron reivindicarse con lo del tamaño, diciendo que más valía chiquita y revoltosa, que no una grande que luego no se empalman bien. Otro coro de carcajadas se produjo. Consuelo retocando la conversación que tuvimos, dijo, “es que no estáis al día, el otro día leí un artículo sobre el cuckolding, que hay mucho joven que lo practica y se ha puesto muy de moda, que no quiere decir que yo esté de acuerdo” lo que llamo la atención es que nadie pregunto lo que era, salvo Félix que no sabía de qué iba eso. Se lo explicaron y moviendo la cabeza no dijo nada más.

Pero entonces me preguntaron a mí, que pensaba de eso, si lo había oído. Podía haber contestado un sí o un no, pero quise ir un poco más allá. “Claro que lo he oído, porque entre otras cosas lo he practicado, es divertido”, en ese momento me llovieron un montón de preguntas y no sabía por dónde empezar y decidí empezar por la de cómo podía un marido permitir eso. “Muy sencillo, por lo que he vivido los maridos les excita ver a sus mujeres en esa situación. Todo empieza con las fantasías entre la pareja, haciendo participar a un tercero y cuando me nos se lo esperan la están haciendo realidad y buscan a uno joven y que este mucho más dotado que ellos”, Félix volvió a preguntar, “entonces se supone que tu estas muy bien dotado y con cualquier pareja que te lo proponga vas y ya está. ¿Es así?”, me sonreí y le contesté, “no, no es así. No me voy con cualquiera, me tienen que caer bien y haber cierta química, por lo menos con ella, si no, no me voy con cualquiera, que tengo mis gustos” algunos se rieron y me decían que a mi edad, ellos no eran tan exquisitos.

Parecía que se acababa el interés por mí, cuando Toño en plan sarcástico y con bastante mala leche dijo, “no has contestado a lo de si estas bien dotado, que lo mismo tienes una boa y nos come, jejeje” el tono empleado que causo alguna carcajada me sentó mal y mi contestación le llego con el mismo tono, “hombre, modestia aparte, si estoy bien dotado y también me lo han dicho, pero lo que es seguro que por lo que se ha oído antes aquí, mejor que vosotros, pero como uno decía, que tenía que ser juguetona, pues soy juguetón” las mujeres se sonrieron y Toño frunció el morro. Varios empezaron a gritar, que la enseñe, que la enseñe, pero no me di por aludido.

Toño que ahora estaba más “alegre” se picó conmigo. Para dejarme mal dijo a los demás, “es que es muy fácil decir que se tiene mucho y luego achantarse cuando tienen que demostrarlo, huele a fanfarrón” ahora el que se sonreía era yo, porque le iba a rematar. “Mira Toño la verdad es que no me apetece enseñarle el rabo a un tío, creo que eso es fácil de comprender hasta para ti”, sabía que era un bocazas y sin quererlo iba a hacer lo que yo quería y así fue. “Pues muy fácil, Valle será la testigo y nos dirá” eso era lo que quería, valle monto en cólera, reprochándole “indignada” esa ocurrencia y añadió “y encima yo sola”, el no dejo terminar a su mujer y dijo, “pues que te acompañe Angela, que ha sido la bocazas, si Félix se lo permite” y Angela se levantó muy ofendida, “oye que no soy ningún perrito, que a mí nadie me tiene que autorizar nada, que soy mayorcita y si mi amiga dice que sí, la acompaño”

Silencio y nadie decía nada y lógicamente yo callado. Jacobo me pregunto, “ahora me has picado la curiosidad, con eso de que no todas las mujeres te gustan, ¿Qué opinas de las nuestras?” le respondí “aparte de que me caen todas muy bien, no diré nada más, que eso no quiere decir que no tenga una opinión formada, pero aquí estando todos no me parece procedente, entre otras cosas, porque reconocer que algunos estáis más alegres de la cuenta y no quiero que mañana estéis disgustados” otra vez salto Toño, pero esta vez acompañado por Félix y Antonio, que dijeron que ellos controlaban que no estaban borrachos.

Se metieron conmigo de que era un “rajao” que ni me atrevía a dar mi opinión ni me atrevía a enseñar lo que tenia que enseñar, animándose unos a otros para seguir metiéndose conmigo. Muy consciente de lo que decía, los mire atentamente y con cierta chulería les dije, “precisamente no he sido yo el que me he rajado, que me da igual enseñar lo que sea, en todo caso se lo tendrías que decir a otras personas” sabia que con eso les picaría a ellos y a ellas. La bebida hizo el resto. Valle que estaba junto a Toño, recibió un toque de él animándola y ella no se hizo de rogar, “Angela acompáñame, que no nos van a dejar cortadas ni estos tarugos y tampoco el vecinito” preguntaron que donde y decidimos que en el descansillo que había detrás de la puerta de la terraza, que daba a las escaleras.

Valle iba muy decidida y seguro que le hubiera gustado mas ir sola, Angela iba con mas dudas, pero tampoco puso ningún reparo. Estábamos en el descansillo y eche la llave que estaba puesta. Fue mas una orden que una petición, “venga Valle, tu eres la encargada, no perdamos el tiempo” le salió una sonrisa “perniciosa” y se pegó a mí, ante la mirada de Angela, quedaron a centímetros nuestras bocas y con un alto grado de calentura y desabrochándome el cinturón y los pantalones me dijo, “vamos a descubrir que se esconde aquí y si ha merecido la pena”, estaba empalmadísimo, en cuanto me desabrocho, metió su mano y exclamo, “madre mía Angela, no me cabe ni de coña en mi mano, como dice Toño, tiene algo que es imposible que exista, que tiene truco”

Angela tenia los ojos desorbitados, pero no por lo que pudiera ver de mi rabo, que no podía ver nada, era por lo que decía su amiga y por como lo decía y por lo pegados que estábamos. Puse mis manos en sus hombros y empujé suavemente hacia abajo y Valle se dejó llevar, bajándome los slip y los pantalones hasta las rodillas. Ni una indicación mas tuve que hacer, empezó una mamada exagerada y ahora Angela si podía ver y después de la primera impresión, tartamudeando decía, “esto se ha salido de madre, mejor me voy nos vamos, nos pueden pillar, se puede armar gorda”no paraba estaba muy nerviosa. Que mejor para callarla que atraerla hacia mi y darle un beso de lo mas provocador y cachondo que pude.

Ella correspondió, comiéndome la boca con cierto punto de salvajismo, nos mordíamos, nuestras lenguas “luchaban” entre ellas, me ponía cachondo tanta pasión. Valle tenia una forma de comer el rabo que era especial. Me asombraba lo que le cabía en la boca, a nadie le había entrado así. Debió de tener un momento de lucidez, porque dijo, “no podemos seguir, que estamos tardando y en cualquier momento aparecerá alguien” y se levantó, pero no estaba dispuesto, le di la vuelta la apoye sobre la barandilla, no me hizo falta agacharla ni decirla nada, lo hizo ella, pero eso si me dijo, “solo un poco y otro día lo acabamos” ni me moleste en contestar. Aparte sus bragas, coloque mi rabo y empuje de una vez, entro perfectamente, era igual que su boca, le entraba de lujo. Empecé a bombearla desde el principio con fuerza y solo decía dos cosas, “me da igual todo pero no pares y Angela dame la mano”

Angela le dio la mano y cuando empezó a aumentar sus gemidos, le tapo la boca con la otra mano. Mientras agarraba su melena y tiraba de ella, la follaba con ímpetu, con mucha fuerza. Luego me agarre a sus portentosas tetas, menudos pezones se gastaba Valle. Vi la cara de Angela y no quise dejarla irse así, metí una de mis manos por debajo de su falda y estaba como un rio, se dejaba tocar sin ningún impedimento. Lo que pasa que era muy complicado, porque con una mano agarraba la mano de su amiga, con otra le tapaba la boca, un follón. Percibí perfectamente cuando llegaba valle a su orgasmo, quien grito un poco fue Angela, porque Valle mordió su mano. Nos relajamos aunque no me había corrido. Valle me dio un beso suave en los labios y me dijo, “gracias mi niño, ha sido delirante, me has llevado al cielo si es que existe” y mi respuesta fue, “de gracias nada, también me tengo que correr” me entendió perfectamente cuando me vio que estaba meneándome el rabo, se volvió a agachar.

Le dije a Angela que también se colocara ella y ahí si que estuvo remisa, hasta que Valle la hizo agacharse también. Valle quería que me comiera el rabo, pero Angela se negaba porque había estado en su coño, le daba digamos que “reparos”. Me la meneé a toda velocidad, no había tiempo y me tuve que contener de hacer ruido, con lo escandaloso que soy antes, durante y después de correrme. Así en silencio se perdía el 90% del placer. Como avise Valle saco su lengua un poco y me corrí en ella, por sorpresa Angela se llevo mi rabo a su boca y lo limpio mas que bien. Se mancharon un poco y se limpiaron, Angela volvió a mostrar su nerviosismo, “madre mía, se nos va a notar, que diremos, que pensaran” Valle tomo el mando y la dijo con voz firme, “¡CALLA YA, ANGELA! Que nadie se va a enterar de nada y limítate a seguirme la corriente”

Regresamos con todos y la primera pregunta vino de Félix, “ya íbamos a ir a buscaros, ¿dónde estabais que hacíais?” Valle con un desparpajo total le dijo, “pues que íbamos a hacer, estábamos follando, no te digo. Tu mujer que necesitaba hacer un pis y por eso nos hemos retrasado, mal pensados”, feliz agacho la cabeza y los demás rápidamente dijeron que ellos no habían pensado mal y de seguido, casi a la vez preguntaron, “al grano, ¿Cómo la tiene?”

Angela estaba pegada a Valle sin decir nada y Valle, dando intriga, “tensión” al momento, con un desparpajo abrumador, dijo de forma solemne, “solo puedo decir, que nuestro verificación, no es del todo justa, porque no la hemos visto en su momento mas álgido. Con eso solo podemos hacer la valoración a medias y dicho esto, es bastante mas grande de lo normal, tanto en longitud como en grosor”, protestaron porque no fue muy exacta y se lo recriminaron. Angela con sonrisa bastante maliciosa, miro a las mujeres y les dijo, “¿os acordáis esa vez que fuimos a la playa nudista todos y a nuestro maridos se les pusieron a media asta? Pues bueno para que os hagáis una idea, casi el doble del que mas grande la tenía” 

Preguntaron a Angela, que se quedo apabullada y solo decía que era verdad lo que decía Valle. Se pusieron persistentes, no se lo creían, decían que nos estábamos quedando con ellos y se empeñaron como chiquillos caprichosos, en que querían verlo ellos. Me negué. Entre las mujeres hablaban y me dio la sensación de que ellas si se lo creyeron, mas que nada por como les cambio las miradas. Poco después los deje solos y me marche a mi casa y se vinieron conmigo, Charo y Antonio, diciéndome el en el ascensor que menuda había armado y que le había caído muy bien. Me baje antes que ellos y al salir alguien me toco el culo, ni me gire, no supe quien había sido, pero ni quise preguntar.  

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