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Verano de aprendizaje y liberación. ( 2/4 )

en Amor filial

  

Ese día me desperté muy bien. La noche con mi hermana había sido muy buena, aunque me hubiera gustado continuar. Ella decía que estaba “molesta” de sus “partes bajas” y por eso lo dejamos así. Alberto y Cristina nos saludaron el día, como siempre con buen ánimo y en Cristina no había ningún atisbo de enfado, de sentirse mal conmigo. Mi hermana me decía que tenía mucho que contarme. Por eso nos fuimos por delante a la playa, los dos solos.

+ Ya estamos solos, empieza a contar y quita toda la paja, que, si no, te quedaras a medias.

+ Lo contare como yo quiera. Lo más importante, tenemos unos “padres” totalmente “salidos” y “pervertidos” les gusta el sexo en todas sus variantes.

+ Ya te dije lo que hablé con ellos, Alberto introdujo a cristina en ese tipo de ambientes y ahora se encuentran muy bien, se les ve muy afines. Creo que Cristina se deja llevar.

+ ¡JA! Según Estibaliz y Leire quien lleva la batuta es Cristina. Que es tremenda y que es una “fiera” le va todo.

+ Tampoco las hagas mucho caso, que lo mismo exageran y Alberto es muy suyo.

+ Que no, que Alberto es muy “obediente” que la que manda es ella. Me he creído lo que me han contado. Que han oído muchas veces, como Alberto dice que a cristina no hay quien la aguante el ritmo, quien la satisfaga y sobre todo quien la domine.

+ Pues no sé, porque ayer a mí me corto en seco, fue radical.

+ No me estarás diciendo que trataste de…

+ Si, pero me corto.

+ Me extraña, porque según estas, le va todo y no distingue de sexos.

+ Te sigo diciendo que lo pongo en cuarentena. Ver para creer. Porque si no conociera a Alberto, lo mismo me lo creía.

+ Pues a mí me da la risa cuando veo a Alberto y me tengo que contener. Porque si es verdad lo que dicen a Alberto le gusta su papel de sumiso cornudo.

+ Que no, eso no me lo creo.

Casi nos pillan en plena conversación, porque llegaron a la playa por otro lugar y solo pudieron oír lo último que dije y me preguntaron qué era lo que no me creía, les dije que una tontería que decía mi hermana. Lo dicho por mi hermana, influyo en mis pensamientos porque miraba fijamente a Alberto y Cristina, me costaba ver en ella una figura dominante y en el con lo que era, en cómo se comportaba, en su actitud, no le veía como una persona sumisa, para nada.

De nuevo ese día me ofrecí a ponerle la crema a Cristina y ella acepto sin ningún reparo, sé que lo hizo por estar todos. Hablamos entre los cuatro y sabía que Alberto tardaría poco en meterse en el agua, que en el momento que le daba un poco el sol iba a refrescarse. En cuanto lo hizo pase a dar un masaje más descarado, ante la atenta mirada de Helena, que me clavaba su mirada y sabía lo que estaba haciendo perfectamente.

Hice una seña a mi hermana cuando empecé a tocar el coño de Cristina. Me costaba porque tenía apretada sus piernas, pero conseguí tocarla con dos dedos y percibí como se humedecía. Pare cuando vi que llegaba Alberto. No sin antes chuparme los dedos para que Cristina me viera, al igual que me vio Helena. La falta de experiencia me hizo no poder descifrar la mirada penetrante de Cristina.

En cuanto pude le dije a mi hermana de no dejarlos solos ese día ni un minuto, que ya se lo explicaría. Mi hermana me conto que estaba “ardiendo” pero en ningún momento los dejamos solos, siempre estábamos uno de los dos con ellos y en el apartamento Helena se pegó a Cristina como una lapa, hasta en el baño. Algo que tampoco era raro en ellas, porque lo hacían mucho.

Lo mejor estaba por llegar y fue al acostarnos. Helena estaba muy intrigada y le dije que me siguiera y no hiciera nada de ruido, que lo entendería rápidamente si era verdad todo lo que ella había contado. Como la habitación de ellos tenía baño, era difícil que salieran de ella. Nos pusimos en la puerta, que desde allí se escuchaba mucho mejor que desde nuestra habitación y ellos hablaban con normalidad pensando que nosotros estaríamos en la cama. Empezaron hablando del tema de las camas y al ser el mes de agosto por allí no había tienda de muebles abiertas. Hablaban de ir al mismo Almería a ver si encontraban algo por allí. Nos estábamos aburriendo y mi hermana susurrándome me dijo que, porque no nos íbamos mejor a nuestra habitación, con la mano le indique que un poco más. Alberto le dio un giro de 180º a la conversación.

+ Eres muy puta, como le has provocado para que te diera la crema. Seguro que te hubiera gustado que se sobrepasara, que fuera descarado y atrevido. Me tuve que ir al agua porque me empalmaba.

+ Tan cornudo como ignorante. Fue menos descarado y atrevido que ayer.

+ ¿Qué ayer?

+ Si, que ayer, que me hizo tener un orgasmo fabuloso. En contra de mi voluntad y le dije que no lo volviera a hacer. Hoy ha sido más comedido.

+ Y, ¿Por qué no te lo tiraste?

+ Es como si fuera mi hijo, es muy joven y no es lo correcto.

+ Te oigo y no doy crédito, con lo puta que eres, con todos los que te has follado y según tú, con el pollón que tiene y te parece incorrecto. Si todas las noches follamos pensando en él, te corres como una cerda.

+ No es lo mismo.

+ Te has follado a las hijas de Eneko e Irune, hay no tenías reparo, que cerda que eres. Ya me gustaría saber cuántas pajas te habrás hecho pensando en Helena y Pelayo.

+ Que tú seas un “salido” no quiere decir que yo lo sea.

Creíamos que al decir eso se había enfadado, pero que va, debían de estar metiéndose mano, porque Cristina le decía que dejara de hablar y le comiera el coño. Además, la frase textual fue, “Cornudo menos hablar y cómeme el coño” mi hermana me metía la mano entre mis piernas y me agarraba el rabo. Eche mi mano para atrás hasta tocar su coño que estaba empapado.

Seguíamos oyéndolos, Alberto le decía si me iba a buscar, ella no decía nada, debían de estar follando, porque se oían los gemidos de Cristina. Alberto le decía que, si no le gustaría más tener mi pollón dentro, ella seguía sin decir nada, hasta que al final le contestaba un si larguísimo, llamándole cornudo y diciéndole que, seguro que a él le gustaría más, para luego comerse nuestras corridas. Lo último que oímos fue cuando Alberto le decía que cuando la follara el culo seguro que sería como la primera vez y ella solo decía que sí, que ojalá y que tenía muchas ganas.

Fue lo último que oímos porque no me aguantaba más, agarre a Helena y me la lleve para la habitación. Donde follamos como si el mundo se fuera a acabar. Mientras estuvimos follando, le decía que me encantaría que a Cristina nos la follásemos los dos y sentía como a mi hermana le calentaba eso. Quise darle por el culo, pero después de intentarlo y de sus quejas lo dejamos para otro momento. Una vez que acabamos mi hermana ya en frio me dijo.

+ ¿De verdad has dicho lo de Cristina en serio o ha sido por el momento?

+ Si es lo de follarla entre los dos, ha sido muy en serio. Me gustaría que la sedujéramos los dos. Dominarla a ella.

+ Es que no lo veo muy normal, que nunca me han atraído las chicas. A pesar de que las dos hermanas me digan que es una gozada. No me veo en ese papel.

+ ¿No te gustaría dominar a Cristina y hacerla nuestra?

+ En el caso de que me atreviera, es que no sabría ni como empezar ni nada. Me cortaría mucho y si ya está presente Alberto, me sería imposible. Que está muy bien para su edad, pero no me atrae nada.

+ Podemos hacerlo sin Alberto y con Cristina empezaría yo y luego hago que te unas.

+ Tu primero “explora” el camino y ya si eso, hablamos.

Había quedado con mi hermana, que tendría que buscarse la forma de hacer que Alberto la llevara a Almería. Porque les llevaría dos horas ida y vuelta, más lo que se entretuvieran allí. Mi hermana se buscó la excusa de ir a comprar un regalo para Cristina, que pronto seria su cumpleaños.

Nos quedamos en la terraza desayunando Cristina y yo solos, habían desaparecido Alberto y Helena, aparecieron arreglados y diciendo que se iban para Almería. Cristina puso cara de asombro y yo hice lo mismo, no quisieron decirnos nada y cuando se marcharon, Cristina me decía que, seguro que se iban para comprarla un regalo de cumpleaños, riéndose me dijo que menos mal que iba Helena, que Alberto era muy “malo” en eso de comprar regalos.

Me comento que se iba a duchar y que nos íbamos a la playa, que me fuera preparando. Esperé unos minutos y me fui decidido a su habitación y la puerta tenía el seguro puesto. Era la primera vez que lo hacía, porque nunca nadie en casa había puesto el seguro a ninguna puerta. Eso me quieto cualquier idea de la cabeza.

Misma rutina de otros días, puestos al sol para “tostarnos” y de pronto voces, risas, alboroto. Estaba boca abajo y oigo a Cristina saludar y se levanta, me suenan las voces y me giro viendo a Samuel y Ada dos vecinos de donde vivimos. Que se quedaron muy cortados al verme. Se recompusieron y ya no sabían si quedarse en el mismo sitio o irse a otro lado. Hasta que Cristina les dijo que no pasaba nada. Samuel (52) al contrario de Eneko y Alberto, que se cuidaban físicamente en cierta forma, estaba bastante gordito, con un buen tripón, no se le notaba tanto al medir como 1.85 y la calva que tenía no le acompañaba, que, si yo fuera el, llevaría la cabeza totalmente afeitada y no los cuatro pelos al viento.

Su mujer Ada (, era la comidilla de todos los chavales, estaba del barrio. Morena, 1.70, voluptuosa, con un culo ideal y unas tetas enormes. Aunque nunca se las habíamos visto y yo estaba a punto de verla en todo su esplendor. No me podría poner boca arriba. Ella y Cristina mantuvieron una conversación casi en susurros, hasta que mi tía le dijo que no fuera tonta que no pasaba nada y Samuel apoyo a Cristina. No quería despelotarse en mi presencia. Ahora me preguntaba si ellos también eran pareja liberal. Que no tenía nada que ver ser nudista con ello, pero la pregunta estaba ahí.

Se desnudo de espaldas y Samuel se enrollaba hablando conmigo. Contándome y contándonos que a sus hijos los habían dejado con los abuelos en el pueblo. El muy grande pero lo que se veía no era para vitorear. Seguía pendiente de ella y lo primero que pude ver el culo. Buen culo, sí señor, muy buen culo, grande bien colocado y que nadie se ofenda, pero muy bien colocado para su edad y para cualquier edad. Se gira y las tetas en consonancia con el culo, aunque algo caídas, tampoco nada extraño con el volumen que tenían. Los pezones grandes y bonitos. Lo que pensaba, no me podía dar la vuelta.

Quería ir a darme un baño, pero necesitaba que mi rabo volviera a su tamaño normal. Tanto Helena como Ada me pillaron mirándolas varias veces, la mirada de Ada era “especial” y me ponía más cachondo. Samuel se puso muy pesado para que el acompañara al agua. Ya me había calmado un poco y me levante diciéndole que fuéramos. Mi rabo no estaba empalmado, pero tampoco normal. Vi cómo me miraban los tres y Samuel hizo un comentario sobre mi rabo que no entendí y hubo risitas. La conversación en el agua fue escasa y la que hubo fue de lo más normal. Samuel la cambio, nos teníamos confianza del barrio, de vernos a menudo y de comer muchos fines de semana juntos.

La llevo a lo sexual. Me decía que tenía que estar “triunfando” allí, con mi cuerpo, etc. Con la misma naturalidad le dije que no me había “comido” nada de nada. Se reía y no me creía. Pero me daba igual. Volvimos con las dos mujeres y me llamo la atención los pezones de Ada, los tenía erectos y eran muy grandes. Nos separamos para ir a comer y quedamos para más tarde. En la despedida mi intención era dar dos besos provocativos a Ada y al final no supe quién fue el que provoco si ella o yo. De camino al apartamento, le pregunte a Cristina si ellos eran una pareja liberal. Su respuesta fue contundente, ¡NO! Y TE PROHIBO QUE TE SOBREPASES CON MI AMIGA ADA. Lo dijo enrabietada y cortante.

Me calle y nada más llegar al apartamento le dije que me daba igual, que si se me pone a tiro lo aprovecharía. Que yo también tenía necesidades. Se giro de golpe para replicarme. Como hacia siempre que estaba malhumorada y la diferencia esta vez, es que no la deje decirme nada, diciéndole que ella bien que se “relajaba” por las noches. Me miro con rabia y se fue. Me suena mi móvil, es Alberto que está llamando a Cristina y que no le coge. Me acerco a su habitación, que esta vez no está cerrada y Cristina esta todavía con el pareo. Le doy el móvil, veo y oigo como le contesta medio mal y dice que vale, que ya comeríamos nosotros cualquier cosa. Me devuelve el móvil diciéndome de malas maneras, que no venían a comer.

Al verla así, supe que me había pasado con lo que le dije antes, no había estado bien. Vuelvo a la habitación y oigo la ducha. La veo duchándose y mi rabo actúa como un resorte, se pone arriba del todo. Me desnudo y me voy sin hacer ruido hacia la ducha. La ducha tiene una puerta de hoja no corredera, la abro y solo al final se oyó algo. Lo que hizo que Cristina que estaba con el agua a tope, concentrada, se diera la vuelta. Se quedo petrificada, su cara lo decía y no articulaba palabra. Mi corazón estaba latiendo al máximo.

No puedo describir lo que sentí al tener a mi “madre” delante de mí, cayéndole toda el agua. Me quede en blanco, no sabía qué hacer. Estaba haciendo el mayor espantoso ridículo. Me iba a ir, cuando su mirada se clavó en mí, me acaricio la cara y sin decir nada más, me cogió el rabo suavemente y se puso a hacerme una paja, se agacho y continuo, hasta que se lo puso en la boca, dándole suaves besitos, lo que hizo que me despejara del todo y que ya no estuviera en blanco. Ahora ya estaba haciendo una mamada en condiciones, colosal y que me derretía. Lo malo es que me había quedado tan en blanco, que no había sabido controlarme y estaba para correrme. Tenía que evitarlo, no quería que una vez que me corriera, se sintiera culpable y no quisiese más. Me acorde lo que me conto mi hermana sobre Cristina y no me lo pensé, agarré su pelo mojado, dando un tirón de él, no muy fuerte, pero lo suficiente para que parara.

Su cara era de sorpresa, se fue levantando y seguía muda, me miraba con “temor” y esta vez sí me sentía dominando la situación. Por lo que le dije, no soy el blando de Alberto, te voy a follar como nunca te han follado y no me olvido de lo que me has puteado, prepárate.

La hice darse la vuelta, me apreté contra ella, quedando mi rabo justo encajado en la raja de su culo. Agarraba sus tetas, sus duros pezones y fui bajando mi mano hasta su coño, encontrando un duro clítoris, que al rozarlo ella gimió con pasión. No sabía si estaba preparado para meterle mi rabo, me daba “miedo” correrme en el mismo momento que se lo metiera. No había más vueltas que dar, hice que se apoyara contra la pared de la ducha y ella alzo su culo, agarre mi rabo y lo lleve hasta su coño, empujando lentamente y disfrutando del placer de notar como entraba, Cristina no podía verme, pero según iba entrando mi boca se abría al máximo, por el placer recibido en ese momento.

Ya me olvidé del “miedo” a correrme, sabía que aguantaría. No nos decíamos nada, solo nos oíamos respirar. Y me puso tremendamente excitado cuando Cristina me dijo, dale ya, ¿no era esto lo que querías?, ¿a qué esperas ahora?, no aguanto más se un hombre de verdad. Lo que me dijo mi hermana era verdad, ella era muy mandona, le gustaba controlar. No era el mejor sitio porque teníamos algo de inestabilidad, pero si era lo que quería, lo tendría.

Empecé a penetrarla con más ritmo y con más “violencia” al empezar Cristina a gemir, provocaba en mi más excitación, era muy excitante oírla, eran unos gemidos intensos, pero suaves, no como los de las películas porno. Se entrecortaba lo que decía, que no se le entendía, pero me daba igual me ponía muy cachondo. Lo que, si lograba entender entre esas frases, era que me pedía más y más. Mis empujones eran ya tan fuertes, que teníamos que tener cuidado, para no resbalar y para no empotrarla a ella contra la pared.

La bombeaba rápido y duro, contra más lo hacía, más gemía ella, que sus gemidos empezaron ya a ser como “chillidos” muy fogosos. Dijo de irnos fuera que al final nos haríamos daño. Así mojados salimos y fuimos a su cama. El ritmo de penetración ahora era mejor y se notaba que ella lo disfrutaba ahora más. Me decía que no me parara, que quería correrse otra vez y no me había enterado cuando se había corrido la primera vez.

Las penetraciones eran rápidas y profundas, hasta notar como mi pelvis golpeaba su culo de forma “violenta” y ella lo rabia con sumo placer. Entre imágenes de pelis pornos, recordando lo que me había contado mi hermana y lo que yo suponía, quise pegarla en el culo, saber que pasaría. Sin parar la pegue en su culo, protesto y me dijo que por ahí no fuera, y no la hice caso, quise mandar, dominar yo, así que repetí varias veces la misma acción, lo único que lo acompañe de palabras “fuertes”, cállate y no digas nada, que eres una puta, muy rica, pero puta, que ahora follaremos bastante a menudo, ¿no veníais aquí para que te follaran?, pues así será, te follare. Al contrario de lo que podía haber imaginado, se limitaba a pedir más y no me contradecía, aunque tampoco me daba la razón, a pesar de que le exigía que me dijera que sí.

No me podía aguantar más y ella que era muy lista, me decía, vamos mi niño, échamelo todo, lléname, llena a tu mama. Eso hizo que me corriera sin poder evitarlo y justo empezar a correrme y esta vez sí oí como se corría ella, quedándonos los dos rendidos y yo sin saber que decir o hacer en ese momento. Me parecía un momento tenso. Cristina me dijo que me quitara de encima, que necesitaba un poco de aire, pero no se fue ni me dijo que me fuera. Solo hizo un comentario de que menudo calor y se rio. Iba a salir de muchas dudas y le pregunte.

+ ¿Te sientes mal ahora?

+ No, no me siento mal. Porque sabía que desde que te enteraste de lo de Alberto y lo mío, esto iba a ocurrir, tarde o temprano. Y también sabía que hoy había muchas posibilidades, porque tú no ibas a parar.

+ Alberto, ¿lo sabía?

+ Alberto ni lo sabia y de momento no lo sabrá. Yo seré quien decida, como y cuando decírselo.

+ ¿Por qué? ¿Es que se enfadara?

+ Que va a enfadarse, si le hubiera gustado vernos. Lo único que es un “juego” que quiero tener yo.

+ Y a ti. ¿Te ha gustado? ¿Ha sido lo que te esperabas?

+ Ha sido mejor de lo que me esperaba, pero seguro que lo podremos mejorar.

+ Bueno eso ya lo veremos otro día.

+ Otro día se verá más, pero hoy todavía queda bastante por hacer.

Empecé un nuevo “ataque” y solo me dijo dos cosas, que rápido me había recuperado y que no le dijese cosas “feas” como antes, que no le gustaba y menos viniendo de mí. Me daba igual lo que me dijera, porque cuando la llame puta, me di cuenta de que se excitaba, no le iba a valer para nada lo que me había dicho. Estábamos de lado, frente con frente y mi rabo entre sus piernas. Lo que hacíamos era algo más que besarnos, incluso nos hacíamos “daño” al hacerlo, no controlábamos bien nuestras bocas. Nunca había estado antes así con ninguna mujer. Era algo fuera de lo normal.

En el jaleo que nos traíamos, le dije en el oído, vamos puta cómeme el rabo que lo haces muy bien, protesto un poco y le añadí, eres la mejor puta comiéndome el rabo, ninguna me lo ha hecho como tú. Eso le debió de gustar porque no protesto más y se fue a comerme el rabo. Lo hacía mirándome, una mirada con una intensidad, que me hacía retorcerme de gusto. Le dije de parar, porque si seguía era inevitable mi corrida, la zorra no paro, hizo que me corriera y fue tan buena mi corrida, como oírla cuando sintió mi corrida. Se quedo de rodillas sobre la cama, recogió con un dedo unas gotas de mi corrida que quedaban en mi rabo y con cara viciosa, se relamió el dedo.

Se levanto y me dijo que la sesión se había acabado. Que no podíamos entretenernos más y que tenía que salir a comprar unos encargos que dejo Alberto y mi hermana. Fui a vestirme para acompañarla, me puse una camiseta y unas bermudas. Ella salió con unos pantalones pirata, muy ajustados, donde además de marcársele el culo perfectamente, se notaba su coño de la misma manera. Una camiseta sin sujetador, marcándosele los pezones, para follársela. Tardamos como 45 minutos en comprar y todo ese tiempo en el supermercado, no pude quitarle ojo. Tenía ganas de acabar y estar a solas con ella de nuevo. Mi rabo estaba con ganas de guerra. Al dejar las bolsas en la cocina, la abrace y me paro. Me dijo que no le gustaba quedarse a medias y que ahora ya no había tiempo.

+ Cristina tu amiga Ada, ¿también es de vuestro “circulo”?

+ No. Pero ya los conoces, son un matrimonio muy alegre, divertidos y el alma de cualquier fiesta.

+ Pues tiene pinta de irle la “marcha” por cómo me miraba y esas cosas. No sé por qué, aquí la veo o los veo de otra manera.

+ Ada y su marido son “especiales”

+ ¿A qué te refieres?

+ Como los juegos de tu play, está en un nivel más avanzado.

No me quiso aclarar más y se puso a colocar la compra. Llegaron Alberto y mi hermana y ella venia con cara de aburrimiento. Sabía que Cristina no le contaría nada a Alberto y decidí no contarle nada a mi hermana, por lo menos en espera de ver como se sucedían los acontecimientos.

Helena y yo nos fuimos a cenar con las dos hermanas y en vez de irnos a algún sitio a cenar, nos fuimos a su casa. Porque Leire estaba mala. Ya en su casa vimos que no era solo ella la que estaba mala, su padre también. Comieron los dos lo mismo y les sentó mal. Después de cenar, nos fuimos los cuatro a la habitación de Leire. Al rato la casa se quedó en silencio. Sus padres se habían acostado. A mitad de la conversación Estibaliz pregunto por una cosa de su portátil y le respondí. Me hizo acompañarla a su habitación para ver si lograba desbloquearle algo que decía.

No se anduvo con sutilezas, nada más estar en su habitación fue muy directa y nos estábamos dando un buen morreo. A pesar de saber lo de sus padres, me cortaba un poco el rollo estar tan cerca de sus padres y ella me repetía una y otra vez, que pasase de ellos, que no pasaba nada. Hasta que llegó un momento que ya me dio todo igual. Fue cuando se agacho y me bajo las bermudas y se puso a mamarme el rabo. Paro de mamarme sin dejar de hacerme una paja y me sorprendió diciéndome que le gustaba lo gorda que era y volvió a lo suyo.

Volvió a parar se quitó el vestido que llevaba, quedándose solo en tanga, no llevaba sujetador. Me dijo de no perder más el tiempo, que no teníamos mucho y que si tardábamos aparecían su hermana y la mía, queriendo saber porque tardábamos. No sé de dónde, saco un condón y me lo dio, era una chica previsora. Me costó ponérmelo, pero al final lo conseguí. Se tumbo boca abajo y lo primero que me dijo, que se colocaba así, porque era como más le gustaba y porque así llegaba muy rápido, que no era para que la diera por detrás y me lo dejo claro.

Me puse detrás y sin llegar a tumbarme sobre ella, puse mi rabo en la entrada de su coño. Estaba tan empapada que no tendría ningún problema en follarla. La lubricación del condón, también ayudo bastante, porque a pesar de estar tan empapada era estrecha. Mientras íbamos cogiendo el ritmo, ya que empecé suave, me di cuenta de que había alguien observando, creía que eran mi hermana y la suya, hasta que pude ver sin que se dieran cuenta de que era su madre Irune.

Estibaliz me pedía que empujara hasta el tope, que eso le gustaba mucho. Sacaba casi todo el rabo y se lo volvía a meter hasta que nos tocábamos. Me daba igual ya que la madre mirara, es más, me ponía más cachondo y eso hacía que la follara con más ímpetu. Mire con descaro hacia donde estaba Irune, sonriéndola y mirándola. No le deje ninguna duda de que sabía que estaba allí y le dio igual, lo único que hizo fue abrir con suavidad un poco más la puerta. Es la primera vez que vivía algo sí, me puso al borde de la “locura” era más que una excitación.

Estibaliz apretó su cara contra la cama y se corrió con mucho ímpetu, retorciéndose para todos los lados, me hubiera gustado oírla sin que se tapara, tenía que ser el no va más. Me levante y me quite el condón, lo hice también para que su madre me viera el rabo y luego le dije a Estibaliz que me correría en su boca. Ella por lo que vi encantada. Me hacía una mamada vistosa y con mucho arte. Su madre no perdía comba de lo que sucedía y yo la miraba directo a los ojos. Nos trasmitíamos mucho y cuando me corrí en la boca de Estibaliz, creía que su madre se correría sin tocarse.

Me pidió que me fuera a la habitación de su hermana y que ella iría ahora. La madre nada más terminar de correrme desapareció. Pero sabía que nos volveríamos a ver de otra manera, el verano pintaba pero que muy bien. Al marcharnos mi hermana iba con ganas de juerga y me tonteaba provocándome y diciéndome que había hecho con Estibaliz. Se lo conté con todo detalle y me dijo que le hubiera gustado vernos. En el trayecto Helena recibió una llamada de una amiga suya, se puso muy contenta y empezaron a ponerse al día. Estaba en Murcia a 1,30 h de donde estábamos nosotros.

En cuanto vio a Alberto y Cristina, se puso melindrosa para que uno de ellos la llevara a Murcia a comer al día siguiente para ver a su amiga. Hacia tan bien lo de embaucar a la gente, que Cristina dijo que si, que mientras ella comía son su amiga, nosotros tres aprovecharíamos para comprar cosas en el Ikea. Intervine diciendo que no me apetecía, que me quedaría aquí. Les pareció bien.

Cuando se fueron, que no fue muy temprano, una hora normal, me baje a la playa. Me coloque en la misma zona que solíamos hacerlo. Había bastantes parejas alrededor y trataba de hacerme a la idea, como un número importante de esas parejas, no todas, les gustaba el rollo de “entremezclarse” porque los conceptos de matrimonio o pareja no eran los que yo había tenido hasta ese momento. Aunque entendía que, si varios adultos están de acuerdo, no puedan hacer lo que quieran.

Los primeros en aparecer fueron Samuel y Ada. Donde vivíamos nadie se imaginaria a Samuel y a Ada, en este tipo de situaciones o similares. Como tampoco se lo imaginarían de Alberto y de Cristina. Samuel y Ada, eran muy respetados y aunque ella era muy “sugestiva” en su forma de vestir, nadie se sobrepasaría con ella, porque nunca daba pie a nadie, con ella no había equívocos. Muy simpática y agradable, pero hasta ahí. Aunque a todos mis amigos y a mí, siempre nos causó y nos causa impacto verla. Pues mucho más, como la veía ahora sin ropa.

La conversación empezó por saber qué hacía solo y les conté donde estaban el resto. Llego Irune sola, las hijas y Eneko se quedaron en casa, no estaban todavía bien del todo. Pregunto lo mismo y fue Ada quien le conto porque no estaban el resto de mi familia. Mi rabo estaba al máximo, Ada me ponía muy cachondo y recordar lo de la noche anterior, ver la cara de Irune, me ponía más cachondo todavía.

Ellas se pusieron a hablar de todo un poco, nada trascendental, básicamente de las nuevas plantas que había plantado Ada en el chalé donde vivían. Que lo habían comprado hacía ya muchos años y lo utilizaban en verano, cualquier fiesta del año y los puentes. Ante tan “interesante” conversación, mi rabo cogió un tamaño más normal, lo que me permitiría levantarme e ir a darme un baño. Samuel se había quedado dormido y no llegaba a roncar, pero resoplaba de una forma sonora.

Les dije que me iba a bañar y Ada movió con brusquedad a Samuel, acompáñale que no se bañe solo, que solo sabes dormir, venga muévete, fue expeditiva no le dio opción a otra cosa. Samuel se levantó y a pesar de que insistí en que no lo despertara y que me podía bañar solo, él se vino conmigo, me decía que con las mujeres no se discute. Me sentó mal por Samuel y se lo quise expresar.

+ Samuel, de verdad que lamento que te despertaran.

+ Ya te lo he dicho cosas de mujeres.

+ Seguro que era para quedarse solas y poder hablar más tranquilas.

+ Que va, es para que yo hablara contigo. Aunque lo mismo les viene bien quedarse solas para hablar.

+ ¿Y de que tienes que hablar conmigo? Si es para que no cuente que hacéis nudismo, podéis tener la certeza de que no comentare nada a nadie.

+ En eso estamos tranquilos. No es eso.

+ No quiero que me interpretes mal. Pero ya que se, que sabes el secreto de todos nosotros. ¿Qué visión tienes de todos nosotros?

+ A parte de que ha sido toda una sorpresa en lo que respecta a Alberto y Cristina, de vosotros no sabía que estuvierais en lo mismo, porque nadie me lo había dicho. (Le oculte lo que me dijo Cristina de que ellos eran “especiales”) De todas maneras, creo que no debo opinar. Salvo que veo que por aquí es más normal de lo que parece, porque en estos días he visto de todo.

+ Me agrada que por lo menos no estés escandalizado.

Me quise salir del agua y como ya me avisaron por la pareja que entablo conversación conmigo al principio, supe que Samuel quería decirme algo más, cuando llegamos a las toallas vi como la mujer le miraba y el hacia un ligero y discreto movimiento con sus hombros. Lo hablaría con Cristina. Nada más llegaron al apartamento le dije a Cristina que necesitaba hablar de forma urgente con ella. Le dijo a Helena y Alberto que fueran preparando la mesa para cenar y a mí que le acompañara a tirar la basura y los vidrios.

Ella rápido me pregunto si había pasado algo y una vez que la tranquilicé, le conté lo que me había pasado. Puso mala cara, note que dudaba entre decirme algo o simplemente pasar de lo que había contado, pero al final, nos paramos y se soltó.

+ Te lo voy a explicar, para que lo tengas claro. Ellos no son como nosotros. Son por decirlo de otra manera, más “guarros”

+ ¿Por qué son más guarros?

+ Alberto y yo, a excepción de lo ocurrido hoy, siempre que hacemos algo tenemos que estar los dos. No vamos cada uno a nuestro aire y siempre participamos los dos. Ellos no. Ella es muy puta y el un cornudo que le gusta mirar, no participa con otra mujer. No quieren parejas.

+ Cristina no te entiendo. ¿Por eso son más guarros? Al final más o menos hacéis lo mismo.

+ Que no, que no somos iguales. Alberto y yo, cuando empezamos en esto, llegamos a ese acuerdo. Ellos también empezaron así, pero al final evolucionaron a otra cosa.

+ Pues yo lo veo igual. Ni mejores ni peores, solo iguales.

+ Tú como Alberto. Que sabréis vosotros, vámonos que estarán preguntándose qué pasa.

No se fue enfadada, pero si contrariada. Mientras cenábamos mi hermana se puso melindrosa conmigo. Rápidamente me sonaron todas las alertas, porque cuando se ponía así, era que quería algo. Era que su amiga Ruth (16-17) (1.60) que era con la que había comido, su mejor amiga y confidente, vendría al día siguiente a pasar dos días. Por lo que a mi si no me importaba, me tocaba dormir en el sillón. Que sería una incomodidad total. Ya que si no sería su amiga quien tuviera que hacerlo. Le dije que me lo pensaría.

Alberto y Cristina se bajaron a tomar un helado después de cenar y de paso luego nos subirían uno a nosotros. Helena al quedarnos solos, volvió a la carga, pero esta vez con todas sus “armas” y mientras me tocaba me conto que le había dicho a su amiga lo nuestro. Me sentó muy mal, porque eso no era lo que habíamos acordado. Ya que era nuestro secreto. Se justifico diciendo que le había dicho que fue solo un tocamiento y que su amiga Ruth, de siempre había estado loca por estar conmigo y habían acordado “seducirme” entre las dos por eso la repentina invitación a venir. Ya la idea me gustaba más.

Cuando llegaron Ruth y sus padres que eran los que la traían, estuvieron a punto de llevársela, al ver lo de la playa nudista. Helena fue rápida y dijo que nosotros no íbamos a esa playa. Alberto y Cristina, callaron como muertos y cuando les preguntaron mintieron. Algo que no les gusto. Ruth era más baja que mi hermana, pero físicamente mucho más sugerente y provocativa, a pesar de estar más “rellenita” lo que hacía que sus formas fueran más llamativas.

El día lo pasamos sin más. Por la noche Alberto nos dijo que ellos se irían al día siguiente con más gente a comer fuera, que nos quedaríamos solos y me hacían a mi responsable de todo. Antes de que se fueran esa mañana, hable con Cristina para preguntarle si le había dicho algo a Alberto, ella fue directa, si le cuento algo, tu estarás presente. No sabía si eso me hacía gracia o no, pero me tendría que aguantar.

Al irse me quede solo en la terraza, ya que mi hermana y su amiga seguían acostadas. Me entraban ganas de ir a su habitación, pero quise ser prudente. No quería estropear lo que mi hermana tenía preparado. Suponía que nos bajaríamos a la playa, nos veríamos desnudos y, una cosa llevaría a la otra. Tendría que tener paciencia, que seguro que después de comer, vendría lo mejor.

Se iba haciendo tarde para bajar a la playa. Salieron las dos de la habitación, traían el pelo mojado e iban vestidas no para bajar a la playa. Mi hermana iba solo con unas bragas muy pequeñas, que dejaban los cachetes de su culo al aire y sin sujetador. Ruth venia más discreta si lo comparábamos con mi hermana. Porque llevaba unos pantalones cortísimos, que se metían por la raja de su culo, dejando parte de el al aire y con una camiseta ajustada no llevando sujetador y marcando sus pezones de una manera fantástica.

Las únicas palabras que me salieron, fue decirles que si íbamos a ir a la playa, teníamos que irnos ya, que si no se nos juntaría con la comida. Mi hermana me contesto que a Ruth le daba vergüenza ir a la playa nudista y que además se habían dormido tarde porque estuvieron hasta las tantas hablando. Se bebieron un café y mi hermana no se anduvo con rodeos, se acercó a mí y se puso melindrosa. Hermanito mi amiga me ha llamado mentirosa, dice que no me cree. Ahora no sabía a qué se refería mi hermana, ni sabía lo que se suponía que tenía que decir o hacer, lo único que se me ocurrió fue preguntarle, mentirosa ¿Por qué? y ¿En que no te cree? Una vez que me contesto sabía que todo había empezado y más cuando vi cómo se puso de roja su amiga, lo que me respondió fue, no se cree que tu “cosota” se tan grande y tan gorda, todo porque su novio la tiene más pequeña. Oírla me puso cachondo y cuando me paso su manita por mi rabo delante de su amiga, me puso más. Le respondí, que yo no sabía si su novio la tenía más pequeña, más grande o igual.

Las caras que ponía su amiga no me aclaraban si ella quería algo o estaba en esa situación forzada por la actitud de mi hermana. Quise salir de dudas y haciéndome el serio, el sorprendido, le dije a mi hermana, Helena, creo que te has pasado y que te estas pasando y a Ruth no le hace nada de gracia lo que estás diciendo, porque no creo que ella quiera ver nada.Helena le pregunto a su amiga si quería ver mi “cosota” como decía ella y Ruth dijo, por mi sí, salvo que a tu hermano le de vergüenza. Si mi hermana desconocida para mí en ese terreno, era muy puta, su amiga era igual que ella.

Aparte a mi hermana y me puse mirándolas a las dos, mi erección era visible y les dije, que podía verlo, pero, lo tendrían que hacer entre las dos. Se acercaron las dos juntas haciéndose las vergonzosas, se pusieron de rodillas y me bajaron las bermudas, saliendo disparado mi rabo. La que inicio todo fue Helena, me agarro el rabo y mirándome a mi primero y luego a Ruth, se puso a mamármela. Invito a su amiga, que se dejó de vergüenzas y diciéndole a mi hermana, esto sí que es una “cosota” esto seguro que no nos entraría y mi hermana se echó a reír diciéndole, ya verás como sí.

Hacia una mamada mucho mejor que mi hermana. Helena solo miraba, su amiga se quitó y entonces Helena con su mano trato de secar la saliva de su amiga y luego se puso a mamarlo. Cuando Ruth se acercó a mi señal para hacerlo juntas, mi hermana se echó para atrás y la dejo sola, que nuevamente y sin quitar la saliva de mi hermana, continuo con la mamada. Era la primera vez en mi vida que estaba tan cachondo. El trio que siempre pensamos los tíos, se estaba haciendo realidad. Quería a mi hermana más activa. La agarre atrayéndola para que la mamara con su amiga, me costó, pero al final empezó a hacerlo, al principio tímidamente pero luego con mucha efusividad.

Eso me llevo a correrme como un primerizo y al hacerlo vía como las dos querían hacerse con mi corrida, que les mancho la cara, el pelo y sus labios se rozaron bastante. Las ayude a levantarse y nos fuimos a la habitación. No hizo falta ayudar a nadie, en segundos estábamos desnudos los tres. Ruth se acercó a mí y nos besamos con una pasión extraordinaria, aunque el notar el sabor de mi corrida en su boca, me choco un poco. Eso también era nuevo para mí.

Luego bese a mi hermana y estaba también muy cachonda. Ahora atraje a Ruth hacia nosotros para besarnos los tres a la vez. Ruth desde el primer momento participo, mi hermana lo hacía sin sacar su lengua, hasta que yo me eché hacia atrás y las uní a las dos. Ruth tomo la iniciativa y ni se lo pensó, veía como la daba un beso con la lengua metiéndola en su boca, cuando vi que mi hermana empezó a ser receptiva, las deje sin tocarlas que siguieran. Ya jugaban con sus lenguas y empezaban a acariciarse.

Ver una relación lésbica, en vivo y en directo, hizo que mi rabo se empalmase con más fuerza. Empecé a acariciar sus espaladas, me daba mucho gusto y llegar a sus culos, para luego llegar a sus coños que estaban empapados. Me puse un condón y me coloqué detrás de Ruth, que se colocó de rodillas y solo dijo que, con mucho cuidado, que era muy grande. Mi hermana se vino junto a mí y me mordía la oreja, mientras yo iba follándola poquito a poco. Es verdad que aun estando empapada me estaba costando meter mi rabo.

Helena me animaba, diciéndome que su amiga era muy puta, que se la metiera hasta el fondo y no sé porque lo hacía en mi oído, porque su amiga estaba oyéndola perfectamente. Ya tenía metido todo mi rabo y le estaba gustando porque tal como gemía y como hablaba, estaba muy cachonda. Estaba como perdido, estaba follando como un “robot” no sabía bien que hacer, salvo meter y sacar. Poniendo el ritmo por los gemidos de Ruth. Era la inexperiencia, pero me dejaba llevar, usaba mi instinto. Menos mal que ya me había corrido antes, porque si no, no duraría lo que estaba durando.

Le dije a mi hermana que se pusiera delante de su amiga. Hacia como si no me oyera y le di un buen cachetazo en una de sus nalgas y se puso delante de ella. Iba a decirle a Ruth que la tocara, se me adelanto, se agacho y sin mostrar ningún prejuicio, se puso a comerle el coño. Al principio mi hermana me miro “apenada” y luego cambio, vaya que si cambio. Aparte del olor penetrante a sexo que había en la habitación, lo mejor era oír los “ahogos”, resoplidos y gemidos que soltaban Ruth y Helena, era como una orquesta y como no, mi respiración que paso de ser una respiración fuerte a algo parecido a un bramido.

Mi hermana se quedó tensa, sin respirar, hasta que de pronto se retorcía y gritaba, estaba corriéndose, nos puso muy cachondos a Ruth y a mí, tanto que Ruth se corrió detrás de mi hermana. Ruth se quitó, decía que estaba agotada, me dejo a medias. Por lo que, al ver a mi hermana, con esa cara de satisfacción, medio “espatarrada” y con su coño brillante, no me lo quise pensar. Ella me miro, observando cierta vergüenza en su mirada. Me dio igual me acerque y tal como estaba, agarre sus piernas, las coloque a mis costados y le metí el rabo sin ningún tipo de contemplación.

Le metía el rabo dándole golpes secos. Cada vez que le pegaba un “meneo” daba un suspiro potente, con fuerza y agarro la mano de Ruth, que estaba tumbada a su lado. Ruth dejo su estado de relajación y se puso a comerle las tetas. Mi hermana le acariciaba la cabeza y cuando cambio de posición. Le tocaba sus pezones. La respiración de mi hermana y la mía, ya eran bastante fuertes y Ruth no quería ser menos, se puso abierta de piernas sobre la cara de mi hermana, que puso sus manos de tal manera, que su amiga no pudiera agacharse más.

Ante mi asombro, Ruth cogió los pezones de helena y vi como los apretaba con “rabia” de tal manera que mi hermana, protestaba intercalando gemidos y quejas de dolor. Quito sus manos de Ruth y esta relajo sus dedos, poniendo su coño sobre la boca de mi hermana. Pasando lo mismo que con el beso, al principio remisa y luego se veía el ansia con el que se comía el coño de su amiga.

Era un trio perfecto. Mi hermana le comía el coño a su amiga, su amiga se besaba conmigo y yo mientras me follaba a mi hermana. Durante bastante rato seguimos follando en todas las posiciones y, de todas maneras. Practicamos de todo, menos el sexo anal, que ninguna quiso.

Cuando terminamos y como nos quedó un poco de tiempo, estuvimos de confidencias. A mis preguntas a Ruth si ella ya había tenido relaciones lésbicas, nos contestó que no, pero que siempre le había atraído mi hermana y desde que supo que venía y a lo que venía, intuía que iba a pasar y que le había gustado. Mi hermana se sorprendió con su amiga y al final dijo que había estado muy bien. Quedando al final, que, si ese verano no podíamos vernos más, cuando se acabaran las vacaciones y volviéramos a nuestra ciudad, ya haríamos por repetir todo.

 

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