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De aprendiz a maestro.

en Amor filial

Habíamos regresado a nuestra vida normal. Era como si lo pasado durante el mes de agosto hubiera sido un espejismo. Alberto, Cristina y Helena, actuaban como si el mes de agosto no hubiera existido. Al principio suponía que era porque ellos se iban temprano a trabajar y regresaban tarde. Mi hermana llegaba a casa siempre tarde y acompañada de amigas. Los fines de semana siempre había familia de visita y como dejaron claro que Helena no tenía que saber nada, pues no se hacía nada.

Mientras me dedicaba a mi grupos de amigos y amigas. Casi todos estábamos emparejados con alguna chica de la pandilla. Susi era de mí misma edad y salíamos juntos desde hacía casi dos años. Susi (1,68-morena-buena figura) agradable y simpática. Nuestra relación había sido buena en todo, hasta ese momento. Pero lo experimentado ese verano, era mucho más de lo que había experimentado con Susi o con cualquier otra chica.

Muchas cosas que había experimentado, con Susi o bien no quería o mostraba reparos. Ahora veía la vida de otra manera y el sexo, que ya ocupaba una parte importante en mi vida, ahora había ido a más. Se me debía notar mucho, porque amigos y amigas me decían que me veían raro. Entre los que me preguntaban estaba mi amigo íntimo Rodri que era de mi edad (1,70-fisico normal-rapado) y su novia Amparo (1,70-20 años-buenas formas-exuberante) y muy amida de Susi. Un día quedo conmigo a solas y como siempre nos habíamos contado todo y su novia, a petición de Susi, le había dicho que indagase para saber que me pasaba. Le conté todo, pero obviando lo de mi hermana, lo de Alberto y Cristina, no diciéndole tampoco nada de Ada y de Samuel.  

+      Tío, estoy flipando. ¿Y cómo es que tus “padres” tienen un apartamento en ese lugar?

+      Lo compraron cuando los construyeron y es un buen sitio. Lo único que para ir a la playa andas un poco más, para no estar en la zona nudista.    

+      ¿Y qué tal eso de montárselo con una pareja de cuarentones?

+      Distinto a lo probado hasta ahora. Es más excitante y ellas están más desinhibidas. Lo disfrutan de tal manera, que te ponen más cachondo.

+      Joder tío, ¿y los maridos?

+      Pues miran o participan, pero es morboso total ver al marido pajeándose mirando cómo me follo a su mujer. Es como en la playa, no todas las parejas, pero hay fajes al aire libre. Una pasada. Nada de esto se lo puedes contar a Amparo que ni quiero que se escandalice ni que se lo cuente a Susi.

+      Te sobraba la advertencia, que le diré que no te pasa nada y escandalizar no se escandaliza, que ya sabes que es muy caliente, no como Susi. Que a ella le pondría mucho hacerlo en la playa, o en un parque, que el “peligro” a que nos pillen le da un subidón tremendo, al que más le corta es a mí, que estoy pendiente a que no nos pillen y no estoy a lo que hay que estar.

Después me arrepentí en haberle contado nada, porque Rodri era muy “débil” ante las “artes” de su novia, le tiraba fácilmente de la lengua. Pasaron más días y me di cuenta de que ahora a las mujeres “mayores” las veía como maduras apetecibles o como se suele decir, como a MILFs, lo que antes no me había pasado nunca, porque a las que conocía o eran madres de mis amigos o vecinas de siempre. No es que no las respetara, que las veía de otra manera y me cogía buenos recalentones.

Salíamos la pandilla siempre juntos y me daba cuenta de que Amparo me miraba de otra manera y cada vez que podía me lanzaba alguna indirecta sobre mi verano. Poniendo Rodri cara de “he metido la pata” estaba claro que se lo había contado, si no todo, algo más de lo recomendado, pero mi chica Susi no debía de estar enterada porque por su parte no tuve ninguna insinuación.

El siguiente fin de semana Rodri se quedaba solo, sus padres se iban el viernes y hasta el domingo o lunes no regresarían. Nos invitaron a Susi y a mí a cenar en su casa, estarían él y Amparo. Dijimos que sí, pero Susi no podría estar  hasta muy tarde.

De camino a casa de Rodri compramos unos whopper y eso sería lo que cenaríamos. En la cena no hubo nada reseñable, excepto algún “tonteo” de Amparo conmigo acompañado de muchas “bromas” eso sí, siempre dentro de un límite. Susi miro la hora y dijo que se tenía que marchar, nos íbamos a ir, cuando me insistieron en que me quedara, les dije que tenía que acompañar a Susi e insistieron que volviera luego, acepte porque ellos y Susi se pusieron muy pesados. Vivíamos todos cerca unos de otros. No tardaría. En el portal de Susi empezamos a tener una “despedida” larga, hasta ponerme muy cachondo, justo le momento en el que Susi se despidió de mí, no le gustaba que tuviéramos esas situaciones en su portal.

Iba como una “moto” echaba humo de lo cachondo que me había quedado. Entre eso y que iba de mala gana, no estaba la noche para chistes. Me abrió la puerta Rodri y nada más hacerlo me pregunto que tomaría. Le indique que lo de siempre y me mando al salón mientras él iba a por hielo.

Amparo estaba en el salón, se había cambiado de ropa, me dijo que para estar más cómoda y estaba con un vestido pequeño, que en la posición que estaba sentada, dejaba sus muslos totalmente descubiertos y se la veía empitonada, porque al no llevar sujetador y con ese gran par de tetas, poco se podía ocultar o disimular.

Estaba para follársela allí mismo, entre lo cachondo que me puso Susi y ahora eso, mi rabo daba saltos dentro de mi pantalón. Rodri me trajo mi bebida y se sentó con su novia. Desde mi privilegiada posición, a cualquier movimiento que hacía Amparo podía verla toda, mi percepción es que tampoco llevaba nada abajo, pero no se veía bien. No tardaron mucho en llevar la conversación a mi verano en Vera.

Según se desarrollaba la conversación me daba cuenta de que Rodri había contado hasta los detalles más pequeños. Ella decía que le gustaría ir a una playa nudista, que siempre lo había deseado, la sensación de libertad que tenía que dar. No estábamos borrachos, pero la bebida nos soltó más la lengua, además de que nos teníamos confianza.

A.- Explícame cómo es eso, llegas a la playa y zas, te desnudas y ya está o lo vas haciendo poco a poco.

Y.- Es mucho más normal de lo que parece, llegas colocas tus cosas y te desnudas con la mayor normalidad del mundo. El primer día reconozco que da un poco más apuro, porque a los tíos se nos puede notar más.

R.- Jeje, es lógico, sobre todo si hay algún pibón por las inmediaciones.

Y.- Mas o menos.

A.- Y la gente, ¿hace “cosas” delante de todo el mundo?

Y.- Hay de todo. Pero si, se ven cosas “interesantes”    

A.- ¿Cómo de interesantes?

R.- Vaya preguntas tienes, Amparo, pues…

A.- ¿Te he preguntado a ti? Pues no, verdad, pues cállate y deja que responda él. (Menudo corte que le dio, Rodri, se quedó callado, no replico y puso cara de circunstancias)

Y.- Joder Amparo, vaya corte que le has dado. ¿No crees que te has pasado un poco?

A.- Que va, si Rodri ya sabe cómo soy. Pero contéstame.

Y.- Pues se ven desde mujeres muy guapas, con muy buen cuerpo, a todo tipo de relaciones, pero que no quiere decir que todo el mundo este enrollado haciendo cosas.

A.- Tiene que ser muy chulo. Se lo digo a Rodri constantemente, que somos muy jóvenes y que tenemos que ver más mundo, conocer más de la vida.

Y.- Te entiendo y tu Rodri, ¿Qué opinas?

R.- Lo que diga ella, que al final se sale siempre con la suya.

La conversación iba más o menos por ahí y con los movimientos de ella, pude ver con claridad que debajo no llevaba nada y ella se dio cuenta de que miraba. Mi rabo estaba a mil y la jodía lo sabia y no paraba con sus provocaciones. La única duda que tenía si mi amigo sabia los “jueguecitos” de su novia. Amparo le pidió o le ordeno, según se mirase, a Rodri, que preparase unos mojitos, que no había nadie que los preparara igual que él, era casi como un acto religioso.

La cocina de los padres de Rodri tiene una peculiaridad, que tiene como una ventana que da con la cocina, que a la vez parece una barra de bar. Mientras él estaba en la cocina preparando la bebida. Su novia se apoyó sobre esa barra, sus piernas juntas, dejando su culo respingón en una posición endiablada. Sin necesidad de agacharse, desde atrás, se veía su coño, que era como un bollito y la muy puta no paraba de contonearse. No me aguante más y fui hacia donde estaba. Me metí en la conversación y con una mano acaricie a Amparo y para que no protestara toque su coño rápido y mi gran agrado, ella abrió más las piernas. Sin querer mis dedos entraron dentro de su coño, de lo lubricada que estaba.  

Dije que iba al servicio, pero lo que hice fue agacharme y comerle el coño sin que mi amigo se diese cuenta. Amparo soltó una exclamación y Rodri le pregunto que le pasaba, “que estoy muy caliente, estoy chorreando, para que te hagas una idea”, Rodri le contesto que ahora me “despedía” y él le quitaría la calentura. Eso no era lo que estaba en la cabeza de Amparo porque le contesto, “podíamos invitarle a que pasara la noche con nosotros, así cumplíamos nuestra fantasía y si es verdad que la tiene tan grande, mejor que mejor” Rodri le contesto serio, que lo conozco y le dijo, “nuestra fantasía no, la tuya” ella insistió, “y la tuya, que bien cachondo te pones cuando fantaseamos con que te pongo los cuernos y que mejor que hoy”

La cuestión se quedó ahí, porque no hubo más comentarios por parte de Rodri. Me fui e hice ruido para que se me oyera, pregunte si ya estaba mi mojito. Rodri me dio mi vaso y ante la estupefacción de Amparo, me dijo que ella no se encontraba muy bien, que íbamos a tener que dejarlo para otro momento. No me quedo más narices, que tomármelo de un sorbo prácticamente. Me fui contrariado y muy empalmado. Me llegaban pensamientos de que se habían puesto cachondos a mi costa y me dejaron con el recalentón. En esos momentos me hubiera follado a cualquiera, guapa, fea, como fuera. Solo me quedaba llegar a casa y practicar el “cinco contra uno”

Entre en casa y todo estaba a oscuras, salvo una pequeña luz que aparecía por el pasillo. Era la habitación de mi hermana que no estaba cerrada del todo y salía una línea fina de luz. Al pasar ella me oyó y me chisto. Asome mi cabeza y me hizo señas de que pasara. Así lo hice y cerré la puerta. Me conto que había vuelto temprano a casa y que le sorprendió que no estuviera. Había terminado de estudiar ya, pero ahora preparaba unas oposiciones y lo normal es que estuviera todo el día hincando los codos, porque no eran nada fáciles.

Entonces le pregunte que hacía despierta tan tarde y su contestación fue directa, se destapo dejándome ver sus impresionantes tetas y me dijo, “me estaba haciendo un dedo, torturándome, esperando que llegaras, porque cuando estaba a punto, paraba me relajaba y luego otra vez” y me enseñó sus dedos impregnados de flujo. No quería porque no deseaba que nos pillaran ni Alberto ni Cristina. Eso era lo que quería, pero mi hermana quería otra cosa y cuando me acaricio mi rabo, se acabó cualquier resistencia.

Seguía acariciándome y me decía que estaba muy cachonda y que allí era difícil acostarse con nadie, que luego te tachaban de puta, que los tíos eran muy chismosos. Me desnude completamente y ella se destapo del todo y antes de que terminara de desnudarme, se había puesto a cuatro patas. Ninguno de los dos estábamos para preámbulos, le metí el rabo de golpe, lanzo como una explosión de aire, me pare y le dije que silencio. A medida que la follaba, sus ruidos iban en aumento, me desconcentraba, no quería ruidos para que nadie nos oyera.

No había manera, cambie de posición, hice que se tumbara boca abajo y su cara sobre la almohada, ahora sí, ahora podía follármela sin problemas, porque la almohada apagaba sus gemidos. Hasta que de pronto, perdió el sentido, me decía, “vamos hermanito, fóllame con la fuerza que tú tienes, empótrame, venga, venga, así cabronazo, fóllate a tu hermanita, que con ganas se han quedado muchos esta noche” el caso que cada vez lo decía más fuerte y ya estaba tan cachondo que no la mandaba callar, lo único que hacía era golpear mi cuerpo contra el suyo de una forma violenta.

Se corrió de una forma muy placentera y en ese momento me di cuenta de que no llevaba condón, menos mal que suelo aguantar bastante, me salí, ella protesto y le dije el motivo, suspiro y se puso a mamar mi rabo, hasta que me corrí en su boca, que placer más grande y más placer ver como después de correrme siguio lamiendo y mamando mi rabo.

En ese momento me di cuenta de que habíamos hecho mucho ruido, mi hermana me decía que no y como no oía nada, le di la razón. Me fui a mi habitación más relajado y sin esperármelo se abrió la puerta, entro Cristina echa un basilisco, me recrimino lo que había pasado en la habitación de mi hermana, creo que más que por el sexo, porque me decía de forma reiterativa, “el verano ya paso, lo que sucedió en Vera, no se repite en casa” mi impresión es que estaba celosa, por lo menos un poco, se marchó igual de enfadada.

Pasaron unos días y una mañana mientras mi hermana se había ido a clase, Alberto se fue al trabajo, Cristina se había quedado y la excusa es que tenía que hacer “papeleo” y tenía la mañana libre. A esa hora me marchaba a la academia donde preparaba la oposición. Después de rondar mucho me dijo que si podía ese al mediodía me acercara a casa de Samuel, que tenía que hacerle un favor, le di el OK y me marche que llegaba tarde, estaba claro que algo me quería decir que no se atrevió.

En vez de ir primero a mi casa, me pase por la de Samuel, me lo quería quitar cuanto antes, que tenía que hincar mucho los codos. Quien me abrió la puerta fue Ada, que como siempre estaba generosa en su manera de vestir. Iba a preguntar por su marido y el favor en cuestión, cuando me corto en seco.

+    Calla y escucha, que ya me ha contado Cristina tus “artes” y lo único que lo encauzas mal, pero aquí tu “maestra” te enseñara a encauzar todo tu “potencial”

+    Ada, no sé de qué me hablas.

+    Te hablo de que este verano no te follé, pero te pienso follar. Te enseñare a ser un empotrador, a saber cómo dar placer a las mujeres y también te enseñare a otro tipo de artes, serás el “Bull” con más “gracia” que nadie ha podido conocer.

+    Vale, lo que tú digas, pero eso de Bull, ¿qué es?

+    Me hace gracia que me lo preguntes y a la vez me anima mucho. Un Bull es un corneador, pero no uno cualquiera. Lo entenderás mejor el sábado por la noche cuando vengas. Estaremos Samuel y yo, nadie más, antes de venir me mandaras un wasap y eso sí, siempre mudo, sin decir una sola palabra mientras estés aquí.

Oírla, verla y saber que estábamos solos, me puso cachondo, quise aprovechar el momento, pero no me dejo, salvo un beso que nos dimos. Me dijo que nos sabría mejor el sábado. Me cabreaba esa situación, porque no era lo mejor para concentrarme en mis oposiciones. Llego el sábado esperado y cuando estaba debajo de la casa, mande un wasap a Ada, a los minutos me contesto con que subiera.

Cuando iba a tocar el timbre la puerta se abrió de forma sigilosa y sin hacer ruido. No veía quien me abría, porque quien fuera estaba detrás de la puerta y cuando mire era Ada. No pude decir ni buenas noches. Ada estaba vestida de cuero negro. Unos pantalones con abertura entre sus piernas, dejando al aire la zona de su coño y de su culo, también llevaba un top, lo llamare así, porque es difícil de definir. Donde las tetas estaban libres, con los pezones empitonados y lo último, en el cuello una gargantilla con una anilla.

Todo eso me indicaba el preludio de algo desconocido para mí. Me dijo que no hablara para nada, que Samuel no tenía que saber que era yo. No entendía nada, pero de momento me daba igual, lo que quería era mojar, follarme a esa mujer, que envidia tendrían mis amigos si me vieran ahora mismo, es lo que más pensaba. Me llevo para su habitación y antes de entrar me dijo que me desnudara y que no hiciera de momento, tampoco nada de ruido. Mientras me desnudaba, veía parte de la habitación pero no toda. Empezó a hablar con su marido, al cual yo no veía.

+       Cornudo ya sé que tienes prohibido que traiga a nadie a casa. Pero hoy me he traído un buen toro, para que te cornee.

+       ¿Y cómo es?

+       De momento no lo sé bien, pero en breve te diré como es. (Entré en cuanto vi que me hizo una señal, Samuel estaba atado a un sillón antiguo y con los ojos tapados)

+       Sigue, no te calles, zorra.

+       Pues es alto, bastante fuerte, muy joven y como sueles decir tú, con más rabo que la pantera rosa.

+       Así que tiene buen nabo. ¿Cómo de bueno? (Hablaba como si fuera una fantasía de su mujer, pero que le ponía su rabo, que era normalillo a tope)

+       ¿Te acuerdas de Moussa? Pues lo mismo, no tiene nada que envidiarle, solo que es blanco, aunque morenito y la única diferencia, que el capullo es un gran champiñón.

+       Eso quisieras tú, PUTÓN más que PUTÓN.

+       Pues este putón, va a dejar seco los cojones que tiene, que son bien hermosos, no la ridiculez que tienes tu. Ahora me va a azotar el culo de puta que tengo y ya lo oirás.

Me dio una fusta y se puso recostada sobre otro sillón, dejando el culo a mi disposición y al ver que no sabía que hacer me dijo, o me ordeno, “vamos no seas tímido, azótame el culo, que lo oiga el cornudo” y sin más empecé a azotar su culo, suavemente, ella me animaba y luego me provocaba, los golpes resonaban en la habitación, acompañados por los gemidos potentes de Ada. Samuel solo le decía, “zorra hoy lo haces mejor, gimes de tal manera que es para creerte de verdad” ella se reía y le respondía, “pronto saldrás de duda, cuando como buen maricón que eres le comas el rabo para que me folle” oírlos, verles me ponía muy cachondo.

Me cansé de hacer lo que ella decía y empecé a ser yo. Tire la fusta, me puse delante de ella y coloque mi rabo en su boca, cuando fue a hablar para decirme algo, le metí el rabo, agarre su cabeza y empecé a follar su boca. Soltaba gruñidos pero chupaba con avidez. Samuel le decía, “joder nena, tal como lo haces vas a hacer que me corra sin tocarme”

“Poco le voy a tener que enseñar a este jovencito, sabe mucho, pero todavía le falta”el marido se regodeaba diciéndole que no le engañaba y así todo el tiempo. Quería follármela ya y lo hice. Al principio seguí los consejos de ella y mientras la follaba la escuchaba, “así muy bien, joder Samuel como he sentido la entrada de ese sentó que tiene por capullo, es pura gloria. Tu sigue así, aprende a marcar el ritmo, a ser un magnifico corneador, ten presente que tú no vas a hacer el amor, tú vas a follar, a dar esa dureza que necesita una mujer, tienes que empotrar. Tienes que detectar cuando la mujer quiere más, que quiere que la empieces a empotrar, está pendiente de sus movimientos, de su respiración sobre todo”

Sabía lo que decía, la entendía a la perfección y note como su respiración se agitaba al mismo ritmo que sus caderas y su culo. Lo que me llevo a follarla con más pasión, con más fuerza, hasta sacarle esos gemidos desorbitados que ella quería soltar. “Seré tu maestra, tu puta, pero no pares” me decía repitiéndolo una y otra vez. Samuel estaba un poco mosqueado, a pesar de que me estaba gustando la situación y contenía mi respiración, para que no se oyera nada, era muy difícil, pero al estar pendiente de eso, tardaba más en correrme. Lo que Ada agradecía. Se corrió como una loca, insulto a su marido, a mí me elogiaba y repetía que era mi puta.

Se acerco a su marido, se metió los dedos y luego se los paso a su marido por la boca y este los chupaba con avidez, mientras ella le decía de forma caliente, “has visto como me ha hecho correrme, lo joven que es y ha logrado lo que tú no logras cornudo, como me ha llenado enterita” Samuel no paraba de chupar con desesperación sus dedos y cuando acabo le decía, “has estado fantástica y me ha puesto muy cachondo la corrida tan larga que has tenido, ¿en quién pensabas” puta, a quien te follabas”

“Que torpe eres además de cornudo. Como no me crees, abre bien la boca, que vas a chupar y preparar el rabo que me va a follar el culo”. Samuel abría la boca, en forma de juego con su mujer y esta me decía que me acercase, me daba mal rollo, pero podía más mi calentura, me cogió el rabo y lo acerco a la boca de su marido y luego me empujo. No podía ver sus ojos que los tenía tapados, pero la expresión de su cara era de asombro. Pero el cabrón bien que chupo, su lengua no paro. Cuando saque mi rabo de su boca, estaba enrabietado o eso quería que creyéramos.

+       Hija de puta, habíamos quedado que jamás en nuestra localidad y mucho menos en nuestra casa.

+       Te das cuenta (dirigiéndose a mi) estos cornudos son únicos. Se tiro mese para que me dejara follar por otro, con la excusa de un intercambio y lo que en realidad deseaba era esto, ser un cornudo. Se creía que me emputecía y no sabía que las “putas” nacemos.

+       Suéltame, que esto se ha acabado aquí y ahora.

+       Cállate cornudo de mierda, que no han acabado de follarme y ahora mismo me van a follar el culo y notaras mi aliento, porque me voy a quedar pegada a ti.

+       Que me sueltes, te digo.

+       Tu aquí no ordenas nada.

+       Tu quien seas, no te la folles y desátame o te daré dos hostias.

+       Tu no vas a dar ninguna hostia a nadie.

Me coloque detrás de ella, que estaba agachada pegada a su marido. Le iba contando como me la iba a follar, “joder cornudo, me ha colocado la seta en mi culito, como la noto, parece que es la primera vez y mira que me han follado el culo veces”. El marido se iba aplacando y su respiración también aumentaba. Una vez que mi rabo ya había penetrado todo su culo y después de soltar un suspiro potente, ella dijo “YA” que locura de rabo Samuel.

Y a la vez le quito lo que cubría sus ojos. Rápido se hizo a ver bien y nuestras miradas se cruzaron. No dijo nada, salvo, “rómpela bien el culo por puta, dale fuerte” y así lo hice, le follé el culo como un salvaje y de ella no salió ninguna queja, solo gemidos y algunos improperios. Que lo que provocaron fue que la follara terriblemente. Se corrió dos veces seguidas y yo detrás de su segunda vez. Le saque el rabo cuando se medió bajo mi erección. Lo saque un poco manchado y después de desatar a su marido fuimos a darnos una ducha, porque estábamos sudorosos los dos.

En la ducha nos metimos ella y yo, el marido se quedó mirándonos. Ada le miro y le dijo, “ya no mando yo, manda nuestro empotrador, tu corneador” su mirada se entristeció y me di cuenta de lo que quería, me armé de valor y le dije, “déjame bien limpio el rabo, que vamos a seguir follando” Samuel se acercó y con una esponja de algas y jabón, se dedicó a lavarme el rabo y los cojones. “¿A que no te imaginabas que fuera tan servicial el cornudo de marido que tengo?”mi contestación fue muy sincera, “la verdad que no”

De tanto lavarme me puso el rabo en erección total y ella le preguntaba, “¿a qué tiene un rabo grande y hermoso?” Samuel por contestación lo que hizo fue metérselo en la boca. Ada me besaba y me decía que tenía un pervertido y cornudo marido, con un toque de maricón delicioso, que ella se ponía muy cachonda cuando lo veía así, mamando el rabo que luego la follaría. Esa noche follamos sin parar y era impactante y muy excitante ver como Samuel se comía el coño de su mujer después de correrme dentro de ella.

Durante meses iba todas las noches o prácticamente todas a follarme a Ada. Hubiera más familia o no. Siendo nuestro cómplice necesario Samuel. Me la llegue a follar hasta en el cuarto trastero. Si estaba con la regla, me follaba su culo. Que siempre era un placer. Cogí un vicio tremendo a follarme su culo. Y en todo ese tiempo, Cristina no hizo referencia, ni alusión a nada de lo mío con Ada y Samuel. Ignoraba si lo sabía. Lo más importante, que en vez de distraerme en mi preparación para las oposiciones me vino muy bien. Porque después de estudiar todo el día, me desestresaba con ella.

Los días antes de examinarme no folle con Ada ni con nadie. Cuando estaba estudiando, algunas veces entraba Cristina, me decía que parase un poco y como no le hacía caso, me daba un masaje el los hombros y eso me distraía, eso y su olor que me ponían cachondo. Tenía que insistir en que me dejara. Los exámenes fueron en fin de semana. Salí de examinarme exultante y según hablaba con otra gente que se había examinado me ponía más. Porque el examen me salió bordado y la gente decía que no había contestado a todo o se habían equivocado en algo.    

Nada más llegar a casa, estaba Cristina sola, le dije que me había salido todo perfecto, nos abrazamos y nos desatamos. En la misma cocina me la folle sobre la mesa. Que ganas que la tenía y ella me decía que Ada me había enseñado muy bien. Estando los dos a punto, Cristina me pregunto, ¿quieres que háganos de Alberto un cornudo” no me demore en contestar y lo hice follándomela con más intensidad, “claro que quiero que le hagamos un cornudo y a ti una super puta” nos corrimos de manera salvaje.

Una vez que terminamos, Cristina ya recuperada de la corrida me dijo, “lo que te he dicho antes iba en serio” y le respondí, “yo también lo dije en serio” nos besamos y me dijo que cuando mi hermana se fuera a casa de alguna amiga, algo que hacía con frecuencia, como también era frecuente que alguna amiga pasara algún día en casa.

Como de momento no tenía que seguir estudiando. Me dedique a divertirme a todas horas, trasnochaba, me levantaba tarde. Quería aprovechar, porque me tendría que poner a estudiar de nuevo, porque la oposición a la que me presente eran muy pocas plazas. Me había servido para saber cómo iba todo. Mis cálculos desde el principio era aprobar a la 2ª, 3ª o 4ª vez que me presentara, que era la media.

Una mañana retumbaba el sonido del teléfono fijo de la casa. Era un sonar, parar y volver a sonar. Mi resacón era de categoría 11 en una escala de 10. Al final me tuve que levantar, más que por saber quién coño llamaba, para dejarlo descolgado. Era Alberto muy nervioso y alterado, se me quito el resacón pensando que había pasado algo graba, hasta que le oí decirme gritando, “que has aprobado, ENHORABUENA, eres un máquina, ya te lo decía yo o no, que había gente que aprobaba a la primera, ENHORABUENA, te toca invitarte a algo”, intentaba concentrarme, despejarme, le pregunté, “¿no será una de tus bromas? Que no estoy para bromas y menos con el dolor de cabeza que tengo y ¿cómo te has enterado?”

Seguía hablándome de todo, de donde podía tocarme, que sería una suerte que fuera donde vivíamos y por fin me respondió, “un compañero que fue a ver las listas y le dije que mirara tu nombre, quedaste el 6º, un maquina”, no es que no me fiara, pero como no lo había visto él, le dije que ahora le llamaba y que lo iba a comprobar. Encendí mi móvil, tenía varias llamadas perdidas y bastantes wasaps, estos últimos eran de felicitaciones de muchos amigos. Llame a la academia donde me habían preparado y allí fue donde me lo confirmaron. Llame a Alberto y se lo confirme, insistió de que tenía que invitar y le dije que cuando me pagaran mi primera nomina, él se ofreció a “prestarme” el dinero de la invitación.

De pronto estaba fuera de mí, nunca había tenido un estado de felicidad igual. Al pillarme solo, no sabía si saltar, correr, reír, llorar, era un cumulo de sensaciones y de sentimientos, que se agolpaban. Me vestí y desperté a mis amigos y como todos, decían lo mismo, que me tocaba invitar. La siguiente en felicitarme fue mi hermana, que llego a casa con dos amigas y se lo dije, tuvo tal alegría que casi me folla delante de sus dos amigas, que si no llegan a estar, quien sabe. Llego más tarde Alberto y la última fue cristina que ya lo sabía y nada más entrar por la puerta dijo, “no me molestéis, que voy a arreglarme que esta noche alguien se va a invitar a cenar” se fue para su habitación y mi hermana aprovecho para salir con su mochila y decir que esa noche se iba a casa de una amiga, que tenían un trabajo en conjunto.

Alberto ya había reservado mesa y todo. A las 9 de la noche salió vestida Cristina. Iba vestida para no pasar desapercibida. Hasta Alberto trago saliva. No sabía si llevaba bragas, tanga o que, porque el vestido que le iba muy justo no marcaba nada y sujetador seguro que no llevaba. En el garaje se empeñó en subirse atrás y que nosotros fuéramos delante.

Nada más sabia Alberto a donde nos llevaba, de vez en cuando me giraba para hablar con Cristina y esta abría las piernas provocándome. El lugar que eligió era un sitio donde siempre decíamos que teníamos que ir y que mejor ocasión. Lo pasamos muy bien y en los postres, me dio cada uno un regalo. Un móvil nuevo y un reloj que sabían que me gustaba. Cristina con mucha gracia soltó, “Alber Pelayo nos tiene un regalo a nosotros, que me lo ha dicho un pajarito”, Alberto pregunto con curiosidad y mi cara de no tener ni idea, solo de seguir la corriente a Cristina.

Nos marchamos a tomar una copa y a bailar. A Cristina le gusta bailar mucho y si la miran más. Alberto baila por compromiso y yo soy muy bailón, no es que sea nada del otro mundo, pero quienes me conocen dicen que lo hago bien, que llevo la música dentro. Cuando Alberto se fue a sentar, nosotros seguimos bailando y Cristina aprovecho para pegarme su culo contra mi paquete, poniéndome el rabo a full. Contra más lo notaba más se pegaba. Logre preguntarle por lo del regalo y estaba esperando que se lo preguntara, “esta noche haremos a Alberto cornudo, CORNUDO, lo tiene que pasar bien. Tenemos que hacer como Ada con Samuel, ¿te ves capaz?” no espero respuesta se puso a bailar más provocativamente.

Con Ada y Samuel había cogido mucha experiencia en esas situaciones, los dos juntos y por separado me dieron muchos consejos, conocía los dos “mundos” lo que pensaban y sentían, toda la experiencia vivida por ellos. Que sorpresa se llevaría Cristina, porque ella no iba a controlar la situación como pensaba. Finalicé el baile y le dije que nos íbamos, fue por delante y sobe su culo con mucha discreción y con esa misma discreción metí mi mano por debajo, la muy puta no llevaba nada y su coño rezumaba de sus jugos. La vuelta íbamos en plan graciosos, alegres.

Me di cuenta de que Alberto iba cachondo y con ganas de llegar a casa para pillar a solas a Cristina. Me limitaba a ver cómo iban las cosas. Una vez que llegamos fue todo muy rápido, Alberto cogió a Cristina por detrás, abrazándola y dándome las buenas noches, iba muy juguetón, Cristina me hizo unas señas de que esperara o así lo entendí yo. estaba en mi cuarto, me había desnudado ya, se abrió la puerta y era Cristina desnuda completamente y solo con unas sandalias con un tacón muy grande, se acercó agarro mi rabo y me beso en la boca, me señalo para que no hablara y llevándome agarrado por mi rabo fuimos para su habitación. Me recordaba la primera vez con Ada y Samuel, un “juego” muy parecido, pero la versión iba a ser bien distinta. La visión al entrar me hizo un poco de “gracia” era algo raro. Una situación muy peculiar.

Alberto estaba amarrado al cabezal de la cama por sus muñecas. Tenía un gran antifaz que le cubría más de los ojos. No lo he dicho pero estaba desnudo y tenía un buen empalme. Le recriminaba en voz baja a Cristina.

+         Joder, nena, ven para aquí y no hagas mucho ruido.

+         Cállate, marrano, que eres un vicioso. Ya sabes que mando yo.

+         ¿Qué me vas a hacer?

+         Lo que me dé la gana y si protestas lo más mínimo te tapare la boca.

+         Seguro que estas muy cachonda, que te he visto como le pegabas a Pelayo el culo en su nabo. Que zorrón que eres, me vuelves loco cuando te veo tan putón.

+         Eso ya lo sé cornudo. Que crees que no me he dado cuenta de que cada vez te gusta menos hacer intercambios, que miraras embobado cuando alguien me folla. Hoy te vas a graduar CORNUDO CUM LAUDE.

+         ¿Cómo?

+         Ese es nuestro regalo. Pelayo me ayudará a lograrlo, hará de mi la mujer más puta y de ti, que llevaras una buena cornamenta.

+         Tu sí que eres una puta cum laude. Como sabes ponerme salido diciéndome cosas.

Me canse de tanta verborrea de tanta tontería y Cristina que estaba reclinada sobre la cama, tocando el rabo de Alberto con dos dedos, muy suavemente. Estaba agachada de tal manera, que no doblaba sus rodillas y el culazo con los tacones quedaba erguido y muy salido hacia fuera. Me fui hacia ella y con decisión azoté su culo. Dio un respingo, protesto con seriedad y volví a darle otro. Alberto no sabía si era ella sola o en realidad estaba yo también.

Empecé a controlar la situación. Cristina fue cediendo, se la notaba cachonda. Ahora se apoyaba sobre el cuerpo de Alberto. Gemía y me decía que sería obediente. Alberto pregunto, “parece todo tan real, que me tienes a punto de correrme”Cristina alterada por la excitación le contesto, “real va a ser cuando se corra en mi boca y te bese”, Alberto muy farruco le dijo, “nena, eso no te lo crees ni dormida, ese royo no me va” y fue cuando hable por primera vez, “tu harás lo que mi puta quiera y lo que yo diga que haga”, tardó en reaccionar, porque se notó el subidón que le dio y seguía con la misma cantinela.

Después de controlar la situación y el culo de Cristina. Le fui pasando el rabo a lo largo de toda su húmeda raja y tenía que tener cuidado, porque al estar tan mojada el rabo se colaba dentro. Coloque mi capullo en la entrada de su coño, un suave mete saca, de milímetros y sin avisar se la incruste hasta el fondo. El grito que dio asuntaría a cualquiera, lo único que no era un grito de dolor, más bien todo lo contrario. Al estar apoyada en Alberto, el notaba mis metidas y cuando estábamos al límite para corrernos le dije a Cristina, “ahora si puta, que te vea cómo te corres y que note como me corro dentro de ti”, de un tirón le quito todo y nos miraba con ojos salidos y justo cuando nos corríamos los dos, ella le beso en la boca.  

Sentí como le lanzaba varios “lechazos” dentro de su coño, fue algo inédito en mí. Afloje el ritmo y sin sacar mi rabo, abrace a cristina diciéndole al oído, “ahora dale al cornudo su ración de leche”. Se quedo algo remisa hasta que le di un gran azote en el culo. Se subió a la cama y ante la expresión de alucinación de Alberto, Cristina se fue colocando encima de su cara, pero de pie, el miraba como si fuera una aparición, hasta que mirándonos ella y yo, se fue bajando y antes de llegar a sentarse, ya le cayeron algunas gotas, se sentó del todo en su boca. Nos mirábamos muy detenidamente hasta que Cristina, medio cerro los ojos, sonrió y me dijo con la cabeza que sí.

Al ver que su respiración se acentuaba, sus tetas subían y bajaban como si se las hubieran inflado, me puse sobre la cama, para que me chupara el rabo y lo empezó a hacer con muchas ganas. Acariciaba su cabeza y le preguntaba, “¿cómo se porta el cornudo? ¿está haciendo un buen trabajo o sigue en plan remilgado?”, para de comerme el rabo y con sonrisa maliciosa y mirándome me dice, “ya no me debe quedar ni una gota, jamás lo hizo tan bien, seguro que se tomaba un par de raciones más” en un momento Cristina se quitó el rabo de la boca y gimió como una autentica perra, que placer verla correrse así.

Cristina le meneo un poco el rabo a Alberto y se corrió sobre su propia tripa muy rápido. Se quedo bien pringoso y Cristina se levantó con mucho cuidado de no mancharse, Alberto tenía toda su boca muy roja y empapada, eso sí llena de satisfacción. Mi rabo seguía en todo lo alto. Le dije a Cristina que le desatara y así lo hizo, se quedó como un niño pequeño sin saber qué hacer. Se acerco a mí, incitado por la puta de Cristina y con cierto “temor” se puso a comerme el rabo, mientras Cristina lo tachaba de torpe, indicándole como tenía que hacerlo. Una cosa que dijo cristina me puso muy cachondo, “que pena que no tenga un arnés aquí, porque le rompería el culo al cornudo a la vez que tú me follabas, lo pienso y es que me corro” estando al borde de otra buena corrida, le dije, “no te preocupes que eso tendrá solución, el cornudo mañana mismo se encargara de comprar uno de buen tamaño”

Ni le avise me corrí en su boca y aunque esperaba que lo mismo se quitase, nada de eso se lo zampo todo de forma avariciosa y cuando cristina se dio cuenta, se pegaron un “filetazo” los dos. Seguimos follando durante buen rato, hasta que Alberto muy diplomáticamente nos dejó a los dos solos. En ese momento quise hacerle el culo, pero ella puso diversas excusas y tuve que desistir.

Los siguientes días fueron con muchos “tonteos” sin que mi hermana se diera cuenta. También porque eran días ajetreados, ya me dijeron donde me tocaría ir a trabajar y aunque era dentro de la misma comunidad, estaba a 1,15 h. o 1,30 h. de distancia, como dirían la gente mayor, me toco ir a la capital. Ahora el problema estaba en tener que buscar un piso o un apartamento. Me puse a mirar pisos y aunque cobraría bien, los precios de los alquileres se iban de lo que tenía pensado. Porque además te pedían, mes por adelantado, fianza, comisión. Un montón de gastos.    

Me puse a mirar ahora pisos compartidos o habitaciones, La idea era estar así unos meses hasta ahorrar un poco y entonces ver otras cosas. Llame por teléfono, quede para ver varios que había seleccionado. Esa noche mientras cenábamos los cuatro. Cristina me dio una caja pequeña envuelta en papel de regalo. Mi hermana y ella eran las que más me acuciaban para que la abriera. La abrí y eran varias llaves. Cristina me dijo, “son las llaves de un piso nuevo, pero no es nuestro, es de unos amigos, que nos lo alquilan o te lo alquilan, mucho más barato de lo que te imaginas, pero solo con dos condiciones, que lo puedan enseñar para venderlo y si lo venden, te tienes que ir” iba a hablar cuando mi hermana quiso añadir, “es una chulada de piso, esta todo nuevo y no te tienes que preocupar, ya te hemos comprado sabanas, mantas, platos, sartenes, de todo. Si hasta los colchones todavía tienen  los plásticos”, no sabía que decir y sin quitar mi cara de sorpresa, les di las gracias.

Helena que siempre estaba “graciosa” con mucha picaresca soltó, “fíjate si es chulo, que tienes hasta plaza de garaje y no miro a nadie” mirando a Alberto y Cristina y riéndose a carcajadas. Cristina me dijo que el domingo por la mañana me llevaría a verlo y ya de paso, llevaríamos ropas y trastos míos.  

El coche de Cristina era un suv grande, lo llenamos a tope, maletero y asientos traseros. Al llegar al edificio nos metimos directamente en el garaje, descargamos todo y lo subimos. El piso estaba muy bien, 3 habitaciones, un baño en una habitación y otro en un pasillo. Los muebles eran de estilo rustico y todo nuevo. La cocina era espaciosa. Mientras yo ojeaba todo, Cristina se puso a hacerme la cama. Estaba con el culo en pompa y cuando te pones así, pasa lo que pasa.      

Me pegue a su culo y mi erección fue instantánea. Cristina me lo reprocho, porque decía que no había tiempo, que habíamos quedado con Helena y Alberto. La escuchaba pero como si nada, levante su falda y ella se quiso quitar protesto. Aunque se dejaba tocar, pero en cuanto pensaba un poco, empezaba con lo de que nos teníamos que marchar. Levante del todo su falda y la empuje un poco, cayéndonos los dos sobre la cama, apretaba fuerte mi rabo contra su culo, entre protesta y protesta, Cristina aumentaba su respiración y se le entrecortaba lo que decía. Metí mi mano, agarre bien sus bragas y de un tirón se las rompí. Creía que se cabrearía mucho, lo intento, pero con voz muy excitada me decía. “te has pasado, que bruto eres, me debes unas y, y, vámonos ya” ni caso, me la iba a follar y lo sabíamos los dos.

Me solté el cinturón y el botón del pantalón, saqué mi rabo y lo puse entre sus piernas. Seguía protestando y diciendo que otro día, pero no se esforzaba en que me quitara, iba a ser una follada salvaje, para mí un poco incomoda por no sacarme los pantalones del todo, pero aun así daba igual. Una vez metido el rabo hasta el fondo, se revolvió pero no para quitarse, si no para meter una mano por debajo, para hacerse una paja mientras la follaba.

“Tu decias que tu marido era un guarro, la guarra eres tu, el esperando y tu follando aquí, porque se lo puta que eres y sabias que te follaría”, solo se movía y no decía nada. Cada vez estaba mas cachonda y cada vez se movía más, me pedía que fuera mas “bruto” que la diera con mas fuerza. Lo que no sabia ella era que estaba jugando con ella, que tendria una verdadera sorpresa. A la vez que la follaba le metia un dedo y luego dos en su culo, los recibia con mucha calentura.   

Saque mi rabo de su coño, ella me decia que no fuera asi, que siguiera, que no teníamos mucho tiempo. Volvi al juego de estar pasándole mi rabo por todo su culo y por la raja de su coño, hasta que sin que se lo esperase, le metí un trozo en el culo. Lanzo más que un aullido un chillido, Soltó por su boca de todo, “hijo de puta, cabrón, me has roto el culo, eres perverso, confiaba en ti, jamás me habían metido algo tan grande, cerdo que eres un cerdo y ahora saca tu nabo o te lo cortare, ¡CABRONAZO!” nuevamente no la hice caso y sin dejar que se saliese debajo mío, seguí penetrando ese ojete tan estrecho, que parecía una ventosa atrapando mi rabo.

“COÑO, por lo menos para un segundo, dame un respiro, que mi culito se adapte ese pajarraco que tienes, que ya te he dicho que nunca me metieron algo igual” y mientras hablaba, baje el ritmo, fui mas suave, lo que note que ella agradecía, hasta que a los cinco minutos, empezó a contonearse, se metió de nuevo la mano para tocarse su clítoris y de sorpresa me dijo, “ale, ahora no te pares, termina bien terminado lo que empezaste”, fui poniendo más ímpetu y acabe follándomela de una manera brutal, como quería ella empotrándola. Su voz la delataba, estaba a punto de correrse, “ahora no te pares, eres un verdadero macho, un autentico empotrador, ya eres un perfecto corneador, aaahhhhhhh” y me decía sin parar que me corriera en su culito, me costo pero en su segunda corrida me corrí en su culo. Fue algo muy especial. Habíamos estrenado la cama como se debía.

Me fui a lavarme y en ese mismo momento sonó una llamada, era Alberto, lo se porque cristina es de las que tienen la manía de poner el altavoz y no pegarse el móvil a la oreja.

+       Cris, te he dicho que me avisaras cuando salierais para aquí y como no me llamabas, ¿qué pasa? ¿algún problema?

+       Si, que el jovencito tenia ganas de “guerra” y ha habido guerra.

+       ¿Cómo de guerra?

+       Alberto, que corto eres algunas veces. Que quería follarme el culo y me lo ha dejado como tu decías.

+       Jejeje, ¿Cómo la bandera de Japón?

+       Pues no me lo puedo ver, pero seguro.

+       ¿Y cómo ha estado?

+       Luego te lo cuento con detalle.

+       Adelántame algo, no seas borde.

+       Pues ha sido “violento” pero una violencia excitante, morbosa y de un placer inagotable. Que pena que se vaya a vivir fuera, que pena. Y te corto que nos vamos, que no se como me voy a sentar porque el muy cabrito me ha dejado hasta sin bragas.

No espero a ver que pudiera decir Alberto y se lo recrimine, ella sonriendo me decía que seguro que ahora mismo estaría haciéndose una paja. De regreso a ir a comer con Alberto y Helena, Cristina me decía que me iba a echar mucho de menos y para consolarla le decía que tampoco estaba mal, así cuando nos encontrásemos seria mas satisfactorio el encuentro. Al ver la sonrisita que llevaba le pregunte por el motivo, “Es algo que me dijo Ada, que te habíamos ENTRENADO muy bien, para que ahora otras se aprovechen de un verdadero corneador y que además es un excelente y maravilloso empotrador” le dije que se callara que al final me subirían los colores y acabamos riéndonos los dos.  

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