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Emputeciendo a la mujer de mi amigo – 1

en Grandes Series

Seguía “estudiando” lo que me había pedido mi amigo Juan Carlos para su mujer. Quería verla “emputecida” y estaba realmente muy pesado. Había días que mi whatsapp ardía con sus mensajes. No es que le diera largas, quería que se lo pensase bien. Que lo pensara más con la mente fría, pero parecía que eso era imposible. Como ya le dije que tendría que ser en Madrid, donde había menos posibilidades de encontrarse a nadie conocido, temía que cualquier día se me presentase sin decir nada. Lo tenía todo ya bastante avanzado cuando surgió algo inesperado. Una oferta de trabajo en Valencia. Tuve una reunión donde se me hizo una oferta formal. No quise decir en el momento, pero era para decir sí. Quise “estudiar” la oferta. Hubiera sido una locura decir que no, pero quise darle un toque y cambiar algo, no era mucho y aceptaron. Dos de las cosas buenas que aceptaron, era la indemnización por vivienda que en vez de un año, aceptaron dos y que podría elegir el personal que se pudiera cambiar o personal nuevo para contratar en el departamento al que iba.

No dije nada a nadie, quería que fuese una sorpresa y al poco tiempo desembarque de nuevo en Valencia. Uno de los que lo sabía era un jefe mío, que me decía que si hacia bien las cosas, que seguiría subiendo y estaría muy solicitado. Eso me subió mucho más mi autoestima, que por cierto ya la tenía bastante alta. Mi amigo Juan Carlos se alegró y se entristeció. Se alegro porque era algo bueno para mí, pero se entristeció porque veía que no se iba a cumplir sus deseos. Lo que provocó que estuviera un tiempo tranquilo. Nos veíamos de vez en cuando, siempre con más amigos y parecía que todo volvía a ser de lo más normal. En mi nuevo trabajo fui encajando poco a poco, tenía tres personas que se jubilarían en poco tiempo, una mujer que era la secretaria del fuera mi antecesor y que me pidió el favor de que la tuviera hasta que se jubilara y así lo haría. También se iban dos hombres que la verdad no les echaría de menos, porque ya estaban más pensando en su jubilación que en el trabajo. Durante esos primeros meses cogí la onda al trabajo. Como había proyectos en los que interveníamos con otras empresas, me tocaba relacionarme bastante con personas ajenas a mi empresa.

A la mayoría los conocía nada más por teléfono. La ocasión para conocer a muchas personas del mismo sector fue a una entrega de premios con su respectiva mesa a la que tuve que asistir. Estaba charlando antes de empezar con dos que ya había conocido en persona y al llegar un hombre, me lo señalaron y me decían que cuidado con ese que era un lobo, que en las negociaciones era un fiera, que te la metía a la entrada o a la salida, pero que te la metía. Los escuchaba y les hacía caso en cierta medida, porque ya me lo habían dicho de varios de los que asistían. Vi cómo se saludaba con mucha efusividad con el que era mi director general, un rato después se acercaron a mí, me lo presento como Víctor y me dijo tenéis que llevaros bien. Nos conocíamos por teléfono, pero nada más. Víctor (49) 1.75, bien conservado, cara seria, le faltaba un poco de pelo ya y las canas le hacían un hombre interesante.

- Pues sí que eres joven, no mentían.

- Sera que sí. (No sabía que decir a eso)

- Has llegado a tu puesto muy joven (Y dale con lo de joven, pensé) No te vayas a enfadar por lo de joven, es que por teléfono me dabas otra impresión.

- Tampoco te hacia así. Por teléfono te notaba más relajado y aquí te veo un rictus demasiado serio.

- Jaja, es más una pose, que en esta profesión hay mucho buitre y si muestras un ápice de debilidad te comen. Hay que ser lobo antes que cordero. Pero esto es un secreto entre nosotros.

- Entonces me dices que ¿Hay que desconfiar de todos?

- No eso tampoco. Lo que tienes que saber es en quien confiar. A quien hacer un favor. Tú y yo nos vamos a llevar muy bien, yo te rascare la espalda y tú me la rascaras a mí.

Seguimos conversando bastante rato y antes de conocerlo en persona me caía bien y ahora mejor. Antes de conocernos ya me había hecho pequeños favores. Cuando nos despedimos, me dijo que teníamos que comer, cenar o hacer algo juntos, en un ambiente más distendido y me pregunto si jugaba por casualidad al golf. Le dije que sabía que se jugaba con un palo y una pelotita y poco más, se echó a reír y me dijo que ya quedaríamos. En mi trabajo me informe más de él, todos coincidían en que tenía cara de enfadado siempre y que era un hombre de pocas palabras. Resumiendo lo veían muy estirado y serio. Nunca sospeché ni pensé que esa amistad fuera una de las que me ha llegado a marcar más. Mi amigo Juan Carlos me fue a visitar a mitad de la mañana a mi trabajo y nada más verle sabía que venía de nuevo a la carga.

- Juan Carlos, otra vez por aquí, no sé si preguntarte o callarme.

- Jaja, que borde que eres.

- Pues ya me dirás, ven vamos a mi despacho.

- Ya han pasado muchos meses y no sé si es que me das largas o que no quieres cumplir con lo que quedamos.

- Hay un poco de todo y antes de que te enfades te lo explico. Si ya hemos pasado unas barreras con esto que quieres las pasaremos todas. ¿Tú te lo has pensado bien? Porque te he dicho que pasara de todo y más de lo que te puedas imaginar.

- Lo sé, no me vengas otra vez con el mismo rollo. Que ya nos conocemos y somos mayorcitos, quiero que demos ese siguiente paso, el decisivo.

- Bueno, Amparo también tendrá que decir algo, que opina, que quiere. ¿Lo has hablado con ella?

- Mas o menos, porque como tampoco sé lo que tienes en mente, solo he podido especular y ella lo único que ha dicho, que si estás tú, si eres tú quien lo organiza, no cree que diga que no. Así que, ya puedes contármelo, ¿Qué es lo que tienes pensado?

- Ves como no lo has entendido, hagamos o no hagamos nada no te lo diré ni a ti ni a tu mujer, lo descubriréis en su momento y sobre la marcha.

- Hombre eso así no puede ser, primero tendríamos que hablarlo, porque mira que no nos guste lo que tienes pensado o que quiera cambiar algo. ¿Me entiendes?

- Vamos a ver Juan Carlos, te lo repito si quieres se hace como yo diga y si llegado el momento tu o tu mujer dice que no, pues es NO y a tomar por culo la fiesta.

- Vale confiare en ti. Porque te conozco y sé que no me darás ni una pista. (Ni le respondí, porque estaba en lo cierto)

Zanjamos finalmente la conversación, diciéndome en unos días muy concretos donde no se podía y diciéndole yo, que les avisaría de un día para otro, para que no estuvieran dándole vueltas a la cabeza y le dije también que dejara de mandarme mensajes recordándome las cosas. Me puse en contacto con mi amigo Gianluca y me conto que las próximas semanas estaría demasiado liado para nada, tenía varios viajes profesionales y quedamos en que me avisaría. Mi vida iba estupenda y profesionalmente cada vez estaba más asentado en mi trabajo. Recibí una llamada de Víctor que quería quedar a comer o tomar algo conmigo. Quedamos el sábado a las 9 de la mañana en un club de golf.

El sábado llegue pregunte por él y antes de que me pudieran indicar nada allí estaba el saludándome. Me garro del brazo como si fuera un padre con un hijo y empezó a hablar y no paro hasta que no nos sentamos. Esas horas para mi siendo un sábado era un sacrilegio. La primera hora estuvimos hablando del golf, me costaba no bostezar. Él hablaba yo medio escuchaba y me dedicaba a mirar al exterior, ver la gente pulular. Hasta que llego un grupo de mujeres y llamo mi atención. Víctor se dio cuenta y cambio de conversación, me dijo, “¿A que están buenas? Y más con esos pantalones tan ajustados, es que las “judías” se cuidan bien, no hacen otra cosa” me limite a sonreír y darle la razón en lo de que si estaban bien. Volvió al ataque y me pregunto, “¿Cuál es mejor culo de esas, (Señalándome a un grupo de cuatro mujeres) a ver si tenemos el mismo gusto” no quería decir nada pero ante su insistencia le contesté, “Así de primeras la del pantalón verde oscuro” no lo dije por decir, desde donde estaba se le veía un culo bastante rico, nada de caído a pesar de tener ya más de 40 por lo que podía intuir. Víctor se echó a reír de forma un poco escandalosa diciéndome, “Ves hasta en eso coincidimos, por eso me case con ella” me quede cortado y no sabía si estaba de cachondeo tratándose de quedar conmigo.

- Jaja, no te preocupes, que no pasa nada. Me rio por la cara que se te ha quedado. Pues mí, es Noelia mi mujer.

- Pues me alegro por ti. (Es lo único que se me ocurrió)

- Por ese motivo es por lo que quería tener esta conversación contigo.

- ¿Qué motivo?

- Pues por Noelia, por mi mujer. (No sabía por dónde me iba a salir, poniéndome a la defensiva)

- No sé qué tengo que ver yo.

- Mira ya me he enterado de que te van a quedar varios puestos vacantes y me interesaría que me hicieras el gran favor de escoger a mi mujer. Se que te preguntaras porque no la contratan en mi empresa, no habría ningún problema, pero ella es muy orgullosa y no quiere.

- Pues no sé, me dejas sin palabras. Es verdad que quedan 4 puestos libres. Uno de secretaria, 3 de técnicos, pero esos puestos requieren titulación y ahí no puedo hacer nada, es un requisito imprescindible.

- Ya lo sé Noelia lo tiene, te explicó. Noelia ya trabajo, tiene experiencia, lo que pasa que tuvimos los dos hijos muy seguidos y decidimos que los cuidaría un tiempo para luego volver a trabajar. Paso el tiempo y hasta que no se han ido a estudiar fuera todo iba bien, ahora tiene el síndrome del nido vacío se ha hartado de mandar currículum y nadie la llama. Es que siendo mujer y con más de 40 años es muy difícil. Te debería un gran favor.

- Víctor, te he escuchado atentamente, te pido que lo hagas tu ahora. Si te hago un favor no es pensando en cobrártelo más adelante, yo no hago los favores por eso. Igual que si tú me haces un favor, ya te digo que te olvides de “cobrármelo” porque no me sentiré en la obligación. Mándame el currículum y a te diré algo.

- Toma si tengo aquí uno, échale un vistazo (Lo leí, vi que su mujer estaba en los 43 a punto de cumplir los 44 y estaba muy preparada, lo único malo era el tiempo en blanco)

- La verdad que es un currículum muy bueno, me atrevería a decir que mejor que el mío. Lo malo es el tiempo tan grande que hay en blanco. No sé.

- Ella es muy aplicada y si te vale de algo, aunque no figure ahí, a mí me ha estado ayudando y no sabes de qué manera todos los días, algunos de mis éxitos más relevantes no fueron obra mía si no de ella.

- Vale de momento me has convencido. El miércoles por la mañana, a eso de las 11 que se pase y tengo una conversación con ella. ¿Te parece bien?

- Como que hay una pequeña pega. Ella no tiene que saber que nos conocemos y menos que hemos hablado. Porque no lo aceptaría, tiene que ser sin que ella lo sepa.

- ¿Pero ha mandado ya el currículum?

- No, porque dice que ni por equivocación la escogerían a ella.

- Pues ya me dirás, que le digo que comiendo en el chino, en la galleta de la suerte salió su nombre.

- Déjame a mí que me trabaje esa parte y en cuanto logre que lo mande te aviso para que estés pendiente.

La despedida fue muy efusiva y lo note muy contento. Con lo poco que le conocía sabía que no le tenía que haber resultado fácil pedírmelo. Porque al margen de su amabilidad, de ese don que tenía para engatusar, se le veía bastante orgullosos. Pero como se suele decir, por amor se hacen locuras y estaba claro que estaba enamorado de su mujer.

A mitad de la semana me llamo Gianluca que es fin de semana lo tenía libre desde el viernes, porque unos de los viajes que tenia se había suspendido. Como sabía que él no tenía problema en venir a Valencia, estuve a punto de decirle que lo haríamos en valencia, pero rápidamente lo pensé mejor y decidí que fuera en Madrid, eso les daría más tranquilidad a Juan Carlos y su mujer. Quede en que le diría cuando llegábamos. Nada más colgar llame a Juan Carlos y le dije, “Este viernes nos vamos para Madrid, prepara todo, ahora o nunca, tú decides” se quedó mudo y al rato reacciono, “Es un poco apresurado pero déjalo de mi cuenta, solo dime como vamos y la hora” hice que mi amigo reservara en un sitio en concreto, donde había habitaciones normales de hotel y apartamentos. Para mi reserve un apartamento que era dúplex y para ellos una habitación. Mi amigo y su mujer no tenían idea de nada de lo que sucedería, ni tan siquiera sabían que estaríamos hospedados en el mismo sitio. Porque no viajaríamos juntos tampoco.

El jueves por la noche le mande un whatsapp a Juan Carlos, “Hermano, estas a tiempo de echarte para atrás, es más, si quieres digo que soy yo el que se ha rajado, así lo tendrás más fácil y olvidamos esta locura en la que te quieres meter” su respuesta no tardó mucho en llegar, con emoticono de una mano con un dedo haciendo una peineta y diciéndome, “Fíjate mi preocupación, que estoy todo empalmado pensando lo que serás capaz de preparar y hasta donde llegaremos, mañana nos vemos en Madrid. Buenas noches y no des la paliza” acompañado de una cara guiñándome un ojo. Si era lo que quería lo tendría. Deje de preocuparme ya y me eche a dormir. Por la mañana temprano me fui a Madrid. Llegue a la hora de comer, que había quedado con Gianluca, que quería saber más de la pareja “misteriosa” sobre todo de ella, no quise decirle nada y lo deje todo para la noche. Lo que si sabía Gianluca es como seria nuestro encuentro con él, el resto no estaría guionizado, según fuera saliendo. Al acabar de comer Gianluca se marchó y yo fui a mi alojamiento.

Era un apartamento pequeño, en plan dúplex. En la parte de abajo había sillones, tv, el minibar… un techo grandísimo y una escalera que subía hasta donde estaba la zona del dormitorio. Que tenía una barandilla de cristal y desde donde se veía toda la parte de abajo. Arriba había también un jacuzzi grande, podían caber perfectamente 3 o 4 personas y un sillón tantra de color negro, no se podía pedir más. Lo que fuera a ocurrir ocurriría allí, lo que ocurriera fuera sería el precalentamiento, aunque la última palabra la tendría Amparo. Porque por lo hablado con Juan Carlos, la creencia de los dos sobre el “emputecimiento” de su mujer, era que iríamos los tres y al estar en una ciudad distinta, ella y yo iríamos como si fuéramos pareja, donde se producirían besos, muerdos, caricias, todo delante de él y en público.

Nada más llegar Amparo y mi amigo, me llamaron al móvil, querían saber dónde andaba. Mi respuesta a mi amigo fue, “descansar un poco, relajaros, que la noche va a ser muy larga y eso sí, que tu mujer vista para levántasela a un muerto” Juan Carlos se echó a reír y me respondió, “Te aseguro que vas a alucinar con el modelito que se ha comprado para la ocasión y elegido por mi” y quedamos en la recepción a las 9 de la noche. A esa hora ya estaba yo abajo, los vi venir hacia mí y que impactado. Que bien le había sentado el ser madre. Había recuperado ya completamente su figura, con más pecho eso sí. Llevaba un vestido ajustado a su cuerpo como si fuera una segunda piel. No era normal como se le marcaban los pezones, era de escándalo. Nos saludamos de lo más normal y en la cara de Juan Carlos vi desconcierto al saludarles de esa manera. No sé lo que se esperaba el, pero no fue lo que yo hice.

Sujetador no llevaba seguro lo que no sabía si llevaba braga, tanga o nada. Salimos y nos montamos en un taxi, hice que Juan Carlos se sentara delante y una vez que montamos, le di la dirección al taxista. Luego acerque mi boca al oído de Amparo para preguntarle si llevaba algo debajo o iba como a mí me gustaba. Ella mirándome con mucha intensidad y una sonrisa pícara me dijo al oído, “Compruébalo tú mismo” y con mucho disimulo metí mi mano entre sus piernas, no llevaba nada, a excepción de su coño bien mojado ya.

Llegamos al restaurante, uno muy típico de Madrid. La cena fue muy tranquila ante la estupefacción de Juan Carlos, sin embargo Amparo estaba tranquila, su mirada me miraba con cierta ansia y esperando lo que yo hiciera, nuestras miradas sabían que iba a pasar algo y mucho. Casi todo lo que hablamos fue entre ella y yo, casi todo lo que nos decíamos era con doble intención. Nos estábamos “retando” mutuamente y “provocándonos” de forma descarada. El vino y los licores nos ayudaban a estar más sueltos, no es que nos hiciera falta, pero algo nos desinhibía. Juan Carlos quería que nos fueras ya del restaurante y tanto su mujer como yo, le decíamos que tranquilo. Estaba un poco pesado y entonces su mujer le fue a tocar la pierna para decirle que se relajara y por lo que se ve toco también en otro sitio y dijo, “Jaja, como esta esté, madre mía” y Juan Carlos nos miró con cara de circunstancias.

Nos levantamos y nos fuimos, cogimos otro taxi y después de darle la dirección al taxista, nos morreamos Amparo y yo. El beso fue muy ardiente por parte de los dos, nos teníamos ganas, eso estaba claro. El sitio a donde íbamos era uno conocido por Gianluca y por mí. Teníamos un lugar reservado y cuando llegamos, varios trabajadores me saludaron efusivamente por el tiempo que llevaba sin ir. Una vez estábamos en nuestro sitio, pude ver a Gianluca, que estaba esperando a que nos aposentáramos y tuviéramos nuestras bebidas. Una vez las teníamos, empezó el “baile” Gianluca vino hacia nosotros e hizo como habían hecho otros, saludarme efusivamente e hice las presentaciones. Gianluca que hablaba perfectamente el español, en estas ocasiones, hacia una mezcla de italiano y español. Vi que a Amparo le agrado, algo que tampoco me extraño porque no estaba nada mal y era muy simpático. Hizo que se iba y le insistí para que se quedara.

Gianluca se sentó y vi que Juan Carlos no puso muy buena cara. Amparo se fue al aseo y mientras hablábamos los tres, paso uno que se saludó con Gianluca y al quedarnos solos, Juan Carlos me dijo, “no me cae nada bien el italiano este, sabes que me caen como una patada en los cojones los italianos” y paro de decirme nada porque se volvió a sentar Gianluca. Llego también Amparo y en ese momento acerque mi boca al oído de Juan Carlos para decirle, “pues que no se te haga mala sangre, porque ese italiano como tú dices y yo, nos vamos a follar a tu mujer esta noche” giro la cabeza me clavo una mirada matadora y tardó en reaccionar, diciéndome, “ya te digo que no, Amparo no va a tragar” me sonreí y dije de ir a bailar. Juan Carlos aunque no le gusta nada bailar vino con nosotros. Al principio toda iba dentro de un orden que relajaba a Juan Carlos. Hasta que me cansé y empecé a bailar con Amparo de forma más provocativa. Ella me siguio desde el primer segundo y empezamos a pasarlo bien. Teníamos unos roces muy descarados y mi rabo se puso bien duro, ella al notarlo me provocaba más rozándome con su culo.

Entonces me aparte y descaradamente la deje con Gianluca, ella me miro, me clavo la mirada como hizo antes su marido, pero la de ella iba cargada de un componente muy sexual. Al principio bailaba con un poco de reparo, Gianluca fue cauteloso y no se lanzó como un baboso, dejo que ella se fuera adaptando a lo que venía. Le hicimos un bocadillo bailando y allí ya hubo más desenfreno, Gianluca por detrás y yo por delante, mientras Juan Carlos miraba atónito, como su mujer ya no se cortaba y se dejaba llevar. Aun así, Gianluca actuaba con mucho tacto y no se pasaba mucho, ya habíamos acordado que esperaríamos a llegar al apartamento, lo demás seria precalentamiento y lo estábamos consiguiendo, porque Amparo estaba a tope. Nos volvimos a sentar después de habernos rozado bien los tres.

Fui al aseo y Juan Carlos vino detrás, me reprocho un poco no haberle contado mis planes y ante eso, quise zanjar todo y saber cómo estaba el, “mira Juan Carlos no voy a discutir contigo, si no te ha gustado lo que has visto, si no quieres que Gianluca nos acompañe, solo tienes que decirlo, pero lo que decidas hazlo consecuentemente, luego no vengas con arrepentimientos. ¿Qué decides?” vi como dudaba hasta que me contesto, “no sé qué dirá Amparo” y con cierta rabia le replique, “ahora olvídate de lo que puede decir o no puede decir tu mujer, que eso lo sabremos luego, ¿tú quieres o no quieres?” y al final me contesto que sí, pero que Amparo tendría la última palabra y que la conocía bien y no creía que dijera que sí.

Cuando regresamos Amparo y Gianluca hablaban con total normalidad y tal vez con demasiada formalidad. Nos sentamos y volvimos a bailar tres o cuatro veces más, haciendo prácticamente lo mismo. Llego el momento de subir un escalón más. Miré a los tres y dije, “es hora de ir marchándose” Amparo y Juan Carlos dijeron que si y Gianluca dijo que había sido un placer conocerlos. Como mis amigos ninguno decía nada pregunte yo mirándolos sobre todo a Amparo, “bueno si queréis nos vamos los cuatro juntos y tomamos una copa más tranquilamente, ¿Tu qué opinas Amparo?” la note nerviosa, miro de soslayo a su marido, me miro más directamente a mí, luego miro a Gianluca y respondió, “Por mí no hay ningún problema, podemos tomar la última más tranquilamente”

En la cara de mi amigo Juan Carlos, vislumbre excitación y rabia por igual. Cuando salimos a la calle a esperar un taxi, la conversación parecía de lo más normal, pero en todos había mucha excitación. Al llegar el taxi, Juan Carlos quiso montar detrás con su mujer y le hice ponerse delante, detrás nos colocamos Gianluca y yo con su mujer en medio de los dos. Una vez sentados, con disimulo para que el taxista no me viera, empecé a meter mi mano por debajo de la falda de Amparo, mientras Gianluca nos veía, pero el muy prudente solo hacia eso de momento, mirar. Amparo estaba muy mojada y sabia de sobra lo que iba a pasar y se la veía muy animada. Seguro que si Gianluca hubiera hecho algo ella no hubiera protestado.

Llegamos al apartamento y el tema de conversación fue lo bien que estaba ese apartamento, aparentando un falso dúplex. Fui yo quien sirvió bebida a todos, Juan Carlos miraba y supuse que al no ver cama se estaría preguntando donde estaba. La respuesta era bien fácil, escaleras arriba. La música que puse era suave, porque las horas que eran no permitían otro tipo de música o así lo pensaba yo. Como veía que la conversación empezaba a desvariar y eso podía provocar que nos diera el muermo, saqué a bailar a Amparo y les dije a mis dos amigos que buscaran como reducir la luz. No fue mucho lo que pudieron hacer y seguí a lo mío.

Amparo y yo estábamos muy pegados el uno al otro, ella notaba mi erección y yo notaba el movimiento sutil que hacía con su cuerpo para rozar al máximo mi rabo. Puse mi boca en su cuello, lo lamia y le daba besos, su piel se erizaba, su respiración aumentaba y mis manos acariciaban suavemente su culo. Mi amigo y su marido, ya no hablaban, solo nos miraban atentamente. Le dije en susurros que dijera de ir al aseo. Minutos después me pregunto por el baño y dije que la acompañaba, le di la mano y subimos a la parte de arriba, aunque abajo había un aseo pequeño. Una vez arriba ella me hablaba bajito, porque lo único que nos separaba de la parte de abajo era una barandilla con un cristal, parecía un balcón y era donde había una cama gigantesca. Amparo me dijo, “UF, estoy muy caliente y aquí se va a oír todo, ¿Qué dirá tu amigo? ¿Se va a ir pronto?” mi contestación de momento fue, pegarla contra la pared y morrearnos de una manera bestial, estábamos con muchas ganas.

Empezamos morreándonos y en cuanto se descuidó la tenía solo en ropa interior, por cierto una lencería muy bonita y que la hacía mucho más deseable. Se quedo apoyada en la pared mientras me agachaba, apartaba un poco su braga y le lamia el coño, su clítoris estaba muy duro. Se limito a morderse el labio, a no hacer ruido y a agarrar mi cabeza, para empujarla contra ella. Estaba muy excitada y por sus movimientos era muy posible que estuviera a punto de correrse y por eso pare, ante la mirada “asesina” que me echo. Me retiré un poco de ella y me empecé a desnudar, una vez desnudo mi rabo estaba a tope. Volvió a sentirse “preocupada” y ahora sí que la conteste. “Sabes de sobra que te vamos a follar los dos, no te hagas la tonta, además sé que lo estas deseando, estas demasiado cachonda” me miro con mirada picara y lo único que me dijo fue, “¿Qué dirá y hará Juan Carlos?”, “Jaja, sabes que no dirá nada y hacer hará lo que quiera, pero te aseguro que como mínimo se va a pajear mucho viendo lo puta que es su esposa” le conteste.

Amparo me abrazo y me dio un muerdo fuerte, hasta me mordió el labio con ansias. Le dije que se apoyara en la barandilla, lo que suponía que ella vería a Gianluca y a su marido sentados abajo, pero ellos también la verían. Se “resistió” unos segundos, hasta que se apoyó, echando exageradamente el culo para atrás en señal de provocación. Ella se había apoyado sin hacer ningún ruido. Mientras oíamos hablar a Juan Carlos y a Gianluca. Me agaché y el comí el coño por detrás, en esa postura, pero aguantaba sin decir nada. Me levante, coloque mi capullo en la entrada de su coño, haciendo simulacros de follármela, pero sin hacerlo y ella movía su culo para que le metiera el rabo.

Cuando menos se lo espero, se lo metí de una sola vez y esta vez si se la oyó, “AAAHHHHHHH, SIIIIII” y no había terminado de decir eso cuando dijo, “que vergüenza, madre mía” pero lo estaba disfrutando. Podía ver su cara de perfil en un espejo y tenía una cara espectacular, los de abajo tenían que estar cachondísimo de verla de esa manera. Salvo esa primera embestida, me la está follando muy suavemente, fui cogiendo el ritmo, según lo marcaba su respiración, sus jadeos y sobre todo sus movimientos. Cuanto más cachonda la notaba, más me ralentizaba y eso sabía que la disgustaba. Me agachaba y le susurraba que llamara a Gianluca, pero ella movía su cabeza diciendo que no. No me quedo más remedio que decirle que si no lo llamaba, se acabaría en ese momento, ella no se lo debió de creer e hice el amigo para quitarme. Sabía que eso sería la “disculpa” que ella necesitaría. En cuanto noto que me iba a quitar, echo una mano para atrás y me hizo pararme. Giro su cabeza y la movió para decirme que sí. Empecé a follarla con más ímpetu, mis embestidas ahora eran fuertes y penetrantes.

Amparo no paraba de gemir y entre gemido y gemido, con la voz “desencajada” dijo, “Luca a que esperas, sube rápido” estaba tan excitada que se comió el Gian. Se desnudo abajo y subió. Mientras lo hacía retumbo el orgasmo de Amparo. Al llegar Gianluca, nos fuimos para la cama. Se puso a mamarnos nuestros rabos y yo quería hacer partícipe a mi amigo, a su marido. Provocaba que mi amigo lo hiciera también, decíamos para que nos oyera lo buena que era su mujer comiendo rabos. Gianluca se giró y se fue a comerle el coño, sacándole buenos gemidos a Amparo. Ella paro de mamarme el rabo y con voz cachonda me dijo, “que cabronazo que eres, estas poniendo a mi marido cachondo seguro, llámale” y negué con mi cabeza que lo fuera a llamar y le dije que lo hiciera ella.

Siguio disfrutando y paro un momento, en voz alta dijo, “JODER, Juanca, ¿Voy a tener que bajar por ti? Sube de una maldita vez, que te lo estas perdiendo y quiero verte”, Juan Carlos subió a toda velocidad y venia bien empalmado. Sus miradas se cruzaron y el matrimonio se miró con intensidad, con deseo. Juan Carlos nos miraba entusiasmado, se le veía en la cara y no lo podía ocultar. Ahora em tumbe boca arriba y ella se sentó sobre mi rabo. Nos pusimos a follar ante la atenta mirada de su marido y de Gianluca. Los dos estaban también muy empalmados.

Ella se deleitaba con movimientos lentos, porque sabía que la estaban viendo los dos desde atrás. Sabía que verían entrar y salir mi rabo, con esos movimientos tan suaves. Nos besábamos apasionadamente y el dije al oído susurrándola de nuevo, “Es hora de que invites a tu nuevo amigo, ¿No crees?” ella se limitó a sonreírme, me echo toda su melena por mi cara y me dijo con cierto toque de vergüenza mezclada con excitación, “Dilo tú, que no es como decirlo, por favor” y nuevamente me negué, pero le di la clave de cómo hacerlo, “Pide ayuda a tu marido, así de una vez pondrás cachondísimo a los dos” me volvió a sonreír y se puso a menear de un lado para otro su culo, la visión tenía que ser cachondísima, provocadora y excitante.

Respiro profundamente y dijo, “Juanca, se buen anfitrión e invita a Luca, ya me entiendes” y lo acompaño con un movimiento exagerado de culo. Veía a mi amigo super excitado pero que no se arrancaba. Amparo había sido muy suave dirigiéndose a su marido. Se lo reproche a Amparo, pero sabía que a ella le daba mucho reparo llamarle cornudo estando solo los tres, pues con un cuarto se le hacía más complicado. Para que se tranquilizara le dije que lo haríamos a medias. Amparo le dijo, “venga cornudo” y yo continúe, “abre bien las nalgas de tu mujer para que lo tenga más fácil, no te quedes ahí parado” y se acercó a su mujer abriendo bien sus nalgas, Gianluca que tenía colocado un condón, se colocó detrás de ella. Nosotros paramos nuestros movimientos para facilitar a Gianluca que pudiera follarse el culo de Amparo.

Su cara me indicaba como iba entrando, su gestos eran excitantes y cuando tuvo todo el rabo dentro, puso una sonrisa super excitante. Empezamos nuestros movimientos, buscando una sincronización perfecta. En cuanto lo logramos, a Amparo le costaba articular palabra de lo cachonda que estaba, pero haciendo un esfuerzo le dijo a su marido que se colocara delante de ella y así lo hizo Juan Carlos, se colocó de pie, poniendo una pierna a cada lado de mi cabeza y Amparo se puso a comerle el rabo a su marido. Duro poco, porque se quitó abruptamente y ante la mirada de su mujer, le dijo que estaba muy apunto y que no quería correrse todavía. Ahora la podíamos follar mejor, con más ganas y sobre todo con más ímpetu.

Nuestro ritmo era importante y ella no paraba de gemir, de decir cosas que no se le entendían y en un momento dado le pidió a su marido que le diera la mano, Juan Carlos se la dio y ella tiro de él, hasta fundirse en un morreo exagerado mientras ella se corría junto a su marido que no se pudo aguantar, acabamos todos manchados unos más que otros, pero todos. Juan Carlos nos pidió perdón muy nervioso y se fue por papel para limpiarnos. Mientras Amparo se había quitado de encima y quería que Gianluca y yo nos corriéramos rápido en su boca. Nos pajeamos, le llene la boca y mi amigo fue detrás, no dijo nada, se limitó a ir hacia donde su marido, que estaba de pie, se fundieron en un gran abrazo y se volvieron a besar, pero con mucha más pasión.

Nos fuimos todos a lavar y la última que lo hizo fue Amparo una vez que se ducho, nos pidió diez minutos de respiro. Nos bajamos a tomar algo los tres hombres y la dejamos en la cama. Como a los 40 minutos subí y estaba boca abajo, de medio lado y dormida. Acaricie con devoción su culo, su cuerpo y la tape con la sabana. Me bajé y se lo dije a los demás, nos quedamos hablando con un tono más suave. No nos dimos ni cuenta, se nos hizo de día charlando. Había cafetera y café, pero nada con que acompañarlo, me las arregle para que ellos dos fueran por churros, mientras iba preparando todo. Me hice un café para mí y oí desde arriba la voz de Amparo, miré y estaba apoyada en la barandilla, con una toalla en la cabeza y otra alrededor de su cuerpo, “¿Ese café es para mí? ¿Dónde están los otros dos?” hablábamos mientras bajaba por las escaleras, se acaba de duchar. Le dije donde habían ido y me quito el café de mi mano y se lo bebió.

Una vez se lo bebió y con cara “compungida” me dijo, “Vaya nochecita la de ayer, me he levantado sin hacer ruido al oíros hablar, porque me daba vergüenza bajar, porque, ¿Qué pensara tu amigo? Y sobre todo ¿Qué pensara Juan Carlos? Porque teníamos el acuerdo de no meter a nadie más y que tampoco haría nada sin estar el presente, no quiero ni pensarlo” era verla y ponerse mi rabo a tope. Quise tranquilizarla y le dije, “No fue tan buena noche que te quedaste dormida y eso no se hace. Por Gianluca no te preocupes que seguro que habrá pensado que suerte follarse a una mujer así y de tu marido te tienes que preocupar aún menos, ¿O es que no viste como se puso anoche? Y ahora vamos a romper con el otro acuerdo” y ella me miro sin saber a qué me refería, “¿A qué te refieres?” la sonreí y me acerqué a ella.

Le quité la toalla y le dije que pensaba follármela sin estar su marido. Me devolvió una sonrisa provocadora y se agarró a mi cuello, nos empezamos a besar suavemente, con cierto tonteo hasta que pasamos a morrearnos en condiciones. Se coloco mi rabo entre sus piernas y tal como se movía, me hacia una paja deliciosa, sin necesidad de usar las manos. Cuando más “acelerados” estábamos, ella se colocó de rodillas en el sillón y me pidió que la follara rápido, antes de que llegara su marido. No había terminado de decírmelo y ya me la estaba follando, se la notaba más suelta.

- Me encanta que seas tan puta.

- Y a mí de serlo. Fóllame más fuerte, como tú sabes.

- Lo que tu digas y prueba esto también (Le propine varios azotes bien fuertes)

- SI, SI… como me sabes poner, cabrón.

- Así tenías que haber estado ayer, sin cortarte.

- Aaahhh, es que no es como hacer con mi marido.

- Se la puta que él quiere que seas, hazle participar, dile lo que quiere oír.

- No me sale, me cuesta.

Volví a azotar su culo con vigor y ella gemía mucho más fuerte. Me agarre de sus caderas y ahora la embestía con más energía. Ni se enteró de cuando la puerta se abrió. Juan Carlos y Gianluca nos clavaron sus miradas, ella al verlos se dirigió a su marido con voz entrecortada y le dijo, “No quería sin estar tú, pero, pero… este cabronazo me pone… buffff… lo siento cornudo mío” Juan Carlos dejo el paquete de churros se fue hacia su mujer la acaricio y luego la beso con mucha efusividad. Mientras Gianluca se fue desnudando, que no tardo nada y se acercó a donde estaba Juan Carlos y solo le dijo, “Con tu permiso” y se colocó delante de Amparo que abrió la boca y empezó a mamar el rabo de Gianluca. Su marido alucinaba de lo bien que lo hacía. Al estar mamando mi follada era mucho más suave y por lo que se ve a Amparo no le gustaba. Por eso paro le dijo a Gianluca que se pusiera un condón. Le hizo sentarse y ella se sentó encima de él, una vez que tuvo su rabo dentro, me miro a mí para decirme, “Me gusta mucho más que seas tú el que me llene el culito, se siente mucho mejor”

Le fui metiendo el rabo y solo se oían exclamaciones de ella, pero nada desagradable. Cuando se lo tenía todo metido, le dijo a su marido, “¿Esto era lo que querías? Pues amor, todo por ti” y empezamos a follarla con unas ganas enormes. Gemía sin parar y cuando no se la oía era porque se estaba morreando con Gianluca. Se incorporo lo justo para que su marido se acercara y poder comerle el rabo. Paraba de hacérselo y lo pajeaba mirándole a los ojos. Los dos estaban muy cachondos. Ella se corrió besándose con su marido, pero no paro decía que quería más. Al rato estaba otra vez super cachonda y lo estaba tanto que le pregunto a su marido, “Quieres que se corran dónde están, o prefieres que mis hombres se corran en mi boca, para compartirlo” Juan Carlos no contestaba y ella le insistía para que lo hiciera, hasta que en un tono más cachondo le dijo, “Venga cornudo quieres probar la leche conmigo o no” ella se quedó satisfecha cuando su marido le dijo que si con la cabeza, ella le dijo “Que feliz que me haces” y pidió más fuerza y se corrió.

No paramos allí y seguimos hasta que logramos que se corriera una tercera vez, estaba que se salía. Gianluca aviso de que se corría y ella se quitó rápidamente, le quito en un segundo el condón y se puso a hacerle una mamada, oímos como gritaba Gianluca al correrse y luego ella se acercó a Juan Carlos besándose con mucha pasión. Mientras yo había seguido meneándomela y le avise de que me corría, dejo a su marido y recibió mi corrida en su boca, una vez que termine, volvió a hacer lo mismo, se besó con Juan Carlos. Me subí a asearme y cuando acabé estaba Amparo esperando para entrar y hablaba con su marido. Entraron los dos al baño y me quite de en medio. Mientras me vestía podía oír murmullos, me acerque porque la puerta no estaba cerrada del todo y me alegro lo que vi.

Amparo estaba sentada sobre el bidet abierta de piernas y por su posición me pillo mirando, pero ni se inmuto. Juan Carlos comía su coño y ella le decía, “Nunca pensé que sería tan bueno cumplir con tu deseo de ser cornudo, si lo llego a saber antes… uff, no pares cornudo, sigue” y veía la cara de puta que ponía, mientras acariciaba a su marido. Luego volvía ella a hablar y le decía, “Como me han dejado el culito, que brutos, ¿Me quieres?” y Juan Carlos paro para decirle, “TE QUIERO mucho más que antes, te adoro” y ella después de oír eso le dijo, “Siento no haberte esperado, pero es que tu amigo me pone muy cachonda, perdóname” el paro la miro y con voz de complicidad le respondió, “Sabia que pasaría, tú eres una puta muy cachonda y ese pollón te trae a mal traer, que te conozco, lo raro que no ocurriera antes” y Amparo con cara de satisfacción le dijo, “Oye, solo soy su puta y sé que a ti te gusta. Lo que me hubiera puesto aún más, hubiera sido que hubieras mamado una polla conmigo, que no veas como me pone eso, el verte así” Juan Carlos ahora no se quitó y siguio comiéndole el coño hasta que se corrió.

Aunque no me quede tranquilo del todo, porque ahora tenía que llegar el enfriamiento y ver como lo asumía todo mi amigo, si me quede bastante mejor, al ver y percibir la buena complicidad y la unión que existía entre ellos. Como los conocía, sobre todo a Juan Carlos, sabía que ahora le llevaría unos días reciclar todo lo sucedido, para después quedar conmigo un día a tomar algo o directamente presentarse sin decir nada e irnos a almorzar o comer. En ese momento soltaría todo lo que llevara guardado. Era cuestión de darle un espacio, no preguntar y esperar.

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