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¿PREÑAR? A la mujer de mi mejor amigo. (1)

en Confesiones

Como ya hice alguna mención en algún relato anterior, tenía y sigo teniendo a Juan Carlos mi mejor amigo, que es el hermano que nunca tuve. Nos conocíamos desde que nos salieron los dientes. Siempre nos habíamos contado y nos contamos todo. El caso que un día me conto que él no podía tener hijos, algo que nadie sabía y en vez de hacer como todo el mundo, ir a una clínica de fertilidad, donde les Darian solución a sus deseos, pensaron o pensó, que hacerlo yo era más adecuado, aunque me había comprometido a estudiarlo, siempre me quedaba la esperanza de que cambiara de opinión y como no vivíamos en el mismo lugar, aunque la distancia era corta, me daba un respiro.

Esa mañana tuve una llamada de mi amigo y me propuso comer ese día. Le pregunte si es que iba a venir y me dijo que no, porque ya estaba aquí, que estaba de papeleos y que por eso me había llamado, así que quedamos para comer. En el trabajo me estaba empezando a sentir incomodo, porque se hablaba más de la cuenta de mí y no es que me quitara el sueño, pero me gustaba pasar más desapercibido o que hablaran de mi por otras cosas y no por si me había liado con alguna compañera. Llego la situación a tal punto, que esa mañana se me acerco uno que conocía de vista, pero que ni sabia su nombre ni en que planta trabajaba, el caso que nos apartamos para hablar y me soltó a bocajarro, “¿Tu eres el que se beneficia a mi mujer?” me esperaba que me pidiera algún favor, no que me soltara eso, mi respuesta después de céntrame fue, “No sé ni quien es tu mujer, pero de todas maneras si trabaja aquí, ya te digo que no y no sé porque me vienes a preguntar eso” ahora el descolocado era él y ya más tranquilo me dijo quién era su mujer, sin saber a quién se refería, hasta que me enseño una foto en el móvil. Si la conocía de vista como a él. “Si la he visto, alguna vez nos hemos saludado, pero como contigo y que yo sepa contigo no tengo nada, pero insisto, ¿Por qué yo?” y él me dijo que por la fama que tenia de mujeriego. Mi respuesta fue seria y contundente, “Soy soltero y no tengo ningún compromiso, por lo que puedo hacer lo que quiera, pero parece mentira que un hombre como tú, de tu edad, haga ese tipo de preguntas, porque dejas a tu mujer fatal y si a alguien le tendrías que preguntar algo seria a ella y lavar la ropa sucia en tu casa, no airearla de esa manera” después de decir eso le deje allí tirado y me fui a mi mesa.

Me pille tal mosqueo que tuve una mala mañana y ya deseaba que llegara la hora de la comida. Ya ni pensaba en el compromiso en el que me había metido mi amigo. Llegue al lugar de la comida que era un italiano, con ganas de olvidarme de lo que había pasado. Allí estaba mi amigo esperándome, sonriente con su cara de bonachón y nada más vernos nos fundimos en un gran abrazo como era habitual en nosotros y una vez nos sentamos y pedimos lo que queríamos para comer, Juan Carlos fue directo como siempre.

+                He querido hablar contigo cara a cara y no por otro medio, que hay cosas que mejor así y es una gran sorpresa. (Su cara era de alborozo)

+                No me digas más, Amparo se ha quedado embarazada. (No sé porque me vino ese pensamiento)

+                Jaja, va por ahí pero no es eso, es que ella ya está de acuerdo en lo que hablamos, ya sabes. (Claro que sabia y la cara que no era de alborozo ahora era la mía)

+                Vale, pero ya te dije que no había que precipitarse y que teníamos que hablarlo los tres. Así que la próxima vez que vengáis por aquí, pues nos sentamos y lo hablamos.

+                Jaja, si ya estamos aquí, estamos en el apartamento de mis padres (Mas que un apartamento era un piso, ya que tenía 5 habitaciones y 260 mts. sin sumar la tremenda terraza que tenían y estaba junto al mar) porque me he venido a trabajar aquí. (Me daban hasta sudores)

+                No me habías contado nada de eso.

+                Era una sorpresa.

+                Y tanto que ha sido una sorpresa.  

+                He quedado a las 6 con Amparo que ahora está comprando cosas para el apartamento y haciendo un pedido en el supermercado. Nos tomamos un café y ya lo hablamos, pero eso si por favor, no seas cabroncete y no la metas en ningún compromiso.

No seguimos hablando más de eso porque lo dejamos hasta estar con Amparo y veía a mi amigo rebosante, seguro de sí mismo y una persona que se comía el mundo. Recordamos momentos del pasado, nos estuvimos riendo todo el tiempo y era todo como siempre, como en nuestros mejores momentos, todo felicidad y al terminar nos fuimos a donde había quedado Juan Carlos con su mujer, seguimos al mismo ritmo y llego Amparo. Que como siempre iba perfecta, nunca se le podía encontrar un pero, a su forma de vestir, a su forma de maquillarse, no era mujer de excesos y todo le sentaba bien. Prácticamente no tardamos nada en hablar del asunto por el que estábamos tomando café o siendo más real, fue Juan Carlos quien saco la conversación.

JUAN CARLOS.-     Ya le he dicho la decisión que hemos tomado, que tú has dado el visto bueno y se encuentra un poco indeciso todavía, que aunque no lo dice le conozco bien.

AMPARO.-              Es normal, le entiendo perfectamente, que es algo muy serio y es para pensárselo, que no es decir a un amigo, oye me haces el favor de dejarme el coche un momento, es mucho más serio y delicado. (Su imagen era de compresión y de cierto nerviosismo) También está que yo no le guste o no le motive, que también puede ser.

YO.-                      Menos mal que hay alguien que me entiende. Con otros hubiera sido simplemente un sí o un no, con vosotros y más especialmente con Juan Carlos es bastante más delicado y no es porque tú no entres en el estereotipo de las mujeres que me gustan.

J.C..-                     Pues entonces cuenta como lo ves tú, que nosotros ya lo tenemos más que hablado.

Y.-                        Mirar mis experiencias me dicen que todo puede ir muy bien, pero también que se pueden producir unos celos tremendos, desconfianza futura y al final una fractura de la amistad o por lo menos una herida. Especialmente contigo Juan Carlos y eso es lo que me preocupa, sabes que tu amistad es de lo más importante en mi vida.

J.C..-                    Todo eso ya lo hemos sopesado Amparo y yo, te aseguro que lo tengo muy meditado y muy asumido, que te lo diga ella. (Me quede esperando o ir que decía y después de uno segundos en blanco)

A.-                        Lo que dice es verdad, la idea partió de él y me dijo que llevaba mese pensándolo, casi desde el principio, más o menos desde que dije lo de ir a un centro para lo de la inseminación. Al final si se hace como ha pensado Juan Carlos, lo veo factible y no lo veo mal. Sobre todo porque sabemos de tu discreción.

Y..-                       Lo que habéis pensado exactamente no lo sé y de lo que habéis hablado tampoco, pero tengo claro que una cosa es planificar todo muy bien, pero no somos maquinas, aquí hay muchos factores que se pueden descontrolar. En eso no habéis caído.

J.C..-                     Te equivocas, lo hemos pensado todo. Hemos llegado a asumir muchas cosas que se pueden dar, pero si se dieran, las veríamos en el momento, no vamos a suponer que vaya a salir mal, somos positivos y pensamos que todo va a salir bien.

Y..-                       Bien, vamos a suponer que todo va bien. Que es lo que tú has pensado, que se supone que con eso todo sale perfecto, como procederíamos.

A..-                       Un momento eso si no os importa, lo habláis vosotros solos. (Se azoro y entendí que serían muchos detalles que a ella le podrían dar vergüenza)

Seguimos hablando de otras cosas y se dio por entendido que había dicho que si, aunque antes quería saber esos detalles pensados y planificados por mi amigo. Después de un rato Amparo se despidió de nosotros y nos dejó solos para que siguiéramos hablando, porque nada más irse ella, Juan Carlos retomo la conversación preguntándome, “¿Bueno que es lo que quieres saber en concreto?” mi respuesta fue la lógica, que no era nada en concreto que me explicara y contara lo que había ideado. Juan Carlos se quedó como pensando y después me dijo, “Te diré la base de mi idea y luego ya me preguntas si tienes alguna duda. Seria en tres días muy concretos del mes, cuando ella su organismo está en mejor disposición. Para que sea más neutro, no habrá tocamientos, ni besos, ni carias, ni palabras cariñosas, algo más neutro. ¿Lo has entendido?” mi respuesta fue algo seria, “Claro que lo he entendido, que tonto no soy. Lo he entendido todo, pero explícame lo que me tienes que explicar, lo del momento más intenso”

En eso Juan Carlos parecía que tenía más indecisión o corte en hablar. Note como tragaba y me decía, “espero que no te parezca mal lo que he pensado o lo que hemos pensado. Si tienes algo que opinar tu opina, como siempre franqueza entre nosotros. Lo haríamos con la luz a oscuras, eso es porque a Amparo le da mucha vergüenza, luego tú te estimulas solo y cuando estés a punto, pues el resto, que te voy a explicar que no sepas. Aséptico como ves. ¿Qué te parece?” mi respuesta fue de lo más franca con mi amigo, “Pues no sé si tan aséptico estaré a la altura, pero te entiendo y os entiendo. Se puede intentar pero no prometo nada del resultado, aquí no hay hojas de reclamaciones” y ese último comentario relajo el momento, “Jaja, siempre igual, seguro que estarás a la altura, lo sé” y quedamos en seguir hablando del tema. Antes de irnos, me aviso de que me mandaría un correo con unas fechas y que hiciera el favor de una semana antes no hacer nada, para que todo fuera mejor, una semana y si es más, mejor. Riéndome le advertí que eso solo lo intentaría.

Seguí con mi vida y con Juan Carlos me veía más a menudo. Y me marco unas fechas en las que su mujer estaría en “situación” como él me decía. Había consultado a un amigo abogado y me llamo porque me dijo que lo tenía que estudiar detenidamente y su respuesta fue que no lo hiciera, que eso me podía comprometer mucho en un futuro. No quise aguarle a Juan Carlos con lo que me había dicho este abogado y decidí seguir adelante. Coincidió que los días precisos caían en jueves, viernes y sábado. Quedamos en que iría a su casa, comeríamos y después de la comida, ya relajados, a partir de mitad de la tarde, cuando nos encontráramos Amparo y yo mejor, pues se hiciera sin prisas. Con unas excusas bien planificadas, logre salir de mi trabajo a la una en vez de pasadas las tres de la tarde.

JUEVES

No he dormido bien, he pasado toda la mañana intranquilo y todavía le sigo dando vueltas a mi cabeza, en donde me voy a meter. Lo que tenía previsto era salir del trabajo e irme directamente hasta su casa, a última hora cambio de opinión, paso primero por mi casa, me vuelvo a duchar y me cambio de ropa, incluida la interior. Soy muy limpio y aseado, pero esta vez quería serlo mucho más. No me puse nada de colonia ni perfume, porque lo de los olores es muy particular.

Llego a casa de mis amigos. Espero encontrarme con cierto ambiente de nerviosismo, al primero que veo es a Juan Carlos que es quien me abre la puerta. Lo encuentro muy normal, es más diría que contento. Después saludo a Amparo que a ella si la encuentro inquieta. Lo que me sorprende es que va vestida de una manera muy desangelada, no tan cuidada como siempre la había visto. Ropa muy ancha y pantalones que parecían que le quedaban grandes y nada de maquillaje, aunque tampoco le hacía falta. Era como si se hubiera vestido de esa manera adrede. Desde luego morbo no daba nada.

Comimos, Juan Carlos no quiso que tomáramos ni café ni alcohol, se encargó de preparar unas tisanas, que decían que era lo que venía mejor. Hicimos la digestión sobradamente y una de las veces que Amparo se levantó y nos dejó solos, que fueron muchas, supongo que por su nerviosismo, mi amigo me dijo, “cuando veas que estás preparado me haces una señal y ya le digo a Amparo lo que sea, sin prisas y sobre todo no te agobies, que tienes que estar relajado, así que cuando tú digas, que ya está todo preparado”

Ya había perdido la cuenta de las parejas con las que había estado y a excepción de las primeras, con el resto controlaba yo todo y no estaba nervioso nunca. Esta vez estaba muy perdido, no era como esas otras veces. Ni estaba tampoco nada excitado, no tenía una motivación y a eso había que sumarle la falta de convencimiento por mi parte. Se vuelve a levantar Amparo y esta vez le digo a mi amigo que cuando quiera. Porque pensé que cuanto antes mejor, porque ya se me estaba poniendo hasta dolor de tripa. Juan Carlos se levantó muy rápido y fue a buscar a su mujer, los vi que iban hacia la habitación. Mientras me quedaba solo, me di cuenta de que mi amigo y yo jamás nos habíamos visto desnudos, porque él siempre fue muy pudoroso.

Juan Carlos vino por mí y me termino de explicar, “ahora cuando entremos, habrá poca luz. Una vez te sitúes, ya sabes amigo, te preparas tu solo y cuando estés, entonces te subes a la cama y no es necesario que te explique más, una vez hayas acabado te levantas y te vas al aseo, ya te he dejado preparada una toalla y lo que te haga falta. Te recuerdo nada de tocamientos, nada de besos y nada de conversación. ¿OK?” asentí con la cabeza y le respondí, “Entendido todo a la perfección, ¿me desnudo antes de entrar o en la habitación?” Y con cara de extrañeza me dice, “no, no, no te tienes que desnudar, con que te quites los pantalones y los calzoncillos ya vale”

Entramos en la habitación, Amparo estaba tapada hasta arriba, solo se veían sus manos y parte de los brazos, donde se veía que estaba vestida por lo menos de cintura para arriba. Había poca luz y lo que si me di cuenta, que ella no quería mirarme a los ojos, estaba echa un flan. Me coloco en un lado de la cama, en el otro lado y en una silla pegada a la cama a la altura de la cabeza, se sienta mi amigo Juan Carlos, me pregunta si ya estoy y cuando le digo que si apaga la única luz que había encendida. Esta tan oscuro, que ni adaptándose la vista a la oscuridad se puede ver nada. Solo se oye de vez en cuando un susurro de mi amigo diciéndole a su mujer, “tranquila, tranquila, que yo estoy aquí”

Me he desnudado de cintura para abajo y me da todo muy mal rollo. No me adapto a esa situación y me está costando mucho lograr empalmarme. Al final lo consigo y me masturbo a toda velocidad y me da como ansiedad, si ya de por si tardo en correrme, ese día me estaba costando más que nunca. Creo que ya es un buen momento y destapo a Amparo, me voy a poner encima de ella y me encuentro que lleva un camisón o una camiseta super larga, ella trata de levantarla, nos enredamos, todo un desastre. Mi rabo toca su coño, pero se va para arriba, meto mi mano, lo agarro con mi mano e intento metérselo. Esta poco lubricada, por no decir nada, así es imposible. Lo que si toco es su coño, que no lo tiene depilado, pero si el vello muy corto. Lo intento de nuevo, siento su quejido y me doy cuenta de que así es imposible. Me salgo de la cama me visto cómo puedo y me salgo.

Detrás viene Juan Carlos para saber que pasa y le digo que no que es imposible. El me pide que me relaje un poco y lo volvamos a intentar. Le digo que no, que mi rabo va a su aire y no veo que hoy pueda hacer nada. Veo tristeza en la cara de mi amigo y le digo que no se preocupe que mañana lo volvemos a intentar. Le pido que me despida de su mujer y me voy. Que mal rato he pasado.

VIERNES y SÁBADO

Tampoco duermo apenas nada esos días y mi incomodidad es más grande. Se vuelve a calcar el proceso de la misma manera que el primer día. Incluso ella va vestida igual y estas veces su cara denota pena y la de mi amigo ya no esta tan jovial como el primer día. La única diferencia es que esos dos días, llegamos a la noche sin decidirnos y ya nos estábamos poniendo más nerviosos, por lo que al final decidimos que no perdiéramos más el tiempo y fuéramos a lo que íbamos. Estas veces Juan Carlos se quedó conmigo, como animándome y miraba constantemente el reloj, hasta que decía que ya podíamos ir y por una u otra cosa pasaba lo mismo que el jueves. Después de semejante fracaso pensé que todo se acabaría allí y buscarían otra opción.

Tan mal quedé de esa experiencia, que se me quitaron las ganas de irme ese sábado por la noche con nadie y me fui para mi casa. Me puse a ver un programa de televisión y me quedé dormido en el sillón. Me despertaron muchos timbrazos seguidos y continuos, me sobresalte y fui a abrir la puerta, era mi amigo Juan Carlos y me traía unos mini croissants de mantequilla, que saben que me pirran. Mire la hora y eran las 9 de la mañana, le pregunte si se había caído de la cama o le habían tirado de casa, porque era domingo. Se puso a reír y me decía que no podía esperar más para hablar conmigo.

+                Ya se de lo que quieres hablar y siento que no haya salido bien y entiendo que hayáis decidido hacerlo de otra manera.

+                Jaja, que tonto eres hermano, que va. Entendemos todo lo que ha pasado. El ambiente que hemos creado no era el más propicio, ni tampoco Amparo iba vestida como para decir guau, que mujer. Como tampoco el que yo este allí presente. Todo eso lo hemos entendido.

+                Que te conozco, lo habéis o lo has entendido, que tú tienes mucho peligro cuando te pones a pensar.

+                No que va, lo hemos hablado mi mujer y yo. Somos conscientes de que hay que darle otro aire y por eso, es importante que tú me digas como te encontrarías mejor.

+                Nunca he hecho esto, cosas parecidas sí, pero eran de pura diversión. Estoy contigo que el ambiente no es que fuera el más propicio, es que era el anti ambiente. Que tu mujer iba vestida para no gustar también, además mira que la he visto fuera de vuestra casa y en tu casa, jamás la vi de esa guisa y en lo que tu estés presente me da igual, te lo digo de verdad, no sería el primer marido que me viera.

+                Amigo me sorprendes y en algunas cosas te desconozco completamente.

+                Somos más que amigos somos hermanos, siempre lo decimos porque lo sentimos, pero eso no quiere decir que nos conozcamos completamente. Siempre hay parcelas de uno mismo que otros ignoran.

+                Bien y ahora dime tus gustos, de cómo te desenvuelves habitualmente, de lo que te gusta, para poder encontrar una forma de que podamos hacerlo.

+                Juan Carlos ante todo franqueza. Mis gustos con las mujeres son “dominarlas” jugar un poco con el bondage suave, un vez dominadas follarlas con pasión, ternura y fuerza. Luego no me puedo estar callado, eso es un suplicio para mí, me gusta soltar por mi boca de todo, desde algo suave a algo fuerte.

+                ¿Lo dices en serio o es para desanimarme?

+                No te trato de desanimar, te hablo con toda la franqueza del mundo, tú me has preguntado y yo te he contestado.

+                No esperaba esa contestación, esperaba algo más normal.

+                Me considero normal, muy normal. Que me puedas ver distinto, pues claro, cada uno tenemos nuestros gustos.        Es como lo de hacerlo en 2 o 3 días en concreto, si tu mujer está plenamente capacitada para quedarse embarazada, joder da igual los días, es cuestión de mucha “practica”. Bueno y ahora ¿Tu qué opinas?

+                Que ahora veo las posibilidades lejísimas. Nosotros somos más normales, que con eso no quiere decir que tú no lo seas. Somos de hacerlo de forma más sencilla. No es que seamos puritanos, pero por ejemplo, no lo hemos hecho por detrás, ella no se traga mis eyaculaciones, no nos decimos nada fuera de tono y de las posturas ya sabes, por la lesión de espalda que tuve, no estoy para hacer florituras, pero nos apañamos.

+                Pue eso es lo importante, si vosotros os apañáis, lo demás no importa.

+                No veo a Amparo a tu mismo nivel, en lo que se refiere a gustos. ¿No crees?

+                Eso solo lo sabrás tú y ella. Yo lo que se de ella con respecto al sexo, es por algún comentario tuyo y nada más. Si la veo capaz, pues no sé qué decirte, no me extrañaría que lo fuese y tampoco que no lo fuese. Lleváis desde siempre juntos, quien mejor que vosotros para conoceros.

+                No te creas que me rindo, tratare de convencerla y ya veremos.

+                Hazme caso, no la obligues no la fuerces a nada. Puedes comentarle lo que sea, pero déjala su espacio, que sea ella quien lo decida, porque al fin y al cabo, es ella quien tendría que hacerlo.  

Mi amigo Juan Carlos se marchó apesadumbrado, como si hubiera recibido una paliza. Que mal me supo, me dio una gran tristeza. Si algo me consolaba que como era siempre tan positivo, en nada estaría otra vez normal. Lo esperaba el lunes, que apareciese de pronto, con la excusa de almorzar o comer. No apareció y no quise llamarle, le dejé tranquilo y yo empecé a pensar en que hacer ese fin de semana. El martes me llamo de buena mañana porque quería hablar conmigo y quedamos a la hora de almorzar. En el almuerzo me dijo, “hemos pensado que sí, que tienes razón, que hay que darle un poco más de color a ese momento, por eso hemos pensado que este fin de semana puede ser bueno, si te parece el viernes te vienes a nuestra casa, que tenemos sitio de sobra y te quedas hasta el domingo, así sin prisas ni con tiempo marcados vemos como se nos da” que testarudo, había que dejarle las cosas claras y si había que acabar con sus ilusiones se acababan.

“Mira Juan Carlos, piénsalo bien, que yo cuando me pongo me pongo y no conozco a nadie, entiéndeme” Juan Carlos me miro perplejo y me dijo, “pues trato de entenderte pero no te entiendo” mi respuesta fue rápida y muy sincera, “a veces pareces tonto, cojones, que cuando me pongo a follar no tengo freno, que me daría igual que sea tu mujer, por eso tanta reticencia por mi parte, porque me daría igual que tu estuvieses presente” y me con su positivismo, me replico, “tu tranquilo, porque no estaré presente y sé que Amparo te marcara el ritmo, sé que no dejara que te pases” me dejo descolocado, ya no sabía que decirle y zanje la conversación dándole el si para ese fin de semana. Sería el ultimo, después sabía que buscarían a otro u otra forma de conseguir lo que querían.  

El viernes al llegar, Juan Carlos me acompaño a la que sería mi habitación, deje mis cosas y salude a Amparo, que esta vez sí era ella, vestía como siempre, sin ser muy llamativa, pero iba muy guapa, se notaban perfectamente su curvas. Juan Carlos me explico que esa noche no cenaríamos en su casa, había preparado una velada, en la que su mujer y yo no sabíamos los detalles. A las 7 en punto su mujer nos dijo que nos dejaba solos que se iba a arreglar y volvió a aparecer cerca de las 9 de la noche. Indescriptible como salió, pero lo intentare. Como ya dije en su momento Amparo era casi perfecta, por lo menos en lo que se veía. Era de la altura de mi amigo, que era un poco más bajo que yo. Melena larga y morena, ojos oscuros y unas curvas además de perfectas, para volver majara a cualquiera. Iba vestida con un traje de chaqueta pantalón color rosa claro. Era todo elegancia, pero lo más de lo más, era que la chaqueta iba cerrada, debajo no llevaba nada y parecía un escote interminable, pero cerrada la chaqueta de tal manera que no se le salían las tetas, que por lo que vi eran más que abundantes y firmes de lo que yo pensaba.

Me quede obnubilado ante tanta belleza y ante una mujer tan excitante. En otro momento la hubiera visto de otra manera, esta vez la veía como lo que la veía, una mujer para ser follada y amada. Nos fuimos a cenar y al ir a entrar al restaurante, como es lógico cedimos el paso a Amparo y esos pantalones le marcaban un culo con una forma perfecta y parecía que no llevaba nada debajo, porque no se le notaba nada.

La cena estuvo muy bien y fue casi perfecta si no llega a ser por cómo iba vestida, ya que mis ojos se iban constantemente al escote de Amparo, un escote de vértigo. Ella se dio cuenta seguro, mi amigo no lo sé y mi rabo estaba revolucionado. Como me estaba poniendo la situación, pero es curiosos, estaba más nerviosos que mi primera vez, además de en ciertos momentos estar incomodo y sentir desazón. Como hubiera cambiado todo si su marido no fuera Juan Carlos. Acabamos de cenar y nos fuimos a un sitio de Valencia donde la música que hay es tipo salsa. Bailar me gusta, sé que Amparo baila bastante bien, que Juan Carlos evita bailar y es en ese momento cuando me viene lo que me digo siempre, que tengo que ir a aprender a bailar mejor.

El lugar pintaba bien, había bastante gente y la música me gustaba. Poco tardamos en ir a bailar Amparo y yo, la presión de Juan Carlos para que lo hiciéramos fue mucha. Nos apañamos bien y poco a poco lo íbamos haciendo mejor, hubo un momento en que mi empalme era monumental y ella lo tuvo que notar sí o sí. En total estuvimos como más de una hora bailando y mi rabo estaba a punto de explosionar. Volvimos junto a su marido y luego de refrescarnos con nuestras bebidas decidimos que ya nos podíamos ir para su casa. Durante el camino solo hablamos del baile y de lo bien que bailaba Amparo. La conversación se cortó de raíz cuando entramos en su casa. Ya sabíamos todos lo que venía ahora y otra vez se me hacía complicado. Amparo dijo que se iba a dar una ducha rápida y Juan Carlos me dijo que si quería podía hacer lo mismo. Me fui a otro baño y me di una ducha ligera. Me enrolle una vez me seque la toalla a la cintura, mi rabo ya había vuelto a su estado de reposo absoluto.

Me senté en el borde de la bañera y me podía ver en el espejo, diciéndome que hacía ahí. Se abrió la puerta porque no había echado el pestillo, era mi amigo que me dijo, “Amparo ya está, ¿Tu estas preparado, te sientes bien?” y le conteste, “tío no sé qué me pasa, no me concentro en lo que me tengo que concentrar, que pienso que esto acabara mal entre tú y yo” mirándome y con mucha tranquilidad, “mira, no te preocupes, que yo no me enfadare, algo si puede ser que me joda, pero al final lo importante es que tendré un hijo, eso es lo único importante. Y no te preocupes ya te dije que si no querías yo no estaría” y rápido le respondí, “no si a mí no me molesta, es más prefiero que estés para que luego no líes tu cabeza pensando en que paso o dejo de pasar” fui tal como estaba hacia la habitación, en vez de ir a follar parecía que iba al patíbulo. Respire fuerte antes de entrar varias veces y entramos.

Estaba todo a oscuras y lo único que iluminaba algo era la luz del pasillo, que una vez cerramos la puerta se volvió a quedar a oscuras del todo. Oí en la oscuridad el ruido de mover una silla, la había apartado de la cama. Me acerque lentamente hasta que mis piernas tocaron la cama, me agache un poco y palpe hasta encontrar el borde de la sabana, la agarre y la eche para un lado. Mi corazón bombeaba a toda marcha, al colocar un brazo roce el brazo de ella y note que no llevaba nada arriba, no pasaba como la primera vez. Iba a hacer las cosas a mi manera, me fastidiaba no poder hablar, decir lo que me apetecía. Acaricie con delicadeza sus piernas, que las tenía completamente juntas. Me tome mi tiempo y cuando puse mi mano entre sus piernas y llegue a sus muslos, mis caricias provocaron que ella separase un poco las piernas.

Seguí un poco más arriba y llegué a su coño. Lleve mi dedo medio a su raja, lo pasaba a todo lo largo y ella no decía nada, como no podía ver la cara era más difícil todo, hasta que llegue a su clítoris, me chupe primero el dedo, lo llene bien de mi saliva y luego empecé a acariciar muy suavemente su clítoris. Cuando empecé a hacer leves círculos con mi dedo, una mano de ella me agarro mi muñeca, como para impedirme algo, fue cuando empecé a notar como crecía y se endurecía su clítoris. Se empezaba a humedecer y me agache un poco más, hasta que llegue a una de sus tetas, saqué mi lengua y fui en busca de su pezón, en cuanto lo note, abrí mi boca y cuando lo iba a atrapar con mis labios, ella llevo sus dos manos a mi cabeza para impedírmelo, pero no lo logro y empeño sí que puso. Era un pezón por lo que puede notar con mis labios y mi lengua, bastante más grande que un garbanzo, parecía más un dedal de costura.

Los dos no hacíamos ningún ruido, ella tiraba de mi pelo para que retirara y yo seguía comiéndome ese delicioso pezón. Se oía más la respiración de Juan Carlos y algún carraspeo que a nosotros. Cuando me canse me quite y ella respiro aliviada, no dejaba de tocar su clítoris y ya estaba más que húmeda. Ahora empecé a lamer su tripa, su ombligo y otra vez que volvía a apartarme. Entonces di el siguiente paso, que fue llevar mi lengua a su clítoris. Aquí ya se puso atacada del todo, los tirones del pelo eran monumentales, me hacía daño, pero aguantaba. Mi larga lengua lamia sin cesar su duro clítoris y sentía como aflojaba sus piernas, no así sus manos tirando de mi pelo. Ahora podía pasar libremente mi lengua por todo su coño, no solo por su clítoris. No la veía pero su respiración aumentaba. Paso de los tirones de pelos, a acariciarlos, ahora ya estaba. Tenía las piernas bien abiertas y movía su pelvis sensualmente, con deseo y de vez en cuando levantaba su culo, para que mi boca se llenara de todo su coño.

Como soy bastante borde quise comprobar algo que pondría mucho si era cierto. Moje un pulgar con la humedad de su coño y lo lleve a su culo, desde el principio se resistió, trato de quitar mi mano, tirando de mi brazo, pegando bien el culo contra el colchón, pero no sabía lo hábil que era yo, logre meter parte de mi dedo pulgar y efectivamente su culo estaba intacto, considere que mi amigo era imbécil por no haberlo probado. Estaba tan cachonda que al final me dejo y lo que más pudo conmigo y lo que más me asombro, fue como se corrió en mi boca y fue capaz de que no se le notara con ningún sonido, no así con el extraordinario movimiento de todo su cuerpo. Quise darle un morreo y no hubo manera, quitaba su cara bruscamente. Me icé un poco y puse mi rabo cerca de su cara, cuando ella sintió el primer contacto aparto su cara, agarre su cara con mis dos manos y acerque mi polla a sus labios. La muy zorra, no es que los tuviera cerrado, los tenía bien apretados para no hacerlo.

Se resistía y yo insistía. Solté una de mis manos y la pase atrás mío, para poder coger uno de sus pezones, primero empecé a acariciarlo suavemente y hubo un levísimo cambio en sus labios, se relajó un poco, pero nada de abrir la boca. Por lo que subí la intensidad y apretaba más su pezón en mis caricias, poco a poco, al ritmo que yo imprimía ella fue abriendo su boca, hasta que entro la cabeza de mi rabo. Una vez que note su lengua sobre él, quiete mis manos y la deje sola, ahora ella quien agarraba mi rabo con sus dos manos y movía toda su cabeza frenéticamente, una mamada un poco brusca, pero se sentía muy bien, dentro de las circunstancias en las que estábamos. No sé porque recordé para que estábamos allí, tal vez un remordimiento, lo que me hizo sacar mi rabo de su boca y colocarme encima de ella para metérselo, esta vez fue ella la que me lo agarro y lo coloco.

Una vez se lo metí soltó un “UF” y se contuvo, empecé una follada frenética, quería acabar cuanto antes, porque si no eso iba a acabar muy mal, cuando digo esto me refiero, a que sería como soy cuando estoy follando y no sería lo acordado con mi amigo. Ahora si se oía el traqueteo, cualquiera que lo oyera sabría que ese ruido de cama era de estar follando.  Como estábamos bastante pegados, podía percibir el aliento fuerte que lanzaba Amparo pero sin hacer ruido. Hasta ese momento imaginaba que eso era lo más parecido a follar con una muñeca hinchable, porque ella tenía sus brazos caídos y se dejaba hacer. Pero cuando su respiración se aceleraba más, me echo sus brazos y me agarraba de la zona de mis deltoides y apretaba con distintas intensidades, hasta que note que se quedaba fijo el apretón y sentí como si culeaba para sentirme mejor y hacer como hizo la otra vez correrse sin hacer ruido, pero según se estaba corriendo, pegue un buen empujón y se le escapo un “aaahhh” y acto seguido como se dio cuenta dijo, “perdóname amor, yo no quería…” y Juan Carlos solo dijo, “tranqui, es normal”   

Pero yo no me había corrido y ella se había relajado un poco, saque mi rabo y me lo menee un rato, ella palpaba buscándome, como no entendiendo lo que me pasaba, se acercó a mí y le puse el rabo en la boca, estaba más que apunto, ella empezó esta vez sin tonterías a hacerme la mamada, supongo que esperando que estuviera a tope, pata correrme dentro de ella, pero ya no tenía fuerzas para quitarme, ni tampoco fuerzas para reprimirme todo lo que debía, así que agarre su cabeza, se la acariciaba, hasta que em empecé a correr en su boca y no le permití quitarse, menuda corrida me di. Ella siguio en todo momento meneando esa hábil lengua y a mí se me oyó correrme, aunque algo moderado comparado con mi forma habitual.

Silencio sepulcral y se oye a Amparo que nos pide que la dejemos un rato sola y nos salimos. Lo primero que hago es ver la cara de mi amigo y no le veo ningún atisbo de enfado, más bien de intriga. Nos fuimos a tomar algo al salón y no quiso tocar el tema, fui yo y él se limitó a decirme que esperaba que saliera todo bien, solo comento eso, estaba obsesionado solo con ser padre. Sabía que no me había corrido dentro de ella, Juan Carlos lo ignoraba y le dije si ya bastaba, él me dijo que sería bueno seguir probando ese fin de semana y le dije que lo mismo ella no querría, que lo mismo no le había gustado el desarrollo. Él me decía que estaba equivocado y que ya me contaría lo que hablaba con ella. Fue cuando le dije, “no hermano, no me contaras nada, dejaras la puerta abierta o medio abierta para que yo pueda escuchar lo que os decís de verdad, que te conozco y tú lo dulcificas todo, así sabré que decisión tomar” él lo acepto pero me puso la condición que ella jamás se enteraría de que me había dejado escuchar. Se suponía que yo me había ido a dormir a mi habitación, que era la más apartada de su habitación y él se fue con su mujer.

+                ¿Qué tal ha ido todo? ¿Mas tranquila?

+                Me da mucha vergüenza, no me mires.

+                No seas tonta, si ya estaba más que hablado. Sabíamos a lo que venía.

+                No lo digo por eso, te prometí que no tendría ningún orgasmo y no lo he podido cumplir, tuve uno en contra de mi voluntad (Se había olvidado de uno)

+                Pero es normal, ya te lo dije que no te obsesionaras con eso, si te pasaba pues te pasaba, que no siempre se puede controlar todo, no me molesto, te lo juro.

+                Tenía que haber sido con la luz encendida, así no hubiera pasado nada.

+                ¿Nada? ¿A qué te refieres?

+                Pues a mi debilidad, viéndote seguro que no hubiera llegado.

+                De verdad Amparo que ya ha pasado y a mí me ha dado igual. ¿Crees que te hayas podido quedar?

+                Hijo, yo que se. Aunque lo veo difícil porque le he visto demasiado tenso y como que se ha corrido poco, no sé, me da. (Mentía como una bellaca porque tu ve un corridón bestial, pero eso sí, en su boquita)

+                ¿Tan tenso estaba?

+                Si, mucho. Estaba como un pez fuera del agua.

+                Bueno a ti te pasa igual. Lo tuyo por tratar de contenerte pero lo de él, no sé.

+                Supongo que por lo mismo.

+                ¿Qué podemos hacer?

+                Tu sabrás que has sido el “organizador” de todo esto y el artífice.

+                También había pensado en dejaros solos e irme al cine o a dar una vuelta. Dejaros en la habitación y yo irme a otra. Que fueras tú a su casa.

+                Mucho piensas tú. Sabes que quiero que estés tú, así lo quedamos. También le puedes preguntar a él como estaría mejor y lo pensamos. Que es lo que tenías que haber hecho de un principio.

+                Quien te ha dicho que no se lo pregunte, pues claro que lo hablamos.

+                Eso no me lo habías dicho. No me gusta que te lo hayas callado. ¿Qué te dijo?

+                Es que es un poco fuerte.

+                Venga ya Juan Carlos, no me salgas ahora por ahí. Que puede haber más fuerte que lo que estamos haciendo. Que si se enteraran en nuestras familias nos mataban.

+                Que le gusta el bondage suave, que le gusta dominar en la cama, que pasa de la pasión a la dulzura y viceversa durante todo el tiempo y que por lo que se ve, es muy mal hablado cuando está metido en faena.

+                ¿Qué es eso del bondage suave?

+                Ataduras, azotes… cosas de esas, es lo que he podido encontrar en internet.

+                ¿Cómo lo de las 50 sombras esas?

+                Supongo que por el estilo.

+                Ahora me quedo asustada. ¿Has pensado que si seguimos todo esto se puede ir de control?

+                Seguro que no. Confió en él.

+                En otras cosas no te digo que no, pero en lo del sexo, no pondría la mano en el fuego por él.

+                Yo si confió al 100% y no sé porque dices que se nos puede ir de control.

+                Porque tú eres débil con tu amigo y no me interpretes mal, siempre andas hablando maravillas de él, le pones como ejemplo de todo. Si tú mismo lo dices, desde pequeños él era quien te cubría, quien te protegía, lo tienes idolatrado. Que a mí me cae muy bien, pero soy realista. Y ahora si esas cosas son las que le gustan para ponerse a tono, ¿Qué hacemos? ¿Qué opinas sobre todo tu?

+                No sé, hasta donde estamos dispuestos lo tenemos que decidir los dos, pero la que tiene que dar el paso más importante eres tú.

+                Eso sí que no, no pongas sobre mis espaldas todo el peso, cambiemos las tornas. TU serás quien decida y yo aceptare lo que tú quieras.

La conversación termino con algo de tensión. Se dieron las buenas noches y allí se termino todo por ese día. Nos quedaban el sábado y el domingo.      

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