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Acampada con amigos.

en Hetero: Infidelidad

Un día de lo más normal recibo un wasap en uno de mis grupos, en concreto en el grupo de amigos. Estos amigos son de los que se dicen de siempre, aunque hay algunos añadidos por distintas circunstancias, lo que suele pasar. El wasap decía, “Puente próximo, camping en donde siempre para recordar viejos tiempos, ¿Quién se apunta? Que no se raje nadie”, no me parecía mala idea, tenía ganas de ver a estos amigos, pero antes quise ver quien se apuntaba. No tardaron en empezar a contestar y todos los que lo hacían eran amigos de verdad no de los añadidos. La cosa pintaba bien. Casi todos los amigos y amigas, estaban casados o emparejados. Solo quedábamos solteros dos amigas y yo. Que estas dos fueron de las que primero se apuntaron. Ya se habían apuntado bastante gente y fue cuando dije que me apuntaba. Sabía que después se caerían la mitad como mínimo, que es lo que solía suceder.

A la hora de comer me llamaron por teléfono, era mi gran amigo Juan Carlos, mi misma edad, un poco más bajo que yo, físicamente normal, rubio tirando a pelirrojo, ojos claros y cara llena de pecas, muy simpático y nos contábamos todo, aunque lleváramos tiempo sin vernos, porque si nos llamábamos mucho. Llevaba un año casado y de relación con su mujer unos tres años más. Su mujer se llama Amparo un año menor que nosotros. Morena melena, de la altura de Juan Carlos, simpática, melosa y agradable. Físicamente lo tenía todo muy bien proporcionado, era todo curvas muy perfectas y mareantes. Ese fue uno de los motivos por los que me aleje bastante de mi amigo, su mujer era una tentación máxima y quien evita la ocasión evita el peligro. Luego estaba todas las confidencias que me había contado mi amigo. Cuando lo hacía de voz, cortaba o cambiaba la conversación, pero cuando me lo escribía, no lo podía evitar. Con lo que sabía lo ardiente que era ella, que siempre está dispuesta para una buena sesión de sexo y hasta me detallo como la hizo para que le gustara el sexo anal y otras cosas. Pero vayamos a la conversación.

+ Hola hermano (Siempre me decía eso, porque decía que éramos más que amigos) me ha alegrado que te apuntes a lo del puente. Nosotros también queríamos ir y he pensado que como tú tienes una tienda grande para que me iba a comprar yo una. ¿Qué te parece?

+ Hombre antes cuando éramos tú y yo solos, pues bien, pero no sé qué dirá tu mujer, ya me entiendes, no quiero que se sienta mal por eso de la intimidad. (Trataba de convencerlo, más que nada para no pasarlo yo mal)

+ Si es por eso no te preocupes que ya se lo he consultado a Amparo y ha dicho que contigo hay confianza, que no le molesta. Que lo único que le puede molestar son los bichos.

+ Vale, ya veremos cómo nos apañamos.

No me quede muy tranquilo pero aparte de que tenía ganas de ver a mi amigo, me apetecía rememorar viejos tiempos. Me mentalice de que no pasaría nada. Días después y a punto de irnos de camping, la lista disminuyo como me había imaginado. Al final quedamos, Amalia y Julia las dos que estaban sin pareja como yo. Que eran de mí misma edad. Ángeles y Ramiro, ella de mi edad el dos años más. Miquel y Laura, el de mi edad ella tres años menos, Pedro y Vicenta, el de mi edad y ella un año menos. También se apuntaron 5 parejas más que conocía poco. Según vayan sucediendo las cosas detallare más como es cada uno, aunque las mujeres que he puesto estaban todas pasables al igual que los hombres.

Me recogieron mis amigos Juan Carlos y su mujer. Ella venia como siempre resplandeciente. Me quiso dejar su asiento en la parte delantera y me negué. Me senté detrás y al rato me quede como dormido pero sin estarlo, iba pensando en todo un poco y me venía de vez en cuando a la cabeza Amparo, que yo que recuerde siempre estuvieron de novios, hasta que se casaron y en su día les dije que lo hacían muy pronto.

En el camino note algo raro entre ellos, el que, no lo sabía, pero algo casi imperceptible. Al final si me quede traspuesto del todo, hasta que me despertaron porque ya habíamos llegado. El sitio para nosotros era más que conocido. Porque era un lugar de verano para acampadas de colegios. Había una infraestructura adecuada. Aunque nada más usaríamos la zona de duchas, era de la familia de Ángeles. Había como unas plataformas a ras del suelo echas de cemento para poner las tiendas de campaña, algunos de los que no conocía y otros que sí, se quejaban por la dureza del terreno y decidieron poner sus tiendas sobre la tierra. La mía la monte sobre el cemento. Juan Carlos no paraba de decirme que era mejor sobre la tierra y yo me sonreía y no decía nada. Cuando la monte que tarde nada, ya que era una tienda de esas que se montan y desmontan en un abrir y cerrar de ojos, solo tiene un defecto, que aunque pones que es para 3 incluso para cuatro, si las personas eran grandes, era cómoda para 2, dijeran lo que dijeran las instrucciones. Era una de esas que se dicen de concepto fresh and black, o traducido que aportaba frescor y oscuridad, esto era verdad.

Lo más gracioso vino cuando saque un colchón hinchable de 1,83x2,03, cómodo y para mí lo mejor, porque al no gustarme dormir con saco era una de las mejores opciones. Mas de uno se quedó con la boca abierta y varias mujeres decían que se pedían dormir en nuestra tienda. Tanto hombres como mujeres, dio la coincidencia de que estábamos todos en pantalón corto. Una vez montada las tiendas, nos fuimos varios a coger leña, pasamos junto a la poza en la que nos habíamos bañado tanta veces y dije que al día siguiente seria lo primero que haría, darme un buen chapuzón. Ernesto que me lo habían presentado ese día, era mayor que nosotros 30 años, físico muy normalito, no llegaría a 1,70. Tenía mucha verborrea y enseguida te veías cómodo con él, seguro que lo de trabajar en banca le hacía ser como era. Su mujer Belén, tendría 1 o 2 años menos que el, 1,60, tetona y culona, muy resultona, muy llamativa, agradable y simpática. Era ATS y el marido decía que si alguien se ponía malo estaríamos cubiertos.

Mientras íbamos recogiendo leña, este Ernesto no paraba de hacer comentarios de las mujeres que venían con nosotros, aunque en algún caso el marido estuviera presente, lo hacía con tanta gracia que nadie le daba importancia, pero el tío acertaba en todo lo que decía. Todo iba bien hasta que hizo un comentario de Josefina, casada con Gerardo, eran de nuestras edad, los conocía de antes pero los conocía poco. Él era un tipo muy grandote, fuerte donde los haya, con tripón cervecero y muy susceptible, aunque al final era un bonachón. Ella era de altura media, de poco pecho, un culo respingón envidiable, la cara era lo menos favorecido, salvo que tenía una boca y unos labios que te hacían pensar en cosas muy obscenas.

El caso que Ernesto una de las veces que Josefina se agacho, hizo el comentario de, “menudo culazo que se gasta esa tía, madre mía, seguro que si nos liáramos a darla pijazos en ese culo, nos derrotaría a todos, que ese culo no es solo para una pija” Gerardo se fue para él y como me di cuenta me puse en medio de los dos para calmar la situación y Gerardo le dijo enfadado, “tu so mierda, que te has creído, como hablas así de mi mujer, payaso más que payaso” y o dije que ahora le pediría disculpas y el muy cretino de Ernesto va y le dice, “tampoco es para ponerse así, si tendrías que estar orgulloso, si fíjate en mi mujer con lo pequeñita que es y no doy abasto a dar gusto a su culo, fíjate tú con el de tu mujer que lo tiene mucho mejor, ¿o no?” Gerardo se quedó sin saber que decir y medio riéndome dije, “joder que ocurrencias tienes, pero en una cosa dices la verdad Josefina tiene mejor trasero”y Gerardo se medio sonrió y pidió que se ahorrara ese tipo de comentarios, se dieron la mano y seguimos.

Durante la cena y luego la bebida alrededor de la fogata, a muchos les entro el espíritu de la charlatanería, esas conversaciones que se sabe cómo empiezan pero nunca como se acaban. Como todos estaban casados o viviendo en pareja, salió la conversación de vivir de esa manera, empezando a entreverse que algunas parejas andaban con algún bajón o eso sospechaba por algunos comentarios. Cuando me preguntaron a mí, me escape diciendo, “lo siento, me pasa como a Amalia y a Julia, que no sabemos, somos solteros recalcitrantes, que no hay nadie que nos aguante” y Julia que estaba con alguna copa de más, soltó la bomba, “eso dilo por ti, que te enteres que Amalia y yo somos parejas y llevamos viviendo juntas más de un año”, no me espere esa confesión y no dije nada, la que si lo dijo fue Laura, que pregunto sorprendida, “¿Me estás diciendo que sois lesbianas? Pero si siempre habéis tenido parejas con hombres” quien tomó la palabra fue Amalia algo desencajada y aclaro, “No es que seamos lesbianas, simplemente que ahora estamos juntas, estamos más abiertas a distintas opciones, simplemente es eso”

Hubo un poco de silencio y ya la conversación derivo en el sexo, conversación pura y dura. Aunque algunos usaban términos difusos, se hablaban de los tríos, las fantasías eróticas, los intercambios de pareja, etc., pero nadie los había puesto en práctica y entonces como yo no decía nada me preguntaron a mí que opinaba. Deje claro que me consideraba y vivía como una persona liberal, como eso no les conformo insistieron y no quise ser difuso como ellos, “ya que insistís, me gustan los tríos y los practico, me gusta el bondage a mi manera y sobre todo me gustan los matrimonios o parejas formales, ya está”, hubo otro momento de silencio hasta que Gerardo con cara de no creérselo me pregunto, “macho y cuando estas con una pareja el marido, ¿Qué dice? ¿Qué hace?” y sonriéndome le conteste, “Eso es lo mejor, el marido normalmente hace lo que yo quiero o mejor dicho le hago hacer lo que él quiere hacer y no lo dice” Gerardo movía la cabeza de un lado para otro sin entenderlo.

Después llegaron los comentarios graciosos sobre esa situación, pero comentarios graciosos que en la mayoría de los casos guardaban mucha intencionalidad y mucho deseo. Estaba muy seguro de que todos o casi todos, habían pensado o deseado algo de eso y estaba también seguro que más de una pareja esa noche rematarían con un buen polvo. Un par de ellos sacaron para hacerse varios porros y fue cuando los dejé allí y me fui a dormir. Como no cerré la tienda del todo, podía oír muchos de los comentarios. Alguno de los que no me conocían, decían que si era un fantasma, que cuerpo aparentemente lo tenía, ya que estaba fuerte, pero que eso no quería decir que todo fuera en la misma proporción y hubo risas. Juan Carlos me imagino que para defenderme dijo, “como se nota que no lo conocéis, pero me juego con vosotros que ninguno la tiene más grande que él y no solo grande, también gorda” muchas risas y alguien pregunto por los tamaños, envueltos en risas y cachondeos empezaron que si XX, que si L, que si XL, que si M, algunas mujeres decían a quien fuera no mientas, supongo que a sus propias parejas y alguien pregunto que como era la mía, silencio y pincharon a Juan Carlos que alegre como estaba acabo diciendo XXXL y todos le llamaron exagerado.

En ese momento Juan Carlos metió la pata, porque dijo que había alguna de las que estaba allí que podía confirmarlo, nuevo silencio y todos preguntaban quién podía ser, Juan Carlos se dio cuenta de la metedura de pata y ya se quedó callado. Porque aunque con la que yo había estado, en ese momento no tenía pareja, si ella no quería decirlo, quien era yo para decir nada y mucho menos Juan Carlos. Uno de los que más bulla montaba por querer saberlo era Pedro, lo que me confirmaba mi sospechas de que Vicenta no le había contado nada. Quedaron en que al día siguiente me preguntarían. Siguieron hablando principalmente de sexo, de lo que hacían y de lo que no hacían. Mas de uno al día siguiente se arrepentirían de lo que habían dicho, por lo menos de los que conocía bien, de los otros no sabía, pero imagino que también.

Cuando llegaron Juan Carlos y Amparo a la tienda, podía intuir que Amparo venia más alegre que él. No sé de qué hablaban pero no entraban porque les dio un ataque de risa de algo que hablaban. Ya entraron y Juan Carlos hablando entre susurros le decía a su mujer que yo estaba en el lado que a él le gustaba dormir y su mujer se reía. Estaba solo acostado con un pantalón corto ancho, para que no me molestara nada. Ella se quedó en medio de los dos y me destapaba y entre risas y susurrando le decía a su marido “pues no la tendrá tan grande cuando no se le sale, jajaja” y se tronchaba de risa y Juan Carlos le decía que al final me iba a despertar. Luego con un dedo apretó uno de mis pectorales y le dijo a Juan Carlos, “¿Has visto? Es como una piedra, caray con Pelayito” Juan Carlos la regañaba y le agarro de ese brazo para que se estuviera quieta. Estaban los dos con muchas ganas de marcha pero se contenían aunque tontearon un poco.

Me desperté antes que ellos y como esa tienda de campaña es muy oscura apenas se percibía que había amanecido, oí unas voces y me fui a levantar. Encendí la linterna para coger algo de ropa y vestirme fuera para no molestar. La sorpresa que me lleve es que al encender la linterna vi a Amparo con una teta fuera, que bonita que era, un pezón marrón oscuro y aunque no estaba empitonado se veía de buen tamaño. Estuve a punto de hacer lo que hizo ella cuando se acostó pero me contuve y me salí de la tienda.

Fuera había varios levantados y preparando café, entre ellos estaban, Pedro y Vicenta, Ernesto y Belén, Gerardo y Josefina. Nos pusimos a hablar y tomar café, luego dije que me iba a dar una vuelta por la poza a ver como estaba y estos se apuntaron. A Pedro y Vicenta los describiré ahora, Pedro era todo un personaje, físicamente estaba fuerte, quien lo viera diría que es el típico mazas, pero era un hipocondriaco de categoría y muy blandito, de entrada gustaba a todas, pero cuando lo conocían, cambiaban de opinión, eso sí era muy chistoso y te reías mucho con él. Vicenta era una deportista nata, profesora de gimnasia y entrenadora de atletismo, delgada, poco pecho, cara bonita, pelo corto y muy buen tipo, culo duro y respingón y muy pequeño. Había dado a luz ya a dos hijos y no se le notaba en su figura. Había estado con ella bastante antes de conocer a Pedro, mientras yo salía con otra chica y me queda muy buen recuerdo de nuestros encuentros, era una autentica fiera en la cama, empezaba diciendo a todo que no, pero cuando la ponías a punto, era todo que sí y lo único que no me dejo fue hacérselo por detrás.

Mientras caminábamos me vinieron gratos recuerdos y por cómo iban vestidas todas, no es que me empalmara ni que se me pusiera morcillón el rabo, pero digamos que se puso algo contento. Al llegar a la poza ya el sol calentaba algo. Se acerco Gerardo y dijo que el agua estaba fresquita pero que estaba muy buena. Que nos teníamos que haber traído los bañadores. Pedro fanfarroneo y dijo, “¿A que no hay cojones de bañarse en pelotas?” y para que más, Ernesto y Gerardo dijeron que por ellos no quedara, que ellos si se atrevían. Las mujeres fueron las que se cortaron y no se atrevían. A Belén una vez que su marido le dijo que adelante, dijo que a ella no le importaba. Al final todos dijeron que si y me miraban a mí, que me encogí de hombros y dije que no tenía ningún reparo.

Se desnudaron los hombres primero, exceptuando Gerardo, los demás tenían un rabo muy normalito, tirando a pequeño, salvo que fuera por causa del fresquito que hacía. Gerardo lo tenía más grande pero no iba en consonancia con el cuerpazo que tenía. Al desnudarme y como lo tenía alegrón, daba la impresión de que las miradas fueron todas ahí, me metí de golpe en el agua y vinieron los demás detrás. Vicenta estaba mucho mejor que antes y las otras estaban pero que muy bien. Tuvimos que salirnos del agua, porque los labios se nos ponían morados, estaba el agua demasiado fría. Como no teníamos toallas nos vestimos y fuimos para el campamento. Ya estaba todos levantados, nos secamos y nos pusimos con los demás a tomar café. Ramiro fue el primero que abrió “fuego” y me pregunto que con que mujer había estado yo, de las que estaban allí, y poniendo cara de extrañeza conteste que con ninguna, entonces me dijeron el comentario que hizo Juan Carlos y mi respuesta fue que se habría confundido, dando por cerrado el tema.

No se quedó conforme y ahora con un tono más gracioso me dijo, “Sabes que ayer cuando te fuiste nos enteramos que estas muy bien dotado, que dicen que tienes un cañón, ¿Es verdad?” y con la misma tranquilidad conteste, “seguro que alguien que le gusta exagerar, centímetro arriba centímetro abajo, más o menos todos igual” y Ernesto de forma impulsiva contesto, “Y una mierda, ya confirmo que está bien puesto, que nos hemos bañado desnudos y ¡VAYA TELA! con el que todas son iguales” y hubo varias risas, confirmando entre risas los otros que era verdad, entonces Josefina hizo una reflexión muy aguda, “Pues si ene eso no ha dicho la verdad en lo otro tampoco, que zorro que es el tío”, me volvieron a preguntar por quién era la mujer y como no decía nada, se dieron por vencidos.

La mayoría se bajó al pueblo cercano y yo me quede para echar una mano en lo que hiciera falta. Ángeles la que su familia era la propietaria de todo eso, me pidió el favor de que pusiera a funcionar la parte de las duchas y aseos. Como alguien me tenía que echar una mano, Belén se ofreció, ella solo tenía que abrir un grifo cuando yo se lo dijera. Antes de subirnos, me cogí una toalla porque aprovecharía para darme una ducha. Estando ya arriba donde los aseos, me fui al cuarto de las bombas y llaves de paso, lo puse a funcionar y a voces le iba preguntando a Belén si iban funcionando las cosas, mientras ella em iba diciendo que sí. Una vez que termine me baje a los aseos y me dispuse a darme una ducha.

Las duchas no tenían puertas, cuando estaban en funcionamiento, tenían unas cortinas de plástico, pero ahora ninguna tenía. Le dije a Belén que si quería se podía ir ya, que me aprovecharía para darme una ducha. Me dijo un simple vale y me desnude, me metí en la ducha, me enjabone bien y teniendo los ojos cerrados, siento unas manos, pasándome jabón por mi espalada, me limpio con agua la cara y me veo a la pequeña Belén en pelotas y que ahora me lavaba el rabo con mucho ímpetu. Debió de creer que iba a decir algo porque me miro y me dijo, “Sssshhhh, calla y disfruta” y aunque la ducha era angosta, se agacho y como la mamaba la tía, era espectacular la capacidad de su boca, porque al rato de estar lamiéndola, se la introdujo en su boca, al principio poco y a continuación casi se la metía toda, notaba perfectamente como mi rabo daba en su garganta.

Nos salimos de la ducha y ninguno teníamos frio, había unas banquetas alargadas en las duchas y me hizo tumbarme boca arriba, ella agarro mi rabo con su mano, que no lo abracaba del todo, se colocó encima abrió bien sus piernas y se fue dejando caer, su cara era una delicia verla, tenía los ojos cerrados, sus labios como poniendo morritos, pero era para acondicionar su resoplidos. Una vez que tuvo el rabo bien clavado abrió los ojos, apoyo las manos sobre mis pectorales y me decía “cuanto te vi me pusiste muy caliente y en cuanto oí lo de tus dimensiones, me puse muy perra y cuando te pille mirándome el culo, mucho más” y yo que estaba muy caliente le dije, “es que tienes un culo para follar sin descanso” ella se sonrió y dijo, “no te preocupes que me lo follaras, que no hay nada que más me guste que me hagan el culito y con esta polla que tienes será como si fuera la primera vez seguro”

Cada vez se iba moviendo con más intensidad y su respiración se aceleraba a bastante ritmo. Bajo sin esperármelo el ritmo, se puso muy suave, muy despacio, como con la mirada perdida, mientras yo pellizcaba y acariciaba esas tetas, que eran grandísimas y al ser tan bajita parecían mucho más grandes, hasta que dijo, “como sabía que ibas tú también de pesca, venga putita no te quedes ahí, pasa y cierra bien la puerta” no sabía con quién hablaba, hasta que apareció a un costado Josefina, que llevaba el pantalón desabrochado, venia con ojos de deseo. Belén le dijo, estoy a punto, ven cómeme las tetas y Josefina no quiso, se limitó a meter la mano dentro de sus pantalones y hasta ahí llego. Belén se metió con ella diciéndole que no fuera remilgada y ella pasaba, apoyándose en los azulejos y sin quitarnos la mirada.

Belén se corrió de golpe y me araño el pecho mientras se corría, se quedó con la cabeza agachada y resoplando. Miro a su amiga y él dijo, “ya verás que sorpresa” se levantó y quedo mi rabo empalmado mirando hacia arriba. Se acerco a Josefina y a forma diablo de la tentación le decía, “otra oportunidad así no tendrás, tú me guardas el secreto y yo guardo el tuyo” Josefina no decía nada pero se dejaba bajar el pantalón corto por Belén y se quedó con unas minúsculas bragas que las saco después del pantalón, tenía el coño bastante poblado de vello, no como Belén que lo tenía como una muñeca. La llevaba hacia a mí, como si fuera su primera vez en el sexo. Una vez se bario de piernas y colocada sobre mí, fue la propia Belén quien agarrando mi rabo le decía que fuese bajando hasta que mi rabo empezó a meterse en su coño.

Una vez que se lo metió cambio de golpe, se puso como si estuviera poseída por el espíritu del sexo, que manera de moverse, de gemir y Belén lo aprovecho se acercó a ella, le levanto la camiseta y se comió sus pequeñas tetas, haciéndola gemir mucho más. Paro de comerse las tetas y vi cómo se chupaba muy bien los dedos de una mano, luego la llevo detrás de Josefina y esta se quejó, quería que quitase la mano, pero Belén se comportaba con dureza, estaba follando su culo y decía, “con este culo sí que te lo pasarías bien, no está estrenado” y Josefina mucho quejarse pero lo de los dedos en su culo aceleraron su corrida. Belén que estaba muy mandona, hizo quitarse a Josefina y yo estaba con ganas ya de correrme. Mando a Josefina que se tumbara sobre el banco y que mirara.

Ella se colocó como si fuera a hacer un 69 con ella, algo que altero a Josefina y Belén le dijo, “no seas tonta, es para que veas bien como me follan el culo, para que aprendas” se colocó en una posición perfecta y no me anduve con miramientos, quería y necesitaba correrme. Cuando entro la punta del rabo, resoplo y se quejó, pero diciéndome también que no parara, que se sentía como la primera vez, incluso mejor. Seguía respirando fuerte y me intrigo en ese momento lo que me dijo, “cuando no pueda hablar, mete tu polla del todo, no te pares” como digo no lo entendí en ese momento. Iba muy lentamente pero sin parar, hasta que vi cómo se agachaba y metía su cabeza entre las piernas de Josefina y empezaba a comerse su coño, porque además Josefina dio un grito de sorpresa pero al mismo tiempo empezó a gemir.

Ahora si entendí lo que quiso decir y el resto de mi rabo se lo metí de un envión. Y cuando más gemían las dos, fue cuando Belén dejo caerse sobre la boca de Josefina, la muy zorra le había dicho que no se preocupase y ahora le había pegado su coño en la boca a Josefina. Que como no oí ninguna queja y si oí el aumento de los gemidos de Belén, me indicaba que se lo estaba comiendo. Nos corrimos en cadena, esta vez me corrí yo rimero, con gran estruendo y llamándolas putas a las dos, luego se corrió Josefina y antes de que acababa de correrse lo hizo Belén. Josefina quedo tumbada y estando de pies Belén y yo, esta le dijo, “a que para ser tu primera vez no ha estado mal, ¿a que nadie te lo ha comido como yo?” Josefina sonrió y dijo que no, que había sido muy buena. Belén se acercó a mí y me dio un morreo diciendo que eso lo teníamos que repetir.

Me volví a duchar y mientras lo hacía oía como Josefina estaba preocupada por si se le notaba, ante una gran carcajada de Belén que le dijo que no fuera una mañaca, que eso no se notaba. Y le dijo además, “porque la próxima vez, ya que se te han quitado los prejuicios, me lo comerás de fábula, ya verás” las deje de oír y cuando salí no estaban, pensé que estarían esperando fuera, pero cuando mire ya no estaban. Tarde un poco en bajar y cuando lo hice ya empezaban a llegar los que habían bajado al pueblo. Varios querían hacer la comida y se medió peleaban, me hizo gracia y dije que me iba a descansar un rato. En vez de irme a la tienda de campaña, cogí una esterilla aislante y me tumbé a una distancia prudencial para ver a los “chefs” que no habían freído ni un huevo en su vida y se habían empeñado en hacer la comida. Amparo se acercó a su marido Juan Carlos y le dijo algo, miraron con disimulo hacia donde estaba yo, pero esto que se nota. Al rato vino hacia a mí, venia indeciso, algo alterado o nervioso.

+ Si que te has venido lejos a descansar.

+ Tampoco tanto. Estoy aquí relajado esperando ver a los super “cocineros”

+ Jaja, que cabroncete que eres.

+ Ahora Juan Carlos, al margen de todo. Nos conocemos desde que estábamos a gatas. Se qué te pasa algo, ¿El que? No lo sé. Pero estas como cuando hacías una trastada o te metías en algún jaleo y venias para que te sacara del entuerto. ¿Puedo saber qué es? ¿En qué te has metido?

+ En nada de verdad, te juro que no me he metido en ningún jaleo.

+ Entonces es algo de dinero. Si te hace falta lo que tengo ya sabes que es tuyo.

+ No, tampoco. Y ya se y no tengo dudas de que me ayudarías.

+ Entonces me alegro de que esté equivocado. Pero es que como te veo algo preocupado.

+ Nada, lo mismo es porque estamos intentando que Amparo se quede embarazada.

+ Enhorabuena y ya sabes, el padrino yo. Lo aviso. El año que viene tío y padrino, que alegrón.

+ Espera, espera, no me has entendido, lo estamos intentando pero nada de nada.

+ Jaja, eso es cuestión de mucho entrenamiento y estar dándole que te pego sin parar, jaja.

+ No es tan fácil ni lo va a ser. Llevamos un año ya de médicos y de historias y nada.

+ Se de una clínica que fueron unos conocidos míos, a ella le mandaron unas inyecciones y al otra historia y al final se quedaron.

+ Se que eres más que mi hermano y me guardaras el secreto. El problema no está en Amparo, está en mí. Después de ir a muchos especialistas todos coinciden, mi semen no contiene espermatozoides o la cantidad es ínfima, como si nada. Según a quien le peguntes.

+ Hombre no te desesperes, ahora en un laboratorio hacen maravillas.

+ Que va, nada de nada.

+ Y de que puede ser, te han dicho algo.

+ Que posiblemente de las paperas que pase de mayor. Pero no te dicen un motivo real.

+ Pues chico, si no se puede no se puede.

+ Pero es que queremos tener familia.

+ Tampoco es problema, hay muchas clínicas de fertilidad y si hace falta el padrino se hace cargo, que no se diga.

+ Es que Amparo ni yo queremos el esperma de alguien que no sabes quién es, puede ser hasta un psicópata. (Con cara de suma tristeza)

+ Si que te pones dramático, pero tampoco te quito toda la razón. Buf, entonces lo tenéis muy jodido. No sé qué decirte, lamento no poder echaros una mano.

+ Tampoco es así, si puedes echarnos una mano. (Mucho nerviosismo)

+ Pues dime como puedo ayudaros y si esta de mi mano, darlo por echo.

+ Que seas tú el que la insemines.

+ ¡¡¿COOOOMO?!! (Me cogió por sorpresa)

+ Si que fueras tu quien, ya sabes. Quedaría entre nosotros tres.

+ Ahora me he quedado en blanco, no sé qué decir. No sé si lo permitirían en una clínica. No se las consecuencias legales. No por ti, lo digo por ella, tu imagínate que luego os separáis y me reclama a mí, no sé. ¿Qué dice Amparo?

+ En una clínica no te lo hacen, seria por medio natural, ya sabes. La parte legal, no sé, podíamos dejarlo reflejado en un contrato privado, algo se nos ocurriría. A Amparo la convencí yo, nos conocemos de toda la vida, somos más que hermanos, eres un tío, sano, deportista y porque no decirlo muy inteligente.

+ Veo que lo tienes todo más que pensado y que lo ves todo muy sencillo. Pero y el después que. Sobre todo tus celos, tus comeduras de tarro. ¿Has pensado en eso?

+ Lo tengo todo pensado y muy asumido, es más me toco convencer a Amparo que no fue nada fácil. Ahora estamos en tus manos.

+ Déjame que me lo piense un poco. Que me has pillado como se suele decir en pelotas, tengo que digerir todo lo que me has dicho.

+ Que sepas que tomes la decisión que tomes, para mi seguirás siendo mi hermano. Que también entiendo que lo mismo Amparo no te gusta físicamente o no es tu tipo. Y por favor no le digas nada a Amparo, que se supone que tenía que tantear no preguntar, porque ella todavía no ha dicho un SI rotundo, que dice que le da mucha vergüenza.

+ La entiendo perfectamente y no digas tonterías sobre si tu mujer es mi tipo o no, que cualquier hombre que tenga ojos ella seria su tipo, ya lo sabes.

Se fue con los cocineros y me dejo a mi envuelto en un mar de dudas. Me avisaron parar comer y reconozco que no habían cocinado mal, lo único que nos pusimos como cerdos, que empacho a comer. Me pegué lo que se dice un buen siestón y cuando me desperté, el resto estaba durmiendo, salvo dos que conocí ese día que estaban hablando de sus negocios.

Se despertaron tarde y la cena por lo tanto fue tarde. Como la noche anterior bien regada con un buen vino y después con distintos licores. Se pusieron a montar una mesa con unos caballetes y un tablero, una vez la tuvieron, sacaron cartas para jugar al póker. Como hacia una luna llena muy buena, dije al rato que me iba a la poza. Rápidamente se apuntaron Ángeles, Vicenta (que era con la que yo había tenido un rollo pasajero mucho antes de que se casara y conociera al que es su marido) tenía un año menos que yo y si siempre había estado buena, después de ser madre, las tetas que las tenía normales, le quedaron muy apetitosas. También se apuntaron Belén y Josefina.

Cogimos dos faroles de camping recargables y aunque no alumbraban mucho, si lo suficiente. Como me quedé recogiendo también una linterna salí un poco más rezagado que ella y Vicenta que se hizo la remolona, fue conmigo. Para decirme nada más quedarnos solos, “que bocazas que es Juanca, que no es por nada, que lo que paso, paso sin tan siquiera conocer a Pedro, pero es que como nunca se lo conté, me ha sabido mal y además es que ahora queda como si hubiéramos tenido algo estando con el ya” me hizo gracia como me lo decía y como no pierdo nunca la oportunidad le dije, “pues no me hubiera importado repetir, que me acuerdo muchas veces de ti y sobre todo de tu boca, que no creas que es fácil encontrar a alguien que lo haga como tú”, “como me dices esas cosas, que ahora estoy casada y soy madre” me dijo y le respondí, “no me digas que nunca te has acordado de esos momentos que no me lo creo y que estés casada, que seas madre, no te inhabilita para pasarlo bien, que seguro que hace mucho que no lo pasas bien, ya sabes” ella acelero el paso para alcanzar a las demás y no dijo nada.

Llegamos a la poza y ninguna se atrevía a meterse en el agua, esta vez íbamos con ropa de baño. Dejamos los faroles cerca del borde de la poza. Como ninguna se decidía el primero que se quitó la ropa fui yo, la conversación con Vicente me había puesto a tono y se notaba en mi bañador ajustado y Ángeles comento en tono de guasa, “si va a ser verdad que la tiene con muchas equis, jajaja” y el resto le decían que era una cochina por fijarse en esas cosas, la que más se metió con ella precisamente fue Belén. Se fueron quitando la ropa y metiéndose en el agua, todas llevaban bikini menos Ángeles que llevaba un bañador. Precisamente Ángeles se metió y salió rápida, quejándose de que estaba muy fría el agua, se enrollo con una toalla y se quedó sentada en el borde.

En cuanto pude busqué el contacto con Vicenta y ella no me rehuyó. Empecé a acariciarla y ella seguía hablando con las demás. Agarre su mano y la lleve a mi rabo, me costó pero nada más tocarme, me lo apretó bien y se puso a hacerme una paja. Nos apartamos muy poco, lo suficiente para estar en una zona que la luz no llegaba bien. Mi intención era metérselo allí mismo, ella que tonta no era se dio cuenta, apartándose de inmediato y muy bajito me dijo que no tomaba nada, que era muy peligroso. Me tendría que conformar con alguna otra cosa. Josefina también se salió que decía que le daba mucha angustia, que había cosas que le rozaban las piernas y le daba miedo. Se quedo con Vicenta fuera. Quedándonos en el agua Vicenta, Belén y yo. Por eso Belén se acercó a nosotros y tuvimos que parar de hacernos las pajas que nos estábamos haciendo.

Ángeles dijo que se volvía al campamento y le insistió a Josefina para que se fuera con ella, que no quería hacer el camino sola. A Josefina no le hizo mucha gracia pero al final la acompaño. Se llevaron uno de los faroles y nos quedamos con algo más de oscuridad. Nos fuimos junto a unas piedras y nos pusimos a hablar, como el agua seguía protegiéndonos de las miradas, empecé a meter mano de nuevo a Vicenta, que aguantaba el tipo mientras mis dedos la masturbaban, quería ver que hacía cuando se corriera para que Belén no se diera cuenta.

Si en vez de Vicenta hubiera sido Josefina, seguro que ya estaríamos los tres “liados” pero las dos aguantaban el tipo, porque ninguna sabía nada de la otra. Lo bueno de esta situación es que yo sabía que Vicenta tubo en su momento siendo una adolescente un rollo leve con una amiga. Al estar solos y tan cerca todos, Vicenta se hacía más reacia a mis toqueteos. Hasta que sin venir a cuento le pegue un morreo fuera de lo normal. Trato de empujarme pero con un brazo a su cintura solo, me basto para que no se escapara y que al momento estuviera respondiendo al morreo. Belén no tardo nada en acercarse y colocarse a la espalda de Vicenta y parecía un pulpo con esas manitas.

Se enganchaba con su boca a su cuello, comiéndola de una manera frenética, en el silencio de la noche solo se oían los gemidos de Vicenta y la respiración acelerada de los tres. Nos fuimos fuera de la poza y nos colocamos en una parte apartada por si venia alguien, poder verlos antes de que llegaran. Aunque hacia bastante fresquito y más estando mojados, el calor de nuestros cuerpos no lo notaban. No hablábamos solo hacíamos. Sabíamos que el momento y el lugar era el más adecuado, pero si uno de los más morbosos, aunque el tiempo fuera justo. Vicenta ahora se tumbó sobre una de las toallas y me tendió los brazos, me agache, me tumbe encima de ella y nos besábamos, ella agarro mi rabo con una de sus manos y lo llevo a su coño, entonces le dije, “¿No decías que no tomabas nada? ¿Entonces qué?” y ella con voz excitada me respondió, “te tengo muchas ganas, solo un momento luego la sacas, un poquito, además tu duras mucho” y no me espere más, empecé a hundir mi rabo en su ardiente coño, que estaba a tope.

Se le escapo un tremendo gemido, que indicaba las ganas que tenía. Belén estaba de pies mirándonos y tocándose, cuando empezó a gemir más fuerte, recordé nuestros encuentros y me acorde de que era muy escandalosa, por lo que le dije que fuera un poco más silenciosa, pero nada, ella a su bola. Belén dijo que ella lo solucionaba y se sentó sobre su boca. Nos pusimos a morrearnos mientras me follaba a Vicenta y esta le comía el coño a Belén, porque una de las veces que nos dejamos de besar me dijo muy caliente, “esta si sabe lo que se hace, es buenísima, como me está poniendo” y no tardaron nada en correrse. Cuando terminaron, Vicenta quiso quitarse rápido y me pidió perdón por no poder correrme dentro de ella y Belén dijo que no había problema, se colocó de rodilla a cuatro patas y me dijo que lo hiciera en ella.

No me lo pensé y me puse a follarla, estaba empapada, era increíble con lo pequeñita que era y lo bien que entraba mi rabo, era increíble cómo se movía. Ahora fue Vicenta la que sin decir nada se colocó con las piernas abiertas delante de Belén, que le empezó a comer el coño como una salvaje. Estábamos los tres fuera de sí y esta vez fue fantástico, porque no se decir quien fue el que primero se empezó a correr, fueron gemidos entremezclados y tres corridas bestiales. No nos habíamos terminado de recuperar de las corridas, cuando vimos luces en la lejanía que se acercaban a buen ritmo. Nos volvimos a poner los bañadores y a meternos en el agua. Evidentemente habían oído algo y venían muy decididos.

Efectivamente venía mucha gente y entre esa gente los maridos de las dos mujeres, Al llegar preguntaban qué pasaba, que habían oído gritos y Belén decía que era el agua que estaba muy fría y que encima había como ramas que tocaban las piernas y daban unos sustos tremendos. El marido de Belén fue el que dijo, “joder nena siempre siendo escandalosa, sal del agua que al final os cogeréis una pulmonía” y fuimos saliendo tranquilamente. Con la misma prisa que habían venido en nuestro auxilio, se dieron en volverse, porque no esperaron a que nos termináramos de secar y fuimos detrás de ellos. Nos íbamos riendo y les dije, “pues por mi hubiéramos seguido un poco más, que será más divertido que ver jugar a las cartas”, Belén riéndose dijo “pues me apunto a lo que digas”y Vicenta dijo algo que no la entendimos y le hicimos repetir lo que dijo, se paró y con más tranquilidad nos dijo, “yo me he quedado con ganas de que este me comiera lo que sabéis, que no sabes la lengua que tiene Belén, ¿O ya lo sabes?”y Belén dijo que no, pues que no se marcharía de la acampada sin probarlo.

La noche acabo con mucha tranquilidad, porque estuvimos haciendo tiempo por si la gente se iba a dormir y nos podíamos quedar solos, pero no hubo manera. Cuando me fui yo a dormir, Juan Carlos y su mujer ya llevaban un buen rato durmiendo. A la mañana siguiente y después de desayunar mi amigo Juan Carlos quiso volver con la conversación del día anterior y logre esquivarle al no quedarme a solas con él. Aunque conociéndole sabía que eso no terminaría allí. El resto de la acampada no hubo manera de volver a estar con ninguna de las mujeres.

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