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Una noche en el cielo

en Hetero: General

Nuestras miradas se cruzaron...mi cuerpo se inundó de un escalofrío inmenso que me recorrió entera, hasta lo más profundo de mi ser. Nunca antes me había ocurrido algo similar...

Estaba cenando con tres compañeros de trabajo, aquel día había sido largo y difícil, pero no imaginé que acabaría de la forma en que acabó.

Fue nada más llegar al restaurante, los cuatro nos sentamos, y nada más apoyar mi trasero en la silla noté sus ojos clavados en mi, una mirada furtiva de arriba abajo que me dejó helada. Era un hombre de apariencia solitaria, entradito en edad pero muy atractivo, y con un cuerpo increíble. Tenía el pelo moreno con escasas canas y los ojos azules penetrantes; su boca era increíblemente sensual y su sonrisa estaba cargada de un erotismo fantástico. Vestía ropa de trabajo, pantalones y chaqueta a juego azul oscuro de rayas diplomáticas, una camisa color salmón y una corbata beige. Me hipnotizó desde el primer momento. Durante la cena, no dejó de mirarme...al principio yo intentaba esquivar sus ojos, pero llegando al segundo plato me fue imposible, y terminó siendo un juego de dos.

Movía los labios y se pasaba la lengua por ellos, era consciente de mi grado de excitación. Yo no podía concentrarme en la conversación que se mantenía en mi mesa, el pulso comenzó a temblarme...hasta tal punto que sin querer me tiré la copa de vino por encima. Estaba profundamente sofocada, la cara me ardía y tenía las manos heladas. Me levanté de la silla y me dirigí al baño. En ese momento no pude ni mirarle, fue así como me sorprendió después mientras secaba mi blusa. La pasé por el grifo, y froté la parte manchada por el vino.

A mi lado había un secador de manos no muy alto y aproveché para secar la blusa. La puerta estaba abierta, no me había molestado en cerrarla. Fue entonces cuando le vi observándome; yo tenía el abdomen al descubierto y el lo miraba como poseído, era un hombre realmente extraño, tenía la sensación de que me desnudaba con la mirada. El secador se paró y yo estaba inmóvil. Él se acercó sigilosamente y pasó sus manos por mi cintura, acercó su boca a mi oreja y después de pasarme su lengua recorriéndola toda de extremo a extremo me susurró: te espero en el aparcamiento del hotel de enfrente en una hora...si quieres conocerme.

Me lavé las manos con agua fría y me puse un poco en la cara, para controlar el sofoco.

Una vez en la mesa, mis compañeros me observaban con extrañeza, yo estaba completamente ida. Sólo sabía que la noche que me esperaba iba a ser larga y muy intensa.

Nos despedimos en la calle, después de la cena, y cuando estuve en mi coche me dirigí casi sin pensar al aparcamiento del hotel, en el que me esperaba mi hombre.

Él cargaba el ambiente de un misterio que me volvía loca, toqué mis braguitas y estaban empapadas. Me sorprendió en ese momento, los dos sonreímos y me abrió la puerta. Me volvió a tomar por la cintura aplastándome contra la puerta del auto y comenzó a besarme apasionadamente, nuestras lenguas se entrelazaron y un gemido de placer salió de mi cuando noté su miembro increíblemente duro, a través de sus pantalones y sobre mi coñito empapado ya a estas alturas del juego.

Me tomó de la mano y me llevó a la puerta del hotel. Cogimos el ascensor, y allí volvió a besarme nuevamente. Mi mano se posó en su miembro ansioso por salir, bajé la cremallera del pantalón y desabroché sus calzoncillos. Me arrodillé, y pude ver el grandísimo miembro que tenía entre las piernas...no pude evitar mi ansia y empecé a lamerlo como si de una piruleta se tratara, él gemía de gusto, y se retorcía de placer apoyándose en las paredes del ascensor. Por suerte su habitación estaba en el último piso, y justo antes de que se abriera la puerta me apartó de él y se tapó el pene. Lo hizo simplemente con la chaqueta, porque evidentemente ya no le cabía dentro del pantalón.

Llegamos a su habitación, y nada más entrar me pellizcó el culo; Me tomó por las muñecas y con su pene a la vista, saliendo enorme de su bragueta, me tumbó en la cama. Desabrochó mi blusa, manchada de vino, y besó mi cuello una y otra vez , sacó mis pechos por encima de mi sujetador negro, y lamió mis pezoncitos completamente duros y erectos. Otra vez se concentró en mi boca, centro de placer...y mientras nos besábamos bajó mi falda; Yo le ayudé levantando las caderas, después fueron las medias, quedándome sólo con las braguitas y la blusa desabrochada. Él estaba encima de mi, desabroché su pantalón, se puso de pie y se quitó la ropa, quedándose completamente desnudo ante mi. Yo no podía más, necesitaba sentirme suya lo antes posible, estaba al borde de la excitación. Se volvió a recostar sobre mi y noté su pene en mi coñito una vez más. Retiró las braguitas a un lado y colocó la punta de su miembro erecto en mi cueva de placer. Empujó con suavidad y entró hasta la mitad. Yo gemí desesperadamente, y él empujó con fuerza. Estaba totalmente dentro de mi. Acompasados por nuestras respiraciones y gemidos empezó a moverse dentro de mi, notaba como su pene salía una y otra vez y yo quería cada vez más...

Puso mis piernas sobre sus hombros y empujó de nuevo, ahí si que lo sentía completamente dentro, podía sentir sus huevos chocando cada vez más fuerte contra mi culo...esa posición nos volvía locos, nos mirábamos los rostros desencajados y el no poder besarnos y lamernos nos excitaba aún más. Salió de mi y yo tomé la iniciativa, me arrodillé delante de él, y como una perrita empecé a lamer su pene, entraba todo en mi boquita, él me agarraba del pelo y cerraba los ojos...casi a punto de correrse me apartó, me cogió el culo con las dos manos y me sentó encima suyo. Su pene de nuevo volvía a penetrarme y yo le cabalgaba con fuerza, mezclando movimientos circulares y balanceo. Subía y bajaba y él por su cuenta también empujaba moviendo la cadera. Mis pechos estaban a la altura de su boca y el los mordía y los chupaba...yo me agarré al cabecero de la cama y la excitación mutua creció hasta desencadenar un orgasmo que compartimos jadeantes y entre sudores. Me quedé tal como estaba , abrazada a su cuello hasta que ambos recuperamos la respiración. Sentí como todo su esperma inundaba mi cueva mientras su pene aminoraba el tamaño.

Me tumbé a su lado, los dos boca arriba; y él me tomó de la mano. Así, sumergidos en la más profunda tranquilidad nos quedamos dormidos.

Al día siguiente me despertó la luz del sol que traspasaba las blancas cortinas de la habitación. No había nadie a mi lado. Me levanté, desnuda y con el pelo pegado a la cara por el calor de la noche y vi una nota encima del televisor:

"Gracias por la mejor noche de mi vida; nos vemos en tu próximo sueño."

Y así fue como aquel hombre, cuyo nombre nunca supe apareció y desapareció de mi vida en menos de 12 horas.

 

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