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Que buen tío es mi tío Rober (2)

en Amor filial

En el capítulo anterior, mi querido tío me enseña los secretos, la técnica y el arte de una buena polla. Pero esa clase práctica, introductoria en las artes amatorias, era sólo el principio...

Tras el tremendo orgasmo que produje a mi tío en uno de los probadores del centro comercial, parece ser que no quedó del todo satisfecho, y me propuso ir a su casa; aunque sinceramente, no fue una proposición, sino un acuerdo mutuo. Tanto él como yo estábamos deseando jugar un poquito más. El nuevo divertimento nos tenía locos a ambos.

Aún no he comentado como era y es físicamente el hombre que más adoro en el mundo. Creo que es un buen momento, antes de pasar a contar la acción. Rober era un tipo maduro, ese día tenía exactamente 45 años, y fue tres días antes de su cumpleaños. Aparentaba simplemente los que tenía, ni uno más ni uno menos, pero a mis ojos era el más guapo, el más varonil, el más inteligente...era mi tío; y le veía con buenos ojos, los ojos de una sobrina encantada y...encantadora, y no de serpientes precisamente. El caso es que reunía todas las cualidades que yo buscaba en un hombre.

Sus ojos eran expresivos, de un color verde pálido; mirada penetrante, muy vivos. Y su boca tremendamente sensual, labios carnosos y de color rosado. Era muy moreno, y también muy velludo, pero ya dicen que el hombre como el oso, cuánto más pelo...bastante más hermoso. No era muy alto, 1’74 aproximadamente, pero era fuerte y musculoso, con un cuerpo bien cuidado. La verdad, nunca entendí que siguiera soltero. En cuanto a mi, pues era una nenita dulce, de 1’64, cabello rubio oscuro con rizos grandes que se dejaban caer por mis hombros, ojos azules y una boquita muy tierna, perfecta para saborear y morder. Estaba delgadita, y mis senos como ya dije, eran redondeados y no muy grandes.

Antes de tomar el camino a casa, paramos en una heladería; quise invitar a mi tío a un helado para agradecerle su manjar. Rober no puso reparo, pero me dijo que esa no era la mejor forma de intercambiar favores. Él quería saborearme a mi, y me lo dijo claramente.

Cuando llegamos a su casa, me cogió en brazos y me llevó a su cuarto. Tenía una cama amplia, de matrimonio, y por suerte aire acondicionado. Estaba muy bien iluminada, los visillos era blancos y la luz era deslumbrante. Me dejó caer en la cama y bajó un poco la persiana, lo justo para poder vernos, pero sin una iluminación excesiva. Las puertas del armario empotrado que había frente a la cama, eran espejos. Mi tío comenzó a desnudarse y ahora me tocaba a mi hacer travesuras con el espejo, así como él en el probador.

Pude ver su culo bien formado, terso y a la vista bien duro y potente, pero yo quería palparlo, así que incorporándome, me acerqué a él, y rodeándole con mis piernas, le acaricié el trasero dándole después un buen apretón. Su polla, al parecer, se vio afectada por las caricias y el apretón traseros y empezó a crecer, mientras el movía la cadera levemente. Me dispuse a lamer la tentación que tenía enfrente, pero no me dejó; y ante mi atónita mirada comenzó a quitarme la ropa. Se detuvo en las braguitas, acercó su nariz y la hundió en ellas. El clítoris me palpitaba, y el olía y pasaba su nariz por toda la extensión de mis braguitas. Las bajó suavemente, y yo le ayudé elevando las caderas. Me abrió de piernas y volvió a inspeccionar la zona con la nariz, procediendo después con esa lengua que me gustaba tanto...mmm, era delicioso, no tengo palabras para describirlo, lamía de abajo a arriba; en cada lengüetazo yo gemía, aumentando el tono progresivamente...

Tío...aaah...me voy a...correeeeerrr....

Una corriente de agua interior recorrió las paredes de mi coñito virgen, hasta llegar al exterior, donde la lengua de mi tío esperaba ansiosamente el premio.

Ohh! Que bien lamía mi tío Rober, que buena lengua tenía...

Le tenía frente a mi, a cuatro patas, con la polla tiesa mirando hacia mi. Pensé que era el momento en el que se abalanzaría sobre mi para hacerme suya...es decir, más suya que su sobrina. Pero no...Me pasó por encima, tal como estaba, a cuatro patas, dejando su polla a la altura de mi boca. En un movimiento de cadera que hizo, su enorme instrumento rozó mis labios, y yo confusa pero encantada de la situación, abrí la boquita y él empujó. Entró de golpe. Comenzó a moverse, me penetraba la boca a su ritmo.

Yo lamía su caramelo sin dejar escapar ni un solo rincón del mismo mientras con las dos manos acariciaba sutilmente sus huevos. Mi tío gemía, jadeaba, e incluso gritaba de placer. Yo podía verlo todo en el espejo, el culo de mi tío moviéndose de forma desesperada, a una velocidad creciente, y su polla llenando mi boca por completo. Se agarró al cabecero de la cama y tras un grito ahogado noté su polla hincharse, y acto seguido inundar de nuevo mi boca con su néctar, que cada vez sabía más dulce.

Lo relamí, y lo limpié hasta dejarlo reluciente. Se acomodó a mi lado, me abrazó como lo hacía cuando era niña y me dijo

Eres una alumna avanzada...reina.

Yo quería algo más...

Y yo también, pero me haría mucha más ilusión si fuera mi regalo de cumpleaños...

Progresando en mi cursillo personal intensivo, y habiendo gozado como nunca con los lametazos de mi amado profesor, no cabía la menor duda...qué buen tío era mi tío Rober!

En el próximo capítulo, mi tío, mi hombre, mi profesor, mi...todo; más avances en la materia y más aprobados.

A todos los tíos del mundo.