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Zorrita roja se mete en el camión del lobo

en Hetero: Primera vez

Con mi piruleta roja en forma de corazón, iba yo en el asiento trasero del coche. Acompañada por el amigo solterón de la familia de tantos años. Mi padre conducía y mi madre iba a su lado. No teníamos aire acondicionado y las ventanillas estaban abiertas de par en par. El viento, a parte de revolver mi pelo, que en varias ocasiones se impregnó de piruleta, levantaba mi falda, dejando ver gran parte de mis muslos adolescentes. Yo tenía 15 años, y aunque inocente que era, me di cuenta que el hombre que iba conmigo atrás me miraba muy de vez en cuando cada vez que la falda se me subía. Así lo que duró el viaje. Hubo un momento en que ya me daba igual el viento, la piruleta, el pelo...y Pedro, que así se llamaba; y me quedé dormida con el caramelo de palo en la boca.

Por aquellos tiempos, a pesar de mi inmadurez psíquica, el cuerpo había desarrollado por su cuenta, y era toda una mujerona con mente infantil. Mi pelo era sedoso, de un castaño claro brillante y mis ojos azules, inocentes. Mis pechos eran redondos y bien formados, y mi boca el caramelo más dulce.

El viaje era largo, y mis padres decidieron parar a mitad de camino para quedarnos en un hostal de carretera. El sitio no era de muy buen ver, abundaban camiones aparcados más que cualquier otro vehículo. Nos dieron dos habitaciones, una para mis padres y yo y la otra para Pedro. Estaban una enfrente de otra.

Al lado del hostal, había una gasolinera con una pequeña tienda. Mientras mi madre tomaba una ducha, y mi padre leía el periódico en la cama, salí a investigar la zona, y, entre otras cosas a comprar alguna golosina en la tienda de la gasolinera.

Me dirigía a la tienda, cuando vi apoyado en uno de los camiones, a un hombre de unos cuarenta y tantos, de aspecto sucio y medio calvo. No era gordo, pero tenía una barriga considerable y su camiseta blanca agujereada estaba grisácea y sudorosa. Llevaba unos pantalones cortos que dejaban ver la mata de pelos que cubrían sus piernas. Tenía una cerveza en la mano izquierda y la otra sobre la tripa, y noté que me miraba de una forma asquerosamente excitante para mi. Me asusté un poco pero era una sensación nueva para mi.

Ese día mi vestimenta era simplemente la faldita antes mencionada y una camiseta de tirantes que transparentaba mis pechos, pues no llevaba sujetador. El pelo recogido en dos coletas laterales y unas zapatillas deportivas.

El tipo, después de escupir en el suelo, hizo amago de dirigirse a mi

Hola preciosidad... no te han enseñado que no es seguro salir solita estando tan rica?

Se cuidarme sola, no soy una niña

Ah sí? Entonces sabrás lo que le pasa a un hombre cuando tiene delante a un bombón como tú, y lo que le gustaría hacer, verdad?

Una ráfaga de aire me levantó la falda, alegrando la vista al individuo con mis braguitas blancas.

Mis...padres están arriba, así que será mejor que me deje en paz

Bueno, si yo sólo quería enseñarte mi colección de...bueno, quieres ver como es un camión por dentro?

No debo fiarme

Anda, pero si sólo será un momento, además, como tú dices, tus padres están arriba y yo no podré hacerte nada malo.

Dudé pero finalmente la ingenuidad me pudo. Entré en el camión y él detrás de mi. Cerró la puerta casi por completo, dejando una delgada línea de luz, suficiente para ver la escena en su interior.

Quiero que juguemos a un juego...

Cuál?

Me dejas que te toque un poquito, y luego tú me tocas a mi...

Intenté salir de allí, pero el hombre me agarró del brazo. Yo no puse demasiada resistencia, porque por una parte me gustaba la situación, nunca un hombre me había pretendido y mi coñito virgen estaba empezando a desprender un líquido pegajoso. Me puso las dos manos en mi pecho, acariciando mis pezones por encima de la camiseta y acto seguido bajó los tirantes dejándolos al descubierto. La expresión era divina, por primera vez un hombre gozaba con mi cuerpo, y yo con que lo hiciera. Los rodeó con su lengua caliente, chupándolos y tirando de ellos. Bajó sus manos por mi cintura y las metió debajo de mi falda, acariciando mis nalgas con suavidad. Me bajó las braguitas, y dejándolas caer hasta la rodilla, levantó la falda y acercó su cara a mi coñito jugoso. El placer que me provocó cuando su lengua me rozó el clítoris aceleró mi respiración y le facilité el acceso abriendo un poco las piernas.

Ves, sabía que te iba a gustar...

Tuve mi primer orgasmo, una sensación extraña invadió mi cuerpo, haciéndome temblar y dejándome sin aliento. Me encantó, me volvió loca. En ese momento sólo sabía que quería más...

Ahora te toca a ti, te voy a enseñar una cosita...

Estaba de rodillas frente a mi y desabrochándose el pantalón le noté un bulto enorme en la entrepierna. Se puso de pie, se bajó los pantalones y los calzoncillos amarillentos que tenía y se sacó la enorme polla que yo había conseguido despertar. Era gruesa, larga y tenía mucho vello.

Juega un ratito con ella anda...

Me puse de rodillas debajo de él, y agarrándome la cara me guió hasta la punta de aquel tremendo instrumento. Me resistía y finalmente pasé mi lengua por ella, aguantando el olor, poco agradable que desprendía el aparato. Lo empecé a chupar, por cada una de sus partes. Me acordé entonces de mi piruleta roja en forma de corazón. Y como si de ella se tratara, me introduje su polla en la boca, mamando una y otra vez mientras el sucio camionero gemía y me agarraba el pelo. Un líquido blanco salió disparado y me llenó la boca. No me lo esperaba, me dio bastante asco y lo escupí. Lo demás alcanzó mi pelo, y parte de mis hombros. Me había puesto perdida en cuestión de segundos. Yo me quedé mirándolo y el se sentó a mi lado.

No te preocupes, que aún queda lo mejor nenita

Y me hizo sentarme a su lado. Escupió en sus sucios dedos y me acarició de nuevo el clítoris con ellos. Frotaba mi coñito con su saliva en la mano, haciéndome gemir de nuevo. Volvió a escupirse en los dedos e introdujo uno en mi vagina, muy lubricada y dilatada. Me molestó un poco al principio, pero no tardé en cogerle el gusto. El hombre metía no uno sino dos dedos, que entraban y salían sin parar. Yo abría cada vez más mis piernas y me di cuenta de que su polla estaba de nuevo gorda y tiesa como la vez anterior. Se abalanzó sobre mi, y cuando me quise dar cuenta tenía la punta de su polla a punto de entrar en mi. Sentí un escalofrío y poco después una envestida que me dolió terriblemente. Intenté gritar pero me tapó la boca a la vez que envestía de nuevo y clavaba su instrumento por completo. Comenzó entonces a moverse, a entrar y salir de mi. El dolor se iba haciendo inapreciable y me gustaba...si, ya lo creo que sí; yo misma le clavaba las uñas en su culo, invitándole a entrar más profundo. Tuve de nuevo un orgasmo y mis contracciones vaginales se hicieron evidentes para él, que salió de mi y se tumbó en el suelo del camión.

- Ven, siéntate aquí y métetela toda...

Le hice caso, y me senté pegada a su barriga mientras dirigía su polla de nuevo a mi cuevita. Entró de golpe, y empecé a moverme encima de él, cabalgando como una loca. Era inmensamente feliz, y oí a mis padres fuera del camión. Me quedé helada por un momento, aunque no dejé en ningún momento de moverme....

Dónde estará Claudia...?

No te preocupes cielo, ya sabes lo responsable que es. Nunca nos ha dado un disgusto. Estará mirando revistas en la tienda...

Sí, tienes razón, mejor esperarla arriba.

Al oir la conversación de mis padres, la excitación llegó a su punto límite. Me sentía rebelde, más que nunca, si...y estaba gozando...me esmeré en el movimiento y noté como mi camionero cabalgado inundaba mi interior de semen mientras se retorcía de placer. La imagen de verle tumbado así, con los ojos cerrados hizo que me corriera yo también, dejándome caer en su cuerpo obeso.

Nos levantamos y nos vestimos. Yo le sonreía con una sonrisa nueva, ya no era inocente, sino pícara...

Venga, ahora tengo que irme. Márchate y se buena

Sin pronunciar palabra, salí del camión, cerciorándome antes de que no había nadie. Y subí a la habitación.

Iba a llamar a la puerta cuando me lo pensé dos veces y me di la vuelta...

Pedro quizás necesitaba necesitaba de mi. Abrió la puerta con la toalla alrededor de la cintura y me miró con ojos de asombro. Yo estaba con el pelo suelto y revuelto y con los mofletes colorados, encendida de pasión.

Hola Pedro, te importa que pase...?

No , claro que no

Cuando cerró la puerta, me quité las braguitas. Estaban ligeramente manchadas de sangre y de un líquido blanquecino, propio de la excitación vivida. Se las puse en la mano y tirándole un beso ante su mirada de desconcierto absoluto salí de la habitación.

Qué esperaban, no soy tan puta...sólo un tanto zorrilla.

 

Espero que hayáis disfrutado la piruleta...digo, el relato.