miprimita.com

Té con leche

en Hetero: General

Té con leche

"El té rojo fue durante siglos patrimonio exclusivo de los emperadores chinos."

Soy una mujer normal, con una vida normal, felizmente casada con un hombre normal y con dos hijos normales. Para mi es absolutamente normal tomar té en cualquier momento del día; es uno de mis vicios, todos ellos a mi juicio son normales. Y ante tanta normalidad hay un motivo que no se si para el resto de la sociedad será normal, que no me tiene satisfecha. Mi marido me hace el amor muy escasas veces al mes...que digo al mes, cada X meses. Rodeada de tanta normalidad, he calificado este hecho como normal, e incluso diría que soy una mujer pasiva y apagada en la cama.

Un buen día después de comer, los niños están el colegio, son las tres de la tarde y hasta las seis no aparecen por casa. Concretamente hablo de ayer, día tres de mayo. Tres horas por delante, tres bolsitas de té rojo en la tetera que tres años atrás me regaló mi madre. Una vaso de cristal con una cucharadita de azúcar y llega Antonio, mi marido.

Hola Mari...

Toni, no pises el suelo que está mojado

Se dirige a su cuarto, oigo como abre el armario para sacar sus zapatillas. La puerta del baño, se cierra, abre el grifo. La misma rutina de todos los días. Veinte minutos después sale con su albornoz y las zapatillas de casa. El agua ya está lista, las tres bolsitas de té tiñen el agua. Lleno el vaso y Toni se acerca por detrás.

Sírveme un poco a mi

Le miro extrañada, es la primera vez en quince años de casados que se decide a probar el té.

Cuántas cucharadas de azúcar te pongo?

Las que tú te pongas...(me dedica una sonrisa)

Toni coge el vaso, y va a sentarse al sofá del salón. Yo le sigo, me siento en el sillón de orejas de enfrente. La televisión está puesta; todos los días después de comer me siento a ver una película. Parece que a Toni le gusta el té, sus labios sobre el vaso, pequeños sorbos y pocas palabras.

Momentos antes de terminar, me mira y vuelve a dedicarme una sonrisa. Está distinto, le brillan los ojos. Se aproxima a mi, de rodillas; Coloca sus dos manos en mis muslos, semidesnudos. Un camisón es lo más cómodo que tengo en mi casa. Besa mis rodillas con cariño y acaricia mis piernas, se dirige con delicadeza elevando sutilmente mi camisón. Mis bragas son blancas, de algodón, sencillas pero elegantes. Las manos desconocidas aparentemente conocidas de mi marido recorren mi cuerpo, por debajo de la tela de algodón sin prisa...sin pausa...sensaciones descuidadas y olvidadas. Imagino el interior del albornoz azul oscuro atado a su cintura. Cierro los ojos y por un momento retrocedo en el tiempo, los juegos adolescentes. Toni cubre mis senos, despertando mis pezones, erectos, ansiosos. Masajea los dos pechos, tras las dos tazas vacías. Las dos cucharas y las dos orejas del sillón que recogen mi cabeza, mientras yo giro hacia los lados, maravillada por el momento, absorta. Sus manos descienden de nuevo, estira la goma de las bragas dejando ver el vello púbico. Toni mira como si se tratara de la primera vez, extasiado, veo la lujuria en sus ojos. Se inclina y dirige su cara a mi entrepierna, huele, respira hondo mientras me estremezco. Intenta bajar mis braguitas blancas, con las primeras gotitas de jugo. Levanto las caderas y le facilito la acción. Separando mis piernas, las coloca una a cada lado, en los brazos del sillón. Separa cuidadosamente mis labios mayores, contemplando una vista panorámica vaginal; acerca su cara y comienza a chupar despacio, con cautela, la puntita de su lengua rodeándome el clítoris. Estoy fuera de mi, me sorprende la situación pero me encanta. Agarro la cabeza de mi marido atrayéndola hacia mi con fuerza...Toni lame mi raja en toda su extensión, introduce un dedo en mi cueva poco transitada. Me descubro a mi misma gimiendo como una loca poseída, presa de un orgasmo y los efectos de la teína; Toni mira y sonríe mientras me corro escandalosamente. Aprovecha y mete y saca su dedo con más fuerza, con más ímpetu. Veo en su rostro la satisfacción de mi satisfacción. Me toma de las manos y hace que me levante de golpe, me guía para ponerme a cuatro patas en el sofá. Se desabrocha el albornoz...entre tanto movimiento los dos vasos caen al suelo, quedan dos horas para que lleguen los niños, son las cuatro. El mío no estaba vacío y se derrama por la alfombra;

Noto su pene completamente erecto apoyado a la entrada de mi vagina. Él lo dirige con su mano. Empuja con suavidad y me posee hasta la mitad. Un segundo empuje y lo tengo dentro, por completo. Toni comienza el festín, yo me agarro firme, exponiendo mis nalgas a mi marido...Me siento como una perra en celo, pero estoy disfrutando como nunca. Toni entra y sale de mi produciendo un gracioso y excitante chasquido en cada embestida. Aprieta mis nalgas con deseo y cariño, masajeándolas con impaciencia. Cada vez el ritmo es más veloz...me mata...qué ambiente, qué olores a carne y a sexo. Huele a té, a té rojo.

Rojas están las mejillas de Toni, cuando descarga en mi, derrama su leche, el complemento perfecto para el té. Se deja caer sobre mi, jadeando, empapado en sudor.

Me tumbo en el sofá, con las piernas estiradas y mi marido apoya su cabeza en mi pecho. No pasan más de quince minutos cuando esta vez decido entrar yo a la carga. Me deshago del camisón mientras Toni permanece tumbado con los ojos cerrados, completamente desnudo. Hundo mi cara entre sus piernas, apoderándome del relajado miembro de mi marido. Toni da un salto cuando siente mi lengua juguetona entre los pelitos que recubren la zona de los testículos. Me mira fijamente, su pene empieza a crecer a un ritmo increíble, y mi lengua lo abarca todo, de arriba abajo...tras un beso en la puntita lo introduzco todo en mi boca. Si no recuerdo mal, que no lo creo, es la primera vez que pruebo la entrepierna de mi marido. Quedan restos de jabón, restos de mi cuerpo, de mis adentros. Mis manos juegan por debajo, acariciando toda la zona. Toni gime, jadea, me mira y el placer ciega sus ojos. Me subo sobre él e introduzco su hinchado pene en mi cavidad impaciente, entra de golpe, mi lubricación es exquisita. Comienzo el vaivén sobre Toni y él lleva sus manos a mis nalgas. Las aprieta y me guía en la penetración. Mi marido se retuerce bajo mi cuerpo, yo cabalgo con fuerza, con firmeza, notando cada milímetro suyo que entra y sale de mi cuerpo. Se crea un ambiente interminable, perdiendo toda noción temporal. A punto de llegar a la cima, Toni embiste fuertemente contra mi, elevando las caderas; yo me apoyo en sus hombros comienzo a notar de nuevo su leche, igual que recién salida del microondas. En mi propio salón me abandono al placer, el orgasmo maravilloso compartido con mi compañero sentimental, más leche...para otro té.

Tomemos juntos otra taza, ya son las cinco, una hora para seguir disfrutando el hallazgo. Una cama de matrimonio, para dos, pequeños sorbos de té. Miradas intensas de complicidad, de novedad, de cambio, de entendimiento. Resbala entre mis dedos la taza, derramándose sobre las sábanas el contenido. Toni se abalanza sobre mi, acaricia mi cuerpo desnudo y pega su cuerpo contra el mío. De nuevo una erección, y qué decir de mi estado. Mi vagina mezcla la semilla de ambos, un líquido blanquecino emana de mi. Nos besamos, nos unimos, nuestras lenguas se convierten en una. No tenemos mucho tiempo. Abrazados restregando nuestros cuerpos, perlados en sudor, Toni abre mis piernas y se introduce en mi, es el principio de una penetración que se intensifica cuando coloca mis tobillos en sus hombros poniendo un cojín bajo mi cadera. Agarrada al cabecero de la cama, veo con los ojos semicerrados la expresión de mi marido. Está disfrutando tanto como yo, y al placer propio se le suma el placer por el placer del otro. El olor del té derramado ha impregnado la habitación. El aire parece húmedo, un olor distinto, huele a ambos de otra manera; una sensación distinta, besos y caricias distintas...ahora todo es distinto. No aguanto más...me voy...un grito ahogado, Toni penetra con fuerza, descarga por tercera vez, tras las tres horas, dos vasos, una taza, los tres recipientes que contenían el té.

Se tumba a mi lado, son casi las seis.

Por qué nunca me habías preparado té? (pregunta pensativo mirando al techo)

Por qué nunca me prestas atención...?

Muchas veces pequeños detalles nos ayudan a salir de la rutina.

El té es sólo un ejemplo.

 

Como hacer un buen té

Compre el té

Compre la tetera

Ponga el agua a calentar

Lleve al agua hasta 95º

A continuación incorpore el té a la tetera

Incorpore poco a poco el agua caliente a la tetera con el té dentro

Deje el té en infusión de 4 a 10 minutos

Vaya sirviendo el té donde quiera

Vaya a por pastitas para merendar y a por leche para acompañar

Como norma general, acuda a una tetería para tomar un té como los cánones mandan