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Mamándosela a mi mejor amigo

en Sexo Oral

Eramos amigos desde chicos, él, Jorge, y yo íbamos en la misma escuela, que estaba cerca de mi casa, adonde iba a comer todos los días, antes de que su mamá lo recogiera una hora y media después.

Un día, ya adolescentes de trece años y con las hormonas a todo lo que daban, acabábamos de comer y bajamos a mi cuarto para ver la tele, nos acostamos en mi cama y a Jorge se le ocurrió decir

-ay, qué rico estar en la cama

-Sí, te gusta la cama para que te cojan, ¿verdad?, ándale dame las nalgas para cojerte – le dije para molestarlo.

-Si al que le gusta que se lo cojan es a ti – me respondió subiéndose encima de mi para ahorcarme. Como sus nalgas quedaron a la altura de mi verga, lo tome de la cadera, y subiendo y bajando mi pelvis le dije

-A ti es al que le encanta, si ya te pusiste para que te coja

Jorge se levantó y puso su pelvis en mi cara. Pude sentir su bulto encima de mi boca

-No, mira, si a ti te encanta – me decía mientras me restregaba su bulto en los labios. En eso oimos que su mamá tocaba el claxon, venía por él. Jorge se levantó de mi y se fue. Yo me quedé temblando. Nunca había tenido un encuentro sexual, ya ni que decir homosexual, pero la situación me había excitado mucho. El hecho de haberme sentido dominado me tenía a mil. Muchas cosas pasaron por mi mente, pero estaba decidido a continuar hasta ver a dónde llegábamos.

Al día siguiente comimos más rápido que de costumbre, creo que ambos deseábamos el encuentro, así que apenas terminamos, nos bajamos a mi cuarto, cerramos la puerta y nos fuimos a la cama. Esta vez no fue necesario jugar tanto para tenerlo otra vez restregándome su paquete en los labios.

-Mira, si te encanta, qué rico ¿verdad? – me decía Jorge

Toda la tarde anterior había estado pensando qué le diría, así que, dudando muy poco, le contesté

-¿Qué, el pantalón? No, nunca me ha gustado – respondí temblando

-Ah, ¿entonces quieres sentirlo, quieres que me lo saque? Te gusta– dijo excitado, pero como temía hacer algo indebido, ya que seguía frotándose contra mi

-Ya te dije que el pantalón no me gusta –respondí

Jorge puso sus rodillas aprisionándome los brazos para que no me escapara, situación que provocó que me excitara más, y se sacó la verga, que ciertamente no era muy grande, y volvió a pegar su pelvis a mi cara, restregándome, ahora sí, su verga contra mis labios. Cuando la sentí temblé de excitación, estaba con los brazos inmovilizados y una verga rozando mis labios, además de que a Jorge le excitaba dominarme y no dejaba de hablar, lo que provocaba más mi éxtasis.

-Ahora sí ya estás bien contento, tienes lo que querías, te gusta, verdad, qué rico, saboréala – me decía mientras se restregaba contra mi.

-¿Qué? – aventuré a decir. Si ya habíamos llegado a este punto, no me iba a quedar con que sólo me la restregara, pero como yo no soy maricón, tampoco se trataba de que yo abriera la boca.

-Ah, ¿la quieres dentro?, muy bien, pues te la voy a meter – dijo Jorge, que también le estaba gustando esto de la dominada. Se separó un poco de mi, y con una mano me tapó la nariz, con lo que yo abrí la boca (más grande de lo necesario, si bien quería que fuera forzado, tampoco me iba a hacer del rogar) y él metió su verga a mi boca, soltó mi nariz y volvió a acomodarse sobre mi. Usaba mi boca como una vagina, lo metía y lo sacaba, mientras que yo apretaba los labios y le succionaba.

-Ya ves cómo te encanta, chúpamela...así, qué rico – me decía – a ver aprieta bien tus labios...mmm....acábatela, es toda para ti.

Yo me sentía en el cielo, y no tanto porque quisiera chupar una verga, sino por el acto que en sí representaba, el sentirme dominado y siendo utilizado por mi boca, para su placer. La metía y sacaba cada vez más rápido, y no paraba de hablar. Yo seguía succionando y apretaba mis labios contra su tronco, mientras que con la lengua le frotaba el glande, hasta que sentí un líquido caliente en mi boca, el cual tragué por completo. Con cada espasmo de su verga salía un pequeño chorro, que yo me apuraba a tragar.

-Qué rico...cómetelo todo –decía- que te encanta

Cuando terminó se paró de mi, se puso el pantalón y me dijo

-Se ve que te gusta y mamas delicioso, cuando quieras más verga tu nada más pídemela, y vas a ver que te voy a hacer bien feliz.

Se puso detrás de mi y me tiró al suelo, puso su verga sobre mis nalgas y empezó a moverse, como si me estuviera cojiendo

-Mueve las nalgas, porque se ve que también te gusta, o qué ¿también te molesta el pantalón?

Después oímos el claxon de su mamá, señal de que llegaron por él y se fue.