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Señora

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Marcia estaba decidida. No podía seguir ocultando por más tiempo sus relaciones con Antonio, y por eso se dirigió a casa de Raquel, su jefa y amiga, aunque esto último quién sabe por cuánto tiempo más, para confesarle que ella era la amante de su marido. Mientras esperaba en la sala a que Raquel bajara pudo escuchar la radio que tenía la servidumbre en la cocina.

Cuando supe toda la verdad
señora,
ya era tarde para echar atrás
señora,
yo era parte de su vida
y él mi sombra.

Cerró los ojos recordando cuando conoció a Antonio. Ese día había ido a una entrevista de trabajo. Le había tocado estacionarse un poco lejos y ya se le hacía tarde, por lo que venía caminando apresuradamente. Una cuadra antes de llegar al lugar tropezó, pero antes de caer unos fuertes brazos la agarraron. Ella, llena de vergüenza y con la cara como tomate, alzó la cara para agradecer a su salvador y se encontró con un par de hermosos ojos verdes. Un segundo bastó para que quedaran enamorados.

-Muchas gracias – dijo tímidamente.

-De nada ¿Te encuentras bien? – sonrió el hombre

-Sí, gracias. Es que tengo prisa porque voy tarde para una cita de trabajo y no me fijé – le contestó Marcia

-Me llamo Antonio. Si quieres te espero, y cuando salgas te invito un café – se ofreció descarado.

-Yo soy Marcia, y vale, acepto tu invitación, pero que sea un lugar cercano a aquí- contestó

Ambos quedaron de verse en una hora en la cafetería que estaba frente a ellos. Marcia se fue muy emocionada. Nunca le había pasado eso de enamorarse a primera vista. La entrevista fue un éxito y la contrataron de inmediato. Le presentaron a Raquel Villanueva, la que sería su jefa, y quedó en presentarse al día siguiente.

Apenas salió y corrió a la cafetería para encontrarse con Antonio. Durante más de dos horas estuvieron platicando, y cuando salieron él prometió llamarla al día siguiente. No tuvo que esperar tanto tiempo, ya que en la noche le llamó a su celular, para quedar en ir a cenar para celebrar su primer día en su nuevo trabajo. A esa cita le siguieron más, hasta que tres meses después él se quedó a dormir en su departamento durante todo un fin de semana. A ella eso le pareció fabuloso, sobretodo porque se tomó la tarde del viernes, ya que su jefa saldría fuera de la ciudad a un seminario de tres días.

Cuando supe que existía usted,
señora
ya mi mundo era sólo él,
señora,
ya llevaba dentro de mi ser
su aroma.

 

Tres meses más le duró la felicidad. Fue un día en que, al sonar el celular de Antonio, éste vio el identificador y se levantó para contestar. Marcia aguzó el oído y notó una conversación parca, como si Antonio ocultara algo. Cuando regresó, la culpa se dibujaba en su rostro.

-¿Quién era? – preguntó Marcia con fingida indiferencia.

-este...mi hermana- se apresuró a contestar un Antonio nervioso.

-Mira cabrón - le dijo enojada- si quieres jugar conmigo ahí la dejamos. ¿Tienes otra novia ...o estás casado? – dijo esto último con espanto

-No, nada de eso – contestó- Es que...está bien, te lo voy a decir. Era el abogado de la tarjeta de crédito – contestó apenado, y sacando su estado de cuenta se lo mostró-.Mira, ya van para tres meses que no pago y me están llamando para cobrarme, pero me da pena contigo.

Marcia sonrió apenada, como culpándose por ser tan entrometida. Después de todo, su hombre ideal no tenía compromisos.

Él me dijo que era libre
como el mismo aire
que era libre
como las palomas
que era libre ...
y yo lo creí.

Ahora es tarde, señora
ahora es tarde, señora
ahora nadie puede apartarlo de mí

 

Pero la mentira no se puede sostener toda la vida. Hace dos días Antonio había dejado olvidada la cartera en su departamento. Marcia la abrió, y aunque sabía que por respeto no debía esculcarla, pudo más su curiosidad y empezó a mirar cada rincón. Se quedó helada cuando vio la foto de Raquel. Su mente empezó a trabajar a mil por hora recordando las fechas en que Antonio se quedaba a dormir con ella, coincidiendo, todas, con los viajes de trabajo que hacía Raquel. Cada cena romántica que tuvieron era porque Raquel estaba en una importante junta.

-Espera Marcia – se dijo- puede ser coincidencia. Mañana pregúntale a Raquel por su esposo, y que te enseñe su foto.

Toda la noche no pudo dormir, por lo que al día siguiente tenía un aspecto como si la hubieran apaleado.

-Te ves mal Marcia – le dijo Raquel en cuanto la vio - ¿Te sientes bien?

-No. La verdad es que no he podido dormir porque mi papá está muy enfermo, y estoy muy preocupada por él.

Raquel la consoló, lo que Marcia aprovechó para sacar la fotografía de su padre, luego la de su madre y la de otros familiares. Poco a poco fue envolviendo a Raquel para que se abriera y le mostrara sus fotos.

-..y este es mi marido – dijo finalmente Raquel.

En cuanto Marcia vio el rostro del marido de su jefa palideció aun más. Era Antonio. Oía a Raquel hablar pero no entendía sus palabras, hasta que una fuerte sacudida la hizo volver en sí.

-Marcia, será mejor que vayas a tu casa a descansar.

Marcia salió como autómata y llegó a su departamento. Todo el día se le fue en llorar. Llorar por sentirse engañada y llorar de rabia contra Antonio por ponerla en esta situación. No quería ser la otra pero tampoco quería destruir un matrimonio, y menos aun, quería dejarlo. No volvió a dormir toda la noche, pensando en qué es lo que haría. Cuando amaneció se bañó y salió a la calle para ir a casa de Antonio y Raquel. Sabía que él no se encontraba porque estaría en el club. Hablaría con Raquel y le contaría todo. Dependiendo de lo que resultara de esta confesión decidiría qué hacer.

Él me dijo que era libre
como el vagabundo
que era libre
como la hoja seca
que era libre ...

Ahora es tarde, señora,
ahora es tarde, señora,
ahora nadie puede apartarlo de mí.

 

Marcia oyó cómo bajaba Raquel las escaleras y el estómago se le encogió.