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Etapas por las que pasa un autor de TR

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Llegas un día a esta página, harto de otras tantas cuyo contenido, por llamarlo de alguna manera, es deplorable, llenas de textos groseros, en los que las críticas a los relatos más bien parecen pleito personal, por lo lleno de insultos y descalificaciones, llenas de un lenguaje bajo y vulgar. Y no hablemos de los relatos, que son fatales, aventuras de pubertos calenturientos que no logran que te excites en lo más mínimo, y no por falta de acción, sino por la pobre capacidad de expresión que tienen que provoca que no entiendas nada. Tan bonito que es nuestro español y habría que ver cómo lo destrozan estas ¿personas?

En fin, el chiste es que llegas a TR y te encuentras con una página diferente, en la que los relatos se hallan ordenados por categorías. Empiezas a leer las que más te llaman la atención y descubres, ¡oh sorpresa! que todos son relatos. Aquí no encuentras, escondido bajo un título sugerente, reclamos o insultos a otros autores o incluso a los lectores mismos, no, aquí los relatos son relatos, algunos buenos, otros no tanto, pero puedes leer algo interesante. Pronto aprendes a disfrutar el arte de los grandes maestros ( Carletto, Jataene, Alessandra, Caronte, Spazz, Solharis, Trazada30, Viuda Negra, tHE cROW, Verdiales, Hera) y te sorprendes con uno que otro de los nuevos (hay que seguirles la pista a yo misma y a cescatala).

De pronto un buen día decides dar un paso más, valorar y comentar los relatos. Pasas, de ser un lector anónimo, sólo un espectador, a ser un lector crítico. Tu nombre empieza a verse por algunos rincones de esta página. Alabas un trabajo bien hecho, criticas uno malo, alientas a los nuevos escritores, destrozas los malos escritos. Y como ahora ya eres más participativo, te das cuenta de una triste realidad que aqueja a casi todos los relatos: El Fantasma del Terrible. ¿Pero cómo alguien puede ponerle un Terrible a este relato tan bueno? te preguntas sorprendido. Pues sí, es la triste realidad, el trágico destino de casi todo relato, de recibir uno, dos o hasta tres terribles Terrible (más ya se me hace muy mala leche, venganza personal).

Pasado algún tiempo piensas que ya es hora de que los demás también conozcan tus historias, así que, con bastantes nervios y excitación, te lanzas a escribir tu primer relato. Cuando lo terminas, lo lees, le quitas, le pones, le vuelves a quitar, hasta que, al fin, estás satisfecho con tu trabajo y procedes a subirlo. El primer problema al que te enfrentas es escoger el título, por más que le piensas y le piensas, nada más no se te ocurre nada, y terminas poniéndole "Mi jefe y yo". Genial, te quebraste la cabeza para este titulazo. Después, joder, la descripción, por más creativo y vanguardista que quieras ser, terminas escribiendo dos malos renglones que más o menos describen tu historia. Ni modo, ahí será para el próximo.

Por fin publican tu relato. Lleno de expectación, lo abres, lo lees (como si no te lo supieras) y ves que ya tienes un comentario, lo abres y... ¡oh decepción! Es un comentario, más que negativo, gandalla de esos tipo mejor dedícate a leer o tu relato es una porquería. Deshecho cierras tu relato, pensando que a lo mejor tiene razón, tu gran relato no vale para nada, vamos, y tú que ya te veías cenando con García Márquez o Carlos Fuentes, comentando el gran éxito de tus escritos. Al día siguiente vuelves a abrir tu relato y te encuentras que ya tiene otros comentarios, los lees, y se te sube la moral, ya que ahora son de alabanzas para ti y de crítica para tu detractor. Ya más animado vas a la sección de valoraciones y descubres tu cuota de Terrible, pero en general te han evaluado bien. Ya con esto las musas vuelven a ti y te sientas a escribir tu segundo relato, el cual también es muy bien aceptado. Revisas el número de accesos y descubres con satisfacción que ya rebasaron la mágica cifra de 3,000 lecturas.

(Aquí quiero hacer un paréntesis. En algún texto de esta página leí que con 3,000 accesos podías considerarte como un autor leído. Yo no estoy muy de acuerdo, ya que existen diferentes categorías. Por ejemplo, en Hetero General, Gays o Lésbicos sí es una buena referencia, pero en No Consentido o Amor Filial, estás muy por debajo de la media, pero en cambio en Microrelatos o Textos de Risa si pasas de mil, ya te puedes dar por bien servido. Cierro el paréntesis)

Al segundo relato le siguen el tercero, el cuarto y otros tantos más. Ahora tu meta ya no es escribir, sino hacerlo en todas las categorías. Conforme el número de tus relatos aumentan empiezas a aceptar esos Terribles, muchas veces injustos, como algo normal, y ya no te afectan tanto. Te sigue importando la calificación, aunque ya estás resignado a no figurar entre el Top 100. Los comentarios empiezan a ser más halagadores, y si te encuentras con alguno negativo, su efecto ya no es tan devastador, aunque aun te duelen, sobretodo si no son del tipo constructivo, para que mejores, sino que es una crítica mordaz, sin ningún sentido mas que el de atacar. Por fortuna son los menos, ya que has ido logrando un círculo de lectores, una especie de club de fans, a los que tus relatos les agradan, y ellos son lo que más te motiva para seguir escribiendo.

Sin embargo, debido sobretodo a los Terribles Anónimos, llegará un día en el que tendrás que tomar una importante decisión. Por un lado puedes elegir dejar tu categoría de autor, para volver a ser un mero espectador, o incluso abandonar para siempre esta página, tan llena de recuerdos y satisfacciones, pero también de amargura y derrota. Tu otra opción será sentarte a escribir por el placer de hacerlo, porque te gusta, lo disfrutas, tú y tus lectores, sin que te afecten los comentarios, positivos o negativos, y sin darle ninguna importancia a la calificación. Cualquiera de las dos te quitará un gran peso de encima, pero creo que la segunda te dará mayor satisfacción.

Después de todo, ante la crítica con mala leche y ante esos que califican con Terrible un relato sin ni siquiera leerlo, siempre nos queda el buen consejo que algún día nos dio Carletto:

Cerrar los dedos pulgar, índice, anular y meñique ( de la mano derecha ) dejando el CORAZÓN bien levantado