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Fantaseando con mi suegra

en Fantasías Eróticas

Era un sábado por la tarde. Faltaba sólo un mes para mi boda cuando recibí la llamada de mi suegra, quien me pedía ir a su casa para discutir unos asuntos relacionados a la fiesta. Ese día Cristina, mi novia, no se hallaba en su casa debido a que sus amigas le habían preparado la enésima despedida de soltera y mi suegra insistía sobre la importancia de que yo acudiera con ella. Yo siempre solícito y atento con mamita suegra me encaminé hasta su casa.

Sólo toqué una vez el timbre y mi suegra ya me estaba abriendo. Lo que vi me dejó estupefacto. Mi suegra enfundada en un pequeño baby doll que dejaba muy poco a la imaginación. Y bueno, si mi suegra fuera uno de esos hipopótamos ridículos que insisten en enfundarse en diminutos ropajes, lo más que hubiera tenido que aguantar hubiera sido la risa. Pero no, este monumento de mujer, que ya rozaba los 50 años, tenía un par de tetas que más bien parecían melones; una cintura estilizada que debía de tener sus 63 centímetros a lo sumo; y para rematar, un par de nalgas bien firmes y paradas como no las había visto antes de conocer a mi suegra y a su hija.

-Pasa Enrique – me dijo seductoramente - ¿No te importa que estemos solos en la casa?

Que si me importaba. Ya me veía tomando una copa con ella en el bar. Yo sentado en un taburete y ella recostada sobre la barra. Mientras tomábamos nuestra bebida yo le sobaba las piernas mientras mis ojos miraban dentro de su generoso escote...

-Pero muchacho, toma asiento – me dijo mi suegra sacándome de mis pensamiento.

Ya habíamos llegado a la sala sin haberme dado cuenta. Me senté y mi suegra se sentó a mi lado.

-Pues verás Enrique – comenzó mi suegra – tu sabes que mi marido y yo pues... aparentamos un matrimonio normal... pero es solo una pantalla...

Acabamos nuestra copa y yo la llevé a su recámara. Ahí nos entrelazamos en un beso salvaje. Parecía que quería arrancarme la lengua. Ella tomó la iniciativa y empezó a desabrocharme los botones de mi camisa y luego me la quitó.

-Qué músculos tienes – me dijo abrazándome

Yo me quité los zapatos y le baje los tirantes de su baby doll, el cual resbaló por esas hermosas curvas. Para mi sorpresa no tenía ropa interior...

-Mi marido lleva más de un mes sin tocarme...-oí que mi suegra decía en un segundo que volví a la realidad - y una mujer de mi edad, ¿por qué no me veo vieja, verdad?

-No, para nada – contesté sinceramente

Me acerqué a sus tetas para chupárselas ¡Qué tetas! Si yo hubiera sido su hijo hubiera tomado pecho hasta los 16 años. Su pezón era grande y rosado. Ahí me entretuve un buen rato. Se las pellizcaba, se las chupaba, amasaba, en fin, estaba como niño con juguete nuevo. Ella pegaba grititos cada vez que mis dientes aprisionaban sus pezones. Ella me desabrochó el pantalón y me lo bajó con todo y calzoncillos, y yo me quité los calcetines (no hay nada más ridículo que coger con los calcetines puestos)...

-Y pues...yo tengo necesidades como mujer – continuó diciendo

Ella se hincó ante mi y se metió mi verga a la boca ¡Cómo chupaba la desgraciada! Su lengua me recorría todo el tronco de mi pene, mi glande, y hasta los huevos me lamió. Luego se lo metía y sacaba de la boca, mientras que con la mano me masturbaba. Muy pronto sus caricias surtieron efecto, y en menos de lo que canta un gallo, me estaba corriendo en la boca de mi suegra. Espesos y calientes chorros de semen caían dentro de su boca, y la muy golosa no dejaba escapar nada. Cuando terminó de exprimirme lancé un fuerte suspiro

-Sí, veo que me entiendes – me dijo sacándome de mis pensamientos. Por lo visto había escuchado mi suspiro

-Sí, la comprendo – dije todo apenado y traté de poner atención a sus palabras, pero la vista de su escote me lo impedía.

La levanté y la acosté en la cama, abriéndole las piernas. Acerqué las manos a su vagina y pasé mis dedos sobre sus labios vaginales, introduciendo un dedo dentro de ella

-No quiero tu dedo, méteme la verga que no ves que..

-...tengo mis necesidades...sexuales – me seguía diciendo en un interminable monólogo

Yo me puse entre sus piernas y de golpe le metí toda la verga

-Así me gusta, muchacho, que me cojan como puta – me gritaba

Yo entraba y salía de ella una y otra vez con gran frenesí. Ella empujaba mis nalgas para que la penetración fuera más profunda

-Ahh, ahh, me corro, más, más, dame más (sí ya sé que este es un recurso barato para atraer lectores, pero qué coño, es MI fantasía)

Nuestras respiraciones se hicieron muy agitadas y en pocos momentos ambos terminamos en sendos orgasmos

-Sí, papito, hazme correrme como una...

-...puta. No quiero que pienses que eso soy – me advirtió

-No señora, cómo cree que yo podría siquiera imaginarme eso – le contesté agarrando el hilo de su monólogo.

-Ay Enrique, eres tan bueno. Pero como te decía...

Su conchita estaba repleta de mi leche por lo que, ahora que la tenía a cuatro, se le iba escurriendo por los sedosos muslos. Mi verga ya se encontraba lista para un tercer ataque (Sí, un tercer ataque. Ya les dije que es mi fantasía, y si en mi fantasía quiero ser multiorgásmico es mi problema).

Mi verga se deslizó dentro de su culo con gran facilidad. Se notaba a todas leguas que no era la primera vez que le daban por Detroit. Mientras mi miembro entraba y salía de su pequeño agujero mis manos le apachurraban las tetas, y la muy zorra se metía los dedos dentro de su cuevita, masajeándose el clítoris. Sus nalgas chocaban contra mi pelvis haciendo un sonido que me ponía más cachondo de lo que estaba. Estaba muy entrado en la cogida, disfrutando cómo mi verga se hundía en ella, hasta que ya no pude más y en un agónico orgasmo, descargué toda mi leche dentro de su culo. Ella, al sentir mi caliente líquido, se excitó tanto que alcanzó su segundo orgasmo entre gritos y jadeos. Ya estaba pensando en qué otra forma me la iba a coger, cuando sus manos tomaron las mías y me sacaron de concentración

-Entonces, Enrique, escúchame bien – me dijo mi suegra real-Resumiendo. Yo estoy muy necesitada de sexo, pero esta será la primera y única vez que te voy a pedir que lo hagamos. Mi hija no se debe de enterar de nada de lo que pase. Entonces me voy a ir a mi recámara, y si quieres satisfacerme, ahí te espero. De lo contrario ya sabes dónde está la puerta y te puedes marchar. Te repito, cualquiera que sea tu decisión, no saldrá de nosotros dos y no te guardaré rencor ni habrá represalias. Piénsalo muy bien porque esta será la única vez que te lo pido.

Ella se fue caminando hacia su recámara moviendo sensualmente las nalgas (como si le hiciera falta). En cuanto cerró la puerta me quedé pensando, tanto en lo que acababa de oír como en lo que había imaginado. Por un lado estaba mi suegra, mi fantasía sexual que podría hacerse realidad. Por el otro estaba mi novia, mi futura esposa y sentía medio feo engañarla, y encima de todo, con su mamá. Después de un minuto de pensarlo me levanté decidido, sabía lo que tenía que hacer. Me dirigí hacia la puerta de la calle y salí de la casa.

Apenas salí y me quedé atónito. Afuera, recargado en mi coche, se encontraba mi suegro, quien al verme avanzó sonriente ante mi, dispuesto a abrazarme. Yo estaba atónito, sin entender qué pasaba. Mi suegra salió de la casa. Ya se había cambiado por ropa más pudorosa. Ambos reían y lloraban de felicidad mientras me explicaban que, el numerito con mi suegra, había sido algo que ellos habían planeado, para ver qué clase de persona se iba a casar con su hija, y que ahora ya estaban tranquilos por saber que yo era un hombre íntegro y digno de toda confianza.

Ambos se metieron a la casa, no sin antes volverme a abrazar y besar, agradeciendo mi honestidad. Yo me quedé perplejo, recargado en mi coche, intentando comprender qué había pasado. Una vez recuperado de la sorpresa inicial, y habiendo comprendido todo, me reí aliviado.

Y yo que había salido por la caja de condones que siempre cargo en el coche.